Sobre lo que pasa en Nepal y lo que está en juego para el movimiento comunista

Cartas del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, al Partido Comunista de Nepal (Maoísta), 2005-2008 (con una respuesta del PCN(M), 2006)

Publicado originalmente en el periódico Revolución Nº 160, 28 de marzo de 2009. revcom.us

Nota de la redacción: Se presentan estas cartas tal como aparecieron originalmente salvo algunas correcciones de ortografía y de gramática y la eliminación de algunas referencias a publicaciones internas del Movimiento Revolucionario Internacionalista.

Sobre lo que pasa en Nepal y lo que está en juego para el movimiento comunista: Cartas del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, al Partido Comunista de Nepal (Maoísta), 2005-2008 (con una respuesta del PCN(M), 2006)

Hoy muchas personas en el mundo se están preguntando cómo evaluar los recientes sucesos respecto a la revolución de Nepal donde, después de diez años de una inspiradora guerra popular dirigida por el Partido Comunista de Nepal (Maoísta) (PCN[M]), esa guerra ha tocado fin, el PCN(M) hoy es el Partido principal en la recién elegida Asamblea Constituyente y el presidente del Partido, Prachanda, es el primer ministro del gobierno. ¿Representa la actual trayectoria en Nepal y el camino que ha tomado el PCN(M) una cosa nueva histórica, una victoria y un adelanto importante en el avance de la revolución comunista en el siglo 21, como han sostenido algunas personas; o, como muchas otras temen, representa un retroceso y traición de las metas de la revolución y de la heroica lucha librada por alcanzarlas y un fuerte distanciamiento de la causa comunista por la que el PCN(M) dice que está luchando?

La respuesta a esta pregunta es de gran importancia y sólo se puede dar analizando profundamente las importantes cuestiones de línea política e ideológica en juego; y es necesario ver esto en el contexto de la encrucijada que enfrenta el movimiento comunista internacional, que se centra en la cuestión fundamental, tal como se plantea en El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos: ser una vanguardia del futuro o un residuo del pasado.

Nuestro Partido prestó atención a todos estos sucesos, de acuerdo a nuestra orientación internacionalista fundamental —cómo entendíamos las responsabilidades de todo comunista de tratar la revolución como un proceso de lucha histórico-mundial que debe tener como objetivo y a la larga alcanzar el comunismo a nivel mundial. Con eso en mente, nos iba alarmando cada vez más el rumbo que seguía la dirección del PCN(M) en sus formulaciones teóricas así como en el respectivo abandono de los objetivos originales de la revolución. Estos desacuerdos trataban: 1) la naturaleza del estado y específicamente la necesidad de establecer un nuevo estado dirigido por el proletariado y su vanguardia comunista en contraposición a una estrategia centrada en la participación en el estado reaccionario (menos la monarquía en el caso de Nepal) y en lo que implica el “perfeccionamiento” de dicho estado; 2) más específicamente, la necesidad de establecer como primer paso al derrocar el viejo orden, un estado de nueva democracia para emprender el desarrollo de la base económica y las respectivas instituciones del país libre de la dominación imperialista y de las relaciones feudales, sobre la base de las nuevas relaciones sociales y de producción generadas en el curso de la guerra popular, en contraposición a establecer una república burguesa que se dedicara a desarrollar el capitalismo y a encontrar un lugar en la red imperialista mundial; 3) el papel dinámico de la teoría y la lucha entre dos líneas (la lucha en el interior de los partidos comunistas y entre los comunistas en general sobre cuestiones de línea política e ideológica) contra el eclecticismo, el pragmatismo y los esfuerzos de apoyarse en la “astucia táctica” y lo que representa la realpolitik burguesa —las maniobras en el marco de la dominación del imperialismo (y otras potencias grandes) y las relaciones de explotación y opresión existentes.

Respecto a cada una de estas tres dimensiones decisivas, la dirección del PCN(M) ha insistido cada vez más en el punto de vista y enfoque equivocados, lo que trágicamente la ha conducido al abandono y la traición de la causa por la que al comienzo luchaba. Ante estos sucesos muy desalentadores, se nos ha presentado la necesidad de llevar a cabo una fuerte lucha contra este camino desastroso y hemos buscado de manera consecuente los mejores y más adecuados medios para dar a conocer nuestras críticas al PCN(M) y a los partidos y organizaciones que conforman el Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI) — para llevar a cabo esta lucha de una manera que en efecto sería de ayuda ideológica y política para la revolución y no ayudaría a los imperialistas y los reaccionarios que son los enemigos a muerte de la emancipación de los oprimidos (y en última instancia de toda la humanidad) y que constantemente pretenden dividir, derrotar y aplastar a las fuerzas de la revolución y el comunismo.

Al abordar esta lucha entre líneas, el PCR en primer lugar ha reconocido que los comunistas de todo el mundo tienen la responsabilidad de aplicar la ciencia del comunismo a los problemas de hacer la revolución en “su propio” país así como también, en las palabras de Lenin, de “apoyar esta lucha, esta y sólo esta línea en todos los países sin excepción”. Es el deber de los comunistas entender lo mejor que puedan las cuestiones cruciales de línea ideológica y política tal como se manifiestan a nivel internacional y hacer todo lo que esté a su alcance para ayudar a la línea comunista revolucionaria a vencer la influencia del revisionismo (la traición del comunismo a nombre del comunismo) en todo país y esforzarse aún más por hacerlo cuando el resultado de la lucha en torno a la línea política e ideológica tenga un efecto tan grande e inmediato en una lucha revolucionaria muy avanzada tal como la que se está dando en Nepal.

Se ha llevado esta lucha entre dos líneas de una manera seria y disciplinada. Mientras que el PCN(M) daba más pasos hacia la destrucción de la revolución que había estado dirigiendo, el PCR, EU, siguió llevando a cabo la lucha en privado, debido al hecho de que el PCN(M) había dejado en claro que favorecía tal enfoque y con el objetivo de limitar los esfuerzos de los imperialistas y otros enemigos de especular acerca de las diferencias en las filas de los comunistas y de crear condiciones más favorables para que el propio PCN(M) debatiera estas cuestiones de línea y tomara claridad mediante lucha. Lamentablemente, la dirección del PCN(M) no respondió en serio ni trató de ninguna manera sustantiva las cuestiones fundamentales en consideración a lo largo de este período sino que decía que el quid del asunto son las tácticas y no los principios básicos y la orientación estratégica de los que las tácticas deben surgir y de los que surgirán. En efecto, han desestimado las críticas sobre estas cuestiones fundamentales dando un mensaje repetidas veces que en sí fue una burda expresión del pragmatismo y empirismo: apreciamos sus inquietudes pero no hay de que preocuparse —pues, confíen en nosotros— hasta ahora hemos tenido éxito, así que han de saber que lo que estamos haciendo debe estar en lo correcto.

No obstante, en la actualidad debido a lo que ha sucedido en el PCN(M) y en particular a que ha acelerado más la degeneración revisionista de su línea, es necesario concluir que ya no es correcta la orientación, aplicada hasta ahora por el PCR, de llevar la lucha únicamente en privado. Consideramos que es necesario en este momento dar a conocer públicamente esta lucha con el fin de capacitar al movimiento revolucionario del mundo y a los que apoyan la revolución y el comunismo (o los que están bregando no sólo con la necesidad sino con la posibilidad de la revolución y el comunismo), para que entiendan de la manera más acertada y completa que sea posible la naturaleza y el desarrollo de esta crucial lucha entre dos líneas.

La situación actual

Hoy, como resultado de las elecciones sostenidas en abril de 2008, el PCN(M) es el partido líder de la recién formada Asamblea Constituyente de Nepal. Los líderes del centro del Partido prometen con mucho bombo ser fieles a la nueva “república democrática federal”, es decir, un estado burgués que se fundó sobre las reaccionarias relaciones de clase de Nepal y que las protege, y a la “comunidad internacional” (léase: los estados imperialistas y reaccionarios como Estados Unidos, Inglaterra, India y China) la colman de palabras tranquilizantes acerca de su intención de mantener a Nepal firmemente empotrado en el sistema imperialista mundial. Se han disuelto los organismos del poder popular forjados en el campo de Nepal mediante la guerra revolucionaria, se han restaurado las viejas fuerzas de la policía, se ha desarmado al Ejército Popular de Liberación (EPL), nunca derrotado en el campo de batalla, y se le ha internado en “acantonamientos” mientras el viejo ejército reaccionario (antes el Ejército Real de Nepal, ahora el Ejército de Nepal) que antes temía hacer recorridos fuera de sus cuarteles salvo en grandes convoyes fuertemente armados, tiene la libertad de hacer patrullas en todo el país — con el aval del ministro de Defensa miembro del PCN(M). La descarada renuncia a los principios comunistas de parte del PCN(M) —tal como la necesidad de destrozar el viejo estado burgués y establecer el nuevo poder proletario, la dictadura del proletariado y el objetivo concreto del propio comunismo de hacer una ruptura radical con toda relación e idea tradicional en palabras y en hechos— ha sorprendido a mucha gente dentro y fuera de Nepal. En el propio PCN(M) mucha gente se ha reculado frente a estas muestras abiertas del revisionismo — en que se usan algunas consignas y lenguaje comunistas para embellecer lo que es en esencia una concepción del mundo y programa político del capitalismo. Fuera de Nepal, los revisionistas de todo el mundo, muy pocos quienes anteriormente apoyaron la guerra popular, están muy entusiasmados frente a la marcha de los acontecimientos y escriben artículo tras artículo con elogios al PCN(M) y la línea que está aplicando hoy. Por otra parte, los últimos sucesos en Nepal han venido frustrando y desalentando cada vez más a los que habían apoyado la guerra popular con la esperanza de que anunciara un nuevo orden social y sirviera al avance de la revolución mundial.

Aunque surgió oposición dentro del PCN(M), lamentablemente ha quedado cada vez más claro, sobre todo después de la Convención Nacional de noviembre de 2008 (que trataremos abajo), que las principales fuerzas de oposición en el interior del PCN(M) molestas por el abandono de la revolución en sí no han logrado elaborar una crítica coherente de la línea revisionista y por eso se están engañando a sí mismos y al menos objetivamente están engañando a otros acerca del programa concreto y la naturaleza del PCN(M), un partido encaminado de hecho al abandono total de la causa del comunismo, a la vez (al menos por un tiempo) que lo defiende sólo de nombre.

El viraje hacia el revisionismo, sus raíces e implicaciones

De hecho, la fruta amarga que vemos hoy en Nepal no es un acto imprevisto de traición de parte de unos cuantos líderes del Partido —es el resultado lógico y previsible de un proceso que ha venido naciendo en el interior del PCN(M) en el curso de varios años, un proceso en que una línea revisionista en torno a una serie de cuestiones reemplazó a la línea comunista revolucionaria que había conducido al inicio y al avance de la guerra popular (sean cuales fueran las debilidades y deficiencias en cuestión). Por “línea” nos referimos al punto de vista y la orientación, la concepción estratégica y el método que guían la actividad política en una u otra dirección. Se dio el viraje decisivo en octubre de 2005 cuando “se resolvió” de forma revisionista una fuerte lucha en el Partido, tal como discutiremos abajo. Esta experiencia general ilustra de nuevo cuán previsor era Mao Tsetung cuando señaló que la línea política e ideológica lo decide todo. Dijo:

Se derrumbará quien siga una línea incorrecta, aun cuando controle la dirección de las autoridades centrales, de las autoridades locales y del ejército. Quien siga una línea correcta llegará a tener soldados aunque ahora no tenga ninguno y conquistará el poder político aunque no lo tenga ahora. De esto habla la experiencia histórica tanto de nuestro partido como del movimiento comunista internacional desde los tiempos de Marx… El quid del problema reside en la línea. Esta es una verdad infalible.

Cuando la lucha entre líneas brotó por primera vez en el PCN(M), trató lo que tal vez parecían para mucha gente cuestiones abstractas de democracia y de la experiencia de la revolución socialista, y muchos comunistas de Nepal y del resto del mundo no captaron las implicaciones de vida o muerte de estas cuestiones para el rumbo y el futuro de la revolución. Pero las cuestiones en juego en la lucha ideológica en torno a la revolución de Nepal tratan en lo fundamental y en última instancia de si luchar por un mundo comunista o “hacer lo mejor que se pueda” en el actual mundo dominado por el imperialismo; aceptar la idea de que la sociedad se organiza, y se organizará por un tiempo indefinido, sobre una base capitalista, o luchar por derrocar ese sistema y construir un tipo completamente diferente de sociedad sin clases ni explotación. No es sorprendente que los propios términos de la lucha en Nepal no se expresaran así de manera abierta y menos aún en las etapas iniciales de la lucha. Aunque unos cuantos líderes del PCN(M), sobre todo Baburam Bhattarai, han proclamado fuertemente su lealtad a la “democracia” —o sea, la democracia burguesa al estilo occidental— y han planteado un veredicto negativo acerca de la primera ola de la revolución proletaria, la mayoría de los otros líderes del centro del Partido también proclamaron fuertemente su apoyo a los objetivos de establecer la nueva democracia, el socialismo y el comunismo a la vez que insistían que limitar la lucha a una lucha por una república “de transición” (léase “burguesa”) era solamente una “táctica”. De hecho, en general los líderes del PCN(M) constantemente han pretendido centrar el debate en la cuestión de “tácticas”, como si la cuestión fundamental fuera cómo obtener una “república democrática federal” y no qué tipo de estado, y más a fondo qué tipo de sistema social, era necesario en Nepal y en el mundo.

En sus cartas, el PCR, EU, no puso en primer plano las cuestiones tácticas específicas en consideración, sino las cuestiones generales de línea y rumbo general, a la vez que escuchaba y examinaba constantemente los argumentos del PCN(M) sobre la manera en que sus tácticas, en las condiciones concretas de ese país, podrían propiciar una solución revolucionaria a los fuertes problemas que la revolución enfrentaba. No se trata de que las cuestiones de un cese al fuego, las negociaciones e incluso la participación en las elecciones de la Asamblea Constituyente no tengan importancia; la cuestión crucial era que no se podía examinar y valorar si fueran correctas o incorrectas tales tácticas aparte del marco fundamental de lo que el Partido pretendía lograr y qué concepción y orientación guiaban sus acciones. Los que se opusieron al rumbo que el Partido seguía pero que tomaron como arena principal las cuestiones tácticas, tal como la dirección del PCN(M) insistía en hacer, se quedaron paralizados sin la capacidad de elaborar una clara crítica de la línea del Partido y presos de confusión y desorganización frente a cada vuelta o revuelta siguiente de la situación política de Nepal o a la última maniobra política de la dirección del Partido.

Para reconocer los peligros que enfrentaba la revolución de Nepal, era necesario estudiar con detenimiento y seriedad las cuestiones en juego a medida que la situación se desenvolvía —tener la capacidad de aplicar la concepción y el método del comunismo para penetrar debajo de los fenómenos superficiales a fin de entender las cuestiones fundamentales en juego. Inclusive hoy, cuando tal vez parezca más fácil —al menos para los que han conservado una orientación revolucionaria— discernir el desenlace no revolucionario del rumbo del PCN(M) durante los últimos años, el que se contente desestimando así no más las acciones del Partido sin examinar en serio los argumentos políticos para justificar y racionalizar esas acciones correrá el peligro de caer en una trampa similar pero con nueva apariencia. Por esas razones y no mera ni principalmente por tratarse de tener un registro histórico de ello, es necesario que todos los que se interesan por los problemas de hacer la revolución examinen el importante intercambio entre el PCR, EU, y el PCN(M).

Brota la lucha

¿Cómo estuvo la situación en 2005 cuando brotó de lleno por primera vez la lucha entre líneas? Las fuerzas lideradas por el PCN(M) habían liberado a casi todo el campo de Nepal y habían avanzado al momento en que en los frentes militar y político, empezaba a vislumbrarse la perspectiva de una victoria nacional. Ante eso, el monarca reinante, el rey Gyanendra, centralizó el poder político en sus manos, disolvió el parlamento y suprimió a los partidos parlamentarios tradicionales en plan de unificar a la fuerza a las clases dominantes en conjunto de Nepal con la finalidad de aplastar a la guerra popular. El Ejército Real de Nepal al mando del rey contó con el respaldo de Estados Unidos, India, China, Inglaterra y otros estados reaccionarios. En el campo de batalla se libraron férreos combates con resultados mixtos: el Ejército Popular de Liberación (EPL) ganó algunas batallas, pero en otros casos el Ejército Real de Nepal pudo soportar ataques de gran escala y el EPL tuvo que batirse en retirada con importantes bajas. Se palpaba mediante hechos contundentes la cuestión de quién triunfaría: el viejo estado representado por el rey o el nuevo estado que se forjaba en las zonas liberadas de Nepal. A medida que se perfilaban posibles “desenlaces finales”, asumió una importancia especial la cuestión de qué harían las clases intermedias de Nepal, sobre todo las clases medias urbanas del valle de Katmandú.

No es sorprendente que la lucha política y militar en el terreno contribuyera a agudizar la lucha ideológica y teórica en el interior del propio Partido. ¿Qué tipo de sistema estatal pondría en el poder la revolución una vez derrotado el poder del rey? ¿En qué aspectos sería similar y en qué aspectos sería distinto a los estados socialistas del siglo 20, la Unión Soviética bajo Lenin y Stalin y la República Popular China bajo Mao? ¿Qué tipo de democracia se practicaría en tal sistema? ¿Qué papel tendrían los partidos políticos y las elecciones? ¿Qué tipo de transformaciones sociales y económicas se llevarían a cabo y con cuáles medios? ¿Cómo sería la relación entre un gobierno revolucionario del pueblo en Nepal y los estados imperialistas y reaccionarios? ¿Cómo serviría un Nepal revolucionario a la revolución mundial —o lo haría?

En febrero de 2004, salió un artículo en el número 9 del órgano en lengua inglesa del PCN(M), The Worker, titulado “El problema de construir un estado de nuevo tipo” (en adelante “Nuevo estado”), escrito por Baburam Bhattarai. “Nuevo estado” planteó varios argumentos sobre la democracia y la dictadura y qué relación tenían con la lucha en Nepal que, dijo el PCR, “…de aplicarse, no llevarían a establecer una dictadura proletaria, o en caso de establecerse, llevarían a abandonarla”. En el momento de la publicación de ese artículo, también había señales de una lucha interna entre Bhattarai y unos cuantos más agrupados a su alrededor, de un lado, y del otro, la dirección central del Partido liderada por el presidente Prachanda. El PCR, alarmado por las posiciones planteadas en “Nuevo estado” pero también con esperanzas de que la lucha interna del partido pudiera servir de mecanismo para que el PCN(M) reafirmara y clarificara su concepción de los objetivos de la lucha, llamó al PCN(M) a “dejar de lado los aspectos de su anterior concepción y línea política que van contra la orientación principalmente correcta” que había caracterizado la línea y la dirección del PCN(M) hasta ese momento y que la había capacitado para liderar avances inspiradores y cruciales.

Básicamente “Nuevo estado” puso la ampliación de la democracia formal (incluidas las elecciones con la contienda de los partidos políticos) al centro de la transición socialista y como una especie de supuesta “garantía” para impedir la restauración capitalista y planteó que al llegar al socialismo, se podría disolver el ejército regular y reemplazarlo con milicias, y en general sostenía que el modelo de la Comuna de París con elecciones directas y la remoción de funcionarios públicos era un modelo más positivo que la experiencia de la dictadura del proletariado en la Unión Soviética y China.

La carta de octubre de 2005 del PCR, EU, cuestiona los puntos de vista expresados en “Nuevo estado” y su promoción de la democracia formal como la clave para un nuevo poder estatal. Citando a Bob Avakian, señaló:

En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, hablar de la “democracia” sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia no tiene sentido o tiene implicaciones peores. Mientras exista la sociedad dividida en clases no puede haber “democracia para todos”: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá y promoverá el tipo de democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar: ¿qué clase dominará y si su gobierno, y sistema de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a estas, o lleva a abolirlas?

Por supuesto, las cartas del PCR no podían analizar a fondo la dinámica de la transición socialista, y en lugar de eso hicieron referencia a las obras de Bob Avakian que han examinado estas cuestiones muy a fondo y que han generado una nueva concepción radical del comunismo que ha abordado muchas de las debilidades de la primera ola de la revolución proletaria mundial. Pero se señaló enérgicamente que era un error serio creer que la cuestión más esencial de la transición socialista fuera la democracia formal (y su expresión en las elecciones, la contienda de partidos, y cosas por el estilo) y que eso fortalecería tendencias hacia el abandono de la dictadura del proletariado. Los argumentos planteados en “Nuevo estado”, que llegaron a caracterizar el enfoque general del PCN(M), negaron la necesidad de un estado proletario poderoso que permitiría que las masas de hecho transformaran el mundo —y se transformaran a sí mismas— como parte de la batalla mayor de derrocar el imperialismo por todo el mundo, arrancar de raíz y erradicar toda relación de explotación y opresión y emancipar a toda la humanidad.

La primera carta del PCR sacó la conclusión muy correcta e importante: “En el mejor de los casos, ‘Nuevo estado’ describe la dictadura proletaria como ‘un mal necesario’”. Inevitablemente se planteó el interrogante: ¿con semejante enfoque, sería posible en los hechos que el PCN(M) librara la batalla ardua a contracorriente que se requiere para destrozar el viejo estado, deshacerse de la dominación milenaria de la sociedad por parte de las clases explotadoras y establecer el dominio proletario, con todos los duros sacrificios que eso entraña?

El Manifiesto del PCR, EU, El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, publicado en septiembre de 2008, analiza que, si bien han surgido dos tendencias opuestas en el Movimiento Comunista Internacional (MCI) —“de aferrarse de manera religiosa a toda la anterior experiencia y a la teoría y el método asociados con ella o (en esencia, si no de palabra) abandonarlo todo”—, al mismo tiempo “lo que estas tendencias ‘contrapuestas’ erróneas tienen en común es que están enmarañadas en una u otra clase de modelo del pasado (aunque varíen los modelos específicos) y se guarecen en estos: o se aferran de manera dogmática a la anterior experiencia de la primera etapa de la revolución comunista —o, más bien, a un análisis incompleto, parcial y fundamentalmente erróneo de ella— o se guarecen en la anterior época de las revoluciones burguesas y sus principios: vuelven a lo que son en esencia teorías de democracia (burguesa) del siglo 18, disfrazadas o a nombre del ‘comunismo del siglo 21’, lo que en efecto equipara este ‘comunismo del siglo 21’ con una democracia que es supuestamente ‘pura’ o está ‘por encima de las clases’ —una democracia que en realidad, mientras que existan las clases, sólo puede ser la democracia burguesa y la dictadura burguesa”[1].

La revocación de las revoluciones en la Unión Soviética (a mediados de la década de los 50) y en China (20 años más tarde), si se le entiende correctamente, no debe ser una justificación para este tipo de retirada hacia el pasado, de una forma u otra, y no lo justifica. Como argumentó la carta del PCR de octubre de 2005:

Es muy cierto que la propia existencia del estado proletario, un partido proletario de vanguardia, un ejército permanente, etc., se pueden transformar en su opuesto: en un estado de la burguesía que oprime a las masas populares. Lo mismo se puede decir acerca de la misma revolución: no hay ninguna garantía de que avance continuamente hacia el comunismo. Se puede abortar una revolución, y desafortunadamente muchas se han abortado o se han convertido en su contrario. Pero eso no es ninguna justificación para no hacer una revolución. El que un estado siga avanzando hacia el objetivo final del comunismo y a su propia extinción depende de si (y cómo) ese estado lucha por transformar todas las condiciones ideológicas y materiales objetivas que hacen que la existencia del estado siga siendo necesaria. No hay ninguna solución fácil de este problema. Apoyarse en las instituciones y la práctica de la democracia formal no resolverá el problema y no eliminará las contradicciones que hacen que la dictadura del proletariado sea absolutamente necesaria; sólo fortalecerá a las fuerzas quienes buscan derrocar y eliminar la dictadura del proletariado y quienes pueden obtener fuerzas en este proceso a partir de las desigualdades que quedan en la sociedad socialista y a partir de la existencia de los gobiernos reaccionarios e imperialistas, que por algún tiempo probablemente estarán en una posición de “cercar” a los estados socialistas que nacen mediante la lucha revolucionaria. Abolir o minar el monopolio de poder político y, sí del poderío armado, del proletariado, y su dirección de vanguardia, de la forma en que se logre, tal como celebrar elecciones generales en que se ponga a decidir el partido de vanguardia y su papel, causará, por todas las razones mencionadas, la pérdida del poder estatal del proletariado y la restauración del poder estatal reaccionario, con todo lo que ello encierre.

La resolución de la lucha de dos líneas e “integrar” dos en uno

Desafortunadamente, la lucha entre dos líneas en el PCN(M) se resolvió sobre bases muy negativas en la reunión del Comité Central de octubre de 2005, cuando apenas venía llegando la carta del PCR. Lejos de repudiar los argumentos del artículo “Nuevo estado” de Bhattarai, el Comité Central los adoptó en lo principal. Un Comunicado del Comité Central del PCN(M) descartó las diferencias de línea en el Partido diciendo que más bien eran un “malentendido”. El Partido adoptó el plan para una “república de transición”, con la condición de que sólo era una “táctica” y que el Partido seguía fiel a sus metas de largo plazo de la revolución de nueva democracia, el socialismo y el comunismo. Sobre esa base, incorporaron a Bhattarai a la dirección de nuevo. Alabaron este método de unir dos opiniones contradictorias como gran logro y lo defendieron como modelo a seguir para todo el movimiento comunista internacional.

Esta forma particular del revisionismo —el eclecticismo o el intento de conciliar contrarios irreconciliables, de combinar el marxismo (de palabra) con el revisionismo en esencia— había sido un problema desde hace tiempo en el pensamiento de los líderes del PCN(M) pero a partir de la “lucha interna del Partido” de 2005 se consagró y se defendió como principio. Esta línea y orientación política fue la que dirigió el PCN(M) durante el siguiente período turbulento de lucha de clases en Nepal.

El PCN(M) contesta al PCREU en la práctica y en la teoría

La dirección del PCN(M) no contestó la carta del PCR de octubre de 2005 sino hasta julio de 2006. Pero aún antes de darse una respuesta en el campo de la teoría a los argumentos planteados, se manifestaron en grande las consecuencias prácticas de la línea del PCN(M).

Una tesis clave de la reunión del Comité Central del PCN(M) que adoptó las posiciones centrales de “Nuevo estado” fue la noción de que la meta inmediata en Nepal no es la revolución de nueva democracia —la forma de la dictadura del proletariado que corresponde a las naciones oprimidas, la forma que descubrió y puso en práctica por primera vez Mao Tsetung— sino una “república de transición”. La carta del PCN(M) de julio de 2006 explica su pensamiento:

“[N]uestro partido ha analizado que la república democrática no es ni una república parlamentaria burguesa ni directamente una república de nueva democracia. Esta república, con una amplia reorganización del poder estatal para resolver los problemas de clase, nacionalidad, región y género prevalecientes, jugaría el papel de república pluripartidista de transición. Las clases reaccionarias y sus partidos tratarán de transformar esta república en una república parlamentaria burguesa, pero nuestro partido de la clase proletaria tratará de transformarla en una república de nueva democracia”

Como explican las cartas de PCR más a fondo de lo que se puede hacer aquí, ese concepto de “república de transición” y la noción subyacente de que ésta sea un tipo de aparato neutral que se puede transformar en estado burgués o en estado proletario niegan una verdad básica del marxismo la que no es una especie de dogma anquilosado sino una verdad que se ha corroborado una y otra y otra vez por medio del resumen científico de la experiencia amplia, profunda y repetidamente aguda en la sociedad de clases durante siglos: no hay estado que no sea en lo fundamental un instrumento del dominio de una clase u otra. ¿A cuál clase servirán el ejército y los otros instrumentos de poder institucionalizados en esa “república de transición”? ¿Servirán a las masas en su lucha para arrancar las raíces de su opresión y luchar por hacer avanzar la revolución mundial, o las manejarán las clases reaccionarias al servicio de sus intereses y para imponerlos? Las cartas del PCR hacen hincapié en la naturaleza de clase del estado y señalan, desde muchos ángulos, que en el mundo de hoy todo estado tendrá un carácter de clase e impondrá los intereses de una clase definida: los del proletariado o los de una clase reaccionaria (o alguna combinación de clases reaccionarias). Por ende, las cartas analizan y refutan el argumento del PCN(M) de que la existencia de la monarquía convierte a Nepal en un caso excepcional y justifica no sólo formar un frente unido contra la monarquía sino unir las fuerzas antimonarquistas en la “república de transición” y “reestructurar el estado” en lo que viene siendo toda una etapa separada de la nueva democracia y previa a ella.

Una vez que el PCN(M) decidió aceptar la posición de “Nuevo estado” y la meta de una “república de transición”, no sorprende que esta orientación y entrega de su parte llegara a ser un factor importante en la política de Nepal. Se hizo una serie de acuerdos con los partidos políticos reaccionarios que quedaron excluidos del poder cuando el rey Gyanendra disolvió el parlamento el 1º de febrero de 2005. El PCR, EU, ha dejado claro que su orientación y la sustancia de su crítica nada tienen que ver con un enfoque infantil que rechaza todo acuerdo con partidos políticos incluso reaccionarios para lograr objetivos específicos, por ejemplo en oposición a la monarquía. Sin embargo en el caso del PCN(M), dichos acuerdos sustentaron las tesis que los líderes estaban adoptando acerca de la “república de transición” y cuestiones relacionadas y las reflejaron. En otras palabras, los acuerdos con los partidos reaccionarios se basaban en la renuncia a objetivos y principios comunistas, expresada especialmente en aceptar como meta de la lucha una “república democrática” (burguesa), la cual correspondería de hecho a toda una etapa, separada de la nueva democracia.

En el contexto de esos acuerdos políticos —y del desarrollo de una amplia oposición a la denegación por parte del rey de los derechos democráticos, junto con los avances de la guerra popular centrada en el campo, en abril de 2006 surgió un enorme movimiento popular contra la monarquía en los centros urbanos de Nepal. Participaron no solamente el proletariado y los sectores urbanos pobres sino también grandes cantidades de estudiantes, intelectuales, tenderos y otros elementos de clase media en general en las ciudades. Al movimiento también lo apoyaron y lo trataron de dirigir los principales partidos parlamentarios políticos, como el revisionista Partido Comunista de Nepal (Marxista-Leninista), comunista sólo en nombre, que había sido un enemigo virulento de la guerra popular, y el Partido del Congreso Nepalés, que tiene conexiones profundas con la clase dominante de la India y que ha sido históricamente el partido político de la burguesía compradora de Nepal (un sector de la burguesía del país atado al imperialismo y a las potencias extranjeras y que les sirve). Ante las movilizaciones masivas en las regiones urbanas, en particular en la capital, Katmandú, en la estela de la poderosa guerra popular, las clases dominantes de Nepal y sus amos extranjeros en Estados Unidos, la India y otras partes, decidieron que era necesario abandonar la política de contar con la monarquía absoluta para restaurar el orden. Se acordó un cese al fuego y se entablaron negociaciones entre los partidos parlamentarios y el PCN(M) que en noviembre de 2006 culminaron en el Acuerdo de Paz Global, el cual creó un gobierno interino con la participación del PCN(M), restringió a acantonamientos al Ejército Popular de Liberación (EPL) y estableció las reglas de los comicios para una Asamblea Constituyente encargada de redactar una nueva constitución del país.

Claramente el estallido del movimiento popular urbano y el fin de la monarquía absoluta crearon nuevas condiciones importantes para la lucha revolucionaria en Nepal, y ciertamente era necesario que los comunistas las tomaran en cuenta, que hicieran los ajustes correspondientes en sus tácticas y políticas y que se empeñaran a ganarse a los sectores urbanos vacilantes que se alzaron contra el rey pero se hacían ilusiones de que un “regreso a la democracia” resolviera los problemas del país.

En ese contexto de la caída de la monarquía absoluta la dirección del PCN(M) finalmente contestó al PCR, EU, en una carta con fecha 1º de julio de 2006. La respuesta del PCN(M) descartó con indignación los argumentos del PCR como una mera repetición del “abecé del marxismo”. Es cierto que el entendimiento correcto de la naturaleza de clase del estado es un “abecé del marxismo”, es decir, es una verdad fundamental la cual han comprobado el análisis científico y la síntesis de una experiencia vasta y tantas veces amarga, con consecuencias trágicas cuando se descartan esa verdad. Visto así, se plantea agudamente la pregunta: Aunque fuera cierto —y no lo era— que las críticas del PCR al PCN(M) simplemente repetían el “abecé” del marxismo sobre la naturaleza básica del estado entre otras cosas, ¿eso justificaría abandonar dichos principios básicos (el “abecé”), como lo ha hecho el PCN(M)?

En su respuesta, el PCN(M) trata de esquivar esa crítica asegurando que por supuesto está de acuerdo con el PCR en que “estratégicamente” son las relaciones de clase las que determinan la naturaleza del estado, pero luego afirma que su demanda de una república de transición de hecho es sólo una “consigna táctica”. Pero este argumento sólo sirve para delatarse a uno mismo y agravar el problema. De la noche a la mañana la meta de la lucha ya no es destrozar el viejo estado reaccionario comprador-burgués avalado por el imperialismo y establecer un gobierno de nueva democracia bajo la dirección del proletariado, sino conformarse con algún tipo de república democrática que supuestamente no tiene carácter de clase definido, un estado al cual tratarán de aprovechar tanto la burguesía como el proletariado por igual. Pero con eclecticismo clásico, se argumenta que por tratarse de una simple “táctica”, ¡no le ha arrancado el corazón a la tesis marxista sobre el estado! Los acontecimientos desde el 2005 demuestran con claridad que la concepción ecléctica y confusa sobre el estado que subyace a esa consigna (“república de transición”) abarca mucho más que las meras “tácticas”; de ahí no es de sorprenderse que unos años más tarde hayan salido artículos en Red Star (Estrella Roja, el periódico quincenal en línea que presenta las opiniones del PCN[M] en inglés) que afirman que el estado actual de Nepal es una “dictadura conjunta tanto del proletariado como de la clase burguesa” (Red Star 15, “La caída de la dinastía de Koirala”). A eso lo alaban como una gran innovación teórica. Pero en realidad no tiene nada de grandioso, ni de innovador, un estado basado en la vieja sociedad, con nuevos rostros en los puestos altos que alegan que pueden utilizar ese estado para satisfacer las necesidades del “pueblo”. De hecho, ese concepto de un estado que está por encima de las divisiones de clase en la sociedad es el mismo engaño con que las clases explotadoras siempre tratan de ocultar su dominio. Además, en el movimiento comunista el abandono de la dictadura del proletariado y la defensa de un “estado de todo el pueblo” siempre ha sido un distintivo del revisionismo. Al igual que este tipo de actividades revisionistas en el pasado, los esfuerzos actuales en Nepal para aplicar semejantes conceptos y las tácticas que los acompañan, solo pueden llevar a cada vez más reveses para la causa revolucionaria, desarmar a las fuerzas revolucionarias y a las masas tanto en el frente ideológico como en otros frentes y encaminarlas hacia el desastre. La verdad fundamental que las “tácticas” erróneamente concebidas no pueden cambiar ni esquivar es que sólo se puede establecer el dominio proletario destrozando y desmantelando el viejo estado reaccionario, no “perfeccionándolo” ni “reestructurándolo”; y los intereses de las masas populares sólo se servirán arrancando las raíces de la sociedad de clases mientras que el dominio y los intereses de los imperialistas y otros reaccionarios sólo se persistirán y se servirán fortaleciendo esas mismas raíces de explotación y opresión.

En marzo de 2008 la segunda carta importante del PCR, EU, contestó los argumentos del PCN(M) y ahondó en muchos de los temas de la carta previa del PCR (de octubre de 2005) en el contexto de la situación política cambiante de Nepal. Tras todo un proceso de maniobras e intentos de llevar a cabo los acuerdos entre el PCN(M) y los otros partidos políticos, por fin se programaron para abril las elecciones para la Asamblea Constituyente en Nepal. De una cuestión de principio y teoría básicos, como la era en 2005, la “república de transición” se había convertido en una cuestión práctica inmediata, ya que todo el país se preparaba para acudir a las urnas en abril de 2008 para elegir la Asamblea Constituyente.

La carta del PCR de marzo de 2008 examina el llamamiento del PCN(M) a “reestructurar el estado” y sostiene que eso representa lo mismo que “perfeccionar la maquinaria estatal existente”, que en realidad sirve a las clases reaccionarias, en vez de hacer añicos el estado reaccionario (en la formulación de Marx). El argumento del PCR sobre este punto crucial menciona varios ejemplos históricos —las revoluciones democráticas burguesas de Europa en el siglo 18 y 19 y las revoluciones (o cambios de régimen) en el siglo 20 en Rusia, Irán, España y otros países— para demostrar que una y otra vez las luchas revolucionarias no han alcanzado a liberar a los oprimidos por haberse conformado con quitarle a la maquinaria estatal los aspectos obsoletos, como una monarquía, que ya no correspondían al desarrollo histórico —y/o a las necesidades del momento de las clases reaccionarias de entonces—, en vez de destrozar esa maquinaria por completo y dejar el campo libre para establecer el dominio de los anteriormente explotados y oprimidos en la vieja sociedad.

De ahí esa carta del PCR examina por qué países como Nepal, que por necesidad deben llevar a cabo la lucha antifeudal (que en Nepal específicamente sí incluía unir a amplias fuerzas contra la monarquía), requerirán una forma de revolución de “dos etapas” y por qué no se debe permitir que las fuerzas burguesas dirijan la primera etapa —que corresponde a la realización de tareas democrático-burguesas como derrocar el feudalismo (y, de nuevo, en el caso de Nepal, abolir la monarquía)— ni que resulte en el establecimiento de una república capitalista-burguesa (sin importar como se disfrace o se nombre), sino que al contrario, los comunistas tienen que dirigir esta etapa al servicio de los intereses fundamentales del proletariado y debe resultar en el establecimiento de un estado de nueva democracia, construido conscientemente como parte de la revolución proletaria mundial. En Nepal las formas feudales de explotación y opresión están entretejidas en el capitalismo que se ha desarrollado bajo la égida del sistema imperialista mundial y por ende no puede haber democracia del tipo capitalista sin el “hedor al feudalismo”. Por lo tanto, sin una revolución de nueva democracia, las soluciones “a medias” no liberarán al país y a las masas populares de la dominación extranjera ni de la subordinación continua dentro de la red internacional de relaciones imperialistas, con todas sus consecuencias terribles; es más, seguirán existiendo importantes aspectos del feudalismo, en la realidad y a pesar de las afirmaciones o intenciones de uno. Asimismo, los logros que se alcancen a hacer para perfeccionar la maquinaria estatal reaccionaria sólo llevarán a plasmar la república burguesa en toda su plenitud, que Lenin describió como el “armazón más adecuado” para el crecimiento del capitalismo.

Aquí cabe repetir el principio fundamental —sí, un “abecé” del marxismo, y pasarlo por alto resulta desastroso, como se ha comprobado repetidamente— de que no es posible librarse de las garras de las clases reaccionarias y abolir la explotación y opresión por medios graduales o un enfoque gradualista, sino solamente mediante una ruptura radical que derroque y destruya los viejos órganos del poder político que servían a la vieja sociedad y que establezca los órganos radicalmente nuevos del dominio político que sirvan a la transformación radical de toda esfera de la sociedad y hagan avanzar dicha transformación, como parte de la revolución proletaria mundial en general.

Como afirma la carta del PCR de marzo de 2008:

Uno de los problemas políticos centrales que planteamos en nuestro debate con el PCN(M) fue si la etapa actual de la lucha es para el establecimiento de una república de Nueva Democracia, es decir, la forma de la dictadura del proletariado apropiada en las condiciones de Nepal, o si la revolución debe “pasar por” el proceso de consolidar una república democrático-burguesa. Este problema que debatíamos en teoría, se ha vuelto un problema de carne y hueso durante los últimos dos años. Dos estados habían surgido en el curso de la guerra popular de diez años: el viejo estado reaccionario burocrático-comprador-capitalista-feudal dirigido por la monarquía en alianza con el imperialismo, y el embrionario estado de nueva democracia que surgía en el campo con base en la fuerza del Ejército Popular de Liberación (EPL). El problema objetivo que enfrenta Nepal es cuál de estos dos estados saldrá triunfante y será consolidado a nivel nacional y cuál de ellos será derrotado. La gran tragedia es que la línea política y las ideas confusas de los camaradas del PCN(M) en una medida importante han ilegitimado el estado que había surgido en el campo y han vuelto a legitimar la dictadura de las clases reaccionarias ligadas al sistema imperialista mundial….

En realidad, la guerra popular ya había logrado avances concretos en la transformación de las relaciones sociales y económicas en las zonas liberadas, a base del poder político rojo que se estableció allí. Dichos cambios demuestran en la práctica que solamente por medio de la eliminación del viejo poder estatal mediante una revolución de nueva democracia se puede llevar a cabo las tareas democrático-burguesas básicas, como eliminar el sistema de castas, dar un auténtico salto para arrancar de raíz la desigualdad y opresión que viven las mujeres y las nacionalidades minoritarias, repartir “la tierra a quien la trabaja” y obtener una verdadera independencia nacional de la dominación imperialista.

Este último punto es crucial: sin un ejército popular y sin un estado de nueva democracia encabezado por el proletariado, será imposible zafarse de las garras de la dominación imperialista. Como señala la carta del PCR del 8 de noviembre de 2008:

Vez tras vez hemos visto en los países oprimidos que no existe ninguna separación entre lograr la emancipación social de las masas y luchar contra el imperialismo…. Justamente por ser un sistema mundial el imperialismo, que penetra cada vez más profundamente todos los aspectos de la estructura social y económica, es imposible que haya transformación social significativa sin una ruptura radical con el imperialismo….

¿La Suiza del sur de Asia, o base de apoyo de la revolución?

La carta del PCR de noviembre de 2008 presenta un argumento agudo contra el camino que el PCN(M) está siguiendo, lo que se concentra en su promesa de hacer de Nepal la “Suiza del sur de Asia” — una promesa prominente en la campaña electoral del Partido anteriormente ese año. Primero, esta promesa se basa en la ilusión de que se pueden resolver los problemas de Nepal integrándose más en el sistema imperialista mundial (un aspecto importante de esta promesa es hacer de Nepal el “eje de comercio” entre China e India), en lugar de que Nepal se zafe del sistema en que ha sufrido generaciones de dominación y distorsión de la economía y la sociedad en general conforme a los intereses y dictados de los imperialistas y otros explotadores. Y esta es una ilusión que rápidamente se está esfumando en la actual crisis económica global, en que Nepal está viviendo fuertes aumentos de los precios de las necesidades básicas como energéticos y granos. Aún más a fondo, en primer lugar ¿qué tiene que ver esta visión con el comunismo? La Suiza es un pequeño país imperialista que se ubica cerca de la cima de la cadena alimenticia imperialista que se beneficia del saqueo global de este sistema parásito. ¿Es esta la visión que debería inspirar a los comunistas — o no debería ser en cambio la visión a que Bob Avakian, el presidente del PCR, EU, ha prestado tanta atención: la de ser “emancipadores de la humanidad”?

Para repetir, las bases de apoyo en la guerra popular de Nepal habían demostrado vívidamente algunas de las transformaciones revolucionarias que las mases eran capaces de llevar a cabo una vez que tenían el poder en sus propias manos. Imagínese cómo la formación de un estado revolucionario, incluso en un país relativamente pequeño y pobre como Nepal, podría contribuir a romper con la idea exageradamente sostenida de que no haya ninguna alternativa en el mundo actual a la democracia burguesa al servicio del capitalismo e imperialismo.

El PCN(M) se metió de lleno en la campaña electoral, y en oposición a las expectativas de casi todos los observadores, el PCR incluido, salió de las elecciones como partido líder. En medio de la euforia por esta victoria, el PCN(M) se puso a la cabeza de un gobierno de coalición con varios otros partidos parlamentarios importantes.

Como consta más arriba, esto no representó un paso hacia la liberación sino un paso para distanciarse de ella, porque de hecho estas elecciones constituyeron un medio poderoso para darle una nueva legitimidad al viejo estado reaccionario que el proceso general de la Asamblea Constituyente no destrozó ni derrocó sino que solamente perfeccionó. En el sentido más amplio, la afirmación del PCN(M) de que estaba usando el estado existente en Nepal, despojado de sus rasgos monárquicos, como un trampolín hacia la liberación es una ilusión peligrosa. Como se ha recalcado repetidamente —y es necesario recalcarlo muchísimas veces más dada la gran medida en que es una fuente de ilusiones mortíferas—, el estado reaccionario no es un instrumento por encima de las clases que puede servir al proletariado o a la burguesía por igual, que simplemente depende de quién lo tenga en las manos. El estado no es lo mismo que el gobierno ni en particular los parlamentos —los que, como observó Lenin directamente, es posible disolver fácilmente si el núcleo de la clase dominante determina que obedezca a sus intereses. El estado, al contrario, es una maquinaria integrada y evolucionada históricamente de poder militar y burocrático que refleja, encarna y sirve a las relaciones sociales y económicas dominantes y a la clase (o clases) dominante(s) que las dominan. La idea de que se puede tomar en las propias manos la maquinaria de las clases explotadores tal como está o en una forma “reestructurada” —pero sin destrozarla ni desmantelarla— y que luego se puede usar para alcanzar los objetivos de emancipar a los oprimidos y en última instancia a toda la humanidad, va contra el resumen científico del carácter de clase de todo estado y de un sinnúmero de experiencias en que ha ocurrido lo contrario: a los que empezaran con aspiraciones revolucionarias pero se cayeran en estas ilusiones sobre el estado una y otra vez se han visto subsumidos y transformados en defensores del mismo sistema que oprime a las masas, y/o han sido aplastados sin piedad. La carta de marzo de 2008 del PCR examina las amargas experiencias del movimiento comunista en Francia y Italia y concluye: “Una vez que se acepte como legítimo el marco básico de las instituciones del estado burgués, los esfuerzos de los comunistas para organizar al proletariado y a las masas para ejercer sus intereses dentro de ese marco (a través de medios electorales y no electorales) tienen el efecto objetivo de fortalecer y perfeccionar esas mismas instituciones reaccionarias”.

No es una casualidad que una institución que prácticamente ha quedado sin tocar por los cambios que ha pretendido el gobierno dirigido por el PCN(M) es el Ejército de Nepal (EN), el pilar sobre el que descansa el viejo estado. Pero mientras que sigue intacto el EN, que libró una sanguinaria guerra contrarrevolucionaria por años y tiene unos de los peores antecedentes en derechos humanos del mundo, se ha desarmado e internado al Ejército Popular de Liberación (EPL) en acantonamientos que ha vigilado la ONU por más de tres años, y ahora el EPL está bajo la amenaza de la liquidación por medio del proceso de integración al EN. Con muchísima frecuencia los revolucionarios han aceptado las ilusiones en lugar de reconocer la verdad básica que Mao resumió con tanta agudeza: “Sin un ejército popular, nada tendrá el pueblo”. Por su parte, los reaccionarios y los imperialistas siempre mantienen un férreo control de la cuestión básica del poder estatal. Mientras que el PCN(M) habla constantemente de los dos ejércitos como si tuvieran un estatus equivalente, lo que revela mucho acerca de la realidad de la situación es que la idea de incorporar al EN en el EPL, y no al contrario, no se oye en el discurso público, y en los pasillos del poder en Katmandú la única respuesta que esta idea provocaría sería la risa.

Una acomodación con el revisionismo cuando se necesita una ruptura radical

Durante el período desde poco después de la victoria electoral del PCN(M), un creciente número de cuadros del Partido empezó a rehuir frente al camino que había tomado el Partido. Lanzaron una lucha dentro del Partido y se aglutinó una suerte de “oposición” en torno a unos altos dirigentes en el Partido que planteaban críticas de que el Partido estaba acomodándose a la política parlamentaria en Katmandú y que estaba olvidando continuar la revolución y otros asuntos serios[2]. Esta lucha culminó en la Convención Nacional celebrada a mediados de noviembre de 2008. Desafortunadamente, lo que no se dio en la Convención fue una ruptura radical con la línea dominante en el Partido y un rechazo de la democracia burguesa y el eclecticismo que han llegado a caracterizar la línea del Partido en general y que lo ha conducido al cenagal que había indignado a tantos cuadros.

De hecho, parece que la mayoría de las fuerzas de la oposición se quedaron atrapadas por este mismo enfoque de medidas a medias, centrismo (pretender encontrar una posición acomodaticia entre el comunismo y el revisionismo) y eclecticismo y en lugar de una lucha decisiva, salieron con un acuerdo ecléctico (un caso clásico de combinar “dos en uno”, como analizan las polémicas del PCR). Se combinaron los puntos básicos de los dos documentos presentados por el presidente del PCN(M) Prachanda y el líder de la oposición Kiran en una plataforma común única. Sobre la base de esta plataforma, el Partido continuará encabezando un gobierno de coalición, pero ahora se llevará a cabo el trabajo del Partido por medio de un frente de tres partes, “el gobierno, la Asamblea Constituyente y la calle”. (El nuevo nombre que proponen darle al gobierno —República Nacional Democrática Federal Popular— también revela la resolución ecléctica de esta lucha.)

Esta acomodación demuestra cuán poco la mayoría de los líderes de la oposición han entendido lo que tiene de erróneo la actual línea del PCN(M) en general. Por mucho que uno diga que “la calle” será lo principal, mientras el poder del estado siga en las manos de las clases reaccionarias de Nepal y sus amos imperialistas, lo que definirá la sociedad nepalesa y determinará el futuro desarrollo del país no será “la calle” sino el funcionamiento del sistema capitalista imperialista en el mundo y en Nepal. En esta situación, “la calle” jamás puede representar más que un grupo de presión en la política parlamentaria que se desencadenará o se restringirá según sea el desenvolvimiento de factores de mayor peso fundamental y se limitará a obtener reformas dentro del marco reaccionario general. A pesar de que uno tenga la posición de primer ministro, las reglas que uno tendrá que acatar, los acuerdos que uno tendrá que amarrar y los intereses que uno tendrá que defender y servir impedirán que “la calle” sea más que un grupo de presión que se usa para maniobrar y negociar.

