¡Revolución y nada menos!

Editorial de la revista Atash/Fuego, No. 131, octubre 2022

Protestas en Teherán contra el hiyab obligatorio y el régimen teocrático.

En los últimos días de septiembre, dos hechos importantes cambiaron una vez más la faz del mundo: Uno, el mundo se acerca cada vez más a una catastrófica confrontación nuclear entre las potencias imperialistas sobre la base de la guerra en Ucrania. Y el otro es el surgimiento de un portentoso levantamiento nacional en Irán, que es el comienzo de un proceso revolucionario y tiene un enorme potencial para convertirse en un movimiento para una verdadera revolución.

El levantamiento nacional de jóvenes, hombres y mujeres, contra el hiyab obligatorio y el gobierno religioso-fascista de la República Islámica se convirtió en una chispa que activó todas las fallas [sísmicas] importantes de la sociedad y cambió seriamente los parámetros políticos no solo en Irán sino también en el Medio Oriente y el mundo. Los ojos de millones de hombres y mujeres en todas partes del mundo miraron más allá del “Irán nuclear” y se fijaron en lo más profundo de la sociedad y la emancipación que de ella se deriva, suscitándose tal apoyo que ni siquiera los dirigentes de los gobiernos imperialistas pudieron callar. El nombre de Mahsa Amini se repitió más de cien millones de veces en Twitter, y muchos artistas y deportistas en diferentes partes del mundo pronunciaron su nombre para que el crimen cometido por la República Islámica quedara registrado en la historia.

En este momento único lleno de oportunidades revolucionarias, destaquemos algunas grandes verdades para avanzar con plena conciencia en la batalla del destino de la organización:

Primero, desde este punto y hasta lapidar a la República Islámica, tenemos por delante un largo camino de altibajos. Sin duda, la República Islámica no simplemente dejará pasar los golpes que han puesto en grave peligro su existencia, y recurrirá a la crueldad y la venganza despiadada para llevar su barco roto a la orilla de la salvación.

Segundo, solo se puede lograr un cambio positivo real y duradero con “una revolución y nada menos” y las realidades de la sociedad iraní y del mundo actual nos dicen que tal revolución solo puede ser una revolución comunista que elimine la fuente del dolor y sufrimiento. Esto se debe a que en la época actual la raíz de todas las penurias humanas, incluida la opresión de la mujer, es decir, la mitad femenina de la población humana inmersa en relaciones supremacistas masculinas/patriarcales, es el modo de producción capitalista. Por tanto, debemos construir un nuevo poder estatal sobre las ruinas de la República Islámica, uno que es fundamentalmente diferente del antiguo y reaccionario estado actual y su base capitalista. Tal gobierno solo puede ser un gobierno socialista.[1]

Tercero, para derrocar a la República Islámica y todo su aparato gubernamental se requiere que sea aplastada la columna vertebral armada del Estado (los Guardianes de la Revolución Islámica, la milicia Bassij, el Ejército, la policía, etc.). Esta necesidad no puede ser respondida con continuas protestas y resistencias callejeras, aunque estas son muy necesarias y han creado el punto de inflexión actual. Ante la dificultad del camino, nunca se debe tener la ilusión de que el problema se puede “resolver” con un “golpe” del ejército o con la “ayuda” de fuerzas tuteladas por las potencias imperialistas y los gobiernos de la región. Ante nuestros ojos tenemos las tragedias provocadas por las potencias imperialistas y las fuerzas bajo su protección en Siria, Afganistán e Irak. Las intervenciones imperialistas siempre han causado desastres, incluido el fortalecimiento del fundamentalismo islámico. La necesidad de aplastar la columna vertebral militar del Estado sólo puede responderse con una guerra popular revolucionaria, llevada a cabo por millones de hombres y mujeres organizados y conscientes del objetivo de construir una nueva sociedad.[2]

La situación que se ha desarrollado tiene claros indicadores. La legitimidad de la teocracia ardió en las llamas de las piras de velos. Treinta años de esfuerzos continuos de una parte importante del gobierno (los reformistas) para asustar y advertir a la gente sobre la revolución se esfumaron. La gran ilusión de que es posible lograr un mínimo de relaciones y derechos humanos sin una revolución quedó reducida a cenizas. Pero el indicador más estratégico es la firme confirmación del hecho de que las mujeres son una parte clave de los componentes básicos de la revolución comunista.

Las características del terreno de lucha y del pensamiento de la gente son factores decisivos en la aceleración de la revolución, y también en este campo se han producido grandes cambios. En el lapso de una semana, el ambiente político y cultural y el alineamiento de fuerzas en toda la sociedad cambiaron de manera sorprendente. Una parte importante de la pequeña burguesía, que no se había enfrentado públicamente al régimen a pesar de muchos agravios, dejó clara su oposición al régimen de diversas formas, incluso a través de las declaraciones de sus representantes políticos y voceros. Alguna gente pudiente de las grandes ciudades, así como figuras famosas del deporte y el arte también se unieron al apoyo de la protesta e incluso celebridades del deporte y el arte que antes eran lamesuelas de los poderosos, se vieron obligadas a decidir su posición. A medida que aumenta lo criminal del aparato represor del régimen, aumenta también el enfado de este grupo y su alejamiento de la posición de contemplación y neutralidad. La quema de velos ha generado una gran transformación intelectual y cultural en la sociedad, de la que se puede decir que tiene dimensiones históricas, y esto es parte del cambio en la correlación de fuerzas políticas e ideológicas en el terreno de lucha. Los hombres y mujeres jóvenes conocidos como la generación del siglo XXI* (de 15 a 25 años) demostraron una energía y un espíritu tremendos al hacer avanzar la resistencia y enviaron un mensaje a todo el pueblo de que hay una fuerza decidida en el campo de batalla entre la revolución y la contrarrevolución. A escala internacional, las mujeres del mundo, especialmente las mujeres y los jóvenes de Medio Oriente, Afganistán y Turquía, ven los acontecimientos en Irán como una victoria contra las opresivas relaciones machistas/patriarcales en todas partes, y miles de artistas, científicos, activistas políticos y feministas de todo el mundo han manifestado su defensa acérrima de este levantamiento.

