“El actual debate sobre el sistema de Estado socialista” —Una respuesta del Partido Comunista Revolucionario, EU

Publicado originalmente en junio de 2006. Reproducido en Demarcations Nº 2, junio de 2012

El siguiente artículo fue escrito originalmente, en junio de 2006, para ser circulado entre los partidos y organizaciones del Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI). El artículo era una respuesta a un artículo escrito por Ajith del Partido Comunista de la India (Marxista-Leninista) [Naxalbari] titulado “El actual debate sobre el sistema de Estado socialista” publicado en la revista New Wave. Ese artículo estaba basado en gran parte en un material anterior, de 1998, en el que Naxalbari criticaba a K. Venu, ex dirigente del Partido Comunista de la India (Marxista-Leninista) [Comité de Reorganización Central]. Al artículo original Ajith le agregó algunos pasajes adicionales que hacen comentarios sobre algunos de los escritos del PCR,EU y también a los escritos de Bob Avakian incluyendo elementos de la nueva síntesis del comunismo de Avakian.

El artículo de Ajith hacía objeciones a la formulación de Avakian de “núcleo sólido con mucha elasticidad” con respecto al período de transición socialista. Ajith sostiene que el enfoque que Avakian plantea realmente no es diferente del planteado por Mao con su política de “que se abran cien flores, que contiendan cien escuelas de pensamiento” pero que eso se ha demostrado imposible por las condiciones actuales de la revolución socialista.

Adicionalmente, Ajith sostiene que debido a la “posición proletaria y partidarismo” del marxismo, éste no puede (y no debería tratar de) adaptarse al método científico utilizado en las ciencias naturales. El artículo de Ajith es así expresión de algunas tendencias teóricas y epistemológicas que existen desde hace tiempo en el movimiento comunista y que Bob Avakian ha estado identificando y luchando para que el movimiento comunista rompa con ellas. Una versión del artículo de Ajith ha sido publicada en línea. En junio de 2012 podía encontrarse en: http://thenewwave.files.wordpress.com/2007/10/nw-2-full-final-1.pdf.

Desde este intercambio inicial de artículos las diferencias aquí reflejadas han devenido en un conflicto cada vez más agudo en el seno de las fuerzas que han estado unidas en el Movimiento Revolucionario Internacionalista. Consideramos que este intercambio no es solo de interés para quienes buscan entender el origen de las diferencias en el movimiento comunista internacional, estos artículos también ayudan a ilustrar algunas de las implicaciones y consecuencias de dos diferentes líneas políticas e ideológicas. Este artículo se reimprime tal como apareció en 2006 con solo algunas ligeras modificaciones para respetar la confidencialidad de los intercambios dentro del Movimiento Revolucionario Internacionalista.


El camarada Ajith del PCI (M-L) (Naxalbari) ha escrito un artículo “El actual debate sobre el sistema de estado socialista” en el que presenta algunas posiciones claras y desarrolladas sobre varias cuestiones que están en discusión dentro del MRI y en el movimiento comunista internacional en general. La mayor parte del artículo se basa en un anterior material de crítica al culto de K. Venu a la democracia burguesa y a su “teoría de los aspectos no clasistas”. Nuestro partido ha escrito in extenso contra las desviaciones de Venu en un artículo titulado “Democracia, ahora más que nunca, podemos y debemos lograr algo mejor” escrito por el presidente Bob Avakian y publicado en el número 17 de Un mundo que ganar. No es nuestro propósito aquí centrarnos en las desviaciones de Venu ni examinar detenidamente los argumentos de Naxalbari contra éstas. Por el contrario, centraremos nuestros comentarios en las secciones del artículo que fueron agregadas recientemente como un medio de participar en la actual discusión dentro del MRI.

El artículo del camarada Ajith tiene el mérito de servir como una ventana hacia el enfoque y pensamiento del PCI (M-L) (NB), y de algunos otros, no solamente con respecto a algunos puntos específicos en discusión, sino que tiene que ver con cuestiones fundamentales de nuestra ideología. Encontramos en el artículo de Ajith un argumento que pretende justificar y aferrarse a algunas de las características propias de nuestro movimiento y pensamiento del pasado que es muy necesario reexaminar. Esto de ninguna manera quiere decir que el PCI (ML) (NB) sea el peor trasgresor a este respecto, al contrario, es de alabar que ha reconocido la importancia de la discusión en curso y está esforzándose por participar plenamente en ella. Además, el camarada Ajith enfatiza correctamente la gran importancia de las lecciones de la experiencia de Venu la que, en esencia, significa remplazar el marxismo-leninismo-maoísmo con una variante de la ideología de la democracia burguesa. Sin embargo, estamos convencidos de que la lucha del camarada Ajith en defensa de los principios del MLM se ve limitada por su rechazo a reconocer realmente las imperfecciones en el proyecto comunista. Sus argumentos reflejan el lastre que necesitamos desechar en nuestro Movimiento si realmente vamos a ser capaces de remontarnos hasta las alturas que necesitamos y es posible alcanzar en las circunstancias de hoy. Es con este espíritu que hemos preparado esta respuesta al camarada Ajith, esperando que al aguzar el debate en el MRI podamos dar los necesarios saltos y transformaciones que tan desesperadamente requerimos.

Partamos del mundo objetivo

El artículo de Ajith no se centra en el análisis de la actual situación objetiva en el mundo y esta respuesta no es el espacio para desarrollar nuestra propia y diferente comprensión. Sin embargo, vale la pena anotar que Ajith inicia su artículo “enmarcando” la discusión en lo que debe considerarse como una concepción subjetiva de la actual situación mundial. Nos enteramos por ejemplo que “la revolución es la tendencia principal en el mundo de hoy” y que “la situación mundial es más favorable a las masas revolucionarias que a los imperialistas”.

Hace mucho tiempo que los comunistas dejaron de sustituir la realidad con deseos. Es sólo “pretendiendo” que todos y cada uno de los conflictos reaccionarios, religiosos o nacionalistas son parte de la “ola en ascenso” de la revolución proletaria que puede hacerse tal valoración. Por ejemplo, hemos visto que muchas fuerzas comunistas por fuera del MRI, como el Partido Comunista de Filipinas y el Partido Comunista de la India (Maoísta), han saludado de manera acrítica la “resistencia iraquí”, ignorando que tiene un liderato reaccionario y tratándola como si estuviera jugando el mismo papel revolucionario que jugó el Frente de Liberación Nacional durante la guerra de Vietnam. Luego Ajith pasa a aseverar que los “audaces avances en la práctica”, especialmente el lanzamiento de guerras populares, servirán a poner el maoísmo al mando de la lucha revolucionaria mundial. Aunque nuestra actual comprensión es “sin duda capaz” de lograr esto según Ajith, “además” se requiere mayor desarrollo de la teoría.

Sin duda el camarada Ajith considera su afirmación como característica del optimismo revolucionario: la situación objetiva se desarrolla predominantemente en una dirección positiva, y la línea y comprensión del MRI tienen capacidad para lanzar guerra popular y así poner el maoísmo al mando de la lucha. Pero este cuadro de optimismo ciego es realmente sólo otro ejemplo de “verdad política”, la creencia de que la verdad se basa no en lo que realmente existe sino en lo que se considera útil para avanzar la lucha política.

Si nuestra comprensión realmente es adecuada y si la situación objetiva es predominantemente positiva, ¿qué explica la incapacidad del MRI o de la mayoría de los partidos y organizaciones que lo conforman de poder establecerse como el liderato de la lucha revolucionaria en el mundo hoy? Quedamos reducidos a la concepción subjetiva de “voluntad”. Que si solamente nos “atrevemos” a librar guerra popular, de alguna manera toda la situación cambiaría cualitativamente.

Ésta es una visión errónea en muchos sentidos. Primero, realmente presta un muy flaco servicio a los camaradas que, en varios casos, han tratado reiteradamente de iniciar o sostener lucha armada y lo han hecho heroicamente y con gran sacrificio. Por ejemplo, ¿cómo explica la concepción expresada por Ajith los repetidos fracasos de la revolución en Turquía o Bangladesh en alcanzar una etapa de guerra popular sostenida? Un enfoque subjetivo, la ceguera ante los problemas reales que enfrenta la revolución en diferentes países y a escala mundial, no llevará a avanzar la revolución.

Reiteramos, no es nuestra intención en este artículo analizar in extenso nuestra propia comprensión de la actual situación mundial.[1] El cuadro básico es que se ha agudizado enormemente la intensificación de las contradicciones del sistema imperialista mundial y esto está dando lugar tanto a nuevas ofensivas de los imperialistas como a nuevas oleadas de lucha y conflicto, tanto a peligros como a oportunidades, y que este hervidero de contradicciones lleva consigo las bases para que surja la revolución más poderosamente tanto en los países oprimidos como en las mismas ciudadelas imperialistas. No es cierto que “la revolución es la tendencia principal hoy en el mundo” en el sentido en que fue planteado por Mao en el apogeo de los levantamientos mundiales de los años sesenta.[2]*

El mismo grado de atracción y espontaneidad hacia el socialismo que caracterizaron ese período no son parte de la situación actual. Los comunistas siempre tenemos que “ir contra la corriente”, para usar las palabras de Mao, y eso es especialmente cierto en las complejas condiciones de hoy en las que se mantiene una atmósfera ideológica desfavorable a nivel internacional. Si vamos a hacer la revolución, los comunistas necesitamos comprender y actuar en el mundo objetivo como realmente es en todas sus contradicciones y movimiento. Desafortunadamente, veremos que en el artículo del camarada Ajith se defiende un enfoque que va en contra de una concepción materialista.

Centraremos principalmente nuestras observaciones en la última sección del artículo de Naxalbari que comienza “Adherirse a los principios y desarrollar la ideología”. En un nivel, este subtítulo podría parecer que dice la misma cosa que el muy correcto y profundo fragmento de la Declaración del MRI de que “la historia ha enseñado que los desarrollos creativos del marxismo (y no las falsas distorsiones revisionistas) siempre han estado inseparablemente ligados a una fiera lucha por defender y mantener los principios del marxismo-leninismo-maoísmo.[3] Pero el camarada Ajith concibe de una manera diferente y errónea el “adherirse a los principios”.

