El mito del “Holocausto de Stalin” – Parte 2

Una mirada a la hambruna de Ucrania 1932-1933

Revista Atash/Fuego nº 126, nº 127 y nº 128, mayo, junio y julio de 2022

Nota de los editores: La serie de artículos El mito del Holocausto de Stalin, publicada originalmente en persa por la Revista Atash/Fuego consta de tres partes de las cuales han sido publicadas hasta ahora en los números 126, 127 y 128 de la revista. Estos artículos fueron escritos con el fin de examinar y criticar la propaganda anticomunista y la industria de la falsificación de la historia por parte de los ideólogos del sistema capitalista imperialista, que llevan años afirmando que los comunistas dirigidos por Stalin cometieron el genocidio de millones de ucranianos entre 1932 y 1933 a través de una hambruna organizada y deliberada. La versión en español es una traducción no oficial responsabilidad de comrev.co
La publicación se realizará por secciones. A continuación se publica la parte II. Lea acá la Parte I.

Parte II: La genealogía histórica de una mentira

En la primera parte de esta serie, dijimos que nuestro objetivo en estos artículos es examinar la realidad histórica de la hambruna de 1932 y 1933 en Ucrania y abordar los puntos y preguntas de por qué no fue una hambruna deliberada, por qué no fue genocidio, cuáles fueron las causas y si el programa socialista de comunalización agrícola llevaba a la hambruna o no.

Antes de eso tenemos que mirar la historia de este debate. Esta historia no puede negar la realidad de la hambruna en Ucrania de 1932 y 1933, ni puede impedirnos examinar los errores cometidos por la dirección soviética en materia agrícola y en el modelo de desarrollo socialista en general. Pero es importante una mirada crítica a los antecedentes del alegato de “genocidio de seis millones de ucranianos a través de una hambruna deliberada” para comprender la realidad de las cosas, así como la falsa propaganda y la falsificación de la historia que rodea todo esto.

La falsificación de la historia por los fascistas

En el otoño de 1934, un estadounidense llamado Thomas Walker regresó a los Estados Unidos después de una estadía de dos semanas en la Unión Soviética, y unos meses después se publicó en Estados Unidos una serie de artículos sobre la hambruna en Ucrania y la “muerte de seis millones de personas”, en los periódicos del conglomerado editorial Hearst. El editor lo describió como “un periodista y un experto en asuntos rusos que ha viajado por toda la Unión Soviética durante varios años”. En sus artículos, Walker también publicó varias fotos de niños hambrientos al borde de la muerte y cuerpos de animales muertos, alegando que había tomado las fotos en secreto en “la situación de seguridad más difícil y peligrosa”.

Pero poco después, otro periodista estadounidense, Louis Fischer, denunció los artículos falsos de Walker y demostró que: 1) Walker permaneció en la Unión Soviética solo catorce días, durante los cuales viajó en tren desde la frontera polaca a Moscú y luego a la frontera china. Durante este tiempo no tuvo la oportunidad de ver ni un tercio de los lugares que alegaba. 2) Thomas Walker ingresó a la Unión Soviética en el otoño de 1934 y no, como afirmaba en sus artículos, en la primavera y temporada de cosecha. 3) ¿Por qué la editorial Hearst no publicó los informes de su corresponsal oficial, Lindsay Parrot, que estuvo en Ucrania en la primavera de 1933? Parrot no solo no reportó que continuara la hambruna, sino que habló de la buena cosecha de primavera en Ucrania ese año. (Fischer, 1935: p. 36) Fischer también mostró que las fotografías de Walker no tenían nada que ver con la hambruna ucraniana, y que una de las más famosas, que mostraba a un niño muriendo de hambre, pertenecía a la hambruna de 1921 en la región rusa del Volga, la hambruna provocada por la guerra civil de cinco años que los imperialistas occidentales impusieron al pueblo soviético y al incipiente gobierno bolchevique a través de los remanentes del zarismo. Poco después, otro periodista estadounidense reveló que Walker había utilizado una fotografía de un soldado de caballería del ejército austríaco en la I Guerra Mundial que había perdido su caballo como evidencia visual de la hambruna en Ucrania (Casey, 1935).

