El siguiente mensaje es de Bob Avakian Oficial en Substack, y la traducción del inglés al español hecha por revcom.us. Escuche en inglés y lea en español los mensajes mediáticos de @BobAvakianOfficial
Les habla Bob Avakian —REVOLUCIÓN— #118.
¿Por qué nos enfrentamos a este fascismo? La respuesta es que la causa fundamental de este fascismo es que este sistema del capitalismo-imperialismo se está topando con sus límites.
Este sistema, en Estados Unidos, ha proclamado que ofrece igualdad, libertad y justicia para todos, pero una y otra vez se demuestra que eso es una mentira. Durante los 80 años transcurridos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, se ha obligado a la clase dominante de Estados Unidos a hacer ciertas concesiones parciales ante el enfrentamiento con la lucha masiva contra la desigualdad y la opresión — no obstante, este sistema ha demostrado una vez más que no puede poner fin a esta desigualdad y opresión, por la razón básica de que esta desigualdad y opresión es una parte integral de este sistema.
Así, cuando las personas se alcen contra la continua desigualdad y opresión, eso provoca e indigna a aquellos que no quieren ver el fin de esta desigualdad y opresión — que insisten en que la lucha contra esta injusticia ha ido “a los extremos” y les representa una amenaza existencial.
Esto ha estado acompañado de grandes cambios en el mundo — incluida la forma en que el saqueo capitalista-imperialista de los países más pobres, y la correspondiente aceleración de la destrucción del medio ambiente, han obligado a enormes cantidades de personas a emigrar por todo el globo. Grandes números de personas de los países “no blancos”, con o sin documentos, han entrado en Estados Unidos, y este creciente número de personas “no blancas” también se considera como una amenaza seria para las personas que se sienten atraídas hacia el fascismo.
Este ascenso del fascismo también ha estado fortaleciéndose debido a que, a lo largo de las décadas transcurridas desde los años 1970, el sistema capitalista-imperialista se ha convertido aún más en un sistema de explotación globalizada — con una explotación especialmente intensa y cruel de masas de personas, entre ellas más de 150 millones de niños, en los países más pobres del mundo, mientras que en Estados Unidos han sido eliminados muchos empleos fabriles que antes estaban bien remunerados.
Esto ha estado acompañado de otros cambios importantes en Estados Unidos, de manera llamativa el creciente papel de las mujeres en muchos sectores diferentes de la economía, incluido en las profesiones — lo que ha alterado radicalmente la situación “tradicional” en la que la familia estaba encabezada por un único “hombre sustentador” y las mujeres estaban confinadas a una posición “dependiente”. Con el reforzamiento de los demenciales delirios de los “bros” (cuates o ‘manos) demagogos antimujeres, esto ha engendrado una orgía irracional de “venganzas” por parte de algunos hombres contra la relativa independencia la que muchas mujeres han alcanzado y contra las demandas de poner fin a la opresión continua, a menudo brutal, de las mujeres.
Todo esto ha llevado a aquellos a los que estos cambios amenazan a que abracen teorías conspirativas descabelladas y otras tergiversaciones flagrantes de la realidad, a así apoyar al fascismo de Trump, con su virulenta insistencia en que si no se culpa y persigue a las personas vulnerables, los seguidores de él “ya no tendrán patria”. El objetivo de todo eso es conseguir un retorno a “la manera en que se supone que deben estar las cosas”, en que grupos enteros de personas —mujeres, personas LGBT, personas negras y otras personas de color, inmigrantes no europeos, entre otros— reciban abiertamente una consideración y trato como inferiores, sin merecer los mismos derechos que la “gente normal”, o ni siquiera tener derecho alguno de existir.
Al mismo tiempo, en lugar de las aspiraciones revolucionarias de mayor magnanimidad intelectual que existían entre las masas de personas que luchaban contra todo el sistema opresivo en los años 1960 (y principios de los 1970), en los años transcurridos desde ese entonces, demasiadas personas han retrocedido a una “política de identidad woke (concienciada)” más estrecha y tendencias afines, que a menudo ponen en la mira a aquellos que tienen más privilegios, en lugar de al sistema que es la causa fundamental de la opresión. La política de identidad woke trata a la oposición a la opresión como propiedad (o capital) de esta o aquella “identidad” — lo que objetivamente enfrenta a diferentes “identidades” entre sí, y promueve divisiones innecesarias y perjudiciales en las filas de aquellos que se oponen a la injusticia. Los fascistas se aprovechan de estas y otras tergiversaciones “woke” (incluidos los abusos asociados a la “cultura de la cancelación” woke) para poner en ridículo y desacreditar a la lucha tan necesaria contra la opresión muy real: los fascistas insisten en que esta opresión no existe y que la lucha en su contra es ilegítima y que hay que suprimirla con fuerza.
Junto con la “política de identidad woke”, ciertas tendencias supuestamente “de izquierda”, entre ellas algunas corrientes “anarquistas”, han renunciado a cambiar el mundo de forma fundamental y, en cambio, buscan, como mucho, reorganizar las cosas dentro de los confines de este sistema, y así demasiadas personas se ocupan de forjar y proteger un “nicho” estrecho para sí mismas al interior de este sistema. Con demasiada frecuencia, esto ha estado acompañado de un sectarismo mezquino y petulante — parte de rehuir a hacer frente al sistema en su conjunto y de rehuir a trabajar por el cambio verdaderamente significativo. Este tipo de sectarismo siempre es perjudicial, y lo es especialmente ahora, cuando existe una gran y urgente necesidad de unir a todos los que se pueda unir en la lucha para poner fin al régimen fascista de Trump. Actuar de forma contraria —urdir ataques sin principios contra aquellos con los que se debería desarrollar unidad en la lucha contra el fascismo de Trump y MAGA— no solo causa un gran daño en general, sino que también ayuda concretamente al régimen fascista y a su terrible coloso inexorable de atrocidades. Quizás yo tenga más que decir al respecto en otra ocasión, pero aquí y ahora lo crucial es lo siguiente: De ahora en adelante, es crucialmente importante y necesario que todos aquellos que dicen que están opuestos a este fascismo de Trump y MAGA desarrollen relaciones basadas en principios entre sí, trabajen incansablemente para unir a todos los que se pueda y deba unir para derrotar a este fascismo, y aborden las diferencias en ese contexto y con esa orientación.
Cuanto más tiempo permanezca este régimen de Trump en el poder, mayores serán los horrores que perpetrará — más aún si se le permite consolidar en toda su extensión su dominio fascista. Hace falta retirar del poder a este régimen —YA— antes de que sea muy tarde, mediante un proceso impulsado por la movilización masiva, no violenta, pero decidida y sostenida de millones de personas, que una a todos los que se pueda unir, que se niegue a aceptar un Estados Unidos fascista — al hacer que sea imposible que este régimen gobierne al país y se mantenga en el poder.
Y, a medida que esto avanza, puede y debe sostenerse discusión y debate basado en los principios sobre lo que representa este régimen de Trump y lo que significa que es fascismo, cuál es la fuente fundamental de este fascismo y la solución fundamental a la terrible situación en Estados Unidos y en el mundo en su conjunto — incluidos los crecientes peligros para la existencia misma de la humanidad, debido a la destrucción del medio ambiente y la creciente amenaza de una guerra nuclear. Hace falta que este proceso basado en los principios avance, al mismo tiempo, y de una manera que fortalezca, en lugar de debilitar y sabotear, la amplia unidad que se necesita para derrotar a este fascismo, como un objetivo inmediato y urgente, y una necesidad profunda.