El camarada Ajith sostiene que “una de los piedras angulares de la desviación del CRC fue su alejamiento de la posición de clase proletaria. La filosofía y método que aplicó para analizar categorías como individuo o democracia, su idealismo, metafísica y tratamiento ahistórico de la cuestión, fueron una consecuencia.” (énfasis agregado). Aquí Ajith claramente separa “posición de clase” de filosofía y método. Sin embargo, para los marxistas, “filosofía y método” son medulares a la ideología proletaria, no algo que simplemente “resulta” de la posición de clase. ¿Qué significa “posición de clase proletaria” separada de la filosofía y método que junto con la posición de clase componen la ideología proletaria? Realmente esto sólo puede significar simples sentimientos de clase —por ejemplo, identificación con las masas, odio a las clases explotadoras, etc. A este respecto es útil tener en cuenta la observación de Chang Chun-chiao[4] quién afirmó que la “teoría es el factor más dinámico de la ideología”, no los simples sentimientos de clase. Unos correctos teoría, filosofía y método pueden llevar a la transformación de los sentimientos de clase, a la identificación con las clases explotadas, etc., mientras que una teoría que se aparta del MLM inevitablemente corromperá todo sentimiento proletario auténtico. ¿No hemos visto esto una y otra vez con respecto a los dirigentes revisionistas, muchos de quienes han provenido de las masas y han comenzado sus actividades revolucionarias con los intereses de las masas en sus corazones pero cuya orientación de clase ha cambiando cuando la revolución ha avanzado y han surgido nuevos retos? Han sido incapaces de enfrentar esto precisamente porque no han roto con el método y la concepción burgueses. Pero invertir esta relación, sostener que la gente desarrolla líneas y metodología revisionistas principalmente como consecuencia de sus sentimientos o emociones, es poner al revés la dialéctica. Si bien la experiencia de vida, los orígenes de clase y los sentimientos de clase, etc., sin duda juegan un papel en moldear a todo individuo y como tal pueden influenciar su “filosofía y método”, éste no es el aspecto principal que determina su ideología ni tampoco el papel que jugarán. El materialismo dialéctico e histórico debe regir el proceso de desarrollo de la línea, la teoría y la política y es esta línea ideológica y política lo que en esencia determinará si y qué tan plenamente un dirigente o un partido representan los intereses del proletariado. Al darle primacía a la “posición de clase” Ajith está afirmando que hay algo distinto al materialismo histórico y dialéctico, algo distinto a si una línea realmente corresponde al mundo material y sus leyes, y por tanto es una guía para la práctica, algún otro criterio de medida, que puede ser usado para decidir si una línea o un líder se han apartado de la ideología proletaria.

Quizás el lector nos acusará de derivar mucho de unas cuantas palabras del artículo de Ajith. Pero del posterior desarrollo de su argumento podemos ver que no es casual la primacía que le da a la “posición de clase proletaria” con respecto a la “filosofía y método” (materialismo dialéctico).

Un poco más adelante en la misma sección del artículo Naxalbari prende la alarma: “la misma cháchara insubstancial sobre ‘reexaminar los fundamentos del marxismo’ sin explicar lo que son exactamente, lleva la semilla de reducir el marxismo a una metodología separada de su posición proletaria y partidarismo”. No estamos seguros de a qué se refiere Ajith con “reexaminar los fundamentos del marxismo”. Nuestro partido no ha hecho un llamado general a tal “reexamen” pero ha insistido en la tarea de desarrollar y aplicar el marxismo a abordar los problemas de la sociedad y la revolución. Sin embargo, el comentario de Ajith es revelador en dos sentidos: primero, él insiste de nuevo en oponer “posición y partidarismo” a metodología. Segundo, Ajith está elevando la cuestión de los “fundamentos del marxismo” a una categoría especial que de alguna manera puede escapar del dominio del análisis crítico. Al hacerlo, Ajith presenta el marxismo, sus “principios fundamentales”, no como un método y enfoque científicos, no como producto y herramienta de investigación social, sino en esencia por fuera de este proceso.

Ajith pasa a discutir en detalle la relación entre el desarrollo del marxismo y la mayor acumulación de experiencia (práctica). “Si bien los nuevos avances en el marxismo surgen de la aplicación concreta y comprobación por medio de la práctica en un país específico, contienen la universalidad precisamente porque están guiados por los principios”. Este pasaje contiene dos errores fundamentales. Primero que todo, no es cierto que los avances en el marxismo necesariamente provienen de la “aplicación concreta y comprobación en un país específico”. Esto es fácilmente evidente si miramos el proceso mismo de la creación del marxismo. Marx y Engels desarrollaron su cosmovisión no principalmente a partir de una práctica específica en la que ellos estuvieron participando y mucho menos de las actividades en “un país específico”. Como Lenin enfatizó en su famoso artículo “Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo”, el marxismo fue forjado a partir de elementos del socialismo francés, la economía política inglesa y la filosofía alemana. En el mismo artículo Lenin prosigue analizando cómo el marxismo nunca “les hizo el quite” a los desarrollos de la sociedad humana en general y sabemos que de hecho durante la vida de Marx y Engels su teoría continuó desarrollándose sobre la base de la mayor experiencia acumulada de la humanidad en su conjunto (o al menos buena parte de esta experiencia acumulada que les fue accesible durante sus vidas). Marx y Engels abordaron no sólo todas las esferas de la lucha de clases (incluyendo su expresión ideológica) sino que también extrajeron muchísimo de los avances en la ciencia y en las técnicas de producción del siglo xix. En particular Engels prestó mucha atención a sintetizar los avances contemporáneos en la ciencia, por ejemplo Darwin, e integró estos nuevos descubrimientos en su pensamiento.

¿Y qué sobre los avances en el marxismo que provinieron más directamente de la lucha de clases, tales como la tesis de Marx respecto a la dictadura del proletariado y la necesidad de “destruir” la actual maquinaria del Estado, que en gran medida tomó forma más clara luego de que Marx sintetizara la experiencia de la Comuna de París? Aquí debemos señalar que Marx no estuvo dirigiendo la Comuna de París; de hecho los seguidores de Marx fueron una pequeña minoría de los activistas en la Comuna así que realmente no se puede decir que se estuvo “aplicando” el marxismo durante la Comuna de París. Sin duda es cierto que la Comuna de París le proporcionó a Marx una rica experiencia a sintetizar y también es cierto que la Comuna de París comprobó en la práctica varias tesis clave del marxismo que Marx y Engels habían estado sosteniendo durante décadas, la más importante la necesidad de la revolución proletaria. Pero este ejemplo muestra que la relación entre los avances en la teoría y su comprobación y mayor avance en la práctica es un proceso mucho más complejo que lo que parece sugerir Ajith en su artículo.

Sería también erróneo pensar que era correcto y necesario que Marx y Engels extrajeran su teoría de la experiencia acumulada de la humanidad pero que una vez establecidos estos “fundamentos” el marxismo sólo puede desarrollarse más a través del proceso de ser aplicado en la práctica revolucionaria. En realidad, éste es un error común que Ajith desafortunadamente justifica y teoriza en este artículo.

La experiencia de la lucha de clases (al menos si entendemos que esto incluye todas sus dimensiones) es de lejos el factor más importante cuando estudiamos o sintetizamos la historia humana. Pero aquí es necesario decir dos cosas: la lucha de clases no puede ser reducida a lo que las auténticas fuerzas comunistas están dirigiendo en forma directa en “un país específico”. Tal punto de vista nunca sería correcto, ni siquiera bajo circunstancias en las que amplias partes del mundo estuvieron bajo el dominio proletario y mucho menos en la situación de hoy cuando el movimiento comunista es muy débil. Todo intento por equiparar nuestra experiencia directa con la lucha de clases en su conjunto sería sumamente estrecho. Si se va a desarrollar el marxismo bajo las actuales circunstancias sin duda tenemos que prestar atención y sintetizar las más diversas luchas en las esferas económica, política, militar e ideológica. Muy pocas de estas luchas están bajo la dirección del proletariado y buena parte de la lucha de clases involucra luchas de otras clases intermedias, así como luchas dentro de la burguesía y las clases reaccionarias mismas (tales como la lucha de Al Qaeda, que es en esencia una lucha de unas clases y capas reaccionarias contra los imperialistas occidentales).

Si bien el análisis de clase es el fundamento del análisis marxista de los acontecimientos contemporáneos, tiene que hacerse de manera concreta y correcta. Por ejemplo, podemos ver también tendencias de muchas fuerzas a querer interpretar falsamente diferentes luchas y movimientos como expresiones de la contradicción entre el proletariado y la burguesía que no son nada de eso. De nuevo, para volver a nuestro ejemplo del fundamentalismo religioso, tratar de explicarlo como una expresión de la contradicción entre las dos clases principales, o verlo como parte de una naciente ola de la revolución proletaria como Ajith está a punto de hacerlo en la triunfalista introducción de su artículo, llevará al seguidismo y al abandono de nuestras responsabilidades. Por supuesto, la posición, el punto de vista y el método marxistas sí proporcionan la base para analizar correctamente fenómenos como el crecimiento del fundamentalismo religioso y para situarlos en las contradicciones de la sociedad contemporánea pero eso es diferente tanto de la tendencia de Venu (que Ajith denuncia) de declarar tales fenómenos por fuera del alcance del marxismo, como, de otra parte, a reducir el marxismo a un conjunto de preceptos y fórmulas en las que se hacen encajar los fenómenos objetivos.

El otro problema con la frase de Ajith que aborda la “universalidad” del marxismo es la razón que da al porqué los avances en el marxismo son universales. Él no argumenta que son universales porque son universalmente verdaderos, sino por el contrario porque se corresponden con los “fundamentos” del marxismo o se basan en ellos. Por ninguna parte está el criterio objetivo de verdad, que corresponda a la realidad material, y se mete otro criterio opuesto donde la verdad de alguna idea o teoría (su “universalidad”) está determinada por su consistencia con las premisas en las que se basa. Si esto fuera cierto los fundamentos del marxismo nunca podrían desarrollarse o cambiarse por la misma definición que Ajith propone. No es un cuadro prometedor para el futuro de nuestra ideología científica.

