REVOLUCIÓN #115:¡Que se vaya el régimen fascista de Trump —YA— antes de que sea muy tarde!

23 de abril de 2025

El siguiente mensaje es de Bob Avakian Oficial en Substack, y la traducción del inglés al español hecha por revcom.us. Escuche en inglés y lea en español los mensajes mediáticos de @BobAvakianOfficial

Les habla Bob Avakian —REVOLUCIÓN— número 115.

El domingo 27 de abril, RefuseFascism.org (Rechazar el Fascismo) celebrará asambleas de emergencia en Nueva York, Chicago y Los Ángeles, reuniendo a la gente para bregar con la cuestión decisiva de cómo detener al régimen fascista de Trump. Rechazar el Fascismo se basa en la orientación de “¡En nombre de la humanidad, nos negamos a aceptar un Estados Unidos fascista!” — y, como expresión concreta de ello, ha lanzado la exigencia urgente de que se vaya el régimen fascista de Trump, YA.

En este mensaje, abordaré algunas de las preguntas cruciales relacionadas con esto.

En mi mensaje número 112, expresé la siguiente verdad fundamental muy claramente: El régimen fascista de Trump, como el de Hitler antes que él, es un régimen de horrores — y es completamente ilegítimo.

En primer lugar, independientemente de la forma en que llegue al poder, el fascismo nunca es “legítimo”: Nunca es “legítimo” imponer un régimen dictatorial sin ley sobre las personas, pisotear derechos esenciales, tratar a grupos enteros de personas como menos que humanos y poner en la mira a personas vulnerables con una persecución cruel e incluso asesina.

En los primeros días tras su investidura en enero, tras jurar oficialmente defender la Constitución de los Estados Unidos, Trump desafió y pisoteó abiertamente a esa Constitución: emitió una “Orden Ejecutiva” que se oponía directamente a la Decimocuarta Enmienda de la Constitución, la que establece que toda persona nacida en Estados Unidos es ciudadana. Esta Enmienda no es una “política” — es parte de la propia Constitución. Cuando se adoptó esta Enmienda, justo después de la Guerra Civil, uno de sus propósitos más importantes era garantizar la ciudadanía a los antiguos esclavos; y, por su lenguaje muy claro, esta Enmienda garantiza la ciudadanía a todas las personas nacidas en Estados Unidos.

Si Trump quisiera cambiar esto legal y constitucionalmente —lo cual en sí sería una medida muy mala y reaccionaria—, podría intentarlo siguiendo los procedimientos para enmendar la Constitución que se exponen en la propia Constitución. Pero eso es precisamente el quid: Trump no reconoce límites a su dictadura fascista — ni la Constitución, y ni las leyes, ni el estado de derecho ni el debido proceso legal.

Tras detener ilegalmente a inmigrantes legales que no han sido condenados por ningún delito, tras negarles el debido proceso y tras enviarlos a una prisión-cámara de tortura en El Salvador, Trump ha amenazado abiertamente con hacer lo mismo con los ciudadanos de Estados Unidos. Si se permite que este régimen de Trump permanezca en el poder, nadie estará a salvo de su dominio fascista: quienquiera que Trump considere un “enemigo” estará en la mira, sin protección de la ley; las personas negras y otra gente de color, los inmigrantes, las mujeres, las personas LGBT y otras personas que Trump considera “inferiores” e “indignas” estarán sometidos a la discriminación, opresión, persecución, brutalidad y asesinato, sin siquiera ninguna pretensión de igualdad bajo la ley, ni igualdad ni derechos en ningún sentido.

Confiar en los “procedimientos normales” y las “formas habituales de hacer las cosas” no derrotará, ni puede derrotar, a este fascismo ni pondrá fin a su reino de terror muy real, y cada vez más extremo.

Si el Partido Republicano fuera simplemente “conservador”, Trump, Vance, Rubio y los demás ya habrían sido sometidos a juicio político, condenados y estarían enfrentando cargos penales por su flagrante violación de la ley así como de la Constitución. (En los años 1970, cuando el presidente republicano Richard Nixon cometió violaciones de la ley mucho menos flagrantes y mucho menos extremas, fue obligado a dimitir, pues se le quedó claro que, si no renunciara, tanto republicanos como demócratas votarían a favor de un juicio político y una condena). Pero el Partido Republicano actual no es “conservador” —es fascista— y por eso sigue apoyando que Trump violara abierta y agresivamente la ley y la Constitución, así como los derechos que supuestamente están garantizados bajo esta Constitución.

