El mito del “Holocausto de Stalin”

Una mirada a la hambruna de Ucrania 1932-1933

PCI (mlm) | Revista Atash/Fuego # 130 | septiembre de 2022

Nota de los editores: La serie de artículos El mito del Holocausto de Stalin, publicada originalmente en persa por la Revista Atash/Fuego consta de tres partes de las cuales han sido publicadas hasta ahora en los números 126, 127 y 128 de la revista. Estos artículos fueron escritos con el fin de examinar y criticar la propaganda anticomunista y la industria de la falsificación de la historia por parte de los ideólogos del sistema capitalista imperialista, que llevan años afirmando que los comunistas dirigidos por Stalin cometieron el genocidio de millones de ucranianos entre 1932 y 1933 a través de una hambruna organizada y deliberada. Para poner en claro científicamente y con mayor rigor este fenómeno, hemos analizado e investigado más a fondo los problemas agrarios y campesinos en Rusia en los años previos a la Revolución de Octubre y en la década de 1920 así como el movimiento de comunalización.
La versión en español es una traducción no oficial responsabilidad de https://comrev.co
La publicación se realizará por secciones. A continuación se publica la parte IV. Lea la Parte I, la Parte II y la Parte III

Parte IV: La Revolución de Octubre, la tierra, los campesinos y los bolcheviques

La revolución rusa de octubre de 1917 y sus logros no se pueden comprender sin entender el problema de la tierra y el campesinado o, mejor dicho, sin entender la importancia de la tierra y el campo en la sociedad rusa. En los años previos a esta revolución, casi el ochenta por ciento de la población rusa vivía en las aldeas y el cincuenta por ciento de la producción nacional la realizaban los aldeanos. (Carr 1972: tomo II). La inmensa mayoría del ejército ruso zarista en la I Guerra Mundial estaba compuesta por campesinos, y su repudio por esa guerra inútil —lo que les llevaba a huir de los frentes— y el que se llevaran las ideas antigubernamentales y revolucionarias a las masas rurales jugaron un papel muy importante en la revolución y el derrocamiento del imperio Romanov. Los bolcheviques no tenían una base fuerte entre los aldeanos, pero Lenin tenía una clara comprensión de la importancia de la cuestión agrario-campesina para el triunfo de la revolución. De hecho, sin adoptar la política correcta hacia los campesinos y hacia el problema de la tierra entre febrero y octubre de 1917 y después de eso, los bolcheviques no hubieran podido llevar la revolución a la victoria.

Los bolcheviques y la cuestión agraria y campesina antes de 1917

La cuestión agraria y campesina y las relaciones de clase en las aldeas constituyó una base principal e importante de las discusiones dentro del movimiento marxista desde el comienzo mismo de la formación de este movimiento en Rusia. El ala bolchevique del partido, dirigida por Lenin, investigó y sacó conclusiones sobre este asunto y al mismo tiempo se comprometió en una lucha intelectual con otras tendencias dentro del movimiento de izquierda ruso. En este caso específico de la cuestión de la tierra y el campesinado, Lenin señaló tres puntos:

1) que las relaciones mercantiles y las relaciones capitalistas se estaban expandiendo especialmente a partir de la década de 1860 en las aldeas rusas, y los remanentes del sistema feudal y la servidumbre habían quedado subordinados al desarrollo del capitalismo (Lenin 1979).

2) que a diferencia de las organizaciones y movimientos pequeñoburgueses e idealistas rusos como los narodniks y más tarde los “Socialistas Revolucionarios” (eseristas) que consideraban a los campesinos como la fuerza motriz y dirigente de la revolución socialista en Rusia, recalcó el hecho de que la revolución socialista sólo puede ser realizada y consolidada por la dirección del proletariado y su partido de vanguardia, el Partido Comunista.

3) enfatiza la unidad estratégica del proletariado y el campesinado, especialmente los trabajadores urbanos con los trabajadores rurales y los campesinos pobres.