Ciencias naturales y ciencia social

Ajith sostiene que hay una diferencia básica en método y enfoque entre las ciencias naturales y la ciencia social. Aunque él admite que los principios fundamentales en las ciencias naturales son periódicamente reexaminados (por ejemplo, Einstein tuvo que reexaminar los principios fundamentales de Newton para poder explicar el Universo de manera más precisa y completa que lo que Newton había podido hacerlo), le niega esta misma necesidad a las ciencias sociales. Según Ajith, la ciencia social es cualitativamente diferente de las ciencias naturales debido a su “partidarismo de clase”.

“Si bien los hechos sociales son parte de la realidad objetiva, el proceso de identificarlos y buscar la verdad, así como el grado en el que la verdad puede ser sintetizada, están íntimamente ligados con la posición de clase. Si algo que se dice nuevo es realmente nuevo es en sí mismo un asunto de la lucha de clases, en la teoría así como en la práctica. Todo esto descarta el simplemente extender los métodos de las ciencias naturales al reexamen de las posiciones marxistas”. El argumento de Ajith encaja con el argumento de muchos oponentes burgueses del marxismo como el filósofo Karl Popper quién ha insistido en que el marxismo no puede ser considerado como una verdadera ciencia.

El planteamiento del camarada Ajith es confuso, pero debajo de esa confusión está la recurrente idea de “verdad política” como ha sido sostenida abiertamente por algunos en nuestro Movimiento. Sí, es cierto que el “proceso de identificar” los hechos sociales está ligado con la lucha de clases como Ajith plantea, pero no en la forma que él dice. Primero que todo, las clases explotadoras tienen intereses en atajar el descubrimiento de ciertas verdades y, lo que es más importante, su propio sesgo de clase puede ponerse como un obstáculo, como “anteojeras”, interfiriendo con su capacidad de descubrir verdades, incluso en las ciencias naturales donde, por ejemplo, las ideas religiosas se atraviesan en el camino de aceptar muchos avances como el hecho de que la Tierra gira alrededor del Sol y no es el centro del universo o el rechazo inicial de Einstein al principio de indeterminación de Heisenberg porque “Dios no juega a los dados con el universo”. En las ciencias sociales, la interferencia del sesgo de clase es tanto más flagrante como puede verse, por ejemplo, en el terco apego a las teorías de la inferioridad de ciertas “razas” o de la mujer. En realidad tiene que haber muy aguda lucha entre el proletariado y la burguesía en el campo de la metodología científica y la epistemología (el estudio de cómo se desarrolla el conocimiento). Pero el que sea cierta o no una idea o una teoría no depende de la lucha de clases sino por el contrario depende de si corresponde o no a la realidad objetiva, aunque el que la verdad sea reconocida como tal puede estar muy ligado con la lucha de clases. Tomemos, por ejemplo, la teoría del valor trabajo. Ésta es una ley objetiva que rige la sociedad capitalista y existía antes de que Marx y Engels la formularan. De hecho el economista político burgués británico Ricardo la entendió en buena medida. Sin embargo, la posición de clase de Ricardo y su identificación con los intereses de clase de mantener el statu quo muy probablemente lo cegaron para ver la fuente de la explotación capitalista y no pudo desarrollar su comprensión de la ley del valor al punto de comprender la naturaleza de la explotación capitalista que se basa en la característica particular de la fuerza de trabajo como la única mercancía capaz de producir valor. Así que aquí vemos concretamente cómo el punto de vista de clase en las ciencias sociales puede o acelerar o atajar el proceso de llegar a la verdad, pero no afecta la verdad en sí misma.

El marxismo es partidarista y es verdadero; pero no se puede decir que el marxismo es verdadero porque es partidarista. Hay un mundo de diferencia entre estas dos concepciones. En otras palabras, el proletariado no tiene intereses de clase que le impidan comprender el mundo objetivo y, por el contrario, necesita comprender el mundo objetivo lo más plena y completamente posible con el fin de cumplir su misión de liberar a la humanidad de la sociedad de clases. El marxismo es una concepción científica de la naturaleza y de la sociedad que refleja la realidad en el mejor grado posible y lo más cabalmente que la humanidad puede hacerlo en esta etapa de la historia. Y el marxismo revela la posibilidad y la necesidad de la revolución proletaria: es partidarista. Pero Marx y Engels no pretendieron construir una teoría para “servir” al proletariado, para crear “verdades” que pudieran de alguna manera ser útiles para que la clase obrera cumpliera una misión que Marx y Engels habían escogido de manera arbitraria o subjetiva. Marx y Engels querían cambiar el mundo; sin esa orientación ellos nunca hubieran descubierto las verdades que descubrieron. Pero su capacidad de jugar tan monumental papel en el proceso de transformación revolucionaria vino precisamente del hecho de que ellos en realidad aplicaron los principios científicos y el método científico a entender la sociedad humana y su desarrollo. Si Marx y Engels hubieran buscado construir la verdad en vez de descubrirla, por bienintencionados y “militantes” que pudieran haber sido, no hubieran logrado ir más allá que los diversos socialistas utópicos y otros reformadores que denunciaron la injusticia de la explotación de clases pero no pudieron entender en dónde estaban las raíces de la explotación de clases ni mediante cuál proceso se podía trascender tal sociedad.

El argumento de Ajith sobre los diferentes enfoques en las ciencias naturales y en las ciencias sociales es justamente lo contrario a lo que Engels recalcó en el Anti-Dühring. Engels plantea que si bien todas las ciencias sólo pueden aproximarse a la verdad (recalca que ni siquiera las matemáticas pueden pretender la verdad absoluta), algunas ciencias, debido tanto a las limitaciones en el conocimiento humano como a la complejidad del asunto en estudio (él menciona la biología) son mucho más “relativas” y por tanto más necesitadas de un constante reexamen de sus postulados, métodos y enfoques. Cuando aborda el estudio de la historia humana Engels recalca que nuestro conocimiento es aún más limitado y ridiculiza todo intento de encontrar verdades eternas.

Sin duda el rechazo de Ajith al “reexamen de los fundamentos” es en parte una reacción al rechazo de K. Venu a los principios básicos del marxismo. Definitivamente el caso es que el hecho de que el marxismo es sólo “relativamente” verdadero ha sido a menudo argumentado por quienes irían en contra de su misma esencia como en el caso de los revisionistas tipo Jruschov, los postmodernos y otros oponentes del marxismo, así como Venu. Pero los críticos y revisores del marxismo no pueden ser refutados simplemente sobre la base de que ellos se oponen al marxismo. Tiene que mostrarse cómo y por qué el método marxista explica correctamente el mundo objetivo y las tareas revolucionarias, y por qué las explicaciones y propuestas de nuestros oponentes no pueden explicar el mundo tan plena y correctamente ni servir como guía para la acción. Mediante este proceso de confrontar a sus críticos el marxismo será “reexaminado” continuamente en todos los aspectos, incluso en sus “fundamentos”, y esto es parte importante del proceso mediante el cual el marxismo —incluyendo sus “principios fundamentales”— se desarrollará y se hará aún más correcto, reflejando más plenamente la realidad.

El marxismo reconoce la existencia de la verdad absoluta, es decir la existencia y cognoscibilidad del mundo objetivo, pero también reconoce que nuestra comprensión sólo puede aproximarse a esta verdad y pasa por etapas de menor a mayor comprensión.[5] El problema es que a menudo en nuestro movimiento el problema de la verdad absoluta y la verdad relativa ha sido puesto “al revés”. Es decir, tratar la (necesariamente relativa) comprensión actual del MCI de una manera “absolutista” (argumentando no reexaminar los fundamentos) va de la mano con no darle primacía a la existencia del mundo externo y sus leyes. En este enfoque patas arriba, las ideas pueden considerarse absolutamente correctas porque no se necesita que correspondan al mundo, como realmente es.

Según Ajith podemos abandonar “modelos” pero no reexaminar los fundamentos. Como él mismo señala en su ejemplo sobre lograr una más profunda comprensión de la cuestión de las castas en India, nuestra comprensión de los fundamentos puede profundizarse a medida que son aplicados a nuevas esferas de investigación. Pero es metafísico decir que no hay relación entre “profundizar” y “reexaminar”. El marxismo no está demostrado (examinado) “de una vez por todas”, no pretende representar la verdad absoluta, debe confrontar constantemente nuevos problemas de análisis y nuevos ataques y en el curso de hacerlo cambiará nuestra comprensión de los principios fundamentales, y lo que llamamos “principios fundamentales” también sufrirán transformación. Por ejemplo, alguna vez fue considerado un “principio fundamental” que la revolución estallaría primero en los países industrializados más avanzados y no en las colonias y los países y regiones más atrasados del mundo. ¿O este principio era sólo un “modelo”? En todo caso, los cambios en el mundo, especialmente el desarrollo del imperialismo, requirieron que esta idea fuera desechada. De manera similar, muchas enseñanzas erróneas de Stalin, como la idea de que no existían clases antagónicas bajo el socialismo, fueron consideradas como “principios fundamentales” no sólo por el mismo Stalin sino por el MCI en general. Pero hemos llegado a comprender la importancia de romper con aquellos aspectos del pensamiento de Stalin que no corresponden con el mundo objetivo, con la verdad.

No es el caso que sólo las conclusiones, análisis políticos y demás han tenido que ser “reexaminados” y, en algunos casos, cambiados drásticamente o incluso descartados. Veamos unos cuantos casos en los que los principios fundamentales de la ideología necesitaron ser reexaminados. Marx y Engels consideraron “la negación de la negación” tomada de Hegel como un principio básico del materialismo dialéctico[6] y este “fundamento” fue específicamente defendido por Stalin y todo el movimiento comunista internacional. Sin embargo, esta concepción simplemente no era correcta, y va contra la concepción medular del materialismo dialéctico y fue necesario que Mao criticara el concepto de “negación de la negación”.