Los demócratas, en su conjunto, no son incapaces y no están dispuestos a reconocer plenamente y actuar conforme a la idea de que las “normas” —la “política habitual” y la “forma habitual de hacer las cosas”— no pueden detener a este régimen fascista de Trump, el que está decidido a desafiar y pisotear estas “normas”, incluidos la Constitución y el estado de derecho que ésta establece. (En este momento, importantes políticos y operadores del Partido Demócrata están “debatiendo” si es necesario y si es una “buena política” defender el estado de derecho y el debido proceso legal, ¡frente a las flagrantes violaciones de Trump al respecto! ¡Ninguna fuerza política que en realidad se preocupe por los derechos básicos de las personas podría “debatir” si debiera defender esos derechos!) Así que, junto con el hecho de que sería muy tarde esperar hasta las elecciones en noviembre de 2026 (por no hablar de 2028), especialmente en vista de la demente velocidad con la que está actuando el régimen fascista de Trump (y de todos modos, su negativa a reconocer el resultado de las elecciones que no sean de su agrado), confiar en el Partido Demócrata es una receta para la derrota — ¡una terrible derrota que la humanidad de verdad no puede darse el lujo de permitir!

Para que quede claro, como personas que tenemos la comprensión con fundamentación científica de que es este sistema del capitalismo-imperialismo el que ha engendrado este fascismo —y que todo el sistema se basa en la explotación brutal, la opresión asesina y el masivo saqueo y destrucción de personas en todas partes, así como del medio ambiente— nosotros los revcom (comunistas revolucionarios) también reconocemos claramente que la Constitución de los Estados Unidos establece la base legal para el gobierno de este sistema, al tiempo que otorga ciertos derechos dentro del marco de este sistema. Por eso, en la Declaración Necesitamos y Exigimos: Una forma completamente nueva de vivir, un sistema fundamentalmente diferente, declaramos muy claramente que “necesitamos un sistema completamente diferente, con una Constitución completamente diferente —la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte—, que proporcionará derechos mucho más amplios para las personas, incluido el derecho básico a tener el papel fundamentalmente determinante en una nueva sociedad y gobierno cuyo propósito y objetivo es eliminar toda explotación y opresión, en todas partes”. (Esta Declaración está disponible en revcom.us). Seguimos trabajando por la revolución la que es la solución más fundamental a la demencia y a las atrocidades de este sistema — una revolución que creará el sistema emancipador previsto en esa Constitución para la Nueva República Socialista.

Al mismo tiempo, nuestra Declaración también deja muy claro: “Mientras sigamos viviendo bajo el dominio de este sistema del capitalismo-imperialismo, defenderemos a las personas contra los ataques a su vida y a los derechos que se supone que garantiza la Constitución de los Estados Unidos”.

En este momento, frente al coloso fascista inexorable del régimen de Trump, defender los derechos que supuestamente garantiza la Constitución de los Estados Unidos —y defender a las personas que están sometidas a violaciones sin ley de esos derechos por parte del régimen de Trump— es más crucialmente importante, de hecho es una cuestión de vida o muerte. En los términos más básicos, esto significa y requiere que se derrote concretamente a este régimen fascista — poner fin a su dominio, con su reino de terror muy real, y cada vez más indisimulado.

Esto requerirá valor y sacrificio para el bien mayor — el bien mayor de derrotar concretamente a este fascismo: no “cuidarse de sí mismo”, ni refugiarse en la “ayuda mutua” entre los oponentes y las personas en la mira de este fascismo, algo que podría contribuir a la movilización cada vez más masiva que es necesaria pero que no puede reemplazar a esa movilización masiva, y no se debe adoptar en su lugar.

Esta lucha que de veras es de vida o muerte contra el fascismo requiere, y tiene que incorporar, a filas rápidamente crecientes de la gente, provenientes de todos los sectores de la sociedad y de todos los ámbitos de la vida —entre ellas a gente negra, inmigrantes, estudiantes universitarios y otros jóvenes, profesionales y trabajadores gubernamentales, mujeres, personas LGBT y otros—, todos aquellos que de hecho tengan un profundo interés en derrotar a este fascismo: personas con una amplia diversidad de opiniones y perspectivas políticas, al unir a todos los que se pueda unir y al superar todos los esquemas de “dividir para vencer”, para así activar a los millones que pueden ser la fuerza decisiva para expulsar a este régimen fascista.