El papel de los campesinos y del movimiento campesino se hizo más prominente a los ojos de Lenin y los bolcheviques, especialmente después de la fallida revolución de 1905. Tras la insurrección de enero de 1905, los levantamientos campesinos en algunas regiones del Báltico y el Cáucaso, unos meses antes de las huelgas de los obreros industriales en el otoño del mismo año, habían seguido dando continuo aliento a la revolución.

Los campesinos y el campo entre febrero y octubre

La tormenta de la revolución de febrero de 1917, que condujo al derrocamiento del régimen zarista, estuvo acompañada de revueltas campesinas y confiscación de tierras por parte de los aldeanos. Cientos de miles de jóvenes campesinos, que fueron obligados a vestir los uniformes militares del ejército zarista y participar en la guerra imperialista, regresaron a sus pueblos —heridos, desilusionados y odiando la guerra— para hablar de ideas revolucionarias que había en las ciudades y para ayudar a confiscar las tierras del gobierno y las tierras que estaban monopolizadas por los remanentes de la servidumbre.

Entre febrero y octubre de 1917, el accionar de los campesinos y su participación en la revolución no estuvo encaminado a derrocar el orden existente y por el poder político de los sóviets, sino con a expropiar las tierras, y tenía carácter local y regional y estaba principalmente bajo la influencia intelectual de los eseristas (SR). El gobierno provisional dirigido por Kerensky, que llegó al poder tras el derrocamiento del zar en febrero de 1917, trató de dominar los “comités agrarios” en las aldeas, que estaban bajo la influencia de los eseristas. Pero Kerensky no pudo resolver el problema de la tierra en las aldeas como tampoco pudo cumplir con las otras dos demandas de la mayoría absoluta del pueblo ruso, es decir, pan y paz, y se resistió a la confiscación de tierras por parte de los aldeanos. Una investigación histórica detallada de las aldeas rusas durante el gobierno de Kerensky muestra cómo el gobierno fracasó una y otra vez en términos de confiscación de tierras, suministro de grano y pan, y expansión de su autoridad e influencia en las aldeas (Badcock, 2007).

Los eseristas, como el partido político más influyente en el campo, se dividieron en facciones de derecha e izquierda en respuesta a esta situación. Los eseristas de derecha se pusieron del lado del régimen antirrevolucionario de Kerensky y mientras hablaban cháchara sobre revolución agraria y soñaban con distribuir la tierra a los campesinos, se opusieron a la demanda de la mayoría de los campesinos de confiscar la tierra. (Trotsky, 2017). Pero los campesinos no esperaron la opinión de los mandamases del partido SR y las rebeliones campesinas y la confiscación forzosa de tierras se extendieron rápidamente. En marzo de 1917, treinta y cuatro provincias presenciaron revueltas campesinas, pero este número llegó a trescientos veinticinco casos en julio. (Ibid.). Este es el período en que se le ganó a la pequeña burguesía y los eseristas de derecha el pulso del movimiento político en las aldeas, y los bolcheviques dirigidos por Lenin, que habían logrado alcanzar una alianza con los eseristas de izquierda y algunos remanentes de los mencheviques, incluidos Trotsky y otros, se convirtieron en un peso más pesado en las aldeas. Según Trotsky, “el campo se pasó hacia el bolchevismo sólo por experiencia y después de la desilusión. Y el poder de los bolcheviques se derivó del hecho de que no había diferencia entre sus palabras y acciones con respecto a la cuestión de la tierra, así como a otras cuestiones”. (Ibíd.)

Lenin defendió abiertamente la confiscación de tierras por parte de los campesinos, y esto fue de hecho una respuesta a los deseos de los campesinos y en línea con sus acciones y voluntad. La ocupación de las tierras de los grandes propietarios ya la habían hecho los campesinos, y el primer Comisario del Pueblo de la República Soviética para Asuntos Agrícolas escribió más tarde: “El trabajo de disolver el poder de los propietarios fue hecho por las masas campesinas y los órganos locales. Estas fueron las verdaderas herramientas del Comisariado del Pueblo”. (Ibíd.)