Similar a este concepto de “negación de la negación” (y de hecho vinculado a éste) está un concepto no científico de “el inevitable triunfo del comunismo” que desde hace tiempo ha predominado en el movimiento comunista. Incluso hoy hay camaradas que aún cargan con esta idea metafísica. ¿Es inconcebible que la Tierra sea destruida por algún tipo de catástrofe (colisión con un cometa, por ejemplo)? ¿Y si ese improbable evento sucediera dentro de los próximos siglos, no podría impedir el triunfo del comunismo? Aquí debemos señalar que aunque las posibilidades de tal hecho calamitoso son minúsculas, cualquier posibilidad real, científica del mismo es suficiente para descartar la filosóficamente infundada concepción de “inevitabilidad” aunque tal remota posibilidad pudiera tener ninguna o pocas implicaciones para las tareas revolucionarias de llevar a cabo la revolución en el planeta. Además existe la posibilidad (que desafortunadamente el dominio de las clases explotadoras hace mucho más probable la destrucción del planeta que el cometa errabundo) de que la humanidad misma pueda, mediante una guerra nuclear total o la destrucción masiva del ambiente, borrar o al menos dañar la especie humana a tal grado que el comunismo se haga imposible. En realidad, el evitar esta última posibilidad de la autodestrucción de la humanidad es un importante terreno y centro de la lucha y una de las claras razones por las que la revolución proletaria, aunque no inevitable, es necesaria y urgente. Así que aquí de nuevo vemos que un principio, el del “inevitable triunfo del comunismo”, que la mayoría de los comunistas alguna vez consideraron “fundamental”, tiene que ser descartado. Es más correcto ver que es “coherente” con la historia de la humanidad que hay tanto una tendencia hacia el comunismo como una necesidad de lograrlo. Pero cuándo será realidad el comunismo, e incluso si será realidad, también depende de las acciones conscientes de mujeres y hombres en desarrollar y dirigir la revolución proletaria a la victoria.

Además, como se mencionó antes, el marxismo, si va a mantenerse como la ideología más científica, correcta y revolucionaria, requiere que se aprenda y empape de todas las verdades que están siendo constantemente descubiertas en todos los campos del esfuerzo humano. Esto es parte importante de lo que representa la declaración de Mao de que el marxismo “abarca pero no remplaza” las otras ramas de la ciencia. Una tremenda cantidad de nuevos conocimientos están siendo adquiridos en cada esfera y es imposible que el marxismo pueda permanecer sin ser tocado, ni cambiado, en el proceso. Y todo intento por hacer eso, por “levantar un muro” entre el marxismo y las otras ciencias, sólo garantizaría que el marxismo sufriera el más desafortunado cambio de todos: que se transformara en un dogma rancio e inerte incapaz de dirigir la revolución adelante ni de descubrir nuevas verdades en el proceso.

Consideremos todo lo que se ha conocido en décadas recientes acerca de la historia inicial de la humanidad gracias a los avances en la lingüística, los estudios del ADN, la arqueología, etc. O veamos los importantes descubrimientos de las últimas décadas sobre el origen del universo y los debates que eso ha desencadenado en la comunidad científica y más ampliamente. ¿Es posible que estos descubrimientos no influencien nuestra comprensión del materialismo dialéctico e histórico? Preguntémonos qué actitud hubieran tomado Marx y Engels si ellos tuvieran la oportunidad de presenciar estos excitantes desarrollos. ¿Tendrían miedo de reexaminar los “fundamentos”, o podemos esperar que saludarían la oportunidad de que sus teorías fueran más probadas (¡”examinadas”!) por los continuos logros de la humanidad y ajustarían, modificarían o incluso descartarían aquellas partes de su teoría que pudiera demostrarse que no corresponden por completo a la continua profundización por parte de la humanidad de la comprensión del mundo objetivo? Recordemos cómo lo planteó Lenin: “para los materialistas el mundo es más rico, más vivo, más variado de lo que parece porque con cada paso en el desarrollo de la ciencia se descubren nuevos aspectos”[7]. Quienes estamos siguiendo los pasos de Marx, Lenin y Mao debemos apuntar tan alto como apuntaron ellos.

La nueva síntesis en desarrollo de Bob Avakian

La insistencia en que la actual comprensión del movimiento comunista es adecuada para las tareas revolucionarias de hoy, la insistencia en que el marxismo tiene que ser tratado de manera cualitativamente diferente que otras formas de ciencia, el confundir la relación entre los principios fundamentales y el análisis concreto, le dificultan a Ajith entender o aceptar la nueva síntesis que Bob Avakian está haciendo con respecto a la experiencia histórica de la dictadura del proletariado.

El camarada Ajith escribe: “En una reciente charla el camarada Bob Avakian señala la necesidad de una ‘…síntesis de los puntos que se enfatizaron en la polémica contra K. Venu y algunos argumentos planteados por John Stuart Mill’. Al explicar la opinión de Mill de que ‘no es suficiente con escuchar las posiciones planteadas por quienes se les oponen, es necesario escuchar también a los ardientes defensores de esas posiciones’, plantea que tenemos que incorporar más de esto en la dictadura del proletariado. Ésta es la base de la formulación ‘un núcleo sólido con mucha elasticidad’. De modo significativo, no hay nada aquí sobre el institucionalizado papel orientador del partido del proletariado dentro del sistema de Estado socialista”.

Hay varios problemas con el argumento de Ajith, pero incluso para comenzar a responderlos es necesario primero protestar enérgicamente contra la distorsión de lo que el camarada Avakian realmente dice. A Ajith le gustaría que el lector creyera que “no hay nada aquí sobre el institucionalizado papel orientador del partido del proletariado” cuando la misma cita de Avakian que él está criticando habla de una “síntesis de los puntos que fueron enfatizados en la polémica contra K. Venu”. ¿Y cuáles fueron los puntos planteados en la polémica con Venu? La necesidad de mantener “el institucionalizado papel orientador del partido” se enfatiza una y otra vez en todo ese artículo y de muchas maneras puede considerarse su punto central. Así que debe quedar muy claro que Avakian está llamando específicamente a defender la posición y enfoque básicos que él desarrolló exhaustivamente en su polémica contra Venu, incluyendo la muy central cuestión del papel orientador del partido, si bien incorporando y refundiendo el aspecto correcto reflejado en el principio mencionado por John Stuart Mill de la necesidad de escuchar opiniones contrarias expresadas por su más vigorosos proponentes (y no sólo la caracterización de sus argumentos por sus oponentes).

El camarada Ajith sostiene que Mao Tsetung ya había reconocido la importancia de “permitir ideas contrarias” con el famoso llamado “Que se abran cien flores y contiendan cien escuelas de pensamiento” pero que “los límites en implementar realmente estas políticas son también parte de las experiencias históricas del proletariado internacional”. Básicamente lo que Ajith está sosteniendo es que no hay nada nuevo en lo que Avakian está planteando y, además, que las contradicciones en el mundo real hacen imposible imaginar una manera diferente de manejar los problemas de la dictadura del proletariado.

Antes en el mismo pasaje Ajith señala que la Gran Revolución Cultural Proletaria constituyó una grandiosa experiencia en desencadenar a las masas y practicar la democracia de masas sobre la base de mantener y fortalecer la dictadura del proletariado. Por supuesto, esto representa una piedra angular de la concepción reflejada en la Declaración sobre la que ha sido construido el MRI. Pero no es suficiente restringirnos a esta comprensión y contentarnos con simplemente defender esto contra los oponentes del marxismo revolucionario, por importante que siga siendo esta tarea. Con la retrospectiva de varias décadas y mirando toda la época histórica de la revolución proletaria hasta la fecha, es más posible identificar algunos de los errores que estuvieron asociados con la GRCP y con cómo Mao y los revolucionarios en China estaban viendo los problemas de avanzar la revolución socialista en China, y desde nuestra nueva posición privilegiada podemos comprender mejor los esenciales y realmente pioneros logros de la GRCP bajo la dirección de Mao.

La nueva síntesis que Bob Avakian está desarrollando está muy arraigada en el enfoque científico crítico elaborado por Marx y Engels y desarrollado por Lenin y Mao. La cuestión es que ahora es más posible ver cómo la GRCP se “divide en dos”, es decir, es más posible identificar aquellas concepciones, enfoques y políticas aplicados en la GRCP que no contribuyeron a resolver realmente los problemas de la transición socialista, o eran contradictorios y contenían características erróneas que realmente obstruyeron el camino por el que Mao estaba tratando de llevar a las masas en China y que representa el aspecto abrumadoramente principal. Una vez se hace posible ver las deficiencias en la experiencia revolucionaria, una vez algunas de estas deficiencias han sido identificadas y analizadas como lo viene haciendo el camarada Avakian, no debemos temer abandonar aspectos de nuestra anterior comprensión que eran incompletos o erróneos.

El camarada Avakian lo resumió de esta manera: la nueva síntesis es “lidiar con las contradicciones del mundo real, hacer un balance del fin de una etapa (la primera etapa de las revoluciones socialistas), aprender lo que se pueda aprender de esa etapa, sacar las lecciones correspondientes y lidiar con aspectos, aspectos importantes, de las contradicciones del mundo real que son nuevos. Es una síntesis que implica tomar lo que fue positivo de la experiencia previa, examinarlo y descartar lo que fue negativo, reconfigurar parte de lo positivo y presentarlo en un nuevo marco.”[8]

El concepto de “núcleo sólido con mucha elasticidad”, un concepto central de la nueva síntesis de Bob Avakian, tiene aplicación en muchos niveles. Cuando Avakian habla sobre “núcleo sólido con mucha elasticidad” aplicado al problema de la sociedad socialista está hablando sobre cómo mantener el “núcleo sólido”, que es la dictadura del proletariado, el papel orientador del partido y su ideología científica, y sobre esa base promover “elasticidad”, es decir, el activo involucramiento e iniciativa de amplios sectores de las masas y capas intermedias muchos de quienes no adhieren a la ideología comunista, o al menos no por completo, que pueden objetar aspectos incluso importantes de la línea y política del partido, y que pueden incluso discrepar sobre qué transformaciones en la sociedad esperan ver. Es en este sentido que el camarada Avakian ha hablado de un “frente único bajo dirección proletaria” que existe a lo largo de todo el periodo de transformación socialista. Este concepto de frente único bajo dirección proletaria y “elasticidad” involucra también una concepción de más amplio alcance hacia el debate y la discusión en la sociedad socialista que el que se ha practicado por lo general en anteriores países socialistas. Esto incluye definitivamente involucrar a las masas básicas en todos los aspectos de la vida política pero también significa que las opiniones y puntos de vista de los no comunistas e incluso de algunos opositores al partido y al sistema socialista tienen que ser parte del debate político y el fermento intelectual en la sociedad socialista, incorporado dentro del marco de la dictadura del proletariado. Esto es necesario para mantener un correcto enfoque de unidad y lucha con elementos no comunistas en la sociedad socialista y, como lo analizaremos más adelante, está ligado a cómo las masas proletarias mismas tienen que estar más “aptas para gobernar”.[9]*

