¡Necesitamos una REVOLUCIÓN y nada menos!
¡Las ELECCIONES bajo el actual sistema NUNCA transformarán nada!
Este 1º de mayo, el día mundial de celebración revolucionaria de los explotados y oprimidos y de todos los que se oponen a la opresión y explotación, llega en medio de una situación en que el mundo está literalmente ardiendo:
La criminal invasión de Rusia a Ucrania ha hecho crecer seriamente la posibilidad de un agarrón directo de Rusia con EEUU y sus aliados en la OTAN que podría llevar fácilmente a un holocausto nuclear en todo el planeta;
La amenaza de más guerra se vuelve más apremiante, desde Asia central al Medio Oriente, donde intervienen las potencias rivales de Rusia, responsables de crímenes no menos oprobiosos como en Yemen;
Las oleadas de refugiados que huyen para salvarse la vida en casi cada continente, por el hambre, los desastres “naturales”, la guerra, etc., no dejan de crecer a la par con todo tipo de racismo y xenofobia;
En todas partes, de Brasil a Polonia, de Filipinas a Italia, los fascistas avanzan, conquistan o consolidan más el poder así temporalmente sufran retrocesos como en Estados Unidos;
La destrucción del medio ambiente, que también amenaza con la extinción misma de la humanidad, no cesa de intensificarse;
La degradación, deshumanización y subyugación patriarcal de las mujeres se desborda, y golpea derechos como el aborto en Estados Unidos (aunque haya ciertos avances como la despenalización de éste en Colombia y Argentina).
En Colombia donde repercuten todos estos fenómenos, en medio de más masacres, desplazamiento forzado, empobrecimiento, desempleo, criminalización de los jóvenes y la degradación moral e intelectual de la gente, este 1º de mayo llega además en medio de la contienda electoral más salvaje en mucho tiempo, con cada bando esgrimiendo un arsenal de “soluciones” que no resuelven nada.
Este 1º de mayo es más que pertinente señalar la causa y la solución: Estos horrores son todos productos de un sistema: el sistema capitalista-imperialista. Los intereses de las clases dominantes son muy diferentes a los de las masas y en lo fundamental se les oponen. Aquí y en todo el mundo, el pueblo debe actuar, así hoy la cuesta que debamos trepar parezca y sea más empinada. No podemos menos que acoger la síntesis de los comunistas revolucionarios de Estados Unidos a Turquía, de Irán a México y Colombia, derivada del liderato de Bob Avakian: ¡No podemos aceptar esta situación ni el futuro de ellos, ya es hora de organizarnos para una revolución real! ¡Tenemos que DERROCAR este sistema, y no votar por él! ¡Es este sistema, no la humanidad, el que necesita extinguirse!
¡No a una guerra de Estados Unidos y la OTAN con Rusia! ¡No a una III Guerra Mundial!
No es retórica. Con la invasión de Rusia a Ucrania el mundo enfrenta el peligro real de una guerra mundial que escalaría a conflagración nuclear. Esta guerra no se trata de una contienda entre “autoritarismo” (ruso) contra “democracia” de Ucrania (en donde sí tiene MUCHO peso político el nazi-fascismo, lo que sirvió de pretexto a Putin) que recibe el “solidario apoyo” de la Unión Europea y Estados Unidos. Es una guerra interimperialista en la que Estados Unidos y sus aliados en la OTAN intervienen a través de sustitutos. Los intereses de las masas de los países implicados, y de la humanidad en su conjunto, están en oposición fundamental a los intereses de los imperialistas de ambos bandos de este conflicto. El impacto global de la guerra en Ucrania, incluido en lo ideológico, muestra palmariamente que la arena mundial hoy es más determinante de la situación interna de cada país particular que en toda la historia. Y, por supuesto, la necesidad correspondiente del internacionalismo: poner “el mundo entero ante todo”.
¡Las elecciones bajo el presente sistema NUNCA transformarán nada!
