@ComRevCo | comrev.co | 9 de abril de 2024
El reformismo es un agonizante enterrado de cara al suelo que trata de salir de la fosa escarbando hacia abajo
Las inquietudes (y repulsa) de diversos sectores populares a los palos en la rueda por parte del establishment a las reformas de Petro (así sean menos “radicales” que las de López Pumarejo o Lleras Restrepo) requiere que se pongan en consideración unos cuantos puntos:
■ Los “socialistas democráticos” —en su forma “más radical”– siempre han tenido la “visión” (o la buena intención) de tomarse la maquinaria del estado y “hacer que sirva al pueblo”. Pero, las clases (que siguen) en el poder tienen un monopolio sobre el uso “legítimo” de la fuerza, y las fuerzas armadas y toda la maquinaria de opresión de esas clases reflejan los valores y relaciones reaccionarios de este sistema. Por disfrazada que esté, esto es una dictadura. Todo lo que se dice sobre “reformar” el capitalismo se basa en una idea errónea sobre lo que es este, como parte —o, además— del autoengaño y el engaño ajeno.
■ La “revolución en marcha” de López Pumarejo, el Movimiento “Revolucionario” Liberal de López Michelsen y otros movimientos “revolucionarios” más a la izquierda (así sea en apariencia) nunca se opusieron a las relaciones de propiedad ni a las consecuencias de eso. A lo sumo buscaban un país que “mejorara”, intensificara e hiciera más eficiente la explotación zafándose de algunas características de la sociedad semifeudal de entonces… Y mientras los terratenientes apretaban más las cadenas contra los campesinos, organizaban una respuesta más retardataria que ha concentrado mucho más la tierra en este país, como parte de una dinámica más global de acaparamiento de tierras y mantenían el poder regional legitimado por todas las clases dominantes, que incluyen a los liberales y los falsos comunistas del viejo Partido “Comunista” Colombiano (y otros falsos revolucionarios) que andaban, y andan, a su cola.
■ Con frecuencia escuchamos a defensores de este sistema basado en la explotación y la opresión decirle al pueblo (así sea entre dientes) que este sería el mejor de los sistemas si se realizan algunas “mejoras”. Petro —a veces— declara que sus reformas pueden significar una “revolución”. Usa declaraciones similares de gobiernos liberales del pasado, como el de López Pumarejo que declaraban “revoluciones” para proyectos de modernización capitalista y ajuste económico de estas naciones para las necesidades del imperialismo que cada vez penetraba más en las relaciones básicas de dominación de países como Colombia.
■ Petro —a veces— amenaza a los sectores más retardatarios del establishment con el “coco” de que la gente se lanzaría en “revolución” si se coarta su plan de reformas. Y, enseguida, declara paradójicamente que sus reformas significarían una “revolución” … Pero ninguna de esas dos ideas de “revolución” de Petro tiene que ver con una revolución real. Una revolución para nada tiene que ver simplemente con mejoras en el sistema de salud, o en el mayor acceso a la educación superior, o en que los campesinos accedan a la propiedad de la tierra… Ni es cuestión de “voltear la tortilla” para que no sean “los de siempre” los que saquen tajada. No se trata de buenas intenciones… No se trata de un “buen gobierno” dentro del mismo sistema de opresión y explotación… No es simplemente “desde arriba”. Y no es cuestión de toma decisiones dentro de este sistema con asambleas populares o “cabildos abiertos”.
■ A veces, como en su discurso de posesión como presidente, Petro declara de manera enfática (y sincera) que está por el desarrollo capitalista del país, lo que implica continuar la explotación y opresión del pueblo colombiano y, sea a regañadientes o no, también implica mantener al país (anclarlo más) a las necesidades de los imperialistas principalmente (por ahora) de Estados Unidos, así haya declaraciones (o medidas) que les causen escozor.
■ El que la atención en salud deje de ser una mercancía; el que se elimine la elitización (tanto en el acceso como en los contenidos) de la educación; el que los campesinos accedan a la tierra (de manera individual o colectiva) sin que en poco tiempo esas tierras estén de nuevo en manos de grandes capitalistas o terratenientes… requiere romper con el capitalismo. Bajo este sistema económico y político no puede darse una atención en salud para todos, universal, sin discriminación, en función de la gente y no de la ganancia… Bajo este sistema no puede darse una educación para todos, universal, sin discriminación, en la que lo que define qué se enseña y el papel de los estudiantes no sea la ganancia y el beneficio personal… Bajo este sistema no puede darse la participación de los campesinos en una transformación radical de la producción con planificación de acuerdo a los intereses del pueblo… No, no se necesita una pócima (re)Constituyente, poner nuevas reglas dentro del mismo marco del viejo sistema no es una verdadera solución.
■ Y no, NO significa que se apoye a los Uribe y demás miembros de las clases dominantes si se cuestiona (y se caracteriza objetivamente) a Petro y otros reformistas, armados o no… Los representantes políticos y literarios de tales clases y los de la “izquierda” (así sea con “buenas intenciones”) no se equiparan en todo… pero sí todos —de derecha, o centro, o con ropajes de “izquierda”— representan al mismo sistema. Seamos claros … ya es hora de sacudirse del engaño y el autoengaño. «Las propias leyes del presente sistema, es decir las “reglas del juego”, siempre impulsarán el capital, de modo que éste opte por su propia supervivencia».
■ No se puede vivir realmente en función de un sistema que se basa en la opresión y la explotación de los seres humanos y la naturaleza. Porque lo que se requiere es romper con el capitalismo-imperialismo, se requiere una revolución real. No hay nada más falso y poco realista que basarse en la misma dinámica de este sistema, en sus mismas leyes, en sus mismas instituciones, en el mismo poder de clases (así sea indirectamente), en las mismas condiciones de dominación imperialista de países como Colombia, y pretender que algunas reformas (incluso a la brava) dentro de este mismo orden social constituyen una “revolución”. ¡Para nada! Una revolución real requiere el derrocamiento del viejo sistema, la demolición de su columna vertebral.
■ «Una revolución real requiere que participen millones de personas, de forma organizada, en una lucha decidida para desmantelar este aparato estatal y este sistema, y para reemplazarlo con un aparato estatal y sistema completamente diferentes, una forma completamente distinta de organizar la sociedad, con objetivos y formas de vida completamente distintos para el pueblo. La lucha contra el poder hoy tiene que contribuir a construir, desarrollar y organizar la lucha para ganárnoslo todo, para una revolución real. De no ser así, protestaremos contra los mismos abusos, ¡generación tras generación del futuro!»