Músicos, figuras prominentes en las artes y otras personas con una plataforma pública, quienes puedan alcanzar a las masas, necesitan usar su voz y plataforma, ahora, como un vehículo importante para contribuir y convocar a la movilización masiva que se requiere con urgencia. No hay ninguna excusa para que ninguna persona decente se mantenga al margen de esta lucha crucial y urgente. No solo es el apoyo activo a este régimen fascista un gran crimen contra la humanidad, sino que la aceptación pasiva y el silencio ante este régimen fascista equivalen a colaborar con él y a ayudarlo objetivamente. Por el lado positivo, desarrollar activamente y participar en la lucha contra este régimen fascista es un gran bien positivo y una profunda expresión de la humanidad propia de la gente.

Incluso el prominente comentarista conservador David Brooks ha llamado a un “levantamiento cívico nacional integral” contra este régimen; y Robert Reich (ex secretario de Trabajo durante la presidencia de Bill Clinton) ha llamado a una huelga general sostenida para frenar a este régimen. Hace falta discutir y debatir activamente éstas, y otras ideas y propuestas para la manera de derrotar a este régimen — como parte, y en el contexto, del proceso general y crucial de actuar, con la urgencia necesaria, por gestar la movilización masiva que será decisiva en la lucha por la exigencia crucial de que ¡se vaya el régimen fascista de Trumpya!

Esta movilización masiva podría ejercer un gran impacto en las instituciones dominantes del país, con la posibilidad de crear condiciones que podrían causar importantes cambios y “realineamientos” entre ellas. Esta es una forma en que se podría retirar del poder al régimen fascista de Trump. Pero, de una forma u otra, este régimen tiene que irse — y hace falta desarrollar una movilización de masas no violenta, pero decidida, sostenida y creciente, como la fuerza sólida central para plasmar este objetivo urgente y crucial, lo antes posible, antes de que de verdad sea muy tarde.

¡En nombre de la humanidad, nos negamos a aceptar un Estados Unidos fascista!

¡Que se vaya el régimen fascista de Trump — YA!Les habla Bob Avakian —REVOLUCIÓN— número 115.

El domingo 27 de abril, RefuseFascism.org (Rechazar el Fascismo) celebrará asambleas de emergencia en Nueva York, Chicago y Los Ángeles, reuniendo a la gente para bregar con la cuestión decisiva de cómo detener al régimen fascista de Trump. Rechazar el Fascismo se basa en la orientación de “¡En nombre de la humanidad, nos negamos a aceptar un Estados Unidos fascista!” — y, como expresión concreta de ello, ha lanzado la exigencia urgente de que se vaya el régimen fascista de Trump, YA.

En este mensaje, abordaré algunas de las preguntas cruciales relacionadas con esto.

En mi mensaje número 112, expresé la siguiente verdad fundamental muy claramente: El régimen fascista de Trump, como el de Hitler antes que él, es un régimen de horrores — y es completamente ilegítimo.

En primer lugar, independientemente de la forma en que llegue al poder, el fascismo nunca es “legítimo”: Nunca es “legítimo” imponer un régimen dictatorial sin ley sobre las personas, pisotear derechos esenciales, tratar a grupos enteros de personas como menos que humanos y poner en la mira a personas vulnerables con una persecución cruel e incluso asesina.

En los primeros días tras su investidura en enero, tras jurar oficialmente defender la Constitución de los Estados Unidos, Trump desafió y pisoteó abiertamente a esa Constitución: emitió una “Orden Ejecutiva” que se oponía directamente a la Decimocuarta Enmienda de la Constitución, la que establece que toda persona nacida en Estados Unidos es ciudadana. Esta Enmienda no es una “política” — es parte de la propia Constitución. Cuando se adoptó esta Enmienda, justo después de la Guerra Civil, uno de sus propósitos más importantes era garantizar la ciudadanía a los antiguos esclavos; y, por su lenguaje muy claro, esta Enmienda garantiza la ciudadanía a todas las personas nacidas en Estados Unidos.

