De la Organización Comunista Revolucionaria, México:
La Esperanza revolucionaria
Un nuevo e importante libro sobre las nuevas posibilidades para una revolución liberadora en medio de las agudas crisis y trastornos del sistema capitalista, así como lo que hay que hacer y lo que se puede hacer para organizarse y luchar ahora para esa revolución que la gente y el planeta necesitan tan urgentemente.
—Organización Comunista Revolucionaria, México | 2022
Contenido
Se abren nuevas posibilidades para la revolución liberadora en medio de agudas crisis y trastornos del sistema capitalista – urge organizarse y luchar para la revolución
Se debate entre la gente del pueblo si las cosas van a seguir mal, como siempre, o si van a empeorar. La verdad es que en el país y en el mundo, las cosas van de mal en peor. Va en aumento la miseria y el sufrimiento innecesario de millones y enfrentamos amenazas existenciales para el futuro de la humanidad por la emergencia ambiental y la amenaza de guerra, incluida la guerra mundial. Sin embargo, es precisamente en medio de las crisis agudas y los trastornos del sistema actual que surgen nuevas posibilidades para la revolución liberadora que permita abrir camino a un futuro esperanzador y emancipador.
La implacable intensificación del calentamiento global y la crisis ambiental general provocada por el capitalismo, así como la extinción y la amenaza de extinción de muchas especies, incluida posiblemente la nuestra, despierta angustia, repudio y protesta creciente en muchas partes del mundo. Esto es particularmente el caso entre los jóvenes y también entre muchos científicos. Los estragos de la crisis ambiental, así como de la dominación y guerras imperialistas, obligan a millones a migrar, por México y por el mundo, buscando desesperadamente cómo sobrevivir.
Las guerras provocadas por las potencias imperialistas en su cada vez más intensa contienda por el reparto del mundo desgarran la estabilidad del orden imperialista mundial actual. Conllevan inmensos peligros a la vez que podrían abrir nuevas posibilidades revolucionarias para el futuro de la humanidad y el planeta. La guerra más reciente, en Ucrania, ha sido provocada por los imperialistas de Estados Unidos y de Rusia. Esta guerra, en el corto plazo, ha dado lugar a una gran ola nauseabunda de chovinismo pro-imperialista en Occidente, aunque también hay quienes denuncian las provocaciones de los imperialistas occidentales al expandir la OTAN, sin hacer apología de la invasión rusa. Del otro lado del conflicto, en Rusia, frente a la ola de chovinismo imperialista a favor de la invasión, miles de rusos, principalmente jóvenes, a pesar de las consecuencias, se han atrevido a salir a protestar contra la invasión de Ucrania. Y, por todo el planeta, hay quienes cuestionan por qué tiene que haber tantas muertes y sufrimiento por guerras lanzadas por intereses ajenos a la gran mayoría, las cuales nos llevan hacia el precipicio de la guerra nuclear y el peligro de la extinción de muchas formas de vida en el planeta, incluida la raza humana.
Ha surgido la posibilidad de una situación revolucionaria en Estados Unidos en medio de la intensa lucha intestina en la clase dominante estadounidense, entre el Partido Republicano, que busca imponer el fascismo, y el Partido Demócrata, que intenta preservar las formas y falsas ilusiones de la democracia burguesa. Es más que evidente que grandes avances de la revolución en las “entrañas de la bestia” tendrían un enorme impacto en el mundo, y particularmente en México.
La justa rebelión de las mujeres por todo el mundo, y destacadamente en México, ha puesto en tela de juicio el purulento patriarcado, frente a los esfuerzos reaccionarios por defender y refortalecer el dominio masculino. Esta contienda solo podrá resolverse o bien por medio de transformaciones radicalmente reaccionarias o por medio de transformaciones radicalmente revolucionarias y liberadoras.
Sube la ira de los pueblos indígenas al vivir, detrás de nuevas melosas promesas, la cruda realidad de nuevos y viejos megaproyectos de muerte, etnocidio y ecocidio: de la minería, el mal llamado Tren “Maya”, el proyecto transoceánico en el istmo de Tehuantepec, el Proyecto Integral Morelos, el acueducto Independencia, entre muchos otros.
Cunde la desesperación de cada vez más gente, frente a los conflictos sangrientos y el contubernio que existe entre los cárteles, el gobierno y los grandes capitalistas, lo cual ha resultado en más de 100 mil asesinatos y más de 30 mil desaparecidos, tan solo en los tres años del gobierno actual, así como docenas de miles de personas obligadas a huir de sus hogares.
Cada vez más gente ve defraudadas sus esperanzas de un cambio real con la llamada “Cuarta Transformación”, mientras el presidente López Obrador vitupera, ataca y tacha a mujeres e indígenas radicales, ecologistas, normalistas, maestros, científicos, periodistas independientes y otros de “conservadores y corruptos”. A la vez se intensifica la lucha intestina en las clases dominantes entre los verdaderos “conservadores” —los reaccionarios y desacreditados partidos del PAN, PRI y PRD— y el proyecto reaccionario de nuevo partido hegemónico, con Morena como una suerte de PRI renovado, que busca sostenerse por medio de una amenazante escalada de militarización del país, entre otros medios.
En el mundo y en el país, estas y otras contradicciones del sistema capitalista-imperialista mundial se están intensificando cada vez más, planteando dos posibilidades: vivir estos horrores y peor hasta la posible extinción de la humanidad, o hacer la revolución.
La misma intensificación de los trastornos del sistema y del sufrimiento innecesario de la gente, abre, además de grandes peligros, también nuevas posibilidades para una revolución verdaderamente liberadora y un mundo mucho mejor. Sin embargo, estas posibilidades de abrir una nueva aurora emancipadora en el país y en el mundo, solo podrán volverse realidad con un creciente núcleo organizado de gente que aplique la ciencia del nuevo comunismo para guiar la lucha revolucionaria decidida y consciente de las masas.
Analicemos, pues, más a fondo, los grandes peligros y las nuevas posibilidades revolucionarias inherentes en la situación actual, así como la urgente necesidad de atraer y entrenar nuevos comunistas revolucionarios que luchen por la revolución liberadora en México y la emancipación de toda la humanidad.
La emergencia ambiental del capitalismo está destruyendo el planeta: la revolución es la única esperanza para la humanidad
El calentamiento global y otra destrucción del medio ambiente conllevan la amenaza de extinción de muchas especies, incluida la nuestra. Según un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), el mundo ha perdido más de dos tercios de los vertebrados (animales con columna vertebral) desde 1970, que llega hasta la pérdida del 94 por ciento en las zonas tropicales de América Central y del Sur, y la tasa de extinción está acelerándose (La Jornada [LJ] 16/01/2022).
Se intensifica el calentamiento global, que es provocado por gases de efecto invernadero, principalmente debido al dióxido de carbono emitido por la quema de los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón). Sus estragos se hacen más que evidentes en el mundo con dramáticos desastres climáticos de inusuales e intensos golpes de calor y sequías en unas partes y fuertísimos huracanes, tormentas e inundaciones en otras. En México, tan solo en el año 2021 (y siguiendo ahora sobre todo en el norte del país) la Conagua declaró un estado de emergencia por las condiciones de sequía extrema y severa que padecen tres cuartas partes del país en las cuales existe algún grado de sequía, lo cual socava la agricultura, daña los ecosistemas y erosiona los suelos. En el mismo año casi se duplicó el número de ciclones, dejando a miles de damnificados que tuvieron que bloquear carreteras y hasta irrumpir en una conferencia del presidente para exigirle al gobierno la ayuda que supuestamente ya les había llegado, según el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que siempre tiene “otros datos”.