El desbordamiento hace un año, el 28-A, de la justa ira popular tanto tiempo represada, ha marcado en buena medida, para bien y para mal, la actual campaña electoral que tuvo su primer round con las elecciones parlamentarias de mediados de marzo y que tendrá uno o dos rounds más con las elecciones presidenciales de mayo/junio. Por primera vez en décadas, un candidato “progresista”, Gustavo Petro, tiene posibilidades reales de derrotar al candidato más abiertamente del Establecimiento (y con veleidades fascistoides), Federico (“Fico”) Gutiérrez, con un tercero en “discordia”, Sergio Fajardo, que tendrá que colgarse al carro de uno de estos, más probable (y gustosamente) a Gutiérrez.
Buena parte de la izquierda tradicional y de los jóvenes que nacieron a la vida política en los varios estallidos desde finales de 2019 (y que son los más golpeados por el creciente desempleo y a lo sumo pueden recurrir a la desbordada informalidad), pone sus esperanzas de cambio en el “progresismo” de Petro quien, como muchos de sus conmilitones, hace todo el esfuerzo por no “asustar a la burguesía”, aprovechando cada oportunidad para recordarles a las clases dominantes que hace parte del sistema, al que ni quiere ni puede cambiar seriamente.
Como señala el dirigente y pensador revolucionario Bob Avakian: “Las elecciones son controladas por la burguesía; no son de ningún modo el medio por el cual se toman las decisiones básicas; y se efectúan con el propósito primario de legitimar el sistema, la política y las acciones de la clase dominante —dándoles la fachada de un mandato popular— y de canalizar, confinar y controlar la actividad política de las masas populares”.
Es necesario entender que “en esta sociedad la clase dominante capitalista maneja las elecciones […] y controla la economía, y como resultado maneja y controla el poder político. No importa quién sea alcalde o presidente, la clase dominante controla el Estado: la policía y las fuerzas armadas, las burocracias del gobierno, los tribunales y el resto del ‘sistema de injusticia’. La clase dominante usa las elecciones para engañar a los gobernados. A lo sumo, ¡las elecciones permiten que los oprimidos ‘escojan’ cuál grupo de opresores los robará y atormentará!”
En estas sociedades, existe una clase dominante que tiene intereses muy diferentes (y se oponen) a los de las masas. Esta clase dominante ejerce una dictadura (monopolio del poder político respaldado por monopolio del poder armado) y aquellos que en un momento dado estén administrando esa dictadura seguirán aplicando las políticas que están resueltos a llevar a cabo, incluso ante fuerte oposición popular, a menos que y hasta que los intereses más amplios de la clase dominante exijan que se modifique o se abandone una política particular… o hasta que la clase dominante sea derrocada.
“Las elecciones no ofrecen una vía para la realización del deseo de las masas populares de ver que cambien estas políticas y acciones del gobierno —aunque en determinadas circunstancias, la resistencia política de masas puede contribuir de manera importante a obligar al gobierno a cambiar sus políticas, especialmente si esto tiene lugar en un contexto más amplio en que … entre otras cosas, estén suscitando mayores divisiones al interior de la propia clase dominante.”
Aquellos que cifran sus esperanzas en el “centro” o en los “progresistas” han sido engañados y muchos se han engañado a sí mismos. Esos liberales y progresistas (con y sin comillas) hace parte del mismo sistema que la ultraderecha fascista y razonan en el mismo marco que ellos. Los líderes de estos partidos y movimientos “alternativos” una y otra vez han dejado en claro que no van a desafiar a Uribe y a la ultraderecha de ninguna manera importante. A aquellos que eluden la confrontación de esta realidad, porque les parece muy arriesgado, que no hay garantías, que exige que cambien muchas cosas en su vida, por lo que intentan tomar un camino más seguro… no podrán eludir su responsabilidad ante las nuevas generaciones. Además, como bien señala la escritora india Arundhati Roy: “Aquellos que han tratado de transformar el sistema por medio de las elecciones han acabado siendo transformados por él”.