La carta del PCR, EU, de noviembre de 2008 señala:

Rehusar hacer un deslinde bien definido entre el marxismo y el revisionismo y en cambio intentar forjarse una posición “intermedia” entre la ideología y política comunista revolucionaria, y la capitulación y el oportunismo total, es una de las particularidades del centrismo y el eclecticismo. En Nepal, esta forma del revisionismo centrista se ha vuelto el peligro mayor, y no los que descaradamente proclaman su adhesión a la ideología de la democracia pluripartidista y las glorias del capitalismo. El viejo refrán es que existe un peligro de revisionismo o derechismo “por una parte” pero también existe el peligro de dogmatismo por la otra, y que al maniobrar hábilmente entre estos dos obstáculos el Partido ha ido de victoria en victoria. O, en palabras se reconocen los principios fundamentales, los “abecé del marxismo”, tal como la necesidad de hacer añicos la maquinaria de estado existente, mientras que la política concreta del Partido es completamente contraria a esa meta.

En particular, Baburam Bhattarai ha estado argumentando abiertamente a favor de un largo período de desarrollo capitalista en Nepal y ha sido un blanco del descontento en las amplias filas del Partido por mucho tiempo[3]. Pero últimamente el mayor obstáculo ha sido el eclecticismo y las medidas a medias que han llegado a caracterizar la línea de Prachanda, el presidente del Partido, y las fuerzas a su alrededor, que una y otra vez combinaban promesas verbales, para el consumo de las bases y los sectores descontentos de la dirección, acerca de las intenciones del Partido de llevar la revolución hasta la victoria mientras que seguían aplicando la línea y las políticas revisionistas básicas recomendadas por Bhattarai. Se alaba esta “integración” de dos en uno como una gran contribución al marxismo bajo el lema de “evitar escisiones”, pero en los hechos quiere decir evitar la necesaria lucha aguda y decisiva y la ruptura hacia una línea fundamentalmente diferente y revolucionaria y a unir a todos que se pueda unir por medio de ESA lucha entre líneas. Está quedando cada vez más claro en la práctica que lo de “evitar escisiones” y el eclecticismo general del cual es parte, en los hechos quiere decir abandonar los intereses fundamentales del proletariado y las otras masas oprimidas en nombre de la unidad con las clases explotadoras, sus representantes políticos y su ideología, y abandonar la misión del proletariado de eliminar completamente el imperialismo y la reacción en Nepal como parte de hacer avanzar la revolución proletaria mundial.

En esta situación fue crucial, especialmente para los que querían forjar la necesaria oposición a la línea revisionista ya dominante en el PCN(M), que hicieran una ruptura radical precisamente con este tipo de centrismo indeciso y eclecticismo y romper con una orientación formulada en términos de una democracia ilusoria por encima de las clases que solamente podría representar el tipo de democracia a que el Partido estaba acomodándose. No hacer eso sino al contrario tomar medidas a medias y conciliar una vez más con el revisionismo y el eclecticismo quiere decir reforzar esta orientación errónea, la que ha conducido a la situación que provocó la rebelión en primer lugar.

En una situación que exigía que confrontara con decisión las causas de la enfermedad, la oposición una vez más acabó limitando su atención simplemente a los síntomas. Veamos un ejemplo: la “oposición” se sacudió ante la posibilidad de que el Partido se deslizara hacia el reformismo parlamentario pero persistió en aclamar la victoria en las elecciones de abril de 2008 como un gran éxito. El consiguiente acuerdo mutuo en la Convención Nacional de noviembre, como la “victoria” en las elecciones de abril de 2008, no fue un paso para embarcar al Partido en un camino más revolucionario sino al contrario representó la conciliación con el revisionismo, de tomar la ira y rebelión que habían estallado en un sector importante del Partido y encauzarlas una vez más hacia la órbita de una línea en general incorrecta. Como dijo la carta del PCR, EU, de noviembre de 2008: “Debemos recordarles a los camaradas que todo partido revisionista siempre tiene una ‘izquierda’ cuyo papel objetivamente es proporcionar una válvula de escape para el descontento de las masas y sectores de las bases mientras mantiene a estos mismos sectores atados al programa político de la dirección del partido”.

Casi de inmediato salió a la luz más evidencia de que no había ningún cambio de importancia en la trayectoria del Partido, cuando en enero de 2009 el PCN(M) completó un proceso de unirse con el Partido Comunista de Nepal-Centro de Unidad (Mashal). El segundo partido fue el producto de una escisión anterior en el movimiento comunista de Nepal antes de que se lanzara la guerra popular. De hecho, romper con estos y otros revisionistas había sido una parte necesaria y vital del proceso de prepararse para lanzar la guerra popular en primer lugar. El hecho de que hoy el PCN(M) se ha unido de nuevo con estos revisionistas empedernidos y ha aclamado esta unión como un gran logro en el camino a unir a “todos los comunistas de Nepal” representa un paso más para poner la guerra popular y la revolución que encarnó y encabezó en el museo de la historia antigua. De hecho, cada vez más trata la guerra popular como una acción que, aunque legitimó el Partido entre los sectores más pobres de la sociedad, no guarda relación alguna con el futuro.

Un número reciente de Red Star dio otra indicación de la dirección en que conducirá el camino que está siguiendo el PCN(M). En el número 21 apareció un artículo de un reportero de Red Star, Roshan Kisson, titulado “La negación de la negación”, en que el eclecticismo y revisionismo del PCN(M) caen mucho más bajo. El artículo de Kisson repudia toda la historia del movimiento comunista internacional y las contribuciones trascendentales de sus figuras fundadoras y dirigentes, de Marx en adelante. Revoca el veredicto sobre casi todas las luchas de importancia entre la revolución y la contrarrevolución. El artículo de Kisson tiene el efecto de liquidar de plano todas las líneas divisorias en la experiencia del movimiento comunista internacional —como si no se hubiera aprendido nada en absoluto desde que el proletariado subió al escenario de la historia, como si no valieran nada la lucha y los sacrificios de los cientos de millones de personas que lucharon heroicamente por arrebatar los inicios de un nuevo mundo a las manos de los explotadores capitalistas.

Este desprecio por los logros del movimiento comunista, histórica e internacionalmente, y las lecciones aprendidas a un costo tan grande, están al servicio de la franca capitulación, porque la conclusión de Kisson es que no se puede hacer nada hoy en Nepal salvo construir el capitalismo, y con aprobación hace eco del comentario de Bhattarai que “se debería de dejar el comunismo para nuestros nietos”. Pero el problema es que las futuras generaciones nunca alcanzarán el comunismo hasta que y a menos que los revolucionarios den los pasos iniciales pero decisivos en la dirección del socialismo y en última instancia el comunismo. Ir a todo vapor hacia el capitalismo solamente retrasará y minará la lucha por el comunismo y con respeto a Nepal en particular significará desperdiciar la gran oportunidad que se forjó mediante el proceso de la guerra popular —de abrir las puertas al futuro socialista y comunista.

No es de extrañar que Kisson se reserve la bilis más vil para Bob Avakian, porque es el trabajo que Avakian ha hecho para impedir que el comunismo se convirtiera en una reliquia de museo —y para revitalizarlo y fortalecerlo como una orientación y método científicos capaces de dirigir a las masas a hacer avanzar la lucha revolucionaria hacia la meta del comunismo— que representa el peligro más grande a esta marca de “realismo cínico” revisionista. El mismo PCN(M) no ha adoptado —todavía no— este tipo de franco liquidacionismo, pero darles a los revisionistas una plataforma desde la cual regar su veneno en un periódico bajo la dirección del Partido, tal como han hecho en el caso de Kisson, refleja una línea que ya ha llevado al Partido un buen trecho por el camino de liquidar el contenido comunista de la línea del Partido.

Lo que está en juego en esta lucha y la necesidad de llevarla al mundo hoy

El PCR está dando a conocer estas cartas en público en este momento de acuerdo a su estimación de la mejor forma de hacer avanzar la lucha para hacer todo lo que sea posible para salvar la revolución en Nepal y para ayudar a otros a través del mundo a aprender de esta experiencia con la finalidad de elevar la conciencia general acerca de las líneas divergentes que se están manifestando en el movimiento comunista internacional. Ya no es hora de andar con rodeos: la revolución de Nepal ha estado hundiéndose en arenas movedizas y no habrá ninguna “autorectificación” a menos que y hasta que se repudie de manera consciente y enérgica la línea política e ideológica que la ha llevado a este desastre.

Al decidirse a dar a conocer en público estas cartas, el PCR se basa en el sólido principio de que los comunistas no son representantes de esta o aquella nación sino del proletariado mundial y que su causa es la de emancipar a toda la humanidad. Según esta orientación, los comunistas deben prestar atención en particular y canalizar la ayuda y el apoyo ideológicos y políticos hacia las luchas que tengan las mayores posibilidades de obtener importantes avances revolucionarios contra el imperialismo. Por eso, el PCR ha observado con la mayor seriedad y preocupación el surgimiento de las posiciones revisionistas en el PCN(M) y ha trabajado duro para determinar cómo llevar la lucha con el PCN(M) de modo que concuerde con principios comunistas y que ofrezca las mayores esperanzas de obtener un resultado positivo.

Algunos críticos se han burlado del PCR por el “silencio” que ha mantenido hasta ahora acerca de Nepal. Pero se da el intercambio de puntos de vista entre partidos y organizaciones comunistas —incluidos los desacuerdos a veces agudos sobre cuestiones de principio— en el contexto de lucha sumamente compleja, con muchísimo en juego, contra enemigos feroces; los que en serio quieren hacer avanzar esta lucha deben tener esto en mente constantemente. El PCR ha actuado de acuerdo al entendimiento de que “el trabajo de los comunistas y las luchas revolucionarias que dirigen son cuestiones de suma importancia para las masas, no solamente en el país particular donde se llevan a cabo, sino de hecho en el mundo en su conjunto” y hay que sopesar y considerar con mucho cuidado un proceso de ventilar las diferencias, porque “es fácil que sea de ayuda para los imperialistas y los reaccionarios que despiadadamente pretenden aplastar y aniquilar las luchas revolucionarias y las fuerzas comunistas de vanguardia” (de “Atascado en el ‘horrible presente capitalista’ o forjar un camino al futuro comunista, una respuesta a las Nueve cartas de Mike Ely”).

En el movimiento comunista internacional debe florecer un debate y lucha vigorosa, pero no es y no se debe convertir en un mero círculo de debate. El PCR tomó la decisión de dar a conocer esta lucha al público en general únicamente después de estar bien convencido de que por los canales a su alcance no era posible persuadir a la dirección del PCN(M) a que dejara el camino desastroso que estaba siguiendo.

Sin duda es cierto que el PCN(M) ha cavado un hoyo profundo en que está cayendo a profundidades cada vez mayores. Para ser directo, de hecho es muy difícil para un partido lograr salirse de tales profundidades. Pero jamás se alcanzará al comunismo sin que los comunistas confronten grandes obstáculos y superen enormes dificultades a fin de hacer grandes adelantos sin precedentes — y eso es lo que se exige hoy. Lo primero que hay que hacer es aceptar el hecho de que el problema es la línea básica del Partido. El revisionismo, y el centrismo y el eclecticismo y la promoción de ilusiones sobre la democracia por encima de las clases, han conducido al Partido al pantano, y lo que se requiere es una ruptura radical con todo eso. Eso quiere decir, ante todo, reafirmar los principios y objetivos básicos del comunismo, lo que en Nepal quiere decir desarrollar —por medios revolucionarios y sin pretender apoyarse en ilusiones gradualistas y proyectos reformistas ni promoverlos— la lucha por completar la revolución de nueva democracia como el primer paso hacia el socialismo y el objetivo final del comunismo.

Los camaradas de Nepal no están solos frente a este reto pero para hacer las rupturas necesarias, se requerirá romper de manera tajante con el nacionalismo, el empirismo y el pragmatismo —y como una expresión particular de eso, romper con lo de elevar la práctica de uno, con los avances que esta hubiera abarcado hasta cierto punto, como si estuviera por encima de la crítica y como si fuera más importante que los principios fundamentales del comunismo, los cuales en sí constituyen la destilación y la síntesis científica de un enorme ámbito de práctica y lucha de la humanidad en la esfera de la revolución y en muchas otras dimensiones del pensamiento y actividad humanos. Como señala la carta del PCR de noviembre de 2008:

[L]a opinión de que la práctica avanzada de la revolución nepalesa lo ha hecho innecesario aprender del entendimiento avanzado de otros camaradas es parte del pragmatismo y el empirismo que desafortunadamente ha sido parte creciente de la orientación ideológica de la dirección del PCN(M) ya por un tiempo. Cualquier esfuerzo de resolver la crisis en el PCN(M) exclusivamente “de acuerdo a sus propios términos”, y que por razones nacionalistas o empiristas haga caso omiso del entendimiento comunista revolucionario avanzado que se desarrolla en otras partes, o se le oponga a dicho entendimiento, perjudicará gravemente la lucha por una línea correcta. En particular, esperamos con toda sinceridad que los camaradas del PCN(M) pongan mucha atención a entrarle a la obra, el método y el enfoque, la nueva síntesis, que Bob Avakian ha estado desarrollando.

* * * * *

Esta introducción y recorrido general del intercambio polémico entre el PCR, EU, y el PCN(M) ha tocado solamente algunos de los muchos puntos importantes planteados en las cartas, entre ellos la relación entre estrategia y tácticas, la dimensión internacional de la revolución de Nepal, la relación de la nueva democracia a la realización de las tareas democrático-burguesas, el papel de la democracia formal bajo el socialismo, la historia del PCN(M) y muchos más. Pero he aquí algo muy claro: estos intercambios polémicos representan una de las luchas entre dos líneas más importantes que han tenido lugar en el movimiento comunista internacional en muchos años. Como otras luchas muy importantes semejantes, hay mucho en juego y ramificaciones de gran alcance, y representan una importante “escuela de la revolución” que pueden ayudar a una nueva generación a aprender lo que encierra el proceso inevitablemente complejo de la revolución y lo que se requiere de hecho para llevar la revolución hasta el final, a la victoria —y sobre esa base contribuir a hacer todo lo que sea posible para salvar la revolución de Nepal. Como concluye la carta de marzo de 2008 del PCR:

Esta muy importante batalla es parte de un proceso más grande de rescatar el proyecto comunista de la única manera en que puede rescatarse, confrontando las cuestiones ideológicas y políticas de la revolución en el siglo 21, con osadía examinando y volviendo a examinar nuestros preceptos y entendimiento y forjando la solución a los problemas de la humanidad. Nuestros propios pasos en el transcurso de este proceso nos han convencido, más que nunca, de la viabilidad y de la necesidad de la revolución comunista. 

Cartas del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, al Partido Comunista de Nepal (Maoísta), 2005-2008 (con una respuesta del PCN[M], 2006)

29 de enero de 2009

Al Partido Comunista de Nepal (Maoísta)

Estimados camaradas,

Como ustedes saben, hemos estado siguiendo lo que pasa en su país y dentro de su partido con gran preocupación e interés. Durante los largos años de la Guerra Popular defendimos y propagamos constantemente su lucha en el movimiento revolucionario y entre las masas en nuestro país y participamos en este proceso a nivel internacional. Lo hicimos sin reservas, convencidos que la lucha en Nepal no solamente constituía un golpe contra las reaccionarias clases dominantes del mismo Nepal sino que podría llegar a ser una punta de lanza avanzada de la lucha contra el sistema imperialista mundial y que, bajo la dirección de un auténtico partido comunista de vanguardia, esta revolución tenía la base no solamente para liberar a Nepal sino para contribuir a difundir el comunismo revolucionario en la región y en el mundo.

Les escribimos esta carta para informarles que hemos llegado a la conclusión de que ya es necesario dar a conocer al público la lucha que hemos venido librando con ustedes por varios años sobre importantes cuestiones de principio comunista y las diferencias que ya han surgido de manera aguda.

Desde octubre de 2005 nos han alarmado cada vez más los cambios de línea que su partido ha hecho. Partiendo de nuestro entendimiento del internacionalismo proletario, hemos hecho muchos esfuerzos para llevar la lucha sobre las cuestiones cruciales de línea política e ideológica en consideración. En particular hemos escrito tres cartas sustanciales en coyunturas importantes que presentan de manera franca nuestro entendimiento de los asuntos de principio que han surgido con relación al desarrollo de la revolución en su país; no los hemos tratado al nivel de las medidas tácticas específicas que ustedes han tomado en distintos momentos sino con respecto a la línea política e ideológica general que ha venido guiando la práctica de su Partido — y que ahora está impulsando la revolución hacia el abismo.

Escribimos una carta en octubre de 2005, una segunda el 19 de marzo de 2008 y una tercera el 4 de noviembre de 2008. De estas tres cartas, ustedes solamente decidieron responder a la primera; estamos muy decepcionados y consternados que ni siquiera consideraron que las dos últimas cartas fueran dignas de una respuesta. Las cuestiones que nosotros y otros han planteado tratan claramente cuestiones que es necesario discutir en el Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI) y en el movimiento comunista internacional y son de interés de todos los que quieran erradicar el imperialismo y la reacción, y trabajar por un futuro comunista.

Debe quedar claro por qué el cambio de la orientación ideológica y política dirigente de su partido y las medidas adoptadas han causado mucho cuestionamiento y confusión entre los amigos de la revolución de Nepal en nuestro país y en otras partes. A pesar de la preocupación de sectores de las masas y de repetidas solicitudes de conocer su opinión, con mucho cuidado hasta ahora no hemos hecho críticas abiertas de su partido en nuestra prensa y en otros foros públicos. De nuestra parte, consideramos que fue correcto asumir este enfoque porque ustedes nos habían hecho saber que preferían que esta lucha no tuviera lugar en público y porque esperábamos sinceramente que mantener esta lucha dentro de las filas de nuestros respectivos partidos y los partidos y organizaciones de nuestro movimiento estableciera las condiciones más favorables para que su partido, y especialmente su dirección, se dedicara a estudiar, debatir y luchar de manera seria sobre las cuestiones planteadas por nosotros y otros camaradas en el movimiento internacional.

Nos vemos en la necesidad de concluir que esta política de conservar el carácter interno de nuestra lucha ya no es la adecuada en las circunstancias actuales. Como la dirección del partido no se ha interesado para nada en continuar la lucha sobre cuestiones fundamentales de línea política e ideológica y en un momento en que la línea dirigente y las medidas del propio partido están avanzando de manera acelerada en la dirección equivocada, no decir nada objetivamente sería conformarse con este mismo camino. Al contrario, las circunstancias exigen una vigorosa discusión pública de las cuestiones políticas e ideológicas centrales en consideración.

No tomamos esta decisión con gran alegría sino por una profunda preocupación por el futuro de la revolución de Nepal y las implicaciones para la lucha revolucionaria proletaria por todo el mundo.

En cuanto decidimos que en este momento es correcto tomar esta medida, un artículo escrito por Roshan Kisson apareció en la revista de ustedes en lengua inglesa Red Star (#21) que repudia abiertamente el conjunto del marxismo, empezando con el mismo Marx, rechaza abiertamente la experiencia general de la revolución proletaria hasta este momento y proclama abiertamente que la revolución de Nepal no puede hacer nada salvo construir un estado capitalista moderno, lo que deja la cuestión de la lucha por el socialismo y el comunismo para las futuras generaciones.

Como parte de la diatriba anticomunista en Red Star #21, Kisson lanza un vil ataque sin principios y una calumnia personal contra el líder de nuestro partido, el presidente Bob Avakian, lo que es reprensible e inaceptable. Protestamos enérgicamente por el contenido completamente anticomunista de este artículo. Publicar tal artículo en una revista que por todo el mundo se considera un vehículo para difundir su línea e ideas constituye una promoción de ideas que se oponen categóricamente a los objetivos y los métodos de los comunistas que el movimiento comunista internacional debería defender.

Proponemos publicar las tres cartas importantes mencionadas arriba junto con la única respuesta que hemos recibido de ustedes, a menos que ustedes nos hagan llegar antes del 15 de febrero de 2009 un argumento convincente en contra.

Reciban nuestros saludos internacionalistas proletarios,

Comité Central Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

4 de noviembre de 2008

Carta del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

Al Partido Comunista de Nepal (Maoísta) y todos los partidos y organizaciones del Movimiento Revolucionario Internacionalista

Estimados Camaradas,

El 19 de marzo de 2008 nuestro Partido mandó una carta circular a los camaradas del Partido Comunista de Nepal (Maoísta) (PCN [M]) así como a los demás partidos y organizaciones del Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI) que expresó nuestra más profunda preocupación respecto a la orientación política e ideológica del PCN(M) y el camino básico que ha seguido durante los últimos tres años. El punto central de esa carta fue nuestra opinión de que pese a la gran lucha y los grandes sacrificios de los diez años de Guerra Popular y sus logros estupendos, el sistema de estado que se establece y se consolida en Nepal no es la Nueva Democracia, la forma particular de la dictadura del proletariado apropiada para países como Nepal, sino es un estado burgués, una “república democrática federal” que conservará y defenderá las actuales relaciones de producción capitalistas y semifeudales que prevalecen en Nepal.

El Ejército Popular de Liberación será destruido por medio de la “integración” al ejército reaccionario del estado y/o disuelto por otros medios, la tierra que la revolución distribuyó a los campesinos será regresada a sus anteriores dueños, los estados reaccionarios como China, la India y potencias imperialistas occidentales están siendo alabados como grandes amigos del pueblo nepalés, y se plantean proposiciones teóricas asombrosas, tal como la “dictadura conjunta tanto del proletariado como de la clase burguesa”[4]. En vez de abogar por un programa de llevar adelante la revolución, dirigentes y oficiales gubernamentales del PCN(M) han propugnado a grandes voces posiciones y políticas que contradicen tan flagrantemente todos los principios de la revolución proletaria y los intereses de las masas en Nepal y alrededor del mundo que todo comunista genuino se horroriza, se entristece y se enoja al escucharlas en boca de camaradas de nuestro Movimiento.

Sí, hemos escuchado las promesas de algunos que todo esto es simplemente un “estado transicional” que puede convertirse en un estado popular auténtico—o, a veces nos dicen que es sólo un ardid ingenioso para “engañar al enemigo” mientras los preparativos siguen llevando la revolución a una conclusión victoriosa. Pero de hecho cada paso que se tome por ese camino lo hace más difícil ideológica, política, organizativa y militarmente, regresar al camino revolucionario. Hoy en día muchos más comunistas, en Nepal y en otras partes, están reconociendo que la formación de la “república democrática federal” no es un “trampolín” hacia lograr los objetivos comunistas sino es un paso gigantesco hacia atrás, en sentido contrario de la revolución y de los logros de la Guerra Popular y un paso gigantesco hacia reconsolidar firmemente la posición de Nepal dentro del reaccionario sistema imperialista mundial.

El problema es la línea del Partido

Es excelente que muchos camaradas ahora retroceden cuando miran al abismo en que está cayendo la revolución en Nepal. El problema es entender cómo se llegó hasta este punto y, más importante, qué hace falta para revertir fundamentalmente este camino y salvar los frutos de la revolución en Nepal que se están destruyendo tan rápidamente. No es ninguna casualidad la situación actual, ni es un mero exceso al llevar a cabo una política correcta en general. No es sólo una “maniobra a la derecha” más, que puede ser fácilmente corregida con una siguiente “maniobra a la izquierda”. El actual despliegue de colaboración de clase es el resultado directo de la línea ideológica y política que ha estado dirigiendo el Partido durante el último período, en particular desde que se definió el establecimiento de un “estado transicional”, es decir, una república democrática burguesa, como la meta inmediata del Partido[5].

Repudiar y luchar en contra de la línea errónea en el PCN(M) es la tarea inmediata que enfrentan todos los comunistas que aprecian mucho la revolución en Nepal. Una vez más, citamos las palabras de Mao Tsetung, “Se derrumbará quien siga una línea incorrecta, aun cuando controle la dirección de las autoridades centrales, de las autoridades locales y del ejército. Quien siga una línea correcta llegará a tener soldados aunque ahora no tenga ninguno y conquistará el Poder político aunque no lo tenga ahora. De eso habla la experiencia histórica tanto de nuestro Partido como del movimiento comunista internacional desde los tiempos de Marx… El quid del problema reside en la línea. Esta es una verdad infalible”[6].

Hoy se disputa la cuestión del futuro rumbo de Nepal en la esfera de la línea política y de la ideología. Si triunfa una correcta línea comunista revolucionaria dentro del partido, pueden ser aprovechadas y dirigidas la energía y las aspiraciones de la gente que ha sido desatada por la Guerra Popular, y hay una verdadera posibilidad de ganar la victoria a nivel nacional y abrir el camino al socialismo. Por el contrario, si la línea actual de la dirección del PCN(M) no es repudiada, se perderá esta gran oportunidad para el pueblo en Nepal y para el movimiento comunista en general. No estamos en condiciones para especular o proponer medidas tácticas específicas y no consideramos que ese sea el papel que pueden o deben jugar los camaradas en el movimiento internacional. Todos debemos poner la atención en cuestiones de línea ideológica y política y no en cuestiones secundarias de tácticas o las dizques “maniobras”. Más fundamentalmente, eso quiere decir reafirmar, ideológicamente y en su línea política y las políticas específicas, que la revolución en Nepal busca establecer relaciones socialistas en el país como parte del proceso mundial general por medio de lo cual se derrocará el orden capitalista-imperialista mundial y lo reemplazará el socialismo y finalmente el comunismo. Sí, la revolución en Nepal debe pasar por la transición de la Nueva Democracia, pero el propósito de la Revolución de Nueva Democracia es justamente una transición hacia el socialismo, y no hacia la aceleración del capitalismo en Nepal y su mayor integración al sistema imperialista mundial[7].

Este punto decisivo —la necesidad de mantener la meta y la orientación de luchar por la Nueva Democracia y no sustituirla por la meta de la democracia “pura”, sin carácter de clase, (que sólo significa democracia burguesa, federal y proporcional o no)— fue un tema importante de nuestra carta de octubre, 2005 al Partido, que la dirección del PCN(M) descartó como mero “abecé del marxismo”, sin importancia alguna para analizar las cuestiones específicas de la táctica y de la política que el Partido enfrentaba. Pero este “abecé”, o por decirlo más exactamente, estas verdades básicas del marxismo, confirmadas en el curso de generaciones de lucha revolucionaria a través del mundo, siguen siendo decisivas para el éxito o el fracaso de la revolución y el rechazo de estas verdades básicas por la dirección del PCN(M) es lo que conduce la revolución por el acantilado.

La Nueva Democracia y el Socialismo son pasos en el camino al Comunismo

La Nueva Democracia requiere una dictadura conjunta de las clases revolucionarias bajo la dirección del proletariado y su vanguardia, es decir, una forma específica de la dictadura del proletariado apropiada para la etapa de la revolución democrática. Mientras que el sistema de Nueva Democracia reconoce y protege los intereses de la burguesía nacional, apunta al sector capitalista comprador y burocrático como el enemigo, que es, después de todo, la forma predominante del capitalismo en Nepal. En su política internacional, La Nueva Democracia se alinea con las masas que luchan contra el imperialismo y la reacción y se opone al sistema imperialista mundial. Económicamente, como lo planteó Mao, la Nueva Democracia “abre la puerta al capitalismo” pero “abre aún más la puerta al socialismo”, al establecer muy pronto la propiedad del Estado sobre todos los sectores controlados por los imperialistas, los estados reaccionarios asociados y la burguesía burocrático-compradora y los elementos feudales. En el campo, la Nueva Democracia significa implementar de manera consecuente y revolucionaria “la tierra para quien la trabaja” al movilizar y apoyarse en las masas oprimidas del campesinado. Culturalmente, la Nueva Democracia significa movilizar a las masas y desatarlas para arrancar de raíz completamente las instituciones atrasadas como la discriminación de casta, el matrimonio de menores, la opresión de las mujeres, la opresión de las nacionalidades, etc. De hecho, en gran medida la Nueva Democracia significa completar a nivel nacional las transformaciones democráticas revolucionarias que había comenzado el Partido en las bases de apoyo.

En todos estos aspectos, el sistema de Nueva Democracia representa algo muy distinto a la democracia burguesa. La democracia burguesa acepta el sistema capitalista en el país dado e internacionalmente. Ofrece “derechos iguales” (sobre todo el derecho a votar) a todos dentro del marco del sistema de propiedad existente y las relaciones de producción actuales. La democracia burguesa siempre buscará desmovilizar a las masas y oponerse a los esfuerzos de las masas para hacer valer sus propios intereses y reprimirlas. Y sabemos que en un país como Nepal, el dominio burgués, por democrático que sea, implica inevitablemente mucha acomodación con las relaciones semifeudales, como se ve tan claramente en la vecina India. El “estado de derecho (burgués)” tan central a la democracia burguesa quiere decir que los funcionarios del gobierno se vuelven los agentes de la ley burguesa y los que la hacen cumplir. ¿No es ésta una lección importante del “asunto Yadav”, cuando renunció el camarada Matrika Yadav, el Ministro del PCN (M) de la Reforma Agraria y Administración de la Tierra en el nuevo gobierno porque rehusó aceptar el uso de la violencia del Estado para desalojar a los campesinos de la tierra que había sido redistribuida a ellos por la revolución?[8] Eso demuestra claramente cómo el gobierno tiene que funcionar como un agente de las relaciones de producción y sociales reaccionarias y ilustra muy bien el punto de Marx de que el proletariado no puede simplemente tomar en sus manos la maquinaria del Estado ya hecha, sino debe “hacerla añicos” y establecer su propio estado[9].

Hoy cuando la alternativa ante el Partido y las masas se agudiza como o bien una “república popular” o una república burguesa (en la forma de “república democrática federal”) es crucial que los mismos comunistas tengan claridad sobre el significado fundamental de estos dos tipos de estado contrarios. Es importante también estar alerta de que la misma concepción de “república popular” (o la república de Nueva Democracia) no sea abandonada y reducida a sólo una etiqueta distinta para la república democrática burguesa. Es importante captar firmemente que la república de Nueva Democracia ha de ser parte de la revolución proletaria mundial y que debe servir como una transición al socialismo y el comunismo.

No se puede dejar esta meta al nivel de una declaración de fe vacía. No debemos olvidarnos que hasta los capitalistas más descarados en China aún se esconden tras la bandera del Partido “Comunista”. Tomar el camino socialista requiere entender claramente lo que significan el socialismo y el comunismo. No se trata de “perfeccionar la democracia” de manera separada de la lucha de clases[10]. Se trata de lograr una sociedad sin diferencias de clase por medio de superar las “cuatro todas” de que habló Marx y que se popularizaron en la Gran Revolución Cultural Proletaria (GRCP) de China. Escribió Marx que la revolución comunista ha de apuntar a eliminar: todas las clases y las diferencias de clase en general, todas las relaciones de producción en que éstas descansan, todas las relaciones sociales que corresponden a ellas y todas las ideas que resultan de esas relaciones sociales.

El vehículo para asegurar esa transición de una época social a otra es la dictadura del proletariado. Sólo cuando el poder de estado está firmemente en manos del proletariado a la cabeza de una alianza con las otras clases revolucionarias será posible proteger los intereses de las masas, como hemos visto en todo el transcurso de la Guerra Popular. Si el poder de estado está en las manos de las masas en todo el país dirigido por un partido de vanguardia que tiene claridad acerca de su meta, las transformaciones iniciales que se llevan a cabo en las bases de apoyo podrán consolidarse en todo el país y, de mayor importancia, este poder de estado puede utilizarse para comenzar el proceso largo y difícil pero verdaderamente liberador de transformar las relaciones económicas y sociales entre las personas en la dirección del socialismo y el comunismo.

La cuestión fundamental que está en juego en el debate sobre la forma del estado y el papel de la “democracia pluripartidista” en Nepal hoy en realidad consiste en si se establecerá la dictadura del proletariado (en la etapa de Nueva Democracia). De hecho, como señalaron los camaradas chinos cuando la época de Mao, todas las grandes luchas entre el marxismo y el revisionismo se han concentrado en la cuestión de establecer y perseverar en la dictadura del proletariado; y así es hoy en Nepal.

Existen cuestiones importantes y difíciles respecto a la forma del gobierno popular: ¿qué papel debe permitirse para la contienda de los partidos políticos?, ¿cómo pueden garantizarse los derechos de las masas en los hechos y no solo en palabras?, ¿cómo puede el partido movilizar todos los factores positivos en la sociedad para avanzar? Y sí, ha habido errores serios en la historia del movimiento comunista en este respecto, aunque nuestro partido no acepta la negación unilateral de la experiencia previa del movimiento comunista que fanfarronea la burguesía internacional y a que, desafortunadamente, le hace eco la dirección del PCN(M). Pero hay una cosa que es muy segura: será imposible tratar correctamente las cuestiones genuinas a menos que los camaradas entiendan que es deseable y posible lograr una sociedad completamente diferente (socialismo y comunismo) y que por ende, se necesita el estado para servir como un vehículo para llevar a cabo esa transformación, paso a paso y conjuntamente con las masas en todo el mundo.

Si la esencia del estado es la dictadura revolucionaria del proletariado, si se entiende como un vehículo para arrancar de raíz completamente la sociedad de clases y todos los males que vienen de ella, entonces, y sólo entonces, será posible resolver la cuestión de qué tipo de democracia se necesita y qué formas podría asumir. Otra vez, el asunto Yadav es ilustrativo —¿y qué de los derechos de los campesinos a ser dueños de la tierra que cultivan? Esos derechos no cuentan para nada en el reino de la “democracia pura”. Y ¿dónde está el poder estatal para respaldar los derechos de los campesinos, si fueran reconocidos formalmente? Pero no se trata solamente de cuáles clases gozan de la democracia bajo la dictadura proletaria y cuáles clases son el objeto de esta dictadura. La dictadura proletaria puede y debe garantizar también los derechos democráticos de los intelectuales y otras capas de clase media cuya posición de clase entre las masas y las clases explotadoras tiende a reforzar las ilusiones de la democracia “pura”.

De aún más importancia, en una sociedad que realmente avanza por el camino socialista, es posible y necesario desatar el espíritu crítico entre los intelectuales y otros, darle la bienvenida a la crítica que tales fuerzas tendrán de la sociedad socialista y el dominio proletario con el espíritu de aplicar la dinámica que Bob Avakian ha llamado “núcleo sólido con mucha elasticidad”. De hecho, el sofocamiento del disentimiento, la ausencia de derechos, y el anquilosamiento burocrático es una característica del dominio revisionista (hasta un vistazo a la China contemporánea lo demuestra fácilmente). La sociedad socialista que los comunistas revolucionarios han de construir será un lugar mucho más vivo y estimulante para las masas y para los intelectuales que cualquiera de las sociedades reaccionarias en el mundo hoy en día, sean “democracias liberales” como la India o los Estados Unidos o prisiones revisionistas como China o Corea del Norte.

Todo estado consiste en una dictadura dirigida por una clase específica (en alianza con otras) y cada estado requiere una clase de democracia específica que corresponde a los intereses de la clase dominante y la clase de sociedad que construye. Por eso Lenin recalcó correctamente que la dictadura proletaria es un millón de veces más democrática que la más liberal de las democracias burguesas. La cuestión decisiva es ¿democracia para quiénes y para qué objetivo? Lo que se necesita es la democracia entre las amplias filas de las masas y la dictadura sobre el pequeño número de explotadores y una democracia que da energía a la sociedad y moviliza todas las diversas y contradictorias características que pueden ayudar a impulsar el avance de la sociedad por el camino socialista hacia el comunismo. Se necesitan la clase de dictadura y la clase de democracia que reflejan la verdad a que se refería Lenin cuando dijo que el comunismo “brota de todo aspecto de la vida social”. No necesitamos la cáscara vacía de la democracia burguesa donde las clases explotadoras y su sistema socio-económico ponen los términos y los límites de la vida y el discurso político, y que reduce la participación de las masas en la política a una votación o una manifestación de vez en cuando[11].

¿El milagro de las elecciones?

El suceso más importante después de que enviamos nuestra carta del 19 de marzo de 2008 ha sido las elecciones a la Asamblea Constituyente, el surgimiento del PCN(M) como el partido más grande en el país y la formación posterior de un gobierno con el Camarada Prachanda a la cabeza.

Un camarada dirigente del PCN(M) describió esto como “el milagro de las elecciones”. Y de hecho, el resultado nos sorprendió a nosotros mismos, como a muchos otros observadores.

Habíamos escrito en nuestra carta del 19 de marzo: “El resultado más probable es que el PCN(M) será derrotado ‘justamente’ en las elecciones…. En el caso muy poco probable de que el Partido llegara a ocupar los puestos más importantes del gobierno por medio de este proceso electoral, la misma alianza necesaria, el enredo en instituciones políticas burguesas y con la ‘comunidad internacional’, asegurarían que no hubiera ninguna transferencia de poder al proletariado y las clases oprimidas y ninguna base para que el estado llevara a cabo la transformación revolucionaria de la sociedad”.

Lo que nuestro partido predijo como “muy poco probable”, es decir, el surgimiento de un gobierno dirigido por el PCN(M), ha sucedido.

Nos equivocamos cuando introdujimos una predicción específica sobre el resultado de las elecciones en nuestra carta anterior. No sólo resultó equivocada esa predicción, también debilita el punto esencial y correcto que remarcábamos en esa carta incluyendo en el párrafo arriba citado — que el proceso de la Asamblea Constituyente no podría llevar a la transferencia pacífica del poder al proletariado y las masas de Nepal y en cambio legitima el reaccionario estado burgués. Plantear una predicción electoral, el que resulte correcta o no, alimenta el mismo pragmatismo que es un problema importante en el Partido — juzgar las tácticas y la política sobre la base de si “funcionan” (o parecen funcionar) en vez de si corresponden o no a los objetivos fundamentales.

El “mandato” que obtuvo el Partido por el vehículo de la Asamblea Constituyente no es un mandato para llevar hasta el final la revolución de Nueva Democracia. Aunque es verdad que las masas revolucionarias de Nepal votaron por el PCN(M) debido al amor y el respeto ganado en el transcurso de la Guerra Popular, el trato preferencial del PCN(M) por la burguesía, los imperialistas y la India no se debió a que libraban una Guerra Popular sino a que la pararon. Cualquier apoyo al Partido de parte de las clases medias y otros sobre esa base (de haber parado la guerra) no dará más impulso al Partido a llevar la revolución hasta el final sino actúa como un freno sobre eso.

“Sin un ejército popular, nada tendrá el pueblo”

Se ha cambiado la forma del estado de la monarquía a la república, pero esto no representa cumplir la revolución de Nueva Democracia. Lo que representa está muy lejos de eso. El estado actual representa la perfección del viejo estado reaccionario, quitándole su disfraz monárquico, y así es, sea lo que sea el partido político que se sienta en la cima de este estado, un tema que desarrollamos mucho en nuestra carta del 19 de marzo, 2008. Este nuevo sistema estatal es objetivamente la continuación y la perfección del viejo estado y como tal no tiene ninguna opción excepto hacer respetar las viejas relaciones económicas y sociales reaccionarias y jamás puede ser un vehículo para destruirlas. Mientras tanto, se han desmantelado las mismas estructuras de poder que se establecieron durante la Guerra Popular para hacer cumplir los intereses de las masas. Sin un nuevo poder de estado en las manos de las masas es imposible revolucionar la sociedad: como lo planteó Lenin, sin el poder todo es ilusión.

Eso queda bien claro sobre todo al examinar el pilar que sostiene este estado — el Ejército de Nepal (anteriormente Real, ahora republicano). Todo el marxismo así como la experiencia social contemporáneo enseña vez tras vez que las fuerzas armadas son el elemento central y decisivo de todo estado. El Ejército Popular de Liberación (EPL), que era el pilar del nuevo estado que se forjaba en las bases de apoyo, ha sido confinado en los acantonamientos y ahora está amenazado con la liquidación por medio del proceso de la “integración” al viejo ejército reaccionario. Sin el EPL sería imposible proteger las transformaciones que ya han tomado lugar en las bases de apoyo, por no decir extenderlas a todo el país. Jamás debemos olvidar las palabras de Mao que “sin un Ejército Popular, nada tendrá el pueblo”, ni los grandes sacrificios que se tuvieron que hacer para levantar un poderoso EPL en Nepal.

Cualquier idea de que el Ejército de Nepal, aunque engulla y asimile parte del EPL, puede ser transformado en un Ejército Popular, que en esencia, no será sino lo que siempre ha sido, es peor que ridícula, es extremadamente peligrosa. Como se mencionó anteriormente, el papel del Ejército de Nepal será seguir haciendo respetarse las relaciones sociales y productivas dominantes que mantienen esclavizadas las masas.

Tampoco podemos aceptar el argumento respecto a los “dos lados” del Ejército de Nepal — que siempre ha sido anti-democrático en su defensa de la opresión feudal (cierto) pero que ha defendido los intereses de la nación (falso)[12]. Lo cierto es que el Ejército (Real) de Nepal ha sido el pilar para defender el decrépito sistema social reaccionario que, por lo menos en el período moderno, ha sido dominado completamente por el sistema imperialista mundial. Hablar de “conservar la independencia” de un estado capitalista burocrático-comprador tiene un significado muy restringido. No puede haber ninguna independencia nacional fundamental a menos que y hasta que esté arrancado de raíz ese viejo sistema y se rompa toda la red que mantiene Nepal atrapado en el sistema imperialista mundial. ¿No demuestra la verdadera relación entre el ejército reaccionario y el sistema imperialista mundial el papel del Ejército (Real) de Nepal al proporcionar soldados para las “misiones de paz” de la ONU, que muy desafortunadamente el nuevo gobierno ha prometido mantener?

Vez tras vez hemos visto en los países oprimidos que no existe ninguna separación entre lograr la emancipación social de las masas y luchar contra el imperialismo—y a menudo los comunistas se han caído en el error de apoyar a este o aquel estado reaccionario por su presunto carácter anti-imperialista. No nos olvidemos de la experiencia trágica de los camaradas de Irán cuando apoyaban al régimen de Jomeiní debido a un punto de vista equivocado del “aspecto anti­imperialista” de Jomeini[13]. Justamente por ser un sistema mundial el imperialismo, que penetra cada vez más profundamente todos los aspectos de la estructura social y económica, es imposible que haya transformación social significativa sin una ruptura radical con el imperialismo y, a la inversa, los estados reaccionarios dizque “anti-imperialistas” tiendan fuertemente hacia la acomodación, la capitulación o el colapso frente a la agresión y la coacción imperialistas. Lograr la independencia nacional auténtica no puede separarse de la liberación de las masas y jamás lo obtendrá un ejército reaccionario.

No, la tarea de “hacer añicos” la vieja maquinaria del estado, la conquista del poder político por la fuerza, ha sido y sigue siendo la primera gran tarea crucial de la revolución en Nepal así como en todos los demás países. No nos han convencido de que la línea de luchar por un “estado transicional” de manera alguna ha acelerado o facilitado el cumplimiento de esta tarea. Al contrario, la “transición” que hemos visto es una transición a un orden burgués más plenamente consolidado y, desafortunadamente, presenta el peligro de la transformación del PCN(M) en sí de una fuerza que dirigió a las masas para luchar contra el viejo orden en una fuerza para la conservación de ese viejo orden en su actual piel republicana.

¿Parte del renacimiento del comunismo revolucionario o parte de su entierro?

Hay que ver la actual coyuntura de la revolución en Nepal en este contexto de la encrucijada que enfrenta todo el movimiento comunista internacional. Viene en un momento cuando, treinta años después de la derrota del dominio proletario en la China de Mao y tras décadas del embate anti­comunista implacable de los imperialistas y sus apologistas en todo el mundo, todo el movimiento comunista internacional ha tocado llegado a un punto bajo en la efectividad de su lucha y, de más importancia, en su claridad ideológica y su resolución de cumplir con sus objetivos revolucionarios.

Como se planteó en un Manifiesto reciente de nuestro Partido:

“La derrota temporal del socialismo y el fin de la primera etapa de la revolución comunista… entre otras cosas, ha conducido a tener las miras [aspiraciones] bajas y los sueños reducidos: aun entre muchas personas que antes sí tenían mejor criterio y que habían aspirado a mayores cosas, a corto plazo ha suscitado la aceptación de la idea de que, en realidad y al menos en un futuro inmediato, no puede haber ninguna alternativa al mundo tal como es, bajo la dominación de los imperialistas y otros explotadores. Que lo máximo que se puede esperar, y por lo que se puede trabajar, son ajustes secundarios en el marco de acomodarse al sistema. Que lo demás —sobre todo el intento de llevar a cabo una ruptura revolucionaria con los confines del sistema a fin de alcanzar un mundo comunista radicalmente diferente— no es realista y va a traer el desastre”[14].

Barrer completamente con la explotación capitalista y transformar radicalmente todo el planeta es más necesario y más deseable que nunca, pero no se ve o se niega la posibilidad de tal transformación revolucionaria. Han surgido nuevos problemas complejos para hacer la revolución —por ejemplo la tendencia generalizada hacia la urbanización en los países oprimidos— mientras que las mismas condiciones del “triunfal” desarrollo atropellado del capitalismo y el imperialismo en las últimas décadas en realidad ha preparado el terreno más para la victoria de la revolución proletaria, al profundizar las grandes grietas de clase, al vincular más estrechamente los destinos de las masas en diferentes países, y al revelar cada vez más claramente que el sistema capitalista mundial es un obstáculo al avance de la sociedad humana.

Tenemos que preparar y dirigir toda una nueva ola de la revolución proletaria que demuestre tanto en su visión como en su práctica cómo será posible llevar la sociedad a algo completamente diferente. Hay que ver la revolución en Nepal a esa luz. Si puede aclarar sus objetivos y superar la actual situación, la revolución en Nepal reavivará la esperanza en las filas de los comunistas genuinos y las masas revolucionarias conscientes por todo el mundo. La Guerra Popular alimentó la esperanza de que después de varias décadas en que los imperialistas y las clases dominantes reaccionarias han controlado cada país de la tierra, nacía un nuevo estado donde detentarían el poder las masas dirigidas por el proletariado y su partido comunista de vanguardia. La Guerra Popular abrió la puerta para ver cómo se podía usar el poder político en manos de las masas para arrancar de raíz las viejas relaciones sociales semifeudales y capitalistas y construir una sociedad radicalmente diferente, opuesta al sistema imperialista mundial y un faro para las masas revolucionarias en la región volátil del sur de Asia. Pero el revisionismo y el eclecticismo provenientes de la dirección del PCN(M) está acabando con esta misma esperanza y en cambio está remachando el mensaje de la burguesía internacional de que no hay ninguna alternativa concreta al sistema imperialista, que la única posibilidad es mejorar la posición del país (o en realidad, de su clase dominante) dentro de este sistema imperialista.

En esta carta sólo levantamos una breve protesta contra la línea internacional actual de la dirección del PCN(M). Se ha demostrado vez tras vez que la orientación internacional de un partido político no es un asunto menor, desconectado de su línea ideológica y política general. Hoy vemos que la dirección del PCN(M) presenta a enemigos imperialistas y reaccionarios como amigos y hasta trata a algunos de ellos como “aliados estratégicos” de la revolución. ¿Cómo hemos de entender los muchos discursos y artículos que justifican la supresión de las masas en Tíbet[15] o peor, los que alaban las “maravillas” que ha logrado China bajo el dominio revisionista? Y ni una palabra[16] sobre las decenas de miles de niños chinos envenenados por la leche adulterada por los capitalistas ni los niños enterrados bajo los escombros de escuelas construidas por contratistas sin escrúpulos.

A menudo oímos que camaradas del PCN(M) justifican esta o aquella táctica a nivel nacional o internacional para “aprovechar las contradicciones entre los enemigos”. Por cierto esto es una parte correcta y necesaria de la táctica revolucionaria, pero solamente si esas tácticas se derivan de los intereses estratégicos fundamentales de la revolución proletaria y si no violan los principios comunistas revolucionarios.

¿La nueva síntesis o la democracia burguesa gastada y trillada?

Una de las grandes tragedias del gran giro a la derecha en el PCN(M) ha sido que en vez de ayudar a reavivar al movimiento comunista internacionalmente por medio de demostrar la viabilidad de una orientación comunista revolucionaria, lo que sí hizo objetivamente en gran medida la Guerra Popular, la actual línea y práctica del Partido sólo refuerzan el “veredicto anti­comunista” que los imperialistas y reaccionarios han intentado imponer en todo el mundo, sobre todo después de la derrota en China y el colapso de la Unión Soviética[17].

Ahora cuando ha terminado la primera ola de la revolución proletaria que comenzó con la Comuna de París y siguió durante toda la Revolución Cultural en China y aún no prorrumpe la nueva ola de revolución proletaria, asumen una importancia particular las cuestiones de ideología. Bob Avakian ha asumido el reto de resumir la inmensa experiencia de la primera ola de revolución proletaria, sus serios defectos así como sus heroicos logros, y ha desarrollado una Nueva Síntesis. Para citar del Manifiesto de nuestro partido, “se halla una analogía a lo que hizo Marx al comienzo del movimiento comunista: establecer en las nuevas condiciones que existen, después del fin de la primera etapa de la revolución comunista, un marco teórico para el renovado avance de esa revolución. Pero hoy, con esta nueva síntesis, muy categóricamente no se trata de ‘volver a empezar’, como si lo que se necesita fuera echar por tierra tanto la experiencia histórica del movimiento comunista y las sociedades socialistas que ésta generó, como ‘el rico caudal de teoría científica revolucionaria’ que se desarrolló en el curso de la primera ola. Eso sería un enfoque acientífico y de hecho, reaccionario. Al contrario, lo que se requiere —y lo que Avakian ha emprendido— es avanzar sobre la base de todo lo que ha pasado antes, en la teoría y en la práctica, sacarle las lecciones positivas y negativas y elevarlo a un nivel superior y nuevo de síntesis”.

Pero desafortunadamente la dirección del PCN(M) ha adoptado un enfoque contrario que acepta los veredictos anticomunistas no científicos de la burguesía internacional y renuncia a la dictadura del proletariado y la necesaria transición hacia el socialismo y el comunismo. En cambio, está presentando la muy vieja ideología de la democracia burguesa como “el comunismo del siglo 21” mientras pasa por alto, desprecia o rechaza el verdadero comunismo del siglo 21 tal como está naciendo en los hechos.

¿”Emancipadores de la humanidad” o constructores de una Suiza nueva?

