@ComRevCo | comrev.co | 9 de abril de 2024
A comienzos de abril de 2024 ha salido a debate público el problema de la prostitución y el tráfico sexual de niñas, niños y adolescentes en Medellín a raíz del caso de explotación sexual en el que fue descubierto el estadounidense Timothy Alan Livingston con niñas de 12 y 13 años.
La indignación por este caso particular es justa, al tiempo que resalta la necesidad de reconocer que el problema está lejos de ser un caso excepcional, tanto en Medellín, como en el mundo entero. Porque sí, se trata de un fenómeno global. Especialmente en las últimas décadas, en todo el mundo, de Bangkok (Tailandia) a Ámsterdam (Países Bajos), de Ángeles (Filipinas) a Ciudad de México o Calcuta (India), lo que se denomina eufemísticamente la “industria global del sexo” o el “comercio sexual global” se ha convertido en un segmento enormemente rentable de las economías nacionales individuales y de la economía imperialista mundial en su conjunto.
Según estimaciones recientes, hay de 40 a 42 millones de prostitutas en todo el mundo, el 75% de las cuales tienen entre 13 y 25 años. En los últimos años Medellín, Cartagena y otras ciudades colombianas se han convertido en un destino del “turismo sexual” y epicentros de prostitución, incluyendo de niños y niñas. Según datos de la ONG Valientes Colombia en 2023, en Medellín se reportaron más de 320 víctimas explotación sexual de menores. La “industria global del sexo” muestra cómo el patriarcado está entretejido en el funcionamiento de este sistema capitalista-imperialista. Y por qué no podemos eliminar uno sin eliminar el otro. Bajo este sistema el cuerpo de la mujer, la degradación de ellas, las mujeres, niñas y niños, se convierten en el material de mercantilización.
Como bien señala Bob avakian, el tráfico sexual es una opresión horrible y una esclavización literal del tipo más terrible. Lo que lo ha convertido en un fenómeno tan masivo son los cambios subyacentes provocados por el funcionamiento mismo del sistema capitalista-imperialista como sistema internacional de explotación y superexplotación de personas en estos países pobres.
Y no es agencia, es opresión. Si se “trabaja” en la llamada industria del sexo, que no es más que explotación cruel y degradación institucionalizada y financiarizada de (en especial) las mujeres — ¿cuál es el producto, aparte de tu explotación? El producto, aparte de tu explotación, es la degradación de las mujeres. Ese es todo el objetivo. Y lo mismo con la pornografía.
Y hay que resolver estas cosas reconociendo lo que pasa, yendo a la raíz, y así actuando colectivamente para transformarlo. Y no significa que no importen los individuos. Por supuesto que importan, pero en el contexto de las cosas más importantes que están sucediendo.
¡Romper las cadenas! ¡Desencadenar la furia de la mujer como fuerza poderosa para la revolución!
Para conocer más sobre las dimensiones, las dinámicas clave y los factores históricos que impulsan el crecimiento mundial de la prostitución y la trata de mujeres para la prostitución, lea la investigación: “La ‘industrialización’ de la explotación sexual, la globalización imperialista y el descenso al infierno” De Raymond Lotta.