A pesar de la retórica de los políticos burgueses y sus conferencias internacionales, desde 1990 cuando el calentamiento global provocado por la actividad humana estaba bien establecido como hecho científico, las emisiones globales de gases de efecto invernadero han aumentado en un 50%. La temperatura global ya está alrededor de 1 °C por encima de los niveles preindustriales. El Acuerdo de París supuestamente busca limitarla a 1.5 °C, pero incluso si se cumpliesen todas sus promesas, se proyecta un incremento de aproximadamente 2.7 °C y la gran mayoría de los países no están cumpliendo sus promesas. El reciente informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas reveló que el calentamiento ha avanzado aún más rápido de lo que se predecía. Es más, los 15 mayores productores planean producir más del doble de la cantidad de petróleo, gas y carbono necesaria para cumplir con la supuesta meta. México está entre los países que no cumple con los Acuerdos de París y el gobierno ha apostado por aumentar el uso de los combustibles fósiles en vez de restringirlos. El país es uno de los 15 mayores emisores de gases de efecto invernadero y Pemex se encuentra entre las diez empresas más contaminantes del mundo.
Esta crisis ambiental también provoca y provocará más y peores pandemias y epidemias en el mundo. La destrucción del hábitat de otras especies rompe “las barreras naturales que permitían que los humanos nos mantuviéramos a salvo de virus y bacterias que se encuentran en la naturaleza”, explica el Dr. Gerardo Ceballos González, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM (Gaceta UNAM, “Amenaza la sexta extinción masiva de vertebrados”). Y esto es una causa de la pandemia de Covid-19 que estamos viviendo, así como los cerca de 50 brotes de enfermedades emergentes, virales o bacterianas que afectan al ser humano en los últimos 30 años. De seguir el capitalismo-imperialismo y su destrucción del medio ambiente, nos esperan más y peores epidemias y pandemias.
La causa del calentamiento global y de la destrucción del medio ambiente es el sistema mundial de capitalismo-imperialismo y la única manera de poder luchar en serio por revertir esta carrera hacia el desastre ambiental es la revolución. Para los capitalistas, el calentamiento global y la destrucción del medio ambiente son “externalidades”, es decir, no entran en sus costos de producción, aunque hay un altísimo costo para la gente y la naturaleza. La competencia entre los capitalistas los obliga a hacer caso omiso de esos costos sociales, so pena de quedar en la bancarrota frente a las medidas más rentables (y destructivas) de otros capitalistas. Algo semejante pasa con respecto a la rivalidad entre las potencias imperialistas, pero en esta relación no entra solo la competencia económica sino también las contiendas geopolíticas y militares por el dominio del mundo. Por todo lo anterior es que llevamos décadas de promesas huecas de las autoridades y la situación solo empeora. En varios aspectos, la destrucción provocada hasta ahora es irreversible, aunque en otros no.
¿Qué pasará si permitimos que el ecocida sistema capitalista siga impulsando el calentamiento global y la destrucción de los ecosistemas del planeta?
▪ Cada vez más especies terrestres y marítimas se extinguirán y se destruirán los ecosistemas de los que depende la vida humana.
▪ Cada vez más regiones del planeta se volverán inhabitables debido al intenso calor y sequía, sobre todo en África, Medio Oriente, Latinoamérica y partes de Asia.
▪ El nivel de los océanos seguirá subiendo con el derretimiento de los glaciares polares, dando lugar a grandes inundaciones en las costas y el hundimiento de varias ciudades costeras y naciones isleñas debajo del mar.
▪ Habrá tormentas y huracanes cada vez más frecuentes y devastadores, alternados con golpes de calor e incendios forestales.
▪ Escaseará cada vez más el agua para el uso humano y la agricultura. La destrucción de las condiciones necesarias para la agricultura llevará a que la gente padezca hambre y hambruna, sobre todo en los países del sur global más afectados.
▪ Aumentará la migración desesperada de millones de personas adicionales por la imposibilidad de sobrevivir en sus países de origen, y chocarán con los muros y fuerzas represoras de los países imperialistas del hemisferio norte que son menos afectados por el calentamiento global.
▪ Ocurrirán nuevas pandemias, enfermedades y crisis de salud, así como muchas muertes adicionales por eventos climáticos extremos.
Este no tiene que ser nuestro futuro, pero los científicos nos advierten que la “ventana de oportunidad” para detener el desastre global se está cerrando. Hay poco tiempo. Urge la revolución.
Con la revolución y el socialismo, se liberará la sociedad de los grilletes de la incesante búsqueda capitalista de la máxima ganancia y se podrán poner al mando las necesidades de la gente y del medio ambiente. El triunfo de tal revolución comunista en un país o grupo de países sería un faro de inspiración para la gente del resto del mundo y la revolución triunfante llamaría de inmediato a una lucha decidida en todo el mundo a reducir rápidamente hasta poder acabar con el uso de los combustibles fósiles y otras formas de destrucción del medio ambiente.
Esta revolución es posible y las mismas dimensiones de la emergencia ambiental en marcha están llevando a cada vez más gente, sobre todo jóvenes y científicos, a cuestionar el sistema que provoca y provocará cada vez más estos desastres. Urge llevar a esta gente y a otros la verdad sobre la única solución real a toda esta locura.
La contienda entre las potencias imperialistas por el reparto del mundo nos lleva hacia el precipicio de una guerra mundial: hay que enfrentar la guerra y agresión imperialista con la revolución para acabar con el capitalismo-imperialismo
Aumenta el peligro de guerra, incluida la guerra nuclear, por la intensificación de la rivalidad entre las potencias imperialistas, como Estados Unidos, China, Rusia, varios países europeos y otros. Este peligro se ha incrementado mucho con el choque más directo entre el imperialismo estadounidense y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), por un lado, y el imperialismo ruso, por otro, con la invasión de Ucrania. Sin embargo, se venía intensificando desde antes de esta guerra. Por ejemplo, estos imperialistas metieron mano en apoyo a lados opuestos en la guerra civil en Siria, que ha causado la muerte de centenares de miles de personas, con millones de desplazados y refugiados. Por otro lado, no hace mucho que Estados Unidos y Japón realizaron ejercicios militares de provocación en una zona en disputa del Mar del Sur de China; mientras China ha realizado ejercicios militares con representaciones de barcos estadounidenses como sus blancos.
Los grandes capitalistas y sus representantes políticos en los países oprimidos y subordinados al imperialismo en África, Asia y América Latina, tratan de aprovechar el conflicto entre las potencias imperialistas para ver si pueden aumentar su tajada de la explotación de “sus” trabajadores. El presidente de México, López Obrador, en la cumbre con los presidentes de EU y Canadá en 2021, advirtió sobre el peligro de que “para el 2051, China tendría el dominio del 42 por ciento del mercado mundial y nosotros, Estados Unidos, México y Canadá nos quedaríamos con el 12 por ciento, lo cual, además de ser una desproporción inaceptable en el terreno económico, mantendría viva la tentación de apostar a resolver esta disparidad con el uso de la fuerza, lo cual nos pondría en peligro a todos”. Así que llamó a “fortalecernos comercialmente en América del Norte”, ‘fortalecimiento’ por cierto en que el papel económico de México como país oprimido reside en gran parte en la superexplotación de mano de obra barata y como fuente de materias primas.