Uno de los puntos centrales que ha venido enfatizando Bob Avakian como parte de la Nueva Síntesis que ha estado planteando es la importancia decisiva de que los comunistas se vean como “emancipadores de la humanidad” y que entrenen al proletariado en ese mismo sentido. Esto es muy distinto a ver el papel de la revolución como simplemente mejoras de la suerte del sector específico de las masas que la han apoyado. Sí, la revolución debe mejorar y mejorará dramáticamente la vida de las masas y de hecho, el desarrollo capitalista no llevará a una vida mejor para la mayoría. En el Nepal desesperadamente pobre la cuestión de quitar la pesada carga de la pobreza es una parte decisiva de cualquier transformación revolucionaria.

Un problema básico es si el desarrollo debe lograrse por medio de más integración al sistema capitalista e imperialista —es decir, por medio de darle la bienvenida a la explotación capitalista y desarrollarla más— o si de hecho el camino socialista es posible: construir un sistema económico y social viable y emancipador que en un sentido fundamental se opone al sistema capitalista mundial.

Por esa razón, entre otras, nos parece tan extraño que el PCN (M) hace promesas de “diez, veinte, cuarenta” a las masas (duplicar el producto nacional bruto en diez años, duplicarlo otra vez en los siguientes diez años y “alcanzar el nivel de Suiza” dentro de cuarenta años). Eso no solo implicaría una tasa de crecimiento mucho mayor de la que jamás se ha logrado antes, por ejemplo en China bajo Mao, sino que implica que los imperialistas de hecho ayudarán a llevar a cabo esos sucesos. En efecto, la experiencia repetida en el mundo real demuestra que adondequiera que llegue el sistema imperialista, no erradica en absoluto el retraso y la pobreza, aunque crezcan “burbujas” de desarrollo que benefician a una minoría de los que viven en las ciudades.

Ahora, poco a poco, se revela que esa transformación será posible por medio de convertirse en el “enlace dinámico” entre la India y China. Así que ¿qué quiere decir eso en los hechos? Que al convertir a Nepal en parte funcional y “dinámica” del sistema imperialista mundial, de alguna manera el país se beneficiará del desarrollo capitalista de la India y China y su interrelación. Es un sueño a la vez imposible y reaccionario. Aunque fuera posible persuadir a los estados reaccionarios y a los imperialistas para que aceptaran ese modelo, sería por cierto un relativo puñado de los ricos en el Valle de Katmandú que formaría parte de ese “enlace dinámico” y se dejaría a la gran mayoría de la población a pudrirse en el campo o en los barrios pobres. Ya que tanto China como la India son verdaderos infiernos para las masas en el campo y en los barrios pobres, ¿por qué será distinto en el “enlace dinámico” entre ellos? ¿Es eso de hecho lo que beneficia los intereses de las masas en Nepal? ¿Cómo cuadra este modelo con la tarea de promover la revolución en la India, China y otras partes?

No sólo se basa completamente esta visión en un modelo del capitalismo vigoroso ininterrumpido, la meta en sí de volverse una Suiza es más reveladora. Después de todo, ¿qué es Suiza? Es un estado imperialista pequeño, altamente parasítico y reaccionario que se ha vuelto muy rico debido a su posición particular como un centro importante de la banca y las finanzas del sistema imperialista mundial ubicado en el corazón de la Europa imperialista. ¿Tal meta y visión tendrán algo que ver con lograr el comunismo? Dicho de otra manera, un país sólo puede convertirse en una “Suiza” sobre la base de obtener una posición privilegiada en el mundo imperialista y de compartir el botín del saqueo de la mayor parte de la humanidad. ¿Las masas en Nepal lucharon de hecho por esto? ¿De qué manera ayuda a emancipar a la humanidad esta meta?

Es una ironía que al mismo momento que la dirección del PCN(M) busca un modelo de desarrollo basado en el desarrollo continuo e ininterrumpido del imperialismo, estalla por todas partes la crisis del capitalismo mundial. La China y la India capitalistas también sufrirán cuando las contradicciones del capitalismo mundial las alcancen y es muy probable que hasta el sueño de un “centro dinámico” nepalés entre esos dos estados reaccionarios bien pudiera desvanecer en una bocanada de humo.

Por su enorme importancia, no es posible exagerar el papel que podría jugar un estado proletario revolucionario auténtico para transformar la situación internacional aún principalmente desfavorable. Tal régimen tal vez no podría establecer un récord del crecimiento récord del desarrollo capitalista pero sí podría dar pasos agigantados hacia adelante y muy rápidamente para resolver muchos de los problemas más básicos de las masas tales como la seguridad alimenticia, el empleo dentro del país, la sanidad, servicios de salud básicos en las zonas rurales, y mucho más. La existencia de tal estado, aun siendo pequeño como es Nepal, reavivaría la esperanza entre las masas oprimidas, sobre todo en la región, y demostraría que es posible un camino revolucionario.

Así que la alternativa es un camino de integración al sistema capitalista que podría beneficiar a unas capas relativamente pequeñas o seguir un camino de desarrollo que se basa en los intereses y las necesidades de la gran mayoría del pueblo, en oposición al sistema capitalista mundial. Sí, ese último camino, socialista, es difícil y no hay garantía de cómo se darán los acontecimientos. Pero sí está garantizado que un Nepal capitalista sólo significa más miseria para la mayoría y un estado basado en ese sistema económico sólo puede ser un eslabón más en la red de relaciones que mantiene esclavizado el mundo al sistema imperialista mundial.

Cuando decimos que la línea que predomina en la dirección del PCN(M) representa una orientación “burguesa”, no estamos soltando insultos o impugnando el carácter de los camaradas. Simplemente enfatizamos lo que consideramos es una evaluación científica de la línea incorrecta que ellos encabezan: la concepción de la “democracia pura” separada y “por encima de” la división de la sociedad en clases corresponde al modo de producción capitalista y no al punto de vista comunista basado en la meta de superar las divisiones de clase. Así que no nos sorprende para nada que ahora la dirección del Partido proclame a todo volumen los beneficios del capitalismo y proponga programas concretos para acelerar el capitalismo en el país. Lo que hemos visto en meses recientes no son sino los primeros “frutos” del árbol del capitalismo bajo esta línea y dirección y puedes estar seguro que vendrán otros frutos cada vez más amargos.

Aunque los dirigentes del PCN(M) afirman que buscan finalmente lograr la sociedad comunista, en realidad confunden totalmente la democracia y el comunismo. Son prisioneros ellos mismos de su propia cosmovisión. Además la dirección del PCN(M) está cayendo en el error ancestral revisionista de que lograr el comunismo depende principalmente de más avance de las fuerzas productivas, que se alcanzará por fines capitalistas. Esa es precisamente la línea que combatió Mao y los revolucionarios en China en el transcurso de la Gran Revolución Cultural Proletaria contra Liu Shao-chi y luego Deng Xiao-ping.

La cuestión de si era posible construir el socialismo en un país atrasado se planteó claramente antes en la historia de la revolución china. De hecho, toda la tesis de Mao sobre la Nueva Democracia se basó mucho en mostrar cómo era posible hacerlo y, por supuesto, entonces él se puso a hacerlo en la práctica. En el transcurso de la Revolución Cultural, Mao planteó la consigna “empeñarse en la revolución, promover la producción”, indicando así correctamente que las fuerzas productivas de la sociedad podrían ser desatadas por más transformación revolucionaria—justamente el contrario del argumento que hacen muchos ahora en Nepal que el desarrollo tiene que suceder por medios capitalistas.

¿Lucha de dos líneas o “tres líneas”?

Rehusar hacer un deslinde bien definido entre el marxismo y el revisionismo y en cambio intentar forjarse una posición “intermedia” entre la ideología y política comunista revolucionaria, y la capitulación y el oportunismo total, es una de las particularidades del centrismo y el eclecticismo. En Nepal, esta forma del revisionismo centrista se ha vuelto el peligro mayor, y no los que descaradamente proclaman su adhesión a la ideología de la democracia pluripartidista y las glorias del capitalismo. El viejo refrán es que existe un peligro de revisionismo o derechismo “por una parte” pero también existe el peligro de dogmatismo por la otra, y que al maniobrar hábilmente entre estos dos obstáculos el Partido ha ido de victoria en victoria. O, en palabras se reconocen los principios fundamentales, los “abecé del marxismo”, tal como la necesidad de hacer añicos la maquinaria de estado existente, mientras que la política concreta del Partido es completamente contraria a esa meta.

Eso nos lleva de regreso al argumento que nosotros y otros camaradas han planteado respecto al rechazo del principio maoísta de “uno se divide en dos” por parte del PCN(M). Creer en la posibilidad y hasta la necesidad de reconciliar o “fusionar” contrarios antagónicos se ha vuelto una parte muy arraigada del enfoque de la dirección del PCN(M)[18]. La fusión del marxismo con el reformismo de hecho no es una nueva aportación brillante al movimiento comunista. Sólo es otro desafortunado y trágico caso más donde la dirección comunista se ha desorientado.

Debemos recordarles a los camaradas que todo partido revisionista siempre tiene una “izquierda” cuyo papel objetivamente es proporcionar una válvula de escape para el descontento de las masas y sectores de las bases mientras mantiene a estos mismos sectores atados al programa político de la dirección del partido. No se trata de una falta de sinceridad de los que aún tratan de combinar la justificación y el apoyo para la línea objetivamente capitulacionista del PCN(M) con lenguaje que defiende la revolución proletaria. El problema es que tal lenguaje en apoyo a la revolución se vuelve un sin sentido, una mera decepción de uno mismo y de otros, a menos que se combine con una lucha sin cuartel en contra del revisionismo que amenaza el avance de la revolución.

El eclecticismo y el centrismo, sobre todo cuando se elevan al nivel de un enfoque filosófico y un principio como en el caso de la dirección del PCN(M), no representan una posición que es “mitad correcta” o de alguna manera más correcta que una posición abiertamente revisionista. Al contrario, es una forma del revisionismo que permite que florezcan una ideología y línea política anti-marxistas que en realidad determinan la línea de acción política mientras que palabras que suenan mejor sirven para tapar esa realidad y confundir a las masas y los camaradas. Las palabras de Lenin a las que a menudo se referían los camaradas chinos durante la Gran Revolución Cultural Proletaria son crueles pero desafortunadamente dan justo en el blanco: “En la falsificación del marxismo en forma oportunista, reemplazar la dialéctica por el eclecticismo es el modo más fácil de engañar a la gente. Le da una aparente satisfacción, parece tener en cuenta todos los aspectos del proceso, todas las tendencias del desarrollo, todas las influencias contradictorias, etcétera, cuando en realidad no proporciona ninguna concepción integral y revolucionaria del proceso del desarrollo social”[19].

Sí, hay una tendencia notable hacia el dogmatismo en las filas del Movimiento Revolucionario Internacionalista y del Movimiento Comunista Internacional (MCI) en general. Pero la “solución” del PCN(M) no es el antídoto para la enfermedad dogmática. El rechazo dogmático de hacer un “análisis concreto de las condiciones concretas”, como decía Lenin el “alma viva del marxismo”, a menudo ha ido de la mano con posiciones políticas revisionistas.

En vez de buscar un “término medio” entre dos formas contrarias del revisionismo, o la forma derechista clásica o el dogmatismo estéril y de terminar incorporando las peores características de cada uno, proponemos que los camaradas centren su atención en lo que tienen en común esos “reflejos opuestos” del revisionismo. El Manifiesto emitido recientemente por nuestro Partido señala los siguientes rasgos en común de las dos formas del revisionismo sobresalientes en el MCI en general: “• Jamás emprender —ni tomar en cuenta de manera sistemática— un resumen científico de la anterior etapa del movimiento comunista, y en particular el pionero análisis de Mao Tsetung sobre el peligro y las raíces de la restauración capitalista en la sociedad socialista. Por ende, aunque defienden —o quizá en el pasado defendieron— la Revolución Cultural de China, no tienen ninguna concepción profunda o seria sobre por qué se necesitaba la Revolución Cultural y por qué y con cuáles principios y objetivos Mao la inició y la dirigió. En efecto reducen esta Revolución Cultural a otro episodio más del ejercicio de la dictadura del proletariado — o la reinterpretan como una especie de movimiento democrático-burgués ‘contra la burocracia’ que en esencia representa una negación de la necesidad de una vanguardia comunista y su papel dirigente institucionalizado en la sociedad socialista a lo largo de la transición hacia el comunismo.

“• La conocida tendencia a reducir el ‘maoísmo’ a una mera receta para librar la guerra popular en un país del tercer mundo, mientras que una vez más pasan por alto o le restan importancia a la contribución más importante de Mao al comunismo: el desarrollo de la teoría y la línea de continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado y todo el rico análisis y el método científico que fundamentaron e hicieron posible que se desarrollaran esa teoría y línea.

“• El positivismo, el pragmatismo y el empirismo. Si bien, para repetir, estos pueden asumir distintas expresiones de acuerdo con los diferentes puntos de vista y enfoques erróneos, lo que tienen en común es vulgarizar y degradar la teoría, reducirla a una exclusiva ‘guía para la práctica’ en el sentido más estrecho e inmediato, tratarla en esencia como un producto directo de la práctica específica y tratar de poner en pie de igualdad la práctica avanzada (que en sí, sobre todo de parte de estas personas, encierra un elemento de valoración arbitraria y subjetiva) y la teoría supuestamente avanzada. Un punto de vista dialéctico materialista y comunista científico lleva a entender que la práctica es el punto de origen y de corroboración fundamental de la teoría; pero, a diferencia de estas distorsiones empíricas y estrechas, es importante ver que se trata de la práctica en el sentido amplio, que abarca la amplia experiencia histórica y social y no simplemente la experiencia directa de un individuo, grupo, partido o país específico. Eso lo demuestran de manera poderosa el propio nacimiento y el posterior desarrollo de la teoría comunista en sí: desde los tiempos de Marx, se ha forjado y enriquecido esta teoría a partir de una amplia gama de experiencias, en una amplia gama de campos y a lo largo de una larga trayectoria del desarrollo histórico, en la sociedad y la naturaleza. Lo de la práctica como fuente de la teoría y la máxima “la práctica es el criterio de la verdad” se pueden convertir y se convertirán en una profunda falsedad si se interpretan y se aplican de manera subjetiva, empírica y estrecha.

“• De manera muy importante, lo que estas tendencias ‘contrapuestas’ erróneas tienen en común es que están enmarañadas en una u otra clase de modelo del pasado (aunque varíen los modelos específicos) y se guarecen en estos: o se aferran de manera dogmática a la anterior experiencia de la primera etapa de revolución comunista —o, más bien, a un análisis incompleto, parcial y fundamentalmente erróneo de ella— o se guarecen en la anterior época de las revoluciones burguesas y sus principios: vuelven a lo que son en esencia teorías de democracia (burguesa) del siglo 18, disfrazadas o a nombre del ‘comunismo del siglo 21’, lo que en efecto equipara este ‘comunismo del siglo 21’ con una democracia que es supuestamente ‘pura’ o está ‘por encima de las clases’ — una democracia que en realidad, mientras que existan las clases, solo puede ser la democracia burguesa y la dictadura burguesa. Sostienen todo eso mientras que ignoran, tildan de obsoleto o descartan por dogma (o consignan a la categoría sin sentido del ‘abecé del comunismo’ que se acepta como abstracción y que en seguida dejan a un lado por no ser pertinente a la lucha práctica) la concepción comunista científica fundamental, pagada en los hechos y repetidamente con la sangre de millones de oprimidos, desde los tiempos de la Comuna de París, de que hay que destrozar y desmantelar el viejo estado reaccionario y forjar un estado radicalmente nuevo que represente los intereses revolucionarios de los anteriormente explotados de transformar toda la sociedad y emancipar a toda la humanidad, o si no, se echarán a perder y se destruirán los logros de la lucha revolucionaria y las fuerzas revolucionarias quedarán diezmadas”[20].

En resumen: ¡Luchar para salvar la revolución!

Es verdad que ya que el Partido se ha metido en tan gran bache será difícil salir de él. Pero por difícil que sea esta tarea, la única solución es una ruptura radical verdadera, una revolución en el pensamiento, un esfuerzo decidido y prolongado de criticar y rechazar la orientación revisionista que ha venido predominando cada vez más en el Partido ideológica, política y organizativamente. Cualquier cosa menos que tal esfuerzo resuelto, todo intento de maniobrar o distanciarse del abismo por medio de astucia sin hacer frente a la magnitud y la fuente del problema, no sólo no evitará el desastre inminente, sino en realidad causará la parálisis ideológica y política. “Soluciones a medias” no son soluciones en absoluto y al contrario, son parte del problema.

No estamos en condiciones para comentar las tácticas o los pasos inmediatos que debe dar el PCN(M) en la situación actual. Pero estamos convencidos de que si se logra la claridad fundamental sobre las cuestiones de suma importancia del estado y la revolución, los camaradas en Nepal pueden encontrar los medios apropiados para revertir el camino actual. El PCN(M) goza de una enorme reserva de apoyo entre las masas en todo el país. La Guerra Popular prendió la esperanza de los que han estado oprimidos por mucho tiempo y los desató. Las masas de los campesinos pobres, las nacionalidades oprimidas, las mujeres y las castas oprimidas necesitan que la revolución siga adelante y jamás estarán satisfechos con unos pocos representantes en el parlamento o el gobierno. El Ejército Popular de Liberación está en peligro pero aún no ha caído víctima a las conspiraciones para disolverlo. Y pese a los esfuerzos de la dirección del Partido de consentir las ideas atrasadas de las clases medias urbanas (sobre todo sus ilusiones sobre la “democracia pura”), la experiencia ha demostrado que la juventud educada, los intelectuales y otros de las capas medias pueden ser ganados a la revolución sobre una base positiva por medio de mostrar cómo se pueden satisfacer sus intereses mejor, no abortando la revolución, sino llevándola hasta la victoria. Pese a todo el daño de la línea errónea al mando del Partido, queda una fuerte base objetiva para rescatar la revolución y llevarla al establecimiento de un estado revolucionario dirigido por el proletariado y su vanguardia.

Por otro lado, a menos que el Partido abandone la confusión actual sobre la naturaleza del estado, sobre la naturaleza de clase de la dictadura y la democracia, deje de confundir el camino socialista y el camino capitalista y confundir los amigos y los enemigos a escala internacional, caerán en vano todos los esfuerzos de rectificar la situación actual. No será posible bajar la fiebre sin atacar la enfermedad subyacente que la está causando.

La forma principal que ha estado tomando el revisionismo en Nepal —y un problema importante en nuestro Movimiento en general— ha sido el eclecticismo y el centrismo. Mientras que algunos dirigentes han expresado desde el principio su apoyo para el sistema político de la democracia burguesa y su convicción de que el país tiene que pasar por toda una etapa del capitalismo, el problema mayor ha sido los que están en la dirección del Partido que han vacilado ideológicamente—confundiendo la democracia burguesa con la dictadura de Nueva Democracia, combinando dos en uno, confundiendo la estrategia y la táctica, confundiendo los aspectos secundarios y principales de una contradicción, hablando en un lenguaje en privado y otro en público, y en general diciendo una cosa mientras hacen otra.

El problema puede superarse pero sólo si se da una ruptura radical con el actual centrismo y el eclecticismo predominante. Esto quiere decir que una tarea apremiante e inmediata es la reafirmación ideológica de las metas básicas de la revolución proletaria a diferencia de la democracia burguesa, reafirmando la revolución de nueva democracia como el vehículo para lograr todo eso en Nepal, y reafirmando los medios básicos para lograr la revolución. Sobre esta base, será posible barrer las telarañas del revisionismo, el eclecticismo y el centrismo y hacer frente de hecho a los retos del comunismo del siglo 21. Vale la pena recordar que uno de los puntos centrales de la última lucha férrea contra los seguidores del camino capitalista en China fue el debate sobre la dictadura del proletariado. Chang Chun-chiao, uno de los principales dirigentes del cuartel general revolucionario de Mao en el partido, habló con severidad con algunos de los otros dirigentes del partido que no jugaban un buen papel en la lucha. Señaló: algunos de ustedes consideran que el estudio de la dictadura del proletariado es una “tarea flexible” pero los seguidores del camino capitalista entienden con mucha claridad que es una “tarea inflexible” con implicaciones de vida o muerte para la revolución. De modo semejante, el actual debate respecto al camino para avanzar en Nepal es de suma importancia.

Nuestros camaradas en Nepal están atrapados en un pantano y están en grave peligro de ahogarse. ¿Y cómo han reaccionado los camaradas del Movimiento Revolucionario Internacionalista en otros países ante esta emergencia? Mientras que unos pocos han intentado ayudar en todo lo que puedan, desafortunadamente otros les han ofrecido flores a los camaradas vacilantes cuando lo que necesitan urgentemente es una soga fuerte para sacarse del pantano. La soga necesaria existe: no es sino la línea ideológica y política comunista revolucionaria, su posición, punto de vista y método. Es un análisis científico del mundo y del proceso revolucionario que se desarrolla constantemente mientras defiende firmemente y avanza más sobre la base de los logros así como el resumen de las experiencias positivas y negativas de la primera ola de revolución proletaria, incorpora los descubrimientos y avances en toda esfera del empeño humano y hace frente a los nuevos problemas de la revolución así como a los viejos problemas en nuevas formas. La actual lucha de dos líneas dentro del PCN(M) toma lugar dentro del contexto del problema más grande de si se puede, y sobre qué base se puede hacer surgir una nueva ola de la revolución proletaria mundial.

La experiencia de la revolución en Nepal es de hecho muy rica, y uno puede ver las implicaciones de la línea política e ideológica en la vida real, en el sentido positivo durante los diez años de Guerra Popular y más recientemente en sentido negativo en el período de desmantelar el poder popular. No obstante, la opinión de que la práctica avanzada de la revolución nepalesa lo ha hecho innecesario aprender del entendimiento avanzado de otros camaradas es parte del pragmatismo y el empirismo que desafortunadamente ha sido parte creciente de la orientación ideológica de la dirección del PCN (M) ya por un tiempo. Cualquier esfuerzo de resolver la crisis en el PCN (M) exclusivamente “de acuerdo a sus propios términos”, y que por razones nacionalistas o empiristas haga caso omiso del entendimiento comunista revolucionario avanzado que se desarrolla en otras partes, o se le oponga a dicho entendimiento, perjudicará gravemente la lucha por una línea correcta. En particular, esperamos con toda sinceridad que los camaradas del PCN (M) pongan mucha atención a entrarle a la obra, el método y el enfoque, la nueva síntesis, que Bob Avakian ha estado desarrollando.

Concluimos enviando nuestros saludos calurosos a los dirigentes, cuadros, y combatientes del PCN(M) en esta encrucijada decisiva de la revolución y nuestra esperanza de que la lucha decisiva se lleve hasta una conclusión exitosa. La línea política e ideológica correcta puede transformar el rumbo actual del Partido y evitar el abismo. Si se arman con una línea correcta, los que han jugado un papel revolucionario en el pasado pueden desechar el bagaje del eclecticismo, el pragmatismo y el centrismo y retomar el camino revolucionario. Pero esto sólo se logrará luchando hasta el final por la ruptura radical necesaria. Prometemos de nuevo hacer todo lo que podamos para ayudar a ustedes en esta lucha, que no sólo decidirá el futuro para Nepal sino es inseparable de los problemas decisivos que ahora enfrenta todo el movimiento comunista internacional.

Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

4 de noviembre de 2008 

19 de marzo de 2008

A los partidos y organizaciones participantes del Movimiento Revolucionario Internacionalista

Camaradas,

Desde hace algún tiempo nuestro Partido ha estado muy preocupado por el rumbo que ha estado tomando el Partido Comunista de Nepal (Maoísta) (PCN[M]) en cuanto a sus posiciones políticas e ideológicas y las políticas que se derivan de ellas. Se expresaron muchas de nuestras inquietudes respecto a problemas fundamentales en una carta enviada a los camaradas del PCN(M) en octubre 2005. Se escribió esa carta antes del movimiento contra la monarquía y el posterior cese al fuego, la adopción del Acuerdo de Paz Global (APG), la incorporación del PCN(M) al gobierno interino de Nepal y otros acontecimientos. Pese a cuánto plantearon los camaradas del PCN(M) que nuestro Partido es simplemente incapaz de entender sus “tácticas creativas”, en realidad nuestro debate con el PCN(M) en torno a cuestiones de teoría y línea básica precedieron su práctica durante los últimos dos años. El PCN(M) tiene una teoría que conduce a una serie de pasos por un camino cuyo resultado final se puede distinguir cada vez más definidamente. Lo que era y sigue siendo el enfoque central de nuestra lucha es la línea política e ideológica del PCN(M), y no una u otra táctica.

Uno de los problemas políticos centrales que planteamos en nuestro debate con el PCN(M) fue si la etapa actual de la lucha es para el establecimiento de una república de Nueva Democracia, es decir, la forma de la dictadura del proletariado apropiada en las condiciones de Nepal, o si la revolución debe “pasar por” el proceso de consolidar una república democrático-burguesa. Este problema que debatíamos en teoría, se ha vuelto un problema de carne y hueso durante los últimos dos años. Dos estados habían surgido en el curso de la Guerra Popular de diez años: el viejo estado reaccionario burocrático-comprador-capitalista-feudal dirigido por la monarquía en alianza con el imperialismo, y el embrionario estado de nueva democracia que surgía en el campo con base en la fuerza del Ejército Popular de Liberación. El problema objetivo que enfrenta Nepal es cuál de estos dos estados saldrá triunfante y será consolidado a nivel nacional y cuál de ellos será derrotado. La gran tragedia es que la línea política y las ideas confusas de los camaradas del PCN(M) en una gran medida han ilegitimado el estado que había surgido en el campo y han vuelto a legitimar la dictadura de las clases reaccionarias ligadas al sistema imperialista mundial. El Partido se concentra ahora en la Asamblea Constituyente próxima cuya tarea es precisamente consolidar una república democrático-burguesa, con todo lo que esto significa en las condiciones de los países oprimidos.

Durante los dos últimos años y más nuestro Partido ha desarrollado una lucha continua con los camaradas del PCN(M) dentro del marco del Movimiento Revolucionario Internacionalista y seguiremos haciéndolo, lo mejor que podamos. Estamos convencidos que a menos que el PCN(M) dé una ruptura radical con el rumbo actual, a menos que repudie una serie de concepciones que lo han estado guiando en el período reciente, los grandiosos logros de la Guerra Popular en Nepal serán derrochados y las grandes esperanzas que la revolución en Nepal había encendido entre las masas de ese país y otros muchos a nivel mundial serán truncadas una vez más. De hecho, este proceso de deshacer la revolución y transformarla en otra cosa ya está bastante avanzado.

A pesar de esta trayectoria desgarradora, es tarde, pero no demasiado tarde para que los camaradas cambien radicalmente de rumbo. Esta es la tarea apremiante e inmediata, sin la cual es imposible dirigir la revolución a una conclusión triunfante.

Es obvio que el resultado de la lucha que se desarrolla ahora en Nepal se hará sentir mucho más allá de las fronteras de ese país. Los camaradas en Nepal han formado una parte importante del Movimiento Revolucionario Internacionalista desde su formación y nuestro Movimiento ha bregado profundamente con los problemas ideológicos y políticos cuando han surgido con relación al inicio y el desarrollo de la Guerra Popular en ese país. Como a menudo lo han expresado los mismos camaradas del PCN(M), el desenlace de la revolución en Nepal es una responsabilidad en común de todo el Movimiento Revolucionario Internacionalista.

Nuestro Partido sigue la lucha en este espíritu, para tener un impacto constructivo en la situación en Nepal y para luchar por que el Movimiento Revolucionario Internacionalista y todos los partidos que lo conforman acepten sus responsabilidades para librar una lucha fuerte y sustancial contra la línea que ha estado al mando en el PCN(M). Después de todo, el Movimiento Revolucionario Internacionalista se ha declarado correctamente el centro político embrionario de las fuerzas maoístas en el mundo y se ha esforzado para cumplir esa gran tarea. ¿Qué significado tendría esto si nuestro Movimiento se quedara callado y pasivo, o aún peor, si anduviera echando porras mientras un importante partido de nuestro Movimiento toma decisiones de dimensiones trágicas con tan profundas consecuencias para una revolución que apreciamos tanto? ¿Qué significado tendría el “internacionalismo proletario” y la “solidaridad internacional” si no tiene como fundamento la necesidad de gritar ¡alto! cuando se están destruyendo los logros preciosos de la revolución?

En cierto nivel, las posiciones y políticas del PCN(M) durante los dos últimos años son, o deben ser, reconocibles como una desviación de los principios básicos del marxismo-leninismo-maoísmo y la misma base en que se fundó nuestro Movimiento. Firmar el Acuerdo de Paz Global de noviembre 2006 en que los órganos de poder construidos durante una década de Guerra Popular fueron desmantelados, en que el Ejército Popular de Liberación fue restringido a acantonamientos y la mayor parte de sus armas guardadas bajo llave con supervisión de la ONU, la “legitimación” del viejo ejército, el viejo parlamento y el viejo estado en general, la redefinición de la meta de la Guerra Popular como el establecimiento de una “república democrática federal” (bajo la consigna del PCN(M) de “reestructurar el estado”), la promoción de toda una serie de posiciones erróneas sobre cuestiones cruciales de la naturaleza del estado, elecciones, y así sucesivamente —todo esto causa, o debe causar más que alarma para todo comunista. Y efectivamente, de una forma u otra, muchos camaradas han expresado sus “inquietudes” o reservas respecto al rumbo de los sucesos en Nepal. Pero la forma particular de la línea guía en el Partido, como explicaremos, es caracterizada esencialmente por el eclecticismo en la filosofía—la combinación y reconciliación de los contrarios; para decirlo sencillamente, “combinar dos en uno” en vez del método marxista de “dividir uno en dos”. Los dirigentes del PCN(M) escuchan cortésmente las “inquietudes” de los camaradas, les agradecen a los que las presentan, les aseguran a otros de su compromiso con nuestros objetivos comunistas comunes y luego proceden a hundirse cada vez más en las arenas movedizas. Desafortunadamente, la reacción principal de parte de muchos camaradas de otros partidos ha sido aceptar las promesas huecas de la dirección del Partido.

En el período más reciente, cuando el Partido se ha alistado para su campaña electoral para la Asamblea Constituyente, el fomento de posiciones revisionistas ha alcanzado nuevos extremos. Cuando nuestro Partido señaló en nuestra carta anterior por qué consideramos erróneas y contrarias a los principios marxistas la línea y las políticas del PCN(M), nos dijeron que sólo habíamos repetido el abecé del marxismo. Esto es la verdad en grado importante: sustituir la revolución de nueva democracia dirigida por el proletariado por la meta de una “república democrática federal” es relativamente fácil reconocer como algo contrario a los principios marxistas para cualquier persona mínimamente familiarizada con el marxismo. Más adelante, examinaremos por qué parecen considerar tolerable—si no digna de alabanza—esta desviación del “abecé del marxismo” tantos partidos y organizaciones del Movimiento Revolucionario Internacionalista.

Como se mencionó arriba, nuestra polémica con los camaradas del PCN(M) no comenzó con su decisión de firmar el Acuerdo de Paz Global con la Alianza de los Siete Partidos, los principales representantes (excepto el rey) de las clases reaccionarias en Nepal. Se intensificó una discusión dentro del PCN(M) en 2005, que el Partido caracterizó como una “lucha de dos líneas”. En particular, uno de los protagonistas en esta lucha, el Camarada Babaram Bhatterai, publicó un artículo extenso titulado “El Problema de Construir un Estado de Nuevo Tipo” que, en nuestra opinión, representó una desviación básica de un correcto entendimiento marxista del estado, la democracia y la dictadura proletaria. Con la esperanza de contribuir a la discusión que se desarrollaba entonces en el Partido, escribimos nuestra crítica del artículo, junto con nuestra crítica de la propuesta de “desmovilizar el Ejército Popular de Liberación y el Ejército Real de Nepal” y finalmente combinarlos en uno[21]. Más o menos al mismo tiempo en que se recibió nuestra carta, el PCN(M) celebraba una reunión del Comité Central que resolvió la lucha de dos líneas con lo que representó, en nuestra opinión, la adopción de la línea sostenida en el artículo “Nuevo Estado” en una forma ecléctica. La explicación dada en la resolución de esa reunión fue que la línea adoptada de ir por una “república democrática” y un “estado transicional” sólo fue una táctica, pero la estrategia seguía siendo la de la Nueva Democracia, el socialismo y el comunismo.

Se refleja este eclecticismo en la política y la ideología en todos los escritos y las acciones del PCN(M) en el último período. Aún peor, hay una creciente tendencia de identificar la “república democrática federal”, que es sin duda una república burguesa, con la eliminación de la explotación y las clases. Se refleja la tendencia hacia combinar “dos en uno” incluso hasta la divulgación de fotos de sus dirigentes embadurnados con tikka[22] junto con la explicación de que “rojo es el color del proletariado”.

Más adelante volveremos con más detalle al problema esencial de eclecticismo y la tendencia de combinar “dos en uno”. Por el momento solamente recordamos las palabras de Lenin:

“Se suplanta la dialéctica por el eclecticismo: es la actitud más usual y más generalizada ante el marxismo en la literatura socialdemócrata oficial de nuestros días. Estas suplantaciones no tienen, ciertamente, nada de nuevo; pueden observarse incluso en la historia de la filosofía clásica griega. Con la suplantación del marxismo por el oportunismo, el eclecticismo presentado como dialéctica engaña más fácilmente a las masas, les da una aparente satisfacción, parece tener en cuenta todos los aspectos del proceso, todas las tendencias del desarrollo, todas las influencias contradictorias, etc., cuando en realidad no da ninguna noción completa y revolucionaria del proceso del desarrollo social.” (El estado y la revolución, ELE, pág. 25)

Tácticas preocupantes al llevar a cabo una línea ideológica y política errónea

Muchos de los artículos y documentos del PCN(M) se contentan con expresar la meta de la revolución como simplemente lograr una república “democrática, federal y proporcional”. Pero es cierto que hay otros artículos y discursos, sin mencionar las afirmaciones informales frecuentes, como en la carta al PCR,EU, que el Partido “entiende” o tiene como meta lograr la Nueva Democracia, el socialismo y el comunismo. Es aquí donde el eclecticismo juega su papel de entorpecer la vigilancia de los comunistas y las masas avanzadas. Las promesas respecto a la meta final están regadas aquí y allá, pero lo que está en vigor son las elecciones para la Asamblea Constituyente y poner en marcha todo el Partido en torno a eso.

No repasaremos todos los argumentos planteados en nuestra carta anterior sobre la relación entre la estrategia y la táctica, el peligro de que las tácticas se coman a la estrategia, etcétera. Sólo alentamos a los camaradas a volver a leer nuestra carta anterior a la luz de los sucesos de los últimos dos años. En ese sentido más amplio la táctica, o tal vez mejor dicho, la política, es un ámbito apropiado para la discusión y el debate dentro de nuestro Movimiento. Sin embargo, el problema central y decisivo es la cuestión general de la línea ideológica y política del PCN(M) y no las tácticas específicas ni la política.

En la respuesta del PCN(M) a nuestra carta, hasta convierten en principio su rechazo a este punto. El problema con el PCR, según los camaradas nepaleses, es que tratamos solo el nivel de “estrategia”, mientras que, los camaradas insisten, las revoluciones no se ganan o se pierden al nivel estratégico, sino en el nivel de la táctica. Los camaradas sostienen, “Francamente, es muy fácil no cometer errores en estrategia… La mejor prueba para los revolucionarios, incluido su partido, se mide por las tácticas, no por la estrategia. Por eso, el futuro de la revolución no depende solamente de la estrategia sino de qué medidas tácticas se adoptan en distintas coyunturas de la revolución a fin de alcanzar el objetivo estratégico.”

En realidad, la historia es muy distinta. A veces las revoluciones son derrotadas no a causa de los errores de los revolucionarios sino a causa de una correlación de fuerzas desfavorable. Pero en aquellos casos donde el factor subjetivo, es decir, el entendimiento y las acciones de los revolucionarios, ha sido el factor principal que lleva al fracaso de la revolución, a menudo es precisamente porque los comunistas han entendido mal las tareas estratégicas de la revolución, confundido los enemigos y los amigos, o se han desviado del camino fundamental. Por el contrario, una metida de pata táctica por lo general se puede superar, a menos que tenga repercusiones estratégicas.

De manera semejante, entre otras razones nos perturban tanto muchas de las tácticas, o políticas, que el PCN(M) ha seguido en años recientes porque objetivamente esas tácticas van en contra del objetivo estratégico de cumplir la revolución de nueva democracia.

Pese a la acusación del PCN(M) contra nuestro Partido de dogmatismo e inflexibilidad, tenemos muy presente, sobre todo en un período de auge revolucionario, la necesidad de flexibilidad táctica, de aprovechar las contradicciones entre el enemigo, llegar a sectores más amplios de las masas, e iniciativas creativas y atrevidas al servicio de la revolución proletaria. Por ejemplo, nuestro Partido defendió la posibilidad del cese al fuego y las negociaciones en el transcurso de la Guerra Popular en Nepal y en general[23]. En las condiciones específicas imperantes después del derrumbamiento de la monarquía absoluta en abril de 2006, es muy probable que hubiera sido difícil y tal vez indeseable seguir ininterrumpidamente la lucha armada contra el Ejército Real de Nepal o rehusar entrar en negociaciones con la Alianza de los Siete Partidos. Debido al terror de la represión durante la Guerra Popular, el contacto del Partido con las masas se limitaba, sobre todo en las zonas urbanas. Sin duda fue necesario que el Partido aprovechara al máximo la crisis en las clases dominantes y sus instituciones políticas para proyectar su programa para la futura sociedad y preparar a las masas para una solución revolucionaria a la crisis institucional. Desafortunadamente, eso no es lo que ha hecho principalmente el Partido. La tribuna nacional y hasta internacional que el PCN(M) ganó como resultado de diez años de Guerra Popular y el consiguiente movimiento contra la monarquía de abril 2006 y la crisis institucional no ha sido aprovechada para elogiar la nueva forma de estado en Nepal que habían construido en las bases de apoyo, ni para desenmascarar la bancarrota de las fuerzas de las clases dominantes, y definitivamente no se ha aprovechado para deslindar los campos de un modo resuelto y definido entre la dictadura burguesa y la democracia burguesa, por un lado, y la dictadura proletaria y la democracia proletaria por el otro. Afirmaríamos inclusive que tal vez la decisión de participar en las elecciones para la Asamblea Constituyente podría haber sido necesaria y justificada si fuera parte de una línea política distinta, de hecho contraria, al mando del Partido[24].

Nada de lo anterior tiene por objetivo justificar la política y las tácticas actuales que el PCN(M) ha adoptado. Lo que queremos decir es que esas tácticas por sí mismas, abstraídas del contexto político y estratégico general, no pueden ser la base para juzgar la línea y la dirección del PCN(M). Lo contrario también es verdad: volver al combate más abierto, por sí mismo, no resolverá la cuestión de la línea política e ideológica. Es de esperarse, por cierto, que el desenlace de la profunda crisis institucional en Nepal no sea pacífico. Hasta las elecciones burguesas de rutina en los países del tercer mundo a menudo vienen acompañadas con el derramamiento de sangre. Y en Nepal, hay muchos motivos para esperar estallidos sociales, trastornos y una intensificación de la lucha de clases con relación a las elecciones para la Asamblea Constituyente (si de hecho se llevan a cabo) o en el período posterior.

Una de las causas de la parálisis de nuestro Movimiento ante el surgimiento de una línea errónea en el PCN(M) parece ser una dificultad para ir más allá de las políticas inmediatas y analizar más profundamente la orientación ideológica y política que las impulsa. En vez de darse vueltas entre preocuparse cuando se están transigiendo los frutos de la revolución y tranquilizarse cuando los conflictos se agudizan y luego dar vuelta otra vez frente a los cambios rápidos en la situación política en Nepal, los camaradas deben, para parafrasear a Mao, tomar la apariencia solo como el umbral y utilizar el materialismo dialéctico para entender la esencia.

Es verdad que los que estamos fuera de Nepal nunca podremos entender plenamente la situación lo suficiente como para tener opiniones fuertemente formuladas con respecto a todas las cuestiones específicas que surgen en el transcurso de la revolución. Nuestro debate con el PCN(M) no está enfocado en ésta o aquella táctica, sino en los problemas fundamentales de la revolución, y más específicamente, qué tipo de estado debe establecer la revolución. Es por errores fundamentales a ese nivel—por confundir o hasta negar las metas fundamentales de la revolución—que el PCN(M) ha adoptado primero una y después otra táctica errónea y perjudicial que ha llevado a desviarse de la realización de las metas revolucionarias.

¿Cuál es la meta — “reestructurar el estado” o “destrozarlo”?

Una de las frases que se repite en los escritos del PCN(M) como un leitmotiv es el llamado a “reestructurar el estado”. De hecho, esta frase en sí resume claramente el error en el programa político del PCN(M). Vale la pena repasar el muy difamado “abecé del marxismo” al respecto. Al resumir la experiencia de las diferentes revoluciones de Europa en el siglo 19, Marx hizo la muy profunda observación de que “todas las revoluciones perfeccionaban esta máquina, en vez de destrozarla” (nuestro énfasis)[25]. ¿Qué quería decir Marx con esto?

En particular, se refería al hecho de que las varias rondas de revolución en Europa y sobre todo en Francia (1789, 1830 y 1848) habían llevado a transformar la máquina del estado para que concordara con la base económica capitalista y se “perfeccionara” su capacidad para cumplir con su papel de hacer valer la dictadura burguesa. Está muy claro que Marx se refiere a la abolición de la monarquía en gran parte de Europa y la generalización de la democracia burguesa como la “perfección” de la dictadura capitalista que representa el estado. Más tarde Marx saca específicamente la lección de la Comuna, que no fue, en su esencia, un intento de perfeccionar más el aparato estatal burgués en Francia sino un primer intento, aunque titubeante, a veces indeciso, y finalmente derrotado, de destrozar la máquina estatal burguesa y reemplazarla con un estado diferente que surgía de la lucha revolucionaria proletaria[26].

Lo que está en juego en el actual debate es si los 10 años de guerra popular, después de todo, habrán servido para destrozar la máquina estatal reaccionaria o perfeccionarla. Para hablar sin rodeos, si el resultado de la guerra es la consolidación de una republica burguesa, el resultado trágico será que el sacrificio de la gente no habrá servido para establecer una forma de dominio proletario sino sólo para “modernizar” y “perfeccionar” el mismo instrumento que la mantiene oprimida.

La base teórica de esta confusión entre “destrozar” y “perfeccionar” el aparato estatal se puede ver bastante claro en la resolución del Comité Central de octubre 2005, que “resolvió” la lucha de dos líneas en el partido y sentó la base para las políticas posteriores del Partido. En esa resolución, se argumenta que nunca en la historia se ha desaparecido una monarquía sin “disolver y derrotar” el ejército en que se basa el poder estatal[27].

Esto refleja un entendimiento muy equivocado de precisamente cuál ha sido la experiencia histórica, y específicamente la misma experiencia a que se refería Marx en la cita arriba mencionada sobre la experiencia de “todas las revoluciones anteriores”. En la mayor parte de los países importantes de Europa el estado republicano burgués pudo consolidarse sin destruir cabalmente el aparato estatal asociado con la monarquía, por la misma razón de que las relaciones burguesas habían crecido dentro del mismo armazón proporcionado por la monarquía y que la anterior monarquía feudal se había vuelto una monarquía burguesa a diversos grados. Por supuesto que este proceso no se desarrolló sobre ruedas e implicaba revoluciones, avances y retrocesos. En Gran Bretaña no hubo ninguna revolución después de la Revolución Gloriosa de 1688 a 1689 y hubo un proceso gradual en que la monarquía fue adaptada y reestructurada para estar completamente al servicio del capitalismo, que es la situación hasta hoy en día. En otros países como Francia, Alemania e Italia, hubo repetidos estallidos revolucionarios y hubo tanto contrarrevoluciones burguesas (Francia 1814 o Alemania antes de 1848), como la consolidación relativamente pacífica del sistema estatal en la estela de los estallidos revolucionarios (Luis Napoleón en Francia, 1852). El resultado de este proceso complejo y diverso a lo largo del siglo 19 fue, sin embargo, exactamente como lo describió Marx —la consolidación, la perfección del régimen democrático burgués, con o sin una monarquía residual, en todos los países capitalistas avanzados. Incluso en Francia, el hogar de la revolución burguesa primordial, el ejército reaccionario de la monarquía jamás fue completamente “destrozado” y la burguesía encontró que era útil conservar o reintroducir aspectos de la monarquía dentro del marco burgués aún cuando seguía luchando contra vestigios del feudalismo en su país y en el extranjero. Napoleón I es un claro ejemplo. En fin, decir que no se ha establecido ninguna república sin la destrucción cabal del aparato estatal que servía a la monarquía no corresponde a los hechos y sirve para ofuscar las verdaderas tareas de la revolución en cuanto al estado. Ilustra la confusión y el eclecticismo que reina en el partido, donde la estrategia revolucionaria correcta de Revolución de Nueva Democracia se combina con una estrategia muy reformista (que se disfraza ahora como una “táctica”) de luchar por una república burguesa “transicional”.

Además, ¿cómo podemos reconciliar la descripción que ofrece el PCN(M) con la experiencia de la revolución rusa? ¿No es el caso que la revolución de febrero 1917 estableció una república burguesa en Rusia sin “disolver y derrotar” el ejército y la burocracia del Zar? En realidad, el Gobierno Provisional dirigido por Kerensky representó muy bien la “perfección” del aparato estatal burgués en la forma republicana. No debe sorprender que esa “perfección” también incluye incorporar y proteger muchas características reaccionarias de la forma previa del dominio ni que algunas de las fuerzas agrupadas alrededor del Zar también conspiraron en contra del mismo gobierno provisional, como en la revuelta de Kornilov en julio de 1917 cuando estas mismas fuerzas trataron de dar marcha atrás a todo ese proceso revolucionario que se desenvolvía entonces en Rusia. La línea de Lenin fue clara—la tarea de la revolución no fue consolidar una república burguesa sino luchar para “destrozar” el aparato estatal burgués y establecer otro tipo de estado completamente diferente. Y eso fue, desde luego, precisamente lo que hizo.

De modo parecido en la historia más reciente hemos visto que fueron derrocadas monarquías y reemplazadas con una república de diferentes tipos sin necesidad de destrozar el estado. Se ve en la revolución de 1979 en Irán cuando el régimen autocrático del Cha fue derrumbado y se estableció una república islámica. El aparato estatal del Cha, sobre todo el ejército, de ninguna manera fue destrozado sino fue reformado como parte de la consolidación de la igualmente reaccionaria República Islámica de Irán. Y mientras la tendencia histórica general ha sido que las monarquías conducen a las repúblicas, se dan casos donde una monarquía burguesa ha servido como un armazón más apropiado que la república para perfeccionar el estado democrático-burgués. El ejemplo más claro es España, donde la dictadura franquista ya no era útil para la burguesía y el mejor medio para evitar un estallido revolucionario y asegurar la transición a una democracia burguesa moderna y eficaz fue a través del vehículo de una monarquía restaurada en la persona de Juan Carlos. Y habrá que decir que la transición de la España moderna de un estado burgués fascista a una monarquía democrática tuvo mucho éxito y efectivamente ha perfeccionado más el estado al servicio de los intereses de la burguesía y del sistema imperialista mundial en general.

Así que ¿por qué insiste tanto el PCN(M) en una interpretación basada en la necesidad de “disolver y derrotar” las fuerzas armadas de la monarquía? Su análisis es consecuente con los intentos constantes del PCN(M) de retratar la lucha básica en el país como una lucha entre las fuerzas de la reacción agrupadas en torno a la monarquía contra las fuerzas que representan la república. En realidad, esta interpretación combina varias contradicciones. La contradicción entre las masas y las clases enemigas (feudalismo, capitalismo burocrático-comprador e imperialismo) se combina eclécticamente con una contradicción real pero secundaria entre las clases reaccionarias en sí, entre los simpatizantes recalcitrantes de la monarquía y otros sectores de los explotadores que creen que ahora la monarquía amenaza la continuación de su dominio. Por cierto no se puede descartar la posibilidad de un intento de atacar la Asamblea Constituyente por parte de la monarquía y sectores del Ejército, pero la tendencia principal dentro de las clases dominantes de Nepal y sus patrocinadores extranjeros ahora es favorecer la Asamblea Constituyente y la declaración de una república.

He aquí una forma particular de eclecticismo, donde el PCN(M) toma el bien conocido precepto central marxista respecto a la necesidad de destrozar el aparato estatal existente y lo estrecha y lo aplica mal a la institución de la monarquía. Parece ser muy revolucionario insistir en destrozar completamente la monarquía pero en efecto esto tapa el hecho de que el blanco de la Revolución de Nueva Democracia no es la monarquía sino las clases burocrático-compradora y feudal y sus patrocinadores extranjeros e imperialistas en su conjunto.

Claro que se necesita arrancar de raíz completamente la monarquía en Nepal por medio de la revolución de Nueva Democracia. Y desde luego no sorprende que las clases reaccionarias se inclinen a incorporar muchos elementos de la monarquía o hasta el mismo rey en un nuevo estado reaccionario. En ese sentido, es muy correcto que los comunistas llamen a la erradicación completa de la monarquía y dirijan a las masas a erradicar la monarquía como parte de la revolución de Nueva Democracia y el establecimiento de un nuevo estado en el poder. Pero eso no es lo que los camaradas han estado argumentando—ni lo que están haciendo. En cambio, siguen insistiendo que la completa erradicación de la monarquía y el establecimiento de la democracia “pura” (burguesa) con partidos que representan los intereses de las clases reaccionarias es un paso preliminar necesario antes de que la revolución pueda avanzar hacia sus objetivos de Nueva Democracia, o redefinen la Nueva Democracia de modo que no difiere en nada de la democracia burguesa. Y en realidad, no importa si se considera que ese paso sea un paso estratégico necesario como se sostiene en “Nuevo Estado” o que sea simplemente un paso “táctico” como sostiene la resolución de 2005—en cualquiera de las dos interpretaciones la realización de la república es el preliminar necesario para avanzar más.

