Entrevista con Bob Avakian

  • COMENTARIOS INTRODUCTORIOS
  • CAMBIO CLIMÁTICO — JUSTICIA CLIMÁTICA
  • MIGRACIÓN Y REFUGIADOS
  • DERECHOS HUMANOS EN LA CADENA DE TRABAJO
  • CLASES
  • PERIODISMO Y LIBERTAD DE PRENSA
  • CADENA DE SUMINISTRO GLOBALIZADA

Entrevistador: Después de leer El Nuevo Comunismo (2016 en inglés; 2018 en español), y de pensar en temas que en tan sólo cinco años se han manifestado con mayor severidad, como lo ha puesto de relieve la pandemia de la Covid-19, que llaman con aún más urgencia a cambios en el “sistema que es la fuente fundamental de tanta miseria y tormento en el mundo” (8), hay varios temas —clima, migración, libertad de prensa, cadena de trabajo-suministro, clase y derechos humanos— sobre los que me pregunto si estarías dispuesto a hablar. Voy a exponerlos en adelante.

BA: Antes de pasar a las preguntas específicas que hiciste, que son serias y sustantivas, y se refieren a acontecimientos importantes y urgentes en el mundo, quisiera hacer algunas breves observaciones generales, a partir de mi lectura de estas preguntas. Las respuestas a estas preguntas son, por un lado, sencillas y básicas y, por otro lado, son complejas: sencillas y básicas en el sentido de que es posible solucionar los problemas en cuestión —y es posible solucionarlos únicamente— con una revolución y un sistema radicalmente diferente, un sistema socialista que se propone alcanzar el objetivo final de un mundo comunista; y complejas en el sentido de que hacer esta revolución y luego realizar las transformaciones que este sistema radicalmente nuevo hará posible, requerirá trabajar y luchar por resolver algunas contradicciones difíciles y, a veces, intensas. En mis respuestas haré lo mejor que pueda para brindar respuestas que examinen los asuntos esenciales en juego, a la vez que me refiero a obras que brindan una discusión más extensa de lo que se presenta en estas preguntas. En particular, remito al lectorado a la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de mi autoría. Esta Constitución fue escrita con el futuro en mente — como un conjunto que guía los objetivos, principios y disposiciones concretas para una sociedad socialista que se cree por medio del derrocamiento del sistema capitalista-imperialista que ahora gobierna en Estados Unidos y domina al mundo como un todo. En mis respuestas a las preguntas formuladas para esta entrevista, he incluido citas relativamente extensas de esta Constitución, ya que ésta ofrece respuestas importantes, de manera concentrada, a una importante parte de lo que se formula en estas preguntas.

También es muy relevante, particularmente en lo que respecta a la economía socialista y su interacción con el medio ambiente más amplio, el artículo “Algunos principios claves del desarrollo socialista sustentable”. Además, en adición al libro El Nuevo Comunismo, otra obra mía, Breakthroughs (Abriendo Brechas), El avance histórico hecho por Marx, y el nuevo avance histórico del Nuevo Comunismo, Un resumen básico, es relevante como antecedente y en términos de elaboración adicional sobre las respuestas a las preguntas importantes formuladas en esta entrevista. Y una importante obra mía reciente analiza a fondo por qué una revolución real podría volverse posible en el propio Estados Unidos, en medio de las contradicciones agudas e intensificadas que caracterizan esta sociedad, y el mundo en su conjunto, y la manera en que se podría llevar a cabo esta revolución — una revolución que haría posible el tipo de cambios profundos que aborda esta entrevista. (Esta obra —Algo terrible, O algo verdaderamente emancipador: Crisis profunda, divisiones crecientes, la inminente posibilidad de una guerra civil — y la revolución que se necesita con urgencia, Una base necesaria, una hoja de ruta básica para esta revolución— fue escrita antes de la invasión rusa a Ucrania y la posterior intensificación de las contradicciones entre el imperialismo ruso y el imperialismo estadounidense-la OTAN, que ha acompañado a esta guerra, con el realzado peligro de un conflicto militar directo entre ellos; pero esta obra ofrece un análisis esencial de las fuerzas subyacentes y motrices de los conflictos importantes en Estados Unidos y en el mundo más amplio, y su posible resolución positiva por medio de una revolución.) Estas obras, así como la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte —y el continuo análisis de la guerra en Ucrania y otros acontecimientos mundiales importantes— están disponibles en revcom.us.

El Nuevo Comunismo —tanto el libro como el método y enfoque general— se menciona varias veces en el curso de esta entrevista, tanto en las preguntas como en mis respuestas, y aunque este no es el lugar para discutir extensamente los principios y métodos del nuevo comunismo, sí parece que es relevante y apropiado indicar lo que está en su núcleo: el nuevo comunismo representa y encarna una resolución cualitativa de una contradicción crítica que ha existido al interior del comunismo en su desarrollo hasta este momento, entre su método y enfoque fundamentalmente científico, y aspectos del comunismo que han ido en contra de éste; y lo que es lo más fundamental y esencial en el nuevo comunismo es el nuevo desarrollo y síntesis del comunismo como método y enfoque científico, y la aplicación más consecuente de este método y enfoque científico a la realidad en general y en particular a la lucha revolucionaria para derrocar y arrancar de raíz todos los sistemas y relaciones de explotación y opresión y avanzar hacia un mundo comunista. Este método y enfoque informa y subyace a todos los elementos centrales y componentes esenciales de este nuevo comunismo.

Una expresión concentrada de esto es la orientación y enfoque básico de buscar la verdad de manera científica y buscar la verdad dondequiera que conduzca, inclusive con respecto a la historia del movimiento comunista, en términos no solo de su aspecto principal —sus hazañas auténticamente históricas, y muy reales—, pero también, de manera secundaria pero importante, la verdad sobre sus errores reales y a veces incluso dolorosos (a lo que me he referido como “las verdades vergonzosas”).

Una extensión crucial de esto es el principio, que abordan varias obras mías, incluida Breakthroughs (Abriendo Brechas), de que

el nuevo comunismo repudia cabalmente, y está decidido a arrancar de raíz en el movimiento comunista, la venenosa noción, y la práctica, de que “el fin justifica los medios”. Es un principio central del nuevo comunismo que los “medios” de este movimiento tienen que provenir de (y corresponder con) los “fines” fundamentales de abolir toda explotación y opresión mediante una revolución que se dirija sobre una base científica.

Son esta orientación, método y enfoque básicos los que he aplicado a la discusión de las cuestiones importantes formuladas en esta entrevista.

Finalmente, a modo de introducción, deseo agradecerles a otras personas que leyeron las preguntas formuladas para esta entrevista y ofrecieron observaciones útiles al respecto, y en particular Raymond Lotta, quien brindó comentarios valiosos y considerables.

 

Entrevistador: Con razón diferencias ver “las posibilidades de lo que podría existir” con innovaciones y una disposición de perturbar el status quo, a hablar de cambios según las posibilidades que únicamente “se determinan y limitan por lo que ya existe”. (46). Este último está bien documentado en el historial de acuerdos climáticos.

¿Tienes algunas ideas u observaciones sobre la manera en que se desenvolverán las resoluciones de la COP26 (Conferencia de las Partes — una cumbre de gobiernos sobre la crisis climática global) en términos de hacer cambios reales y necesarios?

Hasta ahora, las guerras, las plagas y los desastres naturales solo han contribuido a polarizar aún más a las personas. ¿Cómo terminaría con la explotación y la opresión un sistema reconfigurado de acuerdo con la filosofía de tu partido, cómo emanciparía a la humanidad, y cómo le daría a nuestro planeta la oportunidad de sanar y transformarse?

BA: Para comenzar, quiero remitir al lectorado al sitio web revcom.us, donde se puede encontrar una amplia cobertura de la COP26, así como un análisis sustantivo de la crisis ambiental general y por qué no es posible resolverla dentro de los límites de este sistema del capitalismo-imperialismo.

Informe tras informe de organismos científicos que estudian la crisis climática han llegado a la conclusión de que esta crisis es incluso más grave de lo que habían indicado estudios anteriores. Un artículo reciente en revcom.us llama la atención:

El lunes 28 de febrero, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIEC) publicó los resultados de su último informe, que el secretario general de la ONU, António Guterres, denominó “un atlas de sufrimiento humano”.

El artículo señala que 3.300 millones de personas “viven en países con ‘alta vulnerabilidad humana’ a los efectos del cambio climático, según el nuevo informe del GIEC”. Explica las terribles consecuencias de esto:

Contemplemos eso un minuto: más de 3 MIL MILLONES de vidas potencialmente trastornadas, amenazadas por mega-tormentas, crecimiento del nivel del mar, sequías catastróficas, inundaciones mortales, escasez masiva de alimentos y el brote de virus y enfermedades inducidos por el cambio climático.

Y es una expresión aguda del extremo “desequilibrio” en el mundo que las masas de personas que más sufren la ardiente crisis climática están concentradas en los países más pobres del mundo, que siguen dominados por el sistema capitalista-imperialista, a la vez que son los países capitalista-imperialistas los que son los principales “impulsores” de esta crisis que se intensifica.

El hecho es que la COP26 —como los Acuerdos de París y otras conferencias y acuerdos similares anteriores— no hará ni podría hacer nada para cambiar el rumbo desastroso de esta crisis acelerada.

Para citar una dimensión significativa de esto, Estados Unidos (junto con otros grandes productores de carbón como India, China y Australia) se negó a firmar el acuerdo sobre la eliminación gradual por etapas de la producción de carbón que fue un producto de la COP26, por limitado que sea ese acuerdo.