Lenin, el Partido bolchevique, los campesinos y las aldeas

Este punto es de importancia histórica ya que los bolcheviques eran una minoría absoluta en las aldeas después de febrero de 1917 y casi carecían de una influencia política y organizativa significativa en la mayoría de las áreas rurales. Los eseristas tenían la ventaja dentro del “Sóviet de diputados campesinos” —formado por soldados rurales que regresaban de la guerra—, incluso sobre los comités agrarios afiliados al Gobierno Provisional. En el primer congreso de Sóviets de diputados campesinos, que se realizó del 4 al 28 de mayo, entre 1.115 diputados, 573 eran eseristas y sólo 14 delegados bolcheviques. (Bettelheim, 1976). La influencia de los bolcheviques ya era baja en las aldeas y no pudieron reponerse rápidamente entre febrero y octubre. Es cierto que después de febrero la traición y el debilitamiento de los eseristas de derecha redujeron parcialmente la influencia intelectual y organizativa de las organizaciones pequeñoburguesas entre los campesinos y aldeanos, especialmente entre los campesinos pobres y el semiproletariado rural, y aumentó la tendencia favorable a los bolcheviques y la coalición que lideraban, pero esto era completamente relativo y hasta se puede decir temporal.

Durante mucho tiempo, incluso después de la caída del régimen de Kerensky y el triunfo de la Insurrección de Octubre, los bolcheviques no tenían poder independiente en las aldeas y no podían separarse de los eseristas de izquierda. Por ejemplo, el 31 de octubre de 1917, el “Comité Agrario”, cuya dirección estaba en manos de los eseristas, se negó a aceptar la validez del decreto agrario emitido por el gobierno bolchevique. (Carr, 1972, tomo II). Los bolcheviques no tuvieron mucho éxito en atraer cuadros campesinos y aldeanos a su partido. A fines de 1917, tenían solo 203 núcleos campesinos con 4.132 miembros en el partido, y esta proporción llegó a 2.304 núcleos con 14.792 miembros en 1918, pero a pesar de este aumento, solo el cinco por ciento de todos los miembros del partido eran campesinos y aldeanos. (Bettelheim, 1976) La falta de influencia política y organizativa de los bolcheviques en las áreas rurales y el dominio intelectual y político de la burguesía rural, los campesinos ricos y la pequeña burguesía en el campo ruso, como veremos más adelante, se convirtió un serio conflicto en toda la Unión Soviética en los siguientes años y el resolver este gran problema económico-social se convirtió en un verdadero problema y necesidad para el naciente gobierno de la dictadura del proletariado.

La primera política victoriosa de los bolcheviques en relación con la solución del problema agrario-campesino quedó comprimida en la consigna de Pan, paz y tierra. Precisamente las mismas exigencias que no pudieron plantear ni responder el gobierno provisional de Kerensky y la mayoría absoluta de las organizaciones y partidos que estaban por delante de los bolcheviques en alcance e influencia social. El cumplimiento de estas demandas dependía del programa de conquista del poder político que proponía Lenin en las Tesis de abril. El partido bolchevique, dirigido por Lenin, fue el único que supo abordar adecuadamente las necesidades concretas y urgentes del período posterior a la revolución de febrero de la sociedad rusa, es decir, “Pan, paz y tierra”, además de la demanda de libertades políticas y el derecho de las naciones oprimidas a su autodeterminación, que condensaron las grietas (fallas sísmicas) políticas y las relaciones sociales de la sociedad rusa en la urgente necesidad de derrocar al antiguo gobierno y establecer una república socialista.