Ante esto tenemos dos respuestas principales. Primero, cualquier república burgués-compradora-feudal reaccionaria que se establezca en Nepal incorporará necesariamente todo tipo de características reaccionarias del sistema anterior. Es así porque tal república será y sólo puede ser, en el sentido más fundamental, una continuación del estado (monárquico) previo justamente porque mantendrá e impondrá el dominio de las mismas clases reaccionarias. El que el rey se quede o no, el hedor del feudalismo de lo cual él fue el símbolo y representante principal, jamás puede ser eliminado sin llevar al final la revolución de Nueva Democracia. Nuestra segunda respuesta que es más fundamental es que la república burguesa es, como lo expresó Lenin, “la mejor envoltura política” para el crecimiento del capitalismo aun si la burguesía y los principales partidos burgueses (incluyendo los que son reformistas y revisionistas) tiemblen de miedo ante la idea de quedarse solos sin la protección de la monarquía. Pues después de todo, la monarquía ha sido el pilar de todo el sistema comprador-burocrático feudal en Nepal y por lo tanto la burguesía y hasta los revisionistas tienen una actitud ambigua al respecto. Es exactamente lo que sostenía Marx, que las revoluciones hasta la fecha solo habían perfeccionado el aparato estatal burgués, aun si a menudo lo han hecho en oposición a la misma burguesía (o por lo menos importantes sectores de ella). La naturaleza explotadora de la burguesía y su tendencia de transigir con otras formas de explotación aún más anticuadas, han llevado frecuentemente a su propia vacilación y a veces hasta parálisis, incluyendo en una revolución en que, objetivamente, su clase y su modo de producción son finalmente los beneficiarios. A menudo en la historia “el pueblo” ha puesto en el poder a la burguesía, aun cuando la burguesía, o gran parte de ella, se escabullía de miedo.

Dicho de otro modo, la meta de democracia burguesa “pura”, bien lavada del hedor de la monarquía, es tanto inalcanzable como indeseable. Pero en vez de reconocer y proclamar a las masas que el sistema que se consolida actualmente en Nepal a través de todo el proceso de Asamblea Constituyente es exactamente un tipo de democracia truncada, infestada de feudalismo, vendepatria, que es lo “mejor” que se puede lograr sin derrocar a las clases reaccionarias; en vez de elogiar la democracia que se construía en el transcurso de la Guerra Popular y llamar a establecer ese sistema estatal, esa democracia, y esa dictadura, a nivel nacional, los camaradas en Nepal han salido en busca del Santo Grial de la democracia “pura”, descubriendo constantemente primero uno y luego otro criterio no cumplido para la democracia burguesa, e intentando centrar la lucha sobre esa base cada vez más estrecha.

Democracia burguesa y nueva democracia

Mao desarrolló la teoría de la revolución de Nueva Democracia y evidentemente concibió que tuviera un carácter democrático burgués en su primera etapa, ya que su objetivo es quitar las trabas que mantienen a los países oprimidos subdesarrollados y subyugados a las potencias extranjeras las—en particular las relaciones semifeudales y del capitalismo burocrático-comprador dependiente de las potencias imperialistas extranjeras y al servicio de ellas, de manera importante en el caso de Nepal, de la India vecina. La Revolución de Nueva Democracia no es socialista en la medida que no pretende acabar inmediatamente con toda la explotación capitalista y, en cierta medida y hasta cierto punto, hasta abre la puerta al crecimiento del capitalismo nacional. Todo esto es bien conocido.

Pero Mao también estuvo bien firme en que la Revolución de Nueva Democracia no es parte de la vieja revolución democrática de la burguesía, sino es parte de la revolución proletaria mundial cuya meta es el socialismo y finalmente el comunismo. Esto no fue una proclamación hueca por parte de Mao, sino un reflejo del análisis de clases que había hecho de China y su entendimiento programático de las tareas de la Revolución de Nueva Democracia. Y puso mucho énfasis en los “elementos socialistas” dentro de la Revolución de Nueva Democracia que sientan las bases para la transformación de la Revolución de Nueva Democracia en una futura revolución socialista.

Ahora Nepal está en una encrucijada entre la Nueva Democracia y la democracia burguesa de viejo tipo, con todo lo que eso significa en las condiciones de un país oprimido. Bajo estas circunstancias, uno esperaría que los comunistas estarían aclarando esta opción a las masas, desenmascarando la farsa y la naturaleza reaccionaria de la democracia proclamada por las clases reaccionarias y sus patrocinadores extranjeros, elogiando los logros ya realizados en el curso de la Revolución de Nueva Democracia en el campo y llamando al pueblo a establecer este sistema en todo Nepal. Sin embargo, lo que es objetivamente una opción clara se ha vuelto confusa y embrollada, en particular por la propaganda, las consignas y acciones de los mismos comunistas en su búsqueda de la “democracia pura”.

Cuando miramos concretamente a Nepal y cómo se ha desarrollado la revolución, podemos ver que hay una serie de problemas cruciales que son de carácter democrático-burgués pero que desafían el mismo marco del sistema burocrático-comprador, semifeudal que reina en Nepal. Varios de estos problemas que se han expresado tan poderosamente en la lucha revolucionaria durante los diez años de Guerra Popular son: 1) la lucha para eliminar la opresión de la mujer; 2) la lucha para destruir definitivamente el sistema de castas; 3) la lucha por la igualdad de las nacionalidades; 4) la realización de “la tierra quien la trabaja” y 5) establecer la verdadera independencia de Nepal de la India y de las potencias imperialistas. Ninguno de estos problemas es, por sí mismo, de carácter socialista, pero están muy en el corazón de la revolución de Nueva Democracia. Solo pueden cumplirse por medio de la revolución dirigida por el proletariado movilizando y apoyándose en el pueblo. Además, cada una de estas contradicciones y la lucha para resolverlas entraña las semillas que sientan las bases para la futura transformación de la revolución más allá de la etapa democrática hacia el futuro socialista y comunista.

Está bastante claro que un régimen burgués reaccionario, comprador-feudal, república o no, jamás resolverá completamente ninguno de los problemas arriba mencionados. Tal régimen podría intentar “mitigar” algunas de estas contradicciones pero finalmente no puede tener éxito, como se ve en el ejemplo de la vecina India. “La democracia más grande del mundo” ilustra bien la naturaleza reaccionaria de la democracia burocrático-compradora y semifeudal. En la India, la discriminación de casta es ilegal formalmente y “se reservan” puestos en el gobierno para las clases oprimidas; las mujeres tienen igualdad legal y se proclama formalmente la igualdad de idiomas y el carácter laico del estado. Pero todo el mundo sabe qué tanto distan las proclamaciones formales de la realidad cotidiana de humillación y opresión de los Dalits y los Adivasis, la dominación hindú constante, periódicamente interrumpida por masacres comunales, el sometimiento de las mujeres resaltado por los frecuentes asesinatos por dotes, y la lista podría seguir así sucesivamente. En realidad, dentro de unos pocos años en Nepal, desatar las masas en la Guerra Popular llevó a cabo transformaciones en las relaciones entre la gente y muchas de las ideas correspondientes que jamás se lograron en la India burgués compradora y semifeudal. Por ejemplo, el gran número de mujeres jóvenes que se alistaron voluntariamente para servir en el Ejército Popular de Liberación, de las cuales muchas llegaron a ser dirigentes, está ligado con el hecho de que el nuevo orden revolucionario, o la Nueva Democracia que echaba raíces en el campo, impactó inmediata y dramáticamente en la posición social de la mujer —el matrimonio de menores efectivamente se abolió, de hecho además de en la ley, patanes anti-mujeres fueron castigados, muchos jóvenes escogieron su pareja sin consideraciones de casta o de familia. ¿Se puede decir lo mismo de la India, donde más de 90 por ciento de los matrimonios respetan las barreras de casta? Una de las grandiosas transformaciones en el campo nepalés ha sido el golpe contundente al sistema de castas. Mientras que casi todos los partidos en Nepal declaran en palabras su oposición al sistema de castas, solo la revolución pudo hacer mella realmente en esta centenaria práctica. Los oprimidos de antes, ahora de pie y orgullosos, miran de frente a cualquiera. Estas son verdaderas tareas democráticas que la revolución ya logró en una medida importante y que pueden plantearse como un modelo para todo el país. Irónicamente, la búsqueda de “democracia verdadera”, que solo puede considerarse frase en clave para la democracia burguesa (“verdadera”) implementada cabalmente, ha socavado el mismo poder de estos logros democráticos revolucionarios justamente porque en Nepal la “democracia verdadera” no puede arrancar de raíz completamente estas formas de opresión arcaicas y atrasadas, al igual que no lo ha hecho en la India u otros países del tercer mundo, y en efecto la “democracia verdadera” por lo general ni alega hacerlo. En cambio, la “democracia verdadera” se concentra en la forma del estado, y sobre todo en elecciones pluripartidistas, a que se reduce sistemáticamente la democracia.

La experiencia por todo el mundo ha demostrado vez tras vez que elecciones pluripartidistas no impiden que el poder político, la dictadura, esté firmemente en las manos de las clases explotadoras. Las ventajas de estas clases en cuanto a experiencia de dominar, educación, finanzas, lazos al sistema imperialista mundial (y la clase dominante de la India en el caso de Nepal), les dan a ellas y sus representantes una gran ventaja en la contienda electoral, incluso una elección “justa” de acuerdo a las normas democrático-burguesas, sin mencionar todos los rasgos “extra-democráticos” que muy a menudo acompañan las elecciones en los países del tercer mundo — “urnas embarazadas”, intimidación policíaca, intrigas extranjeras, etcétera. Y, por supuesto, siempre hay el “veto” final de las fuerzas armadas reaccionarias que pueden imponerse en el evento poco probable que los resultados electorales en realidad representaran una amenaza a los intereses de la clase dominante y sus patrocinadores extranjeros. Estamos por presenciar ese mismo proceso en Nepal. En las condiciones actuales es muy poco probable que el PCN(M) tenga la mayoría en las elecciones próximas para la Asamblea Constituyente y la mayoría de las dos terceras partes que será necesaria para efectuar cualquier cambio sustancial en la constitución interina es imposible. El resultado más probable es que el PCN(M) será derrotado “justamente” en las elecciones —después de todo, si los reaccionarios no estuvieran seguros de obtener ese resultado simplemente responderían posponiendo las elecciones como lo hicieron en junio 2007— y la legitimidad del estado reaccionario nuevamente consolidado saldrá reforzada. En el caso muy poco probable de que el Partido llegara a ocupar los puestos más importantes del gobierno por medio de este proceso electoral, la misma alianza necesaria, el enredo en instituciones políticas burguesas y con la “comunidad internacional”, asegurarían que no hubiera ninguna transferencia de poder al proletariado y las clases oprimidas y ninguna base para que el estado llevara a cabo la transformación revolucionaria de la sociedad.

Esperaríamos que los camaradas del PCN(M) no aceptaran el “veredicto de las urnas” pese a sus repetidas promesas de hacerlo y a pesar de la inmensa presión que estará sobre ellos para “aceptar las reglas” de elecciones burguesas. Pero aún en el caso bienvenido que los camaradas rechazaran tal resultado, lo harían sobre una base muy debilitada por haber prestado la autoridad del Partido a la legitimidad de todo este proceso. Y aún queda el problema fundamental de la concepción estratégica y la meta estratégica de democracia burguesa como un estado transicional, una orientación que se reafirma constantemente en el campo de decisiones tácticas y políticas. Aún si, de modo tardío, el Partido decide tomar otro camino —y seguiremos luchando precisamente por tal cambio radical de rumbo— la presión de regresar al camino parlamentario seguirá surgiendo de esta misma falta de claridad en cuanto a los objetivos estratégicos. No bastará simplemente ajustar las tácticas una vez más; se necesita un verdadero rechazo del enfoque y las ideas que llevaron a este callejón sin salida.

¿Democracia burguesa “proporcional” o el sistema de nueva democracia?

Aún más que muchos otros países del tercer mundo, Nepal es “una cárcel de naciones”. La minoría de “nepaleses tradicionales” ha dominado y ha pisoteado a la mayoría de la población por lo menos desde la fundación del reino Gorka en 1768 por Prithur Narayan Cha. Un gran logro de la revolución ha sido despertar a las nacionalidades oprimidas de Nepal por todo el país y organizarlas en las filas de la revolución. Con el desarrollo de la revolución, se establecieron órganos del poder en las áreas de concentración de diferentes nacionalidades, por ejemplo la Región Autónoma Magar que se estableció en el corazón Rolpa-Rukum de la revolución en el oeste de Nepal. Por cierto quisiéramos entender mejor esta experiencia y aprender más sobre las formas específicas del estado y de las organizaciones de masas con relación a superar la opresión nacional. No obstante, se ve claramente que estas formas por lo general fueron acogidas por las masas.

Quisiéramos destacar lo que es obvio — nada de esto hubiera sido posible sin la fuerza organizada de las masas armadas y en particular los triunfos del Ejército Popular de Liberación contra las fuerzas armadas del viejo estado reaccionario. Fue sobre la base de barrer con las estaciones de policía, los tribunales, las cárceles, así como las bandas de reaccionarios y lumpen, que el poder popular pudo establecerse y dar expresión a las aspiraciones por tanto tiempo ahogadas de las nacionalidades minoritarias.

Hay mucha experiencia en cómo abordar los problemas de las nacionalidades minoritarias como parte de la dictadura proletaria en el transcurso del siglo 20. Hace falta resumir profundamente esta experiencia como parte de la experiencia más general de la revolución socialista. Una de las conclusiones clave que hemos sacado de la experiencia general de la revolución proletaria es, como lo planteó Bob Avakian, la necesidad de “un núcleo sólido con mucha elasticidad”. Es decir, con el establecimiento de la autoridad proletaria y manteniendo firme el control del poder, es muy posible y necesario permitir el florecimiento de diversas opiniones y agrupaciones políticas. Nuestro entendimiento limitado de la experiencia del poder popular en Rolpa-Rukum y en otras partes del Nepal liberado, sugiere que esto describe por lo menos en parte el proceso que ahí se llevaba a cabo. La autoridad de la revolución con base en representar los intereses más altos de las masas y la fuerza militar del Ejército Popular de Liberación —es decir, la dictadura sobre las clases reaccionarias— creó las condiciones que permitieron un verdadero florecimiento de la vida política, incluyendo el despertar de fuerzas diversas y a veces hasta centrífugas entre las diferentes agrupaciones nacionales. Mientras que la autoridad del Partido se mantuvo al mando firmemente y proporcionaba un ancla, tales fuerzas centrífugas no amenazaban el avance de la revolución sino se le dio mayor fuerza y vitalidad[28].

Es bien conocido que en el período más reciente después de firmar el Acuerdo de Paz Global y el acuartelamiento del Ejército Popular de Liberación, han pasado unos acontecimientos muy negativos, sobre todo en la región Madesh (también conocido como Terai) en el sureste de Nepal. Terai es el hogar de un porcentaje grande del pueblo nepalés y es la región más importante para la producción de granos en el país. También es una región donde la mayor parte de la gente ha sufrido diferentes formas de opresión nacional a manos del estado central, que ha favorecido las agrupaciones nacionales basadas históricamente en las regiones montañosas.

En particular, los Madeshis han planteado la demanda por completa proporcionalidad en el nuevo estado, exigiendo que tengan representación en la Asamblea Constituyente, empleos estatales, etcétera, que correspondan a su porcentaje en la población. El PCN(M) se ha convertido en blanco de este movimiento porque anteriormente aprobaron la constitución interina que, en base a las demandas de la Alianza de los Siete Partidos, rehusó aceptar un sistema proporcional. Los demagogos pudieron azuzar los sentimientos nacionales de los Madeshis en contra del PCN(M) y hasta asesinaron a muchos camaradas, sobre todo en la masacre de Gaur el 31 de marzo de 2007. El PCN(M) resumió que fue un error secundar la constitución interina que no ofreció representación proporcional, y desde entonces, el Partido la ha planteado como un elemento crucial para resolver los problemas de los Madeshi y de otras nacionalidades oprimidas.

El PCN(M) ha centrado sus demandas respecto a la nueva constitución en la creación de una “república federal” donde estén garantizados los derechos de todas las agrupaciones nacionales (y, en algunos casos, agrupaciones de casta) sobre una base proporcional. En efecto, se pueden encontrar muchas referencias donde se afirma que “Una vez asegurada la Estructura Federal de la república nacional y las repúblicas de las regiones autónomas, el problema del Terai y otras tensiones también serán resueltos[29].

No estamos convencidos en absoluto que la autonomía regional y una estructura federal proporcional resolverán los problemas de las nacionalidades oprimidas. En cambio, esta insistencia es otra indicación de que el PCN(M) está perdiendo de vista la cuestión central de cuál clase domina en alianza con cuáles otras clases y al contrario se centra en la forma del gobierno, en este caso federal o proporcional, y trata esta cuestión por encima y aparte de su contexto de clase.

Sin duda, medidas como la autonomía regional pueden y deben jugar, bajo un sistema de estado con la dirección de la clase obrera, un papel importante para combatir la desigualdad nacional y movilizar a las masas de las nacionalidades minoritarias en la revolución. Como se notó arriba, así entendemos lo que pasó en realidad en gran medida en las bases de apoyo bajo la dirección del PCN(M) donde, hay que decirlo otra vez, el poder estatal se basaba en la fuerza del Ejército Popular de Liberación. También en el Madesh, en el transcurso de la Guerra Popular, aunque indudablemente hubo intentos de reaccionarios y fuerzas apoyadas por la India de dividir a las masas por diferencias nacionales y fomentar oposición al Partido, no hubo el tipo de conflicto fratricida que ha aparecido en el último período. Al contrario, la demanda de reconocer los derechos nacionales de los madeshis tomó lugar principalmente dentro del poder político que la revolución había establecido y sobre esa base. En el Madesh así como en otras partes del país, el Ejército Popular de Liberación incluía a muchos jóvenes hombres y mujeres de las diferentes agrupaciones nacionales. Sin este firme poder político, sin este núcleo sólido de dirección y autoridad proletaria, no es posible, y efectivamente no ha sido posible, mantener y hacer avanzar la unidad de la gente y tomar medidas concretas verdaderas para arrancar de raíz la desigualdad nacional y la injusticia.

La proporcionalidad por sí misma no puede ser el eslabón clave ni la solución central para resolver la opresión nacional ni asegurar la unidad de las masas. Solo el proletariado (y los de otras capas que son ganadas y entrenadas en su punto de vista) puede ponerse por encima de consideraciones nacionales y realmente oponerse a toda la discriminación nacional e injusticias. Si se dice a las masas que elijan sus representantes según sus intereses nacionales o de su grupo particular, habrá conflictos en todas partes incluso entre las mismas masas de los oprimidos. Por ejemplo, los madeshis en el este entrarán en conflicto con los tharus en el oeste, los dalits lucharán contra los campesinos que son pequeños propietarios de tierra y los badis están en conflicto con todos los demás. Nunca puede haber la unidad voluntaria sólida de los oprimidos si esa unidad se ve o se concibe como alguna especie de coalición de diferentes pueblos y sectores oprimidos. Tarde o temprano, y más probable temprano, las contradicciones objetivas que existen en la sociedad de clases se impondrán y las masas estarán repartidas entre sus respectivas “tiendas de campaña”. La democracia burguesa parlamentaria alimentará esta tendencia.

Una vez que el problema de las nacionalidades se restringe, se limita y se canaliza al ámbito burgués, una vez se impone la idea que cada nacionalidad, sub-nacionalidad, casta o grupo debe luchar por la representación de sus propios intereses estrechos en competencia y oposición a los de otras nacionalidades y grupos, el resultado será lo que se ve tan claramente en la vecina India, donde los grupos están movilizados constantemente para luchar por reservar empleos o escaños parlamentarios. Tales medidas no han hecho ningún cambio real en todo el sistema de opresión nacional y de casta. De hecho, son comunes las masacres sangrientas en la “competencia justa” de nacionalidades, mientras la desigualdad real permanece intacta. Dudamos mucho de que una república federal de Nepal tenga mejores resultados que los de la India.

De nuevo, es muy doloroso ver que se descuartizan los logros de la revolución sobre el altar de una república burguesa (federal y proporcional o no). En vez de promover la esencia del sistema estatal que surgió en la Guerra Popular (la dictadura de nueva democracia) y llamar a que ese sistema estatal se establezca en todo el país, el Partido está promoviendo la forma que desarrolló el poder popular en Nepal (repúblicas autónomas) como la solución para democratizar la república que se está estableciendo por parte de la burguesía. Es un ámbito que jamás desatará ni unirá el entusiasmo de las masas sobre una base correcta.

La tierra para quien la trabaja

Aunque el PCN(M) todavía mantiene “la tierra para quien la trabaja” como una consigna en su campaña electoral, movilizar a las masas rurales en torno a esta demanda central no es el corazón del trabajo del Partido en las zonas rurales. Esto sorprende aún más ya que la revolución agraria, más que cualquier otro factor, hizo avanzar hacia adelante todo el proceso de la Guerra Popular. Desde luego el PCN(M) plantea la reforma agraria en su programa y es muy probable que la nueva república burguesa de Nepal lleve a cabo algún tipo de reforma agraria. Pero la experiencia en muchos países ha demostrado la diferencia entre una reforma agraria incompleta, anti-democrática y burocrática organizada en cooperación con las clases dominantes y una verdadera revolución agraria como la que Mao implementó en China, que se apoyaba en desatar el entusiasmo de los campesinos, sobre todo los sectores más oprimidos[30]. De nuevo, la vecina India proporciona un escaparate muy bueno. Se llevó a cabo una significativa reforma agraria en India, pero se hizo de modo que se comprometió con las clases feudales. Se aplicó de manera desigual y apenas tocó algunas regiones, evitando que los sectores más pobres de las masas adquirieran tierra alguna o en cantidad significativa. De más importancia desde el punto de vista de las clases dominantes, hizo lo imposible para evitar estallidos revolucionarios en el campo. En Sudáfrica también, la reforma agraria fue declarada una prioridad nacional pero, más de diez años después del fin del régimen de apartheid, la mayor parte de la tierra aún queda en manos de una minoría de granjeros blancos.

En este problema también se contraponen agudamente los dos tipos de democracia —democracia burguesa y la Nueva Democracia dirigida por el proletariado. Aunque en sí, la tierra para quien la trabaja no sale de los límites de la democracia burguesa, la burguesía dará marcha atrás frente a un programa de reforma realmente revolucionaria, debido al papel central de la propiedad privada en el sistema capitalista, porque en países como Nepal la burguesía tiene lazos con los terratenientes, y por el temor a los pobres del campo compartido entre todas las clases explotadoras[31]. En las condiciones de las naciones oprimidas actualmente, sólo el proletariado puede lograr esta demanda democrática más central de manera revolucionaria y, al hacerlo, unir a la gran mayoría del campesinado y amplios sectores de otras clases también que pueden entender que esto es una medida crucial para realmente sentar las bases para un país independiente con rápido desarrollo. Además, la revolución agraria puede sentar las bases para el rápido desarrollo de la cooperación voluntaria y la colectivización que juega tan importante papel en impulsar la revolución más allá de la Nueva Democracia a la etapa socialista.

Aquí el problema del Madesh de nuevo tiene particular importancia porque en los llanos fértiles existe mucha propiedad feudal y existe un problema particularmente importante de unir a las masas y oponerse a diferentes tipos de opresión nacional y de casta. Además, la revolución agraria también podría tener un impacto muy importante en la economía nacional si liberara la capacidad y el entusiasmo de las masas para producir. Se puede ver cómo una política revolucionaria respecto a la tierra que se base sobre todo entre los pobres podría unir a la mayoría de la población a pesar de la añeja opresión nacional y las divisiones. ¿No será la revolución agraria también importante para unir a los madeshis con el resto del país? Así que mientras el PCN(M) mantiene “La tierra para quien la trabaja” en su programa, esto no está en el centro de su enfoque actual a los madeshi ni en otros distritos rurales. En cambio, el llamamiento principal es por la proporcionalidad y el federalismo lo cual no ha unido y no puede unir a las masas de los pobres en torno al proletariado y al contrario los empuja hacia los brazos de los explotadores (grandes y pequeños) de sus respectivas nacionalidades.

La misma experiencia de la revolución en Nepal, así como la experiencia histórica previa, demuestra que lo que hace posible el frente unido, sobre todo la alianza de los obreros y los campesinos es el poder estatal del proletariado. Lenin remarcó el mismo punto en la víspera de la Revolución Rusa: “Destruir, romper esta máquina: tal es el verdadero interés del “pueblo”, de su mayoría, de los obreros y de la mayoría de los campesinos, tal es la “condición previa” para una alianza libre de los campesinos pobres con los proletarios, sin cuya alianza la democracia será precaria, y la transformación socialista, imposible”[32].

La historia concreta de la revolución nepalesa ha confirmado esa orientación. Ha sido sobre la base de barrer con la autoridad del viejo estado y, de más importancia, la presencia y el alcance de su autoridad militar, que se hizo posible unir a la gran mayoría de la población en torno a la dirección del proletariado. Pero una vez que esa autoridad proletaria se socava, y con el viejo ejército y las viejas fuerzas de la policía al mando otra vez, la unidad de las masas también será socavada y las masas no tendrán otra opción excepto pretender proteger sus intereses en contra de otros sectores de las masas oprimidas y en competencia con ellos y cobijarse bajo el ala de la burguesía.

Sobre la constitución y el dominio de clase

En su respuesta al PCR,EU, los camaradas de Nepal escriben: “Su carta ha planteado con mucha inquietud una pregunta. Si el enemigo aceptara nuestra demanda, por ejemplo, una asamblea constituyente, nos veríamos obligados a ponernos de acuerdo; si no, las masas dejarían de confiar en nosotros. Reconocemos su inquietud. Pero entendemos que una asamblea constituyente en sí no es una solución, pero su contenido político lo puede ser. Por ejemplo, si la asamblea constituyente puede asegurar la disolución del ejército real, la reorganización del ejército nacional bajo nuestra dirección, la ejecución de la reforma agraria revolucionaria basada en la política de la tierra para quien la trabaja, el derecho de las nacionalidades a la autodeterminación, un fin a la discriminación social, el desarrollo y la prosperidad, etc., ¿por qué oponérsele?”

El problema es que la Asamblea Constituyente no puede llevar a cabo las tareas arriba mencionadas, y no lo hará. ¿Hay alguien que realmente cree que es posible que la Asamblea Constituyente lleve a la “disolución del ejército real” (y no solo que cambie de nombre), mucho menos la reorganización del ejército nacional bajo la dirección del PCN(M)? ¡No! Es tan imposible esto que las afirmaciones del viejo programa revisionista del Partido Comunista de los Estados Unidos de América que proponía acabar con la explotación capitalista a través de una reforma constitucional. Y si cabía duda sobre qué es posible y qué es imposible, basta con considerar el proceso concreto tal como se ha evolucionado. El que ha sido encerrado en acantonamientos y en gran parte desarmado es el Ejército Popular de Liberación, mientras el único cambio importante para el Ejército Real de Nepal fue quitar lo de “real” de su nombre.

Así que el problema no es por qué “oponerse” a una Asamblea Constituyente que cumpliría las tareas de la Revolución de Nueva Democracia, sino ¿por qué promover una ilusión que no puede volverse realidad?

Incluso ahora cuando se están perfilando los resultados del proceso, el PCN(M) sigue difundiendo estas ilusiones. Por ejemplo,

“Se apunta a que la crisis política se resuelva por medio de escribir una nueva constitución que puede allanar el camino para un nuevo sistema progresista en Nepal que pueda dirigir el país a un progreso para adelante y más avance por medio de crear una sociedad en que la explotación del hombre por el hombre en todas las formas sea abolida”[33].

Así vemos que el PCN(M) sostiene bastante claramente, en público e informalmente, que es posible que el proceso de la Asamblea Constituyente pueda consolidar un sistema que evolucione pacíficamente hacia el socialismo y el comunismo. Desde luego, el Partido mantiene abierta la posibilidad de que elementos recalcitrantes, especialmente la monarquía, puedan oponerse a tal constitución, en cuyo caso el uso de la fuerza por parte de las masas se justificará y será necesaria[34].

De este modo, la discusión de disposiciones y la redacción de una futura constitución reemplazan lo que es realmente el problema central, ¿con base en cuál poder se establecerá el nuevo estado? Por lo general, una constitución burguesa sostendrá “la soberanía popular”, proclama la igualdad de todos los ciudadanos abrigado en el principio de “una persona, un voto”, proclama los derechos de libertad de expresión y asamblea, etcétera. También es poco probable, por no decir más, que la constitución que resulte del proceso de la Asamblea Constituyente ataque de manera fundamental la propiedad de las clases explotadoras[35].

Aunque una constitución puede jugar un papel importante en cualquier sistema político, no son las promesas de la constitución lo que conducirá a una sociedad sin explotación de clase si el ejército está en manos de las clases explotadoras y si los principales medios de producción están bajo su propiedad y control. De hecho, el papel de la constitución en toda república burguesa es precisamente garantizar que el sistema político no interfiera con el sistema económico de explotación subyacente y efectivamente le sirva. Los derechos democráticos otorgados al pueblo están dentro de este contexto y son restringidos por esa realidad. Cuando los derechos del pueblo declarados entren en conflicto con los imperativos del sistema socio-económico basado en la explotación, son los intereses del sistema de explotación los que triunfan y anulan los derechos del pueblo. Los camaradas del PCN(M) señalan la posibilidad de que salga una constitución de esta Asamblea Constituyente que institucionalice las victorias de la Guerra Popular. Pero estas elecciones se celebran bajo la supervisión de la “comunidad internacional” (que quiere decir el sistema imperialista mundial y la India), bajo la vigilancia del Ejército de Nepal y con la televisión y los periódicos por lo general firmemente en las manos de las clases explotadoras. El resultado de estas elecciones bajo estas condiciones no puede abrir el camino al socialismo y sostener que sí puede es o bien demagogia o engañarse a sí mismo.

La práctica revolucionaria

Es la estrategia de una república “transicional” (burguesa) lo que impulsa y dirige las tácticas, y no al revés. Es verdad que todo proceso revolucionario combinará diversas formas de lucha y se puede ver fácilmente que la guerra revolucionaria puede pasar por períodos de cese al fuego y negociaciones. También a la inversa, como hemos visto de la experiencia diversa histórica e internacionalmente, tácticas aparentemente revolucionarias pueden ser utilizadas, y a menudo son utilizadas, al servicio de estrategias completamente no-revolucionarias, tales como “luchar para negociar”, llamar a las masas a las calles para servir como presión para beneficios electorales, etcétera[36].

Tampoco es la esencia del problema, ni ahora, el hecho de que el Partido está hasta el cuello en electoralismo y parlamentarismo. Un camino “revolucionario” a la república burguesa no sería mejor que el camino de arreglos y colaboración a que hemos sido testigos durante los últimos dos años. Pero existe una conexión—la meta de una república burguesa y, habrá que agregar, una que está efectivamente “cimentada” al orden imperialista mundial, significará que tenderá a predominar cierto tipo de tácticas y que tenderán a ser sofocados los impulsos para ir por un rumbo revolucionario, o bien si surgen de las masas, o de las bases o parte de la dirección del Partido. De hecho, el período de los dos últimos años también ha sido uno en que repetidos planes y promesas por parte de la dirección del Partido de que iba a desatar a las masas para imponer sus intereses de clase han quedado sin cumplirse. Esto no debe verse como el resultado de una decepción deliberada. En cambio es el resultado inevitable de la naturaleza de clase del objetivo—la república burguesa— que se impone en la elección de las tácticas a seguir. Tampoco abogamos por tácticas más “revolucionarias”, divorciadas de una rectificación al nivel de estrategia y la meta. La historia ha estado repleta de “insurrecciones” que en últimas han servido como un disfraz de izquierda para objetivos turbios o no-revolucionarios. Por cierto, en Centroamérica en los 1980, diferentes tipos de tácticas de “izquierda” así como más predominantemente de derecha se usaron. Otra vez destacamos la línea que surgió en el Partido Comunista de las Filipinas promovida por Villalobos. Tenía el mérito de articular claramente el “camino corto” a la “victoria parcial” que él contrastó específicamente al camino maoísta de la guerra popular prolongada para la “victoria completa”, la cual Villalobos consideraba como inalcanzable e indeseable[37]. En otras palabras, centrar la discusión con el PCN(M) principalmente en las tácticas es confundir el síntoma con la enfermedad e invertir la causa y el efecto.

¿Quién engaña a quién?

Una de las cosas más dolorosas para los amigos de la revolución nepalesa es observar la manera en que el ejército del pueblo ha sido desarmado en gran medida y conducido en manada a acantonamientos aislados del pueblo, mientras que las fuerzas armadas reaccionarias, ahora renombradas Ejército de Nepal, que anteriormente no podían salir de los cuarteles fuertemente fortificados excepto en convoyes grandes, ahora son libres para desplazarse por el campo. Es también muy significativo el reestablecimiento de los odiados puestos policíacos en el corazón mismo de las anteriores bases de apoyo mientras que las estructuras del gobierno popular construidas en el curso de la Guerra Popular son desmanteladas.

El origen de esta situación precede incluso la ola ascendente de abril de 2006—se puede encontrar claramente en la propuesta reimpresa en The Worker (El Obrero) número 9 donde el Partido propone que el Ejército Popular de Liberación y el Ejército Real de Nepal sean desmovilizados y que se forme un nuevo ejército nacional. Esto fue una piedra angular del Acuerdo de Paz Global.

Por mucho tiempo el PCN(M) les decía a los camaradas preocupados que se realizaría cualquier fusión de los dos ejércitos sobre la base de la autoridad del Ejército Popular de Liberación y del Partido y estaría bajo su dirección. Desde luego, ninguna integración de ese tipo siquiera lo consideraban ni por un momento efímero las clases reaccionarias. Por el contrario, las clases reaccionarias y sus patrocinadores han tenido claro el papel central de las fuerzas armadas en el estado, mucho más que nuestros camaradas, irónicamente. El Acuerdo de Paz Global legitimó el monopolio de la fuerza del Ejército de Nepal, a que después de todo, se le permitió mantener la mayor parte de sus armas, se le otorgó responsabilidades de controlar las fronteras nacionales y las rutas de transporte y en general, quedó libre para marchar por el país con armas. En enero de 2008, el jefe del Estado Mayor hizo una declaración clara de que rechazaría la integración de combatientes del Ejército Popular de Liberación en el Ejército de Nepal.

La respuesta del PCN(M) ha incluido unas denuncia muy correcta y directas del Ejército de Nepal. Por ejemplo, la declaración del Presidente Prachanda, reimpreso en The Red Star número 3, preguntó retóricamente por qué una pandilla de asesinos es digna de formar parte del ejército nacional y no lo son los hijos y las hijas del pueblo que lucharon por la liberación. Pero de eso se trata precisamente. El Ejército Nacional tendrá solo un papel central — imponer y mantener el dominio de las clases explotadoras. El hecho de que el PCN(M) exigiera que los combatientes del Ejército Popular de Liberación fueran integradas en tal ejército es en sí una indicación concreta de qué tanto el Partido se ha apartado de un entendimiento marxista del estado. Otra vez, los reaccionarios no tienen semejante falta de claridad. Están resueltos a mantener el control del aparato estatal y no están por dejar que gran número de combatientes del Ejército Popular de Liberación se aliste en el ejército, por lo menos no hasta que el Ejército Popular de Liberación hubiera dado suficientes pruebas que habría abandonado su meta de la revolución definitiva y cabalmente—que es algo que no ha sucedido y que no se puede permitir que pase. Así que de nuevo el PCN(M) ha dejado que el debate sea demarcado firmemente por las clases reaccionarias. El interrogante sacudía Nepal al momento del colapso de la monarquía absoluta —¿cuál estado y cuál ejército debe consolidar su dominio por todo el país— el viejo estado del rey y de las clases explotadoras con base en el Ejército Real de Nepal o el nuevo estado que surgía en el campo con base en la fuerza del Ejército Popular de Liberación? Esto se ha transformado en: ¿es suficientemente comprometido con la “democracia verdadera” el Ejército Popular de Liberación para ser disuelto en el Ejército de Nepal, o tendrá que ser disuelto por otros medios? Cada respuesta es peor que la otra.

¿Armar a las masas con la verdad o sembrar confusión intencionada?

En su respuesta a nuestra carta anterior, el PCN(M) argumenta que algunas de sus posiciones actuales pueden parecer ser poco claras por la necesidad de disimular ante los enemigos nacionales e internacionales, pero que sus camaradas no deben de preocuparse porque el Partido tiene claridad respecto a dónde tiene que llegar la lucha. Dicen: “Sí, nuestras interpretaciones contienen algunas posiciones confusas, en varios contextos. A veces pensamos que son necesarias. Si podemos confundir a nuestros enemigos y a la comunidad internacional con nuestros tratos tácticos, eso los puede dividir hasta cierto punto, lo que beneficiará a nuestra revolución. Se presentarán problemas únicamente si el propio partido del proletariado se deja confundir.”

Este razonamiento está equivocado en varios niveles. Aun si fuera el caso que la dirección del Partido tuviera claridad y unidad en torno a las metas de la Revolución de Nueva Democracia, el socialismo y el comunismo, todavía sería necesario educar y armar a las masas para entender la diferencia entre una solución burguesa reaccionaria a los problemas del país y una solución radicalmente distinta dirigida por un partido proletario y basado en las masas. El amor y el apoyo de las masas, ganados en la Guerra Popular es un logro precioso, pero no puede tomar el lugar del entrenamiento consciente de las masas y que ellas aprendan a percibir, por debajo de las palabras melosas de la democracia, la verdadera naturaleza de clase de todo partido y toda figura política. De lo contrario, existe el peligro que la lealtad pueda volverse ciega, y que las masas que fueron la base de la Guerra Popular vean al Partido principalmente como el protector de sus intereses más estrechos e inmediatos, intereses que pueden chocar, y a veces sí chocan con otros sectores de las masas. ¿Cómo será posible ganar a las masas a la necesidad para más lucha y sacrificio si la meta de esa lucha no es clara? ¿Debemos creer realmente que las masas tengan bien claras las metas de la revolución o que lleguen a este entendimiento espontáneamente, sin entrenamiento sistemático por parte de los comunistas?

Basta con leer las propias publicaciones del Partido o las entrevistas con diferentes dirigentes para ver que el Partido mismo no tiene claridad para nada en torno a las cuestiones cruciales de la democracia, el estado, etcétera. Frecuentemente cuestiones vitales de orientación política y de la política específica son presentadas como meros problemas de táctica: o bien la revolución procederá sobre ruedas a la república o, si las clases reaccionarias interfieren en este proceso, así será necesario que la revolución avance a través de medios de más confrontación. Esto deja fuera el problema básico de la meta revolucionaria. Dicho de otra manera, el problema principal no es una transición pacífica o no-pacífica a la república democrática federal, sino qué tipo de república debe establecerse (cuál clase dominará) y específicamente cómo puede haber una conquista del poder por las masas dirigidas por una vanguardia proletaria. Objetivamente, ésta es la cuestión ante la sociedad pero no es lo que se está presentando.

Además, es extremadamente ingenua, en el mejor de los casos, la idea de que hace falta la acrobacia ideológica para confundir al enemigo. Ningún paso importante del PCN(M) escapa la observación del enemigo de clase. Si el Partido suspende las negociaciones o se sale del gobierno, la otra banda pone muchísima atención a las posibles implicaciones de tales acciones y lo discute desde todo ángulo en la prensa y en sus grupos de expertos, tales como el Grupo Internacional de Crisis, que ha sido particularmente bien informado acerca de la situación en Nepal[38]. En efecto, son las masas, los amigos del Partido y las mismas filas del Partido en sí, los que más frecuentemente son engañados por el doble lenguaje del Partido. Por ejemplo, los principales representantes de las clases reaccionarias en Nepal e internacionalmente parecían tener mucha más claridad que muchos camaradas de que la decisión del PCN(M) de salirse del gobierno en septiembre 2007 y sus amenazas de llamar a las masas a la calle, probablemente no significaban un rechazo completo básico del camino a la Asamblea Constituyente y la república burguesa. Y efectivamente, estos reaccionarios tenían la razón—la meta de obtener la república burguesa y la atracción de la misma se impuso de nuevo y moldeó las tácticas que eligió el Partido.

Esto no es decir que todas las masas están contentas con el rumbo que el Partido ha tomado ni que no encontrarán diferentes maneras para dar a conocer su descontento. Pero aun si el nuevo régimen que sale de la Asamblea Constituyente da en los hechos el derecho formal de expresión política organizada y aun si estos derechos formales existan en las zonas rurales así como en las ciudades, como rara vez es el caso en el tercer mundo, es muy difícil ver cómo el creciente descontento de las masas podría expresarse en un programa político concreto, sin una dirección organizada y cohesionada. Es otro ejemplo de la falsedad de las promesas de la democracia burguesa y en los hechos qué tan desiguales son las masas en la “competencia” entre las fuerzas políticas. En el nombre de conservar los derechos de las masas para supervisar el estado por medio de “competencia pluripartidista”, en realidad el PCN(M) están quitando los derechos de las masas, establecidos por medio de la Guerra Popular, a tener instituciones y representación política que verdaderamente representan sus propios intereses de clase, distintos a los intereses de otras fuerzas de clase y en contra de los intereses de las clases reaccionarias.

De hecho, la historia nos proporciona muchas indicaciones de lo que le pasa a la gente una vez que la dirección se embarque en un camino que contradice y deshace la lucha que las masas han estado librando. Descontento generalizado y desmoralización generalizada no se transforman fácilmente en acción política consciente. En Palestina, Zimbabwe, Guatemala, para mencionar solo unas pocas situaciones de la historia reciente, las soluciones políticas transigentes y la anulación de las promesas y las consignas a que las masas se habían unido (recordamos que hasta Yasser Arafat comenzó proclamando “la revolución hasta la victoria”) no fueron contrarrestados eficazmente. En cambio, es más probable que unos pocos elementos frustrados se escindan y repartan golpes sin poder desarrollar un programa coherente. Pero esto de manera alguna hace más correcto o legítimo el arreglo reformista. Bajo la consigna de los “derechos de las masas” un “nuevo”-viejo estado se erigirá aparte de las masas y por encima de ellas.

¿Por qué el doble lenguaje, el arte de decir una cosa y hacer otra, le corresponde a las clases reaccionarias y no puede caracterizar la política del partido proletario? Antes que nada, las clases reaccionarias no tienen esperanza de sobrevivir excepto por medio de engañar a las masas cuyos intereses jamás pueden representar. Los comunistas, en cambio, tienen más que ganar entre más el proletariado y las masas entiendan la sociedad y las tareas de la revolución. Ayudar a las masas a obtener este tipo de entendimiento es una tarea crucial del partido de vanguardia, pero no es una tarea fácil. Hay todo tipo de prejuicios y anteojeras que evitan que las masas vean las verdaderas características de la sociedad. Pues si las masas podrían ver claramente sus propios intereses de clase, tener su propio partido de vanguardia sería mucho menos necesario. Pero sabemos de la experiencia en todos los países que esto definitivamente no es cierto y que las masas necesitan desesperadamente la dirección comunista que les puede ayudar a sortear los contornos fundamentales de los intereses de clase en un mundo complejo.

No somos tan ingenuos como para pensar que los revolucionarios comunistas pueden o deben revelar todos sus planes y todo su pensar en todos los temas en toda ocasión. A la vez, en un sentido fundamental y desde un punto de vista estratégico, los comunistas sostienen con entusiasmo la declaración famosa del Manifiesto Comunista, “Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos.” ¿Qué ventaja estratégica podrían lograr los comunistas con decir públicamente a las masas vez tras vez que sólo buscan ganar una mayoría en el campo electoral, o que su meta es la “democracia pura”? ¿Dónde está el entrenamiento de las masas acerca de la verdadera naturaleza de clase de semejante democracia “pura” (burguesa)? Esta tarea no es menos importante en Nepal, donde una república compradora-feudal burguesa está en el horizonte, que es en el Occidente donde la democracia burguesa es la forma más común del dominio de la clase capitalista. De hecho, los comunistas en un país como Nepal, donde existen tareas democrático-burguesas cruciales para cumplir por medio de la revolución, tienen una responsabilidad especial de combatir las ilusiones democrático-burguesas y mostrar la verdadera naturaleza de clase de las democracias burguesas del Occidente que se están defendiendo como modelo.

Togliatti y Thorez

Se han hecho unas declaraciones bastante asombrosas con respecto a la naturaleza innovadora de la decisión del PCN(M) de pretender obtener una república democrática. En su discurso del 1º de mayo de 2007, el Presidente Prachanda hasta dice, “El acuerdo de doce puntos fue un tipo de entendimiento maravilloso y sin precedentes en la historia. El siglo veinte jamás vio semejante clase de entendimiento único que se ha comprobado en la historia.” Desafortunadamente, eso no es cierto[39].

Decimos “desafortunadamente” porque hay muchos ejemplos trágicos durante el siglo veinte cuando los comunistas abandonaron su lucha por el poder político, desmovilizaron sus fuerzas armadas independientes y limitaron su lucha al marco democrático-burgués del enemigo. En algunos de estos casos los partidos comunistas mantuvieron o hasta extendieron su considerable influencia sobre la clase obrera y otros sectores de las masas y frecuentemente tuvieron representación significativa en el parlamento.

Dos de los casos más significativos fueron las experiencias del Partido Comunista de Italia y el Partido Comunista de Francia en el período inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. La historia de Francia difiere de la de Italia, sobre todo porque Francia fue ocupada por la Alemania nazi desde un tiempo temprano en la guerra mientras que Italia fue aliado de Alemania en la guerra, pero en los dos casos los partidos comunistas habían juntado sectores importantes del proletariado y las masas para librar la lucha armada contra las fuerzas extranjeras de la ocupación y los gobernantes nacionales fascistas[40]. Al final de la guerra estos partidos tenían inmensa popularidad, mientras casi todas las formaciones políticas burguesas estaban completamente desacreditadas por su colaboración con las fuerzas fascistas y/o su incapacidad de librar lucha resuelta alguna en contra de ellas. En Italia y Francia, los partidos comunistas tenían importantes contingentes armados bajo su dirección. A mucha gente se le olvida que fueron los partisanos dirigidos por el Partido Comunista de Italia los que capturaron a Mussolini y colgaron su cuerpo en una plaza pública de Milán en medio de una celebración popular masiva.

No obstante, pese al movimiento revolucionario que hizo furor en Europa con el colapso de las potencias fascistas, pese al hecho de que el aparato estatal burgués se había desprestigiado y debilitado mucho durante el transcurso de la guerra, y pese al prestigio inmenso que tuvo la Unión Soviética bajo la dirección de Stalin, estos partidos comunistas desbandaron sus fuerzas armadas y participaron en los gobiernos provisionales establecidos en los dos países bajo la supervisión atenta de las fuerzas de ocupación (principalmente de Estados Unidos e Inglaterra). De más importancia, estos partidos aceptaron el marco político de la democracia burguesa. Sin embargo, no abandonaron, por lo menos no en palabras, el objetivo estratégico de la “dictadura del proletariado” (fue sólo dos décadas más tarde que se dio esa admisión abierta del revisionismo.) Al contrario, la participación en las instituciones burguesas se presentó como una “táctica” que, de alguna manera, abriría el camino a una posterior toma del poder por el proletariado. Tampoco debe suponerse que la entrada de los partidos comunistas en los gobiernos de Italia y Francia quería decir que fuera un período de calma, sin lucha de clases. Por el contrario, los primeros años de posguerra se caracterizaron por luchas extremadamente agudas, huelgas generales, movimientos poderosos que apuntaban al castigo de los colaboradores de los fascistas, etcétera. En otras palabras, la participación en instituciones burguesas no evitó la lucha y no quitó la necesidad de la burguesía de esos países (alentados y apoyados al máximo por el poder militar y económico sin par del imperialismo estadounidense) de golpear duro a los partidos comunistas como parte de sus esfuerzos por consolidar de nuevo un orden burgués después de los estragos de la guerra mundial y frente a la inquietud revolucionaria de las masas. La clase obrera estimaba mucho a los partidos comunistas en ese tiempo por su papel durante la guerra y porque aunque estaban siguiendo una política objetivamente capitulacionista, también estaban en conflicto agudo con la clase dominante, dentro y fuera del parlamento. Dicho de otra manera, estos partidos seguían sosteniendo la meta de la dictadura del proletariado, el socialismo y el comunismo. En 1947 los comunistas fueron echados de los gobiernos como parte del comienzo de la “Guerra Fría”.

Este recordatorio histórico tiene por objeto señalar que de hecho no tiene nada de nuevo, mucho menos nada de positivo, de un acuerdo de parte de fuerzas comunistas a abandonar su lucha por el poder y entrar en instituciones burguesas. Tampoco significaba tal paso que los comunistas no entraran en conflicto agudo con los principales representantes de la burguesía. Ni debemos suponer que las circunstancias objetivas eran más fáciles para los comunistas en Italia o Francia en ese entonces que son ahora en Nepal. Por ejemplo, tanto en Italia como en Francia hubo una fuerte presencia de las fuerzas militares de los Aliados después de la guerra. Es fácil imaginar las justificaciones y razones que se ofrecieron a los que desaprobaron o se sintieron incómodos con lo que, retrospectivamente, se puede ver como un paso decisivo hacia el revisionismo.

La cuestión decisiva, entonces y ahora, es la línea política e ideológica de los comunistas. No estamos en condiciones para decir exactamente cuáles tácticas debían adoptar los comunistas en Francia o Italia. Pero es posible decir que su decisión de aceptar la “legitimidad” del reestablecimiento del orden burgués después de la Segunda Guerra Mundial fue objetivamente hacerle un inmenso favor a la burguesía precisamente en el momento cuando la burguesía estaba muy golpeada y enfrentaba verdaderas dificultades para reorganizar su dominio e imponerlo a las masas. Una vez que se acepte como legítimo el marco básico de las instituciones del estado burgués, los esfuerzos de los comunistas para organizar al proletariado y a las masas para ejercer sus intereses dentro de ese marco (a través de medios electorales y no electorales) tienen el efecto objetivo de fortalecer y perfeccionar esas mismas instituciones reaccionarias. Aquí solo podemos mencionar la importante dimensión internacional y específicamente la línea de Stalin y el Partido Comunista de la Unión Soviética en todo el período antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Una discusión más completa mostraría que ese abandono de la lucha por la dictadura del proletariado y la adopción del marco de la democracia burguesa están ligados con la posición adoptada por el Partido Comunista de la Unión Soviética y la Comintern respecto al “frente unido contra el fascismo” y la lucha por conservar y/o restaurar la democracia burguesa como una etapa necesaria en esa época[41].