Estados Unidos es el productor mundial más grande de petróleo y gas natural, y es un importante emisor de gases de efecto invernadero, segundo tras China (y las emisiones per cápita de Estados Unidos son más altas que las emisiones de China — más altas que las emisiones de todos los países con grandes poblaciones, de más de cien millones de habitantes). No solo con el negacionista de la crisis climática Trump, sino con la presidencia de Obama y ahora la de Biden, la producción estadounidense de estos combustibles fósiles ha aumentado considerablemente. El petróleo es una necesidad estratégica y un instrumento de competencia, rivalidad y dominación imperialista. El ejército de Estados Unidos es el consumidor institucional más grande de petróleo en el mundo y, para subestimar enormemente las cosas, no hay posibilidades de eliminar, o incluso reducir, este consumo masivo de petróleo, mientras este sistema y sus fuerzas armadas permanezcan en el poder e impongan los intereses de la clase dominante capitalista-imperialista del que son un instrumento altamente destructivo.

Bajo la dominación, y al estar sometida a las dinámicas, del sistema capitalista-imperialista, la destrucción del medio ambiente natural solo puede continuar y acelerarse — e inclusive las “alternativas de energía limpia” que se proponen, como la producción de autos eléctricos, supondrán, bajo este sistema, un envenenamiento más extenso de lagos y ríos y la destrucción de algunas de las selvas tropicales más grandes del mundo, así como la extinción de especies, y de hecho generará más emisiones de carbono. Varios artículos en revcom.us, incluidos algunos artículos que salieron durante y después de la COP26, analizan científicamente por qué estas medidas no pueden resolver, sino que de hecho solo exacerbarán, la crisis ambiental — y en lo fundamental por qué el sistema capitalista-imperialista en general solo puede intensificar y acelerar esta crisis y solo la intensificará y acelerará.

Otro reflejo destacado de la situación extrema con el saqueo del medio ambiente natural —y del pronunciado “desequilibrio” en el mundo— es el hecho de que se necesitaría el equivalente a cinco Tierras para que el resto del mundo tuviera el nivel de consumo que existe en Estados Unidos. Esto es algo que tendría que cambiarse, y se cambiaría, radicalmente con la sociedad prevista en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte.

La crisis ambiental es una crisis global para la humanidad y solo puede abordarse en última instancia a nivel internacional. Al mismo tiempo, aunque muy probablemente implicaría una destrucción significativa —abrumadoramente como resultado de las acciones de las fuerzas que se resisten violentamente a la abolición del dominio del capitalismo-imperialismo—, la revolución en Estados Unidos representaría un gran salto no solo en la emancipación humana en general, alentando y apoyando a luchas revolucionarias en todo el mundo, sino específicamente en términos de tener la capacidad de abordar la crisis ambiental, lo que incluye mediante una dimensión mucho más grande de cooperación internacional, que el nuevo gobierno socialista promovería y por la que lucharía. Las transformaciones radicales, en la economía, las relaciones sociales, las instituciones y procesos políticos, y la cultura, el sistema educativo y el ámbito de la ideología y la moral —así como la orientación internacionalista fundamental— que la Constitución para la Nueva República Socialista encarna, le daría un gran impulso a abordar toda la vida y la sociedad de una manera profundamente diferente.

En términos específicos de desarrollo y transformación económica, y su relación con gestionar la crisis ambiental, me referiría una vez más a esta Constitución y a “Algunos principios clave del desarrollo socialista sustentable”, en que todo esto se aborda con mucho más profundidad de lo que es posible hacer aquí. Pero para hablar brevemente de dimensiones importantes de esto, todo el sistema de transporte, así como el enfoque general de la configuración de la población y el trabajo, incluida la relación entre las zonas urbanas y rurales, tendría que cambiarse, y se cambiaría, en lo fundamental, al transformar y al ir más allá de la situación ridícula y dependiente de los combustibles fósiles en que el transporte depende de los automóviles y en que, para citar un aspecto importante del problema, enormes cantidades de personas, a menudo como ocupantes individuales de automóviles, conducen grandes distancias hacia y desde su centro de trabajo.

Más allá de eso, toda la red de energía (su almacenamiento, distribución y consumo) tendría que transformarse radicalmente a fin de aumentar de manera importante las fuentes de energía renovable. Eso es algo que en su conjunto no es rentable bajo este sistema del capitalismo-imperialismo. El hecho es que, si bien existen fuentes de energía renovable, bajo este sistema no pueden competir debido a su alto precio y así no son tan rentables como basar la economía en combustibles fósiles, y por lo tanto no son “escalables”; y con lo que es esencialmente el enfoque de “enriquecerse mientras se vuelve verde” —siendo “enriquecerse” el principio rector y determinante (inclusive con esquemas como el “Nuevo Acuerdo Verde”)—, no existe ni la base económica ni el “capital político” para hacer inversiones masivas (de millones de millones de dólares) las que se requerirían para realmente convertirse a una economía basada en energías renovables.

Pero con la abolición de este sistema y el imperativo y los límites de su afán de ganancias —y con su reemplazo por una producción socialmente determinada guiada por las necesidades e intereses fundamentales de las masas de personas—, los recursos de la sociedad y la creatividad y los esfuerzos de las personas pueden liberarse y movilizarse para satisfacer las necesidades sociales, incluida la necesidad profunda y urgente de abordar la crisis ambiental.

Como expresión general de estos principios, sobre la base de la propiedad estatal-pública socialista de los medios de producción (fábricas, tecnología, centros de almacenaje, infraestructura, tierra, etc.) y la planificación económica integral, será posible utilizar racionalmente los recursos de la sociedad en beneficio de la humanidad; orientar y regular conscientemente el desarrollo económico; e interactuar con la naturaleza de manera sustentable. De más importancia, un nuevo poder estatal y una nueva economía harán posible desencadenar la energía creativa y el activismo consciente de las personas: satisfacer las necesidades generales materiales y cultural-intelectuales, superar las grandes divisiones entre el trabajo mental y el trabajo manual (aquellos que trabajan predominantemente en el campo de las ideas y la administración, y aquellos que trabajan principalmente con sus manos); y ponerse a trabajar para salvar el planeta para las generaciones actuales y del futuro.

La Constitución para la Nueva República Socialista dispone la manera en que se establecerán y funcionarán las instituciones y estructuras políticas radicalmente nuevas — creando posibilidades para que las masas de personas, entre ellas y especialmente los anteriormente oprimidos y explotados más amargamente, asuman una responsabilidad cada vez más grande por el rumbo de la sociedad. Estas instituciones serán instrumentos para continuar la transformación de la sociedad, y de la lucha para llevarla hacia adelante.

Junto con la transformación de la economía a fin de arrancar de raíz las relaciones de explotación, un objetivo fundamental de la nueva sociedad y gobierno establecido en la Constitución para la Nueva República Socialista es la eliminación de la opresión de las mujeres, y de toda discriminación y opresión basada en el género, así como la emancipación de todas las nacionalidades (o “razas”) que se encuentran brutalmente oprimidas bajo el sistema capitalista-imperialista. Una vez más, en esta Constitución se detallan políticas y medidas concretas al respecto.

 

Entrevistador: Además de la migración en masa provocada por guerras y conflictos, el caos climático es un importante factor impulsor; y, no obstante, no existen leyes o políticas internacionales concretas para lidiar con los refugiados climáticos.

¿Cómo tomará en cuenta un nuevo comunismo a los migrantes y refugiados?

BA: El imperialismo está estrechamente relacionado con la “crisis de los refugiados” más amplia: Estados Unidos está apuntalando a regímenes brutalmente represivos y está patrocinando a “escuadrones de la muerte” en su llamado “patio trasero” en América Central; la agroindustria imperialista y los acuerdos comerciales fraguados por Estados Unidos como el TLCAN arruinan la agricultura de subsistencia; invasiones y ocupaciones encabezadas por Estados Unidos, tales como en Afganistán e Irak, han diezmado y desestabilizado sociedades y economías; rivalidad imperialista en Siria y Libia. Y ahora se tiene la invasión rusa a Ucrania, que está generando millones de refugiados ucranianos — una guerra que también se caracteriza por la creciente injerencia de Estados Unidos y sus “aliados” en armar y de otras formas ayudar a las fuerzas armadas de Ucrania, y el creciente peligro de un enfrentamiento militar directo entre Estados Unidos-la OTAN y Rusia, con consecuencias potencialmente catastróficas que representarán una amenaza existencial para la humanidad.

Se proyecta que durante los próximos 30 años, unos 200 millones de “refugiados climáticos” huirán de los fenómenos meteorológicos extremos y de la degradación ambiental en marcha. Unos ocho millones de personas sufren actualmente de inseguridad alimentaria en el “corredor árido” que se extiende desde el sur de México a través de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.

Los imperialistas no tienen respuestas a esta situación, aparte de otros horrores: detenciones brutales, campos de detención de miseria y crueldad indescriptibles, separaciones de familias, control fronterizo que engendra redes de tráfico de migrantes que se transforman en tráfico para trabajos forzados y explotación sexual.

Tienes toda la razón en que no existen leyes y protecciones internacionales que lidien con esto, es decir, de una manera seriamente humanitaria. Las leyes vigentes son las leyes de los dominadores imperialistas del mundo: regular y militarizar las fronteras para salvaguardar los intereses imperiales y súper-explotar a los inmigrantes que sí cruzan hacia los territorios imperialistas y que son obligados a “vivir en la sombra” sin derechos. Es una manifestación de nuestros tiempos que la frontera entre Estados Unidos y México y el Mediterráneo se han convertido en cementerios para migrantes y refugiados, que los campos de refugiados se han convertido en terrenos de reclutamiento para el “comercio sexual” global.

