Grupo Comunista Revolucionario, Colombia | comrev.co | @comrevco | marzo de 2024
El Estado de Israel desde su fundación ha chorreado “sangre y lodo por todos sus poros”. La creación del Estado de Israel en 1948, basada en la expulsión del pueblo palestino conocida como la Nakba (catástrofe en árabe), ha marcado una historia de limpieza étnica del pueblo palestino y de despojo forzado de sus territorios históricos. El ataque que Israel ha llevado a cabo en los últimos cuatro meses, respaldado por Estados Unidos y otras potencias occidentales, es nada menos que un genocidio, y una segunda Nakba. Catalogarlo como “genocidio” no es un insulto o una “exageración”, tampoco es una acusación lanzada a la ligera. Es un término preciso para definir el asesinato deliberado de un pueblo, en su totalidad o en parte. En algo más de cuatro meses, más de 30.000 palestinos han sido asesinados, en su inmensa mayoría no combatientes y cerca de la mitad niños. Si no logra dimensionar la magnitud de este horror, imagine toda la población urbana de Tame (Arauca) o Chaparral (Tolima), e imagine ahora que toda la población es masacrada. Esa es la cantidad de palestinos asesinados por Israel en solo cuatro meses.
Israel ha expulsado de sus hogares a millones y ha convertido a Gaza en inhabitable. Casi el 70 % de los 2,3 millones de gazatíes, que han huido de la destrucción masiva y sistemática del norte y centro de Gaza por parte de Israel, viven o se refugian en Rafah y sus alrededores, convirtiendo a esta ciudad fronteriza con Egipto en la zona más densamente poblada del planeta. Las condiciones de vida de la gente son espantosas. La mayoría refugiados en tiendas de campaña y refugios improvisados. No hay medicina, ni agua limpia, ni comida fresca. Muchos se ven obligados a comer una mezcla de heno, paja y tierra, o a pelearse un puñado de harina de la escasa ayuda humanitaria que entra a Gaza, ¡e Israel abalea a los que buscan desesperadamente conseguir un poco de comida! El bombardeo israelí y la destrucción sistemática de hogares, hospitales, campos de refugiados, escuelas y lugares de culto no cesa. Rafah ha sufrido intensos bombardeos en los últimos días e Israel ha amenazado con lanzar una nueva ofensiva terrestre, posiblemente obligando a muchos a huir hacia Egipto, lo que supondría un paso más hacia la destrucción de los palestinos como pueblo.
Israel se ha valido de la excusa de “defenderse” de los ataques de Hamás el pasado 7 de octubre, un ataque en los que Hamás asesinó a gran número de civiles no combatientes y tomó de rehenes a más de cien. Pero, tal como correctamente expresa Bob Avakian: “si bien Hamas no es una fuerza para la liberación, y sus acciones el 7 de octubre sí incluyeron crímenes de guerra, de ninguna manera esto alcanza la misma escala de lo que Israel le ha hecho al pueblo palestino durante generaciones, antes del 7 de octubre —y para nada se compara con la masacre genocida de los palestinos que Israel está cometiendo ahora”. (@BobAvakianOfficial) De hecho, Israel está utilizando ese ataque como excusa para intentar culminar una “solución final” al “problema palestino” pretendiendo como mínimo reducir a los palestinos a un estado tal que ya no supongan ningún problema para Israel, si no es matando y expulsando a todos los palestinos.
Israel ha utilizado también el Holocausto nazi contra el pueblo judío, uno de los crímenes más monstruosos de la historia de la humanidad, como excusa para cometer otro genocidio, en esta ocasión contra los palestinos. Israel, con toda su brutalidad, no es un “caso excepcional” en el mundo hoy. Es una expresión concentrada de lo que significa este sistema capitalista-imperialista para la humanidad. Un sistema en el que arrojar toneladas de bombas, matar de hambre a toda una población o incluso utilizar armas nucleares, como Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki, son medios aceptables según la lógica capitalista-imperialista para mantener su dominio. La ocupación y el asedio contra los palestinos ha sido de hecho un “laboratorio” en el que se ponen a prueba armas, tecnología y estrategia militar para luego ser “exportadas” a otras regiones del mundo como América Latina, África y Asia. Israel, Estados Unidos, y las potencias imperialistas que respaldan este genocidio son sin duda los mayores criminales del mundo. Luchar contra este sistema capitalista-imperialista y contra estos criminales es justo y es muy necesario que millones en todas partes del mundo se levanten contra este sistema y sus monstruosos crímenes, y que reconozcan que la humanidad necesita deshacerse de este sistema mediante una verdadera revolución, que abra el camino a la construcción de un mundo radicalmente diferente, y mucho mejor.