Otros políticos burgueses como Evo Morales, ex presidente de Bolivia, abogan por asociarse con China por los mejores términos que podría ofrecer. Y entre la “izquierda” latinoamericana en general no faltan quienes alaban a China y Rusia. Tal punto de vista, cuando es expresado por personas que no son representantes de la burguesía, se debe, por lo general, a un nacionalismo estrecho que no ve más allá del hecho de que EU es, efectivamente, el opresor imperialista principal en la región (y el mundo) y a su ceguera ante el potencial revolucionario de las masas. Hace ya más de 30 años que Rusia es una potencia abiertamente capitalista. Aunque China mantiene una endeble fachada de “socialismo”, en realidad se restauró el capitalismo ahí tras el golpe de Estado después de la muerte de Mao en 1976. Las ganancias están al mando de la economía china tanto estatal como privada, y este supuesto país socialista presume una de las principales bolsas de valores en el mundo, la de Shanghái.
Los intereses fundamentales de las masas populares no están en escoger cuál es la mejor potencia imperialista para explotar y despojarnos, sino en liberarnos de toda dominación imperialista y del sistema capitalista en sí.
La creciente rivalidad entre estas potencias tiene sus raíces en la misma naturaleza del sistema capitalista-imperialista. La competencia entre capitalistas por la máxima ganancia se traslada al escenario internacional como la competencia entre las potencias imperialistas por el dominio mundial. Todas necesitan expandirse en un mundo ya repartido, lo que lleva a confrontaciones y guerras por un nuevo reparto del mundo. Aunque el imperialismo estadounidense ha sido la potencia dominante desde el final de la Segunda Guerra Mundial, enfrenta un desafío creciente de China y Rusia, y las tres han estado expandiendo y modernizando sus sistemas de armamento, incluido el armamento nuclear. El creciente peligro de guerra entre esos imperialistas conlleva terribles amenazas para la humanidad, ya que una guerra nuclear provocaría destrucción y muertes catastróficas y dejaría radioactivas e inhabitables grandes partes del planeta.
El problema es el sistema capitalista-imperialista, la solución es la revolución comunista
La revolución, la revolución comunista, es urgentemente necesaria frente a las graves amenazas contra la existencia de la humanidad ya mencionadas, así como por el patriarcado y la bárbara opresión a las mujeres; el despojo, racismo y opresión a los pueblos indígenas; el terror y la invasión de la vida diaria por parte del crimen organizado por todas partes; y la explotación y pobreza de la mayoría; entre otros horrores.
Bob Avakian, líder revolucionario y autor del Nuevo Comunismo, resume de manera muy concisa (en Algo terrible o algo verdaderamente emancipador) las siguientes verdades básicas:
Vivimos bajo un sistema:— el sistema del capitalismo-imperialismo (el capitalismo es un sistema económico y político de explotación y opresión, y el imperialismo se refiere a la naturaleza mundial de este sistema).
Es este sistema el que es la causa básica del tremendo sufrimiento al que está sometida la gente en todo el mundo; y este sistema representa una amenaza creciente a la existencia misma de la humanidad, en la manera en que este sistema está destruyendo rápidamente el medio ambiente global y en el peligro de una guerra entre las potencias capitalistas-imperialistas con armamento nuclear, como Estados Unidos y China.
Todo esto es la realidad y nadie puede escapar a esta realidad. O la cambiamos radicalmente, de manera positiva, o todo cambiará de manera muy negativa.
Para que quede muy claro una vez más:cambiarla de manera positiva significa hacer una revolución — una revolución real, para derrocar este sistema del capitalismo-imperialismo y reemplazarlo por un sistema radicalmente diferente y emancipador. Porque también es una verdad básica que: en el mundo de hoy, para cambiar en lo fundamental la sociedad, es necesario tomar el poder — derrocar el poder estatal existente y establecer un nuevo poder estatal.
Semejante revolución no solo es urgentemente necesaria, sino que se está volviendo más posible en la situación actual, a la vez que la amenaza de cosas aun más terribles es muy patente.
Un momento poco común: se vuelve posible la revolución en Estados Unidos
Bob Avakian ha analizado que este es un momento poco común en que la revolución se vuelve posible en Estados Unidos. Es un momento poco común en que podrían darse las tres condiciones necesarias para una revolución socialista en ese país:
Una crisis en la sociedad y en el gobierno que sea tan profunda y que trastorne tanto “la manera acostumbrada de hacer las cosas”, que aquellos que nos han gobernado, durante tanto tiempo, ya no puedan hacerlo de la forma “normal”, la que, por su condicionamiento, la gente acepte.
Un pueblo revolucionario que cuente con millones y millones de personas, cuya “lealtad” a este sistema se haya roto, y su determinación de luchar por una sociedad más justa sea más grande que su temor por la represión violenta de este sistema.
Una fuerza revolucionaria organizada —conformada por cantidades cada vez más grandes de personas, de entre los más oprimidos, pero también de muchas otras partes de la sociedad— una fuerza que se base en el enfoque más científico para impulsar y luego llevar a cabo una revolución y que trabaje sistemáticamente por aplicar ese enfoque, y a la cual masas de personas recurran cada vez más para que las dirija a fin de realizar el cambio radical que se necesita con urgencia.
— Bob Avakian, Algo terrible o algo verdaderamente emancipador
Avakian analiza que se vuelve posible una revolución en Estados Unidos, en parte importante, por la profunda crisis en la clase dominante capitalista y en toda la sociedad en ese país. Esta crisis se expresa en el conflicto cada vez más agudo entre, por un lado, un sector de la clase dominante agrupado en el Partido Demócrata que busca mantener el actual orden democrático-burgués y, por otro lado, el sector de la clase dominante representado por el Partido Republicano que busca imponer el fascismo.
La democracia burguesa que defiende el Partido Demócrata representa una dictadura de la clase capitalista-imperialista sobre las masas, aunque la disfrazan con formas democráticas como elecciones, la transición pacífica del poder y ciertos derechos legales. Esta fachada siempre ha sido una cruel mentira para la gente de abajo, pero la clase dominante se ha visto obligada a conceder ciertas reformas limitadas a la lucha contra la supremacía blanca (la opresión y racismo contra la gente de color), la supremacía masculina (el patriarcado y machismo) y otras relaciones opresivas, sobre todo a partir del auge de lucha revolucionaria en ese país y el mundo en los años 60 del siglo pasado.
El fascismo que busca imponer el otro sector de la clase dominante representado por el Partido Republicano es, en cambio, una forma abierta de la dictadura capitalista, dispuesta a utilizar la violencia, no solo en contra de las masas sino también en contra de sus contrincantes en la clase dominante. El Partido Republicano, que se ha vuelto un partido fascista, busca defender e imponer las formas más extremas de la supremacía blanca, la supremacía masculina, la xenofobia (odio a los extranjeros) y el saqueo completamente desenfrenado del medio ambiente, además de desechar el estado de derecho. Y han movilizado a luchar por esto a una base social reaccionaria y lunática en la sociedad, empapada de todo tipo de teorías de conspiración y fundamentalismo cristiano, llamando en muchos casos abiertamente a una guerra civil para imponer su programa reaccionario extremo.