El programa chovinista de tachar de chivos expiatorios, etiquetarlos y aplicarles el genocidio apuntado contra los inmigrantes ha sido un punto central de movilización del movimiento fascista y del régimen fascista de Trump y Pence en Estados Unidos (y fuerzas fascistas similares en otros países). Los fascistas han aprovechado el aumento del número de personas desterradas de los países del tercer mundo que han emigrado a Estados Unidos y a países de Europa —quienes en muchos casos traen consigo tradiciones religiosas y otras expresiones culturales significativas que son distintas a lo que ha sido la “cultura tradicional” predominante, y en algunos casos efectivamente la “cultura tradicional” singular— a fin de promover la xenofobia como importante elemento y fuerza impulsora de crecientes movimientos fascistas.

En oposición a todo eso, como se explaya en la Constitución de mi autoría:

La Nueva República Socialista en América del Norte tiene la orientación de darle la bienvenida a los inmigrantes de todo el mundo quienes tengan un deseo sincero de contribuir a las metas y objetivos de esta República, según lo establecido en la presente Constitución y en las leyes y políticas que se establezcan y se promulguen en conformidad con la presente Constitución. [Artículo II, Sección 3,H]

Y en ella también se detallan políticas concretas que expresan vivamente esta orientación básica.

Por supuesto, no es posible resolver las condiciones severas y cada vez más desesperadas de las masas de personas que son obligadas, y cada vez más serán obligadas, a migrar no solo dentro de los países sino a lo largo del mundo, únicamente con las políticas y acciones de ningún país en particular, incluso la sociedad liberadora prevista en esta Constitución. Esta es otra dimensión importante de por qué la orientación fundamental del nuevo comunismo, y de la sociedad socialista que se propone crear por medio de una revolución, es internacionalista, y hacer avanzar la lucha revolucionaria contra el dominio del imperialismo capitalista, y contra todas las fuerzas opresoras, en todo el mundo, tiene que ser la orientación más básica de esa nueva sociedad. Y esta orientación fundamental no meramente se proclama, ni meramente debe proclamarse, sino que de hecho hay que manifestarla vivamente en las políticas y acciones prácticas de las fuerzas revolucionarias y de la sociedad radicalmente nueva y emancipadora la que están luchando por crear. Al mismo tiempo, una vez más, la revolución en Estados Unidos, mediante el derrocamiento de esta tan poderosa clase dominante capitalista imperialista, asestará un tremendo golpe y brindará inspiración a los miles de millones de personas amargamente oprimidas en el mundo y a todos aquellos, en todas partes, que anhelan un mundo sin el dominio de explotadores y opresores y sin el tremendo sufrimiento que éstos infligen a las masas de la humanidad y sin la amenaza existencial que su sistema representa para el futuro de la humanidad.

 

Entrevistador: Respecto a la cadena de mano de obra y suministro, has destacado que se sacrifican derechos humanos, y agencialdad humana para las personas de todo el planeta, a que el funcionamiento cotidiano de este sistema aplasta y pulveriza — ya sean las personas en las fábricas de la costura en lugares como Bangla Desh, Guatemala, Honduras o El Salvador (58).

Los ciudadanos de esos lugares a menudo se presentan en fronteras en busca de circunstancias económicas más viables, lo que agrega otro factor impulsor a la ecuación de la migración.

¿Cómo protege, o protegería, un nuevo comunismo los derechos humanos? Incluso con una carta internacional vigente (Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU de 1948), esos derechos son muy difíciles de ejercer dado que cada nación tiene su propia forma de gobernar y su propia versión de los “derechos humanos”.

BA: En términos de la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU, y otras declaraciones similares, existe un sentido fundamental en el que estos derechos, tal como se enumeran y proclaman, son reclamos teóricos abstractos (dejando de lado las formas en que también se utilizan como un garrote diplomático-ideológico en la rivalidad entre los imperialistas, y como pretexto para bombardeos e intervenciones militares en nombre de los “derechos humanos”). Como mencionas, en las relaciones de poder actuales que prevalecen en el mundo, no existe ninguna forma concreta de “hacer que se cumplan” estos derechos — y, en un sentido más básico, no existe ninguna forma concreta de “hacer que tengan efecto” estos derechos dentro de los límites de una economía y un sistema político mundial capitalista-imperialista. En una sociedad capitalista de propiedad privada y producción para acumular ganancias, la capacidad de contratar y despedir a trabajadores asalariados en respuesta a las cambiantes condiciones del mercado y de la rentabilidad, para tener una fuerza laboral y reserva de mano de obra móvil (fácilmente explotable), es un requisito esencial y una condición permanente de este sistema. El desempleo no es alguna condición de vida temporal o aberrante bajo el capitalismo. Es una parte integral y es una característica necesaria de su funcionamiento. Así que no puede existir ningún derecho humano “efectivo” al trabajo y al ingreso; es incompatible con este sistema.

Mencionas a la Organización de las Naciones Unidas. La “comunidad internacional”, tal como la representa la ONU, no es en realidad una comunidad sino que más bien es otra expresión de un mundo dominado por el imperialismo, un mundo dividido en explotadores y explotados, en naciones opresoras y oprimidas y en rivales imperialistas contendientes. La ONU no es un organismo supranacional sino una institución que refleja (y perpetúa) estas divisiones y conflictos. En el mundo de hoy, los sistemas jurídicos en países individuales, y a escala global, se basan en definidas relaciones sociales opresivas y económicas explotadoras y las refuerzan. El hecho es que no es posible obtener la justicia social dentro de los límites de los sistemas jurídicos existentes que sirven al capitalismo-imperialismo y a otros sistemas de gobierno reaccionarios.

En contraste con todo eso, la Constitución para la Nueva República Socialista incorpora —y aborda en detalle— los derechos básicos de la población, muchos de los cuales ni siquiera están previstos en las constituciones de Estados Unidos y países capitalistas imperialistas similares, y los más esenciales de los cuales son imposibles de obtener bajo el dominio y dentro de los límites de este sistema. Y estos derechos se formulan en el contexto del objetivo, y en relación importante con el objetivo, de abolir toda explotación y opresión. Así se refleja en el encabezado del Artículo III de esta Constitución, “Los derechos del pueblo y la lucha para arrancar de raíz toda explotación y opresión”, en que esto se desarrolla extensa y concretamente. Y se expresa de manera concentrada en lo siguiente, en la Sección 1 de este artículo:

El derecho más básico del proletariado, junto con las grandes masas populares, en la Nueva República Socialista en América del Norte es estar capacitado para tener el papel fundamentalmente decisivo en determinar el rumbo de la sociedad, y unirse en la lucha con otros en todo el mundo, con el objeto de abolir por fin las relaciones de explotación y opresión; y de forjar un gobierno que servirá para abolir esas relaciones y de desempeñar cada vez más el papel determinante respecto a ese gobierno.

Además, en oposición a la tergiversación muy propagada de que los comunistas consideran al estado socialista como la encarnación perfecta de los intereses de las masas de personas y una institución a la que hay que subordinarlo todo de manera servil, lo siguiente de este Artículo III es una poderosa refutación de eso:

El gobierno de la Nueva República Socialista en América del Norte tiene el propósito de actuar conforme a los principios y objetivos establecidos en la presente Constitución, a fin de satisfacer las necesidades básicas y sobre todo servir a los intereses más grandes y fundamentales del proletariado, junto con las grandes masas populares, en esta República y a la larga en todo el mundo, con la meta de contribuir lo más que se pueda a la emancipación de toda la humanidad mediante el avance al comunismo.

Al mismo tiempo, debido a las contradicciones todavía muy arraigadas que quedan en esta República y en el mundo en general —las que incluyen las contradicciones entre esta República y los estados imperialistas y reaccionarios así como las contradicciones entre las relaciones económicas (de producción) y las relaciones sociales y la manera en que todo eso se refleje en las esferas cultural, ideológica y política de esta misma sociedad—, existen y durante un tiempo seguirán existiendo contradicciones entre el pueblo y el gobierno en esta República y existe la posibilidad de que el gobierno u organismos específicos o individuos particulares con autoridad en el gobierno actúen de una manera que está en conflicto con el propósito y el legítimo papel de este gobierno. Por dichas razones, es necesario hacer previsiones, y adherirse a éstas, las que ofrezcan al pueblo en esta República protecciones contra la mala conducta y abusos del gobierno. Además, es necesario establecer claramente pautas fundamentales con las cuales se podrá evaluar la política y las acciones del gobierno respecto a derechos específicos y sobre todo el derecho más básico del pueblo en esta República. [énfasis agregado.]

Y la Sección 2 de este artículo, “Los derechos y libertades legales y civiles”, detalla los derechos concretos de las personas y protecciones contra abusos del gobierno, de una manera que es significativamente distinta a los derechos formales que están contenidos en las constituciones burguesas —y que va más allá de esos derechos formales—, pero los que, en la práctica, a menudo se violan flagrantemente.

En relación a todo esto, me refiero a lo siguiente, de mi Declaración de Año Nuevo de hace un año (enero de 2021), con la invitación a explorar con seriedad lo que afirma y el contraste que está trazando entre la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte y la Constitución de los Estados Unidos (y, de hecho, cualquier otra constitución, inclusive las constituciones de países socialistas anteriores como China y la Unión Soviética):

Es un hecho que no existe en ningún otro lugar, en ningún documento de fundación o guía real o propuesto de ningún gobierno, nada que se parezca no sólo a las protecciones sino a las disposiciones para el disentimiento y la efervescencia intelectual y cultural que están encarnadas en esta Constitución, mientras que ésta tiene, en su núcleo sólido, una cimentación en la transformación socialista de la economía, con el objetivo de abolir toda explotación, y la correspondiente transformación de las relaciones sociales e instituciones políticas, para arrancar de raíz toda la opresión, y la promoción, por medio del sistema educativo y en la sociedad en su conjunto, de una orientación que “habrá de capacitar a las personas en buscar la verdad dondequiera que ésta conduzca, con un espíritu de pensamiento crítico y curiosidad científica y de esta manera aprender continuamente acerca del mundo y estar mejor capacitadas para contribuir a cambiarlo en conformidad con los intereses fundamentales de la humanidad”. Todo esto desencadenará y desatará una tremenda fuerza productiva y social de seres humanos con la capacidad e inspiración de trabajar y luchar juntos para satisfacer las necesidades fundamentales de la gente —con transformar la sociedad de manera fundamental y con apoyar y ayudar a la lucha revolucionaria por todo el mundo—, hacia el objetivo final de un mundo comunista, sin toda explotación y opresión, mientras que al mismo tiempo aborde la crisis ambiental y ecológica verdaderamente existencial, con sentido y de manera integral, lo cual es imposible hacer bajo el sistema del capitalismo-imperialismo.