Sí, la polarización en este momento es dañina. Pero tenemos una opción: aceptarla, luchando por el espejismo de un cambio gradual que cada día que pasa muestra su carácter desastroso; “o actuar para cambiarla, para repolarizar para una revolución, para hacer nacer algo verdaderamente emancipador del horror que se avecina.”
¡Necesitamos una REVOLUCIÓN real, y nada menos que eso!
Bob Avakian ha recalcado una contundente verdad: La humanidad no puede permitir más que los imperialistas, de cualquier bando, sigan gobernando el mundo y luchando por quién dominará en esta situación, con la muy real y terrible amenaza que esto plantea al futuro y la existencia misma de la humanidad. Hay una verdad dura pero básica: para las masas populares, y en última instancia para la humanidad en su conjunto, no existe ningún futuro, o ningún futuro que valga la pena vivir, bajo este sistema. Pero sí existe un camino hacia un mundo y hacia un futuro que sí vale la pena vivir, por el cual vale la pena luchar ahora mismo: una revolución —una revolución real, y no perder el tiempo con uno que otro ajuste que deja el sistema intacto y en el poder mientras unos pocos se benefician.
Una revolución implica una fuerza de millones de personas organizadas para una lucha total para derrocar este sistema y reemplazarlo por un sistema económico y político radicalmente diferente y mucho mejor, un sistema socialista, que se base en satisfacer las necesidades de la gente y en dar la lucha por un mundo comunista donde por fin se ponga fin, por todas partes, a la explotación, la opresión y la destrucción del medio ambiente que están integradas en el actual sistema. Cualquier cosa menos que esta revolución no lidiará para nada con la raíz de todos los problemas ni conducirá hacia la verdadera solución. Y esta revolución es internacionalista, lo que significa que se lucha junto con gente de todo el mundo para acabar con la explotación y la opresión en todo el planeta. La situación actual es que aún no existen las condiciones que hagan posible pronto una revolución para deshacernos de este sistema. Ahorita, para responder a las necesidades inmediatas es necesario ORGANIZARSE en el verdadero movimiento para una revolución real, la solución fundamental a los horrores en el mundo causados por este sistema y que desde ya les oponga resistencia masiva.
Esta es la única manera real en que se puede poner fin a la degradación, deshumanización y subyugación patriarcal de las mujeres y toda la opresión basada en la orientación sexual o de género; poner fin al empobrecimiento, el desempleo y la degradación moral e intelectual de la gente; poner fin a la guerra contra el pueblo, las masacres, el desplazamiento forzado y la criminalización de los jóvenes; poner fin a la discriminación y opresión de pueblos indígenas y negros y a todo tipo de racismo y xenofobia; poner fin al sofocamiento y persecución al disentimiento y el pensamiento crítico y científico, y la promoción de todo tipo de superstición; poner fin a la degradación y destrucción del medio ambiente; poner fin a la dominación del imperialismo, la dependencia alimentaria y las guerras por imperio…
Necesitamos una verdadera revolución, una revolución real, una que no tiene nada que ver con las veleidades de la “izquierda” tradicional (armada o no), ni con Cuba, Venezuela o Corea del Norte que no han sido socialistas, ni con la Rusia y China capitalistas imperialistas (que dejaron de ser socialistas y revolucionarias desde los años 50 la una y los 70 la otra).
Y el 1º de mayo es un día en que también luchamos contra las formas estrechas de pensar (contra el sofocamiento y persecución al disentimiento y el pensamiento crítico y científico, y la promoción de todo tipo de superstición) que nos mantienen encerrados padeciendo las llamadas “soluciones” que no resuelven nada.
¡No aceptamos el futuro de ellos, es hora de organizarnos para una revolución real!
¡Tenemos que DERROCAR este sistema, y no votar por él!
— Grupo Comunista Revolucionario, Colombia | 1º de Mayo de 2022