Las fuerzas fascistas ya intentaron un golpe de Estado con el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 para tratar de imponer a Trump como presidente, a pesar de que había perdido la elección. Ahora los republicanos están cambiando las leyes a nivel estatal para restringir el voto de los negros, latinos y otros, a la vez que preparan sus huestes armadas y organizan sus fuerzas fascistas en la policía y el ejército, todo con el propósito de hacerse del poder y ya no soltarlo, imponiendo una forma fascista de la dictadura burguesa, muy probablemente en el contexto de las elecciones 2024, si es que no lo logran antes.
Mientras los fascistas toman la ofensiva, movilizan a sus huestes y no aceptan las “reglas del juego” democrático-burgués, el Partido Demócrata titubea, busca llegar a “acuerdos” con los republicanos y rehúsa movilizar a la gente que odia a los fascistas, por temor a lo que pudiera pasar si las masas se rebelan. Así que, si las cosas siguen en su curso actual, es muy probable que se imponga el fascismo en Estados Unidos, ya sea por medio de las elecciones con los dados cada vez más cargados a favor de los republicanos, ya sea por medio de un golpe de Estado o de una guerra civil.
Por otra parte, esta profunda crisis también abre la posibilidad poco común de una revolución liberadora al otro lado del Río Bravo. Se ha visto el potencial para la revolución entre la gente en el hermoso auge de protesta contra el asesinato policiaco y la opresión racista de parte de millones de personas en EU y alrededor del mundo en el verano de 2020, tras el brutal asesinato de George Floyd por los puercos uniformados. También se ha visto ese potencial en los brotes de rebelión de las mujeres, la lucha y angustia por la emergencia ambiental que amenaza el futuro de la humanidad, así como en otras formas.
Apreciar plenamente el potencial revolucionario de las masas requiere ciencia para penetrar debajo de la superficie de lo que predomina bajo este sistema y sus valores. En México y otros países oprimidos por Estados Unidos, otro obstáculo a apreciar ese potencial en EU es la tendencia nacionalista a no trazar una clara distinción entre la clase dominante y las masas estadounidenses, confundiendo el justo rechazo a la dominación imperialista con un rechazo a todo lo que tenga que ver con ese país en general. Esto contrasta con el correcto entendimiento internacionalista de que las clases dominantes en EU, México y los demás países en el mundo actual son enemigos estratégicos de la revolución liberadora, el proletariado en todos los países es en esencia una sola clase internacional con el interés fundamental de abolir toda forma de explotación y opresión, y las masas populares en ambos lados de la frontera y en todo el mundo son potenciales fuerzas motrices de esa revolución. Desde un punto de vista nacionalista, en vez de un punto de vista internacionalista, se tiende a no reconocer el potencial revolucionario de las masas ni la posibilidad de la revolución en el coloso del norte. Muchas veces se ignora la historia de lucha de millones allá en contra de las guerras imperialistas de “sus” gobernantes, así como las luchas contra la opresión de las mujeres, el pueblo negro, los latinos y otros. Se pasa por alto que Estados Unidos es una sociedad dividida en clases y con gran población de nacionalidades oprimidas, en que se intensifica cada vez más la desigualdad entre los de arriba y los de abajo, y que existe un antagonismo entre los intereses de la clase dominante capitalista-imperialista y los intereses fundamentales de las masas oprimidas en Estados Unidos.
Irónicamente, no captar el potencial revolucionario de las masas oprimidas en EU lleva a muchos hacia la capitulación al imperialismo yanqui. Tratan de justificar, por ejemplo, las vergonzosas alabanzas de AMLO a Trump en su visita a Washington, así como su servil obediencia a las exigencias yanquis de contener y reprimir a los migrantes, con el argumento de evitar las consecuencias negativas para México debido a las posibles represalias económicas ejercidas por el coloso del Norte. Pero la realidad es que es un coloso con pies de barro, porque la clase capitalista-imperialista estadounidense explota y oprime a la gente en su propio país, además de sobreexplotar, oprimir y dominar a las masas por todo el mundo.
La revolución en EU sin duda enfrenta enormes dificultades. Al analizar científicamente con el Nuevo Comunismo la crisis actual en esa sociedad, Bob Avakian ha podido penetrar debajo de la superficie de las apariencias para demostrar que la misma crisis conlleva, no solo el peligro de horrores aún más terribles, sino también la posibilidad de una revolución verdaderamente emancipadora. Al enfrentar esa realidad tal cual es, nuestros camaradas, los comunistas revolucionarios en EU, luchan por ponerse a la altura de las circunstancias. Los “revcoms” luchan y se esfuerzan cada vez más por forjar la fuerza revolucionaria organizada dirigente para esa revolución y transformar el potencial revolucionario de la gente en un pueblo revolucionario de millones a fin de hacer la revolución en Estados Unidos.
Así las cosas, la crisis en Estados Unidos conlleva, a la vez, el peligro muy patente del fascismo, la inminente posibilidad de una guerra civil y el esperanzador potencial para una revolución socialista. Como analiza Avakian, “a medida que esta situación se desenvuelva, esta verdad profunda se demostrará cada vez con más fuerza: la crisis y las divisiones profundas en la sociedad únicamente podrán resolverse por medios radicales, de un tipo u otro — ya sea por medios radicalmente reaccionarios, asesinamente opresivos y destructivos o por medios revolucionarios radicalmente emancipadores” (nuestro énfasis, de Algo terrible o algo verdaderamente emancipador, Crisis profunda, divisiones crecientes, la inminente posibilidad de una guerra civil — y la revolución que se necesita con urgencia, Una base necesaria, una hoja de ruta básica para esta revolución, de Bob Avakian, que todo el mundo debe estudiar a fondo para entender la actual crisis en EU y sus implicaciones para el mundo).
Las posibilidades de fascismo, guerra civil y revolución en EU en un futuro próximo tienen profundas implicaciones para México y el mundo
Esta crítica situación en la superpotencia imperialista más grande en la actualidad tiene enorme importancia para México y el mundo.
El posible triunfo del fascismo conllevaría espeluznantes horrores: una cacería aún más brutal y asesina de los migrantes; ataques racistas desenfrenados contra los negros, latinos y otras nacionalidades; la más repugnante sujeción patriarcal a las mujeres (como la supresión del derecho al aborto que acaba de pasar) con intentos de imponer eso en otros países también; la destrucción aún más acelerada del medio ambiente en todo el imperio estadounidense; y el fortalecimiento de las fuerzas fascistas en todo el mundo. También conllevaría formas aún más burdas, brutales y directas de dominación imperialista de México. Aunque no es posible predecir las formas exactas de esto, la caracterización de mexicanos como “asesinos y violadores” por parte de Trump y su ‘ofrecimiento’, cuando era presidente, de mandar efectivos militares acá para ‘poner orden’ nos dan alguna indicación de lo que la consolidación del fascismo en EU podría significar para México.