Reescribir la historia del partido

Nos decepcionó el hecho de que la respuesta del PCN(M) a nuestra carta de octubre 2005 se centró en grado importante en una defensa de su práctica pasada e intentó usar la experiencia de toda la trayectoria del Partido desde 1996 hasta el presente como una respuesta a los argumentos que nuestro Partido y otros han planteado. Para decirlo de manera sencilla: como la Guerra Popular se ha desarrollado hasta este punto, eso demuestra lo correcto de la línea ideológica y política del Partido.

En primer lugar, es fácil ver la falacia de tal método de razonar. Aun si el Partido hubiera tenido la razón en todo problema de política e ideología anteriormente (lo que veremos dista mucho de ser cierto), eso no sería ni una garantía que el Partido tuviera la razón en todo problema en el futuro, ni justificación de no tratar en sustancia los argumentos acerca de qué debe hacerse ahora. Por ejemplo, el hecho de que el Partido tuvo la razón al iniciar y librar una Guerra Popular de manera alguna prueba que tiene la razón al abandonarla.

Adicionalmente, la recapitulación de los desacuerdos entre nuestros dos partidos y la descripción de la propia historia del PCN(M) no son precisas. Algo que es importante esclarecer es que nuestro Partido no se opuso a la participación del PCN(M) en el parlamento en los primeros años de los 1990. Por una parte, nuestro propio conocimiento de la situación en Nepal en ese momento no proporcionaba la base para tener una opinión clara respecto a esa política. Además, nuestro Partido no estuvo y no está de acuerdo con la idea de muchos otros partidos en el movimiento maoísta que el “boicot del parlamento” es una “cuestión estratégica” que se ha resuelto para todos los partidos y todos los tiempos. Tampoco apoyábamos jamás las posiciones de M. B. Singh. De hecho, libramos lucha en contra del revisionismo semi-hoxhista de Singh desde nuestro primer encuentro con él al momento de la fundación del Movimiento Revolucionario Internacionalista en 1984 cuando los dirigentes del PCN(M) de hoy todavía estaban unidos con él en un mismo partido. Lo que nuestro Partido creía en ese entonces y todavía seguimos creyendo ahora es que hubo mucho derechismo en el pensamiento y la política del PCN (Centro de Unidad)[42] de ese entonces y que a menos que el Partido rompiera efectivamente con ese enfoque no habría ninguna revolución triunfante. Nuestro Partido, junto con otros en el Movimiento Revolucionario Internacionalista, luchó por precisamente tal ruptura. Haber podido dirigir ese proceso de salto y ruptura con la línea errónea previa es un mérito duradero del Presidente Prachanda (apoyado por un núcleo de otros dirigentes). Lo central para la formación organizativa del PCN(M) y la gran decisión histórica de lanzar la Guerra Popular fue precisamente ese salto ideológico.

La propia versión de la historia que contiene la carta al PCR,EU y de que se hace eco en otros artículos y documentos recientes del PCN(M)[43] es, desafortunadamente, muy distinta. Rescrita con retrospectiva de vista perfecta, la entrada al parlamento y la salida de él — en ambos casos fueron maniobras o tácticas bien pensadas y orquestadas con esmero al servicio de una estrategia clara de preparar y lanzar una guerra popular prolongada. Cualquier estudio serio de las posiciones concretas de esa época demuestra que esto dista mucho de la realidad. Hubo todo un proceso de luchar por romper con lo que había sido el entendimiento predominante en el PCN (Mashal) —la organización progenitora original del PCN(M)— que tenía un millón de razones de por qué la revolución jamás podría triunfar en Nepal. Anteriormente, el PCN(M) notaba y le dio un énfasis correcto a ese proceso de romper con lo que el PCN(M) llamaba la “escuela de pensamiento” de M. B. Singh. Es bastante inquietante ver la tergiversación o hasta la negación de ese proceso ahora por parte de muchos que tiene mejor criterio.

La nueva historia está repleta de “por una parte” la lucha contra el revisionismo y “por otra parte” la lucha contra el “dogmatismo”, un trato ecléctico que en efecto ofusca la verdadera necesidad que enfrentaba el Camarada Prachanda de librar una lucha implacable contra el revisionismo y las lecciones de ese salto y ruptura previos y lo reemplaza con un proceso armonioso desprovisto de contradicción.

Sin duda es verdad que se ha acumulado una gran riqueza de experiencia en el curso de la Guerra Popular en Nepal. Nos hemos esforzado por aprender de esta valiosa experiencia lo mejor que podamos y pensamos que todos los comunistas revolucionarios deben hacer lo mismo. No hemos visto nada en esa experiencia, sin embargo, que fortalezca el argumento de los camaradas acerca de la posibilidad de un “estado transicional” que no es ni de carácter de Nueva Democracia ni es una república burguesa. Efectivamente, los resultados concretos de los últimos dos años de experiencia en que los camaradas del PCN(M) han estado tratando de poner en práctica ese entendimiento demuestra todo lo contrario.

Más revocaciones de veredictos históricos

Hemos visto que la dirección del PCN(M) ha decidido reescribir la historia del Partido con relación al Movimiento Revolucionario Internacionalista desde el punto de vista de justificar retroactivamente toda posición previa, sobre todo ahora que se están implementando algunas de esas posiciones, tales como la participación en el parlamento y la “búsqueda pacífica de la revolución”. Vale la pena señalar que reescribir así la historia, sin embargo, no se limita al debate con nuestro Partido o con otros partidos y organizaciones del Movimiento Revolucionario Internacionalista. Se destaca de manera particularmente escandalosa y directa en la nueva versión del PCN(M) de la historia del movimiento comunista dentro del mismo Nepal.

Consideren el informe “Partido Comunista Único”.

“En sus 59 años de trayectoria, el Partido Comunista de Nepal ha pasado por varias escisiones y lucha interna no sana. Esta clase de tendencias no solo han debilitado el movimiento comunista sino que a fin de cuentas resultó en desventajas para el pueblo y la nación. Aunque los partidos comunistas y de izquierda tienen el apoyo y la simpatía abrumadora de la mayoría del pueblo de Nepal, las fuerzas derechistas y retrógradas siempre han ganado la carrera. Actualmente, los partidos de izquierda tienen la mayoría en la legislatura interina también pero el líder en el gobierno no es de los partidos comunistas”[44] (énfasis añadido).

Todo este artículo, y no sólo el pasaje arriba, dice básicamente que el proceso general de ruptura con el revisionismo (palabra que está ausente en este artículo) fue “malsano” y condujo a “desventajas”. ¿Qué tal la Guerra Popular? ¿Hay alguien que cree que se pudiera haber lanzado la Guerra Popular sin la ruptura con el revisionismo? La realidad es que este artículo reescribe la historia desde una perspectiva parlamentaria — la existencia de varios “partidos comunistas y de izquierda” divide la votación electoral. Aquí es dónde el rechazo de lo que se llama “uno se divide en dos” (que tratamos más adelante) finalmente terminará en un intento de armar apresuradamente un partido “de izquierda” o “comunista” que está compuesto de todo tipo de oportunistas y revisionistas que le han dado la espalda a la revolución pero que pueda “ganar” en una elección parlamentaria y presidir el gobierno del viejo estado.

No sorprende que los cambios en la ideología y política del Partido también se reflejen en sus asuntos organizativos. Junto con el cambio en la línea política y a la luz del llamado del Partido a consolidar el “nuevo Nepal” a través de la plena movilización para las elecciones de la Asamblea Constituyente, la dirección del Partido ahora llama a cambiar el estilo de trabajo y específicamente a que los miembros estén amplia y abiertamente entre el electorado. Recuerden que el rompimiento con toda la tradición abierta y parlamentaria del movimiento comunista (y seudo comunista) en Nepal fue parte importante de la ruptura necesaria para iniciar la Guerra Popular en 1996. Es verdad que las diferentes fases de trabajo revolucionario requieren ajustes en asuntos organizativos, pero se han desvanecido ciertos principios fundamentales respecto a la necesidad de construir y conservar el tipo de partido que sea capaz de librar la lucha revolucionaria. El trabajo revolucionario requiere cierto tipo de estructura organizativa. El trabajo parlamentario requiere otro. Los líderes del Partido están expuestos a la posibilidad de ataque de los que el PCN(M) llama las “fuerzas monarco­imperialistas”, sin mencionar el aparato militar del viejo estado. Así que vemos otro ejemplo de la fusión de dos en uno cuando el Partido dice que está en la etapa de la ofensiva estratégica y que está en “guerra” para ganar las elecciones, pero la estructura del Partido queda expuesta a que sea desestabilizada o destruida por cualquiera y se pone en gran peligro la vida de valiosos líderes del Partido a través de revelar sus identidades. Esto también es un asunto que nos preocupa mucho.

La dimensión internacional

No tenemos la intención de explorar a fondo en esta carta otro argumento comúnmente planteado respecto a por qué la revolución en Nepal no puede triunfar, a saber la situación internacional y regional desfavorable. Debemos recordar que una de las características de la línea revisionista de M.B. Singh fue su aseveración de que la revolución era imposible en Nepal, que está sin salida al mar, a menos que fuera precedida por la revolución en la India y/o China. El PCN(M) tuvo la razón en criticar esa teoría capitulacionista como parte de la preparación de la Guerra Popular y ese veredicto hay que sostenerlo. Cabe leer el artículo del 11 de febrero de 2008 del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar:

“Ninguna revolución existe en un vacío. En Nepal el avance de la revolución está vinculado de cerca con el avance de la revolución en los países vecinos y en el mundo.

“La proximidad e interconexión del país con la India es un arma de doble filo. Es cierto que esto aumenta la vulnerabilidad del país a las presiones, intervenciones y ataques abiertos. También es cierto que proporciona grandes ventajas a la revolución. India tiene enormes cantidades de masas sumamente oprimidas, muchas de las cuales tienen lazos culturales y lingüísticos con Nepal. Los millones de nepaleses que trabajan en la India ya han sido una importante fuente de conocimiento de la revolución en ese país y han inspirado apoyo para ella. Dadas las contradicciones extremas y cada vez más intensas de la sociedad india, un auténtico gobierno revolucionario en Nepal tendrá repercusiones inmediatas y profundas por todo el país, especialmente en el norte y el noreste. Aunque no tiene una frontera con Bangla Desh, Nepal queda a unas decenas de kilómetros de ese país, donde la gran mayoría de los 150 millones de habitantes viven en gran miseria. Anteriormente, el PCN(M) había hecho una convocatoria revolucionaria de una Federación Soviética del Sur de Asia para crear una nueva estructura estatal en la región basada en una lucha común por la nueva democracia y la auténtica igualdad de naciones. Si se establece un gobierno revolucionario en Nepal, existe una verdadera posibilidad de que los pueblos de la región acudan a su rescate.

“No cabe duda de que la fuerza militar de la India y los Estados imperialistas es un obstáculo imponente y formidable. Pero es necesario ver sus debilidades. A la India las insurgencias le han costado mucho trabajo en el plano militar al interior de su propio territorio. Su gran operación de contrainsurgencia en Sri Lanka en los años 1980 fracasó estrepitosamente. Le sería muy difícil intervenir en Nepal, donde hay mucho odio por el expansionismo indio y donde la revolución puede sacar provecho de una geografía montañosa muy favorable. Los reaccionarios indios tendrían que pensarlo bien antes de lanzarse a semejante jugada tan peligrosa.

“Estados Unidos, por supuesto, es un enemigo muy peligroso y sanguinario. Pero sus fuerzas armadas tienen obligaciones en exceso, tienen escasez de personal y enfrentan más oposición a la agresión imperialista por todo el mundo, así como de parte de su propia población.” Aun las fuerzas armadas estadounidenses reconocen lo difícil que sería combatir contra revolucionarios maoístas con fuertes lazos al pueblo y amplio apoyo.

“No cabe duda de que no se puede separar la revolución en Nepal del proceso revolucionario del mundo y de que existen factores positivos y negativos que hay que tener en cuenta. Por toda la región existen conflictos extremos e intensos en el seno de las clases dominantes y entre las masas y los opresores. El establecimiento de un auténtico gobierno revolucionario en Nepal sería como un relámpago en la región. Sí, los gobiernos de los Estados vecinos tratarían de intervenir para derrocar a tal gobierno, pero se despertarían las esperanzas de los pueblos de esos países de una manera sin precedente. Las masas populares de la región y a la larga del mundo entero representan una verdadera reserva de fuerza, si bien latente, para la revolución de Nepal. Un programa revolucionario claro y el ejemplo palpable de la toma del poder por las masas y de su gobierno de la sociedad pueden desatar ese potencial”[45].

Sin duda la situación internacional es desfavorable en su aspecto principal. Pero también es verdad que se quedará desfavorable a menos que y hasta que los revolucionarios comunistas en primero uno o varios países tengan éxito en abrir una brecha en el sistema imperialista mundial. Si todo el mundo espera a que se madure una situación favorable internacional antes de actuar, estaremos “suspendidos en el aire”, como lo expresó Lenin.

¿”Combinar dos en uno” o “dividir uno en dos”?

Como hemos visto, el eclecticismo, es decir, la orientación de combinar “dos en uno”, de colocar contradicciones distintas en un mismo nivel y no determinar la contradicción principal y no distinguir entre el aspecto principal y el secundario de una contradicción, ha llegado a caracterizar cada vez más la línea política e ideológica y la metodología del PCN(M). En lugar de criticar y arrancar de raíz ese eclecticismo, se están justificando, sosteniendo y hasta proponiendo como modelo para otros las mismas bases filosóficas de muchos de los errores en el actual camino.

Para entender una cosa o un proceso, hace falta identificar correctamente la contradicción principal que determina su naturaleza y su movimiento de entre las muchas contradicciones que están presentes en cualquier proceso. La revolución en Nepal no puede ser la excepción. Está claro que la revolución en Nepal es un fenómeno complejo que involucra una serie de contradicciones, tales como la contradicción entre las fuerzas agrupadas alrededor de la monarquía y aquellas fuerzas en la clase dominante que están a favor de una república; el conflicto entre el proletariado y la burguesía nacional; la contradicción entre las nacionalidades oprimidas y el estado central; la contradicción entre las mujeres y los hombres; etcétera. Pero es crucial enfatizar que la contradicción fundamental es la existente entre las masas dirigidas por el proletariado y las tres montañas del imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático. Tampoco podemos aceptar que la contradicción principal en Nepal es una entre la monarquía y las “fuerzas de la democracia”. Desconocemos si el PCN(M) haya hecho tal formulación teórica consciente, pero sus políticas y la elección de las tácticas son consecuentes con semejante análisis.

Una característica particular del eclecticismo del PCN(M) es colocar en un mismo nivel dos políticas contrarias, o mejor dicho, ponerlas en el mismo nivel en palabras mientras que en la vida real se eleva lo inmediato, lo temporal y secundario por encima de lo decisivo y lo principal.

Confundir la estrategia con la táctica, invertir lo principal y lo secundario, es parte del eclecticismo que marca cada vez más los escritos del Partido. La siguiente aseveración es típica en el tipo de declaraciones que caracterizan los artículos y documentos del PCN(M):[46]

“El país está en el período transicional del dominio autocrático a la república democrática federal. Se están institucionalizando los logros históricos por medio de las elecciones a la asamblea constituyente. Por eso, existe una lucha aguda entre las fuerzas regresivas-reaccionarias y las fuerzas revolucionarias-progresistas. El PCN(M) está dirigiendo por el rumbo de construir un Nuevo Nepal. La reestructuración del viejo poder estatal, la fusión de los dos ejércitos, la conciencia del pueblo y la adopción de un sistema electoral proporcional, el marco federal en lugar de la estructura estatal unitaria feudalista y la participación de las nacionalidades, las mujeres, las regiones, Madesh, Dalits, minorías, etcétera en el poder estatal, son todos logros de la gran guerra popular. Una guerra popular de una década ha dado a luz el poder del pueblo y su dirección sin alternativa. Pero para barrer con lo viejo y establecer lo nuevo victoriosamente, es inevitable el encuentro final.”

Lo primero que salta a la vista al leer la declaración arriba citada es el hecho de que se tergiversa evidentemente la meta como “una república democrática federal”, que obviamente no es una república de Nueva Democracia. Por si hubiera alguna confusión, los extractos clarifican que la meta es la “reestructuración del viejo estado” y la “fusión de los dos ejércitos.” Y se tergiversa esto como si fuera la ¡”meta de la Guerra Popular”! Entonces se declara que esa descripción algo crasa de una república burguesa es “el poder del pueblo”. La conclusión respecto al “encuentro final” no se refiere al “conflicto final” del refrán conmovedor de la Internacional sino evidentemente a la lucha para establecer la república. Es un ejemplo perfecto de combinar dos en uno.

Se refleja este mismo eclecticismo en el siguiente pasaje de una entrevista con el Presidente Prachanda en el mismo número.

[Entrevistador] ¿Cómo puede concretizar los logros de la Guerra Popular?

Prachanda: Tiene varias dimensiones. Primero, la política actual en Nepal se ha movido siguiendo sus pasos en su camino y ha comprobado ciertos aspectos básicos de nuestra política. Segundo, ha traído la conciencia entre la gente que vive en diferentes rincones del país. De manera semejante, se han establecido cuestiones de clase, región, raza, género en la sociedad nepalí que ahora son la propiedad de la gente de Nepal y del mundo. Tercero, la Asamblea Constituyente, la República Democrática Federal, el concepto del nuevo Nepal, reestructurar el estado, son los logros básicos de esta guerra. Por esto, miles del gran pueblo de Nepal han sacrificado sus vidas, muchos más fueron heridos y desparecidos. Para resumir las ideas, es una revuelta histórica. A mi parecer, la victoria final está muy cerca, conseguimos la victoria y la lucha final aún continúa y sin duda el pueblo nepalí derrotará a sus enemigos. Eso sería el logro más grande de la Guerra Popular.”

Es cierto que aparecen otros mensajes, contradictorios, en otras partes del mismo número. Por ejemplo:

“Ahora avanzamos adelante en el proceso pacífico a través del proceso histórico de la guerra popular de diez años y diecinueve días del movimiento popular. La meta de la gran Guerra Popular es seguir adelante por el rumbo del Socialismo y el Comunismo por medio de establecer la Nueva República Popular en Nepal. Actualmente, estamos avanzando enérgicamente por el rumbo de construir un nuevo Nepal a través de las elecciones para la Asamblea Constituyente (AC) como el punto de partida para lograr la meta”[47].

A diferencia de la mayor parte de los otros pasajes y artículos recientes, esta declaración reafirma la orientación comunista de la lucha. Pero concluye también argumentando que la Asamblea Constituyente es el vehículo para avanzar por ese rumbo. No se explica en ninguna parte por qué la consolidación de una “república democrática federal” es un paso hacia la Nueva Democracia.

Se defiende el eclecticismo

No es inconsciente todo este enfoque de “combinar dos en uno”. De hecho, fue uno de los argumentos sustantivos que se hizo en la respuesta del PCN(M) a la carta del PCR. En su carta, reprenden nuestro Partido y en efecto todo el movimiento maoísta, por insistir en el principio enunciado por Mao que “uno se divide en dos”. Su carta sostiene que:

“El materialismo dialéctico e histórico es la filosofía de la revolución; no sólo se aplica a la sociedad sino también al pensamiento humano. La unidad y la lucha de contrarios constituyen su ley fundamental. Significa que cada entidad se divide en dos, y que cada uno de los dos aspectos se transforma en su contrario. A nuestro parecer, el segundo es el aspecto principal para nosotros los comunistas.

“Consideramos que en general, en el pasado el Movimiento Comunista Internacional no captó la totalidad de esta ley de la dialéctica. En el pasado, nuestra clase prestó más atención a “uno se divide en dos” y lo está haciendo en la actualidad, pero consciente o inconscientemente, no ha comprendido y aplicado en la práctica la transformación de un aspecto en su contrario, el aspecto principal.”

Los camaradas de una organización del MRI escribieron:

“En realidad, ‘uno se divide en dos’ no es solamente un ‘aspecto’ de la dialéctica, sino una manera concentrada de resumir la ley de la unidad de los contrarios, que es la ley fundamental del universo, y como tal, también incluye o abarca la transformación de los aspectos de una contradicción en su contrario. Así lo entendieron Mao y los revolucionarios en China también. Por ejemplo, el folleto publicado por la línea proletaria en China Tres importantes luchas en el frente filosófico de China dice que ‘El concepto de que uno se divide en dos que el Presidente Mao planteó, resume profunda y concisamente la ley de la unidad de los contrarios y capta el corazón de la dialéctica materialista’”[48].

“Para el PCN(M), en cambio, como vemos en la cita arriba, ‘uno se divide en dos’ es algo distinto y contrario a la transformación de los dos aspectos en su contrario (y llaman a prestar ‘más atención’ a esta transformación en vez de ‘uno se divide en dos’). Consecuentemente, para ellos la transformación de los dos aspectos en su contrario no es un proceso de ‘uno se divide en dos’, sino otra cosa distinta. Independientemente de las intenciones del PCN(M), esto solamente puede llevar a una concepción errónea, metafísica y ecléctica (‘dos se combinan en uno’) de la transformación cualitativa.”

De hecho, procurar combinar dos contrarios y mal llamar esto “dialéctica” es un rasgo que podemos ver en muchos aspectos de la línea del PCN(M). Como vimos arriba, se está argumentando abierta y enérgicamente que este entendimiento es un desarrollo creativo del marxismo, una rectificación del entendimiento unilateral previo que forjó Mao y que se popularizó en todo el mundo durante la Revolución Cultural[49]. Se ha extendido tanto el método de “por una parte esto, por otra parte lo otro” que se ha vuelto costumbre arraigada en el PCN(M) y se ofrece constantemente como la explicación por sus éxitos. De hecho, esto es una cosmovisión errónea y peligrosa que, lejos de garantizar el éxito continuo de la revolución, apuntala todo un enfoque en la teoría y la práctica que amenaza con revocar la revolución.

Hay que enfatizar aquí un punto en particular que se hizo en el artículo anteriormente citado —la necesidad de que “uno se divide en dos” no quiere decir que un partido o grupo comunista está condenado a escindirse vez tras vez, como argumenta el PCN(M). Repudiar el revisionismo y derrotar una línea incorrecta puede llevar a fortalecer al partido (y así sucede a menudo) no solo ideológica y políticamente, sino también en términos de su solidez organizativo, números e influencia y, más importante, su capacidad de hacer la revolución.

Los camaradas nepalíes están sosteniendo la resolución de la lucha de dos líneas entre los camaradas Bhatterai y Prachanda en el PCN(M) como un modelo. Nosotros consideramos que la “resolución” de esa lucha es precisamente un ejemplo de “dos en uno”, donde se reconcilian puntos de vista contrarios, que solo puede llevar a la predominancia de una línea incorrecta, como efectivamente sucedió en este caso[50].

La lucha contra el eclecticismo fue un rasgo importante de Mao y los revolucionarios en el Partido Comunista de China, especialmente en la batalla final, y trágicamente perdida, con Deng Xiao-ping. Deng criticaba el cuartel general revolucionario por “solo” preocuparse por la lucha de clases y no “al mismo tiempo” prestar atención a la producción. Desde luego, esto fue una calumnia contra los revolucionarios y el verdadero propósito de Deng fue negar y oponerse a las enseñanzas de Mao.

Los revolucionarios en el Partido Comunista de China lo dijeron de esta manera:

“El eclecticismo es revisionismo. Al poner las tres directivas a la par y poner la política y la economía, la política y el trabajo vocacional y técnico, todos en un mismo plano, Deng Xiao-ping usaba la sofistería para negar la contradicción principal y el aspecto principal de una contradicción. Esto fue una prestidigitación ecléctica. Lenin señaló al criticar a Bujarin: ‘Su actitud teórica es: “por una y otra parte”, “lo uno y lo otro”. Y esto es eclecticismo’” (“Una vez más acerca de los sindicatos, la situación actual y los errores de Trotsky y Bujarin”) [Obras completas de Lenin, Ediciones Akal, Tomo XXXIV, pág. 371]). Podemos usar estas mismas palabras para dar una descripción apta de Deng Xiao-ping. El fenómeno solo muestra la naturaleza débil de los revisionistas. Quieren revocar las conclusiones teóricas a que llegó el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung y reemplazarlas con teorías revisionistas. Pero el revisionismo va contra los intereses de los obreros, campesinos, soldados, cuadros revolucionarios e intelectuales revolucionarios, es decir, contra las masas que constituyen el 95 por ciento de la población; y ya que practicar el revisionismo va contra la voluntad del pueblo no se atreven exponerse demasiado, así que recurren al eclecticismo porque al falsear el marxismo de manera oportunista, sustituir la dialéctica por el eclecticismo es la manera más fácil de engañar a las masas”[51].

El quid del asunto — la línea política e ideológica

Una de las citas más frecuentemente mencionada que nuestro Movimiento utiliza es la célebre formulación de Mao: “Se derrumbará quien siga una línea incorrecta, aun cuando controle la dirección de las autoridades centrales, de las autoridades locales y del ejército. Quien siga una línea correcta llegará a tener soldados aunque ahora no tenga ninguno y conquistará el Poder político aunque no lo tenga ahora. De esto habla la experiencia histórica tanto de nuestro partido como del movimiento comunista internacional desde los tiempos de Marx.” “El quid del problema reside en la línea. Esta es una verdad infalible”[52].

Y de hecho, esta cita concentra genialmente y precisamente la relación entre una línea correcta y las consecuencias en la práctica de cualquier línea dada. La línea política e ideológica es una concentración del punto de vista de clase, la metodología y el enfoque de un partido (ideología) y la aplicación básica de ese punto de vista al problema de librar la lucha de clases, tomar el poder y avanzar al comunismo (política). Una vez que ya no esté al mando la línea proletaria, metas burguesas, métodos burgueses y la política burguesa inevitablemente llenarán el vacío.

Nuestro propio Movimiento nació precisamente de semejante lucha contra una línea ideológica y política incorrecta, específicamente la línea revisionista que triunfó en China después de la muerte de Mao Tsetung por medio de un golpe de estado dirigido contra sus seguidores más consecuentes. Mientras que la lucha en Nepal no ha jugado el mismo tipo de papel central y decisivo en el mundo que jugó la revolución en China bajo la dirección de Mao, es todavía útil recordar las circunstancias de esa gran lucha al nivel internacional.

Hubo muchos partidos y organizaciones que habían declarado estar de acuerdo con Mao Tsetung y la Revolución Cultural que luego siguieron la corriente con los usurpadores revisionistas en China. Para algunos fue una atracción abierta de la política de colaboración de clase, pero en otros casos prevaleció una especie de realpolitik en que los comunistas en otros países rehusaron asumir la responsabilidad de entender y evaluar la línea del Partido Comunista de China. En cambio, argumentaron que la línea de ese Partido era un “asunto interno” y/o que la experiencia y el prestigio formidables del Partido Comunista de China quería decir que otros carecían de base alguna o capacidad para entender los problemas de línea política involucrados. Otros más argumentaron que el Partido Comunista de China había tenido muchas otras luchas de dos líneas anteriores y aun si hubo elementos que consideraban inquietantes en Jua Kuo-feng y Deng Xiao-ping, después de todo, China era un país socialista, que bien las cosas podrían ser revocados en el futuro, etcétera.

Parte de esto puede descontarse como seguidismo servil y oportunismo craso—por ejemplo, el temor de perder el apoyo que China pudiera ofrecer a este o aquel movimiento. No obstante, el problema fue mucho más profundo: tenía que ver con la manera misma en que se veía la experiencia revolucionaria, el entendimiento del internacionalismo y las responsabilidades de los comunistas en diferentes países para los problemas del movimiento en su conjunto. En resumidas cuentas, se usaron criterios distintos de lo correcto o incorrecto de la línea ideológica y política para evaluar la situación en China y guiar a los “comunistas”. Los resultados de este pragmatismo y oportunismo fueron trágicos. La mayor parte del movimiento comunista de aquellos tiempos se estrelló, no fueron capaces de mantener su orientación revolucionaria y terminaron, las más de las veces, acomodándose con el orden reaccionario existente y/o desparecieron completamente. Además, los sucesos en China confirmaron completamente las predicciones científicas de lo que significaba el resultado del cambio de la línea en el Partido Comunista de China—a saber, la restauración del capitalismo con el resurgimiento de todos los horrores, la opresión y explotación que es el meollo de este sistema. Casi solo en el mundo, el Movimiento Revolucionario Internacionalista pudo mantener su orientación ideológica frente al tsunami ideológico que acompañó la pérdida en China precisamente porque pudo entender las razones por el cambio completo en China, por lo menos en los aspectos principales, y mantener en alto los principios principales del marxismo-leninismo-maoísmo, incluyendo el desarrollo y avance de esos principios por Mao.

Ahora no podemos permitirnos nada menos que el mismo tipo de análisis científico cabal de la realidad y, sobre esa base, una firme orientación y decisión de llevar adelante la lucha. Desafortunadamente, la capacidad de nuestro Movimiento para cumplir con esas responsabilidades ha sido socavada en medida importante por algunas de las maneras en que se abordaron las dificultades en el Perú. Mientras éste no es el lugar para repasar toda esa historia[53], es verdad que un enfoque incorrecto afectó y a veces hasta eclipsó la correcta orientación comunista en que se fundó nuestro Movimiento. En particular, surgió el criterio de “verdad política”, un enfoque que abandonó los principios y tomó decisiones no sobre la base de “buscar la verdad en los hechos” ni aplicar nuestra ciencia revolucionaria para entender la realidad sino sobre la base de lo que parecía ser “útil”. En particular, este tipo de punto de vista se usó para justificar la teoría de “patraña” planteada por la dirección del Partido Comunista del Perú (PCP), que insistía, contra toda la evidencia disponible, que el Presidente Gonzalo no tenía ninguna relación con la Línea Oportunista de Derecha en el Partido y que hasta investigar esa posibilidad era cometer la traición más vil. Hoy en día pagamos el precio por esos errores también, mientras el Movimiento vacila frente al gran reto de ponerse al frente y acudir en ayuda de la revolución en Nepal que ha dado tanto al movimiento comunista internacional y que apreciamos tanto.

Vale la pena repetir otra cita de Lenin que a menudo se usa en nuestro Movimiento pero demasiadas veces se mal entiende o de que se hace caso omiso en la práctica: “Existe una clase y sólo una de internacionalismo verdadero, y es trabajar abnegadamente para desarrollar el movimiento revolucionario y la lucha revolucionaria en el propio país, y apoyar (con propaganda, solidaridad y ayuda material) esta lucha, ésta y sólo esta línea, en todos los países sin excepción.” Tenemos la responsabilidad de luchar por “ésta y sólo esta línea” y ninguna otra en Nepal, no menos que la responsabilidad de hacer avanzar la lucha revolucionaria en el propio país de uno. De otra manera, el “internacionalismo proletario” se reduce a una farsa y la “solidaridad internacional” no sino una clase de “intercambio de mercancías”, como se ve fácilmente en las relaciones de oportunistas y revisionistas a nivel internacional. Aprovecharse del “capital” de la lucha en Nepal (i.e., su influencia y prestigio en el mundo) a cambio de mantener el silencio o dar el beneplácito a una línea errónea es la peor clase de oportunismo. También hemos visto lo que pasa si el “capital” pierde su valor, como fue el caso en el Perú: gente con este tipo de enfoque rápidamente busca otro socio comercial. En parte esto es lo que explica cómo algunos que desvergonzadamente iban a la cola de los chirriantes simpatizantes del PCP en contra de siquiera la idea de las negociaciones ahora lo encuentran tan fácil tragar el Acuerdo de Paz Global del PCN(M).

Muchos camaradas no entienden lo que pasa en Nepal, o no sacan las conclusiones apropiadas, porque tienen gran confianza y respeto por los dirigentes del PCN(M) y no entienden por qué camaradas como éstos adoptarían una línea que, objetivamente, sirve a los esfuerzos de reimponer el dominio reaccionario del enemigo de clase sobre la sociedad. Otra vez, la cuestión central de la línea política e ideológica se reemplaza con la esfera subjetiva de las intenciones. No tenemos la menor duda de que el Presidente Prachanda y otros líderes del PCN(M) creen mucho en la meta comunista y están convencidos que las medidas que toman actualmente son una necesidad aunque sean medios enrollados para alcanzar esa meta. Y , cuentan para algo las intenciones, en el sentido de que el deseo de los camaradas de alcanzar el futuro comunista ofrece una base favorable para la lucha y es una razón para creer que pueden ser ganados a entender por qué su camino actual es tan perjudicial. Pero también es verdad que, como lo dijo el camarada Chang Chun-chiao, la teoría es el “factor dinámico” en la ideología. Son las teorías del PCN(M) con respecto a la naturaleza del estado, el resumen de las revoluciones proletarias del siglo 20, cómo entender la democracia, y a nivel filosófico, la crítica del Partido de la posición central de uno se divide en dos, que están jugando el papel de “factor dinámico” para transformar la ideología del partido. Por lo tanto es necesario criticar agudamente y repudiar esas teorías erróneas, y sin tal repudiación es poco probable que incluso un cambio de táctica o de política llegue a la raíz del problema, por bienvenidos que serían tales cambios.

¿Qué tipo de síntesis ideológica hace falta?

Nuestro anterior intercambio de cartas con los camaradas del PCN(M) centró en el entendimiento correcto de la “democracia” y su papel en el estado revolucionario, entre otros temas.

Al leer el intercambio de cartas entre nuestro Partido y el PCN(M) debe ser evidente que las diferencias ideológicas y políticas no se limitan a la cuestión de las políticas que ha adoptado el PCN(M) durante los últimos dos años ni tampoco a los puntos más generales sobre la naturaleza de la revolución de Nueva Democracia. El artículo “Nuevo Estado” por el camarada Bhatterai que fue el blanco original de la crítica de nuestro Partido vincula estrechamente sus tesis respecto al “estado transicional” con el resumen del autor de la experiencia de las revoluciones proletarias del siglo veinte y su revocación.

Se podría evitar este problema con la observación de que si los revolucionarios rehúsan establecer la dictadura del proletariado en primer lugar no hay motivo para preocuparse por prevenir su revocación. Pero existe un vínculo muy real entre la ideología y política que desarrolla el PCN(M) como “la democracia del siglo 21” y las políticas trágicas que el PCN(M) lleva a cabo hoy. Básicamente se trata otra vez del abecé del marxismo: el proletariado, dirigido por un partido político de vanguardia, debe, por la fuerza, derrotar el aparato estatal existente, establecer su propio dominio (dictadura de clase) y utilizar ese poder de estado para transformar la sociedad paso a paso hasta que la misma base para las clases ya no exista, ni en las condiciones materiales de la vida ni en el pensar de la gente. Este problema crucial de la dictadura del proletariado ha estado en el corazón de las luchas más importantes entre el marxismo y el revisionismo a través de toda la historia del movimiento comunista internacional y no es de extrañar que vuelvan a salir hoy en día.

Sin duda alguna, simplemente repetir la experiencia del pasado o simplemente reciclar las polémicas del pasado, no puede resolver el problema de cómo la revolución proletaria puede resurgir de las cenizas de la derrota y avanzar de hecho hacia el futuro comunista en medio de lucha de clases tumultuosa. Nuestros antecesores lograron cosas grandiosas, que alcanzaron su cumbre más alta con la Gran Revolución Cultural Proletaria dirigida por Mao Tsetung. Pero el mundo sigue adelante, el entendimiento de la humanidad avanza en diferentes frentes, las condiciones materiales de la vida se transforman y la revolución enfrenta nuevos e inesperados retos. No insistimos tanto en la “dictadura del proletariado” porque es el abecé del marxismo sino porque todo lo que podemos entender acerca de la historia y todo lo que podemos aprender de la sociedad contemporánea y la lucha de clases argumenta que no existe ningún otro medio para alcanzar la meta de la sociedad comunista —una meta que es posible y que corresponde más que nunca a las necesidades de las masas en esta Tierra.

El Presidente de nuestro Partido, Bob Avakian, ha estado trabajando por varias décadas en el difícil problema de aprender de la experiencia pasada, negativa y positiva, de la revolución proletaria, y ha desarrollado una nueva síntesis a que se ha referido como “un núcleo sólido con mucha elasticidad”. El camarada Avakian lo dijo así:

“Esta nueva síntesis abarca reconfigurar y recombinar los aspectos positivos de la experiencia hasta la fecha del movimiento comunista y la sociedad socialista, mientras se aprende de los aspectos negativos de esa experiencia, en las dimensiones filosóficas e ideológicas tanto como las políticas, y así tener una orientación, método y enfoque científicos[54]* con raíces más profundas y firmes, no solo en cuanto a hacer la revolución y conquistar el poder, sino también, sí, en cuanto a satisfacer los requisitos materiales de la sociedad y las necesidades de las masas populares, con una base cada vez mayor, en la sociedad socialista —para superar las profundas cicatrices del pasado y continuar la transformación revolucionaria de la sociedad, mientras al mismo tiempo apoyar activamente la lucha revolucionaria mundial y actuar conforme con el reconocimiento de que la arena y la lucha mundiales son las más fundamentales e importantes, en un sentido global —junto con abrir cualitativamente más espacio para dar expresión a las necesidades intelectuales y culturales del pueblo, entendidas en el sentido amplio, y posibilitar un proceso más diverso y rico de exploración y experimentación en los campos científicos, artísticos y culturales, y en la vida intelectual en general, con mayor campo para la contienda de diferentes ideas y escuelas de pensamiento, y para la iniciativa y creatividad individuales y la protección de los derechos individuales, con espacio para que los individuos interactúen en la ‘sociedad civil’ independientes del estado— todo en un marco general cooperativo y colectivo y al mismo tiempo a la medida que el poder estatal se mantiene y se sigue desarrollando como un poder estatal revolucionario al servicio de los intereses de la revolución proletaria, en el país en particular y por todo el mundo, donde este estado es el elemento dirigente y central de la economía y la dirección general de la sociedad, mientras el estado en sí se transforma continuamente en algo radicalmente diferente de todos los estados previos, como una parte crucial del avance hacia la abolición posterior del estado al llegar al comunismo a nivel mundial.

“En cierto sentido, se puede decir que la nueva síntesis es una síntesis de la experiencia previa de la sociedad socialista y del movimiento comunista internacional más ampliamente, por un lado, y de las críticas, de varios tipos y desde varios puntos de vista, de esa experiencia, por otro lado. Esto no quiere decir que esta nueva síntesis representa una simple ‘unión’ de esa experiencia, por un lado, y las críticas, por el otro. No se trata de combinar eclécticamente estas cosas, sino de pasarlas por el tamiz, reconfigurarlas y recombinarlas a base de un punto de vista y método científicos, materialistas y dialécticos, y de la necesidad de mantener el avance hacia el comunismo, que es una necesidad y objetivo que este punto de vista y método siguen señalando — y, cuanto más rigurosa y profundamente se adopte y aplique, tanto más firmemente señala esa necesidad y objetivo”[55].

Lo anterior expresa de manera concentrada cómo entendemos el proceso de hacer la revolución y continuar avanzando hacia el comunismo. Nuestro temor es que en vez de examinar cuidadosamente, reconfigurar y recombinar las críticas de la experiencia socialista e integrar eso en un entendimiento más profundo y más completo de la necesidad del poder estatal del proletariado para transformar la sociedad, los camaradas del PCN(M) en los hechos están adoptando indiscriminadamente y sin crítica las posiciones políticas de los opositores a la revolución proletaria.

En particular así es en la manera en que se describe la “democracia” y se le promueve de un modo que la separa de su contenido histórico y de clase, la trata como un fin en lugar de un medio, y reduce la lucha a los derechos políticos formales — democracia burguesa. La democracia del siglo 21 como la describen los camaradas del PCN(M) se parece más a la democracia de los siglos 17 y 18 proclamada por Locke o Rousseau que a la revolución comunista del siglo 21 que necesitamos dirigir.

No podemos repasar en este artículo todos los importantes puntos de discusión que han surgido en el intercambio entre nuestro Partido y el PCN(M) o en las otras aportaciones de partidos y organizaciones del Movimiento Revolucionario Internacionalista. Estas cuestiones de línea ideológica y política tienen implicaciones enormes para el futuro de nuestra causa y nos perturba bastante el hecho de que muchos o hasta la mayor parte de los partidos y las organizaciones del Movimiento Revolucionario Internacionalista aparentemente no consideran como un asunto crucial el actual debate. Los camaradas del PCN(M) nos dijeron que “tengan paciencia —esperen y verán.” Bueno, no hemos tenido paciencia y no hemos esperado solamente, y por cierto hemos visto. La línea ideológica y política que el PCN(M) está poniendo en práctica y los resultados iniciales ahora están ahí para que todos los vean. Resultados aún más trágicos y catastróficos sin duda seguirán a menos que la dirección del Partido encuentre la orientación y resolución para trazar un camino diferente, y en un sentido fundamental un camino contrario. A diferencia de los esfuerzos del PCN(M) para convencernos que su teoría es el resultado de su práctica, nosotros vemos lo contrario. La teoría, línea, ha precedido la práctica, ha dirigido la práctica, como de hecho tiene que hacer. En 1996 se dio la adopción del maoísmo por el PCN(M) y en particular la teoría de la revolución de Nueva Democracia y la guerra popular lo que precedió y preparó el inicio de la gran Guerra Popular en Nepal y que seguía como la línea predominante y decisiva a lo largo de diez años de heroica lucha. Desafortunadamente, hoy en día es una teoría errónea de lucha por un “estado transicional” que flota en alguna zona entre la Nueva Democracia del proletariado y la democracia burguesa (en su forma de los países semi-feudales y semi-coloniales) lo que precede, conforma y guía la práctica del Partido.

Lo que se necesita ahora es que el Movimiento Revolucionario Internacionalista asuma de lleno su responsabilidad urgente y que sea de hecho el centro de las fuerzas maoístas del mundo que el mundo necesita tan desesperadamente y que seamos de hecho los internacionalistas proletarios consecuentes que decimos que somos. Ahora esto tiene un enfoque particular en la lucha para salvar a la revolución en Nepal. Esta muy importante batalla es parte de un proceso más grande de rescatar el proyecto comunista de la única manera en que puede rescatarse, confrontando las cuestiones ideológicas y políticas de la revolución en el siglo 21, con osadía examinando y volviendo a examinar nuestros preceptos y entendimiento y forjando la solución a los problemas de la humanidad. Nuestros propios pasos en el transcurso de este proceso nos han convencido, más que nunca, de la viabilidad y la necesidad de la revolución comunista. La gran lección de los diez años de Guerra Popular en Nepal es que es posible, aun en una situación internacional generalmente desfavorable y en un país pequeño, dirigir a las masas a liberarse de un sistema dominado por el imperialismo y la reacción y al hacer esto, apresurar el derrumbe de ese sistema mundial. La revolución en Nepal es extremadamente compleja, rica y difícil, como será toda revolución verdadera, y para avanzar de un paso al siguiente no es fácil. Lo importante es regresar al camino correcto y usar el entendimiento más avanzado y correcto para guiar para adelante la revolución.

Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

19 de marzo de 2008 

Octubre de 2005

Al Partido Comunista de Nepal (Maoísta)

Estimados Camaradas,

Nuestro partido, sobre todo su dirección, le ha prestado mucha atención al desenvolvimiento de la guerra popular en su país y a las ideas de su partido. En particular, hemos valorado la orientación del camarada Prachanda de que avance el marxismo-leninismo-maoísmo hacia el siglo 21 y de que hay que sintetizar las lecciones de la primera gran ola de la revolución proletaria que se inició con la Comuna de París y que continuó hasta la derrota de la revolución proletaria en China.

Como saben, el presidente de nuestro partido, Bob Avakian, le ha dedicado mucha atención al estudio de esta experiencia. En muchos aspectos importantes hemos observado una convergencia entre las posiciones planteadas por su partido y las direcciones que también hemos desarrollado. No obstante, desde hace un tiempo nos han desconcertado algunas posiciones políticas y las justificaciones teóricas que ha adoptado su partido o, al menos, algunos camaradas dirigentes. Una buena parte de lo que consideramos posiciones incorrectas, o confusas y eclécticas, aparecen en el número 9 de The Worker, en particular pero no únicamente en el artículo del camarada Baburam Bhatterai, “El problema de construir un Estado de nuevo tipo” (en adelante “Nuevo Estado”).

Nuestras crecientes inquietudes concernientes a las cuestiones de línea política y enfoque, especialmente sobre la dictadura del proletariado y la democracia, no sólo tratan puntos de teoría abstracta; tienen muchísimo que ver con los deslindes de línea importantes que a su vez inciden de manera importante en las tareas inmediatas de la revolución de su país en que el viejo Estado está en su lecho de muerte y se presenta el problema de que si la revolución triunfa, qué clase de Estado reemplazará a la monarquía, cuál será el papel de este Estado nuevo en la política mundial y cómo su lucha ayudará a hacer avanzar la revolución proletaria mundial.

La lucha entre dos líneas que ha brotado al interior de su partido se centra precisamente en esas cuestiones que en sus posiciones anteriores, a nuestro parecer, no eran claras, o eran problemáticas o eclécticas. “Uno se divide en dos” o al menos eso parece, y eso da una gran oportunidad para que el partido se deshaga de esos aspectos de su entendimiento anterior y línea política que van contra la orientación principal correcta que su partido ha venido siguiendo durante el largo y complejo curso de la Guerra Popular.

Nuestra propia comprensión central de la cuestión de la democracia y de la dictadura se sintetiza mejor en la siguiente cita del camarada Avakian: “En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, hablar de la ‘democracia’ sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia no tiene sentido o tiene implicaciones peores. Mientras exista la sociedad dividida en clases no puede haber ‘democracia para todos’: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá y promoverá el tipo de democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar: ¿qué clase dominará y si su gobierno, y sistema de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a estas, o lleva a abolirlas?”

Tenemos inquietudes en dos niveles básicos. Primero, el análisis teórico de la democracia bajo la transición socialista planteado en “Nuevo Estado” pierde de vista los problemas fundamentales de hacer avanzar la sociedad socialista hacia el comunismo y, en particular, socava la tesis de que no es posible transformar la sociedad y avanzar hacia el futuro comunista sin la dictadura del proletariado. Segundo, y en parte proveniente de la concepción errónea de la democracia planteada en “Nuevo Estado”, se plantean argumentos que tienden a negar la necesidad de establecer un Estado de nueva democracia (república popular) como meta inmediata de la guerra popular de Nepal y, en su lugar, propondría como paso necesario el de establecer una etapa con una especie de república democrática burguesa.

La democracia: Forma y contenido

Los documentos de The Worker número 9 dan mucho énfasis a la importancia de la democracia bajo la dictadura del proletariado en la transición hacia el comunismo. Es muy importante que su partido esté subrayando al Estado como forma transicional hacia el objetivo final del comunismo. También es correcto subrayar que las medidas, políticas y rasgos concretos del sistema estatal que se desarrollan durante la transición deben tener por objeto la realización de este objetivo final.

El punto de vista de “Nuevo Estado” da a entender que la mera ampliación de la democracia formal es el aspecto principal para llegar a la “extinción del Estado”. En apoyo de este argumento cita a Lenin: “Cuanto más completa sea la democracia, más cercano estará el momento en que deje de ser necesaria”. Pero hay que recalcar varios puntos: 1) La experiencia de la Unión Soviética y China, y de la revolución mundial en general, ha mostrado que la necesidad de desarrollar y construir una poderosa maquinaria estatal no es algo del cual se puede prescindir rápidamente después de la victoria de la revolución en un país dado. En un mundo todavía dominado por imperialismo no se puede imaginar que desaparezca rápidamente la necesidad de un poderoso ejército permanente, un ejemplo importante citado en “Nuevo Estado”. Es obvio que este proceso ha sido más prolongado de lo que visualizaron originalmente Marx y Engels, y aun Lenin cuando escribió El Estado y la revolución en vísperas de la revolución bolchevique. 2) Cuando Lenin escribe sobre la “democracia” en el pasaje citado en “Nuevo Estado”, claramente no está hablando principalmente acerca de la democracia formal, tales como las elecciones y el derecho a votar. Más bien, señala una situación en que la mayoría de la sociedad “haya aprendido a dirigir ella misma el Estado”. Eso no es algo que se logra fácilmente y sin duda tardará generaciones en lograrse a nivel mundial, sobre todo con la fuerza que queda del imperialismo internacional. Pero da una medida muy importante para determinar a qué grado el Estado proletario es en verdad democrático en el sentido más profundo de la palabra y, específicamente, de una manera que corresponda (y le sirva) al gobierno del proletariado y al avance, bajo ese gobierno, hacia la meta del comunismo y, con la realización del comunismo, y no antes, hacia la abolición, hacia la “extinción” del Estado. El concepto burgués de la democracia es que las elecciones y los derechos formales son el elemento fundamental de la democracia. La concepción revisionista clásica dice que mientras que el Estado sirva a “los intereses del pueblo”, se puede considerar democrático con o sin elecciones. Pero Mao ubicó el problema fundamental y esencial en otra parte: en el problema de eliminar lo que los camaradas chinos llamaban las “Cuatro Todas”, en referencia a una cita crucial de Marx en que dijo que la revolución comunista debe apuntar a la eliminación de: todas las clases y todas las diferencias de clase en general, todas las relaciones de producción en que descansan, todas las relaciones sociales correspondientes a ellas y todas las ideas que se desprenden de estas relaciones sociales.

Mientras que existan las tres grandes diferencias, mientras que las relaciones de producción todavía no se libren completamente del derecho burgués, mientras que sigan existiendo las diferencias y desigualdades que quedan de la vieja sociedad, mientras que persistan la producción e intercambio de mercancías y la ley del valor, aunque restringidos, existe la posibilidad de que surjan nuevas formas de explotación y habrá representantes quienes se presentan para pregonar estas relaciones explotadoras de producción y que a la larga intentan establecer un gobierno de otra clase. Durante mucho tiempo existirán varias formas de desigualdad social y de derecho burgués de manera simultánea y relacionada con la existencia y la influencia de los Estados imperialistas y reaccionarios y sus incesantes tentativas de derrocar la dictadura del proletariado donde exista, las cuales se compenetrarán y se reforzarán de maneras importantes por lo mismo. Los problemas histórico-mundiales relacionados con todo eso y por qué todo eso hace necesaria la dictadura del proletariado, hasta que se alcance el comunismo, en todo el mundo, y los problemas cruciales de la manera de ejercer la dictadura del proletariado de modo que, simultáneamente, continúe transformando la sociedad hacia la meta del comunismo, en unidad y en relación dialéctica con la revolución mundial, y se desarrolle la dictadura proletaria como un Estado que es radicalmente diferente de todas las formas previas del Estado, y otros problemas relacionados constituyen el eje y sientan los cimientos y marco de la manera en que los comunistas tenemos que comprender y abordar la cuestión específica de la democracia, su carácter de clase en diferentes sociedades, bajo distintos sistemas de gobierno de clase y su relación con la meta de superar, como dijo Marx, el estrecho horizonte del derecho burgués en el mundo material y en la forma de pensar de las masas.