Al no participar en el gobierno provisional y al denunciar continuamente la naturaleza y los planes de este gobierno y sus aliados, los bolcheviques demostraron a las masas que sin derrocar al régimen de Kerensky y su sistema político-ideológico y económico-social, no se lograría poner fin a la guerra imperialista, resolver el problema de la tierra y sacar a la gente de la pobreza y no se podría acabar con la opresión nacional y la opresión de las mujeres y otras opresiones sociales. Fue un punto importante que Lenin y los bolcheviques elevaran estas necesidades, de una serie de demandas sindicales en sí mismas y localmente, a la necesidad más grande y central de toda revolución, es decir, la cuestión del poder político y gubernamental. Por esta razón, Lenin dijo ante eI Congreso de Diputados Campesinos de Toda Rusia en junio de 1917 que el asunto de las reformas agrarias deseadas por los campesinos debería estar ligado a la discusión del poder y la transferencia del poder de la policía, las fuerzas armadas y la burocracia existente al Sóviet de diputados obreros, campesinos y soldados. Y en las famosas Tesis de abril también enfatizó que se debía trasladar el centro de gravedad a los Soviets de diputados braceros [obreros agrícolas] y campesinos; confiscar todas las tierras de los latifundios; nacionalizar todas las tierras del país, de las que dispondrán los Soviets locales de diputados braceros y campesinos, y crear Soviets especiales de diputados campesinos pobres. (Lenin 1973, tomo VI. “Las tareas del proletariado en la presente revolución” [“Tesis de abril”]).

Pero sabemos que las Tesis de abril de Lenin fueron inicialmente rechazadas incluso dentro del Partido bolchevique. Acusaron a Lenin de desviarse de los planes y opiniones anteriores del partido con respecto a la revolución en dos etapas y de girar hacia la izquierda. Lenin, por su parte, creía que, en la práctica, la revolución rusa había pasado de su primera etapa (revolución democrática) a la segunda etapa o revolución socialista, y la burguesía encarnada en el gobierno provisional de Kerensky tomó el poder de la aristocracia feudal y terrateniente, es decir, de la dinastía de los Románov. Ahora todo el poder debía ser transferido al gobierno de la dictadura del proletariado, que se encarna en los Sóviets de diputados obreros, campesinos y soldados, y debía estar bajo la dirección, la línea y el programa del Partido bolchevique.

Pero la situación era diferente con respecto al problema de la tierra, y los críticos de Lenin en el Partido bolchevique lo consideraban de derecha en relación con los programas y consignas anteriores del partido y lo acusaron de aceptar el programa agrario de los eseristas de repartir la tierra entre los campesinos y mantener la propiedad privada de la tierra, lo cual no era más que una reforma burguesa. Es cierto que en este punto Lenin prácticamente aceptaba el programa agrario de los eseristas, y esto suponía un retroceso respecto de los programas y consignas que antes impulsaban el Partido bolchevique y él mismo. Pero Lenin era consciente de este retroceso y lo defendía desde dos perspectivas: primero, desde la perspectiva de la lucha de clases en las aldeas después de la revolución, y segundo, desde el punto de vista de la necesidad y la táctica.

En 1917, dos conflictos y luchas se daban en el campo ruso: primero, el conflicto entre los grandes terratenientes y los remanentes de la aristocracia feudal con la mayoría de los campesinos, que incluía a los campesinos medios, campesinos pobres y el proletariado y semiproletariado rural. Este fue un gran conflicto y su motor era la demanda de tierras por parte de los campesinos medios y pobres y la eliminación de los vestigios de servidumbre. Y, en segundo lugar, el conflicto entre los mismos campesinos y las diferentes capas de los trabajadores rurales, especialmente entre los campesinos pobres y semiproletarios y los campesinos ricos y medios. (Alavi, 1965). En este caso, Lenin planteaba que la nacionalización de la tierra es una acción burguesa, pero que entre más seria fuera la abolición del latifundio feudal y la reforma agraria burguesa, la lucha de clases de los campesinos pobres y del proletariado agrícola contra la burguesía campesina (campesinos ricos) se expande con mayor fuerza y rapidez. Y además que el destino de la revolución rusa dependía de si el proletariado urbano podía seguir al proletariado rural y unirse a la masa semiproletaria de las aldeas o si esta masa seguiría a la burguesía. (Lenin 1973, tomo VI, “VII Conferencia de toda Rusia del POSD(b)R”)