Representa una ilusión falsa y mortífera la posición de varios “amlovers” de que Trump era mejor que Biden. Al parecer, esa posición obedece, en parte, a su intento de justificar el vergonzoso servilismo ya citado de AMLO ante Trump. También existen ciertas semejanzas entre los dos, como sus discursos demagógicos, sus ataques sin principios a cualquiera que se les oponga, su insistencia en que el mundo es como ellos digan, y no como indican las evidencias, y el hecho de que los dos encabezan movimientos de masas encaminados a fortalecer el sistema capitalista, aunque con programas burgueses distintos. (Trump es fascista, AMLO no lo es, aunque sí fue colaboracionista cuando Trump era presidente). Como sean las razones, favorecer a Trump sobre Biden es una posición profundamente equivocada. Tanto Trump como Biden, tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata, son representantes profundamente reaccionarios del capitalismo-imperialismo estadounidense que explota y oprime a la gente allá y en todo el mundo. La única diferencia de importancia para el pueblo es que Trump y los republicanos representan el intento de imponer el fascismo, y Biden y los demócratas no comparten ese programa. Si la experiencia del fascismo en la Alemania nazi, España bajo Franco o Chile bajo Pinochet nos ha de enseñar algo, es que el programa fascista no es el “mal menor” para las masas, como varios seguidores de AMLO argumentan sobre Trump.
Igualmente equivocada es la idea de que el fascismo será bueno para la revolución porque impulsará a la gente a levantarse. La experiencia en todas partes ha demostrado que, si logra consolidarse, el fascismo conlleva la más sangrienta represión que busca exterminar a las fuerzas revolucionarias y progresistas.
Una guerra civil en Estados Unidos provocaría una gran inestabilidad en el sistema mundial y particularmente en México. No se podría descartar la posibilidad incluso de incursiones armadas en el país, pero aún sin eso, si algo nos ha enseñado las crisis en las cadenas de suministro durante la pandemia de Covid, es que el proceso productivo y económico en general se ha vuelto tan interrelacionado entre los dos países que no funciona de un lado de la frontera si no funciona del otro. Los grandes capitalistas mexicanos y el gobierno mexicano perderían en semejante situación la gran roca de estabilidad para su sistema que es el imperialismo estadounidense; y sus representantes políticos se enfrascarían en luchas intestinas aun más intensas sobre cómo lidiar con tal crisis y con cuál facción de la desmembrada clase dominante norteamericana (u otra potencia imperialista) acoplarse. Tales acontecimientos muy probablemente provocarían nuevas posibilidades para el avance de la revolución en ambos lados de la frontera, así como nuevos peligros. En todo caso, los comunistas revolucionarios en México necesitamos redoblar esfuerzos para avanzar todo lo posible ahora en preparar la revolución y estar a la altura de las oportunidades y desafíos que surjan del desenvolvimiento de esta crisis en Estados Unidos.
Será una enorme inspiración e impulso a la revolución comunista en todo el mundo si los comunistas revolucionarios en Estados Unidos llegan a representar una fuerza de importancia en la contienda allí, ni hablar del cataclismo para el sistema imperialista mundial y el gran avance histórico para los oprimidos que representaría el triunfo de la revolución socialista. Aún con tal triunfo, seguirían existiendo otros países imperialistas y reaccionarios alrededor del mundo que se unirían en guerra santa en contra de semejante osadía de la “prole” de liberarse de sus cadenas. Sin embargo, remecería a todo el sistema capitalista-imperialista mundial hasta sus cimientos y abriría una luminosa aurora de esperanza para las masas y pueblos oprimidos del mundo.
Existe una profunda interrelación entre los procesos revolucionarios en México y Estados Unidos, por los fuertes, aunque altamente desiguales, lazos existentes entre los dos países en lo económico, lo político y lo social. Es nuestro irrenunciable deber internacionalista apoyar firmemente y promover audazmente la lucha de los comunistas revolucionarios y masas oprimidas de Estados Unidos como parte integral y esencial de acelerar e intensificar los preparativos para la revolución liberadora en México e impulsarla en todo el mundo. ¡Imaginémonos la asombrosa esperanza para el futuro de la humanidad que representaría el establecimiento de repúblicas socialistas en América del Norte, que serían bases de apoyo para avances aún mayores de la revolución mundial! Con eso hay que soñar, y trabajar abnegadamente, conscientes de todas las grandes dificultades y de las poderosas fuerzas que actúan en contra de tal objetivo. Para transformar esos sueños en realidad, debemos analizar la situación cambiante de manera científica y aprovechar con sabiduría y audacia las hondas grietas del sistema actual, las cuales comienzan a brotar con fuerza en la superficie y desgarrar la vida cotidiana, de manera concentrada ahora en el vecino del Norte, pero también en México.
Las clases dominantes mexicanas se enfrascan en luchas intestinas entre “conservadores” y “morenistas” — ni los unos ni los otros representan los intereses del pueblo
Aunque en México no ha llegado todavía al nivel de antagonismo de la lucha intestina que existe en la clase dominante estadounidense, aquí se intensifica la lucha entre los representantes políticos de dos polos entre los grandes capitalistas y terratenientes mexicanos. Por una parte, están los partidos de los desacreditados gobiernos anteriores: el Partido Acción Nacional (PAN) que lanzó la supuesta “guerra contra el crimen organizado” que en realidad fue y sigue siendo una guerra contra el pueblo; el Partido de la Revolución Institucional (PRI) partido único durante muchas décadas y responsable de tantas masacres del pueblo; así como sus compinches en lo que queda del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Por otra parte, está la supuesta “Cuarta Transformación” (“4T”), que no es tal, del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y sus paleros, partido que, al parecer, AMLO intenta transformar en una renovada versión de partido hegemónico al estilo del viejo PRI, de donde él proviene.
Existen diferencias reales entre las dos facciones. Más notable es el peso relativo que asignan al capitalismo estatal. Por ejemplo, mientras los gobiernos anteriores del PAN y del PRI socavaron a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), favoreciendo a las empresas privadas del sector, y llevaban a PEMEX al “punto de venta”, AMLO busca fortalecer a estas empresas paraestatales, haciendo caso omiso, salvo en retórica ocasional, de los supuestos compromisos del país para reducir su impacto en el calentamiento global.
Sin embargo, eso no representa ninguna oposición al gran capital privado, como alegan tanto ciertos “conservadores” cínicos como algunos ilusos seguidores de la llamada 4T. Por si alguien lo duda, ahí están sus alabanzas a varios grandes capitalistas a quienes antes tildaba de “la mafia en el poder”: su entrega del manejo de las tarjetas de Bienestar a un personaje sumamente reaccionario y gran explotador como Salinas Pliego; las palabras conciliatorias para Larrea (hablando de sus “buenas relaciones” con este empresario criminal [LJ 12/02/2022]), sin denunciarlo, ni procesarlo por los enormes crímenes ambientales y de represión sangrienta a los obreros de su empresa minera Grupo México; sus elogios y apoyo a Carlos Slim, uno de los culpables, entre otros crímenes, de las 26 muertes provocadas por el colapso de la Línea 12 del Metro en la Ciudad de México; solo para mencionar unos cuantos de muchos ejemplos.
Por otra parte, PEMEX y la CFE no son de ninguna manera, como nos dicen, “propiedad de todos los mexicanos”. Son propiedad capitalista estatal, regidas por la misma necesidad capitalista de maximizar ganancias con la misma resultante destrucción del medio ambiente, explotación y trato prepotente de sus trabajadores y del público al que supuestamente sirven. Las discrepancias en las clases dominantes entre “conservadores” y “morenistas” no son acerca de si el capitalismo es necesario o no es, sino acerca de cómo impulsar mejor el desarrollo capitalista en México, el cual, independientemente de las formas, necesariamente significa explotación, opresión, despojo y ecocidio.