De hecho, todas las anteriores sociedades socialistas han tenido un aspecto de “frente único” porque es necesario e inevitable que grandes cantidades de personas, de diferentes clases y capas, que no están de acuerdo con el programa comunista, sean unidas en el curso de la revolución proletaria y la transformación socialista. Al mismo tiempo hay que decir también que al no reconocer este carácter de “frente único” de la sociedad socialista a menudo se han cometido errores en cómo los comunistas han manejado las relaciones entre ellos y estos otros sectores. Estos errores pueden tener un carácter derechista o de “izquierda”. Por ejemplo, si se cree falsamente que en una sociedad socialista la abrumadora mayoría acepta o se adhiere al punto de vista proletario se pasarán por alto muchas concepciones erróneas, se subestimará la necesidad de librar la lucha ideológica y se permitirá que muchas ideas revisionistas pasen como “marxismo” mientras sus proponentes prometen fidelidad al “institucionalizado papel orientador del partido”, todas ellas clásicas desviaciones de derecha. De otra parte, considerar la adhesión al marxismo como un requisito para la auténtica participación en la vida ideológica en una sociedad socialista ahogará la iniciativa de muchos de los que pueden y deben ser unidos en el proceso de la revolución socialista. Hemos visto ambos tipos de errores en la historia de los países socialistas, a menudo en combinación —es decir, un ahogamiento burocrático del debate junto con un revisionismo rampante y tolerado. Pensemos en la declaración de Enver Hoxha de que Albania se había convertido en “el primer Estado ateo del mundo” y en la proscripción que hiciera de toda forma de culto religioso (salvo, por supuesto, la particular forma de dogmato-revisionismo que Hoxha erigió como nueva religión de Estado en Albania).

En particular, podemos ver que ha habido graves errores en las políticas adoptadas con respecto a los artistas e intelectuales en las anteriores sociedades socialistas, primero en la URSS especialmente durante el período de Stalin y también, en un grado menor pero importante, en la China revolucionaria bajo el liderazgo de Mao. Sin duda es cierto que Mao estuvo lidiando con este problema toda su vida y, como anota Ajith, llamó a “que se abran cien flores y compitan cien escuelas de pensamiento”. Más importante aún fue toda la experiencia de la Gran Revolución Cultural Proletaria que representó un grandioso paso adelante en la defensa y fortalecimiento de la dictadura del proletariado, desencadenando la iniciativa y proporcionando un instrumento masivo para el debate y discusión en el seno de las masas y el análisis crítico de todos los aspectos de la sociedad socialista. Nuestro aprecio y defensa de Mao no significan que nuestra comprensión tenga que estancarse —y de hecho, no puede estancarse y todo intento de hacerlo sólo garantizará que el pensamiento retroceda y se osifique al punto en que tenga poco en común con la intrépida y pionera concepción de Mao.

Hubo casos en la actividad de las ciencias naturales en los países socialistas en que lo que se consideraba políticamente conveniente o que parecía corresponder al marxismo llevó a graves violaciones del método científico y a conclusiones erróneas. El más conocido de estos incidentes fue el caso Lysenko en la URSS bajo Stalin. La discusión en los círculos científicos soviéticos era sobre si las características genéticas podían ser “adquiridas” y luego pasadas a los descendientes, como sostenía Lysenko. El partido se apresuró a concluir que Lysenko estaba en lo correcto y lo respaldó con toda su autoridad. La consecuencia fue no solamente una errónea conclusión en genética sino una profunda convulsión en los círculos científicos más en general. En China, parece ser el caso que los revolucionarios atacaron erróneamente a algunos matemáticos por trabajar en problemas teóricos (como la conjetura de Goldbach) porque no tenían una aplicación práctica conocida, demostrando así una comprensión demasiado estrecha de la relación entre la teoría y la práctica y de la necesidad de que el trabajo de los intelectuales sirva a las masas populares.[10] Es correcto y necesario luchar por vincular al personal científico y técnico con las masas y porque su trabajo satisfaga las necesidades de las masas y de la sociedad —entendida en sentido amplio— pero esta dialéctica es compleja, y no debe ser tratada de una manera lineal o mecánica “uno a uno”.

Estos ejemplos muestran una especie de visión utilitarista hacia la ciencia y las matemáticas, viendo este aspecto del conocimiento humano sólo desde el estrecho punto de vista de cómo la ciencia y las matemáticas pueden “servir” al proletariado, ya sea en la lucha de clases o en la lucha por la producción.

De hecho, es correcto y necesario que el proletariado dirija el trabajo en el frente científico y tecnológico y ésta fue una esfera importante de la GRCP. Por ejemplo, fue necesario establecer el principio de “rojo y experto”, que significa que se necesita que la conciencia comunista sea el aspecto principal que guía el trabajo en estas esferas contrario al argumento revisionista de poner al mando el concepto sin clases de “experticia” —lo que en realidad significa que los viejos expertos dirigirán estas áreas de la vida social de acuerdo a las viejas relaciones, hábitos y división del trabajo burgueses. Pero está la cuestión de cómo dirigir. Aquí de nuevo vemos la importancia del comentario de Mao de que el marxismo “abarca pero no remplaza” a las otras ciencias —ellas no son y no deben ser consideradas “por fuera de los límites” del proletariado y su ideología revolucionaria. Pero en el empeño por revolucionar estos sectores hubo también una clara tendencia a aplicar un enfoque mecánico uno-a-uno entre el trabajo en los frentes científico y técnico y las necesidades inmediatas de la revolución proletaria. No debe decirse, por ejemplo, que los esfuerzos intelectuales que no tengan aplicación inmediata a la lucha de clases o a la producción no tienen un papel positivo en la sociedad socialista. Todas las verdades que se descubren mediante la experimentación científica, por ejemplo, hacen parte de la materia prima de la cual puede surgir una más completa y más correcta comprensión del mundo.

En el mismo sentido, parte de la nueva síntesis que Bob Avakian está desarrollando involucra el diferenciar entre el papel histórico del proletariado como medio para lograr el comunismo (lo que él irónicamente describe como la “posición parecida a dios que tiene el proletariado”) y la fijación con los proletarios como son en un momento dado. Esta diferencia tiene que ver mucho con cómo entendemos la dictadura del proletariado y sus relaciones con otras clases y capas. Podemos ver que estas dos concepciones radicalmente diferentes sobre el papel del proletariado han sido parte de la historia del MCI, en diferentes proporciones y a menudo entrelazadas. La revolución socialista tiene que remplazar la dictadura de las clases explotadoras con una dictadura de los anteriormente explotados pero el propósito tiene que ser crear, paso a paso, las condiciones para que la humanidad trascienda por completo la época de la sociedad de clases y la división del trabajo que ésta incorpora. No pretendemos crear el “reflejo en el espejo” de la actual sociedad en el que sólo cambia de lugar la posición de oprimidos y opresores. El proletariado debe gobernar —pero no porque anteriormente ha sido oprimido ni porque, junto con sus aliados, representan la mayoría de la población. El proletariado debe gobernar porque sin su dictadura, sin su control de las palancas políticas y económicas de la sociedad (en amplia unidad con las clases y capas aliadas), será imposible erradicar el capitalismo y la sociedad de clases. Si no se capacita y se hace consciente de su misión al proletariado, la revolución proletaria muy pronto se reducirá a simplemente mejorar la suerte de los otrora explotados (lo que, a fin de cuentas, muchos regímenes reformistas han logrado en uno u otro grado) y, lo que es más importante, la poderosa fuerza espontánea de la producción de mercancías, de la división del trabajo, etc., rápidamente llevará al resurgimiento de una nueva burguesía. Mao captó bien esta dialéctica cuando popularizó la declaración de Marx que “el proletariado sólo puede liberarse a sí mismo liberando a toda la humanidad”.

Mao se centró mucho en este problema durante la GRCP, en especial en cómo hacer consciente al proletariado de su papel histórico y de cómo transformarse a sí mismo mediante la revolución. Pero esto no significa que él o los revolucionarios en China fueran inmunes a algunas de las concepciones erróneas anteriores en el movimiento comunista. Estas salieron a la luz de muchas formas en la GRCP, por ejemplo la tendencia de importantes facciones de los guardias rojos a restringir la militancia a jóvenes cuyas familias tenían un “buen origen de clase”, o las tendencias a promover sentimientos de “venganza” contra los privilegiados círculos intelectuales, y por tanto no haciendo posible unir y transformar estos sectores en el grado que era posible. Por supuesto, dentro de la corta y turbulenta década de la GRCP podemos ver un avance hacia una más correcta comprensión de algunas de estas cuestiones. Por ejemplo, la base de la denuncia contra Liu Shao-chi incluía un significativo esfuerzo por pintarlo como un capitulador desde el comienzo de la revolución china. Esta descripción al parecer es inexacta, otro ejemplo de “verdad política”, que en este caso desvió la atención de la verdadera procedencia de la burguesía en China.[11]

En el campo del arte también se han cometido errores similares de trazar un vínculo “uno a uno” demasiado directo entre la política y otros aspectos de la vida social. ¿Cómo ejerce la vanguardia comunista su liderazgo en este campo? En la URSS algunas veces hubo oficialmente tendencias a dejar ciertas esferas culturales sin ser tocadas por la revolución o en otros casos hubo una clara tendencia a que críticos aprobados hicieran apresurados y arrolladores juicios sobre obras culturales, lo que tendió a sofocar la creatividad en las artes y a promover una comprensión unilateral de la relación entre arte y política. Durante la GRCP Mao correctamente enfatizó el hecho de que la lucha de clases encuentra expresión en la esfera del arte y la literatura y que este campo no puede ser dejada al control de la burguesía. Uno de los grandes frutos de la GRCP fue que el proletariado y las masas entraron en campos que anteriormente les estaban vedados y al desarrollarse la Revolución Cultural se hicieron verdaderos avances al crearse “obras modelo” de alta calidad como la ópera El destacamento rojo de mujeres o la película Rompiendo con las viejas ideas, que mostraron heroicas imágenes de las masas populares y exaltaron su lucha revolucionaria. Pero también en este campo es posible y necesario tener en cuenta una tendencia negativa, aunque secundaria, a ligar muy estrechamente el trabajo en el frente artístico con objetivos políticos inmediatos. Sí, se necesitaron las obras modelo y jugaron el papel clave en desbrozar un nuevo camino y en abrirles teatros a las masas por primera vez. Pero también es necesario permitir y estimular otros esfuerzos artísticos y para hacerlo no es correcto ni necesario que cada obra esté directamente supervisada por los representantes del proletariado en la esfera cultural. Sí, es absolutamente necesario que el proletariado dirija las esferas del arte, la cultura y la educación pero no son asuntos fáciles el cómo se debe ejercer esa dirección ni su contenido. Si se entiende mal la dirección proletaria considerándola como que toda obra artística debe servir directamente a la lucha política, el resultado será un enfoque mucho más restrictivo y serán inevitables graves errores. Además, es posible ver por ejemplo en Rompiendo con las viejas ideas algunas de las concepciones unilaterales de lo que significa que el proletariado dirija el trabajo intelectual, tal como la crítica a enseñar la anatomía de los caballos porque no los había en la región donde estaba localizada la escuela técnica, de la que trataba la película. Del mismo modo la película describe la lectura de libros extranjeros sólo como “hacer un reconocimiento del enemigo” como si en tales libros no hubiera nada positivo que se necesitara aprender y asimilar, así como criticar.