La democracia formal bajo el socialismo

Un interés importante común de nuestros dos partidos es sintetizar toda la experiencia de la revolución proletaria y la dictadura proletaria hasta la fecha. Es cierto que no podremos hacer la revolución en el siglo 21 si no examinamos desde muchos ángulos y a fondo las experiencias positivas y negativas de nuestra clase en esta materia.

No podemos analizar en detalle en esta carta la cuestión crucial de analizar el período de transición: la dictadura del proletariado. El camarada Avakian tiene muchos escritos sobre este tema, y quisiéramos llamarles la atención en particular a su artículo “Democracia: Más que nunca podemos y debemos lograr algo mejor”, en que refuta a K. Venu, aparecido en Un Mundo Que Ganar 1992/17; y en línea en revcom.us, la charla “Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo” y el artículo “Conversación con unos camaradas sobre epistemología: Sobre conocer, y cambiar, el mundo”, del cual se entregó un pasaje para un futuro número de su publicación en inglés The Worker.

Para alcanzar un nivel más alto de síntesis del problema de la transición socialista, si bien, correctamente, rechazamos la exclusión de cualquier cosa de un reexamen crítico, aún es necesario defender firmemente ciertos principios básicos de nuestro análisis, entre ellos la tesis marxista central sobre el carácter del Estado y la necesidad de mantener una dictadura del proletariado. Y si bien el artículo “Nuevo Estado” defiende la dictadura del proletariado de palabra, en los hechos promueve una orientación democrático-burguesa que, de aplicarse, no llevaría a establecer una dictadura proletaria[56], o en caso de establecerse, llevaría a abandonarla.

Los artículos de The Worker número 9 abordan el difícil problema de qué formas de leyes, elecciones y demás deben haber bajo la dictadura del proletariado. Consideramos que decir que la cuestión fundamental sea la democracia formal con su expresión en las elecciones, la contienda de partidos políticos y demás es un error serio y fortalecerá tendencias hacia el abandono de la dictadura del proletariado o hacia su derrocamiento por los contrarrevolucionarios. Esta orientación desvía la atención de la fuente principal de la restauración capitalista y de los mecanismos principales para integrar a las masas en la mayor revolucionarización de la sociedad.

Finalmente, es importante señalar que las elecciones en la sociedad socialista no constituyen ninguna garantía contra el ascenso del revisionismo en el aparato estatal ni su conversión en una máquina de opresión contra el pueblo. Al igual que para la burguesía del occidente por lo general la democracia burguesa le sirve para ejercer la dictadura (o sea, la forma “más adecuada” como dijo Lenin), los nuevos explotadores que surgen en la sociedad socialista, y en particular en el Estado y en el partido que dirigen el Estado, podrían mantener a las masas oprimidas y en la ignorancia y la pasividad política a la vez que les permiten votar cada tantos años.

¿Quiere decir eso que estamos diciendo que no tengan importancia los derechos democráticos formales bajo el socialismo, o que no tiene que haber ninguna constitución, sistema de leyes y normas que defienden los derechos del pueblo? No, eso no es nuestro análisis. El camarada Avakian ha subrayado en sus recientes escritos sobre este tema la importancia de tales garantías de acuerdo al análisis maoísta de que aun bajo la dictadura del proletariado, la contradicción entre el pueblo y el Estado seguirá existiendo, aunque de una manera distinta al gobierno bajo las clases explotadoras. También ha explorado la posibilidad de permitir la contienda de los partidos políticos, las elecciones y demás, como parte del sistema estatal socialista. Pero ha planteado estas posibilidades en un marco de lo que ha llamado el “núcleo sólido con mucha elasticidad”, en que el núcleo sólido sea la dictadura del proletariado dirigida por su partido de vanguardia. Sin este “núcleo sólido” la elasticidad se convierte en pluralismo democrático-burgués, que rápidamente conducirá a reestablecer el capitalismo y a una dictadura sobre la gran mayoría de las masas. De nuevo, en esta carta sólo podemos mencionar de paso y esbozar estos puntos importantes y, aparte llamar la atención de los camaradas a la charla Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo del presidente Avakian y a la polémica que escribió contra K. Venu, hemos incluido, al final de esta carta, dos pasajes de una charla reciente del presidente Avakian, “Más reflexiones sobre el Estado socialista como una nueva clase de Estado” y “El desarrollo creativo del MLM, no del revisionismo”, que abordan cuestiones acerca del carácter del Estado, en particular el Estado proletario, y la transición al comunismo”.

A nuestro parecer, eso es un enfoque distinto a aquél que plantea “Nuevo Estado” y otros documentos. Por ejemplo, se da a entender que debería ser posible adoptar al por mayor los métodos de gobierno directo aplicados en la Comuna de París o disolver el ejército permanente. Pero no habrá ninguna dictadura del proletariado en las condiciones del mundo de hoy sin un ejército permanente. Disolver el ejército permanente revolucionario una vez establecido y consolidado el socialismo solamente a un nivel inicial, con relación a la tarea estratégica de largo plazo de avanzar por medio de la transición socialista hacia el comunismo, a nivel mundial, disolver el ejército popular en esas circunstancias invitaría ataques de los contrarrevolucionarios que están dentro del país socialista y de los gobiernos imperialistas y reaccionarios, y en los hechos lo dejaría sin defensas, con el efecto objetivo de que quedaría aplastada y eliminada la sociedad socialista y las masas quedarían sujetas, de nuevo, a los horrores del gobierno del imperialismo y las clases reaccionarias. No será posible utilizar los mecanismos de la Comuna de París, tal como la elección directa de todos los funcionarios del gobierno, como principio general en la dirección del Estado. La historia ha mostrado que sin la dirección de un auténtico partido proletario, no habrá ninguna toma del poder estatal ni ninguna posibilidad de consolidar y mantener ese poder después de tomarlo.

La cita de la crítica de 1918 de Rosa Luxemburgo a la revolución de octubre, reimpresa de manera favorable en “Nuevo Estado”, sostiene que la dirección del partido inevitablemente conducirá a la dictadura del partido. Es muy cierto que la propia existencia del Estado proletario, un partido proletario de vanguardia, un ejército permanente, etc., se pueden transformar en su opuesto: en un Estado de la burguesía que oprime a las masas populares. Lo mismo se puede decir acerca de la misma revolución: no hay ninguna garantía de que avance continuamente hacia el comunismo. Se puede abortar una revolución, y desafortunadamente muchas se han abortado o se han convertido en su contrario. Pero eso no es ninguna justificación para no hacer una revolución. El que un Estado siga avanzando hacia el objetivo final del comunismo y a su propia extinción depende de si (y cómo) ese Estado lucha por transformar todas las condiciones ideológicas y materiales objetivas que hacen que la existencia del Estado siga siendo necesaria. No hay ninguna solución fácil de este problema. Apoyarse en las instituciones y la práctica de la democracia formal no resolverá el problema y no eliminará las contradicciones que hacen que la dictadura del proletariado sea absolutamente necesaria; sólo fortalecerá a las fuerzas quienes buscan derrocar y eliminar la dictadura del proletariado y quienes pueden obtener fuerzas en este proceso a partir de las desigualdades que quedan en la sociedad socialista y a partir de la existencia de los gobiernos reaccionarios e imperialistas, que por algún tiempo probablemente estarán en una posición de “cercar” a los Estados socialistas que nacen mediante la lucha revolucionaria. Abolir o minar el monopolio de poder político y, sí del poderío armado, del proletariado, y su dirección de vanguardia, de la forma en que se logre, tal como celebrar elecciones generales en que se pongan a decidir el partido de vanguardia y su papel, llevará, por todas las razones mencionadas, a la pérdida del poder estatal de parte del proletariado y la restauración del poder estatal reaccionario, con todo lo que ello encierre.

“Nuevo Estado” sostiene que los anteriores Estados proletarios, “en lugar de servir a las masas y servir de instrumentos de continuar la revolución, se convirtieron en amos del pueblo e instrumentos de la contrarrevolución y, en lugar de ir extinguiéndose, se transformaron en enormes burocracias totalitarias e instrumentos de represión”. Esta descripción peca del trato no clasista del Estado que más bien refleja la idea de la pequeña burguesía de que la opresión es producto de la contradicción entre la sociedad y el Estado, y no la tesis marxista de que el propósito del Estado es asegurar la dominación de una u otra clase en la sociedad. Y, francamente, hace eco de muchas calumnias de la burguesía contra la dictadura del proletariado y acepta de una medida importante, la perspectiva y los métodos de la burguesía y los “veredictos” correspondientes contra las revoluciones dirigidas por el proletariado, por medio de su vanguardia comunista, que aspiraron al socialismo y al comunismo. Si bien compartimos con su partido la convicción de que es crucial abordar profundamente y sintetizar globalmente la experiencia de la sociedad socialista y la dictadura del proletariado, también es crucial hacerlo desde la perspectiva y con el método científico del marxismo-leninismo-maoísmo, y no permitir que la influencia de la concepción del mundo de la burguesía y sus “veredictos” tergiversen y subviertan tal síntesis científica.

En el mejor de los casos, “Nuevo Estado” describe la dictadura proletaria como “un mal necesario”. Pero, el poder estatal en las manos del proletariado y sus aliados de clase es una hazaña maravillosa y positiva con que las masas populares pueden transformar el mundo y a sí mismas en el proceso. No tenemos que pedir disculpas al respecto. En Nepal hemos visto las transformaciones de las condiciones sociales y la cultura que ya se han llevado a cabo en las zonas liberadas, que dan un vistazo de las cosas aún mayores que se lograrán cuando el poder nacional esté en manos de las masas bajo la dirección del partido de vanguardia del proletariado.

Podemos ver en el ejemplo muy claro de la China revolucionaria que la dictadura proletaria no era una “burocracia totalitaria”. Cuando el Estado, con el ejército, estaba bajo la dirección de Mao y los auténticos revolucionarios, se lograron llevar a cabo enormes transformaciones revolucionarias, tal como, de manera muy importante, la integración de más y más masas en la administración del Estado por medio de diferentes mecanismos (“los comités de triple integración” y demás). China no nada más se volvió paso a paso más capitalista, más “totalitaria”, a medida que se iba fortaleciendo el Estado. Para que China se transformara en capitalismo, los seguidores del camino capitalista tuvieron que tomar el poder estatal, obra que realizaron mediante un golpe de Estado después de la muerte de Mao.

Asimismo, por las razones que hemos abordado aquí, el remedio de Luxemburgo, de elecciones generales, “libertad de prensa y asamblea sin restricciones” y la eliminación del papel dirigente del partido sólo asegurará que, en lugar de que “unas docenas” de líderes del partido dirijan el Estado proletario, unas docenas (o menos) de oportunistas y seguidores del camino capitalista acapararán el Estado y utilizarán ese monopolio de poder estatal para asegurar que ninguna auténtica democracia exista para las masas populares, tal como hemos visto vez tras vez en la historia.

No se puede convertir en un absoluto bajo la dictadura del proletariado la contienda entre los partidos políticos; no se puede colocar por encima de la necesidad de que el Estado siga reflejando, y reforzando y desarrollando, los objetivos de la revolución proletaria de defender lo que se ha ganado por medio de la lucha revolucionaria, seguir revolucionando la sociedad, en la base económica y en la superestructura político-ideológica, apoyando las luchas revolucionarias por todo el mundo y avanzando hacia la realización de las “Cuatro Todas” y la meta del comunismo, a nivel mundial, ni se puede colocar al mismo nivel que esa necesidad del Estado. El que un Estado principalmente haga avanzar esos objetivos o no (y no el que se celebren elecciones con una contienda entre partidos y a qué grado, etc.) es crucial para determinar si en los hechos el Estado representa los intereses fundamentales del proletariado y de las masas populares. Aunque de nuevo podemos reconocer un papel y una importancia en la sociedad socialista para las elecciones, etc., con un elemento de contienda entre diferentes corrientes e inclusive fuerzas organizadas, y aunque debemos reconocer la importancia de una constitución, leyes y demás, que dan expresión a la democracia, en un sentido amplio, para las masas populares, sobre la base de un gobierno del proletariado, todas esas cosas también están condicionadas a que el Estado promueva concretamente esos objetivos que mencionamos arriba y que halle su papel con relación a esos objetivos, o si en los hechos lo que hace va en contra de la mayor revolucionarización de la sociedad y la realización de las “Cuatro Todas” y el comunismo en todo el mundo y favorece el fortalecimiento de la bases para la restauración del capitalismo, el aumento del alcance y la influencia del derecho burgués en las relaciones de producción, las relaciones sociales y la superestructura político-ideológica de la sociedad, y en la relación de la sociedad con la situación mundial y la lucha entre la revolución y la contrarrevolución en todo el mundo.

Los auténticos revolucionarios proletarios efectivamente no pueden y no deben permitir el derrocamiento de la dictadura del proletariado por medio de unas elecciones. Es posible visualizar circunstancias en que bajo el gobierno del proletario, la mayoría de las masas voten, debido a las presiones del sistema imperialista mundial y de las clases reaccionarias internas, en contra de sus propios intereses de clase. De una cosa no puede haber duda: si las clases reaccionarias vuelven al poder por medio de elecciones, permanecerán en el poder; no puede haber ninguna “alternancia” democrática entre el poder estatal proletario y el reaccionario. De nuevo, eso no niega la posibilidad de un grado de contienda electoral bajo el socialismo, pero tales medidas deben tomarse en el marco de la dictadura proletaria; jamás pueden colocarse “por encima” de la lucha de clases en el país específico y a nivel internacional, y la interpenetración e interacción dialéctica entre ambas esferas.

Sí, existe un problema concreto y difícil de cómo mantener una vida política y cultural vibrante, cómo capacitar a las masas populares de modo que tomen cada día más en sus manos los asuntos del Estado, cómo adecuarlas para gobernar, para parafrasear a Marx. Hay mucho que sintetizar acerca de las dificultades que nuestra clase ha tenido en el manejo correcto de este problema en el pasado y mucho sobre lo cual tendremos que luchar y aprender. Pero de algo no hay duda: es imposible resolver estos problemas a menos que sea fuerte la autoridad del proletariado. De nuevo, podemos ver la dialéctica entre la autoridad de Mao en China, que como sabemos se fortaleció bastante durante la Gran Revolución Cultural Proletaria, y el florecimiento sin precedente de la democracia de masas que también se dio[57]. Por lo que respecta a aquellos que se oponían al papel “dictatorial” de Mao, sabemos a dónde su clase de democracia llevó al pueblo.

¿Una república popular o “formas transicionales”?

“Nuevo Estado” señala que “no debemos descartar las posibilidades de tener que pasar por varias formas mixtas y transicionales de democracia en la marcha desde la monarquía autocrática, pasando por la democracia burguesa, hacia la democracia proletaria”. Esta oración sostiene (o al menos “no descarta”) que la revolución en el reino de Nepal debe “pasar por” la democracia burguesa como etapa distinta que requiere una forma especial de dominio del Estado, antes de que se pueda establecer la “democracia proletaria”. Este mismo tema ha aparecido en otros documentos de su partido, en particular un artículo dirigido a “Nuestros amigos norteamericanos”, en que dice específicamente que la meta inmediata de la revolución en Nepal no es una república popular sino una república democrático-burguesa, en referencia a la república burguesa que estableció George Washington después de la Guerra de la Independencia norteamericana. Eso, muy definitivamente, no es la clase de sociedad ni la clase de Estado que las masas de Nepal, Estados Unidos ni ningún país necesitan en esta etapa de la historia del mundo.

Es importante señalar de paso que este artículo es muy generoso para con la democracia de la burguesía estadounidense: la república burguesa establecida después de independizarse de Inglaterra ni siquiera abolió la esclavitud hasta que se diera una guerra de secesión cruenta 80 años más tarde. La democracia burguesa estadounidense siempre ha constituido una dictadura material sobre las masas populares, con la represión asesina contra la clase obrera y las nacionalidades oprimidas en Estados Unidos.

Vemos que en “Nuevo Estado” la confusión teórica acerca de la democracia, sobre todo el exagerado énfasis en ciertas formas de democracia burguesa (contienda entre partidos, elecciones y demás) tiende hacia el abandono de la tesis maoísta de la revolución de nueva democracia. Es sabido que la etapa de la revolución de Nepal es la de completar la revolución democrático-burguesa, tal como ocurrió en China y como en general corresponde a los países del tercer mundo. Pero lo que este argumento pasa por alto es que se resuelven las tareas democrático-burguesas bajo de la dirección del proletariado, y que no debe llevarse a establecer una república burguesa sino a una república popular o de nueva democracia que es, en esencia, una forma de la dictadura del proletariado en alianza con los demás sectores revolucionarios y progresistas de la sociedad, inclusive la burguesía nacional.

El artículo basa su argumento principalmente en las condiciones específicas de Nepal, en particular el que tiene una monarquía y que de algún modo eso requiere una subetapa especial de lucha. Sin duda la existencia de la monarquía es un factor importante a tener en cuenta para hacer un análisis de Nepal y para desarrollar y aplicar la estrategia y las tácticas correspondientes para hacer avanzar la revolución de Nepal, pero de ello sería erróneo concluir que Nepal está en una categoría completamente distinta a la de los demás países oprimidos de Asia, África y América Latina, y que son fundamentalmente diferentes los problemas políticos de esta etapa de la revolución.

Cada país tendrá sus particularidades; en Irán la dictadura reaccionaria asume la forma de una teocracia[58], en muchos otros países del tercer mundo existen, en esencia, dictaduras unipartidarias, con o sin un parlamento, en algunos países existen gobiernos militares y en otros países existen monarquías. De nuevo, hay que analizar y tomar en cuenta estas particularidades como parte de desarrollar una auténtica estrategia revolucionaria y las tácticas correspondientes en cada país. Pero hemos visto en repetidas ocasiones que se ha argumentado que estas formas específicas requieren una etapa específica en que primero se establece (o que “se pasa por”, en las palabras de “Nuevo Estado”) una república democrático-burguesa “pura” y sólo con esta condición la revolución puede pasar a una etapa proletaria. Tales argumentos no han contribuido en ninguna parte (ni en ningún caso las iniciativas para ejecutar tal programa han conducido) al posterior triunfo de la revolución de nueva democracia y al avance a la etapa socialista de la revolución.

El papel y el carácter de las clases dominantes y sus representantes políticos, tales como los partidos parlamentarios, no se determinan en lo fundamental por su relación con la monarquía sino por su relación con el imperialismo y el feudalismo.

La meta de la revolución de nueva democracia no puede ser una república burguesa, y el sistema estatal que establece no puede ser una democracia burguesa. Ésa fue una de las contribuciones teóricas más importantes de Mao, que abrió el camino al establecimiento de la República Popular China. Señaló que la burguesía siempre se esconde detrás de la categoría de “ciudadano” a fin de ocultar las diferencias de clase en la sociedad, y Mao enseñó que, en lugar de la democracia burguesa, es necesario establecer una estructura estatal basada en el “centralismo democrático” porque “sólo un gobierno basado en el centralismo democrático puede poner en pleno juego la voluntad de todo el pueblo revolucionario y luchar con la mayor eficacia contra los enemigos de la revolución” (“Sobre la nueva democracia”, tomo 2, p. 367).

“Nuevo Estado” cita un pasaje importante de Lenin: “La transición del capitalismo [[¿al comunismo?]] no puede, naturalmente, por menos de proporcionar una enorme abundancia y diversidad de formas políticas, pero la esencia de todas ellas será, necesariamente, una: la dictadura del proletariado” (El Estado y la revolución, subrayado en el original). Pero “Nuevo Estado” señala en el párrafo siguiente: “En el período de transición de una sociedad atrasada como Nepal, en que la transición tiene que darse desde la autocracia semifeudal pasando por la democracia burguesa hacia el comunismo, naturalmente habría más diversidad y complejidad”.

Tal situación es una manera básicamente errónea de comprender la etapa transicional. La dirección del proletariado quiere decir que las tareas democrático-burguesas (de librar al país del feudalismo y del imperialismo) pueden llevarse a cabo sin formar un Estado democrático burgués. Es el propio sistema de nueva democracia el que constituye la aplicación concreta de la observación de Lenin acerca de la “enorme abundancia y diversidad de formas políticas” de la dictadura del proletariado. La Nueva Democracia es la forma de la dictadura del proletariado que corresponde a los países oprimidos, y completa la revolución democrático-burguesa y la transforma sin interrupción hacia la etapa socialista.

En nuestra época no se puede llevar a cabo la liberación de los países y naciones por medio de la revolución democrático-burguesa de viejo tipo. Éste no se trata de un mero asunto “académico” — ni, peor, de insistir de manera dogmática en la estrategia divorciada de las condiciones concretas—, sino que es un principio fundamental basado en la realidad y confirmado por todo un patrimonio de experiencia, positiva y, con demasiada frecuencia, negativa pagada con la sangre de las masas y el severo retroceso de la lucha por la emancipación de las masas. Eso se debe, principalmente, a que la fuerza del imperialismo internacional refuerza la subordinación de los países oprimidos y, como parte de eso, a que tiende a conservar y usar los aspectos atrasados de la base socio-económica y superestructura, tales como el feudalismo y la monarquía de Nepal, al tiempo que la penetración de los capitales imperialistas mina unos aspectos de las sociedades precapitalistas e intensifica la lucha de clases. Como el imperialismo es un sistema mundial y, de fondo, a la larga sólo otro sistema mundial, el comunismo, puede suplantarlo, en esta época ningún Estado puede existir, al menos no por ningún lapso de tiempo importante, que no cuente con la dirección del proletariado o de las clases reaccionarias ligadas al sistema imperialista mismo. Sean parlamento o monarquía, junta militar o dictadura unipartidaria, todas las diversas formas de gobiernos burocráticos capitalistas compradores reaccionarios del tercer mundo comparten elementos de clase comunes, y efectivamente debemos “descartar” (en las palabras de “Nuevo Estado”) cualquier “forma transicional” que no se base en la dirección del proletariado. La historia ha mostrado que cuando los comunistas participan en tal gobierno, la transición no va hacia el socialismo y el comunismo sino es una transición del partido que conduce hacia el desastre.

Si se establece una república democrático-burguesa, ¿en las manos de quién estarán el Estado y, en particular, el ejército? ¿Estaría en las manos de las masas revolucionarias de Nepal quienes han estado luchando y sacrificando, o estaría en las manos de las clases reaccionarias, de Nepal y del mundo, quienes han estado librando la guerra contrarrevolucionaria? Lamentablemente, con frecuencia las clases oprimidas y su dirección, incluidos los comunistas, no han trabajado por quebrar la resistencia de sus enemigos, pero las clases explotadoras siempre han usado el poder estatal para reprimir a las masas revolucionarias. ¿Qué medidas tomará tal Estado y en qué dirección se desarrollará la sociedad? ¿Se aliará el Estado con las masas revolucionarias del mundo, o será el nuevo Estado una parte de la “comunidad internacional” encabezada y modelada por los imperialistas? No sólo la teoría marxista básica sino también la vida misma muestran constantemente que no existe ningún Estado que no tenga carácter de clase ni que sea un instrumento en las manos de una clase para reprimir a otra.

Tácticas y estrategia

Hemos prestado atención a lo que consideramos las principales cuestiones de línea política e ideológica que han salido en su discusión de la democracia y la dictadura en su Partido. Es crucial tener claridad sobre los problemas estratégicas acerca de la naturaleza, la etapa y las tareas de la revolución para poder guiar a cualquier partido a adoptar correctamente las políticas y tácticas necesarias para avanzar en el complejo torbellino de la revolución. No estamos en posibilidades de opinar sobre las tácticas específicas que su partido aplique; por ejemplo, no estamos en una posición para saber si el actual cese al fuego unilateral declarado por su partido es correcto y útil ni tenemos elementos suficientes para opinar de forma definitiva sobre asuntos tales como la “ofensiva estratégica” o la forma precisa de las alianzas de clases ni las maniobras políticas específicas que ustedes están emprendiendo. De otro lado, sostenemos que las tácticas de un proceso revolucionario de un país específico pueden concentrar, y a veces concentran, importantes cuestiones de línea política, y como tal les incumbe a los camaradas del movimiento internacional analizarlas con toda la cabalidad que sea posible y, cuando consideramos que sea necesario, plantear importantes dudas o desacuerdos. De mayor importancia, existen principios básicos en la relación entre la estrategia y las tácticas que tienen en común todos los procesos revolucionarios y tratan los principios básicos del marxismo-leninismo-maoísmo.

A menudo decimos “firmeza en los principios y flexibilidad en las tácticas”, frase que describe acertadamente la unidad de los contrarios entre estrategia y tácticas. El aspecto principal de esta contradicción, el aspecto que determina su carácter, es la estrategia. Por eso la misma táctica puede tener un significado completamente diferente según sea la estrategia a que sirve y de la cual se desprende. En nuestro estudio de las negociaciones en torno al Perú, detectamos la diferencia fundamental entre “negociar para luchar” y “luchar para negociar”. En otras palabras, una estrategia, revolucionaria o revisionista, hace uso de tácticas de luchar y de negociar (y de muchas otras formas de actividad política). Pero desde la perspectiva revolucionaria, la estrategia de la destrucción total del viejo Estado reaccionario dirige y determina cuándo, si y cómo son necesarias las tácticas de negociaciones y los acuerdos mutuos. Según la orientación revisionista, por ejemplo la estrategia que propuso abiertamente Villalobos del Partido Comunista de las Filipinas en los años 1980, se tuvo por objetivo alcanzar un acuerdo mutuo a nivel estratégico, el “poder parcial”, en que el proletariado compartiría el poder con las clases reaccionarias (el famoso “modelo Nicaragua”). El “modelo Nicaragua” requiere una lucha armada como táctica, y negociaciones, a fin de alcanzar su meta estratégica del “poder parcial”.

Así, vemos que ambos modelos, ambos caminos, usan toda clase de tácticas en busca de ciertas metas estratégicas. Pero de eso no podemos concluir que una estrategia cualquiera justifica una táctica cualquiera. Por ejemplo, a menudo los reaccionarios oficiales militares estudian la obra de Mao Tsetung para conocer las tácticas de los comunistas y también, al menos en algunos casos, con la esperanza de aplicar algunos principios y tácticas de Mao a su propia guerra contrarrevolucionaria. Por ejemplo, se entiende la ventaja de tener a una población que apoya a su ejército, que da inteligencia acerca del paradero de las fuerzas opuestas, etc. Durante la guerra de Vietnam el ejército estadounidense describió esta política como “ganar los corazones y las mentes” del pueblo. Desde luego, eran incapaces de “ganar corazones y mentes” y esta misma frase llegó a ser algo que millones de personas de Estados Unidos y del mundo ridiculizaron y desdeñaron. Pero ¿quiere decir eso que Estados Unidos no quiere (ni le interesa) “ganar corazones y mentes”, que eso era solamente hipocresía y propaganda burda para ocultar las matanzas y tortura? No, las fuerzas armadas estadounidenses querían muchísimo (y tenían una gran necesidad de) ganarse a las masas de Vietnam, pero sus metas estratégicas (de conservar el gobierno reaccionario de Vietnam y subyugar al país al imperialismo estadounidense) estaban en contradicción antagónica con las tácticas de ganarse al pueblo. Al contrario, la meta reaccionaria requirió y se apoyó en las reaccionarias tácticas de asesinato múltiple, tortura y violación.

El propósito de analizar este ejemplo es ilustrar de nuevo la relación entre estrategia y tácticas. Si bien cualquier fuerza de clase puede usar muchas o aun la mayoría de las tácticas, el proletariado nunca debe usar ciertas tácticas, tales como el asesinato múltiple, la tortura o la violación. Los reaccionarios no pueden usar efectivamente ciertas tácticas, tales como apoyarse en las masas, compartir las alegrías y las penurias con ellas y practicar la democracia en el ejército, aunque quisieran hacerlo. No se trata única ni principalmente de intenciones subjetivas, pero sí del carácter de clase y los objetivos de clase que a la larga determinarán las tácticas específicas.

Si la meta es una “solución política”, es posible y necesario hacer que la guerra obedezca a esta meta estratégica; eso puede asumir la forma de frecuentes suspensiones e inicios de los combates, o desarrollar tácticas militares que buscan resultados políticos muy específicos e inmediatos. Esto lo podemos ver en las fuerzas nacionalistas y las formas de acción militar que a menudo usan (secuestros, ataques contra civiles de la nacionalidad dominante, etc.). Una revolución dirigida por una vanguardia marxista-leninista-maoísta guiada por la meta de transformar radicalmente la sociedad y de avanzar al socialismo y a la larga al comunismo en todo el mundo debe tener por meta destruir completamente el viejo Estado reaccionario y por tanto las tácticas que emplea se deben determinar principalmente por las leyes estratégicas de la guerra.

¿Se influyen entre sí las tácticas y la estrategia? Sí, lo hacen muchísimo. En particular, existe el peligro de que las tácticas transformen la estrategia. Los camaradas del Partido Comunista Maoísta de Turquía y el norte del Kurdistán resumieron este problema así: “que las tácticas se coman la estrategia” y “que las medidas y planes se coman la política”. Existe el peligro de que la contradicción entre tácticas y estrategia se vuelva antagónica; en tal caso es necesario cambiar las tácticas y hacer que correspondan a la estrategia, o existe el peligro de que la estrategia misma se convierta en algo diferente. En el caso de la guerra popular, existe el peligro de que una guerra iniciada con el propósito de hacer la revolución de nueva democracia en todo el país se transforme en una guerra cuya meta es obtener el “poder parcial”. Esta transformación puede ocurrir, sobre todo en una situación en que el partido trata de unirse con las clases intermedias y vacilantes, y es muy probable que ocurra esta transformación negativa, de una orientación revolucionaria a una reformista, a menos que la dirección consciente, los revolucionarios proletarios, luche constantemente por asegurar que las tácticas de la lucha correspondan a los objetivos estratégicos revolucionarios.

“Luchar para negociar” o “negociar para luchar”: tal es una cuestión y deslinde fundamental que nuestro Movimiento confrontó agudamente en la lucha por evaluar la táctica de los “acuerdos de paz” de la Línea Oportunista de Derecha en el Partido Comunista del Perú. Claramente, lo central no es negociar o no negociar, cese al fuego o sin cese al fuego. El revisionismo ha podido usar la lucha armada, y el modelo Nicaragua es una ilustración exacta de lo mismo, especialmente en el caso de Villalobos del Partido Comunista de las Filipinas quien lo elevó al nivel de teoría, con la justificación de que la meta debe ser el “poder parcial”. El “poder parcial” quiere decir aceptar un acuerdo mutuo de no destruir completamente el viejo aparato estatal, de no cambiar en lo fundamental la estructura económica y social del país y de no establecer la dictadura del proletariado (de la forma y con las alianzas que se evolucionen históricamente en un país dado). A veces los revisionistas y los oportunistas proclaman abiertamente la meta de “luchar para negociar”, pero el que el principio que se aplica sea “luchar para negociar” o “negociar para luchar”, no sólo se trata de las intenciones subjetivas de la dirección; es inseparable de la línea política e ideológica que practica el partido.

Una propuesta dudosa

En el número 9 de The Worker, aparece la siguiente declaración: “En el contexto de la existencia de dos ideologías, dos ejércitos y dos Estados en el país, al partido le parece bien la desmovilización de los dos ejércitos y la celebración de elecciones a la Asamblea Constituyente bajo la supervisión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y los organismos de derechos humanos internacionales”. A nuestro parecer, esta “táctica” contradice la meta de la revolución de nueva democracia. Si se cumpliera, es decir, si el gobierno real y la “comunidad internacional” aceptaran esta demanda y si el Ejército Popular de Liberación se desmovilizara y a la larga se disolviera, causaría retrocesos muy serios en la lucha revolucionaria y muy posiblemente su destrucción a manos de los reaccionarios. (De hecho, los enemigos de clase tal vez aceptarían tal propuesta porque infligiría tal retroceso.) Esto es un claro ejemplo de una táctica que no es compatible, es decir, contradice la propia estrategia revolucionaria.

Prometer elecciones “justas y generales”, sobre todo bajo el control de la ONU u otro patrocinio imperialista y que el proletariado archive o “suavice” su demanda de una república popular podría conducir a una alineación desfavorable de fuerzas de clase y a fortalecer la posibilidad de un desenlace negativo, y muy posiblemente desastroso, que implicaría para el partido, y para las masas populares a las cuales ha dirigido durante 10 años de guerra popular, una perdida mediante este proceso de elecciones lo que han ganado a costa de una heroica lucha y gran sacrificio en el campo de batalla. Sería perder en un momento en que la posibilidad de desarrollar esta lucha hacia la meta y de dar el gran salto de tomar el poder nacional se ha vislumbrado con mayor claridad y que se está más al alcance, precisamente a causa del avance de la guerra popular.

¿Qué pasaría si el partido se negara a reconocer los resultados de tales elecciones “bajo la supervisión” de los imperialistas? Las mismas clases y sectores que ustedes esperaban atraer a su estandarte se verían traicionados. Su táctica tendría el efecto contrario al buscado.

¿El hecho de que no es probable que se adopte esta táctica, o sea, que por el momento las clases dominantes no se inclinen por tal propuesta, la justifica? ¿Tienen los comunistas el derecho a decir o a prometer algo si se están convencidos que no tendrán que cumplir esas promesas? No, los comunistas tienen una obligación básica de decir y representar la verdad. (Por ejemplo, no podemos decir que si se establece un Estado socialista, no habrá más pobreza en Nepal, pero podemos decir que bajo el socialismo se eliminarán de manera cualitativa las barreras sociales que impedían que se dedicaran esfuerzos y energía a resolver paso a paso los problemas de las masas.) Hacer promesas que los comunistas no cumplirían y no querrían cumplir puede dejar la puerta abierta a posibles reveses con consecuencias potencialmente desastrosas.

Existe un peligro: es posible que lo que parece imposible hoy los reaccionarios tengan que conceder mañana. En tal caso, los llamados de antes minarían fuertemente la capacidad del partido de unir las masas contra la clase de “solución” que hoy se está proponiendo al menos de palabra. Los reaccionarios de su país y sus amos internacionales están muy convencidos que cualquier “arreglo” duradero pase por la destrucción de su partido de vanguardia y que deba abarcar tal destrucción (y sólo así posiblemente permitirán que los elementos de su partido debilitados en lo militar, político e ideológico tengan un lugar “legítimo” en el “proceso político” encabezado por los reaccionarios). Pero tal vez tengan que concluir que la única manera de evitar su propia derrota aplastante es aceptar una especie de solución parecida a los lineamentos planteados en la declaración citada arriba del número 9 de The Worker. Es importante señalar que si los enemigos aceptaran tal “solución política”, bien podría acompañarla o ser un preludio del uso de medios militares para imponer una solución militar, tal como hemos visto con exagerada frecuencia en la historia (Indonesia, Chile, Irak en 1963).

Acerca de lo que señalamos arriba sobre el peligro de llevar la revolución a una derrota aplastante, quisiéramos decir que aunque esta “táctica” nunca genere nada, aún tendrá consecuencias negativas en la medida que promueve un análisis errónea de la naturaleza del Estado (tanto el Estado reaccionario existente como la futura dictadura del proletariado en la forma concreta que ésta asuma en Nepal). Desde el comienzo de la historia de nuestro movimiento ha habido muchas tergiversaciones o ataques a las tesis marxistas básicas acerca de la democracia y la dictadura, y hay bases materiales e ideológicas que explican por qué ésta será una lucha prolongada que volverá a presentarse una y otra vez, con formas nuevas. Se ha mostrado que sobre este asunto, no es tan fácil vencer las líneas oportunistas y revisionistas. Si mediante nuestras tácticas, los propios revolucionarios comunistas riegan una falta de claridad, eclecticismo o ideas erróneas acerca de este asunto vital, será mucho más difícil obtener la victoria cuando surjan las inevitables tergiversaciones revisionistas y oportunistas.

Sobre la “comunidad internacional”

No puede haber ninguna duda de que lo que significa la “comunidad internacional” es, en esencia, el imperialismo mundial, los Estados reaccionarios bajo su dominación e influencia, y esos estadistas, figuras públicas, periodistas e intelectuales atados al sistema imperialista mundial. ¿Esto quiere decir que la “comunidad internacional” no tiene contradicciones, que es un bloque reaccionario monolítico? No, existen contradicciones importantes y crecientes entre los imperialistas, y existen importantes sectores de la intelectualidad y otras personas quienes critican y se oponen a diversos aspectos del sistema imperialista. Debido a estas contradicciones, es correcto y necesario que el partido proletario haga uso de las contradicciones en el campo enemigo y se gane a algunos de aquellos que “crean opinión pública” que por lo general están atados a la clase dominante. Pero, tal como en todas las cosas, es necesario tener claridad acerca del aspecto principal, del rasgo característico de la “comunidad internacional”, en general y específicamente respecto a la guerra popular de Nepal.

En el verano de 2005, salió un artículo en la prensa india que dijo que había “un consenso implícito de la comunidad internacional de que no se debe permitir que los maoístas lleguen al poder”. ¿Concentra eso de forma acertada la actitud de los Estados reaccionarios quienes en esencia y como aspecto característico conforman la “comunidad internacional”? A nuestro parecer, la concentra de manera muy acertada. Las potencias imperialistas, como solían señalar los camaradas revolucionarios chinos, se confabulan y se contienden. Pero en el caso de la guerra popular de Nepal la confabulación es lo principal; no se han agudizado las contradicciones en su seno ni se ha intensificado la situación internacional general al grado que los principales países imperialistas “romperán filas” a fondo en torno a su orientación hacia Nepal.

Es verdad que diferentes actores del escenario internacional representan papeles diferentes, dan discursos diferentes, etc., tales como la India, China, Inglaterra y Estados Unidos. En el caso de Estados Unidos e Inglaterra, se ha visto una y otra vez que sus intereses imperialistas están sumamente entrelazados entre sí y que la estrategia imperialista general de Inglaterra se basa en aceptar y servir a la hegemonía mundial estadounidense. La descarada sumisión de Tony Blair a George Bush en la guerra de Irak era sólo la evidencia más reciente de esta “relación especial”. Lo que hay de diferente entre Estados Unidos e Inglaterra es que, aunque están bien unidos en torno a sus andanzas imperialistas, representan papeles diferentes específicos, particularmente en la esfera de la opinión pública. Inglaterra sigue embelleciendo al imperialismo con más frases melifluas acerca de la democracia y los derechos humanos, mientras que Estados Unidos, que también usa estas palabras, puede y tiene que ostentar abiertamente su “argumento” principal: su gran fuerza económica y especialmente militar. Eso no tiene nada de nuevo; por ejemplo, en vísperas de la victoria de la revolución china, Mao habló acerca de la división de trabajo de estos dos depredadores. Es claro que en ciertas situaciones en el mundo de hoy Inglaterra y Estados Unidos representan un número de “policía bueno, policía malo”.

¿Y qué de países como Francia y Alemania, cuya oposición a la guerra de Irak manifestó el mayor conflicto con el imperialismo estadounidense? Sí, estas contradicciones son reales y se agudizan. Pero eso no quiere decir que esos países, en lo fundamental, se opondrán al programa dominante de los imperialistas y los reaccionarios en torno a Nepal.

Todos conocemos la naturaleza de la India y el papel que juega respecto a la guerra popular, inclusive con la entrega de camaradas a los torturadores del Ejército Real de Nepal.

Convocar a estas fuerzas y a otras parecidas (y eso es exactamente lo que representa la ONU) a “supervisar las elecciones” en Nepal es una peligrosa treta que no tendrá ningún beneficio positivo, pero sí mucho potencial de perjudicar y podría llevar a una derrota devastadora.

Podemos aprender lecciones de la invasión de Irak. Aun en ese caso, cuando los países imperialistas estaban muy divididos y cuando el gobierno de Saddam Hussein tenía extensas relaciones de larga trayectoria con varios países imperialistas, la ONU ayudó a montar el escenario para la agresión estadounidense. Cuando, de último minuto, el Consejo de Seguridad de la ONU se negó a darle su aval a la guerra, no hizo nada para condenarla, ni hablar de luchar en su contra. En este momento de la historia, y especialmente respecto a la auténtica lucha revolucionaria del pueblo, no hay ninguna posibilidad de que la ONU juegue un papel que se opone en lo fundamental a los intereses y objetivos del imperialismo estadounidense.

Las actuales posiciones de Francia y Alemania respecto a Irak son aleccionadoras. Sí, la invasión estuvo mal, quizás fue ilegal o injusta, dicen, pero ahora que es un hecho, “no tenemos ninguna opción” salvo esperar que Estados Unidos “tenga éxito” porque con la otra opción, de que se expulse a Estados Unidos, una región importante del mundo quedaría inestable y “sin protección”.

Si se cree que la “comunidad internacional” ejercerá más tolerancia con los maoístas que con Saddam Hussein, digamos, tal es una ilusión peligrosa que se debe abandonar rápidamente. Quién es demócrata, quién viola derechos humanos, quiénes son tiranos o terroristas y quién un santo a los ojos de la “comunidad internacional” no se lo determina el hecho de que sean las fuerzas políticas o gobiernos “democráticos” o no, sino si se les considera perjudiciales a los intereses del sistema imperialista mundial. Veamos el reciente ascenso del coronel Gadaffi de Libia de “terrorista” a “estadista responsable” o la destitución de Robert Mugabe de “ex revolucionario sensato” a “sanguinario tirano” después de la muerte de seis (sí, ¡seis!) granjeros blancos durante la reforma agraria. Aunque su partido tiene lazos fuertes y profundos con las masas, aunque cuenta con su apoyo y se apoya en ellas y aunque han construido un amplio frente único con la gran mayoría de la sociedad, eso no quiere decir que la “comunidad internacional” les concederá legitimidad. Durante la Gran Revolución Cultural Proletaria, tildaron de “totalitarios” a Mao y a los comunistas chinos en un momento en que estaban metidos en lo que sigue siendo la mayor movilización política de masas de cualquier sociedad y la democracia más amplia jamás presenciada en la tierra: una auténtica democracia con el derecho a criticar, luchar y transformar la sociedad.

Nepal y el orden imperialista mundial

Objetivamente, pedir la ayuda de la “comunidad internacional” constituye una afirmación de que la revolución no “perturbará” el orden existente en el mundo, que la clase de Estado por la que luchan los revolucionarios para reemplazar a la monarquía de Nepal puede “acomodarse” en la actual red de relaciones internacionales. Si bien es verdad que de por sí la revolución de nueva democracia de Nepal no puede abolir el orden mundial existente, también es verdad que el orden mundial existente no tolerará un auténtico Estado revolucionario del pueblo. Desde luego, esto tiene una aplicación particular y directa en el caso de la India.

Para que la revolución logre lo que tiene que lograr, o sea, para emprender la transformación de las condiciones sociales existentes y para construir un sistema económico que no se basa en la “integración” al orden imperialista mundial y que en los hechos no está subordinado al mismo, para cumplir con su deber de apoyar la lucha revolucionaria en todo el mundo, sin duda alguna los imperialistas y los Estados reaccionarios (la “comunidad internacional”) se le opondrán encarnizadamente y harán todo a su alcance para impedir que ustedes suban al poder en primer lugar y si logran llegar al poder, derrocarán su gobierno, y en este proceso es muy probable que habrá diversas clases de agresión militar, y de sabotaje y bloqueo económicos, espionaje y el financiamiento y entrenamiento de contrarrevolucionarios. Todo eso es “el pan de cada día” de los imperialistas y, de remate, de la India.

Cualquier elección “supervisada” por estos depredadores imperialistas y sus Estados clientelares jamás permitirá que nazca un auténtico Estado revolucionario. No más consideremos lo que llaman una elección justa. Las elecciones de Irak, bajo la ocupación estadounidense, se consideran muy justas, incluso en la opinión de las potencias como Francia y Alemania quienes no apoyaron la invasión en primer lugar. Se considera como “ejemplar” la reciente reelección de Mubarak en Egipto, aunque sólo el 16% de la población consideraba que valía la pena votar. Pero cuando una elección no da los resultados deseados, tal como en Zimbabwe o en Venezuela, es considerada “inaceptable” o “viciada”, aunque en esos casos, los jefes de Estado triunfantes no eran consecuente ni plenamente antiimperialistas, ni hablar de auténticos revolucionarios y comunistas. En Nepal para la “comunidad internacional” sólo será aceptable una elección que bloquee el surgimiento de una república popular.

Lo que señalamos arriba es sólo la manera inmediata y abierta en que la “comunidad internacional” supervisa el proceso concreto de las elecciones. Existen otras formas más profundas e importantes en que la “comunidad internacional” controla (“supervisa”) la presunta voluntad soberana del pueblo, usando su fuerza económica, diplomática, política y militar para “modelar” la opinión y los votos del pueblo. Por ejemplo, en los años 1980 obligaron al gobierno sandinista de Nicaragua a celebrar “elecciones libres”. Estados Unidos tuvo la libertad de canalizar grandes cantidades de dinero a los candidatos de la oposición, y por ende las elecciones se celebraron en una situación en que votar a favor del gobierno quería decir votar a favor de la miseria económica extrema, incursiones contrarrevolucionarias y violencia constantes y la amenaza de intervenciones militares mayores y más destructivas de los imperialistas y los reaccionarios, pero votar contra el gobierno quería decir el fin del bloqueo y la promesa de la “paz” y un aumento del nivel de vida. En esas condiciones no era de sorprenderse que gran cantidad de personas, y no sólo gente atrasada, votaran libremente contra el gobierno sandinista.

A lo que vamos no es que el partido o el nuevo Estado que forme deba aceptar pasivamente esta situación. Es cierto que la lucha tiene un papel muy importante que jugar en Nepal y en el mundo contra la intervención imperialista y reaccionaria contra la guerra popular. Deben asumir la consigna, “Fuera las manos del Nepal popular”, las masas revolucionarias y más personas por todo el mundo, sobre todo en Estados Unidos, la India y los otros países más directamente metidos. Pero el partido nunca jamás debe hacerse ilusiones en esta esfera y siempre debe explicar con claridad la situación concreta a los militantes del partido y a las masas. El que sean “demócratas” o “terroristas” a los ojos de la “comunidad internacional” no se trata primordialmente de la naturaleza de ustedes sino de la naturaleza de ellos. Por eso Mao señaló, correctamente, que es bueno si el enemigo nos ataca, y mejor aún si el enemigo nos pinta de carentes de toda virtud, porque eso demuestra que hemos alcanzado notables éxitos en nuestro trabajo, y que es malo si el enemigo no nos ataca de esta manera; por ejemplo si alabara nuestro aspecto “democrático”, eso sería motivo de alarma. Los artículos y los llamados que tergiversan la naturaleza de la ONU y de la “comunidad internacional” riegan confusión acerca de la verdadera naturaleza de estas fuerzas y socava la capacidad de las fuerzas revolucionarias y de las masas de mantenerse firmes en su contra.

La democracia y las capas medias

Es muy claro que una de las importantes tareas de la revolución de nueva democracia, sobre todo para tomar el poder político nacional, es ganarse a la burguesía nacional en las ciudades y aquellas clases y sectores quienes están bajo su influencia. En la historia de los países oprimidos, son estos sectores los que más se han dejado llevar por la parafernalia de la democracia formal pero las masas básicas, sobre todo en el campo, cuya vida sigue siendo casi igual con o sin un parlamento, están mucho menos susceptibles a estas ilusiones.

Dada la naturaleza democrático-burguesa de la revolución de nueva democracia, es posible y necesario ganarse a estos sectores y asegurar que por períodos substanciales se protejan sus intereses (y aun después del avance de la revolución a la etapa socialista, se sientan las bases para transformar y dirigir a los individuos de esa clase a transformarse y a jugar plenamente un papel en la futura sociedad).

Pero también es claro que muchos rasgos de la burguesía nacional hacen que le sea difícil unirse con el proletariado: 1) vive de la explotación capitalista; 2) tiene lazos al sistema imperialista mundial del cual depende para insumos, tecnología y a veces mercados; y 3) tiene lazos a los terratenientes. Todo eso significa que la burguesía nacional continuará vacilando antes y después de la realización de la revolución de nueva democracia.

Este carácter dual de la burguesía nacional se determina por su carácter de clase y no principalmente por la política de los comunistas. Como se sabe, lo que hacen los comunistas tendrá un efecto significativo en si la burguesía nacional y los sectores ligados a ella en lo ideológico y lo práctico se unirán con la revolución, y en qué medida lo hacen, pero su actitud hacia la revolución dependerá principalmente de la fuerza concreta de los bandos en contienda y de su propia naturaleza e intereses de clase.

Es también muy natural que ahora, en la medida en que se aproxima la fuerte posibilidad de la derrota de la monarquía, haya tumulto en el seno de la burguesía nacional. Puede que algunos burgueses nacionales intuyan que ahora es posible alcanzar una república burguesa, y puede que algunos reaccionarios capten que ahora la monarquía es un lastre que hay que liquidar. Sin duda a mucha gente le encanta ver la revolución a punto de tomar el poder, pero puede que otra gente no esté tan segura.

La idea de una república democrático-burguesa en un Nepal libre del imperialismo y del feudalismo es un espejismo con que tentar a las masas. Pero la burguesía nacional y aun algunos sectores de la pequeña burguesía y los intelectuales ligados a ella efectivamente se tragan ese espejismo. Por mucho que la historia de Nepal y del mundo refute esta posibilidad, la posición de clase de estos sectores, de la mano con la influencia ideológica del imperialismo, quiere decir que se genere constantemente esta ilusión.

Como el espejismo de una democracia (burguesa) pura en los países oprimidos es solamente una ilusión, la realidad sigue imponiéndose en estos sectores, obligándolos a definir su posición de acuerdo al poder estatal vigente y las fuerzas de clase contendientes. Eso quiere decir que, por mucho que algunos elementos de la burguesía nacional y esos sectores ligados a ella o influidos por ella se opongan a los círculos dominantes reaccionarios, seguirá habiendo una fuerte tendencia de estos sectores a acomodarse con la reacción y el imperialismo. Pero cuando se presente un poder estatal alternativo real y concreto, las cosas pueden cambiar dramáticamente. En Nepal hemos visto que objetivamente los partidos parlamentarios se alinearon con el sistema reaccionario mediante su participación en el parlamento y gobierno y de otras maneras, principalmente mediante su oposición a la guerra popular. Ahora que se vislumbra una clara posibilidad de que la revolución tome el poder nacional, existen bases sólidas para ganarse a apoyar la revolución a muchos anteriores elementos de los sectores intermedios que dudaban y vacilaban, y que cundan dudas y vacilaciones en esos sectores quienes antes se habían opuesto firmemente a la revolución. Todo eso es importante y es una buena ventaja para la revolución.