Como ha dicho el mismo AMLO, en el contexto de impulsar el nefasto megaproyecto del mal llamado Tren “Maya”, “Nosotros somos un grupo de izquierda, que inclusive está instaurando más que otra cosa un verdadero capitalismo, más allá del capitalismo de cuates que hay en México…” (Animal político, 5/02/2019). Es más, recientemente ha llegado a declarar sobre la privatización del agua que “no es malo per se el que una empresa administre la distribución del agua” e incluso que “si el modelo neoliberal se aplicara sin corrupción, no sería del todo malo”. Como comenta el economista Julio Boltvinik, que desde hace tiempo señala el carácter “neoliberal” de muchas de las políticas del actual gobierno, “Así como en derecho se aplica el principio ‘A confesión de parte, relevo de pruebas’, así se vuelven innecesarias las críticas que apuntan que el gobierno de AMLO es neoliberal, pues él mismo confiesa esa afinidad”. (LJ 27/05/2022).
El fascismo en México no ha cobrado hasta ahora tanta fuerza ni entre las clases dominantes ni entre sectores de la población en general como es el caso en Estados Unidos y varios otros países en el mundo en la actualidad. Sin embargo, fuerzas fascistas como el Yunque llevan mucho tiempo enquistadas en el PAN y hace poco las fuerzas fascistas asociadas con ese partido salieron de manera más pública y abierta de lo que solían hacer en el pasado. Un grupo de senadores del PAN y un par del PRI, convocados por el coordinador del PAN en el Senado, Julen Rementería, se reunieron con Santiago Abascal, líder de VOX, partido fascista español, en septiembre de 2021, para firmar la Carta de Madrid “contra el comunismo”. Abascal, además de defensor de la superioridad masculina y la opresión a las mujeres, es representante del más repugnante chovinismo del imperialismo español contra los migrantes y hacia lo que él llama la “Iberosfera”, en referencia a Latinoamérica. En el aniversario de los 500 años de la caída de Tenochtitlan, defendió el genocidio que provocó la Conquista y azuzó el racismo al tuitear que “España logró liberar a millones de personas del régimen sanguinario y de terror de los aztecas. Orgullosos de nuestra Historia” (El País, 04/09/2021).
El evento reaccionario provocó cierta división en las filas del PAN y frente a la amplia indignación que causó, Rementería se vio obligado a disculparse públicamente y sostener que no había ningún acuerdo con VOX y Abascal, a pesar de las firmas de los legisladores en la Carta de Madrid. El fascismo es un peligro latente en México que merece investigarse más.
Aunque existe una contienda y ciertas discrepancias reales entre los dos polos políticos básicos actuales entre las clases dominantes, mucho de lo que sale al discurso público es pura hipocresía y teatro. El PAN trata de retratarse como los grandes defensores de las mujeres, aprovechándose de los múltiples dichos patriarcales de López Obrador y el retiro de apoyo gubernamental a guarderías, ayuda para mujeres violentadas y otros servicios. Es pura hipocresía, ya que el PAN lleva años enalteciendo la familia patriarcal tradicional y oponiéndose firmemente al derecho al aborto y los derechos de la gente LBGT+, entre otras posiciones reaccionarias. Como también es pura hipocresía y misoginia cuando López Obrador (quien tampoco promueve el derecho al aborto) denuncia como “conservadoras”, como si fueran iguales al PAN, a las valientes mujeres llenas de justo coraje que golpearon las barricadas erigidas frente a Palacio Nacional por el gobierno federal y las pintaron con los nombres de tantas víctimas de los feminicidios y desapariciones; mientras los culpables siguen en absoluta impunidad, independientemente de cuál partido burgués esté en el poder.
Otro tanto puede decirse acerca de todo el teatro en torno a la consulta para supuestamente enjuiciar a los ex presidentes. Por una parte, el PAN y el PRI no tienen ningún derecho legítimo de hablar, ya que dichos ex presidentes de esos partidos han sido, justamente, grandes criminales odiados por millones y sí deben ser enjuiciados por crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, ni los dirigentes de Morena ni el gobierno federal tuvieron, ni tienen hasta la fecha, ninguna intención real de enjuiciar a ninguno de estos criminales; a pesar de sus diferencias, todos son representantes políticos de las mismas clases dominantes. No lo hacen, entre otras razones, porque es un secreto a voces que hubo un acuerdo por lo menos tácito con Peña Nieto, como presidente en funciones, para dejar camino libre a la campaña electoral para la presidencia de AMLO a cambio de que este último no lo persiguiese por sus crímenes. La consulta fue tan solo un show para hacer creer a los millones de mexicanos, que odian con justa razón a los presidentes anteriores que algo se iba a hacer, que este gobierno “no es lo mismo”. Fue una mentira y un engaño.
Las dos fuerzas contendientes entre los partidos electorales de la gran burguesía nos aseguran que son las únicas alternativas reales para el país. AMLO ataca a todo mundo que no lo apoye o que siquiera discrepe con él, tachándolos de “conservadores” y “defensores del neoliberalismo y la corrupción”, aunque sean mujeres jóvenes radicales luchando contra el patriarcado, indígenas oponiéndose a los megaproyectos de muerte, despojo y destrucción, normalistas tratando de impedir que el gobierno siga eliminando normales rurales, periodistas independientes, ecologistas y científicos alarmados por la crisis ambiental, mujeres, familiares y activistas de derechos humanos exigiendo justicia para los asesinados y desaparecidos o maestros democráticos luchando por sus derechos laborales, entre otros. Los verdaderos “conservadores” del PAN, PRI y PRD, por su parte, nos aseguran que son la única alternativa real al “populismo y autoritarismo” de AMLO y Morena.
A pesar de sus diferencias, ni unos ni otros representan los intereses del pueblo: las dirigencias de todos estos partidos electorales burgueses son representantes políticos de las clases dominantes y defensores del actual sistema capitalista de explotación, opresión y muerte. No representan ninguna esperanza real para las masas populares. Tampoco son la única alternativa. Existe la posibilidad y la base para una verdadera esperanza y otro futuro que muchos quisieran ver. Como AMLO bien sabe cuando ataca cínicamente a la gente más radical y revolucionaria como “conservadores”, hay miles y miles de personas que siguen luchando por un mundo mejor sin subordinarse al carro electoral burgués de Morena. Y la mayoría de la gente que todavía cree en la falsa ilusión de la llamada 4T, quisiera ver un fin de tantos feminicidos, muertes, desaparecidos, delincuencia organizada confabulada con las autoridades por todas partes, despojo y racismo contra los indígenas, cacería de migrantes como si fuesen animales, destrucción del medio ambiente y demás crímenes.
Tal mundo, tal futuro, que muchos quisieran ver, no puede nacer y no va a nacer bajo este sistema de capitalismo ni bajo el dominio de los partidos electorales burgueses de este sistema que es la causa fundamental de estos males y horrores. Tal mundo que quisiéramos ver, libre de los horrores, angustia, hambre e inseguridades que hace vivir este sistema a la absoluta mayoría, solo podrá nacer y solo nacerá por medio de tumbar este sistema y construir otro radicalmente y mucho mejor. Por eso, la verdadera alternativa no radica en escoger entre uno y otro partido electoral burgués; la verdadera alternativa es la revolución liberadora.