Entrevistador: El diálogo en la esfera pública en estos días, en particular el que se lleva a cabo por medio del marco de la interseccionalidad, dice menos sobre la clase como constructo que sobre la raza, el género y la política partidista. La falta de vivienda, en términos generales, es un problema de clase, por ejemplo, y está en su punto más alto en todo el mundo, especialmente si tenemos en cuenta a los inmigrantes y refugiados en las cifras. Los expertos y los políticos de manera habitual exageran y rechazan una posible solución para proporcionar vivienda, citando la “falta de inventario”. Esa perspectiva trata a la vivienda como una mercancía de oferta y demanda. Otra perspectiva trata la vivienda, y su financiarización, como un activo para acaparar y capitalizar. Luego, se tiene a aquellos que ven el problema por un lente de derechos humanos más liberal, que es afirmar que la vivienda es un derecho humano.

Para superar las divisiones opresivas, hablas sobre la transformación de las condiciones subyacentes que generan las diferencias entre las personas transformando las relaciones sociales que son condicionadas por el género y la racialización, así como entre las personas que trabajan principalmente con su mente, realizando trabajo intelectual, y aquellas personas que realizan trabajo manual. Las divisiones de clase profundas, explotadoras y opresivas están, como dices, fundamentalmente arraigadas en las fuerzas de producción y en las relaciones de producción (20-21).

¿La conversación sobre el trabajo y la producción se extiende a las industrias de servicios y al trabajo que ahora se realiza de forma remota y virtual?

BA: El flagelo de la falta de vivienda… el terror de los desalojos (ahora en fuerte aumento a medida que se agoten las moratorias temporales por la pandemia y el apoyo financiero limitado)… y la obscena falta de viviendas asequibles y dignas en Estados Unidos — todo eso está arraigado en la naturaleza y funcionamiento del sistema capitalista-imperialista, y en los cambios y transformaciones particulares durante las últimas décadas. No existe ningún “derecho a la vivienda” fundamental bajo este sistema. No se trata de una economía organizada en torno a las necesidades humanas, en la que se establezcan prioridades sociales y se elaboren planes para asignar los recursos según correspondan. Bajo esta economía y sistema, la vivienda es una mercancía producida para acumular ganancias. Es objeto de inversiones financieras y de especulación. La crisis de las hipotecas de alto riesgo (subprime) de 2007-2008 fue un producto de eso — trastornó la vida y los ahorros de millones de personas, y la turbulencia llevó a los mercados financieros globales al precipicio del colapso financiero.

La expansión de los suburbios (las afueras de las ciudades) exclusivamente para blancos, por un lado, y la vivienda segregada en las comunidades pobres de las ciudades, por el otro, con enormes cantidades de negros concentrados en unidades multifamiliares, en el período posterior al fin de la Segunda Guerra Mundial — todo esto fue el producto de la política deliberada del gobierno, así como de las empresas privadas. (Los desarrollos de vivienda suburbana generalmente tenían convenios para compradores exclusivamente para blancos durante muchos años, y los préstamos del gobierno para financiar la propiedad propia de casas se concedían únicamente a los blancos, mientras que excluyeron a los negros en particular de esos préstamos y los canalizaron hacia la vivienda pública en comunidades segregadas).

En lo más fundamental, estos fenómenos son ilustraciones del papel determinante del modo de producción y de la evolución y los cambios en este modo de producción (capitalismo-imperialismo) en interactuación con otras contradicciones sociales.

En términos de un enfoque que pueda lidiar con todo esto y superarlo de manera efectiva, el marco de la “interseccionalidad” fracasa estrepitosamente. Este es un marco que identifica y clasifica diferentes formas de opresión como sistemas de discriminación independientes pero superpuestos. No aborda, y de hecho va en contra y socava, el entendimiento esencial de la manera en que funciona este sistema en su conjunto. No comprende que el capitalismo-imperialismo, como sistema global de relaciones de producción, establece los términos básicos, y los límites, del cambio.

En consecuencia, entre otros problemas serios, la “interseccionalidad” no reconoce, y no puede contrarrestar de manera efectiva, las muchas formas en que este sistema opone diferentes “sectores” de personas entre sí —al interior de Estados Unidos y a escala internacional—, algo que únicamente será posible superar a la larga uniendo a las personas para que se levanten contra toda opresión, con la orientación y el objetivo de luchar contra el sistema capitalista-imperialista, y por fin hacer caer dicho sistema, en el que está fundamentalmente arraigada toda esta opresión, y sus múltiples y diversas manifestaciones. Existen formas de opresión social muy arraigadas —de las mujeres y de las personas LGBT; de los negros y otros pueblos racialmente oprimidos; de los inmigrantes— que están incrustadas en la sociedad estadounidense. Estas tienen sus propias características e historia particulares y están entretejidas con la historia de la sociedad estadounidense y con el desarrollo del sistema capitalista-imperialista. Es este sistema el que configura y pone su sello a las relaciones sociales y las ideas de la época, el que establece límites a los tipos de cambios que pueden darse — dentro de este sistema.

El siguiente pasaje de El Nuevo Comunismo (que también está incluido en Breakthroughs [Abriendo Brechas]) concentra una comprensión crucial de la relación dinámica (o dialéctica) entre el sistema económico subyacente (el modo de producción) y las varias relaciones sociales de opresión — y la posibilidad y la base para su transformación radical, emancipadora:

[E]n última instancia, el modo de producción sienta las bases y pone los límites para el cambio, en cuanto a la manera de tratar cualquier problema social, como la opresión de las mujeres, la opresión del pueblo negro o de los latinos, la contradicción entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, la situación con el medio ambiente o la situación de los inmigrantes, etc. Aunque todas esas cosas tienen una realidad y dinámicas propias, y no se pueden reducir al sistema económico, todas ocurren en el marco y en medio de las dinámicas fundamentales de ese sistema económico; y ese sistema económico, ese modo de producción sienta las bases y establece los límites fundamentales del cambio con respecto a todas esas cuestiones sociales. Por lo que, para deshacerse de todas estas diferentes formas de opresión, es necesario tratarlas en sí, pero también es necesario hacer cambios fundamentales al sistema económico para crear la posibilidad de poder llevar a cabo esos cambios en términos fundamentales. En otras palabras: Es necesario tener un sistema económico que no impida hacer esos cambios y que, por el contrario, no sólo permita sino que siente una base favorable para hacer esos cambios.

Por todo esto necesitamos una “revolución total” para establecer una nueva economía y sociedad socialista en transición hacia un mundo comunista, para superar toda la explotación y relaciones de opresión, y todas las ideas y valores que les corresponden y las refuerzan.

Pones una pregunta sobre las industrias de servicios y las transformaciones en el trabajo y la producción. Se han dado cambios importantes en “la configuración social y de clases” de Estados Unidos, un alejamiento de una situación en la que un gran porcentaje de la población era “clásicamente proletario”, con trabajos en diversas esferas de la industria como trabajadores asalariados explotados, a una economía en la que eso es un porcentaje relativamente pequeño de la población. Un ensayo de investigación de Raymond Lotta posteado en revcom.us explora a fondo estos y otros cambios (“El parasitismo imperialista y la recomposición social y de clases en Estados Unidos de los años 1970 al presente: Una exploración de las tendencias y los cambios“). Para 1970, Estados Unidos ya había completado la transición de una sociedad en la que la mayoría de los trabajadores se dedicaban predominantemente a los sectores de “producción de bienes”, a una sociedad en la que la mayoría de los trabajadores se dedicaban a los sectores de producción de servicios, como el comercio minorista, las finanzas, la atención médica y la educación.

Como señala Lotta, este sector de servicios es heterogéneo y polarizado: con ingenieros, administradores de dinero, médicos, abogados y otras capas de profesionales y técnicos muy bien pagados en el extremo superior; y oficinistas, cajeros, camilleros de hospitales, etc., en el extremo inferior. No solo existen grandes desigualdades de ingresos y diferencias educativas, sino también, como señalo en El Nuevo Comunismo, una especie de separación tipo “enclave” de capas y agrupaciones sociales en la sociedad estadounidense (escuelas, atención médica, entretenimiento, etc.).

Para superar todas estas divisiones, se requiere una revolución que tome todo eso en cuenta. La revolución no obra según estereotipos — y menos aún aferrándose a conceptos anticuados que ya no corresponden a la realidad actual (si es que alguna vez lo hicieron). Específicamente, además de las tergiversaciones comunes, en los medios de comunicación “tradicionales” y en otros lugares —que presentan una versión “populista” de una “clase trabajadora” (esencialmente blanca) en Estados Unidos, cuando las personas de las que se habla son de hecho mayoritariamente pequeño burguesas (por ejemplo, propietarios de negocios en pequeño de diversos tipos)— existe la noción, a la que se aferran partes de la “izquierda”, de que el socialismo se conseguirá de alguna manera mediante la construcción de un “movimiento laboral”, reviviendo y expandiendo los sindicatos de trabajadores — lo cual es una receta para, en el mejor de los casos, construir un movimiento reformista que permanezca firmemente dentro de los límites del actual orden capitalista-imperialista.