Pero la clave es la fuerza del lado del pueblo, la firmeza de la determinación del proletariado de continuar la revolución hasta el fin, y, de otra parte, la mayor bancarrota del viejo orden. Todo eso obliga a toda la sociedad a elegir con cuál futuro, con cuál poder estatal, se aliará. Sin esa compulsión a elegir entre uno u otro futuro, se impondrán de nuevo todas las ilusiones de la burguesía nacional y de la pequeña burguesía urbana y se transformarán en programas políticos y medidas.

La revolución es un acto de fuerza por medio del cual un sector de la sociedad pretende derrocar a otro. Aunque la revolución obedece a los intereses del pueblo, e incluso los intereses de la burguesía nacional en una medida importante, aún impele y debe impeler a diversas fuerzas sociales, inclusive en el seno del propio pueblo. Por ejemplo, cuando se inicie la lucha armada en un país o se inicie en una zona nueva, inevitablemente las clases dominantes reaccionarias responden con cruentos contra-ataques. Inclusive los sectores de las masas que al inicio no se movilizan en la revolución pronto se verán impelidos a “elegir su bando” y a causa de su naturaleza de clase e intereses, y del trabajo político, ideológico y educativo de los comunistas, la gran mayoría de los obreros y campesinos tomarán partido con la revolución. Pero los sectores medios, como la burguesía nacional, vacilarán entre los dos bandos y buscarán constantemente algún escape ilusorio a la opción básica que confronta la sociedad.

¿Se puede dudar cómo la mayoría de la clase media habría votado si se hubiera celebrado una “elección libre” en 1996: el PCN (M) debe lanzar la guerra popular, o debe buscar su meta por medios más “sensatos”? Hoy se ha ganado una gran parte de estos sectores a la revolución, la que ha elegido apoyar el nuevo poder estatal en el campo y no el viejo poder estatal en la capital. Pero cuando estos sectores tienen otra opción, la oportunidad de votar por sus ilusiones, hay una fuerte posibilidad de que ese apoyo vacilante se convierta en oposición.

Tememos que la orientación que su partido está adoptando hacia la burguesía nacional, por ejemplo, tal como se refleja en los llamados a la elección de una asamblea constituyente, tienda a pasar por alto esta realidad básica. En lugar de llamar a la burguesía nacional a unirse a un aparato estatal que claramente estará bajo la dirección del proletariado, hay una exagerada tendencia a prometer que el proletariado respetará una forma de Estado, la de una república burguesa, que objetivamente corresponde a los intereses y a la perspectiva de la burguesía.

Tal república burguesa no resolverá los problemas fundamentales de las masas, y de manera estrepitosa tampoco resolverá las tareas democrático-burguesas de la primera etapa de la revolución, a decir: destruir totalmente el feudalismo y romper el control del imperialismo sobre el país. Aunque los líderes de tal república burguesa quisieran liberar al país del imperialismo, del feudalismo y del capitalismo burocrático, no pueden hacerlo precisamente porque un Estado burgués reflejará y dará fuerza a las relaciones de producción de la vieja sociedad y las relaciones entre Nepal y el sistema imperialista mundial. ¿No hemos visto este fenómeno una y otra vez en el mundo? Ni tampoco debemos dejarnos engañar que si comunistas dirigieran o tuvieran un papel de que jugar en la dirección de una república burguesa, los resultados serían fundamentalmente diferentes. Los “Allende comunistas” o los “Aristide comunistas” estarían atrapados por la propia naturaleza de la república que dirigían, serían incapaces de cambiar en lo fundamental las relaciones sociales e incapaces de romper con el control asfixiante del imperialismo, y se verían obligados a volverse representantes de las relaciones reaccionarias de producción y/o quedarse aplastados.

En Nepal, una república burguesa no sería una “piedra en el camino” a una república popular. No más las veintenas de repúblicas reaccionarias en el mundo nos muestran lo que los rasgos básicos de tal Estado serían o en lo que se convertirían, y lo que implicaría para la gran mayoría de las masas.

A nuestro parecer, el análisis erróneo de la relación entre la dictadura del proletariado y la democracia que se expresa más nítidamente en “Nuevo Estado” va de la mano con la idea de que la revolución debe pasar por una etapa de establecer una república burguesa. En ambos casos, es como decir que la democracia no tiene relación con el problema del gobierno de clase, que es algo que está por encima de la división de la sociedad en clases antagónicas. Eso refleja una concepción del mundo democrático-burguesa, no la concepción del mundo materialista dialéctica comunista.

Hay cosas de mucha importancia que aprender de la manera en que Mao trató algunas contradicciones similares en los últimos meses de la guerra civil con Chiang Kai-shek[59]. Cuando los imperialistas se dieron cuenta de que se avecinaba rápidamente el fin del viejo gobierno del Kuomintang, cifraron sus esperanzas precisamente en esos sectores de la burguesía nacional y de la intelectualidad quienes vacilaban entre los dos bandos.

“Parte de los intelectuales aún quiere permanecer a la expectativa. Piensan: el Kuomintang no es bueno y el Partido Comunista tampoco lo es necesariamente; por lo tanto, mejor esperemos un poco. Algunos de ellos apoyan de palabra al Partido Comunista, pero en el fondo siguen a la expectativa. Son precisamente estas personas las que se hacen ilusiones con Estados Unidos… Se dejan embaucar fácilmente por las palabras melifluas de los imperialistas norteamericanos, como si fuera posible que éstos trataran a la China Popular sobre la base de igualdad y del beneficio mutuo sin que medie antes una lucha severa y prolongada. Subsisten todavía entre estos intelectuales muchas ideas reaccionarias, o sea, antipopulares; pero ellos no son reaccionarios kuomintanistas. Son elementos intermedios o de derecha en la China Popular. Son los partidarios de lo que Acheson llama ‘individualismo democrático’. Las engañosas maniobras de los Acheson cuentan todavía con una base social en China, aunque muy endeble” (Mao Tsetung, “Desechar las ilusiones, prepararse para la lucha”, Obras escogidas, tomo 4, p. 443).

¿No se parece este fenómeno en algunos aspectos importantes a la actual situación de Nepal? Lo importante de ese pasaje y de muchos otros parecidos de esos meses antes de la victoria de la revolución china es que Mao reconoce que hay que ganarse a estas fuerzas medias, que no se les puede tratar como “reaccionarios kuomintanistas”, pero a su vez es muy posible que se conviertan en instrumentos en las manos del imperialismo internacional, sobre todo a causa de sus ilusiones democrático-burguesas. Mao buscó ganarse a estas fuerzas, pero no permitió que esas fuerzas determinaran los términos. Más bien, por medio del desarrollo de la revolución, ejerció presiones de modo que estas fuerzas eligieran aceptar o no los términos del pueblo, de la revolución de nueva democracia, y luego hizo todo a su alcance para alentar a estas fuerzas a elegir el camino correcto.

Mao también entendía que, una vez derrotados los reaccionarios del Kuomintang, el imperialismo internacional procuraría apoyarse en los partidarios del “individualismo democrático”, tal como Acheson los llamó. Hemos visto el mismo patrón en nuestros propios tiempos: el imperialismo busca y apuntala a fuerzas quienes por su cuenta tal vez jugaron un papel social positivo en ciertas condiciones. Por ejemplo, hoy en Irak, Zimbabwe y Venezuela, y el ejemplo de Nicaragua citado arriba: en todos estos casos, el imperialismo encuentra a algunas fuerzas nacional-burguesas y otros sectores (dejamos de lado el caso de los declarados reaccionarios) que puede apuntalar y transformar en una dirección negativa. ¿No hemos visto en país tras país, por ejemplo, cómo se ha usado todo el aparato de las organizaciones no gubernamentales para transformar y encauzar lo que muchas veces son genuinos sentimientos progresistas de unos sectores de las capas medias hacia programas que objetivamente se acomodan con la dominación del imperialismo? La propia posición de clase de estas fuerzas, su ideología dominante y su programa político hacen que los partidarios del “individualismo democrático” sean susceptibles a los proyectiles almibarados de la burguesía. Debemos reconocer claramente y enseñar a las masas que la “democracia” y los “derechos humanos” constituyen los arietes ideológicos del imperialismo mundial, aunque los mismos imperialistas promuevan medidas contra la democracia en su propio territorio y en el extranjero. Sí, debemos desenmascarar la contradicción entre las palabras de los imperialistas y sus viles actos, pero no podemos pasar por alto el hecho de que la ideología de la democracia burguesa corresponde a su modo de producción en el mundo, no al que luchamos por crear. Aunque nos oponemos a sus instituciones, programas y acciones no democráticos, no debemos ensalzar de buena o mala gana la democracia burguesa y las estructuras políticas democrático-burguesas de viejo tipo, o sea, aquellas que el sistema capitalista mundial ha apuntalado y adoptado. Nosotros mismos debemos tener claridad y ayudar a otros a comprender que la ideología democrático-burguesa no puede conducir la revolución en la dirección en que tiene que encaminarse para emancipar a las masas y desarrollarse como parte del proceso mundial hacia el comunismo. Jamás triunfaremos si tomamos como nuestro el estandarte de ellos, o sea, si sostenemos que los comunistas, y no los imperialistas y la burguesía, son “los demócratas burgueses auténticos y consecuentes”. Más bien, intentar hacerlo generará confusión en nuestras filas y en la población en general y será difícil luchar y unirnos correctamente con aquellos cuya orientación de clase e ideología permanezcan en el marco democrático-burgués.

Ofrecemos esta carta como parte de lo que consideramos nuestro deber internacionalista proletario de apoyar, de la mejor y más adecuada manera que podemos, a su partido y a la guerra popular que ustedes están librando. Nuestros partidos están vinculados en el Movimiento Revolucionario Internacionalista y tenemos una oportunidad y un deber de bregar sobre los problemas vitales de la revolución en cada uno de nuestros países y en el mundo. No sólo nos vincula la lucha por la meta común del comunismo, por el avance del movimiento comunista internacionalista, sino que en esta coyuntura la lucha de clases hace que sea necesario y urgente que nuestros partidos desarrollen vigorosamente nuestro trabajo por conocer el mundo más completamente a fin de superar los retos. Estamos seguros que ustedes estudiarán con ese espíritu las observaciones y las críticas de esta carta.

Nuestros sinceros saludos comunistas,

Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

Octubre de 2005

Véanse los apéndices acompañantes que se enviaron con la carta de arriba, “El desarrollo creativo del MLM, no del revisionismo” (p. 193) y “Más reflexiones sobre el estado socialista como una nueva clase de estado” (p. 195).

1º de julio de 2006

Al Comité Central, Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

Estimados Camaradas:

Recibimos con mucho retraso la carta que su partido escribió el primero de octubre de 2005 al nuestro, y por ende, de nuestra parte, era necesario contestar rápidamente. Pero no lo hicimos porque estábamos muy ocupados con la situación política velozmente cambiante de nuestro país y la necesidad de dirigirla de cerca. No obstante, primero, apreciamos la iniciativa que su partido ha tomado para hacer críticas y plantear dudas acerca de nuestra posición política e ideológica y las tácticas que hemos adoptado en los últimos años y, segundo, pedimos una disculpa por el retraso de nuestra respuesta. Creemos firmemente que el intercambio de opiniones contribuirá indudablemente a identificar los puntos de unidad y de desunidad entre nosotros que, mediante una lucha camaraderil, contribuirán a desarrollar un nivel más alto de unidad entre nosotros disminuyendo la brecha. Estamos seguros que este proceso de lucha entre líneas basado en la unidad ideológica que ya tenemos ayudará a nuestros dos partidos a aprender más el uno del otro y a elevar nuestra comprensión ideológica a un nivel más alto, que puede constituir una de las piedras angulares importantes para desarrollar el marxismo-leninismo-maoísmo en el siglo 21. Definitivamente tendrá una importancia de largo alcance.

No obstante, la carta plantea críticas serias acerca de la línea política e ideológica y las tácticas que hemos adoptado para llevar a cabo la revolución de nueva democracia en nuestro país y para allanar el camino para el socialismo y el comunismo. Es más, su carta nos ha acusado, si bien no directamente, de deslizarnos hacia el revisionismo. En este sentido, la carta indica que tenemos diferencias serias en nuestra comprensión ideológica y política, que requiere de luchas a fondo. Esta respuesta nuestra sólo puede constituir el inicio de esa lucha, y no el fin.

El contexto histórico

Su partido, el Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (PCR, EU), conoce bien que tratábamos de desarrollar nuestra línea política e ideológica en una situación internacional adversa. Asumimos esta responsabilidad histórica en un momento en que el movimiento comunista internacional experimentaba un retroceso serio a nivel mundial después de la contrarrevolución en Rusia y China, cuando nuestra filosofía del marxismo-leninismo-maoísmo estaba bajo ataques generales de los imperialistas y los revisionistas, cuando en el sistema imperialista mundial también se había operado un cambio en que se había amainado la rivalidad entre los imperialistas y aumentaba el saqueo imperialista unipolar, principalmente del imperialismo estadounidense, en la forma de un Estado globalizado. La guerra popular peruana, que era el movimiento más inspirador para nuestro partido en los años 1980, sufrió un serio “recodo en el camino”, y cuando una buena cantidad de otras luchas armadas revolucionarias no cobraban impulso sino que daban vueltas al mismo nivel año tras año. De otra parte, el desarrollo de la tecnología, principalmente en el campo de la informática, hacía encoger al mundo, y el crecimiento del capitalismo burocrático en nuestro país semifeudal y semicolonial había operado cierto cambio de las relaciones de clases de la sociedad. Todos estos asuntos nos obligaban a pensar con más creatividad acerca de la manera de desarrollar una línea revolucionaria en nuestro partido. El legado dogmático semihoxhista de la escuela de pensamiento de M. B. Singh, que tenía profundas raíces en nuestras filas, también levantaba obstáculos al avance con creatividad. En lo subjetivo, nos era ya un verdadero reto superar las adversidades mencionadas. Nos dimos cuenta que la manera tradicional de pensar y aplicar el marxismo-leninismo-maoísmo no basta ante los nuevos retos de la nueva situación. No obstante, confiamos en que un firme manejo del marxismo-leninismo-maoísmo y un compromiso proletario con la revolución podrían superar este reto.

Al tomar en cuenta todas estas particularidades de la nueva situación, nuestro partido desarrolló de manera creativa su línea política e ideológica. Desde luego, nuestra manera de aplicar el materialismo dialéctico e histórico a las particularidades de la sociedad nepalesa desde el comienzo de desarrollar nuestra línea y de prepararnos para la guerra popular a partir de los inicios de los años 1990, tenían grandes diferencias con la manera en que otros partidos comunistas lo hicieron antes y lo hacían en ese entonces en el mundo. El firme manejo del marxismo-leninismo-maoísmo, el “análisis concreto de las condiciones concretas”, “la aplicación correcta de la línea de masas” y la aplicación creativa del materialismo dialéctico e histórico, la filosofía de la práctica revolucionaria, de acuerdo a las particularidades de la sociedad nepalesa, constituían la base con que combatimos las ideologías ajenas y los ataques reaccionarios y revisionistas en nuestra contra, proceso que a su vez sentó las bases para nuestro inicio de la guerra popular en 1996. Lo que hemos logrado en los últimos diez años de turbulenta lucha de clases ya lo conocen los pueblos del mundo.

Los últimos diez años no nos han sido jornadas fáciles. Hemos pasado por avances y retrocesos, altibajos, y pasos a la derecha y a la izquierda. Cada revolución es así. Cuando aplicamos nuestra línea en la práctica revolucionaria, no sólo dio saltos la guerra popular sino también se generaron nuevas ideas con que enriquecer el arsenal filosófico del marxismo-leninismo-maoísmo. Su partido ya sabe que ya se habían sintetizado en 2001 en la forma del Camino Prachanda las experiencias y el sistema de nuevas ideas que recabamos en la práctica revolucionaria de los primeros cinco años. Hoy, se encamina hacia un nivel más alto de otra síntesis.

Desde que establecimos nuestras relaciones internacionalistas proletarias con su partido por medio del Movimiento Revolucionario Internacionalista, aunque tenemos una unidad básica entre nuestros dos partidos, hemos encontrado que su partido no ha estado satisfecho con nuestra línea política y tácticas en diferentes puntos de viraje históricos. Aun ahora, su partido, el PCR, EU, ve a nuestro partido principalmente con los mismos ojos con que lo veía hace 15 años. Francamente, el PCR nunca entendió correctamente a nuestro partido, y la línea política y las tácticas que adoptamos en ciertos momentos. La manera tradicional de pensar y el manejo dogmático del marxismo-leninismo-maoísmo que padece el PCR han hecho que su partido sea incapaz de entender al nuestro en cada punto de viraje de la historia. Por ejemplo, cuando nos unimos con Lamas en 1991, su partido concluyó que era una unidad equivocada y era un engaño para la revolución proletaria en Nepal. Cuando participamos parcialmente en las elecciones parlamentarias, su partido pensaba que estábamos atascados en el parlamentarismo. En la opinión de su partido, tenía razón M. B. Singh, quien se oponía a la unidad que forjó nuestro partido porque constituía el uso revisionista y parcial de la lucha parlamentaria como parlamentarismo. Cuando nos sentamos en dos negociaciones con el enemigo, su partido pensaba que estábamos acabados. Pero, la realidad objetiva nunca confirmó la justeza de su análisis, porque éste era resultado de su análisis dogmático y síntesis subjetiva. Ahora, nos enteramos que ustedes no están de acuerdo con nuestras actuales tácticas de cese al fuego, la constitución interina, el gobierno interino, la elección de una asamblea constituyente y la formación de una república democrática mediante la extensa reestructuración del Estado. Su desacuerdo se debe a que su manera de pensar es subjetiva y no sigue la línea de masas. Su carta actual es una prueba de eso. No obstante, creemos firmemente que con el manejo correcto del marxismo-leninismo-maoísmo y su aplicación creativa a nuestras particularidades, podremos establecer un Estado de nueva democracia bajo la dirección del proletariado, posiblemente pronto en nuestro país, que objetivamente confirmará que los desacuerdos, fuertes críticas y acusaciones indirectas de revisionismo planteados en su carta son absolutamente subjetivos y erróneos.

La experiencia de la historia y nuestro trabajo

La historia atestiguó que la clase proletaria logró establecer su poder en casi un tercio del globo, con el impresionante sacrificio de millones de personas en el siglo 20. El sistema imperialista mundial de guerra y agresión por el saqueo y rapiña de los países y masas pobres de los países en vías de desarrollo estaba bajo la amenaza del sistema socialista. En lo básico, se habían eliminado en los países socialistas la pobreza, penuria, corrupción, desempleo, etc., o sea, los fenómenos cotidianos del modo capitalista de producción.

Pero surgieron dudas acerca de por qué las potencias proletarias se convirtieron en su contrario sin derramamiento de sangre, justo después de la muerte o del arresto de la dirección principal. ¿Por qué el camarada Stalin no controló el surgimiento de los revisionistas en el partido que dirigía, a pesar de que hizo lo mejor que pudiera, inclusive con fuertes medidas de represión en su contra? ¿Por qué el Partido Comunista de China bajo la dirección de Mao, a pesar de que lanzó la Revolución Cultural, no impidió que el revisionista Deng y su jauría tomaran el poder después de su muerte? ¿Por qué el Ejército Rojo soviético que logró derrotar al fascista Hitler y su poderoso ejército con el sacrificio de aproximadamente 20 millones de patriotas, no retuvo el poder proletario después de la muerte del camarada Stalin? ¿Por qué el Ejército Popular de Liberación chino, que logró derrotar la agresión imperialista japonesa y 5.5 millones soldados del reaccionario ejército chino, se quedó como espectador silencioso cuando la camarilla revisionista de Deng tomó el poder? ¿Por qué el ejército popular vietnamita, que logró derrotar al ejército estadounidense, el ejército más fuerte del mundo, y equipado con las armas más sofisticadas, no se dio cuenta de la transformación del poder proletario en su opuesto? Estamos tratando de hallar respuestas a éstas y otras situaciones semejantes. No resuelve el problema no más maldecir a los revisionistas.

Va en contra de la dialéctica pensar que en la aplicación del marxismo-leninismo-maoísmo en la práctica, no vamos a cometer ningún error. Por eso, no sólo damos la bienvenida sino que pedimos sugerencias y críticas de nuestros camaradas de todo el mundo. En este sentido damos una fuerte bienvenida a sus sugerencias y críticas creativas. Pero, nos ha frustrado muchísimo la manera en que ustedes nos entienden, y su manera de enseñarnos los fundamentos del marxismo-leninismo-maoísmo como si no los conociéramos en absoluto o como si nos hubiéramos desviado de ellos. Observamos claras contradicciones entre la ayuda política e ideológica de nuestros camaradas internacionales que necesitamos, y lo que éstos, a decir el PCR, EU, nos están dando mediante esta carta. Necesitamos ayuda en nuestro trabajo para conectar los vínculos perdidos en el movimiento comunista internacional que han causado la pérdida del poder de nuestra clase en el siglo 21, pero su carta trata de regresarnos a la lucha sobre cuestiones básicas y clásicas del marxismo-leninismo-maoísmo. Queremos debate sobre las mencionadas cuestiones a fin de superar los problemas que nuestro movimiento tuvo en los años 1920, pero a la fecha no hemos recibido ninguna respuesta. Su carta no aborda esas cuestiones políticas e ideológicas; principalmente enseña el abecé del marxismo. Eso nos frustra.

El materialismo dialéctico e histórico es la filosofía de la revolución; no sólo se aplica a la sociedad sino también al pensamiento humano. La unidad y la lucha de contrarios constituyen su ley fundamental. Significa que cada entidad se divide en dos, y que cada uno de los dos aspectos se transforma en su contrario. A nuestro parecer, el segundo es el aspecto principal para nosotros los comunistas.

Consideramos que en general, en el pasado el movimiento comunista internacional no captó la totalidad de esta ley de la dialéctica. En el pasado, nuestra clase prestó más atención a “uno se divide en dos” y lo está haciendo en la actualidad, pero consciente o inconscientemente, no ha comprendido y aplicado en la práctica la transformación de un aspecto en su contrario, el aspecto principal. Debido a esta comprensión equivocada, cuando menos en la práctica, nuestra clase aplicó la dialéctica de la negación de la lucha entre dos líneas de modo que provocara divisiones en nuestras filas y no ayudara a unir generando el ambiente material en que transformar a los camaradas que se equivocaban. En otras palabras, nuestra clase practicó la unidad-lucha-división, no la unidad-lucha-transformación. Las consecuencias fatales que los comunistas confrontan hasta hoy justifican [confirman] este hecho. Nuestras filas deben corregirlo, y nuestro partido trata de hacerlo.

Bien, se pregunta ¿cómo podemos ayudar a los compañeros de viaje a corregir sus ideas equivocadas? Definitivamente, no tenemos ninguna vara mágica. Primero y de importancia, son el manejo correcto y la aplicación adecuada de los principios materialistas dialécticos en la práctica de la lucha entre dos líneas al interior del partido proletario los cuales pueden corregir las ideas equivocadas de los camaradas en cuestión. Segundo, son las masas populares, el proletariado y la clase oprimida, que pueden ayudar a sus líderes a transformarse supervisándolos, y de ser necesario, controlando e interviniendo los organismos en que trabajan. Decimos: “La revolución dentro de la revolución”, y desde luego creemos que es la manifestación práctica desarrollada y por lo tanto el desarrollo de la Gran Revolución Cultural Proletaria, tal como la propuso Mao. En otras palabras, es el proceso de hacer de las acciones de masas contra los líderes que se equivocan un fenómeno cotidiano bajo de la dictadura del proletariado. Creemos que de esta manera el partido del proletariado puede ayudar a los camaradas que se equivocan a transformarse al servicio de los oprimidos y así contrarrestar la contrarrevolución desde dentro de sus filas. Discutiremos en adelante cómo estamos desarrollando el mecanismo y la metodología para alcanzar esta meta.

El Estado, la democracia y la dictadura del proletariado

Es el abecé del marxismo que el poder estatal es un medio inevitable para aplicar la dictadura de una clase sobre otra en una sociedad de clases. En una carta del 5 de marzo de 1852, a Weydemeyer, Marx dice: “Lo nuevo que yo he aportado ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado; 3) que esta dictadura no constituye de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases” (las cursivas son del original). Asimismo, en la famosa obra El Estado y la revolución, Lenin dice: “Sólo es un marxista quien hace extensivo el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del proletariado” (Correspondencia).

Decir que aquellos que se dicen comunistas piensan que las dos clases opuestas de una sociedad tienen los mismos derechos bajo el poder estatal existente es un disparate y no es científico. La clase en el poder goza de la democracia y aplica la dictadura sobre la clase enemiga. Por tanto, la democracia y la dictadura son dos contrarios de una sola entidad, el poder estatal. Por eso no puede haber ninguna democracia absoluta en una sociedad de clases ni tampoco puede existir ahí ninguna dictadura absoluta. Eso es muy cierto tanto en el Estado de la burguesía como en el del proletariado. Cuando las clases dejen de existir en la sociedad, el poder estatal también dejará de existir, y en consecuencia tanto la dictadura como la democracia se extinguirán. Debemos prestar atención a la manera en que nuestra práctica de la democracia y la dictadura proletaria puede conducir a la abolición del poder estatal y a la extinción de la democracia y la dictadura.

Desde luego, nuestro partido se interesa seriamente en cómo la clase proletaria, una vez que obtenga el poder después del derrocamiento violento del enemigo, puede fortalecer la dictadura sobre la clase antagónica para que pueda continuar hacia la abolición del Estado impidiendo la contrarrevolución. Creemos que cuanto más se garantice la democracia para las clases oprimidas, más fuerte será la unidad voluntaria y de principios entre ellas, que en consecuencia fortalecerá la dictadura sobre la clase burguesa. Cuando la democracia no echa raíces en todas las clases oprimidas, surgen tendencias burocráticas en el partido, el Estado y en la sociedad y en consecuencia, se debilita la dictadura del proletariado. Esto lo han confirmado la historia del movimiento comunista internacional y nuestra propia práctica del poder popular, si bien de una forma inmadura. Por eso hemos venido prestando atención al desarrollo de la democracia bajo la dictadura proletaria.

Bueno, quisiéramos examinar cómo nuestros líderes precursores analizaron la democracia bajo la sociedad socialista y el Estado. En la página 59 del Manifiesto Comunista, se lee: “…el primer paso de la revolución obrera es la elevación del proletariado a clase dominante, la conquista de la democracia”.

En su famosa obra “La revolución socialista y el derecho de las naciones a la autodeterminación (tesis)”, Lenin escribe: “La revolución socialista no es un acto único, ni una batalla en un frente aislado, sino toda una época de agudos conflictos de clases, una larga serie de batallas en todos los frentes, es decir, en todos los problemas de la economía y de la política, batallas que sólo pueden culminar con la expropiación de la burguesía. Sería por completo erróneo pensar que la lucha por la democracia pueda distraer al proletariado de la revolución socialista, o relegarla, posponerla, etc. Por el contrario, así como es imposible un socialismo victorioso que no realizara la democracia total, así no puede prepararse para la victoria sobre la burguesía un proletariado que no libre una lucha revolucionaria general y consecuente por la democracia”.

Permítannos citar el discurso de Mao, “Discurso pronunciado en la II Sesión Plenaria del VIII Comité Central del Partido Comunista de China” (Obras escogidas, tomo 5, 15 de noviembre de 1956, pp. 377-378): “Si ni siquiera tememos al imperialismo, ¿por qué hemos de tener miedo a la democracia grande y a que los estudiantes se echen a las calles? No obstante, una parte de nuestros militantes teme a la democracia grande; esto no es bueno. Los burócratas, que tanto la temen, deben estudiar con ahínco el marxismo y corregirse”.

En estas citas descubrimos que al Manifiesto Comunista, y a los camaradas Lenin y Mao les urge la democracia. Pero consideramos que la anterior práctica de la democracia proletaria no fue adecuada, particularmente por la falta de un mecanismo específico y una metodología adecuada para institucionalizarla, que en consecuencia debilitó la dictadura del proletariado. No estamos proponiendo algo nuevo en el marxismo-leninismo-maoísmo, pero lo que sugerimos es conectar el vínculo perdido del pasado para hacer más efectivas la democracia y la dictadura del proletariado. Por eso, a nuestro parecer, su partido no debe tener miedo a la democracia de la cual hablamos. Más bien, queremos que su partido se dedique más a ver cómo se puede establecer la auténtica democracia del proletariado para que la unidad voluntaria de todas las clases oprimidas pueda ejercer una dictadura efectiva y real sobre el enemigo de clase.

Desde luego, hemos hecho algunas propuestas para desarrollar una metodología y un mecanismo en el Estado para que pueda aplicar efectivamente la relación dialéctica entre la dictadura proletaria y la democracia en la sociedad. Hemos estudiado la práctica china, la más reciente, en que ocho partidos políticos de distintos sectores de las masas, no de la clase enemiga, desempeñaron un papel cooperativo en el gobierno popular. A nuestro parecer, fue un papel mecánico y formal, y por ende inadecuado. Lo que hemos propuesto es elevar esta cooperación pluripartidista al nivel de la contienda pluripartidista en el Estado proletario en el marco de una estructura constitucional antiimperialista y antifeudal (o antiburguesa). La crítica del PCR, EU, de que el PCN (Maoísta) se está deslizando hacia el abandono de la dictadura proletaria mediante la adopción de la democracia burguesa formal, refleja el desconocimiento de su partido acerca del eje del problema que estamos planteando. Por eso, en lugar de acusarnos de haber adoptado la democracia burguesa, pedimos que el PCR responda con seriedad y entre debate desde la altura que necesitamos.

Ahora se pregunta: ¿qué hará el partido del proletariado si sufre una derrota en las elecciones bajo la contienda pluripartidista, que a nuestro parecer es su inquietud principal? Creemos que este problema es menos serio y menos peligroso que preguntarse: ¿qué hará la clase proletaria si su partido en el poder estatal degenera en el revisionismo? Éstos son problemas relacionados a la manera de desarrollar una metodología y un mecanismo para continuar la revolución hasta el comunismo en medio de amenazas interiores y externas de contrarrevolución. Por eso hemos propuesto que la constitución, que entrará en vigor después de la toma del poder por la clase proletaria, debe estipular el derecho de las clases oprimidas, y no del enemigo, a rebelarse contra el partido, en caso de que éste se vuelva revisionista, y a formar uno nuevo para continuar la revolución en las circunstancias dadas.

Por otra parte, debido a la necesidad de que luche por el mandato del pueblo, el partido asume una mayor responsabilidad hacia las masas populares. Si no tuviera que triunfar en una contienda entre las masas para permanecer en la dirección del poder, quedaría una base material en que la relación entre el partido y las masas se vuelve formal y mecánica, y por tanto propiciaría una oportunidad para el surgimiento de la burocracia al interior del partido mismo. La experiencia del pasado confirma este fenómeno. Por eso consideramos que la contienda pluripartidista por el gobierno popular y, además, el derecho del pueblo a supervisar, controlar e intervenir, incluso a destituir del poder a sus representantes, constituye una especie de gancho en las manos de las masas que puede arrastrar a los camaradas que se equivocan hacia su cancha. Este proceso hace que la relación entre el partido y las masas sea más vibrante y estimulante, que cree un ambiente objetivo favorable para la transformación de los que se equivocan en una dirección positiva o negativa.

En las críticas de nuestra posición, su carta dice: “Consideramos que decir que la cuestión fundamental sea la democracia formal con su expresión en las elecciones, la contienda de partidos políticos y demás es un error serio y fortalecerá tendencias hacia el abandono de la dictadura del proletariado o hacia su derrocamiento por los contrarrevolucionarios”. A nuestro parecer, el problema no es tan sencillo como ustedes lo han expuesto. Todo mundo sabe que en Rusia y China no hubo ninguna contienda pluripartidista, etc., que según ustedes es la fuente principal del fortalecimiento de las tendencias hacia el abandono de la dictadura del proletariado. Bien, ¿por qué Rusia y China no mantuvieron la revolución y no continuaron con la dictadura del proletariado hasta el comunismo? La contienda pluripartidista no es la única manera con que el imperialismo puede lograr desbaratar la revolución. Pedimos que los camaradas centren el debate en las consecuencias negativas y positivas que puede generar el ejercicio de tal contienda bajo la dictadura proletaria, pero no rechazarla de plano tachándola de democracia formal de la burguesía. No más criticar nuestras propuestas, a partir de argumentos lógicos, no resuelve el problema que hoy confronta nuestra clase. Consideramos que el futuro de la revolución proletaria en el siglo 21 recae en nuestra generación, principalmente en nuestros dos partidos en la actualidad. Pedimos que el PCR se atreva a romper con la manera tradicional de pensamiento dogmático y que eleve el nivel de la lucha para aprehender las necesidades del momento.

De nuevo quisiéramos citar dos oraciones de su carta. Dice: “China no nada más se volvió paso a paso más capitalista, más ‘totalitaria’, a medida que se iba fortaleciendo el Estado. Para que se transformara en capitalismo, los seguidores del camino capitalista tuvieran que tomar el poder estatal, obra que realizaron mediante un golpe de Estado después de la muerte de Mao”. Primero, esta clase de interpretación no representa el materialismo dialéctico, porque niega la inevitabilidad del desarrollo cuantitativo para un salto cualitativo. Había una base material, principalmente en la superestructura, para que ocurriera la contrarrevolución, que se desarrollaba constantemente al interior del Estado socialista mismo. Si no hubiera existido tal situación, ¿por qué Mao hubiera tenido que luchar contra varios males, por ejemplo, los tres excesos y los cinco excesos y a la larga iniciar la Gran Revolución Cultural Proletaria contra el cuartel general revisionista? Si no hubiera habido tal base material, la contrarrevolución no pudiera haber ocurrido de un solo golpe por la voluntad de los revisionistas. Más bien, Mao no previo a tiempo esta situación.

Segundo, esta clase de argumento lleva a la conclusión de que únicamente los revisionistas son responsables de la contrarrevolución. Esta manera de pensar no va al fondo del problema y pasa por alto por qué los revolucionarios no impidieron el surgimiento de los revisionistas al interior de un partido revolucionario. Los revolucionarios no deben contentarse con maldecir a los revisionistas por las consecuencias dañinas, sino que deben prestar más atención a los errores que cometieron en el pasado y a qué medidas tomarse para rectificarlos hoy. La tendencia a maldecir a otros por un error y a distanciarse de tales actos no representa una responsabilidad ni cultura proletaria.

La república democrática: Una forma transicional

Permítannos empezar nuestra discusión sobre este tema citando una oración de su carta: “El papel y el carácter de las clases dominantes y sus representantes políticos, tales como los partidos parlamentarios, no se determinan en lo fundamental por su relación con la monarquía sino por su relación con el imperialismo y el feudalismo”. En lo estratégico, eso es muy acertado. Pero, en nuestro caso, aunque no hay ninguna diferencia estratégica fundamental entre la monarquía y los partidos parlamentarios en cuanto a su relación al feudalismo y al imperialismo, en un sentido táctico existen algunos aspectos conflictivos entre ellos. Por eso hemos podido aprovechar sus conflictos durante los diez años de la guerra popular. Aún no se resuelve este conflicto. Nuestras tácticas políticas de un gobierno interino, una asamblea constituyente y una república democrática [se desprenden] de este conflicto.

La resolución política adoptada unánimemente por la reunión de nuestro Comité Central de 2005 aclara nuestra posición sobre esta consigna táctica. Dice: “La consigna de un gobierno interino, de la elección de una asamblea constituyente y de una república democrática que nuestro partido, en su análisis del balance nacional e internacional de poder, ha elaborado es una consigna táctica hacia una salida política progresista. Según el principio de que las tácticas deben servir a la estrategia, nuestro partido ha analizado que la república democrática no es ni una república parlamentaria burguesa ni directamente una república de nueva democracia. Esta república, con una amplia reorganización del poder estatal para resolver los problemas de clase, nacionalidad, región y género prevalecientes, jugaría el papel de república pluripartidista de transición. Las clases reaccionarias y sus partidos tratarán de transformar esta república en una república parlamentaria burguesa, mientras que nuestro partido de la clase proletaria tratará de transformarla en una república de nueva democracia. Por el momento, no se puede determinar el tiempo que durará esta transición. Eso dependerá de la situación nacional e internacional y del balance del poder estatal vigentes. Por ahora esta consigna ha tenido y tendrá un papel importante para unificar a todas las fuerzas contra la monarquía absoluta en el viejo Estado, pues éste ha sido un enemigo común de las fuerzas parlamentarias y revolucionarias”. No consideramos que se necesiten mayores explicaciones de nuestra posición sobre esta táctica.

La cuestión del Ejército Popular de Liberación (EPL) está muy relacionada con esta consigna táctica. Para aclarar nuestra posición sobre el EPL, una resolución unánime de la reunión del Comité Central sostenida en 2006 dice: “En la situación actual, en que los elementos internos y los extranjeros reaccionarios conspiran contra las aspiraciones de paz y progreso del pueblo nepalés, todo el partido de arriba a abajo debe prestar suma atención al problema de consolidar y expandir el Ejército Popular de Liberación y mantenerlo preparado para ir en cualquier momento al frente de guerra. En la actual etapa álgida, cuando el imperialismo y la reacción lucharán por desarmar al Ejército Popular de Liberación y nuestro partido luchará por disolver el ejército ‘real’ en el frente de las negociaciones, si el partido no consolida y expande el Ejército Popular de Liberación y no lo mantiene preparado las 24 horas al día para la guerra, el pueblo nepalés sufriría una gran derrota. El partido puede tener muchos compromisos en el campo de la política y la diplomacia, pero nunca abandonará su verdadera fuerza, el Ejército Popular de Liberación y los fusiles que tiene que el pueblo nepalés se ha ganado con la sangre de miles de caídos. Se pueden cambiar su nombre y su estructura de acuerdo al veredicto del pueblo, pero nunca jamás se cambiará su nombre en beneficio de los imperialistas y la reacción y sus deseos y demandas. El partido nunca tolerará ninguna vacilación sobre esta cuestión básica de clase y teoría”.

En general, se materializan menos en la práctica las consignas políticas tácticas. Eso se debe a que los analistas reaccionarios entienden que ello tiene un vínculo directo con el objetivo estratégico de los revolucionarios y saben que la clase proletaria le saca aprovecho. Pero a veces se ven obligados a estar de acuerdo con ello porque la siguiente alternativa que les queda es peor. En este sentido, los revolucionarios no deberían plantear consignas políticas tácticas de acuerdo al supuesto que no se pondrán en acción. Por eso se han adoptado nuestras tácticas de modo que en ambos casos, el que se pongan en acción o no, se puedan vincular con el objetivo estratégico de un nivel superior de ofensiva contra el enemigo. Lo principal que se necesita tener es la fuerza política con que debilitar y aislar al enemigo movilizando a la gente en torno a esta consigna. Cuando la política de la clase proletaria eche raíces en las masas, éstas no dudarán en reunirse en torno al partido con esa consigna. A nuestro parecer, esta consigna ha estado haciendo eso.

La república democrática puede tomar forma sólo después de la reestructuración del Estado que el documento ha señalado claramente. Se estructurará de modo que se resuelvan los problemas básicos de las clases, nacionalidades, géneros y regiones oprimidos, [que es] el contenido de la revolución de nueva democracia. Independientemente de las formas en que maniobremos en la transición con esta terminología, no afecta la esencia del objetivo estratégico. Lo que podemos decirle ahora a su partido es que tengan paciencia, que esperen a ver.

Estrategia y tácticas

El materialismo dialéctico e histórico, la ideología revolucionaria, y la política revolucionaria, constituyen el arte de desarrollar tácticas a favor de los intereses de la clase proletaria. No se pueden copiar tácticas de un libro, ni se puede sugerir eso divorciado del conocimiento de la realidad objetiva. Se desarrolla de manera creativa a partir del análisis concreto de las condiciones concretas. En este sentido, uno debe tener mucha flexibilidad en tácticas porque la situación objetiva continúa cambiando. Pero la estrategia representa un blanco u objetivo específico con que resolver las contradicciones básicas de una sociedad dada. Los revolucionarios deberían mantenerse firmes en estrategia hasta que se resuelvan las contradicciones básicas de la sociedad, y las tácticas deberían de servir a la estrategia.

Memorizar cosas de libros e interpretar por horas y horas sobre esa base es una cosa, pero aplicarlas en la práctica viva es una cosa cualitativamente diferente. Francamente, es muy fácil no cometer errores en estrategia. Pero es sumamente difícil adoptar y aplicar tácticas correctas al servicio de la estrategia. Es también peligroso. Cuanto más peligro, más oportunidad; tal es la dialéctica. La mejor prueba para los revolucionarios, incluido su partido, se mide por las tácticas, no por la estrategia. Por eso, el futuro de la revolución no depende solamente de la estrategia sino de qué medidas tácticas se adoptan en distintas coyunturas de la revolución a fin de alcanzar el objetivo estratégico.

Podemos decir con seguridad que hemos aplicado correctamente la dialéctica de la firmeza estratégica y la flexibilidad táctica en nuestra práctica revolucionaria, desde antes del inicio de la guerra popular. Es sabido para los pueblos del mundo, y para su partido, que nos unimos con los revisionistas, que tuvimos una participación en el parlamento con once diputados, que ya celebramos dos rondas de negociaciones con el enemigo y que está en marcha una tercera ronda. El gobierno interino y la elección de la asamblea constituyente están en la agenda inmediata. Camaradas, si nuestro manejo de la dialéctica de la flexibilidad táctica y la firmeza estratégica fuera erróneo en nuestra práctica de librar la lucha de clases, habríamos perdido mucho antes. Cualquiera de estas medidas tácticas bastaba para volvernos revisionistas; no era necesario todo ese paquete.

Sí, siempre existe un peligro serio de que las tácticas se coman la estrategia o que la orientación se coma la política, la síntesis del Partido Comunista Maoísta de Turquía y el norte del Kurdistán, según su carta. La flexibilidad táctica sin la firmeza estratégica genera este peligro y su resultado es el reformismo y el revisionismo. Se manifiesta en la forma de “luchar para negociar”, no “negociar para luchar”. Pero, existe otro peligro, que no menciona su carta: que la estrategia se convierta en tácticas, o sea, que no haya tácticas o que la política se coma las medidas. En otras palabras, que haya firmeza estratégica sin flexibilidad táctica, cuyo resultado es el sectarismo dogmático.

Aquellos quienes están atascados en el cenagal de la flexibilidad táctica sin la firmeza estratégica ven dogmatismo en nuestro partido, pero aquellos quienes padecen la ictericia de la firmeza estratégica sin la flexibilidad táctica temen que nos deslicemos hacia el reformismo y el revisionismo. Con seguridad, podemos decir que ambas acusaciones son erróneas, pero tenemos razón porque hemos estado aplicando de manera dialéctica en nuestra práctica la firmeza estratégica y la flexibilidad táctica. Confirma este hecho el salto cualitativo de la guerra popular en los últimos diez años y medio.

Nuestro partido tiene un gran deseo de aprender de las experiencias de las luchas revolucionarias y acciones tácticas del movimiento comunista internacional, en general, y de las recientes experiencias del Perú y Nicaragua en particular. A nuestro parecer, ambas maneras de adoptar tácticas, en el Perú y en Nicaragua, eran erróneas. Estamos seguros que podemos proteger nuestro movimiento de los errores que se cometieron en esos dos países.

A partir de nuestra experiencia de unidad y lucha con su partido en el pasado en general y de su actual carta en particular, creemos que su partido padece profundamente la tendencia dogmático-sectaria. Por eso, no nos sorprende recibir de su partido mediante una carta una llamada de atención en que se pregunta si nuestra revolución se está deslizando hacia el revisionismo. Sabemos que no desean acusarnos indirectamente de revisionismo, pero a causa de su manera de pensar han sacado esta conclusión. No obstante, no estamos diciendo que estamos vacunados contra los errores en nuestro camino. En este sentido, su carta ha contribuido de manera significativa a llamarnos la atención a los posibles peligros futuros en nuestras jornadas.

La república de nueva democracia de Nepal y el ejército

Como su carta sospecha que estemos desmantelando el EPL, la parte del documento citada arriba aclara nuestra posición actual al respecto. A nuestro parecer, no es necesario entrar en más detalles. Pero, dada nuestra situación geopolítica, estamos desarrollando unos conceptos acerca de la fuerza del ejército en la república de nueva democracia de Nepal. Es un hecho geográfico que nuestro país, con sólo 25 millones de habitantes, está prensado entre dos países gigantes, la India y China, cada uno con más de mil millones de habitantes. Se desarrolla la fuerza militar china para contrarrestar al imperialismo estadounidense. Se sabe que el ejército indio es el cuarto más fuerte del mundo. Con los recursos que tenemos en nuestro país y con la fuerza de nuestro EPL, para defender nuestra integridad geográfica contra la agresión militar extranjera, aunque reclutáramos todos los jóvenes en él, no podemos pensar en derrotar a ninguno de los ejércitos vecinos ni hablar del ejército imperialista estadounidense.

En esta situación objetiva, no tenemos que mantener nuestro ejército para combatir contra la agresión militar extranjera, sino tenemos que mantenerlo para dar instrucción militar a las masas populares en la forma de milicias. Sólo un mar armado de las masas, equipado con la política e ideología revolucionarias, puede defender nuestra integridad geográfica. Por ejemplo, tenemos una brillante historia de heroicas luchas. Las masas nepalesas equipadas con armas de fabricación nacional, de 11 a 65 años de edad, bajo la dirección de los generales del ejército patrióticos Bhakti Thapa y Balbhadra Kunwar, derrotaron a los agresores británicos que atacaron desde Nalapani en el sur. De acuerdo a los hechos históricos mencionados, consideramos que unos miles de elementos del EPL bastarán para entrenar a las masas populares acerca de la defensa de su integridad geográfica bajo la república de nueva democracia y socialista de Nepal.

Nuestro partido ha desarrollado este concepto a partir de las amargas experiencias de las anteriores revoluciones. Eso quiere decir que está relacionado a la manera en que se puede mantener la relación cordial entre el ejército y las masas populares tal como era antes de la toma del poder. Pero, después de la toma del poder, si el EPL montara grandes cuarteles permanentes, objetivamente se divorciaría de la anterior relación vibrante de “peces en el mar” y “semillas en el suelo” entre las masas populares y su ejército, y en consecuencia en su interior nacería un aparato burocrático. Por eso proponemos desarrollar una nueva metodología y mecanismo con que frustrar la burocracia desde el interior del ejército, para que se mantenga una fuerte relación del pueblo con el ejército. Esta manera de mantener el Ejército Popular puede democratizarlo más, puede incorporarlo más con las actividades de las masas y con la fuerte unidad ideológica y política que se desarrolla sobre esa base entre sus bases y las masas, y que lo capacita para combatir de manera unificada contra las amenazas del interior y del exterior. Éste puede constituir un nuevo concepto para mantener el ejército en los países socialistas en el siglo 21, con que combatir contra el imperialismo internacional. Queremos debatir desde esta altura.

Puntos varios

Permítannos citar a continuación algunas partes importantes de una oración u oraciones de la última parte de su carta bajo los subtítulos “Una propuesta dudosa”, “Sobre la ‘comunidad internacional’”, “Nepal y el orden imperialista mundial”, etc.

“Es importante señalar que si los enemigos aceptaran tal ‘solución política’, bien podría acompañarla o ser un preludio del uso de medios militares para imponer una solución militar, tal como hemos visto con exagerada frecuencia en la historia (Indonesia, Chile, Irak en 1963)”.

“…también es verdad que el orden mundial existente no tolerará un auténtico Estado revolucionario del pueblo”.

“…un consenso implícito de la comunidad internacional de que no se debe permitir que los maoístas lleguen al poder… A nuestro parecer, la concentra de manera muy acertada.”

“(la ‘comunidad internacional’) se le opondrá encarnizadamente y hará todo a su alcance para impedir que ustedes suban al poder en primer lugar y si logran llegar al poder, derrocará su gobierno, y en este proceso es muy probable que habrá diversas clases de agresión militar, y de sabotaje y bloqueo económicos, espionaje y el financiamiento y entrenamiento de contrarrevolucionarios. Todo eso es ‘el pan de cada día’ de los imperialistas y, de remate, de la India”.

Primero, quisiéramos decir que las inquietudes que ustedes expresan en estas citas son muy acertadas, así que las compartimos. El imperialismo no tolerará por el tiempo que pueda ningún gobierno revolucionario en ninguna parte de la Tierra. No es verdad que el Partido Comunista de la Unión Soviética y el Partido Comunista de China primero complacieron al imperialismo con su política y tácticas, y luego juntaron apoyo para establecer la dictadura del proletariado en sus respectivos países. Tampoco es verdad que lograron establecer la dictadura del proletariado porque tenían una superioridad militar a la del imperialismo. En los hechos, el partido del proletariado tuvo superioridad en la movilización de las masas a su lado, en el tratamiento de las contradicciones en el seno del enemigo y en su uso dialéctico en beneficio propio, porque tenían una concepción del mundo científica y muy previsora. Lo mismo es verdad hoy en día.

Del conjunto de su carta, se da a entender que el imperialismo no permitirá que los revolucionarios obtengan un arreglo político de manera pacífica y que conspirará “como el pan de cada día” para destruir la revolución. También da a entender que lo que está haciendo nuestro partido hoy esté equivocado en lo táctico y que sea un disparate. Por eso su carta nos ha recomendado avanzar directamente hacia adelante por el camino militar, “como el pan de cada día”. Reconocemos su inquietud; pero entendemos que el imperialismo no nos tolerará en el poder en absoluto el tiempo que pueda aunque aceptemos este “pan de cada día”. Por eso no tiene que ver en absoluto con nuestras tácticas el que el imperialismo nos tolere o no; el chiste es con cuáles tácticas podemos derrotar al imperialismo en la situación actual. No nos dejamos llevar por la idea de que el imperialismo permitirá resolver pacíficamente la guerra civil en la manera que nuestro Partido quiere, pero estamos seguros que podemos derrotar al imperialismo y a sus títeres en el frente militar únicamente por medio de esta táctica. Se trata de aplicar la línea de masas correctamente.

