Grupo Comunista Revolucionario, Colombia | @ComRevCo | comrev.co | febrero de 2025
Menos de un mes de Donald Trump ejerciendo como presidente de Estados Unidos y día a día vemos cómo se ha desatado a un ritmo acelerado toda una andanada fascista con profundo impacto en todo el planeta. El nuevo mandato de Trump no se trata de “otra administración más”, ni de “más de lo mismo” del carácter imperialista de Estados Unidos. Sí, Estados Unidos ha sido una potencia capitalista-imperialista que se ha basado en la explotación y opresión de millones de personas no solo en ese país sino especialmente en el sur global y en la cual de hecho ha existido una dictadura, la dictadura de una clase capitalista-imperialista, sea con ropaje demócrata o republicano. En esto no hay una ruptura en lo fundamental. No obstante, lo que se está consolidando aceleradamente es una forma particular de ejercer tal dictadura de la clase capitalista-imperialista, esto es, el ejercicio de manera abierta y sin ninguna pretensión de ocultar o disimular la brutalidad y crueldad de tal dictadura.
No hay ninguna molestia en ocultar las similitudes reales entre el trato que recibieron judíos, gitanos, comunistas y otros bajo el régimen nazi con el trato que se está dando a los inmigrantes, especialmente a los provenientes de América Latina y otras regiones del llamado tercer mundo. La imitación de Trump a Hitler al llamar “animales” a un grupo de seres humanos, en este caso a los inmigrantes; la insistencia en que deben ser tratados como criminales de la mayor peligrosidad; la propagación del terror y la zozobra entre millones de inmigrantes sin papeles, e incluso entre quienes simplemente son de origen latino o son hispano-hablantes, las amenazas y preparativos de recluir a inmigrantes en campos de concentración como Guantánamo o en la “mega cárcel” de El Salvador son pasmosas evidencias de la andanada fascista que está en marcha. A su vez, el ataque sin freno a los derechos de las mujeres y de la población LGBTIQ, la promoción del fundamentalismo cristiano y del supremacismo blanco, el expansionismo imperialista descarado que abiertamente amenaza con querer anexionarse territorios como Groenlandia, Canadá, el canal de Panamá o la Franja de Gaza, expulsando a los gazatíes de su territorio, son muestras del alcance y la peligrosidad de un régimen fascista en la potencia capitalista-imperialista más poderosa del mundo.
¡Basta ya de tonterías miopes que insisten que esto solo concierne a la gente de Estados Unidos y que debemos ocuparnos de “nuestros problemas”! En todos los rincones del planeta debemos acoger como nuestra la consigna propagada por los comunistas revolucionarios (los revcoms) en Estados Unidos: ¡En nombre de la humanidad, nos negamos a aceptar un Estados Unidos fascista! Y es necesario reconocer también qué este sistema de capitalismo-imperialista y su dinámica inherente son los responsables de la consolidación de regímenes fascistas en Estados Unidos, Hungría, Argentina y otros países (los Meloni, Orbán, Le Pen, Milei Bolsonaro, Bukele, etc., están desatados tras el ascenso de Trump). Pero ese no es un “destino inexorable” al que debamos observar de brazos cruzados mientras avanza en su horror y desgracia. En tiempos como estos, donde opciones radicales reaccionarias como el fascismo cobran fuerza, tras medio siglo de incubación corriendo todo el espectro político tradicional hacia la derecha, se hace necesario y también más posible, luchar organizada y decididamente por una opción radical revolucionaria que luche por deshacerse por completo de este sistema capitalista-imperialista que ha engendrado a estos regímenes fascistas y que no le ofrece nada positivo a la humanidad y en su lugar construya una sociedad emancipadora, basada en una dinámica radicalmente diferente a la del actual sistema, una que ponga por encima los intereses de la humanidad y del planeta.