Al respecto, es importante tener en cuenta el importante análisis de Lenin sobre el fenómeno del parasitismo en los países imperialistas (el hecho de que sus economías descansan en un grado importante sobre la explotación extrema de las personas en los países colonizados por el imperialismo — los que hoy se conocen como el tercer mundo, o el Sur global) y además el hecho de que eso ha resultado en una escisión en la clase obrera en los países imperialistas, entre un sector efectivamente “aburguesado” como resultado del botín del saqueo imperialista que recibe, y por otro lado sectores más abajo y más a lo hondo del proletariado que siguen siendo objeto de brutal explotación en los propios países imperialistas.

En el tiempo transcurrido desde que Lenin hizo ese análisis (hace más de un siglo), este parasitismo y sus efectos se han vuelto aún más pronunciados y han asumido nuevas dimensiones, particularmente en los últimos 50 años más o menos, tal como analiza Lotta con respecto a Estados Unidos, el más parásito de todos los países imperialistas.

Esto presenta grandes desafíos para hacer y llevar hacia adelante la revolución. Estratégicamente, se tiene la tarea de ganarnos y movilizar a las fuerzas más sólidas para la revolución, a aquellos que “sufren el infierno más grande”, los más brutalmente oprimidos bajo este sistema — muchos de los cuales trabajan y/o sobreviven fuera de la economía “formal” de empleo regular (una vez más, sin encajar en la descripción de “trabajadores clásicos”) y además se tiene la tarea de ganarnos y movilizar a amplias capas sociales, entre ellas las personas mejor pagadas en los sectores de prestación de servicios, para ser parte de esta revolución. Al respecto, aunque la ideología y el programa que dirigían la revolución en China correspondían a los intereses fundamentales del proletariado, de poner fin a todas las relaciones de explotación y opresión, cabe señalar que Mao Zedong dirigió esa revolución que se basó principalmente en sectores de la población —en ese caso, en el campesinado oprimido— que no formaban parte de la clase trabajadora que había sido considerada como la fuerza principal para la revolución socialista. En Estados Unidos, habrá un desafío similar, en términos de llevar a cabo una revolución que tampoco se basará principalmente en la clase obrera “clásica”, aunque por supuesto los proletarios explotados, particularmente entre los sectores más abajo y más a lo hondo de esta clase, serán una parte importante de esta revolución.

También se tiene el desafío que mencionas explícitamente de cómo la nueva sociedad socialista superará las divisiones sociales entre los diferentes sectores de la fuerza laboral, por ejemplo entre los trabajadores de servicios y otros segmentos (y entre las capas diferenciadas de trabajadores de servicios).

En nuestro enfoque al respecto, no podemos congelar la estructura social existente como algo dado, sino que tenemos entenderla como algo que hay que transformar radicalmente. Muchos trabajos clasificados como de servicios —en finanzas, bienes raíces y seguros— son desperdiciadores e innecesarios desde la perspectiva de una economía socialista racional, “basada en necesidades”. Toda la estructura de la “sociedad consumista” y su infraestructura comercial y publicitaria son similares en este sentido. Todo eso (y otras cosas) va a requerir un cambio hacia una base de producción más autosuficiente y sustentable para satisfacer las necesidades básicas y otras necesidades — a la vez que esta base de producción y las destrezas asociadas, y las capacidades técnicas y científicas de la nueva sociedad, y también la cultura, deben servir a las luchas de los explotados y oprimidos del mundo. Todo esto tiene implicaciones para la fuerza laboral, para el tipo de trabajo que se necesita. En este contexto de esta reestructuración y transformación radical, será necesario superar las divisiones que queden. Volvamos a la cuestión de la vivienda. Hablé antes sobre la planificación económica para satisfacer las necesidades sociales. Será necesario llevar a cabo una nutrida discusión y debate en toda la sociedad que contribuyan al proceso de planificación —y en la nueva sociedad socialista habrá una base para ello— con un cuestionamiento continuo del plan y su aplicación. Esto supondrá movilizar a arquitectos, ingenieros civiles, urbanistas, trabajadores de la construcción, jóvenes y personas básicas para unirse de manera cooperativa y colectiva en el proceso de resolver “el problema de la vivienda”. El conocimiento especializado se popularizaría, mientras que los expertos aprenderían de los conocimientos, experiencias vividas y aspiraciones de la gente básica y de los jóvenes. Y todo esto se llevaría a cabo a la vez que también se llevara a cabo la lucha por superar las diferencias en el papel de las personas en la economía y en las relaciones económicas, en particular una vez más la contradicción entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. El enfoque de solucionar el problema de la vivienda tendría dimensiones múltiples: combinaría trabajo que tiene sentido y satisface con residencia vinculada al espacio público. Se aplicaría este enfoque de una manera que contrarrestara la atomización de la vida social y superara el legado de la segregación (¡el 80 por ciento de las comunidades negras en las grandes ciudades de Estados Unidos están más segregadas hoy que hace 15 años!). Y, de manera crucial, se necesitaría aplicar un enfoque de solucionar el problema de la vivienda teniendo en cuenta la crisis ambiental — en términos de materiales, ubicación, preparativos para desastres naturales y crisis sanitarias.

Una de las cosas que la pandemia y sus perturbaciones de la “vida normal” han puesto en agudo relieve es el papel esencial que desempeñan varios tipos de trabajadores de servicios para mantener la sociedad en marcha. Obviamente, se tiene a los trabajadores de la salud, auxiliares y trabajadores de mantenimiento en ese sector, así como personas en el sector educación. Tal como se establece en la Constitución para la Nueva República Socialista, el sistema de salud en semejante nueva sociedad estaría basado en el principio y enfoque de “servir al pueblo”, de ir eliminando barreras entre médicos y pacientes, entre los diferentes sectores de trabajadores de la salud, y entre las instituciones de salud y las comunidades aledañas. La pandemia también ha revelado qué tan vitales que lo son los trabajadores de centros de almacenaje, logística y reparto, en su mayoría mal pagados y sometidos a normas laborales brutales — y cuya salud se está sacrificando en el altar de las ganancias. La pandemia también ha puesto agudamente de relieve qué tanto faltan coordinación y gestión generales de la economía y las instituciones sociales — en responder y actuar en torno a esta crisis de una manera que esté a la altura de su severidad y propagación y del bienestar de la gente. Y hemos presenciado la manera en que la pandemia ha acentuado las desigualdades en la sociedad. Tu pregunta sobre el trabajo remoto/teletrabajo es provocativa. El creciente uso del trabajo remoto pone ciertos desafíos. Parte de ese trabajo —por ejemplo, una buena parte de las finanzas, bienes raíces, etc.— es, como se mencionó anteriormente, socialmente innecesario desde la perspectiva de la organización racional de la producción y la sociedad. No obstante, una buena parte de lo que será socialmente necesario probablemente requerirá o supondrá un componente de teletrabajo — por razones de salud pública y también para mejorar la flexibilidad en el trabajo y la vida. Pero, bajo este sistema, el trabajo remoto en sí se ha polarizado económica y socialmente: a medida que se desenvolvía la pandemia, tan sólo el nueve por ciento de los trabajadores en el 25 por ciento más bajo de los asalariados podían “teletrabajar” desde su hogar, en comparación con más de 60 por ciento de los que se encuentran en el 25 por ciento superior de los asalariados.

En la nueva sociedad socialista, la gente trabajará en contacto tanto virtual como real en torno a resolver los grandes problemas y satisfacer las grandes necesidades de la sociedad y del mundo. Pero hay grandes preguntas con las que hay que bregar. ¿Cómo se combate la atomización social en condiciones de trabajo remoto? ¿Cómo se puede desarrollar la tecnología y desplegar las redes sociales para contrarrestar ello y realzar la socialización, el intercambio y el aprendizaje reales (en contraposición a ser un mecanismo para la autopromoción, un ángulo desde el cual sacar ventajas competitivas individualistas, etc.)? ¿Cómo se podría realizar el trabajo remoto desde el hogar en la nueva sociedad de modo que no refuerce el patriarcado y que no imponga nuevas cargas a las mujeres como principales cuidadoras, tal como ocurre ahora? Esto toca la cuestión más amplia de socializar el cuidado de los niños y superar una situación en la que la familia nuclear es una unidad básica de supervivencia y socialización en una sociedad basada en mercancías.

Transformar el lugar de trabajo y el entorno laboral, elevar los horizontes de las personas más allá del lugar de trabajo y forjar una verdadera “interconexión” con la sociedad más amplia y con la causa de emancipar a toda la humanidad — todo esto será un interés central de la nueva sociedad socialista, y algo que habría que interrogar de manera continua.

Con la economía socialista prevista en la Constitución para la Nueva República Socialista, toda la naturaleza y contenido del trabajo serán radicalmente diferentes, al servir a medios radicalmente diferentes. Una idea viva de ello está contenida en el Artículo IV de esta Constitución, y en particular en la Sección 8, “El empleo y trabajo, el tejido social y las relaciones urbanas y rurales”, que incluye: “Se garantiza el derecho al empleo y a un ingreso”, y además:

El lugar de trabajo no es simplemente una unidad de producción. Es un centro de política, ideología y cultura; es un centro de la lucha para rehacer la sociedad. Hay que tratar las cuestiones críticas: desde los asuntos internacionales hasta la política educativa y las luchas para superar las desigualdades entre las nacionalidades y para emancipar a la mujer.

La economía socialista propone superar los efectos enajenantes y entumecedores de la opresiva división de trabajo de la antigua sociedad capitalista….

