Algunos puntos esenciales respecto a “Algo terrible, o algo verdaderamente emancipador” VERDADES QUE NECESITAMOS PARA LIBERARNOS
Bob Avakian
19 de enero de 2022
Es extremadamente importante que cada vez más personas exploren a fondo, difundan activamente y actúen audazmente para llevar a cabo lo que contiene la importante obra mía que se presenta prominentemente en revcom.us, “ALGO TERRIBLE, O ALGO VERDADERAMENTE EMANCIPADOR: Crisis profunda, divisiones crecientes, la inminente posibilidad de una guerra civil — y la revolución que se necesita con urgencia, Una base necesaria, una hoja de ruta básica para esta revolución”. Aquí va cierto entendimiento científico crucial que concentra puntos esenciales de esa obra.
Este sistema no es “democracia” — es capitalismo-imperialismo. Tenemos que deshacernos de este sistema entero.
En estos días, los comentaristas mediáticos y políticos “tradicionales” están expresando una preocupación cada vez más urgente sobre la necesidad de “salvar nuestra democracia” ante los ataques de parte de los seguidores de Donald Trump y las fuerzas fascistas en general. Abordaré ese punto en adelante. Pero primero, lo siguiente es muy relevante a esta situación general.
En la jurisprudencia existe un principio básico el cual captura la formulación: “fruto del árbol envenenado”. (Se refiere al hecho de que no se debe usar la evidencia compilada, contra una persona, por medios ilegales en procedimientos judiciales contra esa persona.) Y, al ampliar este entendimiento:
La muy proclamada “democracia” en Estados Unidos es el “fruto de este sistema envenenado” del capitalismo-imperialismo. En lo fundamental, configura esta “democracia” el sistema económico y sirve al sistema económico, el modo de producción, de este sistema, que se basa en la explotación despiadada de personas, aquí y por todo el mundo; supone una opresión brutal y asesina; y además se impone por medio de la violencia continua y a menudo masiva.
En realidad, esta “democracia” forma parte del ejercicio de la dictadura y le sirve —la dominación del poder política y el monopolio de la fuerza armada y la violencia “legítimas”— de parte de la clase dominante capitalista-imperialista de este sistema. Y lo que constantemente se declara que es el corazón de esta “democracia —“el derecho del pueblo de elegir a sus líderes, mediante las elecciones”— es, en realidad, el “derecho” de elegir cuál sector de esta clase dominante desempeñará el rol principal en imponer esta dictadura y en perseguir los intereses de los capitalistas imperialistas de este país, en su explotación y opresión de literalmente miles de millones de personas por todo el mundo, y en su rivalidad con las clases dominantes de otros países capitalistas imperialistas, como China y Rusia.
Nada de esto representa los intereses de las masas de personas, en Estados Unidos y en el mundo en su conjunto.
Eso es cierto: Ahora se da una situación en que un sector de esta clase dominante, representado por el Partido Republicano, tiene como objeto descartar la “democracia” e instaurar el fascismo — una dictadura capitalista indisimulada, desafiando de forma cruda lo que han sido los “procedimientos normales” de este sistema (tales como la “transferencia pacífica del poder” de un sector de la clase dominante a otro por medio de las elecciones), burlarse del “estado de derecho”, pisotear abiertamente lo que se supone son los derechos básicos, y promover y trabajar agresivamente para imponer la supremacía blanca, la supremacía masculina y otras relaciones opresivas.
Hay que derrotar este fascismo en toda su extensión. Pero, hay que hacerlo sin tratar de preservar la forma “democrática” de este sistema de explotación y opresión mundial — un sistema que ha engendrado este fascismo y que, mediante su “funcionamiento democrático normal”, supone una sistemática brutalidad y violencia con el fin de imponer su dominio. En cambio, hay que derrocar este sistema, por medio de una revolución real, y remplazarlo con un sistema emancipador y radicalmente diferente. Y, como he analizado a fondo en “Algo terrible, o algo verdaderamente emancipador”, esta misma situación —con sus profundas divisiones al interior de la clase dominante, en que el sector fascista viene abandonando y atacando abiertamente a las “normas democráticas” de este sistema, y la sociedad está desgarrándose— éste es uno de los momentos poco comunes en que, incluso en un país poderoso como Estados Unidos, una revolución puede volverse posible (o más posible). Esta situación es precisamente una en la que el resultado podría ser algo terrible, o algo verdaderamente emancipador. Esta situación poco común no se debe desperdiciar, desaprovechar —de dejar la iniciativa en manos de las fuerzas que están impulsando las cosas hacia un resultado terrible—, hay que aprovecharla para trabajar activamente para gestar una revolución emancipadora que es posible y que se necesita con urgencia.
