comrev.co | febrero de 2024
El siguiente artículo es una versión corta del artículo del mismo título. Esta versión fue distribuida como volante en varias ciudades de Colombia.
El Estado de Israel desde su fundación ha chorreado “sangre y lodo por todos sus poros”. La creación del Estado de Israel en 1948, basada en la expulsión del pueblo palestino conocida como la Nakba (catástrofe en árabe), ha marcado una historia de limpieza étnica del pueblo palestino y de despojo forzado de sus territorios históricos. El ataque que Israel ha llevado a cabo en los últimos cuatro meses, respaldado por Estados Unidos y otras potencias occidentales, es nada menos que un genocidio, y una segunda Nakba. Catalogarlo como “genocidio” no es un insulto o una “exageración”, tampoco es una acusación lanzada a la ligera. Es un término preciso para definir el asesinato deliberado de un pueblo, en su totalidad o en parte. En algo más de cuatro meses, más de 29.000 palestinos han sido asesinados, en su inmensa mayoría no combatientes y cerca de la mitad niños. Si no logra dimensionar la magnitud de este horror, imagine toda la población urbana de Tame (Arauca) o Chaparral (Tolima), e imagine ahora que toda la población es masacrada. Esa es la cantidad de palestinos asesinados por Israel en solo cuatro meses.
Israel ha expulsado de sus hogares a millones y ha convertido a Gaza en inhabitable. Casi el 70 % de los 2,3 millones de gazatíes, que han huido de la destrucción masiva y sistemática del norte y centro de Gaza por parte de Israel, viven o se refugian en Rafah y sus alrededores, convirtiendo a esta ciudad fronteriza con Egipto en la zona más densamente poblada del planeta. Las condiciones de vida de la gente son espantosas. La mayoría refugiados en tiendas de campaña y refugios improvisados. No hay medicina, ni agua limpia, ni comida fresca. Muchos se ven obligados a comer una mezcla de heno, paja y tierra, o a pelearse un puñado de harina de la escasa ayuda humanitaria que entra a Gaza. Israel continúa el bombardeo y la destrucción sistemática de hogares, hospitales, campos de refugiados, escuelas y lugares de culto. Rafah ha sufrido intensos bombardeos en los últimos días e Israel ha amenazado con lanzar una nueva ofensiva terrestre, posiblemente obligando a muchos a huir hacia Egipto, lo que supondría un paso más hacia la destrucción de los palestinos como pueblo.
Israel se ha valido de la excusa de “defenderse” de los ataques de Hamás el pasado 7 de octubre, un ataque en los que Hamás asesinó a gran número de civiles no combatientes y tomó de rehenes a más de cien. Pero, tal como correctamente expresa Bob Avakian: “si bien Hamas no es una fuerza para la liberación, y sus acciones el 7 de octubre sí incluyeron crímenes de guerra, de ninguna manera esto alcanza la misma escala de lo que Israel le ha hecho al pueblo palestino durante generaciones, antes del 7 de octubre —y para nada se compara con la masacre genocida de los palestinos que Israel está cometiendo ahora”. (@BobAvakianOfficial) De hecho, Israel está utilizando ese ataque como excusa para intentar culminar una “solución final” al “problema palestino” pretendiendo como mínimo reducir a los palestinos a un estado tal que ya no supongan ningún problema para Israel, si no es matando y expulsando a todos los palestinos. Pero que el carácter criminal de Israel, EEUU y las potencias que respaldan este genocidio sea enormemente mayor, no hace menos repugnante o nociva la posición de algunos que en nombre de apoyar “la causa palestina” y de hacer dizque un “análisis concreto de la situación concreta” llamen a la gente que justamente se opone a este crimen a alinearse con fuerzas reaccionarias como Hamás o con Irán, calificándolos erróneamente como “fuerzas antiimperialistas”. Como bien señala la exprisionera política iraní Somayeh Kargar: “No debemos permitirles que envuelvan su podrida bandera del islamismo en torno a la causa del pueblo palestino, ni que utilicen la sangre del pueblo palestino y su desplazamiento de 75 años para mostrar el poderío [de la República Islámica de Irán]”. (“Sobre la importancia de la verdad para alcanzar la emancipación”).
Otra idea nociva entre quienes justamente odian el crimen en curso es guardar la ilusión de que los organismos internacionales como la ONU, la “comunidad internacional” o como la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sean quienes detengan el genocidio. La abrumadora evidencia indica que estas son ilusiones vacías. Aunque algunos calificaron como una victoria el pronunciamiento de la CIJ en la denuncia por genocidio contra Israel, la verdad es que la CIJ no decretó ninguna medida para detener el genocidio, al que consideró meramente “plausible”, decisión acogida con agrado por Israel. Con el tercer veto por parte de Estados Unidos a una propuesta de resolución de “alto al fuego”, ha quedado claro que la ONU no tiene ninguna capacidad de detener este genocidio. Y pese a las ilusiones de algunos por las “críticas” de Joe Biden a Israel diciendo que la respuesta al ataque de Hamás del 7 de octubre se ha “pasado de la raya”, el respaldo estadounidense a Israel continúa “sólido como una roca” y Biden impulsa nuevos paquetes de financiación a Israel para que continúe su matanza. Pero, “¿por qué Biden, y básicamente todo el gobierno y la clase dirigente de Estados Unidos, apoyan a Israel para que lleve a cabo un genocidio contra el pueblo palestino, ante el mundo entero?” Bob Avakian responde agudamente a esa pregunta crucial:
“Esto no se debe […] a alguna noción ignorante, ridícula y escandalosa de que ‘los judíos lo controlan todo’. Se debe a que Israel desempeña un ‘papel especial’ como bastión fuertemente armado de apoyo al imperialismo estadounidense en una parte estratégicamente importante del mundo (Medio Oriente). E Israel ha sido una fuerza clave en la comisión de atrocidades que han ayudado a mantener el dominio opresor del imperialismo estadounidense en muchas otras partes del mundo. […] ¡Es el sistema! El sistema del capitalismo-imperialismo al que sirve Biden. El sistema al que […] cualquiera y todos tienen que servir si quieren ocupar un cargo, y especialmente un ‘alto cargo’, como el de presidente, dentro de este sistema. […] ¡Es el sistema! […] —este sistema que descansa sobre la explotación despiadada y ladrona de vidas de masas de personas en este país y literalmente miles de millones de personas en todo el mundo, incluyendo más de 150 millones de niños— todo ello impuesto con violencia y destrucción masivas, de personas y del medio ambiente, planteando una amenaza muy real para el futuro y la existencia de la humanidad. Un sistema que debe ser derrocado cuanto antes, mediante una auténtica revolución.” (@BobAvakianOfficial)
La responsabilidad de los pueblos del mundo ante este genocidio en marcha es reconocer la lucha contra este crimen contra la humanidad como su lucha, oponerse al criminal Estado de Israel y a todo el sistema capitalista-imperialista y organizarse para lo que se necesita para poner fin a estos horrores: una revolución real. Y no es ninguna “utopía”. La historia muestra que ninguna revolución que haya triunfado lo ha hecho porque fuera “fácil”, y que lo hicieron en medio de condiciones que hacía cundir el pesimismo entre muchos que incluso veían la necesidad y deseabilidad de la revolución. La revolución es posible para quien se atreve a escalar las alturas basándose en la ciencia.
¡De Colombia a Palestina, de Estados Unidos a Irán, la gente necesita una revolución real basada en el Nuevo Comunismo! ¡Hamas no es una fuerza para la liberación! ¡Antisionismo NO equivale a antisemitismo!