Sí, nuestras interpretaciones contienen algunas posiciones confusas, en varios contextos. A veces pensamos que son necesarias. Si podemos confundir a nuestros enemigos y a la comunidad internacional con nuestros tratos tácticos, eso los puede dividir hasta cierto punto, lo que beneficiará a nuestra revolución. Se presentarán problemas únicamente si el propio partido del proletariado se deja confundir. El que sea clara la línea política e ideológica y el que se comprometa a llevar a cabo su misión estratégica, el partido puede dirigir a las masas en cualquier situación. Los revolucionarios pueden dirigir a las masas hacia adelante con la alta conciencia que adquieren de la lucha de clases en la sociedad, no de la alta conciencia que tiene el partido del proletariado. No se trata de ordenarles hacer lo que queremos sino de estar juntos con las masas para abordar la situación y aplicar la línea de masas para desarrollar su conciencia.

Su carta ha planteado con mucha inquietud una pregunta. Si el enemigo aceptara nuestra demanda, por ejemplo, una asamblea constituyente, nos veríamos obligados a aceptarla; si no, las masas dejarían de confiar en nosotros. Reconocemos su inquietud. Pero entendemos que una asamblea constituyente en sí no es una solución, pero su contenido político lo puede ser. Por ejemplo, si la asamblea constituyente puede asegurar la disolución del ejército real, la reorganización del ejército nacional bajo nuestra dirección, la ejecución de la reforma agraria revolucionaria basada en la política de la tierra para quien la trabaja, el derecho de las nacionalidades a la autodeterminación, un fin a la discriminación social, el desarrollo y la prosperidad, etc., ¿por qué oponérsele? Por eso queremos decir que la asamblea constituyente se determina por su contenido político, no por su forma. No es una cosa inerte; está repleta de contradicciones. Lo único que se necesita es nuestra capacidad de manejar esas contradicciones a favor de nuestro objetivo estratégico.

Las masas nunca comprometen sus necesidades pero prefieren un proceso pacífico. Es la tarea de los partidos revolucionarios demostrar mediante la práctica que no es posible satisfacer las necesidades de las masas por medios pacíficos. Y únicamente así el partido del proletariado puede dirigirlas hacia luchas violentas. Entendemos que el enemigo no nos dejará alcanzar nuestro objetivo estratégico de una manera pacífica, pero podemos dirigir a las masas en una lucha violenta por derrocarlo con tales tácticas políticas.

Conclusión

Aquí termina nuestra respuesta corta a su carta con fecha 1º de octubre de 2005. Esperamos que hayamos logrado explicar con claridad nuestra posición, sobre todo los temas que ustedes plantearon en la carta.

Entendemos que nuestros dos partidos tienen una convergencia de puntos de vista sobre la necesidad de sintetizar las experiencias positivas y negativas de las revoluciones triunfantes del pasado. También tenemos convergencias sobre la necesidad de desarrollar el marxismo-leninismo-maoísmo para superar los retos ante de nuestra clase en el siglo 21. A nuestro parecer, se puede desarrollar el marxismo-leninismo-maoísmo en el curso mismo de aplicar el materialismo dialéctico e histórico en la práctica de la lucha de clase en la sociedad, en la lucha entre dos líneas entre todos los revolucionarios por todo el mundo y en la síntesis correcta de la experiencia del pasado. Nuestros dos partidos tienen una buena oportunidad para llevar debate y lucha, porque ambos están juntos en el Movimiento Revolucionario Internacionalista. Como una clase internacionalista, ambos partidos nuestros tienen una importante responsabilidad de luchar de manera unificada por nuestra clase en Estados Unidos, en Nepal y en todo el mundo. Consideramos que esta respuesta nuestra es un primer paso en esa dirección.

¡Reciban un saludo revolucionario!

Del Comité Central, Partido Comunista de Nepal (Maoísta)

Julio de 2006 

Primer apéndice a la carta de octubre de 2005 del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, al Partido Comunista de Nepal (Maoísta)

Este es un pasaje de una charla de Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos.

El desarrollo creativo del MLM, no del revisionismo

Bien, la cuestión del desarrollo creativo tiene sus bemoles. Jruschov dijo que desarrollaba de manera creativa el marxismo-leninismo cuando planteó sus tesis revisionistas… Pero, las “tres pacíficas” de Jruschov (la competencia pacífica, la coexistencia pacífica y la transición pacífica al socialismo) y sus dos “todos” (el partido de todo el pueblo y el Estado de todo el pueblo) eran tesis revisionistas. Éstas eran tesis revisionistas que, según Jruschov, representaban un desarrollo creativo del marxismo-leninismo en el contexto de las nuevas condiciones en el mundo. El que sea un desarrollo creativo, o no, se tiene que analizar y determinar concreta y científicamente. Como señala la Declaración del Movimiento Revolucionario Internacionalista y como hemos comentado, existe una relación dialéctica entre defender los principios fundamentales, y no sólo desarrollarlos de manera creativa, sino interrogarlos repetidamente para averiguar si son acertados, y para ver qué estamos aprendiendo acerca de esos aspectos fundamentales de las cosas.

Así que ésta es una de esas cosas que también requiere mucho trabajo y ciencia. Pero si vamos a superar los desafíos de hacer la revolución en el mundo los cuales ha puesto en marcha en particular la resolución de las contradicciones previas (con el “fin de la guerra fría”), en este período de gran transición con potencial de grandes trastornos, y más ampliamente los cambios que se están operando en el mundo (el desenvolvimiento de las contradicciones más subyacentes que he mencionado a lo largo de esta charla) tendremos que aplicar creativamente y desarrollar nuestro análisis y nuestra aplicación de los principios fundamentales de nuestra ciencia.

En todo esto, también es de importancia decisiva seguir basándonos firmemente en el análisis fundamental y en el principio de que lo que se requiere es la toma revolucionaria del poder, por millones (y, en un país como éste, a la larga decenas de millones y en algunos países, cientos de millones de personas), y la derrota decisiva y la destrucción del poder estatal existente y la consolidación de un nuevo poder estatal, por medio de la lucha revolucionaria de las masas, como primer gran salto. Si soltamos eso, si en teoría o en la práctica aplicamos líneas que hacen que perdamos nuestro dominio de eso, no sólo nos daremos marcha atrás sino que se ahogará en sangre nuestra lucha, una y otra vez.

Hay que comprender que cualquiera que sea la etapa de la lucha de clases, cualquiera que sea su nivel de desarrollo en un momento dado, en lo fundamental de lo que se trata es de la lucha acerca de qué carácter tendrá el Estado, mientras que vivamos en una sociedad de clases. En un país como Estados Unidos, no seguimos el camino de la guerra popular prolongada, y por tanto no podemos formar ahora un Estado embrionario que represente un gobierno opuesto al Estado existente, tal como está pasando hoy en Nepal. Allá se manifiesta muy claramente la cuestión fundamental de un Estado contra otro, pero en nuestra situación eso no queda tan claro. No obstante, en lo fundamental, lo que se desarrolla es una lucha acerca de qué carácter tendrá el Estado y quiénes lo controlarán, qué naturaleza tendrá el Estado y a qué apuntará lograr. Eso es lo que está en juego: hay dos bandos que representan poderes estatales opuestos, y uno de los poderes aplastará y destruirá al otro. De eso se trata en lo estratégico: a la larga uno de los poderes estatales aplastará y destruirá al otro, aunque eso sólo será el comienzo de otra etapa de la lucha y no el fin de todo.

Y si pierdes de vista ese hecho estratégico, o aunque sigues defendiéndolo en concepción pero vas en una dirección y tomas medidas que se alejan de ese hecho, fortalecerás las bases para que el otro bando te aplaste y te destruya y que debilite tus bases para hacer lo contrario. No se puede evitar este hecho; mientras que las viejas clases dominantes detenten el poder estatal, será necesario hacer pedazos, destruir y desmantelar su aparato de poder estatal y construir un poder estatal radicalmente diferente en su lugar. Y si sueltas eso, abiertamente en concepción como lo hizo Jruschov, o de manera inadvertida y sin querer, sin hacerlo de manera consciente, las consecuencias serán desastrosas. Puedes perder todo lo que hayas ganado mediante una lucha heroica y enérgica y gran autosacrificio, y puedes sufrir un retroceso en que te aplastan, destruyen y derrotan con consecuencias desmoralizadoras por mucho tiempo por venir y con amplias repercusiones por todo el mundo. Por eso, de nuevo hay que recalcar este punto en el debate acerca de cómo abordar de manera creativa (científica pero creativamente) la necesidad concreta con que estamos lidiando (y cómo hacer avances para lidiar con esa necesidad), cómo comprenderla correctamente y cómo transformarla más profundamente hacia nuestros objetivos revolucionarios estratégicos. ■

Segundo apéndice a la carta de octubre de 2005 del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, al Partido Comunista de Nepal (Maoísta)

De: Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad

Nota de la redacción: Lo siguiente es de una charla que dio Bob Avakian, el presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, a un grupo de miembros y simpatizantes del Partido en 2005. Se han hechos revisiones en preparación para su publicación y se le agregaron los subtítulos y notas.

Más reflexiones sobre el estado socialista como una nueva clase de estado

Quiero hablar más sobre el tema de la democracia y la dictadura en una sociedad socialista, y sobre el estado socialista, la dictadura del proletariado, como una clase de estado radicalmente distinto. La democracia proletaria (democracia para las masas en una sociedad socialista) debe contener algunas características secundarias y “externas”, si así se quiere, en común con la democracia burguesa, como estipulaciones constitucionales para proteger los derechos de las masas y de los individuos. Pero es una clase de democracia radicalmente distinta en esencia, fundamentalmente porque es una manifestación de un tipo de dominación de clase radicalmente distinto, regido por el proletariado, guiado por su vanguardia, que ejerce abiertamente una dictadura sobre la burguesía derrotada y otros elementos contrarrevolucionarios comprobados, y tiene objetivos radicalmente distintos, sobre todo el avance al comunismo y la “extinción” del estado y de la democracia.

A continuación un pasaje muy importante de Engels, de El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, que dice: [En la sociedad comunal primitiva] “no existe aún ‘derecho’ en el sentido jurídico de la palabra… [en la tribu] no existe aún diferencia entre derechos y deberes”.

“No hay diferencia entre derechos y deberes”: vale la pena reflexionarlo y discutirlo profundamente. Podemos continuar y decir, en un sentido fundamental, que lo que era cierto en una sociedad comunal primitiva será cierto de nuevo, pero de una forma distinta (con una base material e ideológica distinta y en un contexto mundial distinto) en una sociedad comunista: donde no existen antagonismos de clases, no hay separación, fundamentalmente, entre derechos y deberes. Otra forma de decirlo es que no existe la separación entre derechos y deberes característica de la sociedad de clases. Todos los derechos y deberes serán ofrecidos y asumidos de una forma consciente y voluntaria, y no habrá necesidad de instituciones que hagan cumplir los deberes y protejan los derechos. No habrá necesidad de un estado ni de las estructuras formales de la democracia. Por supuesto esto no significa que en una sociedad comunista no existirá la necesidad de un gobierno para la administración y la toma de decisiones. Esa necesidad persistirá, y entenderlo es una parte crucial de entender la diferencia entre una visión científica y una visión utópica del comunismo, así como de la lucha para llegar al comunismo (hablaré más sobre esto, conforme avancemos). Pero el estado no es la misma cosa, no es idéntico al gobierno; el estado, insisto, es un órgano, un instrumento de opresión de una clase por otra y de dictadura, y su existencia es siempre una manifestación de la existencia de antagonismos de clase. Ahora, por otra parte, el carácter del estado proletario y la manera en que el poder se ejerce bajo la dictadura del proletariado también debe ser radicalmente distinta de cualquier clase de estado anterior (de acuerdo a los objetivos de la revolución comunista y para avanzar hacia ella).

Para adentrarnos en esto, y como base, quiero parafrasear y repasar tres oraciones sobre la democracia que he formulado para condensar algunos puntos fundamentales. Primero: en un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, hablar de la “democracia” sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia no tiene sentido o tiene implicaciones peores. Segundo: en tal situación, no puede haber democracia para todos o “democracia pura”: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna impondrá las formas de gobierno y de democracia que concuerden con sus intereses y metas. Por eso, la conclusión de esto es la tercera oración: debemos preguntar si la dominación de esa clase y sus correspondientes formas de democracia sirven para reforzar las divisiones y desigualdades de clase, las relaciones fundamentales de explotación y opresión, o si llevan a extirparlas y en última instancia a abolirlas.

Como dije en otro contexto, podría enseñar todo un curso universitario sobre esto, mencionando los tres puntos y diciendo el resto del semestre: “discutan”. Y no bromeaba. Bueno, tomemos esto como punto de partida para discutir algunos temas relacionados.

Quiero hablar del estado (las fuerzas armadas y los otros órganos de la dictadura) en relación a las instituciones y a las funciones del gobierno en una sociedad socialista, como los organismos de toma de decisiones, asambleas legislativas de algún tipo e instituciones centralizadas que pueden poner en práctica las decisiones, o un poder ejecutivo de algún tipo. También hablaré de una Constitución, del “estado de derecho” y de los tribunales.

Hace poco comenté que una de las cosas clave que he estado sopesando es cómo sintetizar lo que dice la polémica en contra de K. Venu con un principio que recalca John Stuart Mill. Un punto central y esencial de la polémica en contra de K. Venu es que, una vez derrotado el capitalismo y abolida la dictadura de la burguesía, el proletariado debe establecer y mantener su dominio político de la sociedad (la dictadura del proletariado), y seguir la revolución para transformar la sociedad hacia la meta del comunismo y la abolición de las diferencias de clase y de todas las relaciones sociales opresivas, y con eso, la abolición del estado, de cualquier tipo de dictadura; y que para hacer eso el proletariado debe tener la dirección de su partido comunista de vanguardia durante la transición al comunismo. Bregando con estas preguntas fundamentales, me he convencido de que el principio que propone Mill (que es necesario escuchar argumentos presentados no solo por la oposición, sino presentados por fervientes partidarios de esas posiciones) es algo que tiene que incorporarse y manifestarse en el ejercicio de la dictadura del proletariado. Este es un elemento, no todo, pero sí un elemento, de lo que he estado formulando y sopesando con respecto a una nueva síntesis. Y de acuerdo a eso, aunque el proletariado debe mantener control firme sobre el estado (especialmente en las primeras etapas del socialismo y por un tiempo, lo cual se concreta con la dirección del partido de vanguardia del proletariado); aunque los órganos e instrumentos clave del estado tienen que ser responsables ante el partido (hablaré de esto y otros aspectos en breve); también hay que ver cómo las masas pueden participar cada vez más no solo en el ejercicio del poder del estado, sino además en otras formas, otros aspectos de la administración y el gobierno de la sociedad, y la creación de leyes; y cómo el proceso político de una sociedad socialista (con el control firme del proletariado sobre el estado concentrado por medio de la dirección de su partido) puede llevar o contribuir a la clase de efervescencia de que he estado hablando como un elemento esencial de lo que tiene que existir en una sociedad socialista, incluido el énfasis en la importancia de la disidencia.

Aquí es donde “el principio de John Stuart Mill” viene al caso, dentro del marco del gobierno del proletariado y sin elevarlo a una categoría absoluta y por encima de la relación de clases y el carácter de clase del estado. No tengo tiempo de entrar en una discusión profunda sobre Mill pero en el libro Democracy: Can’t We Do Better Than That? (Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?), explico que Mill no insistió en aplicar la tesis de libertad sin restricción en un sentido universal y absoluto. Mill no pensó que se aplicaba a los trabajadores en huelga, no pensó que se aplicaba a las personas de los “países atrasados”, quienes, a su modo de ver, no estaban listas para gobernarse a sí mismas, lo cual demostró al ser un funcionario de la Compañía de Indias, un instrumento importante del robo y destrucción colonial en Asia y otros lugares. No obstante, dejando todas estas contradicciones al lado, Mill dice que es importante oír los argumentos de boca de sus fervientes partidarios. Una forma de que se manifieste esto en el gobierno de una sociedad socialista (en el contexto de que el estado está controlado firmemente por el proletariado y que haya consultas entre el partido y las masas y se implementen mecanismos tales como los que se crearon a lo largo de la Revolución Cultural de China, que combinan a la gente común del pueblo con personas de puestos técnicos o administrativos, profesionales de educación o artistas o profesionales, etc., en el proceso de la toma de decisiones y deberes administrativos en todas las esferas de la sociedad), con esa fundación, es que haya elecciones dentro del marco de la Constitución que tuviera la sociedad socialista en ese momento. Y una de las razones por las cuales debe de ser así es que ayudaría a implementar lo positivo del principio de John Stuart Mill: escuchar las posiciones no solo de boca de la oposición sino de boca de los fervientes partidarios de esas posiciones. Lo positivo de esto en relación con nuestros objetivos estratégicos (la continuación de la revolución socialista rumbo al comunismo como meta) es que la implementación de este principio contribuirá a la efervescencia política e intelectual en la sociedad socialista, así como al brote de pensamiento crítico y creativo, y sí, de la disidencia. Eso hará de ella una sociedad más vibrante en la que se fortalecerán la voluntad y la determinación consciente de las masas, incluidos los intelectuales, de mantener y defender su sociedad y, es más, de continuar revolucionando la sociedad hacia la meta del comunismo, junto con la lucha revolucionaria del mundo.

Una de las cosas que se debe entender acerca de lo que hemos llamado la nueva síntesis es que supone una sociedad mucho más alborotada, en el sentido político, de lo que ha existido hasta la fecha. Bueno, durante la Revolución Cultural de China hubo gran alboroto. Pero yo lo visualizo en un sentido diferente, como algo más constante: donde hay un núcleo sólido, y la elasticidad da pie a toda clase de discusiones partiendo del núcleo sólido y dentro del marco en que el proletariado a) tiene firme control del estado y b) dirige y, en ese sentido, está en control del aparato político general, incluso las partes que en rigor no son el estado, que no son órganos de dictadura política y opresión, como las fuerzas armadas, donde la dirección del partido, y con ella la dominación del proletariado, tiene que ser muy clara y firme.

El principio de Mill es la razón por la cual estoy bregando con la idea de que haya elecciones para, en parte, seleccionar individuos a las asambleas legislativas (mejor dicho, que la selección de parte de las personas, no todas, de las asambleas legislativas a nivel local e incluso a nivel nacional esté abierta a contienda). Tiene que ver con el principio (que he explicado en otras ocasiones) de que inclusive los reaccionarios deben poder publicar algunos libros en la sociedad socialista. Todo esto es poco ortodoxo [risas] y, por decirlo suavemente, polémico, especialmente en el movimiento comunista internacional. Pero creo que para que las masas gobiernen y transformen la sociedad, y para que entiendan cada vez con mayor profundidad lo que implica transformar el mundo, necesitan esa clase de discusión, y que esto tiene que ir más allá de garantizar los derechos de libertad de expresión, de reunión, de disentir, de protestar y demás, que deben tener, dentro del marco de la dictadura del proletariado. Ese es un elemento que estoy sopesando.

Junto con eso, como en las sociedades socialistas previas, tiene que haber una Constitución. Sin embargo, hay que entender que la Constitución, al igual que el derecho, es algo dinámico y en movimiento. En cualquier momento dado tiene identidad relativa. No se puede decir que es completamente relativa o que es esencialmente relativa en cualquier momento dado, o no tendría ningún significado; sería lo que cada quien quisiera que fuera, y eso no es una Constitución. Una Constitución define las reglas del juego para que todos puedan, por un lado, un lado importante, sentirse tranquilos y, por el otro lado, para que puedan contribuir de lleno a la lucha para transformar la sociedad sabiendo cuáles son las reglas. Pero es algo en movimiento en el sentido de que cambia a medida que se avance hacia el comunismo. Una Constitución es un reflejo en la superestructura de dónde se está en la transformación general de la sociedad, incluida la base económica, al igual que el derecho (como dijo Marx) es esencialmente un reflejo de las relaciones de propiedad de la sociedad (y de las relaciones de producción que son la base de esas relaciones de propiedad) en un momento dado. Será necesario, como en China, que la Constitución cambie en las distintas etapas de este proceso. Será necesario romper la vieja Constitución y escribirla de nuevo cuando se avanza, especialmente a saltos, de una etapa a otra. Pero en un momento dado, la Constitución desempeña un papel importante, creo (o debe desempeñarlo) en la sociedad socialista. Por ejemplo, creo firmemente que el ejército, y también en un sentido fundamental los tribunales, especialmente los que tienen impacto en la sociedad, y los organismos administrativos esenciales, deben ser especialmente responsables ante el partido de vanguardia en la sociedad socialista. Pero aquí viene una contradicción: también creo que deben ser responsables ante la Constitución. Mejor dicho, para decirlo directo, no se debe movilizar al ejército contra la Constitución, aunque lo dirija el partido. Ahí se ve el potencial de una gran tensión. Pero si el partido puede dirigir al ejército a saltar por encima de la Constitución, entonces la Constitución carece de sentido. Y entonces hay un gobierno arbitrario en que solo el partido y lo que el partido decida en un momento dado son las reglas, y eso es lo que se impone.

Ahora, esto es muy difícil si pensamos en las revoluciones culturales en la sociedad socialista. ¿Qué pasa ahí? Bueno [risas], las revoluciones son revoluciones; se suspenden muchas cosas, pero hay que reconstituirlas. E inclusive en eso tiene que haber un núcleo dirigente y reglas. Para eso eran las Circulares que sacó la dirección del partido en la Gran Revolución Cultural Proletaria, por ejemplo. Pero día a día, no se puede manejar la sociedad de tal forma que quien tenga el control del partido en un momento defina e imponga las reglas conforme a sus propias ideas. Si eso sucede, las masas no se sentirán tranquilas y, de hecho, es abrir las puertas mucho más a la restauración del capitalismo y a una dictadura burguesa, una dictadura de explotadores y opresores de las masas. Así que existe una tensión y se puede concentrar en esa formulación: que el ejército debe ser responsable ante el partido y ser dirigido por el partido, pero que también debe ser responsable ante la Constitución; y si las masas se unen contra el partido, por ejemplo, en disentimiento masivo, el partido no debe poder movilizar al ejército a reprimir a las masas o a reprimir su derecho de disentir contra el partido. Esto, repito, encierra una aguda tensión, o el potencial de una aguda tensión. Pero estoy convencido de que esos principios, y la institucionalización de esos principios, son necesarios en la sociedad socialista para que las masas realmente lleguen a ser los amos de la sociedad.

Esto plantea lo que llamo “la cuestión de la República Islámica de Irán”. Alguien dirá: “Bueno, eso suena bien; derechos constitucionales, el ejército no puede violar la Constitución; elecciones; ¿Pero va a ser diferente de Irán, donde el Consejo Supremo Islámico tiene el derecho de veto y poder final? ¿En realidad no van a ser diferente de eso, verdad?”. Bueno, y no. No vamos a ser diferentes en el sentido de que no vamos a poner el poder estatal en bandeja para que se lo lleve quienquiera. De hecho, una Constitución tiene que encarnar el carácter del poder estatal: no solo por ejemplo cuál es el papel del ejército con relación al partido, sino cuál es el carácter de las relaciones de producción, además de tener la dimensión de los derechos del pueblo y, sí, de los individuos.

¿Por qué se necesita una Constitución? Porque como Mao señaló (esto es algo importante de Mao), en la sociedad socialista persiste una contradicción entre el pueblo y el gobierno o el pueblo y el estado. Esto no se entendía bien antes de Mao; él lo explicó, si mal no recuerdo, en “El tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo”. La Constitución, las estipulaciones, las protecciones y los derechos constitucionales se necesitan como reconocimiento de esa realidad: que inclusive cuando el estado está en manos del proletariado y es un estado positivo, es un buen estado, es un estado que mantiene la dominación del proletariado y respalda la revolucionarización de la sociedad y apoya la revolución mundial, inclusive en ese caso, tiene que haber protección para que no se pisotee a los individuos o a sectores de la sociedad con el pretexto del bien social y mundial, y ni siquiera en la legítima búsqueda de esos objetivos.

De modo que esta es una contradicción importante y por eso es que se necesita una Constitución. Y en mi opinión por eso también es que se necesita “el estado de derecho”. Esto se relaciona con la critica que planteé en las “Dos grandes cuestas” (una charla que di en 1997) sobre la formulación de Lenin de que la dictadura es un poder ilimitado, al margen de toda ley. Bueno, para ser justos con Lenin, lo dijo en las primeras etapas de la República Soviética, cuando no se había acumulado mucha experiencia sobre la naturaleza de la dictadura del proletariado y estaban en circunstancias sumamente apremiantes. Y Lenin no lo dijo como conclusión general del carácter del gobierno a lo largo de toda la transición al comunismo. Ni siquiera entendía del todo cómo sería esa transición. Pero reflexionándolo con perspectiva histórica, esa no es una declaración correcta de lo que es o debe ser una dictadura. Es necesario que haya leyes y es necesario que opere “el estado de derecho”, o si no, no habrá leyes. Quiero decir que la ley se tiene que aplicar conforme al carácter de la sociedad y de lo que estipulan la Constitución y las mismas leyes; se tiene que aplicar del mismo modo a todos y a todo. Bueno, parte del derecho, una parte esencial del derecho, tiene que ser una manifestación de la dictadura sobre la burguesía y la represión de contrarrevolucionarios. Pero no declarar sencillamente a una persona contrarrevolucionaria y quitarle sus derechos sin el proceso judicial, pues en ese caso se abren las compuertas a un gobierno arbitrario y a la restauración de la dictadura burguesa. Esa es otra contradicción intensa.

¿Y un sistema judicial independiente? En mi opinión, el sistema judicial debe y no debe ser independiente. En un sentido concreto debe ser independiente: en el sentido en que no debe simplemente seguir de modo directo, inmediato, los dictados del partido. Debe haber leyes y debe actuar conforme a las leyes. Por otra parte, y en un sentido general, y especialmente si hablamos de un tribunal cuyas decisiones tienen una influencia a gran escala, y especialmente si afectan a toda la sociedad, esto también tiene que estar bajo la dirección del partido y someterse al partido y también a la Constitución. Nuevamente, una contradicción intensa.

Estas son algunas cosas con las que estoy bregando y aquí vuelve a surgir la “cuestión de la República Islámica de Irán”. Hay diferencias fundamentales entre nosotros y la República Islámica de Irán (como encarnación de una cierta clase de gobierno). Primero que todo, ¡nosotros no somos fundamentalistas teócratas! Esa no es una declaración vacía; hay una profunda diferencia: nuestra concepción del mundo, nuestros objetivos políticos, son profundamente diferentes. Pero por verdadero e importante que eso sea, no es suficiente; hay más que considerar en el sentido de que el partido no puede simple y arbitrariamente “saltarse las reglas” para anular lo que pase en la sociedad, según las “reglas” de la sociedad en determinado momento; no puede movilizar el ejército u otros órganos del estado para hacer eso. Si los revolucionarios del partido o el partido colectivamente piensan que la sociedad va camino al capitalismo, y no hay más forma de prevenirlo que por medio de un levantamiento como el que Mao desató con la Revolución Cultural, pues eso es lo que el partido tendrá que desatar; en ese caso, cambia todo, todo se lanza al aire. Pero en mi opinión, si se permite que el partido decida arbitrariamente cuáles son las reglas, qué es el derecho, cómo debe operar el sistema judicial, si se deben aplicar estipulaciones constitucionales o eliminar derechos sin el proceso legal establecido; si se permite todo eso, se aumenta el potencial y se fortalece la base para que suba al poder una camarilla burguesa y para la restauración del capitalismo.

Así que todos estos son temas que tenemos que examinar más a fondo. Pero las contradicciones que hemos explorado aquí tienen que ver con el carácter del socialismo como período de transición al comunismo, y no la sociedad comunista en sí, y con la necesidad de atraer a las masas más de lleno a la dirección y al proceso de transformar la sociedad; y segundo, tienen que ver con toda la nueva síntesis y, en particular, la dimensión epistemológica de esto y cómo se relaciona con la dimensión política. Es decir, para expresarlo de manera concentrada, cómo las masas van a conocer al mundo tan cabalmente como sea posible a fin de transformarlo; cómo van a entender más cabalmente la complejidad de la situación, lo que es correcto y lo que es incorrecto, lo que es verdad y lo que es falso, a fin de ser más plenamente amos de la sociedad y transformarla hacia la meta del comunismo. Los temas que estoy explorando y examinando parten de ese marco. Pero es un hecho insoslayable que hay una cosa que NO PODEMOS hacer: el proletariado no puede, en un sentido fundamental, compartir el poder con otras clases –es decir, en la sociedad socialista el estado no puede estar al servicio de diferentes clases–, porque aunque el proletariado tiene que aplicar la orientación estratégica de construir un frente único bajo su dirección hasta llegar al comunismo, solo el proletariado, como clase, tiene un interés fundamental en abolir todas las diferencias de clase y todo lo relacionado con las divisiones de clase, tanto en la base económica como en la superestructura política e ideológica de la sociedad. Lo que existe y se concreta en el derecho, en una Constitución y en la naturaleza del estado, tiene que reflejar la dominación del proletariado y, además, los objetivos del proletariado: abolir todas las diferencias de clase y las “4 todas” y por lo tanto la necesidad del estado. Esto tiene que manifestarse de formas concretas, que se plasman en una serie de Constituciones. Pero esto, a pesar de lo importante que es, en otro nivel no es más que la expresión externa en la superestructura de las transformaciones necesarias de las “4 todas”: seguir transformando la base económica, revolucionando la cosmovisión del pueblo, dentro del partido y en la sociedad en general, y transformando las instituciones políticas para incorporar a más masas y para restringir y, a fin de cuentas, eliminar la diferencia entre el partido y las masas en la dirección del estado y la determinación del rumbo de la sociedad.

De modo que el estado proletario tiene que estar firmemente en manos del proletariado; pero de conformidad con los intereses del proletariado, tiene que ser diferente de todo estado previo: además de reforzar la base económica y la superestructura existentes, tiene que transformarlas, al compás del avance de la revolución mundial hacia la meta del comunismo. Esto tiene que reflejarse en todas las instituciones que he mencionado: el estado y el gobierno, el derecho y la Constitución. Y eso entraña contradicciones muy agudas. Como he señalado muchas veces, es muy fácil promulgar, concebir teóricamente y popularizar la idea de dar rienda suelta a la elasticidad, que es otra manera de decir a la democracia burguesa, porque eso es lo que surgirá y en lo que se transformará. Otra lección de la historia es que es fácil concentrarlo todo en el núcleo sólido y en una concepción lineal de cómo avanzar hacia el comunismo, cómo llevar a cabo la transición socialista (lineal en el sentido de que todo se desenvuelve como extensión del partido, o sea, el partido dirige a las masas a hacer esto o aquello). Sí, en un sentido general, el partido tiene que dirigir a las masas, hasta que deje de ser necesario tener un partido de vanguardia. Pero creo que tenemos que concebir, y la nueva síntesis concibe, un proceso muy complejo y contradictorio, de desencadenar mucho tumulto, agitación, debate y disentimiento entre las masas y junto con las masas, para que a partir de todo eso las masas sinteticen cada vez más lo que es cierto y lo que es revolucionario. Y a partir de eso, habrá que suprimir lo que haya que suprimir e impulsar lo que haya que impulsar, y manejar de manera correcta en cualquier momento dado los dos tipos de contradicciones sociales (contradicciones entre nosotros y el enemigo, y contradicciones en el seno del pueblo). Esta es una manera diferente y no tan lineal de tratar el problema. No es como pescar y tirar el sedal [risas]. Mejor dicho es como “tirar” un proceso con muchos lados y trabajar con las masas para sintetizarlo, sin abandonar el núcleo de todo. Y esto es lo más difícil: hacerlo sin abandonar el núcleo de todo.

El reto es continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado, levantar el suelo (material e ideológicamente, en la base económica y en la superestructura) que hay que sacar y abolir para avanzar al comunismo y realizar las “4 todas”, en relación (y esto sin duda alguna tiene contradicciones) con dar plena expresión continuamente a los aspectos del estado socialista que son radicalmente distintos de todos los estados anteriores para avanzar hacia la meta final de la abolición de sí mismo. Y aquí está otra contradicción: esa abolición requerirá todo un proceso, toda una época histórico-mundial, en que se crearán las condiciones materiales e ideológicas necesarias para el comunismo, no en un país sino en todo el mundo.

Creo que a partir de la experiencia de la dictadura del proletariado hasta la fecha –al pasar por el tamiz y hacer un balance de la primera etapa de la revolución proletaria y la sociedad socialista y al proyectarlo hacia el futuro–, hemos aprendido más a fondo la complejidad de ese proceso; que es un proceso prolongado que requiere toda una época histórica, a diferencia incluso de lo que pensaba Lenin cuando murió en 1924 y por supuesto a diferencia del punto de visto algo ingenuo, como diríamos con la perspectiva histórica de hoy, de Marx y Engels en cuanto a la “extinción” del estado. Marx y Engels pensaban que una vez que el proletariado socializa la propiedad de los medios de producción (y pensaban que iba a pasar primero en una sociedad capitalista desarrollada), no se requerirá un largo período, ni una lucha profunda ni compleja, para poner la administración de la sociedad en las manos de más y más personas y para que se extinguiera el estado. Hemos aprendido que ese es un punto de vista bastante ingenuo, como es de esperarse. [Con una voz de sarcasmo exagerado:] “Dijo que Marx y Engels eran ingenuos”. [risas] Sí, eso es lo que dije. Porque somos materialistas históricos y no religiosos ni idealistas; en ese aspecto las ideas de Marx y Engels no estaban muy desarrolladas, como es lógico. Hemos aprendido mucho por medio de la revolución soviética (después de la experiencia pasajera y limitada de la Comuna de París) y luego de la revolución china y la Revolución Cultural de China (y de examinar la dimensión internacional de esto mucho más profundamente en relación dialéctica con los avances en un país socialista dado) sobre lo complejo que será ese proceso, que las contradicciones que lo impulsan se manifestarán con intensidad y que habrá que dar otro salto para conservar el dominio del proletariado y, es más, para seguir avanzando, para llevar a cabo más transformaciones de la base y la superestructura, a la vez que apoyamos las luchas revolucionarias por todo el mundo.

En ese contexto quiero regresar y hablar más directamente del núcleo sólido con mucha elasticidad… y elasticidad que parte de la base de ese núcleo sólido necesario. En otras charlas, como “Elecciones y democracia, resistencia y revolución”, hablé de cuatro objetivos en relación con el núcleo sólido y el poder estatal. Se puede caracterizar, y así lo he caracterizado, en la formulación “aferrarse al poder estatal y garantizar que ese poder estatal sea algo a lo que vale la pena aferrarse”. Por supuesto que esa es una concentración básica de un fenómeno y proceso mucho más complejo. Pero esos cuatro objetivos son: 1) aferrarse al poder; 2) garantizar que el núcleo sólido se extienda al máximo grado posible, que no sea estático sino que se extienda continuamente al máximo grado posible; 3) esforzarse sistemáticamente por llegar al punto en que ese núcleo sólido no sea necesario y no haya distinción entre el núcleo sólido y el resto de la sociedad; y 4) desatar la mayor elasticidad posible en cada momento dado partiendo de la base de ese núcleo sólido.

La interacción dialéctica de esos factores es otra manera de expresar lo que he descrito como un proceso no lineal de seguir ejerciendo la dictadura del proletariado, por un lado, y por el otro (en medio de un proceso tumultuoso y desgarrador, y de una sucesión de saltos) aferrarse al poder y, es más, transformar el carácter de ese poder, al compás de la transformación de la base económica y la superestructura, en relación dialéctica el uno con el otro y con el avance de la revolución mundial hacia la meta del comunismo a nivel mundial. 

  1. Recomendamos que las y los lectoras/es estudien El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, que ubica las tendencias políticas principales del movimiento comunista internacional dentro del contexto del resumen de toda la primera ola de revolución comunista y de la necesidad de desatar toda una nueva ola.
  2. Vea los artículos de los camaradas Kiran y Gaurav, entre otros, en los números de Red Star de septiembre a noviembre de 2008.
  3. Bhattarai sostiene que Nepal debe desarrollar las fuerzas productivas antes de que la revolución pueda avanzar más y que solamente el capitalismo puede lograr eso. Si bien algunas personas lo comparan con Deng Xiao-ping de China, se puede decir que invocar de esta manera en Nepal la “teoría de las fuerzas productivas”, en condiciones en que, a diferencia de China, ni siquiera se ha alcanzado el socialismo, es un ejemplo clásico de la frase irónica de Marx, primera vez tragedia, segunda vez farsa.
  4. Véase Red Star Nº 15, “Fall of Koirala Dynasty” [La caída de la dinastía de Koirala].
  5. Un punto de viraje decisivo en ese proceso fue en octubre de 2005, cuando llegó a un punto culminante una lucha de líneas en la reunión del Comité Central. Si la revolución debe, o no debe, pasar por la etapa de lucha contra la monarquía y el establecimiento de una democracia burguesa (“estado transicional”) fue uno de los temas importantes en esa lucha de dos líneas. Del típico modo ecléctico, fue rechazada esa tesis teóricamente al decir que tal subetapa no era un requisito absoluto, pero a la vez esta tesis se volvió la línea guía para la práctica del Partido como una “táctica”, que abrió el camino para la serie de acuerdos con los partidos parlamentarios y en efecto estableció la formación de una república burguesa como la meta inmediata de la revolución.
  6. Documentos del Décimo Congreso Nacional del Partido Comunista de China (Pekín: ELE, 1973), adoptados el 28 de agosto de 1973, p. 18.
  7. Véase Mao Tsetung sobre ese tema, sobre todo “Sobre la nueva democracia”, Obras escogidas, tomo II, p. 358.
  8. Véase Red Star número 16.
  9. Carlos Marx, La guerra civil en Francia.
  10. En nuestra carta de octubre de 2005, al tratar el artículo “Nuevo Estado” argumentamos que la ideología de la democracia por encima de las clases (o la “democracia pura”) corresponde al capitalismo donde las mercancías tienen que cambiarse según el valor “igual” y donde esta igualdad formal oculta la explotación real de la clase obrera (el cambio de un “salario justo” por un “día de trabajo justo”). Véase el libro de Avakian Democracia, ¿Es lo mejor que podemos lograr?, así como su polémica contra K. Venu, “Democracia: Más que nunca podemos y debemos lograr algo mejor”, que salió en la revista Un Mundo Que Ganar, Nº 1992/17.
  11. Avakian ha hecho importante trabajo sobre el tema de la democracia además de una nueva concepción del proceso de la revolución socialista incluyendo el planteamiento del concepto de “núcleo sólido con mucha elasticidad”. Además de las obras sobre la democracia arriba citadas, véase su discusión de la revolución socialista en, entre otros escritos recientes, “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad” en Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (2008).
  12. Véase Red Star Nº 14, “Lo fundamental para fusionar dos ejércitos”.
  13. Los camaradas del Partido Comunista de Irán (Marxista-Leninista-Maoísta) han resumido detalladamente al respecto que el error de su organización anterior, la Unión de Comunista de Irán.
  14. El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, septiembre de 2008.
  15. Tenemos bien presente el hecho de que los imperialistas de Estaos Unidos y otros están echando mano de la naturaleza reaccionaria de la dirección tibetana, sobre todo el Dalai Lama, para presionar a China y manipular el descontento de las masas tibetanas. Pero no cambia eso el hecho de que existe la opresión nacional concreta en Tíbet ni justifica eso la sanguinaria represión de las autoridades chinas.
  16. Aquí sólo podemos hablar de los materiales del PCN(M) en inglés. Si ha aparecido tal denuncia de la verdadera naturaleza de la China capitalista en publicaciones en nepalí, quisiéramos que nos la indiquen.
  17. Aunque desde hacía mucho que la Unión Soviética se había convertido en una superpotencia revisionista, social-imperialista por el hecho de que sus dirigentes aún se llamaban “comunistas”, el colapso de este régimen y la hegemonía sin rival de los Estados Unidos y otras “democracias occidentales” fue ocasión para más “resumen” anti-comunista de parte de los imperialistas occidentales y otros reaccionarios.
  18. Véase el argumento planteado por el PCN(M) sobre esta cuestión en su respuesta a nuestra carta de octubre de 2005 y la crítica al respecto en nuestra carta de 19 de marzo de 2008. Algunos camaradas del Movimiento Revolucionario Internacionalista también han señalado este asunto.
  19. Lenin, “El estado y la revolución”, Obras Completas, Akal Editor, 1976, tomo 27, p. 32.
  20. Alentamos mucho a que los camaradas estudien El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, que incluye el entendimiento de nuestro Partido acerca de la situación general del movimiento comunista internacional en la coyuntura actual y trata las lecciones de una lucha importante dentro de nuestro propio Partido para defender y desarrollar los principios comunistas.
  21. Véase el artículo escrito por el Presidente Prachanda, “Una breve presentación a las políticas del Partido Comunista de Nepal (Maoísta)”, The Worker (El obrero) número 9, “En el contexto dado de la existencia de dos ideologías, dos ejércitos y dos estados en el país, el Partido está conforme con la desmovilización de los dos ejércitos y la celebración de elecciones a la Asamblea Constituyente bajo la supervisión de la Organización de las Naciones Unidas y organizaciones internacionales de derechos humanos.”
  22. Embadurnarse la frente con ceniza roja (tikka), sobre todo para los hombres, es una costumbre hindú.
  23. Por ejemplo, en el debate sobre la Línea Oportunista de Derecha en el Perú, nuestro Partido rehusó rechazar categóricamente la posibilidad de negociaciones, y luchamos en contra de los que condenaron los ceses al fuego y las negociaciones anteriores del PCN(M). Vale la pena recordar más tarde que también nos atacaron por esas posiciones, incluyendo algunos de los mismos que ahora están entre los que apoyan al PCN(M) con más fervor.
  24. Por supuesto, cualquier discusión de este tipo pronto se cae en conjeturas porque es imposible saber cómo la situación actual en Nepal se hubiera desarrollado si el PCN(M) hubiera mantenido una comprensión firme de los problemas políticos e ideológicos decisivos.
  25. Carlos Marx, El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, ELE, pág. 128.
  26. Cómo resumir la Comuna de París siempre ha sido un debate importante entre los revolucionarios comunistas y diferentes tipos de reformistas y anarquistas. Solo notamos aquí que el artículo “Nuevo Estado” es una continuación de la tradición del mal uso de la experiencia de la Comuna en contra de las lecciones verdaderas que Marx y Engels sacaron en aquel tiempo—la necesidad de una lucha más vigorosa y más profunda, la dictadura del proletariado.
  27. Resolución del Comité Central, octubre de 2005. “Cerrar los ojos a la necesidad histórica de disolver y desarmar el ejército real que ha estado defendiendo la monarquía absoluta por medio de reprimir el movimiento democrático popular y sus logros desde hace 250 años en general y las últimas seis décadas, en particular, significa hacer caso omiso del feudalismo y el imperialismo. En la historia, jamás se ha establecido ninguna república sin disolver y derrotar el ejército servil a la monarquía y Nepal no puede ser la excepción.”
  28. Nos interesa conocer más la experiencia en las elecciones celebradas bajo la autoridad de la República Autónoma Magar, incluyendo la decisión del PCN(M) de dejar participar a otros partidos políticos —algunos de los cuales sí participaron a nivel local. En un distrito el candidato del Partido fue derrotado, que llevaba a que el Partido en su conjunto estudiara las razones por el descontento de las masas. Pero lo que hay que enfatizar aquí es el mundo de diferencia entre esta experiencia bajo el sistema de poder (dictadura de clase) dirigido por el Partido y las elecciones pluripartidistas conducidas bajo la dictadura de las clases explotadoras.
  29. The Red Star, número 2, enero 1-15, 2008, artículo por un reportero identificado como miembro del Comité Central del PCN(M)
  30. Véase en particular Fanshen de William Hinton, un relato del movimiento de reforma agraria en una comunidad en China.
  31. Lenin señaló en su obra célebre El Desarrollo del Capitalismo en Rusia (Tomo 3, publicado por primera vez en 1905) que la pequeña producción de mercancías de un campesinado libre crea tierra fértil para el rápido desarrollo del capitalismo.
  32. El estado y la revolución, Ediciones en Lenguas Extranjeras, pág. 48.
  33. Camarada Guarav, The Red Star Nº 2, enero 1-15, 2008.
  34. Efectivamente, los que proponen la “transición pacífica al socialismo” jamás han negado que podría ser necesaria la fuerza por parte de “la mayoría elegida legítima” contra los que podrían rehusar aceptar la voluntad del pueblo.
  35. El régimen post-apartheid del Congreso Nacional Africano en Sudáfrica instituyó lo que se ha alabado mucho como la constitución más democrática en el mundo. Sin embargo, uno de sus pilares es su infame “cláusula de la propiedad” que reconoce y conserva el derecho a mantener su propiedad de la pequeña minoría de explotadores blancos.
  36. Vimos la diferencia fundamental entre “negociar para luchar” y “luchar para negociar” en nuestro estudio de las negociaciones con relación al Perú. Dicho de otra manera, tanto una estrategia revolucionaria como una revisionista dan cabida a las dos tácticas de combatir y negociar (y muchas otras formas de actividad política también). Pero desde una perspectiva revolucionaria, la estrategia de la destrucción total del viejo estado reaccionario dirige y determina cuándo, cómo y si las tácticas de negociaciones y acuerdos son necesarias.
  37. Véase “Una carta abierta al Partido Comunista de las Filipinas”, de 1987, impresa en Un Mundo Que Ganar #8, que analiza esta línea en detalle.
  38. Informes de esta institución de gran potencia patrocinada por el imperialismo pueden encontrarse en www.crisisgroup.org
  39. El acuerdo de doce puntos (noviembre de 2005) es el acuerdo político entre el PCN(M) y la Alianza de los Siete Partidos de los principales partidos de la burguesía que después se desarrolló en el Acuerdo Político Global (noviembre de 2006).
  40. También hubo un serio error político al ver la lucha esencialmente como una lucha entre el fascismo y la democracia burguesa que ayudó a desarmar ideológicamente a los comunistas y sentar las bases para el mismo error que estamos tratando. Véase Bob Avakian, ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional, revista Revolución, No. 50, enero de 1982.
  41. ¿Conquistar el mundo? trata estas cuestiones a fondo.
  42. El PCN (Centro de Unidad) fue la organización que se transformó en el PCN(M) en 1994.
  43. Véase, por ejemplo, el artículo por Camarada Basanta sobre la “Dimensión Internacional del Camino Prachanda” en The Worker, número 10.
  44. The Red Star Nº 5, marzo 1-15, 2008.
  45. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar, 11 de febrero de 2008.
  46. The Red Star número 4, febrero 16-29, 2008.
  47. Camarada Kiran, The Red Star número 4, febrero 16-29, 2008.
  48. El artículo de los camaradas del MRI cita Tres importantes luchas en el frente filosófico de China. “Uno se divide en dos”, correctamente entendido como una forma concisa de expresar la ley de la unidad y lucha de los contrarios, abarca los dos aspectos de la identidad de los contrarios: primero, que los dos aspectos de una contradicción se condicionan mutuamente y coexisten en el mismo proceso, y segundo, que en determinadas condiciones los dos aspectos se transforman en su contrario (el aspecto más importante). En “Sobre la Contradicción”, Mao explica que la coexistencia y acondicionamiento mutuo de los contrarios corresponde a una situación de cambio cuantitativo (“reposo relativo”), y la transformación de los aspectos en su contrario, al cambio cualitativo, el salto en que el aspecto que fue secundario se vuelve principal y al revés (cambio manifiesto). Las dos fases son procesos de lucha de contrarios, y por lo tanto, procesos en que “uno se divide en dos”, pero en diferentes condiciones y momentos. Mao lo resume así: “Las cosas cambian constantemente, pasando del primero al segundo estado; la lucha de los contrarios existe en ambos estados, y la contradicción se resuelve a través del segundo estado. Es por esto que la unidad de los contrarios es condicional, temporal y relativa, en tanto que la lucha de los contrarios, mutuamente excluyentes, es absoluta”. “Sobre la Contradicción”, Obras escogidas, Tomo I, pág. 365.
  49. Por supuesto, si un entendimiento es erróneo o unilateral es correcto criticarlo, aún si fue formulado por unos de nuestros grandes líderes. Sin embargo, el principio de “uno se divide en dos” como la ley fundamental de la dialéctica es correcta y se debe dominar y aplicar y no repudiar.
  50. Resolución del Comité Central, octubre 2005: “Lo que esas discusiones e interacciones clarificaron fue que el camarada Laldhoj y otros camaradas no querían una escisión, no quedó ninguna diferencia básica aunque hubo diferencias en énfasis y ángulo respecto a algunas cuestiones relacionadas con la ideología de carácter prolongado, quedó un tipo de pensamiento similar en cuanto a la táctica contra la monarquía absoluta, el partido pudo ser llevado adelante con más unidad en el momento sensible de la historia por medio de la crítica y la auto-crítica, verbalmente y por escrito, las debilidades surgieron de varias dudas en el pasado.”
  51. Pekín Informa, 1976 (nuestra traducción).
  52. Del Décimo Congreso Nacional del Partido Comunista de China, adoptado el 28 de agosto de 1973.
  53. Bob Avakian, Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, 2007, en línea en revcom.us.
  54. *
  55. Bob Avakian, Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, 2007. bobavakian.net
  56. En el caso de la dictadura del proletariado también nos referimos a las formas de la dictadura del proletariado que abarcan alianzas de diferentes clases, particularmente la dictadura de nueva democracia o la dictadura democrática popular bajo la dirección del proletariado que Mao describe.
  57. No queremos decir que la revolución no puede desarrollarse más allá de las alturas alcanzadas durante la Gran Revolución Cultural Proletaria. Hay que examinar críticamente las debilidades y los grandes logros de la Revolución Cultural. Pero nuestro argumento básico es que la democracia para las masas tiene una relación dialéctica con el avance de la dictadura proletaria.
  58. También es importante señalar que Irán tiene un parlamento vigoroso y viable, contienda de partidos políticos y demás, en el marco de una teocracia.
  59. Ver en particular “Sobre dictadura democrática popular” y los cuatro artículos siguientes del tomo 4 de las Obras escogidas de Mao Tsetung que abordan el “Libro Blanco” redactado por Dean Acheson, un importante representante del imperialismo estadounidense, acerca de la revolución china.