Por tanto, el otro lado de la situación conflictiva era cómo Lenin y los bolcheviques podían evitar que los campesinos y especialmente la pequeña burguesía del campo (campesinos medios) se pusieran del lado de la burguesía y en cambio mantuvieran en el campo revolucionario su enorme fuerza. La política de Lenin en este punto y en este caso fue la unidad con los campesinos y una labor explicativa y promocional para corregir su actitud y su paciencia para que la vida misma les enseñara. En mayo de 1917 dijo que los bolcheviques deberían explicar a las masas rurales que “el sistema de la pequeña hacienda, existiendo la producción mercantil, no está en condiciones de liberar a la humanidad de la miseria de las masas ni de su opresión”. (Lenin 1973, tomo VI, “Las tareas del proletariado en nuestra revolución”). Y en el II Congreso de los Soviets de diputados obreros y soldados de Rusia, dijo a sus críticos en el Partido bolchevique: “Se dice aquí que el decreto y el mandato han sido redactados por los socialistas revolucionarios. Sea así. No importa quién los haya redactado; mas como gobierno democrático no podemos dar de lado la decisión de las masas populares, aun en el caso de que no estemos de acuerdo con ella. En el crisol de la vida, en su aplicación práctica, al hacerla realidad en cada lugar, los propios campesinos verán dónde está la verdad. E incluso si los campesinos siguen marchando tras los socialistas revolucionarios… volveremos a decir: Sea así. La vida es el mejor maestro y mostrará quién tiene razón. Que los campesinos resuelvan este problema por un extremo y nosotros por el otro.” (Lenin, “Informe acerca de la tierra” [II Congreso de los Sóviets de diputados obreros y soldados de toda Rusia, octubre de 1917])

Fuentes

▪ Alavi, Hamza (1965). Peasant and revolution. Russia, China, India. Socialist Register. Monthly Review Press. Nueva York.

▪ Badcock, Sarah (2007). Politics and the people in revolutionary Russia. Cambridge University Press. Londres.

▪ Bettelheim, Charles (1976). Las luchas de clases en la URSS, Primer período 1917-1923. Siglo XXI, Madrid.

▪ Carr, E.H. (1972) Historia de la Rusia soviética, tomo II, La Revolución Bolchevique (1917-1923), El orden económico. Alianza Editorial. Madrid.

▪ Ghazizadeh, Saleh (2018). “Los soviets y la Revolución de Octubre, o ¿por qué Lenin tenía razón?” [en persa], revista Haghighat (tercera época) # 85, julio de 2018

▪ Lenin (1973). “Las tareas del proletariado en la presente revolución”. Obras escogidas [en 12 tomos], tomo VI. Editorial Progreso. Moscú.

▪ Lenin (1973). “La actitud de la socialdemocracia ante el problema campesino”. Obras escogidas, tomo III. Editorial Progreso. https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oe12/lenin-obrasescogidas03-12.pdf

▪ Lenin (1979). El desarrollo del capitalismo en Rusia. Editorial Progreso. Moscú.

▪ Rachleff, Peter (1974). “Soviets and Factory Committees in the Russian Revolution”. https://libcom.org/article/soviets-and-factory-committees-russian-revolution-peter-rachleff

▪ Trotsky, León (2017) Historia de la Revolución Rusa. Capitán Swing. Madrid. https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1932/histrev/tomo1/cap_20.htm