Estos cambios son la expresión del potencial revolucionario y las oportunidades revolucionarias. ¡Pero todavía están lejos de una revolución! La revolución o el cambio fundamental ocurre cuando el sistema contra el que nos rebelamos puede ser derrocado y reemplazado por un sistema fundamentalmente diferente. Hay una gran diferencia entre, por una parte, la gente que no soporta al régimen gobernante y el sentimiento de desprecio y odio por él así como el deseo de derrocarlo se ha apoderado de toda su existencia, y, por el otro, la gente que, en primer lugar, es consciente de las características políticas, sociales y económicas de una sociedad justa y con bases diferentes, en segundo lugar, ha decidido luchar por ella; y tercero, está organizada para luchar por esa sociedad en base a un plan y un líder que pueda conducirlos en esa dirección. La principal tarea de nosotros, los comunistas revolucionarios en la situación actual, es crear tal gente.

Es decisivo organizar y entrenar una fuerza compuesta por cientos de personas con la orientación científica del nuevo comunismo y basada en el “Programa y Manifiesto de la Revolución Comunista en Irán”, que se desarrolle y avance en pos de liderar a millones de personas en una batalla de dimensiones históricas y con impacto global que desafíe los bastiones del viejo orden no solo en Irán, sino en todo el Medio Oriente y el mundo.

Los jóvenes, hombres y mujeres, que han liderado este proceso hasta ahora pueden y deben convertirse en los líderes de tal revolución. Pero es necesario aclarar la comprensión de liderazgo. “Liderazgo” no significa tal o cual partido o una combinación de ellos. Más bien se trata básicamente de por cuál tipo de sociedad estamos luchando, cuál es nuestra hoja de ruta para alcanzarla, y cuál es la organización que se ajusta al tipo de sociedad que queremos y es necesario construir. ¿Es una sociedad capitalista, con la diferencia de que esta vez en lugar de la República Islámica, será bajo el dominio de los que dicen ser “democráticos” o “constitucionales” o “republicanos”? En tal caso, sin duda el supremacismo masculino/patriarcado y el sometimiento de las mujeres continuarán, aunque de formas diferentes a las de la República Islámica, la pobreza, el desempleo y la falta de futuro para la mayoría de los jóvenes, la opresión de las naciones no persas, la destrucción del medio ambiente y guerras devastadoras serán parte inseparable de ella. No queremos una sociedad así. Necesitamos “un sistema económico y político radicalmente diferente y mucho mejor, un sistema socialista, que se base en satisfacer las necesidades de la gente y en llevar adelante la lucha por un mundo comunista donde por fin se ponga fin, por todas partes, a la explotación, la opresión y la destrucción del medio ambiente que están integradas en este sistema del capitalismo-imperialismo”. (Bob Avakian. Algo terrible, o algo verdaderamente emancipador)

No tenemos mucho tiempo para resolver el problema del liderazgo. Además del aparato de gobierno actual, que aún tiene intacta su columna vertebral militar opresiva y su poder político e ideológico no se ha agotado, ¡otras fuerzas reaccionarias están listas para tomar el mismo aparato de gobierno junto con su columna vertebral de represión militar y de seguridad, y engañar a la gente dándole una apariencia más justa de las relaciones sociales! Nunca debemos olvidar que en 1979 la mayoría de la sociedad salió a la batalla bajo la presión de la necesidad de una verdadera revolución, pero no pudo llevar la revolución a su culminación y en cambio prevaleció el proceso antirrevolucionario, y al final un régimen reaccionario remplazó a otro régimen reaccionario.

Por lo tanto, a todos los que no pueden tolerar la situación actual y están cansados y furiosos por esta situación; a todos los que quieran luchar por la liberación de la mujer del cautiverio del hiyab obligatorio y de las podridas relaciones supremacistas masculinas/patriarcales en general; a todos los que quieran enterrar finalmente a la teocracia que gobierna en Irán; a todos los que quieran eliminar para siempre la injusticia y la represión y asesinato de opositores políticos y la negación de la libertad de pensamiento, la pobreza y el desempleo y la destrucción del medio ambiente; a todo los que, además de esto, quieren crear un mundo donde toda la humanidad se libere de la dominación del sistema capitalista… nosotros, los comunistas revolucionarios, les decimos: ¡si no eres un comunista revolucionario, debes convertirte en uno para lograr la revolución que se necesita!


[1] Sobre la perspectiva y panorama general de tal sociedad, véase la “Constitución de la Nueva República Socialista de Irán (Proyecto borrador)” en el sitio web de nuestro partido (cpimlm.org) y también una versión breve de ese documento en el artículo “Una breve descripción de la Constitución de la Nueva República Socialista de Irán” en esta misma edición de la revista Atash.

[2] Sobre la naturaleza y características de esta guerra, véase el documento “Estrategia para la Revolución en Irán” en el sitio web de nuestro partido y también un resumen de este en el artículo “De la justa defensa de la guerra revolucionaria” en este número de la revista.

* Nota de trad.: En Irán se hace referencia a estos como los de  “los ochenta”, debido a que en el calendario persa corresponde a la década de 1380.