El Estado mexicano sigue siendo un aparato represor al servicio del sistema capitalista – la única transformación liberadora posible es con la revolución
A pesar del cambio de retórica que ha significado el gobierno de AMLO y Morena, así como ciertos cambios en las políticas del gobierno en contraste con los anteriores, el Estado mexicano es y sigue siendo un aparato represor al servicio del sistema capitalista.
El gobierno de López Obrador impulsa una creciente y peligrosa militarización del país, que representa un notable salto en comparación con las políticas de gobiernos anteriores. Los gobiernos anteriores cometieron y encubrieron todo tipo de horrendos crímenes por parte de las fuerzas armadas, desde la masacre de cientos de estudiantes en 1968 hasta su participación en el operativo contra los normalistas de Ayotzinapa que resultó en seis personas asesinadas y los 43 normalistas desaparecidos. Sin embargo, no había ocurrido antes una expansión tan grande del papel de los militares; aunque las fuerzas armadas han jugado un papel creciente en el supuesto combate al crimen organizado en sexenios recientes, en abierta violación de la Constitución Política del país.
En el gobierno actual se ha expandido enormemente el papel de las fuerzas armadas con una militarización cada vez mayor de la vida nacional. El Ejército, la Marina y la militarizada Guardia Nacional asumen cada vez más funciones policíacas, tanto en la contención/colusión con los cárteles como en la represión al pueblo. En el decreto publicado el 11 de mayo de 2020 “Se ordena a la Fuerza Armada permanente a participar… con la Guardia Nacional en las funciones de seguridad pública”, a pesar de las promesas de campaña de AMLO de “regresar los soldados a sus cuarteles en un plazo no mayor de seis meses” (“¿Militarización en México? Sí, y militarismo”, LJ 20/08/2021). AMLO también prometió que la Guardia Nacional tendría un carácter “civil”, pero ya está bajo el mando militar de la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) y la gran mayoría de sus integrantes provienen del ejército. El ejército asume no solo buena parte de la construcción sino también la administración y el control económico del mal llamado Tren “Maya” (proyecto etnocida y ecocida), el nuevo aeropuerto de CDMX y 3 aeropuertos en la Península de Yucatán. Con esto se expande también el poder económico de las fuerzas armadas. Los militares no solo construyen 266 cuarteles de la Guardia Nacional sino también 2700 sucursales del Banco del Bienestar.
La Marina toma control de las aduanas y los puertos y asume la administración y control económico del etnocida y ecocida megaproyecto transoceánico en el Istmo de Tehuantepec. Los militares participan activamente en la entrega de los programas sociales, fertilizantes, libros de texto, vacunas contra Covid y mucho más, como se enseña en los manuales de contrainsurgencia para mostrar su supuesto lado “amable” a la población. El presupuesto militar crece enormemente, virtualmente sin control externo, mientras se impone la austeridad a otras partes de gobierno. Y los mandos castrenses ya intervienen abiertamente en la política, como cuando el secretario de Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, en un acto público expresó su apoyo al gobierno de AMLO, con la declaración ominosa de que “Cómo mexicanos es necesario estar unidos en el proyecto de nación que está en marcha”, en referencia a la llamada 4T (Animal Político, 21/11/2021).
Las fuerzas armadas siguen asesinando y reprimiendo a la gente en el gobierno actual, aunque han tratado de evitar masacres mayores, que serían desastrosas para sus intentos de presentarse como “diferente” a los odiados gobiernos anteriores. Para beneplácito del imperialismo estadounidense, la Guardia Nacional (GN) mexicana ha sido desplegada para reprimir con fuerza particularmente brutal a los migrantes, golpeando salvajemente y encarcelando a gente de las caravanas, tanto en la frontera sur como en la frontera norte; asesinando a un migrante cubano al pasar por un retén en Chiapas; deteniendo, violando y deportando a dos mujeres hondureñas en Ciudad Juárez (LJ 03/02/22). La GN también se ha usado para reprimir a las protestas, como cuando asesinaron a una persona en las movilizaciones de agricultores por el agua en la Presa la Boquilla en Chihuahua en septiembre de 2020. También matan a la gente por simplemente eludirlos, como cuando la GN asesinó a un conductor de camioneta y un vendedor ambulante en Nuevo Laredo, Tamaulipas, en abril de 2021, provocando una confrontación con los habitantes del lugar (Proceso en línea, 8 y 9/04/2021) o cuando el Ejército abrió fuego en la misma ciudad el 10 de marzo del mismo año contra un vehículo en que viajaban una mujer embarazada y su marido, matándolo a él y después persiguiendo y amenazándola a ella (Proceso en línea 8/04/2021). Tan solo en la ciudad de Nuevo Laredo en el año 2021, el Ejército y la GN fueron responsables de por lo menos una ejecución, una violación y tres casos de tortura, todos bien documentados por el Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo. Sin embargo, la Fiscalía General de la República se ha negado a siquiera investigar estos crímenes (LJ 12/02/2022). Más recientemente, en Irapuato, la Guardia Nacional asesinó a un estudiante de la Universidad de Guanajuato e hirió de bala a otra supuestamente por “retirarse del lugar” cuando llegaba la GN, lo que según el informe oficial “provocó desconcierto e incertidumbre entre los miembros” de la institución, dos de los cuales comenzaron a dispararles (Animal político, 27/04/2022).
El gobierno de la llamada 4T sigue encubriendo los crímenes de lesa humanidad de las fuerzas armadas, como en el caso de Ernestina Ascencio Rosario, indígena nahua de 73 años violada y asesinada por elementos del ejército durante el gobierno de Felipe Calderón. En 2020, en una audiencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la delegación oficial del Estado mexicano repitió la misma mentira descarada de Calderón de que murió de “gastritis crónica”, a pesar de toda la evidencia en contrario. Aunque la indignación pública obligó al gobierno a prometer “reabrir” el caso, propusieron asignarlo a la misma fiscalía veracruzana que fabricó las mentiras. Para colmo, ni así pasa nada al respecto – más de un año después, la anémica Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) mexicana sigue “recomendando” que reabran el caso (El Informante de Veracruz, 30/01/2022).
Semejante desenlace se vislumbra en el caso de Digna Ochoa, abogada y valiente defensora de derechos humanos, asesinada en 2001. La procuraduría capitalina, con AMLO al frente del gobierno de la Ciudad de México en ese entonces, trató de encubrir el crimen con una ultrajante determinación de “suicidio disimulado”, al parecer para encubrir el probable papel en el crimen del ejército y los caciques de Guerrero, entre otros. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha determinado que se debe reabrir el caso; ya que la investigación de las autoridades estaba repleta de irregularidades, intimidación a testigos, difamación pública a la víctima y “estereotipos de género”, entre otras barbaridades. Aunque el gobierno mexicano dice que acepta reabrir el caso, la actual jefa del gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum, cínicamente elogia a Digna y también a Bernardo Bátiz, el procurador responsable de este encubrimiento criminal.
También en el caso de Ayotzinapa, a pesar de una retórica distinta del actual gobierno durante un tiempo, siguen encubriendo la participación del Ejército en ese horrendo crimen. AMLO salvó de probable condena a prisión en EU bajo cargos de narcotráfico a Salvador Cienfuegos, entonces titular de la Sedena en esa sangrienta noche de Iguala, y responsable cuando menos del encubrimiento del crimen contra los normalistas. Sigue ahora como asesor de la Sedena.