Pero otro detalle histórico importante es sobre el carácter del editor de los artículos de Walker, la editorial Hearst. William Hearst fue un multimillonario estadounidense fascista que viajó a Alemania en el verano de 1934 para conocer en persona a Adolf Hitler. Firmaron un acuerdo comercial y, dado que los nazis habían lanzado una campaña anticomunista y antisoviética sobre la “hambruna causada por la comunalización agrícola en Ucrania”, la tarea de “documentar” la hambruna se le asignó a William Hearst y su falso investigador, Thomas Walker. El New York Times reveló más tarde, en la edición del 16 de julio de 1935, que Thomas Walker era realmente Robert Green, un fugitivo de Colorado que había dicho en la Corte que nunca había estado en Ucrania. El Instituto Hearst utilizó guiones similares para otros dos prisioneros, quienes, después de escribir sobre la hambruna en Ucrania, enfrentaron sentencias de prisión reducidas y se unieron a las instituciones estadounidenses anticomunistas de derecha bajo McCarthy1 (Tottle, 1987: pp. 19-21). Otra cuestión histórica interesante sobre la editorial Hearst y sus conexiones fascistas es que el dictador fascista italiano Benito Mussolini también escribió para los periódicos de Hearst entre 1928 y 1934, y en un caso con la ayuda de este lanzó una campaña fascista para ganar apoyo de los estadounidenses, titulado “Mussolini habla directamente al pueblo estadounidense” (Puntis, 2002: p. 6).

La campaña de propaganda anticomunista de “genocidio y hambruna del pueblo ucraniano a manos de los comunistas” siguió con toda su fuerza en la Alemania nazi y la Italia fascista. En 1935 fue publicado un libro en alemán titulado “¿Debe morir de hambre Rusia?” y traducido al inglés un año después con el título “La vida humana en Rusia”. El autor de este libro, Ewald Ammende, un funcionario del gobierno imperial alemán en Estonia y Letonia en la década de 1920 durante la Guerra Civil rusa, se unió al partido nazi en la década de 1930. El contenido, las afirmaciones y las fotografías de su libro eran esencialmente las mismas falsificaciones que presentara anteriormente Walker, ¡con la diferencia de que Walker afirmó haber tomado las fotos en persona en la primavera de 1934, mientras que Ammende afirmó que las fotos se las dio un funcionario agrícola alemán en el Cáucaso del Norte en 1933! (Tottle: p. 28) Las fotos, como se mencionó, estaban relacionados con la hambruna en el Volga causada por la guerra civil de 1922, ¡y fueron tomadas de los informes de abril de 1922 del “Comité Internacional de Ayuda a Rusia” (Misión Nansen), documento número 22, página 6! (Tottle: pp. 13-4)

La alianza estratégica del gobierno de EEUU y los fascistas ucranianos en (re)hacer la historia

Luego de la derrota de la Alemania nazi y la Italia fascista en la II Guerra Mundial, gente como Walker y Ammende perdieron su patrocinio y propaganda, pero sus mentiras sobre el Holodomor continuaron en Estados Unidos y Occidente durante la Guerra Fría e incluso después de la muerte de Stalin en 1953 y la restauración del capitalismo en la Unión Soviética [mediados de los años 50]. El libro de Ammende fue revivido en 1984, en el apogeo de las cruzadas propagandísticas de la administración Reagan contra el socialimperialismo soviético (socialista de nombre y capitalista imperialista en los hechos) y fue publicado en Estados Unidos con el apoyo de algunos senadores y funcionarios gubernamentales y de seguridad del gobierno bajo el título “La vida en Rusia”, ¡y curiosamente fue aprobado por algunas universidades estadounidenses como “auténtico y documentado”!