Pero esto es diferente a ponerse a la cola de fuerzas fundamentalistas religiosas o reaccionarias a nombre del apoyo a la “liberación nacional” o el “antiimperialismo”. La lógica retorcida de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” bajo la que algunas fuerzas que se denominan marxistas o maoístas llaman a alinearse con fuerzas reaccionarias como Hamás o la República Islámica de Irán y su “patriótico” y “heroico ejemplo” es nociva y repugnante y opuesta a “las dos rupturas radicales” que concentran el tipo de transformaciones que se requieren para acabar este sistema y construir un mundo sin opresión ni explotación: una ruptura radical con las relaciones de propiedad tradicionales y una ruptura radical con las ideas tradicionales. Bajo la palabrería de hacer dizque un “análisis concreto de la situación concreta” estos “marxistas” “hacen hasta lo imposible por darle crédito a la religión por ‘su articulación, extensión y asimilación como un discurso nacional’ y su papel en la resistencia nacional”[1] a la vez que son totalmente indiferentes al oscurantismo religioso, al ataque al marxismo, al laicismo, a la ciencia y al pensamiento crítico, y especialmente a la “degradación y subyugación de la mitad de la humanidad”, las mujeres, de fuerzas fundamentalistas islámicas como Hamás[2]. Algunos de estos pseudorevolucionarios reconocen el carácter reaccionario de fuerzas como Hamás, pero descaradamente llaman a apoyarlos y a dejar para después la supuesta lucha por una dirección revolucionaria de tal lucha. Los intereses del pueblo palestino y de la humanidad en general sin lugar a duda no están del lado del sionismo y del imperialismo. Pero no están tampoco del lado de fuerzas como Hamás. El análisis de Bob Avakian del imperialismo y el fundamentalismo religiosos como “los dos anticuados” es un análisis científico vigente de la contradicción entre estos dos polos caducos y por qué los intereses de las masas populares solo pueden ir a peor cobijándose bajo el ala de cualquiera de ellos.[3]
Como bien señala la exprisionera política iraní Somayeh Kargar: “No debemos permitirles que envuelvan su podrida bandera del islamismo en torno a la causa del pueblo palestino, ni que utilicen la sangre del pueblo palestino y su desplazamiento de 75 años para mostrar el poderío [de la República Islámica de Irán]”. (“Sobre la importancia de la verdad para alcanzar la emancipación”).
Otra idea nociva entre quienes justamente odian el crimen en curso es guardar la ilusión de que los organismos internacionales como la ONU, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) o la “comunidad internacional”, sean quienes detengan el genocidio. Algunos confían en que la presión de las críticas de algunos gobernantes como Lula da Silva o Petro pueden forzar a Israel a contenerse en su agresión a Palestina. ¡Que tonterías! Tener como orientación la confianza en que los gobernantes de este sistema o sus organismos detengan un crimen como el de Gaza no solo es iluso, sino que condena a la gente a la pasividad y a seguir su vida “como de costumbre”. La abrumadora evidencia muestra lo vacío de esas ilusiones. Aunque algunos calificaron como una victoria el pronunciamiento de la CIJ en la denuncia por genocidio contra Israel, la verdad es que la CIJ no decretó ninguna medida para detener el genocidio, al que consideró meramente “plausible”, decisión acogida con agrado por Israel. Con el tercer veto por parte de Estados Unidos a una propuesta de resolución de “alto al fuego”, ha quedado claro que la ONU no tiene ninguna capacidad de detener este genocidio. Y pese a las ilusiones de algunos por las “críticas” de Joe Biden a Israel diciendo que la respuesta al ataque de Hamás del 7 de octubre se ha “pasado de la raya”, el respaldo estadounidense a Israel continúa “sólido como una roca” y Biden impulsa nuevos paquetes de financiación a Israel para que continúe su matanza. Pero, “¿por qué Biden, y básicamente todo el gobierno y la clase dirigente de Estados Unidos, apoyan a Israel para que lleve a cabo un genocidio contra el pueblo palestino, ante el mundo entero?” Bob Avakian responde agudamente a esa pregunta crucial:
“Esto no se debe […] a alguna noción ignorante, ridícula y escandalosa de que ‘los judíos lo controlan todo’. Se debe a que Israel desempeña un ‘papel especial’ como bastión fuertemente armado de apoyo al imperialismo estadounidense en una parte estratégicamente importante del mundo (Medio Oriente). E Israel ha sido una fuerza clave en la comisión de atrocidades que han ayudado a mantener el dominio opresor del imperialismo estadounidense en muchas otras partes del mundo. […] ¡Es el sistema! El sistema del capitalismo-imperialismo al que sirve Biden. El sistema al que […] cualquiera y todos tienen que servir si quieren ocupar un cargo, y especialmente un ‘alto cargo’, como el de presidente, dentro de este sistema. […] ¡Es el sistema! […] —este sistema que descansa sobre la explotación despiadada y ladrona de vidas de masas de personas en este país y literalmente miles de millones de personas en todo el mundo, incluyendo más de 150 millones de niños— todo ello impuesto con violencia y destrucción masivas, de personas y del medio ambiente, planteando una amenaza muy real para el futuro y la existencia de la humanidad. Un sistema que debe ser derrocado cuanto antes, mediante una auténtica revolución”. (@BobAvakianOfficial)
Por otra parte, justo en el momento en que la sociedad y el mundo están cambiando con fuerza, rendirse al statu quo es una tendencia fuerte. La tendencia al “realismo determinista” (lo deseable es lo que es posible, y lo posible es lo que ya hay) es un factor importante en la pasividad, el conservadurismo y el auge de corrientes leales al orden existente. La tendencia voluntarista, que a veces es exaltada en respuesta a la tendencia conservadora del “realismo”, al ser idealista, se rinde a la tendencia del realismo en los avatares de la situación. El espectro de la tendencia del “realismo” se caracteriza por la literatura conservadora de “no se puede” y “no funcionará”.