Si Trump quisiera cambiar esto legal y constitucionalmente —lo cual en sí sería una medida muy mala y reaccionaria—, podría intentarlo siguiendo los procedimientos para enmendar la Constitución que se exponen en la propia Constitución. Pero eso es precisamente el quid: Trump no reconoce límites a su dictadura fascista — ni la Constitución, y ni las leyes, ni el estado de derecho ni el debido proceso legal.

Tras detener ilegalmente a inmigrantes legales que no han sido condenados por ningún delito, tras negarles el debido proceso y tras enviarlos a una prisión-cámara de tortura en El Salvador, Trump ha amenazado abiertamente con hacer lo mismo con los ciudadanos de Estados Unidos. Si se permite que este régimen de Trump permanezca en el poder, nadie estará a salvo de su dominio fascista: quienquiera que Trump considere un “enemigo” estará en la mira, sin protección de la ley; las personas negras y otra gente de color, los inmigrantes, las mujeres, las personas LGBT y otras personas que Trump considera “inferiores” e “indignas” estarán sometidos a la discriminación, opresión, persecución, brutalidad y asesinato, sin siquiera ninguna pretensión de igualdad bajo la ley, ni igualdad ni derechos en ningún sentido.

Confiar en los “procedimientos normales” y las “formas habituales de hacer las cosas” no derrotará, ni puede derrotar, a este fascismo ni pondrá fin a su reino de terror muy real, y cada vez más extremo.

Si el Partido Republicano fuera simplemente “conservador”, Trump, Vance, Rubio y los demás ya habrían sido sometidos a juicio político, condenados y estarían enfrentando cargos penales por su flagrante violación de la ley así como de la Constitución. (En los años 1970, cuando el presidente republicano Richard Nixon cometió violaciones de la ley mucho menos flagrantes y mucho menos extremas, fue obligado a dimitir, pues se le quedó claro que, si no renunciara, tanto republicanos como demócratas votarían a favor de un juicio político y una condena). Pero el Partido Republicano actual no es “conservador” —es fascista— y por eso sigue apoyando que Trump violara abierta y agresivamente la ley y la Constitución, así como los derechos que supuestamente están garantizados bajo esta Constitución.

Los demócratas, en su conjunto, no son incapaces y no están dispuestos a reconocer plenamente y actuar conforme a la idea de que las “normas” —la “política habitual” y la “forma habitual de hacer las cosas”— no pueden detener a este régimen fascista de Trump, el que está decidido a desafiar y pisotear estas “normas”, incluidos la Constitución y el estado de derecho que ésta establece. (En este momento, importantes políticos y operadores del Partido Demócrata están “debatiendo” si es necesario y si es una “buena política” defender el estado de derecho y el debido proceso legal, ¡frente a las flagrantes violaciones de Trump al respecto! ¡Ninguna fuerza política que en realidad se preocupe por los derechos básicos de las personas podría “debatir” si debiera defender esos derechos!) Así que, junto con el hecho de que sería muy tarde esperar hasta las elecciones en noviembre de 2026 (por no hablar de 2028), especialmente en vista de la demente velocidad con la que está actuando el régimen fascista de Trump (y de todos modos, su negativa a reconocer el resultado de las elecciones que no sean de su agrado), confiar en el Partido Demócrata es una receta para la derrota — ¡una terrible derrota que la humanidad de verdad no puede darse el lujo de permitir!

Para que quede claro, como personas que tenemos la comprensión con fundamentación científica de que es este sistema del capitalismo-imperialismo el que ha engendrado este fascismo —y que todo el sistema se basa en la explotación brutal, la opresión asesina y el masivo saqueo y destrucción de personas en todas partes, así como del medio ambiente— nosotros los revcom (comunistas revolucionarios) también reconocemos claramente que la Constitución de los Estados Unidos establece la base legal para el gobierno de este sistema, al tiempo que otorga ciertos derechos dentro del marco de este sistema. Por eso, en la Declaración Necesitamos y Exigimos: Una forma completamente nueva de vivir, un sistema fundamentalmente diferente, declaramos muy claramente que “necesitamos un sistema completamente diferente, con una Constitución completamente diferente —la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte—, que proporcionará derechos mucho más amplios para las personas, incluido el derecho básico a tener el papel fundamentalmente determinante en una nueva sociedad y gobierno cuyo propósito y objetivo es eliminar toda explotación y opresión, en todas partes”. (Esta Declaración está disponible en revcom.us). Seguimos trabajando por la revolución la que es la solución más fundamental a la demencia y a las atrocidades de este sistema — una revolución que creará el sistema emancipador previsto en esa Constitución para la Nueva República Socialista.