Pero después de 1950 la campaña anticomunista sobre el Holodomor encontró en Estados Unidos un guardián oficial. Los nacionalistas extremistas ucranianos que emigraron a Estados Unidos después de la II Guerra Mundial establecieron instituciones “democráticas” durante la campaña anticomunista de McCarthy y publicaron un libro en dos tomos, The Black Deeds of the Kremlin, que era una repetición de los mitos de la “hambruna deliberada” y el “genocidio del pueblo ucraniano” y de la “ineficiencia de la economía socialista”. Pero muy “casualmente” los autores de estos libros también tenían inclinaciones mayoritariamente fascistas y no ocultaron su interés y respeto por fascistas antisemitas ucranianos como Roman Shujévych2 y Simon Petliura3. Uno de los autores de este libro fue Alex Holowko, ministro de propaganda del gobierno fascista de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) dirigida por Stepan Bandera, quien, en colaboración con el ejército de Hitler, masacró a cientos de miles de judíos polacos y ucranianos y de comunistas rusos (Tottle: pp 38-44). Las afirmaciones, los documentos y las imágenes de este libro volvieron a ser los mismos que los de Walker y Ammende. Por ejemplo, en la página 155, se publica una foto de la “ejecución de campesinos ucranianos por parte de los comunistas” en la que ¡los soldados visten los uniformes del ejército zarista!

La campaña de hambruna-genocidio continuó en 1984 con la película Harvest of Despair [Cosecha de la desesperanza]. La película estaba llena de imágenes no documentadas y se basaba principalmente en entrevistas con los nazis alemanes y sus homólogos ucranianos. Por ejemplo, uno de los entrevistados en esta película fue el fascista cristiano y director del periódico fascista Volyn, Stepan Skrypnyk, quien tras la ocupación de Ucrania por el ejército nazi alemán se convirtió en obispo de la Iglesia ortodoxa ucraniana gracias a Hitler y predicaba al pueblo unirse a los fascistas y masacrar judíos en Ucrania y Polonia. Huyó a Estados Unidos después de la guerra y del derrocamiento del fascismo por parte del Ejército Rojo soviético, y se convirtió en uno de los promotores del mito de “la hambruna y el genocidio del pueblo ucraniano” y, por supuesto, en un activista acérrimo de la campaña de propaganda “El Mundo Libre contra los Demonios comunistas e infieles” (Tottle: p. 77). En vez de proporcionar evidencia documental histórica de la hambruna en Ucrania, la película también presentó un montaje de fotografías no documentadas, incluidas imágenes de la hambruna de 1922 y otras publicaciones de la propaganda nazi. Algunas de las escenas de este “documental” fueron tomadas de películas de la Guerra Civil de 1918-1923 y de las películas soviéticas de la década de 1920, como “Arsenal”4. ¡Parece que los cineastas buscaron fragmentos de viejas escenas de guerra y hambruna en archivos documentales y cinematográficos para presentarlos como “evidencia histórica”! Marco Carynnik, el personaje principal detrás de la película, quien también dirigió el equipo de investigación documental, le dijo al periódico Toronto Star el 20 de noviembre de 1986: “Ninguna de las imágenes de archivo de la película, ni siquiera la dramática imagen de la niña esquelética al final de la película [también utilizada en el material promocional], es de la hambruna de Ucrania… Advertí que este tipo de imprecisiones no está permitido… pero nadie me escuchó.” (Tottle: pp. 78-79)

Otro caso “erudito y documentado” muy conocido sobre el Holodomor son los libros The Great Terror (1968) y Harvest of Sorrow (1986) de Robert Conquest, quien también tenía tendencias de extrema derecha cuasifascistas e, irónicamente, a la vez que negaba la realidad indiscutible del genocidio del Holocausto buscó obstinadamente probar el mito del Holodomor. En el revelador artículo del periódico británico Guardian sobre el proyecto del Servicio Secreto británico5 de dar información falsa a la prensa (Leigh, 1978: p 13), Conquest fue descrito como parte de este proyecto. Este británico derechista y extremista también fue asesor no oficial de la primera ministra Margaret Thatcher ¡y en 2005 recibió la Medalla de la Libertad de manos de George W. Bush! Para ver la “rigurosidad científica” de Conquest, es suficiente con que en su primer libro afirmó que de cinco a seis millones de personas murieron en la hambruna de 1932-33, de las cuales solo la mitad estaban en Ucrania (Conquest, 1973: p. 23), pero en 1983 ¡amplió la cifra a catorce millones y la duración hasta 1937! (Conquest, 1983: p. 8) Y en otro caso, al referirse a las “documentadas observaciones” de nuestro amigo ficticio Thomas Walker y citándolo como “corresponsal en el extranjero”, ¡cambió la fecha del artículo de Walker de 1935 a 1933 para hacerlo más fuente de “primera mano”! (Conquest, 1986: p. 380) y (Tottle: p. 88) En las mismas obras defendió repetidamente a los fascistas del movimiento de Stepan Bandera y de la talla del mencionado Shujóvich, y nunca habló de la masacre de judíos, polacos y comunistas soviéticos por las bandas de asesinos fascistas de este.