Otro ejemplo de algunos de los enfoques erróneos en la esfera artística puede verse tanto en la URSS bajo Stalin como durante la Revolución Cultural en las que se dieron tendencias a considerar una u otra forma cultural como intrínsecamente proletaria o intrínsecamente burguesa. En tal enfoque también salió a flote el nacionalismo, como puede verse, por ejemplo, en ignorantes comentarios de la prensa China acerca de la “decadencia occidental” del jazz y el rock and roll, cuando en realidad buena parte de las corrientes progresistas e incluso revolucionarias en la cultura occidental se encontraban en esas formas. Habrá una multitud de formas artísticas que florecerán bajo el socialismo.

Aquí de nuevo vemos la importancia del “núcleo sólido con mucha elasticidad” que ha estado planteando Bob Avakian. Tiene que haber un centro dirigente y una orientación proletarios para la sociedad pero este centro no puede y no debe pretender orquestar todos los aspectos de la vida política, social y cultural. Debe haber espacio para la divergencia, la experimentación, las escuelas contrarias y el disentimiento. Este problema tiene particular pertinencia en el trato con los intelectuales precisamente porque ellos son entrenados para “trabajar con las ideas” y los métodos burdos o mecánicos tendrán consecuencias negativas inmediatas. Pero la necesidad de una atmósfera vibrante y estimulante es también justa y necesaria para las masas. Si ellas van a dominar realmente la sociedad deben también estar cada vez más preparadas para trabajar con las ideas de una manera omnímoda y crítica.

Mao y los revolucionarios en China llamaron a las masas a “preocuparse por los asuntos del Estado” y las llamaron a jugar un papel activo en la lucha de dos líneas y esta democracia de masas en una escala nunca antes vista fue en verdad una gran escuela para el pueblo. Pero también tenemos que reconocer que no es un asunto sencillo superar la desventaja que la educación, la cultura y la división del trabajo de la sociedad han impuesto sobre las masas y que tiene que haber todo un proceso de “hacerse aptas para gobernar” como planteara Marx, y este proceso debe incluir, como característica central, dominar no sólo las conclusiones del marxismo sino también la más difícil tarea de dominar el enfoque crítico y el método del marxismo.

Toda la etapa de transición socialista será un período de conmoción, disentimiento y contradicción. Aunque, en sentido general, este proceso tiene que ser dirigido, no puede dirigirse de una manera lineal y mecánica. Parte de “dirigir” significa desencadenar un proceso cuyo curso no puede ser previsto, poner a las masas en el vórtice del candente debate y a que, junto con el partido, entren en el proceso de descubrir qué es correcto y qué es erróneo y sintetizar una correcta comprensión de cómo la transformación socialista puede avanzar a una determinada etapa. Es en este contexto que el camarada Avakian está planteando la importancia de incorporar el “principio de J.S. Mill” en el marco de la dictadura proletaria, es decir, de permitirles a los más convincentes y apasionados oponentes presentar sus argumentos, participar en debates públicos y publicar algunos libros. Si queremos el pleno florecimiento del debate y la discusión en el seno de las masas —y captar el indispensable papel de eso en el complejo proceso de que las masas se conviertan cada vez más en amos de la sociedad— debemos atrevernos a exponer a las masas a la discusión de una amplia variedad de concepciones políticas e ideológicas, y a involucrarlas en ésta. Es cierto que la experiencia muestra que es difícil llevar a cabo esta política —los reaccionarios y contrarrevolucionarios siempre tratarán de aprovecharse de cada oportunidad e intentarán tomarse el poder. Pero la revolución está llena de dificultades y peligros y de hecho la historia también ha mostrado que no hay otra forma de garantizar que el socialismo avance durante largo tiempo.

El “núcleo sólido con mucha elasticidad” es una descripción de cómo la sociedad socialista puede ser dirigida a avanzar hacia el futuro comunista en medio de complejas y cambiantes contradicciones. Es una concepción que representa una ruptura más con pasadas concepciones erróneas de partido monolítico, etc., y que también deslinda claramente con el pluralismo burgués y la democracia burguesa. Como ha señalado el camarada Avakian, no es difícil defender la completa elasticidad (el pluralismo) aunque la naturaleza de la sociedad de clases hace imposible implementar tal política salvo como pluralismo burgués (es decir, ocultando la dominación de clase de la burguesía bajo el rótulo de democracia). Bob Avakian ha planteado cuatro objetivos cruciales del “núcleo sólido”: mantener el poder político; ampliar el núcleo sólido; luchar por las condiciones que puedan llevar hacia la abolición del núcleo sólido; y aumentar la elasticidad en cada paso del camino. Esto está en concordancia y da más amplia expresión al objetivo de que el Estado proletario sea un nuevo tipo de Estado, muy diferente de toda forma anterior de Estado, que existe no sólo para ejercer la dictadura sobre la burguesía, sino para hacer posible la misión histórica del proletariado: crear una sociedad sin clases y, en el proceso, eliminarse a sí mismo y a la necesidad de un Estado.

Los problemas de la revolución socialista son intrincados y complejos, pero la cuestión de manejar correctamente el disentimiento concentra en gran medida la contradicción entre garantizar que la revolución avance en dirección al comunismo, movilizando y desencadenando hacia ese fin a todas las fuerzas potencialmente positivas en la sociedad, a la vez que siendo capaz de mantener la dictadura sobre las fuerzas de la restauración capitalista que inevitablemente tratarán de beneficiarse y de pervertir el tipo de extendida democracia socialista a que se está llamando.

Ajith sostiene que la experiencia en la URSS y en China muestra que tanto Lenin como Mao estaba dispuestos a permitir el disentimiento, el debate democrático a gran escala, la elección directa por las masas de sus representantes (el principio de la Comuna de París), etc., pero que las restricciones de mantener el poder político los obligaron a actuar de otra manera. Ajith habla de “la contradicción entre su orientación [la del partido] y su aplicación concreta en diferentes circunstancias”. Pero esta formulación es otro paso en el peligroso camino hacia la “verdad política” y la “realpolitik”. Sin duda existe siempre una contradicción entre una “orientación” del partido (la línea ideológica y política en general) y la aplicación concreta de esta línea y esto es siempre cierto para cualquier partido, esté o no en el poder. Pero nosotros entendemos esta contradicción como una unidad de contrarios (línea y práctica) dónde la línea dirige y guía la práctica y dónde la práctica prueba la línea y proporciona materia prima (junto con otra experiencia o materia prima que provenga de la sociedad en general) para que la línea avance más o pueda ser corregida. Lo que Ajith está proponiendo es algo diferente: podemos tener una “orientación” comunista pero la “aplicación concreta” no puede evitar utilizar métodos que vayan en contra de esta “orientación”. En vez de dialéctica se tiene dualismo (un problema al cual volveremos más adelante): no se necesita, y si seguimos el enfoque de Ajith en realidad no se puede, que nuestras ideas guíen por completo nuestra práctica, la “aplicación concreta”

Si la “orientación” no dirige y guía la “aplicación concreta”, proclamar que se busca el comunismo puede convertirse en nada más que una cortina y una vacía verborrea que ocultan la explotación de clase. No debemos olvidar que incluso la burguesía revolucionaria proclamó “libertad, igual y fraternidad” y ocultó la realidad de la explotación de clase. No debemos dejar de recordar la amarga experiencia de los revisionistas modernos quienes de palabra nunca renunciaron a la meta final del “comunismo” pero argumentaban que la única manera de lograr esa meta era siguiendo una línea de desarrollar las fuerzas productivas mediante lo que consideraron el método más “expedito” posible: el capitalismo.

La nueva síntesis que Bob Avakian está proponiendo aborda la contradicción entre la “orientación” (los principios y la línea fundamental) y la “aplicación concreta” analizando la experiencia de las anteriores sociedades socialistas, en particular los problemas en arte y la vida intelectual más en general en la sociedad socialista, y llamando a que se afile más nuestra “orientación” y se apliquen nuevos principios en la construcción de las futuras sociedades socialistas. Los problemas de mantener la dictadura del proletariado al tiempo que se desencadenan y fomentan una amplia gama de debates son sin duda atemorizantes, pero de ninguna manera irresolubles. Ajith es incapaz de ver más allá de simplemente repetir la experiencia del pasado y por tanto surge el peligro de darse por vencido de antemano. Avakian argumenta que debemos y podemos hacer algo mejor que incluso la mejor de las experiencias pasadas a la vez que las defendemos y aprendemos de ellas.

El carácter contradictorio del Estado

El camarada Ajith escribe: “Todo Estado representa el poder político de la clase dominante; su medio de imponer sus intereses de clase. Precisamente por esta razón, no podemos extender al Estado la crítica al concepto de partido monolítico. El Estado es monolítico por naturaleza”. Esto es cierto en cuanto que todo Estado en últimas tiene que representar la dictadura de una u otra clase, pero no es cierto que todo Estado, ni siquiera el más fascista y antidemocrático, sea completamente monolítico. Incluso la misma burguesía permite, en diverso grado, la democracia en sus propias filas. Además, toda clase dominante, incluso la más reaccionaria, busca establecer una especie de “frente único” con diferentes clases y capas, por ejemplo sectores de la pequeña burguesía y la aristocracia obrera, incluyendo diversos representantes políticos de estas clases y capas, y en términos generales este tipo de alianza de clases se refleja en diferentes tipos de estructuras políticas y estatales. La burguesía ejerce la dictadura, en particular manteniendo un control especialmente firme sobre los órganos clave del poder estatal como el ejército permanente y la policía, y orquestando y dirigiendo todo el andamiaje.