La economía socialista propone derribar las barreras entre las unidades de producción y la vida social circundante y combinar el trabajo con el lugar de residencia y con la comunidad. La planificación económico-social se esfuerza para promover ciudades sustentables que prosperen en una nueva clase de “espacio social”, permitiendo que las personas lleven una interacción entre sí con sentido, se organicen políticamente, creen y disfruten de la cultura, y tengan tiempo de recreo y relajamiento. La planificación económico-social se esfuerza para integrar de nuevas formas la agricultura y la industria, junto con actividades urbanas y rurales, y para conectar el pueblo más fuertemente con las tierras de cultivo y la naturaleza.

Una vez más, como se enfatiza en lo que se citó anteriormente de El Nuevo Comunismo, lo más fundamental es el modo de producción — y la relación de éste con la transformación revolucionaria de la sociedad en su conjunto. Aquí tiene mucha relevancia una declaración de Marx, que ha llegado a resumirse en la formulación “las 4 Todas”: como dijo Marx, la revolución socialista, y el poder estatal socialista (dictadura del proletariado) que ésta crea, tienen por objeto la abolición de todas las diferencias de clase, todas las relaciones de producción en las que descansan esas diferencias de clase, todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción, y la revolucionarización de todas las ideas que corresponden a esas relaciones sociales. En una palabra, el fin de toda explotación y opresión. Esto debe ser la orientación y objetivo fundamental del proceso revolucionario, no simplemente en términos de un país particular sino con todo el mundo en mente y en perspectiva.

 

Entrevistador: Los medios de comunicación corporativos no son libres mientras estén “obligados y controlados por intereses poderosos. De hecho son la maquinaria de propaganda de la clase dominante capitalista imperialista” (14).

La corporativización de los medios de comunicación indica que se necesita un periodismo más independiente. Innumerables periodistas éticos dedican su vida a reportearse con investigaciones a fondo y acertadas a pesar de los riesgos asociados y los salarios notoriamente bajos. Los periodistas están en su gran mayoría desprotegidos, y los gobiernos a menudo no dudan en mandarlos a los leones.

En este momento, ¿cómo podrías imaginar desligar los medios de comunicación tradicionales de ser propiedad corporativa?

BA: Para comenzar con tu última pregunta, la pura verdad es que no existe forma, bajo este sistema, de desligar los medios de comunicación tradicionales de ser propiedad corporativa.

La “corporativización” de los medios es ciertamente una realidad. Puedes consultar cualquier cantidad de estudios sobre la creciente concentración de la propiedad de periódicos, emisoras radiofónicas y televisoras, grabaciones/derechos de autor en la industria de la música… y la lista continúa. Pero el hecho más fundamental es que los medios bajo este sistema están obligados a ser, y no pueden ser más que, el instrumento de la clase dominante capitalista-imperialista, a la vez que diferentes medios representen a diferentes sectores de esa clase dominante — por ejemplo, medios como la CNN, la MSNBC, el New York Times y el Washington Post, los que representan el sector “tradicional” de esta clase dominante, y por otro lado Fox “News”, que es representativo del sector fascista.

No obstante las diferencias muy reales y agudas entre esos medios, los medios dominantes (y dominadores) en Estados Unidos (entre ellos los grandes “medios noticiosos” digitales basados en el Internet), tanto “tradicionales” como fascistas, de hecho son instrumentos de propaganda de la clase dominante capitalista-imperialista.

Quizás nada lo haya ilustrado más claramente que la forma en que estos medios han tratado la invasión rusa a Ucrania. A pesar de ciertas declaraciones de varios fascistas, en particular Donald Trump, con loas a Vladimir Putin, la “cobertura” de esta invasión y guerra (y acontecimientos relacionados), por parte de los medios dominantes, ha contenido en su inmensa mayoría, si no en su totalidad, propaganda escueta que promueve los intereses de los imperialistas estadounidenses y sus “aliados”, en oposición a los intereses del imperialismo ruso. Esto ha sido cierto desde el principio con los medios que representan el sector “tradicional” de la clase dominante, pero incluso el Partido Republicano fascista y aquellos que hablan en su nombre en una medida importante se han alineado con esto — a la vez que, en muchos frentes, siguen atacando a Biden y a los demócratas (y las profundas divisiones al interior de la clase dominante y en la sociedad en su conjunto, siguen y seguirán reafirmándose e intensificándose).

Como siempre es así en tales situaciones, los medios de comunicación se han caracterizado por la aparición omnipresente de “analistas” que constan de ex oficiales militares, agentes de la CIA y otros agentes y funcionarios variados del poder imperialista estadounidense, y crímenes contra la humanidad. Esta “cobertura” de la guerra en Ucrania, y acontecimientos relacionados, ha faltado notablemente en la participación de personas que sostengan cualquier perspectiva distinta a esta.

Como he escrito sobre la invasión rusa a Ucrania y su relación con la situación más amplia de la rivalidad entre las potencias imperialistas:

Ciertamente, la intimidación y agresión de gran potencia por parte de Rusia, con su invasión a Ucrania como claro ejemplo, es algo a lo que todas las personas decentes deberían oponerse. Pero ninguna persona decente debería unirse a los imperialistas estadounidenses en su rivalidad con el imperialismo ruso. Por las razones que voy a exponer aquí, es hipocresía absoluta y repugnante que los imperialistas estadounidenses, y sus portavoces en los medios de comunicación y otros representantes, condenen de manera mojigata a esta invasión rusa, cuando Estados Unidos es el país el que, con mucho, ha llevado a cabo más invasiones y otros actos de injerencia violenta en otros países.

De alguna manera, esta “gente erudita” se ha “olvidado” de la invasión y ocupación estadounidense a otro “país soberano”, Irak, en 2003 — sobre la base de flagrantes mentiras acerca de que Irak supuestamente poseía “armas de destrucción masiva” y estaba estrechamente vinculado con terroristas fundamentalistas islámicos como Al Qaeda. Esa invasión estadounidense fue un flagrante crimen de guerra internacional, que puso en marcha acontecimientos que han costado la vida a cientos de miles de personas, han creado millones de refugiados y han desatado una vorágine de muerte y destrucción en esa parte del mundo. (Uno de los espectáculos más repugnantes de los medios de comunicación “convencionales” de estos días, como la CNN, es la presencia de funcionarios del gobierno que son “veteranos” de este crimen de guerra de Estados Unidos en Irak, y que denuncian con arrogancia la invasión rusa a Ucrania como ¡el acto ilegal de un país poderoso que agrede a un país más débil! De alguna manera, esos medios de comunicación “se pierden” la escandalosa ironía de estos criminales de guerra estadounidenses que denuncian los crímenes de guerra de otros, o la ignoran deliberadamente.)

(Esta cita es del artículo “El descarado chovinismo pro estadounidense: ‘Antiautoritarismo’ como ‘tapadera’ para apoyar al imperialismo estadounidense, que se puede encontrar en revcom.us, junto con un artículo “complementario”: “Parasitismo imperialista y ‘democracia’: Por qué tantos liberales y progresistas son sin vergüenzas partidarios de ‘su’ imperialismo”.)

En todo esto, la realidad no es simplemente que estos medios son propiedad de poderosas corporaciones e instituciones financieras, que controlan miles de millones de dólares; el problema más profundo estriba en el hecho de que la superestructura de este sistema —las instituciones políticas y legales, así como la esfera de la cultura y la ideología, incluidos los medios de comunicación— corresponderá y debe corresponder, a la naturaleza fundamental del sistema, y en particular al sistema económico subyacente, o modo de producción. En varias obras, incluida Breakthroughs (Abriendo Brechas), analizo con cierta profundidad por qué es así. En esta respuesta, el aspecto esencial se puede resumir sucintamente en el entendimiento de que si la superestructura, en cualquier sentido importante y durante cualquier período de tiempo importante, estuviera fuera de sincronización con las relaciones y dinámicas básicas del modo de producción subyacente, la sociedad sería lanzada en un caos serio, y a la larga las cosas no serían capaces de funcionar. (Una expresión llamativa de esto, que se cita en Breakthroughs [Abriendo Brechas], es el hecho de que, bajo este sistema, no puede existir ningún “derecho a comer” —o, más ampliamente, no puede haber ningún derecho a las necesidades básicas de la vida— con el ejemplo del caos y el colapso que se daría si la ley declarara que las personas tienen el “derecho a comer”, dentro de los límites de este sistema donde las necesidades básicas de la vida se producen como mercancías, las que hay que comprar mediante el intercambio de otra mercancía, el dinero, y ello implicara que, si las personas no tuvieran con qué comprar sus necesidades básicas, ¡simplemente podrían llevárselas sin pagar por ellas!)

Volviendo al papel de los medios de comunicación, esta relación entre la superestructura y el modo de producción subyacente implica que (inclusive con las diferencias muy reales entre los diferentes sectores de esta clase dominante) los medios de comunicación dominantes en Estados Unidos corresponderán, y deben corresponder, a los intereses básicos del sistema capitalista-imperialista y su clase dominante, y ser una expresión de dichos intereses — un hecho que se ilustra gráficamente cuando quiera que estén en juego los intereses vitales del imperialismo capitalista estadounidense, y especialmente cuando, en el escenario internacional, obren de manera importante los intereses “nacionales” (es decir, imperialistas) de esta clase dominante.

Esta realidad explica la dificultad de cualquier esfuerzo concreto de practicar un periodismo independiente que realmente busque la verdad. Y subraya la importancia de apoyar a aquellos que realmente buscan ejercer ese periodismo.

