Un fotoensayo | Revolución #754 | 8 de junio de 2022
Hace tan sólo cinco años, la situación que enfrentaban las mujeres en América Latina era realmente nefanda. Más de 300 millones de mujeres vivían bajo la sombra terrorista de la autoridad patriarcal que impregnaba todos los aspectos de su vida, y que se mantenían en su lugar a manos de poderes desde la Iglesia Católica hasta el movimiento evangélico en ascenso, y de gobiernos abiertamente fascistas.
Pero allá por el año 2015, y concentrado en Argentina, algo nuevo empezó a transformar el escenario: la furia de las mujeres contra todo esto empezó a desatarse.
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Se inició con la lucha contra el feminicidio, el asesinato de mujeres por el esposo, el novio, familiares, conocidos, que es una epidemia en todo el mundo. El 3 de junio de 2015, comenzaron las protestas después de que Chiara Páez, de 14 años, fuera encontrada enterrada debajo de la casa de su novio después de haber sido golpeada hasta la muerte. Chiara estaba embarazada de unos meses. Una periodista tuiteó: “¿No vamos a alzar la voz? NOS ESTÁN MATANDO”. El hashtag #NiUnaMenos se viralizó y se convirtió en la base de repetidas protestas de decenas y a veces cientos de miles de personas en la plaza del Congreso en la capital argentina de Buenos Aires.
En 2016, Lucía Pérez, una colegiala, fue drogada, violada y torturada en la ciudad costera de Mar del Plata. Un día de huelgas de masas, paros de clases y otras protestas con la participación de cientos de miles de personas sacudió al país entero. Una organizadora declaró: “Estamos diciendo ‘¡ya basta!’ No volveremos a ser sumisas y ya no toleraremos la misoginia o la violencia con la que tenemos que lidiar todas las mujeres…. Esta violencia está tratando de darnos una lección, quiere devolvernos a un rol tradicional en el que ya no encajamos. No es un golpe específico de un hombre específico contra una mujer en particular, es un mensaje para que todas las mujeres regresen a nuestros roles estereotípicos”.
Es de esta furia desatada por la subyugación de las mujeres que surgió la lucha contra las prohibiciones del aborto.
Para 2018, las manifestaciones de decenas y cientos de miles de personas ya recorrían todo Argentina.
Destacados artistas e intelectuales también se unieron a la lucha, como la autora canadiense Margaret Atwood y Lucrecia Martel, la directora de cine más destacada de Argentina. Atwood escribió en un artículo de opinión: “Están esclavizadas las mujeres que no pueden tomar sus propias decisiones sobre si tener bebés o no. Imponer el parto si se quiere, Argentina, pero al menos llámese esa imposición por lo que es. Es esclavitud”.
El pañuelo verde empezó con el movimiento NiUnaMenos. Vestirse de verde naturalmente se extendió al movimiento por el derecho al aborto. Al declarar que las mujeres eran seres humanos plenos, el 8 de agosto de 2018, un millón de personas se manifestaron por el derecho al aborto.
Las mujeres se levantaban no solo en Argentina. En algunos países ya mero se iniciaban las protestas; en otros, como México y Colombia, se han sostenido movimientos poderosos. Pero cada vez más, el pañuelo verde se convirtió en EL símbolo de una lucha implacable, decidida y de masas contra la opresión de las mujeres.
El 29 de septiembre de 2019, las protestas con motivo del “Día Internacional por el Aborto Seguro” estallaron con fuerza en la Ciudad de México y en los estados mexicanos de Aguascalientes, Jalisco, Oaxaca y Veracruz; agitaban pancartas verdes y echaban humo verde al aire.
En El Salvador, las protestas se centraron en una mujer que había sido condenada a 30 años de prisión cuyo bebé nació muerto. Exonerada en un segundo juicio, el gobierno preparaba un tercer intento de encarcelarla.
En el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo de 2020, enormes protestas sacaron a cientos de miles de personas las calles de las ciudades más grandes de América Latina. En Santiago de Chile, una mujer de 21 años con un pañuelo verde les dijo a los medios de comunicación: “Somos una generación de mujeres que se ha despertado. No tememos hablar y luchar”. Una presencia policial masiva a menudo chocaba con los manifestantes ahí. Mientras tanto, en la Ciudad de México, 80.000 personas, desde niños hasta ancianos en sillas de ruedas, llenaron la plaza frente a la catedral principal donde se enfrentaron con manifestantes masculinos antiaborto, algunos de los cuales hicieron saludos nazis. Una joven propietaria de una joyería explicó por qué se sumó a esta, su primera protesta: “La situación se ha salido de control… tenemos que marchar por aquellas que ya no pueden”.
Todo esto se repercutió en Argentina. Las masas de mujeres comenzaron a ver su poder en términos internacionales, y así la clase dominante también comenzó a ver el potencial para el desorden de esa manera.
En seguida, en la alborada del 30 de diciembre de 2020, se dio un acontecimiento sorprendente: mientras decenas de miles de personas hacían una vigilia afuera, el Senado argentino votó por un margen sustancial a favor de despenalizar el aborto — la primera vez que esto sucedía en un país importante de América Latina.
Pronto empezaron a caer otras fichas de dominó. En el gran país de Colombia gobernado por conservadores, un tribunal dictaminó el 21 de febrero de 2021 a favor de despenalizar la mayoría de los abortos — miles de mujeres habían estado protestando frente al tribunal cada semana antes de la decisión. Y en septiembre de 2021, un tribunal mexicano emitió un fallo similar. Al parecer, Chile también va en el camino de la despenalización.
Estos pocos años de intensa y creciente lucha de masas han abierto una gran grieta en el control patriarcal de la vida y el cuerpo de las mujeres. En 2015, el 3% de las mujeres latinoamericanas vivían en países donde el aborto era en una medida muy grande legal; hoy la cifra es de 37%. Aunque la lucha sigue en marcha —tanto para ampliar las victorias recientes como para hacer retroceder los ataques que están montando las fuerzas reaccionarias contra las mujeres— la Marea Verde ha logrado MUCHÍSIMO y establece un ejemplo poderoso e inspirador para las mujeres y todas las personas que luchan contra la opresión bárbara, en todo el mundo.