El proletariado, a diferencia de la burguesía, es franco sobre su intención de establecer una dictadura —no necesita ocultar esa realidad ya que su dominación es en interés de la gran mayoría de la sociedad, mientras que la burguesía, cuya dominación representa los intereses de sólo un relativo puñado, tiene que encubrir su dictadura como “voluntad popular”, etc. En el marco del institucionalizado papel orientador del partido del proletariado se requiere examinar concretamente cuál papel podrían jugar bajo diferentes condiciones las elecciones y demás. Esto es otro reflejo de que en la sociedad moderna sólo la burguesía o el proletariado pueden gobernar la sociedad y que otras clases y capas pueden participar en el poder del Estado únicamente hasta el grado en que estén bajo la hegemonía de una clase o de la otra. No hay razón para plantear, como hace Ajith, que bajo el socialismo todos “los otros partidos son excluidos” si algunos partidos están dispuestos a trabajar conjuntamente en un aparato de Estado cuyo carácter está determinado en sentido fundamental por el liderato del partido del proletariado. De hecho, el “liderato institucionalizado del partido” es una condición, una necesaria restricción, que hace posible como mínimo visualizar diversas formas de contienda política, incluyendo en la forma de una contienda electoral —todo para hacer potencialmente más rico el involucramiento de las masas en pensar de manera crítica, convirtiéndose cada vez más en los amos de la sociedad en lo ideológico y político. Aquí de nuevo tenemos que reconocer que el Estado proletario, dirigido por el partido del proletariado, si va a llevar adelante la transición del socialismo al comunismo, tiene la responsabilidad de crear un tipo completamente diferente de sociedad, llena de agitación y furor, donde disentir y pensar de manera crítica no sea sólo tolerado sino fomentado.

El otro punto a enfatizar aquí es que bajo la dictadura del proletariado el Estado tampoco será “monolítico”. No es posible tener un liderazgo institucionalizado del partido (que como correctamente anota Ajith no será monolítico), sin enfrentar las consecuencias de que donde los seguidores del camino capitalista estén al mando, y su línea dirija, esto tendrá un efecto material en el carácter de la sociedad socialista. De hecho, este fue el caso en la URSS y en la China de Mao: donde y en el grado en que los seguidores del camino capitalista tomaron el poder, la dictadura del proletariado fue socavada. El carácter del Estado no es monolítico sino que está determinado por qué clase, el proletariado o la nueva burguesía, y qué línea está al mando de las principales palancas del partido y el Estado.

El institucionalizado papel orientador del partido es una condición indispensable sin la cual es imposible la transformación socialista. Pero el papel orientador del partido, por sí mismo, no constituye una solución mágica. Tanto en la URSS como en la República Popular de China se “institucionalizó” el papel orientador del partido pero esto no pudo impedir que el partido mismo fuera tomado por los seguidores del camino capitalista.

Ajith, por supuesto, es consciente de la espada de doble filo del “institucionalizado papel del partido”. Pero tiende a ubicar de manera incorrecta el problema, principalmente en la esfera de la “burocracia”, lo cual lo lleva a subestimar la verdadera profundidad del problema y a buscar las soluciones en el lugar equivocado. El concepto de “burocracia” tiene un valor limitado porque tiende a ocultar el carácter de clase de la lucha bajo el socialismo, centrando en gran medida en si ampliar o reducir el “derecho burgués” (como Ajith correctamente señala en otra parte del artículo).

Además de la importancia de “medidas” no explicadas para reducir la burocracia, la medida que Ajith quiere recalcar con respecto al problema de impedir la restauración capitalista es su respaldo a los puntos de vista del PCP y del PCN(M) sobre el problema de “armar a las masas” como un “correcto y sensato paso adelante”. Sin duda es el caso que la importancia de las milicias ha sido mostrada por las restauraciones capitalistas en la URSS y especialmente en China, aunque podemos también ver de esta misma experiencia que la existencia de milicias tampoco es una respuesta mágica a este problema. ¿Quién dirige las milicias?, ¿cómo pueden ser movilizadas?, ¿cómo se interrelacionan con el ejército permanente? —todos estos siguen siendo serios problemas a resolver. La historia ha demostrado que, si bien las formas y los medios son importantes, no existe forma que sea inmune de transformarse en su contrario, tal como los sóviets de Lenin se transformaron en los sóviets de Jruschov. Debemos ser cautelosos de propuestas que sugieren una respuesta institucional a un problema que en últimas se resuelve por la lucha de clases. Así podamos estar de acuerdo en lo importante que es “armar a las masas”, para nada podemos estar de acuerdo en que la tesis de “guerra popular hasta el comunismo” planteada por el PCP pueda ser considerada un “correcto y sensato paso adelante”. El PCP sostuvo que la “guerra popular hasta el comunismo” es la solución fundamental al problema puesto de manifiesto por la Gran Revolución Cultural Proletaria y su derrota final en China. Esta comprensión implica que las revoluciones culturales bajo el socialismo deben ser en esencia luchas violentas. Esto le arranca la esencia a todo el enfoque de Mao sobre la GRCP en la que él vio la crítica de masas y el debate como el principal medio para derrocar a los seguidores del camino capitalista y para elevar el nivel de comprensión entre las masas populares y su capacidad para jugar un papel cada vez más activo “en los asuntos del Estado”.

Nos gustaría plantear aquí dos objeciones principales. La primera es que esta visión de la sociedad socialista —una “guerra popular” perpetua— no es la de una sociedad en la que quisiéramos vivir, y no imaginamos que muchos otros quisieran. Y no sólo no quisiéramos vivir allí, sino que este tipo de enfoque puede realmente tener un efecto descorazonador, que socavaría y apartaría de una sociedad que de vía libre a las formas necesarias para que las masas realmente desarrollen la concepción de clase proletaria para llevar a la sociedad a avanzar hacia el comunismo e impedir la restauración del capitalismo. Puede ir en contravía de la dirección que necesita la sociedad para llevar cada vez más a las masas a ser los amos en todas las esferas. En segundo lugar, en las complejas condiciones de la lucha de clases bajo el socialismo, ¿cómo van a saber las masas contra quiénes librar la guerra? Si podemos asumir que no es probable que los seguidores del capitalismo se autoproclamen como tales, ¿cómo sabrán las masas cuándo y si determinadas figuras de autoridad han de ser sometidas o no a la lucha violenta? Los grandes peligros de tal enfoque pueden verse nítidamente si recordamos la anterior discusión en la que Ajith sostiene que la ciencia social (el marxismo) debe basarse en principios distintos a los que rigen la ciencia en general, y que más bien debe basarse en su carácter “partidarista”. De nuevo preguntamos, ¿quién determinará cuáles líneas y políticas son “partidaristas” hacia el proletariado y sobre qué bases se hará tal juicio? El camarada Ajith debería considerar muy seriamente la posibilidad de que este método y enfoque puedan fácilmente llevar a remplazar la actividad consciente de las masas por la de una muchedumbre acrítica fácilmente manipulada por demagogos que apelen a su “partidarismo”, “la posición de clase”, “el salvaguardar el partido y la revolución”, y cosas por el estilo. De hecho, la historia del movimiento comunista internacional está llena de ejemplos de ataques de los revisionistas a los auténticos comunistas precisamente sobre esa base, siendo un trágico ejemplo la demagogia de Hua Kuo-feng de “aplastar de un solo golpe a la banda de los cuatro” que estuvo asociada con llamados muy obreristas y pragmáticos para encubrir una línea de restauración capitalista. Y debemos también sopesar por qué a muchas fuerzas en el MCI les fue tan difícil ver a través de las afirmaciones de Hua de que estaba obrando en interés de las masas chinas y de salvaguardar los logros de Mao y la revolución china.

Podemos ver que cuando la GRCP en China asumió más aspectos de lucha violenta los resultados, como rápidamente sintetizó Mao, estuvieron lejos de ser positivos como la sangrienta lucha entre fracciones de los guardias rojos en la Universidad Tsinghua[12] que impulsó a Mao a organizar a la clase obrera para intervenir en detener los enfrentamientos y reencauzar el proceso de lucha-crítica-transformación.

Esto nos lleva de vuelta al problema que el camarada Avakian está abordando como parte de la nueva síntesis. Él hace referencia a cómo mantener la dictadura del proletariado como parte de construir el tipo de sociedad en la que uno quisiera vivir y sostiene que podemos alcanzar el comunismo, pero sólo sí integramos dentro de nuestra comprensión de la dictadura del proletariado bajo el liderato de su vanguardia comunista las correctas críticas a las deficiencias de las anteriores sociedades socialistas. De un lado, esto es parte de recuperar la visión de la sociedad comunista como originalmente fue concebida a grandes trazos por Marx y Engels y que Lenin y especialmente Mao desarrollaron, en particular el trascender “los estrechos horizontes del derecho burgués” (que nos alegra ver que el camarada Ajith también recalca en su artículo, en la crítica a Venu). Pero también tenemos que reconocer que esta visión de la sociedad comunista no puede ser recuperada, o al menos no por completo y a de manera decisiva, sin que al mismo tiempo se vuelva a vislumbrar a la luz de la experiencia histórica y a la luz de los mayores avances en la comprensión general de la humanidad. Ésta es la nueva síntesis que Bob Avakian está proponiendo.

Las implicaciones para ahora y para el futuro

Creemos que esta nueva síntesis es fundamental luego de que tomemos el poder si vamos a alcanzar nuevas alturas en la lucha hacia el comunismo. Pero también creemos que las cuestiones involucradas en esta nueva síntesis, incluyendo el enfoque y la metodología que esboza, no son algo que sea pertinente sólo luego de la toma del poder. Comprender esto correctamente será clave para poder participar de manera apropiada en las discusiones de hoy y atraer a los nuevos seguidores y cuadros, incluso de entre los intelectuales, que nuestro movimiento comunista tan desesperadamente necesita. Y es también clave en esta etapa en involucrar a las masas junto con los comunistas en confrontar y abordar las cuestiones clave acerca de la futura sociedad revolucionaria que estamos luchando por hacer realidad.