Pero, una vez más y en lo más fundamental, esto indica que es necesario que los medios tengan un carácter y papel radicalmente diferente — y del hecho de que para ello, se requiere una sociedad radicalmente diferente. Como se mencionó en el pasaje que cité anteriormente de mi Declaración de Año Nuevo de 2021 (en respuesta a la tercera pregunta), la orientación y el objetivo de la nueva sociedad socialista, prevista en la Constitución para esa sociedad, es “capacitar a las personas en buscar la verdad dondequiera que ésta conduzca, con un espíritu de pensamiento crítico y curiosidad científica y de esta manera aprender continuamente acerca del mundo y estar mejor capacitadas para contribuir a cambiarlo en conformidad con los intereses fundamentales de la humanidad”. Esto se aplica no solo al sistema educativo, sino también a los medios de comunicación — a las instituciones de la sociedad en general. Como señala la Constitución para la Nueva República Socialista, habrá medios estatales en la sociedad que ésta prevé, pero con un papel muy distinto al de los medios de comunicación dominantes del sistema actual (y, de hecho, un papel significativamente diferente al de los medios de comunicación en sociedades socialistas anteriores). Este papel fundamental será de

proporcionarles, a las personas en la sociedad, información y análisis verídicos y de importancia concernientes a los asuntos del estado, el funcionamiento del gobierno y otros importantes sucesos en la sociedad y en el mundo…. Y al servicio de ese mismo objetivo, además de financiar y facilitar los medios alternativos que son independientes del gobierno, se harán previsiones importantes y se dispondrán de tiempo y oportunidades para la presentación, a través de los mismos medios del gobierno, de una diversidad de puntos de vista y análisis, incluyendo aquellos que difieren y están en oposición a los que presentan el gobierno y sus representantes.

Además, no sólo hace falta hacer previsiones y asignar fondos y otros recursos para los medios de comunicación independientes, sino que esto debe

facilitar la promoción y la diseminación de una diversidad de puntos de vista y opiniones con una importante representación de puntos de vista y opiniones que podrían estar en oposición a aquellos del gobierno en cualquier momento dado, entre ellos, algunos que hasta podrían oponerse no solamente a las políticas y acciones específicas del gobierno sino a los principios y objetivos básicos de la Nueva República Socialista en América del Norte.

Estos principios concernientes a los medios de comunicación (que están contenidos en el Artículo I, Sección 2,I de esta Constitución) se basan en la comprensión con fundamentación científica, y surgen de dicha comprensión, de que el proceso previsto aquí, por complejo e incluso tumultuoso que pudiera ser en ocasiones, contribuirá de manera crucial a que las masas de personas lleguen a comprender la realidad de manera cada vez más profunda, y que de esta manera se fortalezcan en su capacidad de transformar la realidad al servicio de los intereses fundamentales de la humanidad, en avanzar hacia abolir y arrancar de raíz todas las relaciones de explotación y opresión.

 

Entrevistador: En una discusión previa a la pandemia, mencionaste la película Un día sin mexicanos (2004) para ilustrar un punto acerca del trabajo, los mecanismos de producción y la manera en que los bienes se trasladan al mercado; básicamente, muestra qué tan dependiente del trabajo lo es el mundo. Ese señalamiento, subrayado por medio de la película, pone una pregunta fundamental: ¿Qué pasaría si todos los jornaleros mexicanos (y centroamericanos) dejaran de trabajar, aunque fuera por un solo día? De ahí, se amplía la pregunta, ¿qué pasaría si todas las personas, en todo el mundo, que producen y distribuyen todas estas cosas que la gente usa todos los días, dejaran de trabajar por un solo día, una sola semana o un solo mes?

Básicamente, hemos visto que esto ocurrió con la pandemia de Covid-19, lo que exige un examen de las relaciones en las que “entran las personas al llevar a cabo la producción de las cosas… las relaciones de producción… en que entran las personas al producir, distribuir y transportar estas cosas…”.

Has dicho que otra forma de analizar esto es preguntar “¿cuál es el modo de producción mediante el cual se hace todo esto?” En última instancia, afirmas que esto “determina los términos básicos para todo lo que sucede en la sociedad…”. Si la producción se detiene, la sociedad se paraliza en seco. (52-53)

Tus palabras fueron proféticas. ¿Podrías ampliar lo que quisiste decir con?:

Si alguien o un segmento de la sociedad intenta producir fuera de los modos de producción existentes, esa persona o grupo fracasará, o hará una revolución.

Con el estado actual de nuestra cadena de suministro, ¿cuáles opciones ves?

Además, nuestra cadena de suministro globalizada depende del transporte de larga distancia que no es ambientalmente amigable. ¿Cuáles alternativas mejores están disponibles ahora, o pueden crearse, para ayudar a salvar la vida del planeta así como satisfacer las necesidades de la sociedad?

BA: Estas “cadenas de suministro” globalizadas son esencialmente instrumentos de explotación capitalista-imperialista, y de la súper-explotación, en última instancia, de miles de millones de personas, entre ellas más de 150 millones de niños, en el tercer mundo. Además, son instrumentos de la rivalidad entre diferentes “constelaciones” de capital imperialista y estados capitalista-imperialistas.

También cabe señalar que un número desproporcionado de personas en las cadenas de montaje globalizadas —desde las maquiladoras en México hasta las fábricas de la costura de Bangla Desh y las líneas de montaje de productos electrónicos en China— son mujeres sometidas a una intensa súper-explotación y, con frecuencia, a abusos sexuales.

Otra parte importante de este panorama es que el papel y el impacto de las cadenas de suministro globalizadas dieron un salto cualitativo con el derrocamiento del socialismo y la restauración del capitalismo en China a fines de la década de 1970 y luego con la caída de la Unión Soviética revisionista (socialista de nombre, pero capitalista-imperialista de hecho) a principios de la década de 1990 y la transformación de su economía capitalista de estado en una economía capitalista más “clásica”.

Las cadenas de suministro globales conectan fábricas, minas y granjas; transporte; y centros de almacenaje y distribución. Esta es una expresión del proceso de producción altamente interconectado en el mundo de hoy que se lleva a cabo por medio de una profunda y explotadora división del mundo en un puñado de países ricos capitalista-imperialistas y las naciones empobrecidas y oprimidas del Sur global, donde vive la mayor parte de la humanidad.

Las cadenas de suministro de Apple —sin las cuales para nada sería la empresa de casi 3 millones de millones de dólares que lo es hoy— se extienden ampliamente hasta fábricas en China y otras partes de Asia que operan como monstruosas maquiladoras; y hasta las profundidades de las minas de cobalto de la República Democrática del Congo, donde unos 40.000 niños cavan túneles y acarrean piedras sin las cuales no existiría el iPhone. Se tiene la dinámica de producción altamente organizada por unidades individuales de capital —tales como Apple, Dell, GM, Toyota— que imponen sus estándares de eficiencia, aplican tecnología avanzada a la logística, etc. Pero todo ello sirve a la batalla competitiva de grandes bloques de capital para minimizar costos, ampliar y amarrar participaciones de mercado y maximizar las ganancias. Estas cadenas de suministro son armas para librar esa batalla.

Todo esto es anárquico. No existe una “visión de largo plazo” respecto a lo que esto le hace al planeta, no existe una métrica integral para la salud pública. Estas cadenas de suministro son intensivas en contaminación (contaminan y envenenan el agua y el suelo); el transporte se potencia con combustibles fósiles a largas distancias, como mencionas; y todo esto genera enormes desechos. El papel de estas cadenas de suministro y la dependencia de ellas es tanto racional como irracional. Es racional desde la perspectiva de los intereses particulares, y en términos de los intereses particulares, de los diferentes bloques de capital, lo que les facilita ampliar su radio de acción, aprovechar una “división del trabajo” global, lo que abarca cierta “especialización” regional.

Pero todo esto es completamente irracional en términos de las condiciones y necesidades esenciales de las masas de personas que son súper-explotadas para que funcionen estas “cadenas de suministro”, y en términos de las formas en que esta situación acentúa el calentamiento global y el impacto ambiental y la crisis ecológica y ambiental general. (Otro ejemplo contundente: el transporte de contenedores, cuando el transporte enlaza las “cadenas de suministro”, es uno de los sectores más contaminantes a nivel mundial y depende por completo de la mano de obra súper-explotada del tercer mundo).

Esta contradicción entre lo racional y lo irracional es una expresión de la contradicción general entre organización y anarquía que es una fuerza impulsora del capitalismo y conduce a constantes trastornos y repetidas crisis de varios tipos. (Como señaló Marx sobre el capitalismo: su desorden total es su orden.) Hay organización al nivel de la planeación corporativa y en la operación de las unidades básicas de producción, etc., pero hay anarquía en cuanto al funcionamiento de la economía como un todo — lo que hoy es una economía altamente globalizada, y la anarquía tal como se manifiesta en la competencia y rivalidad entre diferentes bloques de capital y entre diferentes países capitalista-imperialistas.

Estas “cadenas de suministro” también son una dimensión importante del fenómeno que señaló Raymond Lotta (en su artículo “El parasitismo imperialista y la recomposición social y de clases en Estados Unidos de los años 1970 al presente: Una exploración de las tendencias y los cambios”).

La economía mundial imperialista se caracteriza por una situación en que el proceso de producción (realizado cada vez más en el tercer mundo) y el consumo final de bienes (centrado en los países imperialistas ricos) están cada vez más desconectados entre sí. Esta es una manifestación importante del parasitismo imperialista de hoy día.

Con todo el terrible sufrimiento que esto causa, y todo el caos y trastornos que puede suponer, no existe ninguna opción viable fuera de la operación de estas cadenas de suministro — no existe ninguna alternativa viable bajo este sistema del capitalismo-imperialismo. Y eso enseña muy fuertemente, una vez más, por qué necesitamos un sistema radicalmente diferente — se refiere a mi declaración que has citado:

Si alguien o un segmento de la sociedad intenta producir fuera de los modos de producción existentes, esa persona o grupo fracasará, o hará una revolución.