La tendencia de “ser realistas, no se puede hacer nada” en proporción a la influencia que encuentre en la gente, neutralizará y destruirá el enorme potencial revolucionario que es producto de decenas de años de compresión “normal” en el actual marco temporal. ¡Hay que oponerse a esta tendencia y luchar contra los programas que predican permanecer dentro del marco del capitalismo! No tener un pensamiento científico, lleva a la imposibilidad de ver cambios revolucionarios.
Es obvio que la nueva guerra de Israel tiene un carácter adicional y diferente al de las guerras anteriores. No por la especial brutalidad mostrada por el ejército israelí en esta guerra, ni porque los fundamentalistas islámicos de Hamás empezaron matando civiles en suelo israelí. Más bien, se debe a que todos los viejos conflictos en esta región —incluido el conflicto entre el fundamentalismo islámico (principalmente la reaccionaria República Islámica de Irán, para nada “antiimperialista”) y el imperialismo estadounidense— se han integrado en el marco de una dinámica más amplia. Este marco más amplio es la competencia entre las potencias imperialistas de Estados Unidos y Europa, por un lado, y los imperialistas de Rusia y China, por el otro, por el poder y la influencia política, militar y económica en diferentes regiones del mundo, incluido el Medio Oriente. Esta guerra, al igual que la guerra en Ucrania, se ha convertido inevitablemente en una guerra mediante sustitutos entre las grandes potencias imperialistas, aunque no empezó con esa intención. De hecho, se puede decir que los ecos del conflicto entre Estados Unidos y China por el “Mar del Sur” se pueden escuchar hoy en Gaza y mañana en Teherán o cualquier otro lugar. En resumen, la guerra actual no es un acontecimiento “local” ni siquiera del Medio Oriente, sino un signo de una situación especial a escala global, la situación que Bob Avakian ha analizado como “momentos poco comunes”.
La responsabilidad de los pueblos del mundo ante el genocidio en marcha en Palestina es reconocer la lucha contra este crimen contra la humanidad como su lucha, oponerse al criminal Estado de Israel y a todo el sistema capitalista-imperialista y organizarse para lo que se necesita para poner fin a estos horrores: una revolución real. Palestina necesita una verdadera revolución, una en la cual el estado sionista y supremacista de Israel sea abolido y que construya un nuevo Estado revolucionario, uno en el que se establezcan relaciones de igualdad entre judíos, palestinos y personas de distintas religiones y nacionalidades. Este tipo de revolución hoy necesita guiarse por el desarrollo de la ciencia de la revolución del nuevo comunismo. Hoy el mundo necesita que el nuevo comunismo se propague en todas las latitudes, incluyendo en Palestina y el Medio Oriente y todos los revolucionarios tenemos una responsabilidad en impulsar ese objetivo. Una revolución real no es ninguna “utopía”. La historia muestra que ninguna revolución que haya triunfado lo ha hecho porque fuera “fácil”, y que lo hicieron en medio de condiciones que hacía cundir el pesimismo entre muchos que incluso veían la necesidad y deseabilidad de la revolución. La revolución es posible para quien se atreve a escalar las alturas basándose en la ciencia.
¡De Colombia a Palestina, de Estados Unidos a Irán, la gente necesita una revolución real basada en el Nuevo Comunismo! ¡Hamas no es una fuerza para la liberación! ¡Antisionismo NO equivale a antisemitismo!
[1] Ishak Baran, K.J.A. “Ajith, un retrato del residuo del pasado” pág. 95
[2] Para más sobre el carácter de Hamás, lea el artículo de Alan Goodman en revcom.us del 14 de octubre de 2023 “Qué es Hamás”.
[3] «“Lo que vemos en contienda, con la jihad por un lado y McMundo/McCruzada por el otro, son sectores históricamente anticuados de la humanidad colonizada y oprimida contra sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista. Estos dos polos reaccionarios se oponen, pero al mismo tiempo se refuerzan mutuamente. Apoyar a uno u otro de esos “polos anticuados”, acabará fortaleciendo a los dos. Esta es una formulación muy importante y crucial para entender buena parte de la dinámica que impulsa el mundo en este período, pero tenemos que tener en claro cuál de “los dos sectores históricamente anticuados” ha causado más daño y representa la mayor amenaza a la humanidad: los “sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista”, y en particular los imperialistas estadounidenses…» Bob Avakian, Forjar otro camino.