Las cuestiones discutidas aquí no son sólo asuntos que conciernen a la dictadura del proletariado, tienen todo que ver con cómo pensamos y cómo actuamos ahora. No son sólo importantes para “después” cuando tengamos nuevos Estados socialistas que avanzar y defender. Hemos visto que quienes fueron incapaces de comprender o rechazaron los desarrollos de Mao respecto a la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado (algunas veces en la forma de argumentar que tales cuestiones no eran relevantes antes de la toma del poder) tampoco comprendieron o rechazaron en su conjunto la posición, el punto de vista y el método de Mao que tienen que ver con todo lo que estamos haciendo. De manera análoga, negarse a mirar sinceramente las deficiencias de las experiencias anteriores aun cuando defendemos sin tregua los grandiosos logros de la dictadura del proletariado, darle la espalda a la nueva síntesis en desarrollo que el camarada Avakian está planteando, significa rechazar las necesarias rupturas en metodología y enfoque que afectarán no sólo lo que haremos después de tomar el poder, sino que también se requieren ahora si, en primer lugar, vamos a triunfar en tomar el poder.

¿Será posible, por ejemplo, desarrollar un correcto análisis de clase en las rápidamente cambiantes relaciones socioeconómicas de clase si declaramos por anticipado que los “fundamentos” del marxismo no pueden ser reexaminados? Es fácil ver cómo tal enfoque niega descaradamente la observación de Lenin (y Mao) de que el “análisis concreto de la situación concreta es el alma viva del marxismo”.

La cuestión de la “verdad política” ha sido y sigue siendo una cuestión fundamental de orientación para los comunistas. Fue formulada primero como un concepto específicamente en relación a cómo nuestro movimiento debía abordar (o no abordar) algunas de las cuestiones que han surgido con respecto al PCP referentes al posible involucramiento del presidente Gonzalo en la formulación de la línea oportunista de derecha. Pero el problema va más profundamente que eso: la “verdad política” niega descaradamente la filosofía marxista básica que acepta la existencia de la realidad objetiva independiente de los humanos o de las ideas y sostiene que la verdad es la correspondencia entre nuestras ideas y la realidad objetiva. Lenin luchó duramente contra los que sostenían que era imposible tener un criterio objetivo para determinar la verdad y los que sostenían que “la verdad es sólo una forma de organizar la experiencia humana”. En su polémica con Bogdanov sobre esta cuestión señala: “El fideísmo [la fe religiosa] contemporáneo de ninguna manera rechaza la ciencia; todo lo que rechaza son las ‘exageradas pretensiones’ de la ciencia, a saber, su pretensión de verdad objetiva”.[13] Debemos rechazar el dualismo de la burguesía contemporánea de que la ciencia y la razón están permitidos en ciertas esferas y entre ciertas capas, especialmente cuando se necesitan para hacer ganancias o armas, pero que la idolatría y la superstición también son ciertas, y una más elevada verdad, a ser promovida entre las masas. Una vez se abre la puerta a determinar la verdad por su “partidarismo” entrará por ella todo mito “útil” —y, por qué no, también ángeles y demonios. El dualismo por una parte permite el método científico pero argumenta que este mismo método no puede aplicarse en la esfera de la ideología. Va de la mano con el pragmatismo, que también niega la conexión entre los principios y las acciones.

Nos hemos extendido en la respuesta al enfoque de Ajith porque consideramos que concentra de muchas maneras un enfoque ampliamente sostenido dentro del MRI y en el MCI más en general. Si queremos realmente estar en capacidad de enfrentar los retos que se perfilan ante nosotros no podemos temer o rehuir las necesarias rupturas políticas e ideológicas. Estas diferencias de enfoque han estado presentes en nuestro movimiento desde su formación. Nuestras crecientes responsabilidades, el surgimiento de nuevos problemas objetivos y subjetivos para hacer la revolución, y la necesidad de mayor síntesis de la experiencia en la lucha de clases y otras esferas de la experiencia humana significan que estas diferencias se profundizan y cobran más importancia. Esperamos que el artículo del camarada Ajith y nuestra respuesta animen más a los camaradas a entrarle profundamente a la nueva síntesis que Bob Avakian está planteando. No ha sido posible, ni es el propósito de esta respuesta al artículo de Ajith, explicar a plenitud todo lo que está involucrado en las importantes contribuciones de Bob Avakian. Más bien nos hemos propuesto abrir la puerta a lidiar más con esta nueva síntesis en un proceso dinámico de involucramiento. Con esta perspectiva nos gustaría llamar la atención sobre algunas de las recientes contribuciones del camarada Avakian incluyendo Observaciones sobre arte y cultura, ciencia y filosofía[14], la serie “Puntos sobre el socialismo y el comunismo”[15] y la serie más reciente “Las bases, las metas y los métodos de la revolución comunista”[16]. Instamos a todos los participantes en nuestro movimiento a leer y reflexionar sobre lo que es nuevo aquí en el espíritu de luchar por que surja la nueva ola de la revolución proletaria tan necesaria en el mundo hoy. ❑

  1.  Véase en particular “Apuntes de economía política” para una elaboración de nuestra concepción sobre algunas de estas cuestiones. (rwor.org/a/special_posting/poleco_e.htm)

  2. * También es cierto que el en general correcto análisis planteado por Mao fue desfigurado por una concepción asociada con Lin Piao y desarrollada en su obra «Viva el triunfo de la guerra popular» que considera la contradicción principal entre las naciones y pueblos oprimidos y el imperialismo como la única contradicción importante del mundo imperialista contemporáneo y considera la cuestión de librar la lucha armada contra el imperialismo como la «línea divisoria » entre revolución y revisionismo. Es fácil ver cómo, especialmente en las condiciones de hoy, este tipo de análisis lleva a ponerse a la cola de la burguesía nacionalista o incluso del liderato reaccionario de muchas luchas (como la resistencia iraquí).

  3.  Declaración del MRI y Viva el marxismo-leninismo-maoísmo, edición 1998, p. 14.

  4.  Uno de los miembros de la llamada «banda de los cuatro» y uno de los principales líderes que lucharon por la línea de Mao en China. Para un más cabal tratamiento de este punto, véase el artículo de Bob Avakian «Se necesita que los comunistas sean… comunistas» (Revolución Nº 38, 12 de marzo de 2006)

  5.  Ir de una menor a una mayor comprensión no es automático ni se da sin lucha ni reveses. También se pueden ver muchos ejemplos de teorías incorrectas que triunfan temporalmente.

  6.  Este argumento es planteado específicamente in extenso por Engels en el Anti-Dühring.

  7.  Lenin, «Materialismo y empiriocriticismo», Obras completas, t. 14, p. 129.

  8.  «La base, las metas y los métodos de la revolución comunista», de una charla publicada en Revolución y en internet en www.revcom.us.

  9. * Desde que fuera originalmente escrita esta respuesta, ha habido una muy importante y concreta articulación en la nueva síntesis de lo que debería ser y a qué se parecería el “sistema de Estado socialista”, —en particular la Constitución para la nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto), del Partido Comunista Revolucionario, EU. Este documento da una idea más concreta “del carácter, la estructura y el funcionamiento básicos de la sociedad socialista y su gobierno”— y, en este contexto, es particularmente pertinente para asuntos como el carácter y papel de las elecciones en el socialismo, el disentimiento, etc. —asuntos que se discuten en esta respuesta.

    Por ejemplo, la respuesta original plantea que “las opiniones y puntos de vista de los no comunistas e incluso de algunos opositores al partido y el sistema socialista tienen que ser parte del debate político y el fermento intelectual en la sociedad socialista” pero la Constitución dispone parámetros más amplios de oposición especificados en el Artículo III, Sección 2, “Los derechos y libertades legales y civiles”:

    A. No se restringirá la libertad de palabra, de reunión y asociación, ni de disentimiento y protesta, a excepción de los casos de la violación de la ley y mediante el debido proceso legal.

    No se prohibirán las expresiones de oposición a esta República y su Constitución y gobierno, incluyendo lo de abogar por la abolición de esta República y por reemplazarla con otro tipo de sociedad y forma de gobierno, y al contrario se permitirán y se protegerán esas expresiones, a excepción de aquellos casos que supongan cometer, o conspirar activamente para cometer, o abogar de manera inmediata y directa por actos violentos, los que no sean de defensa propia, en contra del gobierno o integrantes del gobierno, u otros que viven en esta República, u otras acciones que violen la ley (pero, para repetir, no se podrá declarar ni tratar como una violación de la ley ninguna expresión de oposición a esta República y su gobierno, ni el mero acto de abogar por reemplazarla con otra forma de sociedad y gobierno).

    Otras obras publicadas desde que fuera originalmente publicada esta respuesta también son sumamente pertinentes. En particular, dadas las cuestiones que se discuten sobre el comunismo como ciencia, y cuestiones de filosofía y epistemología, recomendamos:

    Bob Avakian, Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, Revolución, octubre de 2007 – febrero de 2008. En particular la sección “Marxismo como ciencia — Refutación de Karl Popper”.

    Bob Avakian, Observaciones sobre arte y cultura, ciencia y filosofía (Chicago, Insight Press, 2005).

    El comunismo como ciencia, Apéndice de la Constitución del PCR.

  10.  Es muy posible que los blancos de esta crítica en China eran en realidad «malos elementos». La cuestión es cómo estaban viendo el problema los revolucionarios.

  11.  Como Chang Chun-chiao señalara en 1974 hacia el final de la GRCP, los seguidores del camino capitalista en China, en lo principal, se desempeñaron bien durante la revolución democrática pero nunca rompieron con la concepción de la democracia burguesa. Su actitud fue «Aquí es mi parada, por favor déjeme bajar del bus».

  12.  William Hinton, La guerra de cien días: la Revolución Cultural en la Universidad Tsinghua, Monthy Review Press, 1973.

  13.  Lenin, Obras completas, t. 14, p. 125.

  14.  Bob Avakian, Observaciones sobre arte y cultura, ciencia y filosofía. Insight Press, 2005.

  15.  «Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Un tipo de Estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más grandiosa de libertad».

  16.  Publicada como serie en Revolución y puesta en www.revcom.us.