Como he comentado en mis respuestas a las preguntas anteriores que hiciste para esta entrevista, la única solución viable a esto es ponerle fin — hacer una revolución que cree una alternativa al sistema capitalista-imperialista actualmente dominante, una alternativa que sea viable y sustentable, porque opere sobre la base de las fuerzas productivas disponibles, y quite las barreras a su utilización racional. Lo que se requiere es un sistema económico radicalmente nuevo como base de una sociedad radicalmente nueva en su conjunto, con nuevas relaciones sociales y una superestructura política e ideológica radicalmente diferente, incluida una moral, que corresponda a este sistema económico y lo refuerce. Y el sistema económico socialista basado en la propiedad social, en la planificación social y en la producción para el uso social y el mejoramiento de la humanidad brinda lo que he descrito como los “cimientos favorables” para realizar cambios sociales radicales por el rumbo de ponerle fin a la opresión.

Por supuesto, como he enfatizado aquí, y en varias obras, esta transformación socialista es, ante todo, una cuestión de lucha compleja y, a veces, intensa — movilizar a masas de personas en una lucha cada vez más consciente para superar los obstáculos, lo que incluye de manera importante la resistencia de fuerzas al interior del propio país socialista que busquen hacer que las cosas retrocedan a la vieja manera de hacer las cosas, lo que corresponde a las relaciones del sistema capitalista-imperialista. Y existe la necesidad de hacer avanzar la lucha y transformación revolucionaria en el mundo en su conjunto, en oposición a los estados capitalista-imperialistas (y otros estados reaccionarios) que queden, y la influencia y la fuerza que éstos seguirán ejerciendo en muchas dimensiones de las relaciones internacionales, lo que incluye en oposición a cualquier estado socialista existente y la continuación de su transformación revolucionaria.

Como una expresión importante de esto, mientras estos estados capitalista-imperialistas (y otros estados reaccionarios) sigan existiendo, y especialmente donde tales estados todavía sean dominantes en el mundo como un todo, los estados socialistas que se creen tendrán que llevar a cabo el desarrollo económico y la transformación en ese contexto. Entre otras cosas, esto requerirá una cierta cantidad de comercio, etc., con esos estados imperialistas y reaccionarios, lo que en sí implicará un proceso de lucha intensa para forjar y mantener tal interacción económica sobre una base que sea consecuente con la transformación revolucionaria, y que de hecho haga avanzar dicha transformación, al interior de los propios países socialistas y, en lo más fundamental, en el mundo en su conjunto. Para hacer avanzar este proceso general de acuerdo con lo que se establece, y sobre la base de lo que se establece, en “Algunos principios clave del desarrollo socialista sustentable” y en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, se requerirán extensos forcejeos colectivos e innovaciones creativas para forjar soluciones y superar de dificultades — todo lo cual debe y puede desencadenarse con el derrocamiento del sistema capitalista-imperialista y el establecimiento de la nueva república socialista.

En este sentido, lo siguiente de Breakthroughs (Abriendo Brechas) habla de algunos principios esenciales:

Hay una importante discusión sobre este tema en EL NUEVO COMUNISMO, así como en Pájaros y cocodrilos [Los pájaros no pueden dar a luz cocodrilos, pero la humanidad puede volar más allá del horizonte]: cómo manejar esto correctamente de modo que la revolución avance por medio de etapas, en el propio país socialista y en el contexto de la situación mundial más amplia — y en el transcurso de cada etapa de este proceso, realmente aumente el nivel de las fuerzas productivas y de la abundancia relativa, mientras que al mismo tiempo se reduzcan las diferencias entre las personas al mayor grado posible, sin sobrepasar lo que es posible dada la base material que exista en ese momento. Que ésta es otra contradicción aguda que hay que entender, y en primer lugar, hay que reconocerla, y luego hay que ponerse a trabajar en torno a ella con un enfoque materialista dialéctico, científico, lo que tiene que incluir reconocer que esto se está haciendo en un contexto en el que el país socialista no existe como una isla a solas, sino que existe en un mundo más grande con el que es necesario interactuar, lo que incluye en el ámbito económico. No puede tener una autosuficiencia económica absoluta, aunque sí es necesario contar, como un país socialista, con una economía estratégicamente autosuficiente. [énfasis agregado.]

Al pasar a la conclusión de mis respuestas, permíteme ampliar brevemente la cuestión profunda y compleja de la relación entre el desarrollo socialista y la transformación al interior de un país socialista particular, y el avance de la revolución en todo el mundo hacia el objetivo del comunismo. Es de gran importancia crear estados socialistas como vehículos para la transformación radical y emancipadora de la sociedad, en todas sus dimensiones — pero también, y sobre todo, como base de apoyo para la continuación del desarrollo y avance de la revolución en todo el mundo hacia el objetivo final del comunismo. Hay tremendos pasos que se pueden dar en la transformación radical de la sociedad, de una manera emancipadora, con la creación de un estado socialista y luego la continuación del avance por el camino del socialismo. Pero las relaciones explotadoras y opresivas, que han caracterizado y dominado las interacciones humanas durante cientos de años en la sociedad capitalista —y durante miles de años en otras formas de sociedad humana— no pueden abolirse por fin dentro de los límites de los países socialistas en sí y de por sí. Esto requiere que se avance hacia el comunismo a nivel mundial.

Hace varios años (o ahora en realidad décadas), señalé lo siguiente en el discurso ¿Conquistar el mundo?:

Por lo que se refiere a sostener el poder y avanzar más en el camino socialista —y no sólo desde el punto de vista de un estado socialista sino en especial desde el punto de vista del proletariado internacional— el problema más bien es que hay un límite … a qué tan lejos se puede llegar en la transformación de la base y la superestructura dentro de un país socialista sin hacer avances ulteriores en conquistar y transformar más del mundo; no en términos de conquistar más recursos naturales o gente, como lo hacen los imperialistas, sino en términos de hacer transformaciones revolucionarias.

Esto subraya una vez más la importancia del internacionalismo y del reconocimiento de la necesidad de tener constantemente en cuenta, como principio guía y objetivo: no solo la urgente necesidad de derrocar el sistema capitalista-imperialista existente, que es la causa de tan horrendo, e innecesario, sufrimiento, para las masas de la humanidad, y que representa una amenaza cada vez más grande para la existencia misma de la humanidad; no sólo el gran avance que representa el reemplazo de este sistema totalmente anticuado por un sistema socialista radicalmente diferente y emancipador; sino también la necesidad de seguir avanzando hacia el objetivo final del comunismo, en todo el mundo, con la realización de las “4 Todas” y la emancipación de la humanidad en su conjunto de todos los sistemas y relaciones de explotación y opresión, superando por fin los conflictos antagónicos los que estas relaciones engendran.

A la luz de todo esto, parece apropiado concluir con lo siguiente, hablando de las cuestiones que la humanidad podrá abordar de manera consciente, una vez que se haya zafado y liberado de las limitaciones y se haya traspasado los límites del mundo actual —dominado como lo está por el sistema del capitalismo-imperialismo, impulsado por las guerras y conquistas, encadenado por relaciones económicas y sociales explotadoras y opresivas, y caracterizado por la degradante reducción de la interacción humana a relaciones mercantiles— con toda la locura, miseria y angustia mental que esto implica para las masas de la humanidad:

Hoy sólo es posible conjeturar, y soñar, acerca de las manifestaciones que presentarán las contradicciones sociales en la sociedad comunista del futuro y cómo se resolverán. ¿Cómo se abordará el problema de combinar las fuerzas productivas avanzadas, que requieren un grado importante de centralización, con la descentralización y la iniciativa local (y qué querrá decir “local”)? ¿Cómo se enfocará en la sociedad comunista la cuestión de formar las nuevas generaciones, lo que ahora se realiza de una forma aislada y por medio de relaciones opresivas en la familia? ¿Cómo se le prestará atención al desarrollo de campos específicos de conocimiento o a proyectos que requieran concentración especial, sin convertirlos en el “coto especial” de ciertos individuos? ¿Cómo se manejará la contradicción entre capacitar a la población a adquirir destrezas y conocimientos muy amplios y al mismo tiempo cumplir con la necesidad de cierto nivel de especialización? ¿Y qué de la relación entre iniciativas individuales e intereses personales por un lado y responsabilidades y contribuciones sociales por el otro? Parece que siempre será el caso que, con respecto a cualquier cuestión o controversia en particular, habrá un grupo —y como regla general será una minoría al principio— que la entenderá a un nivel más correcto y avanzado; pero ¿cómo se utilizará esto para el beneficio de todos y a la vez cómo se impedirá que se consoliden grupos en “defensa de sus propios intereses”?

¿Cuáles serán las relaciones entre diferentes partes y regiones del mundo —puesto que ya no existirán países— y qué tratamiento se le dará a las contradicciones entre lo que se podría llamar “comunidades locales” y las asociaciones de más alto nivel, hasta llegar al nivel mundial? ¿Qué significará en términos concretos ser ciudadanos del mundo, específicamente por lo que respecta a lugar de residencia, de trabajo, etc. — la gente “se rotará” de una parte del mundo a otra? Y, ¿cómo se tratará la cuestión de diversidad lingüística y cultural versus unión mundial de la humanidad? ¿Y podrán realmente creer los miembros de la sociedad comunista, con todo y su conocimiento de la historia, que efectivamente existió una sociedad como ésta que ahora nos aprisiona — y que además se declaraba eterna y el máximo pináculo que la humanidad era capaz de alcanzar? Hoy, estos asuntos y muchísimos más sólo pueden ser tema de especulación y de sueños; pero incluso plantear estas preguntas, e intentar visualizar cómo se abordarán —en una sociedad donde las diferencias de clases, el antagonismo social y la dominación política ya no existan— es en sí sumamente liberador para cualquiera que no tenga un interés creado en el orden actual. [Lo BAsico, de los discursos y escritos de Bob Avakian, capítulo 2, cita 4]

Para todos aquellos que no tienen semejante interés creado, aquí está la base para sueños informados e inspirados — y una esperanza para la humanidad, sobre una base científica.