Conclusión

Esta sección buscó examinar brevemente la autenticidad histórica de las “fuentes”, “documentos” y “evidencia” en las que la campaña de propaganda anticomunista de Holodomor basó sus afirmaciones. Hemos visto que la mayoría de los muchos “documentos” presentados para probar “la intencionalidad del genocidio del pueblo ucraniano” son fundamentalmente poco fiables y carecen de validez histórica, y están destinados deliberadamente a servir a un propósito político y de propaganda específico, a saber, ensuciar a la Unión Soviética, Stalin y el socialismo, en tres etapas distintas. Estas tres etapas son: 1) A mediados de la década de 1930 por los fascistas de Alemania y Ucrania y sus aliados; 2) a mediados de la década de 1980 por el aparato propagandístico estadounidense de la Guerra Fría, y 3) a partir de 2004 por corrientes prooccidentales y pro-OTAN en el aparato de gobierno ucraniano o en organizaciones neonazis ucranianas. La tragedia es que algunas universidades occidentales, y específicamente las de Estados Unidos, utilizan estas tonterías poco confiables e indocumentadas como “documentos históricos”, acreditando y dándole mérito académico a esta campaña de falsificación y mentiras. Lo único que no tuvo la menor importancia y prioridad sobre estas campañas durante estos 80 años fue la verdad de la historia y el método y enfoque científicos en la historia y la historiografía.

Bibliografía y recursos

Tottle, Douglas (1987). Fraud, Famine and Fascism: The Ukrainian Genocide Myth from Hitler to Harvard. Toronto. Progress Books.

Leigh, David (1978). “Death of the department that never was”. Guardian, vie. 27 de enero 1978, pág. 13

Fischer, Louis (1935). “Hearst’s Russian Famine”. The Nation. 13 de marzo 1935

Casey, James (1935). Daily Worker. 21.02.1935

Puntis, John (2002) The Ukrainian famine-genocide myth. London. Stalin Society

Conquest, Robert (1990). El Gran Terror. Una Reevaluación, Oxford University Press.

Conquest, Robert (1983) Progress report: Forthcoming book on collectivization and famine. In Ukrainian weekly vol 12 20 march 1983

Conquest, Robert (1986) The Harvest of Sorrow: Soviet Collectivization and the Terror-Famine. Edmonton. University of Alberta Press

1 Macartismo es un término utilizado para referirse a las actividades anticomunistas del Senador Joseph McCarthy al comienzo de la Guerra Fría en la década de 1950, que provocaron una ola de demagogia, censura, listas negras, oposición a los intelectuales y juicios e investigaciones teatrales que coparon el espacio social estadounidense de la década de 1950. Muchas personas, especialmente intelectuales, perdieron sus trabajos por ser comunistas y fueron perseguidas de diversas formas.

2 Shujévych fue comandante del Batallón Nachtigall que, durante la II Guerra Mundial, bajo supervisión del ejército alemán cometió decenas de crímenes de lesa humanidad en Ucrania, Polonia y la región del Báltico y participó en la masacre de cientos de miles.

3 Simon Petliura, nacionalista ucraniano extremista y anticomunista responsable de la masacre de miles de trabajadores y judíos en Ucrania entre 1918 y 1920.

4 Realizada por Alexander Dovzhenko, producida en 1928.

5 El nombre oficial de este proyecto fue “IRD” (Information Research Department).