También, de gran importancia en relación con todo esto, es la siguiente verdad profunda — en referencia a la visión panorámica y al plano concreto para un sistema emancipador y radicalmente diferente que contiene la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de mi autoría:
Es un hecho que no existe en ningún otro lugar, en ningún documento de fundación o guía real o propuesto de ningún gobierno, nada que se parezca no sólo a las protecciones sino a las disposiciones para el disentimiento y la efervescencia intelectual y cultural que están encarnadas en esta Constitución, mientras que ésta tiene, en su núcleo sólido, una cimentación en la transformación socialista de la economía, con el objetivo de abolir toda explotación, y la correspondiente transformación de las relaciones sociales e instituciones políticas, para arrancar de raíz toda la opresión, y la promoción, por medio del sistema educativo y en la sociedad en su conjunto, de una orientación que “habrá de capacitar a las personas en buscar la verdad dondequiera que ésta conduzca, con un espíritu de pensamiento crítico y curiosidad científica y de esta manera aprender continuamente acerca del mundo y estar mejor capacitadas para contribuir a cambiarlo en conformidad con los intereses fundamentales de la humanidad”. Todo esto desencadenará y desatará una tremenda fuerza productiva y social de seres humanos con la capacidad e inspiración de trabajar y luchar juntos para satisfacer las necesidades fundamentales de la gente —con transformar la sociedad de manera fundamental y con apoyar y ayudar a la lucha revolucionaria por todo el mundo—, hacia el objetivo final de un mundo comunista, sin toda explotación y opresión, mientras que al mismo tiempo aborde la crisis ambiental y ecológica verdaderamente existencial, con sentido y de manera integral, lo cual es imposible hacer bajo el sistema del capitalismo-imperialismo.
Los fascistas no son “radicales”, son reaccionarios.
Los “grandes” medios de comunicación en Estados Unidos (como la CNN) constantemente se refieren a los seguidores de Donald Trump y a otras personas que obran para instaurar el fascismo, como “radicales”. Pero de radicales no tienen nada en absoluto. “Radical” tiene que ver con la “raíz” —implica ir a la raíz de las cosas— en este caso, ir a la raíz del sistema en este país, el sistema del capitalismo-imperialismo, que está arraigado en el modo de producción capitalista, basado en la explotación despiadada de miles de millones de personas por todo el mundo, incluidos más de 150 millones de niños.
Estos fascistas son defensores fanáticos de este sistema de explotación y opresión. No son radicales sino reaccionarios: Están reaccionando, con una cruel demencia, contra los cambios que han permitido cierto grado de “inclusión” para las personas que, en la historia estadounidense, han estado sometidas a las leyes y las costumbres que las han tratado como algo menos que seres humanos plenos —como inferiores, parias y “fuereños”— entre ellas los negros y otras personas de color; las mujeres; las personas LGBT; y los inmigrantes, especialmente los que provienen de los países no europeos. También dirigen su indignación enloquecida contra otras personas que no son fundamentalistas cristianos blancos, incluidas las personas de diferentes religiones y cantidades crecientes de ateos, agnósticos y otras personas que no son seguidores de las religiones tradicionales.
Es cierto que lo que estos fascistas se proponen es un cambio drástico, en oposición fanática a la “corriente dominante” de la sociedad capitalista “democrática” de hoy. Algunos de estos fascistas quizá hasta utilicen la palabra “revolución”, pero en realidad para nada representan la revolución sino la “restauración” — restaurar los tipos de relaciones de raza y género abiertamente opresivas que existían antes de los años 1960, o incluso la situación que existía antes de la Guerra Civil de 1861-1865, con la esclavitud literal (es por eso que muchos de estos fascistas se la pasan agitando la bandera de la Confederación — la bandera de los dueños de esclavos y supremacistas blancos del Sur). En términos de una revolución real en el mundo de hoy —una revolución para derrocar este sistema de capitalismo-imperialismo y poner fin a la esclavitud y opresión, en toda forma—, estos fascistas se le oponen fanáticamente. Se encuentran firmemente del lado de la contra-revolución.
Los que somos los revolucionarios reales de hoy —los comunistas revolucionarios— somos los verdaderos radicales, en el sentido más acertado y mejor: en nuestro enfoque científico de entender por qué el mundo está hecho un desastre tan tremendo, hemos ido hondo a la raíz de este sistema de explotación y opresión mundial, el capitalismo-imperialismo, y lo hemos identificado como la causa fundamental de las terribles condiciones de las masas de la humanidad y la amenaza a la propia existencia de la humanidad. Sobre esta base, estamos decididos a derrocar y arrancar de raíz este sistema entero, y remplazarlo con el sistema radicalmente diferente, en el camino hacia la emancipación de la humanidad como un todo, lo que se establece en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte.
Modo de producción — modo de pensar: Nos hace falta una revolución completa.
La forma en que la gente piensa —el “modo de pensar” de la gente— en cualquier sociedad dada se configura fundamentalmente por el modo de producción (el sistema económico) que es la base para esa sociedad y su funcionamiento.
Librar la lucha necesaria para transformar el pensar de la gente es crucial, es esencial en el proceso Luchar contra el poder, y transformar al pueblo — para la revolución. En este proceso, el pensar de las masas de personas puede cambiar, incluso de maneras profundas. Pero, siempre que este sistema permanezca en el poder y en vigor, la poderosa influencia de este sistema volverá a transformar el modo de pensar de la gente de acuerdo con el modo de producción que es la base, y establece los términos, para la vida bajo este sistema.
Esa es otra dimensión importante de por qué el objetivo de la lucha contra la explotación y opresión tiene que ser derrocar este sistema y remplazarlo con un sistema emancipador y radicalmente diferente: el socialismo, con el objetivo final de un mundo comunista, donde se eliminará y se arrancará de raíz toda la explotación y opresión, de toda persona, en todas partes.