Al mismo tiempo, nuestra Declaración también deja muy claro: “Mientras sigamos viviendo bajo el dominio de este sistema del capitalismo-imperialismo, defenderemos a las personas contra los ataques a su vida y a los derechos que se supone que garantiza la Constitución de los Estados Unidos”.

En este momento, frente al coloso fascista inexorable del régimen de Trump, defender los derechos que supuestamente garantiza la Constitución de los Estados Unidos —y defender a las personas que están sometidas a violaciones sin ley de esos derechos por parte del régimen de Trump— es más crucialmente importante, de hecho es una cuestión de vida o muerte. En los términos más básicos, esto significa y requiere que se derrote concretamente a este régimen fascista — poner fin a su dominio, con su reino de terror muy real, y cada vez más indisimulado.

Esto requerirá valor y sacrificio para el bien mayor — el bien mayor de derrotar concretamente a este fascismo: no “cuidarse de sí mismo”, ni refugiarse en la “ayuda mutua” entre los oponentes y las personas en la mira de este fascismo, algo que podría contribuir a la movilización cada vez más masiva que es necesaria pero que no puede reemplazar a esa movilización masiva, y no se debe adoptar en su lugar.

Esta lucha que de veras es de vida o muerte contra el fascismo requiere, y tiene que incorporar, a filas rápidamente crecientes de la gente, provenientes de todos los sectores de la sociedad y de todos los ámbitos de la vida —entre ellas a gente negra, inmigrantes, estudiantes universitarios y otros jóvenes, profesionales y trabajadores gubernamentales, mujeres, personas LGBT y otros—, todos aquellos que de hecho tengan un profundo interés en derrotar a este fascismo: personas con una amplia diversidad de opiniones y perspectivas políticas, al unir a todos los que se pueda unir y al superar todos los esquemas de “dividir para vencer”, para así activar a los millones que pueden ser la fuerza decisiva para expulsar a este régimen fascista.

Músicos, figuras prominentes en las artes y otras personas con una plataforma pública, quienes puedan alcanzar a las masas, necesitan usar su voz y plataforma, ahora, como un vehículo importante para contribuir y convocar a la movilización masiva que se requiere con urgencia. No hay ninguna excusa para que ninguna persona decente se mantenga al margen de esta lucha crucial y urgente. No solo es el apoyo activo a este régimen fascista un gran crimen contra la humanidad, sino que la aceptación pasiva y el silencio ante este régimen fascista equivalen a colaborar con él y a ayudarlo objetivamente. Por el lado positivo, desarrollar activamente y participar en la lucha contra este régimen fascista es un gran bien positivo y una profunda expresión de la humanidad propia de la gente.

Incluso el prominente comentarista conservador David Brooks ha llamado a un “levantamiento cívico nacional integral” contra este régimen; y Robert Reich (ex secretario de Trabajo durante la presidencia de Bill Clinton) ha llamado a una huelga general sostenida para frenar a este régimen. Hace falta discutir y debatir activamente éstas, y otras ideas y propuestas para la manera de derrotar a este régimen — como parte, y en el contexto, del proceso general y crucial de actuar, con la urgencia necesaria, por gestar la movilización masiva que será decisiva en la lucha por la exigencia crucial de que ¡se vaya el régimen fascista de Trumpya!

Esta movilización masiva podría ejercer un gran impacto en las instituciones dominantes del país, con la posibilidad de crear condiciones que podrían causar importantes cambios y “realineamientos” entre ellas. Esta es una forma en que se podría retirar del poder al régimen fascista de Trump. Pero, de una forma u otra, este régimen tiene que irse — y hace falta desarrollar una movilización de masas no violenta, pero decidida, sostenida y creciente, como la fuerza sólida central para plasmar este objetivo urgente y crucial, lo antes posible, antes de que de verdad sea muy tarde.

¡En nombre de la humanidad, nos negamos a aceptar un Estados Unidos fascista!

¡Que se vaya el régimen fascista de Trump — YA!