Con su reciente Informe Ayotzinapa III, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) revelaron un video que prueba que la Marina, la Sedena, el entonces procurador Murillo Karam y otros sembraron cínica e ilegalmente en el basurero de Cocula las supuestas “pruebas” de su desacreditado “verdad histórica”, como Tomás Zerón, entonces jefe de investigación del caso, también lo hizo en el Río San Juan. En el informe también se documentó la aplicación sistemática de tortura (documentada en más de 60 videos), la falsificación de documentos y supuesta “evidencia” y la destrucción de pruebas para fabricar la mentira de que los normalistas fueron quemados en el basurero de Cocula. Se probó que el Ejército monitoreaba en tiempo real a los normalistas antes, durante y después de los ataques mortíferos de la policía, al contrario de las repetidas mentiras de la Sedena al respecto. También se documentó que el Ejército tenía dos espías entre los normalistas, uno de los cuales estuvo entre los 43 desaparecidos.
La fabricación de la “mentira histórica” tuvo el propósito de encubrir el papel central que jugó el Ejército en este crimen de Estado y su papel sigue encubriéndose. Frente a las explosivas revelaciones del GIEI, hasta la fecha no se ha hecho nada de importancia. AMLO, el comandante en jefe de las fuerzas armadas, no ha explicado por qué se escondió durante tres años de su gobierno el citado video. Mintió en respuesta al Informe del GIEI al decir que “se está entregando toda la información”, cuando en ese Informe se documenta puntualmente que el Ejército y otros siguen escondiendo documentos y pruebas del caso.
El gobierno supuestamente “diferente” de la llamada 4T ya reprime a los normalistas de Ayotzinapa y a los familiares. El 28 de enero de 2022, la Guardia Nacional y la policía de Guerrero impidieron por la fuerza el volanteo y boteo en la caseta de cobro de Palo Blanco en la Autopista del Sol, lugar en que los familiares vienen haciendo boteo regularmente para sostener su movimiento después de más de 7 años de encubrimiento de los responsables reales de este crimen de Estado. Su abogado, Vidulfo Rosales, reporta que “‘¡Ataquen como si estuvieran en una guerra!’ fue la orden del superior a la Guardia Nacional… El uso de la fuerza, exhibido contra madres y padres de los 43 normalistas desaparecidos, no se muestra contra los grupos de delincuencia organizada que imponen terror y muerte en amplias zonas del estado de Guerrero”.
Cuando los normalistas regresaron a la misma caseta siete días después de la agresión oficial, un aparatoso despliegue de la Guardia Nacional y la policía estatal los esperaba desde horas antes para impedir su acción política. Se desató un enfrentamiento, con saldo de por lo menos dos normalistas hospitalizados. En su conferencia de prensa después, los estudiantes preguntaron: “¿Por qué nos tratan como delincuentes y ladrones? Antes de criticar vean cómo vivimos en la sierra de Guerrero, donde el narco pasea y controla los caminos, pero para el gobierno nosotros somos el enemigo” (LJ 05/02/2022). AMLO defendió las represiones a los padres de familia y los normalistas, lanzando la acusación sin fundamento de que hay “infiltrados” de la “delincuencia organizada… en la dirección” de los normalistas de Ayotzinapa (LJ 08/02/2022). Así, AMLO repite el mismo tipo de mentiras que utilizó el gobierno criminal de Enrique Peña Nieto para tratar de criminalizar a los normalistas frente a este crimen del Estado burgués.
La supuesta nueva política gubernamental frente al crimen organizado de “abrazos no balazos”, significa en realidad balazos para el pueblo y abrazos para (algunos) cárteles. Las operaciones militares siguen dejando más civiles muertos que heridos o detenidos (Animal Político 24/11/2021), con varios casos de ejecuciones extrajudiciales. Sigue la colusión entre los tres niveles del gobierno y el crimen organizado, como revela, por ejemplo, un alto mando de la Guardia Nacional en entrevista con Proceso (26/06/2022). El crimen organizado es el poder local real en partes importantes del país y sus tentáculos ya abarcan virtualmente todo el país, con sus cobros de piso, trata de mujeres, narcotráfico, secuestros, etc. Se acumulan más de 100 mil personas asesinadas y más de 30 mil desaparecidas en los tres primeros años del gobierno de supuesta transformación. Casi todos estos crímenes quedan en absoluta impunidad. El reciente informe del Comité sobre la Desaparición Forzada de Naciones Unidas, a partir de datos oficiales, documenta que del total hasta el año 2021 de casi 100 mil desapariciones desde 2007, solo se ha “emitido 36 sentencias en casos de desaparición de personas a nivel nacional”. El total de desapariciones ya ha rebasado la cifra de 100 mil, con más de 30 mil durante el sexenio actual (Proceso impreso, 12/06/2022). El informe también documenta que, además de las desapariciones realizadas por el crimen organizado con casi absoluta impunidad, “las desapariciones forzadas continúan siendo cometidas directamente por agentes públicos del ámbito federal, estatal y municipal”. Con gran cinismo, AMLO argumentó en sentido contrario al afirmar que eso era problema del pasado, del “período neoliberal”, y acusó al Comité de mentir, diciendo que “no están actuando con apego a la verdad” y “¿Qué pueden hacer? Nada, inventar, eso sí” (Proceso impreso, 17/04/2022).
La Corte Interamericana, también a partir de datos gubernamentales, ha documentado el asesinato de al menos 68 defensores de derechos humanos y 43 periodistas bajo este gobierno hasta diciembre del año 2021 (sin contar los 11 periodistas asesinados durante los primeros cinco meses de 2022). La propia Secretaría de Gobernación reconoció el asesinato de 68 activistas de 2018 hasta julio de 2021, pero cuando un periódico capitalino informó incluso una cifra menor, AMLO lo denunció como “una propaganda de nuestros adversarios” (Animal Político, 12/07/2021).
En muchos de estos casos el gobierno y los grandes capitalistas (tanto los “legales” como los del crimen organizado) echan mano de sicarios para eliminar opositores. Este parece ser el caso de Samir Flores, líder indígena náhuatl asesinado en 2019 después de ser amenazado por el delegado del gobierno federal Hugo Eric Flores por su oposición al proyecto gubernamental de la termoeléctrica en Huexca, Morelos. Y acaban de asesinar a Francisco Vázquez, otro activista campesino opositor del proyecto en febrero del año en curso (LJ 12/02/2022).
Existen cientos de miles de personas desplazadas en el país debido a la violencia, ya sea del crimen organizado, ya sea de los operativos del Ejército que en varios casos actúa en coordinación con los sicarios. Una activista contra estos desplazamientos forzados, Teodomira Rosales, reporta de conversaciones con organizaciones que respaldan a los desplazados en varios estados que han detectado que “la gran mayoría de los desplazamientos ocurren en zonas donde hay una enorme riqueza de minerales y bosques o se construyen megaproyectos. En esos lugares, por lo general, hay acuerdos entre el gobierno y empresas, como las mineras o las madereras, y el crimen organizado es el encargado de desalojar a los habitantes de esas zonas” (Proceso impreso, 9/01/2022).
Las fuerzas armadas no son ni nunca han sido el “pueblo en uniforme”, como dice López Obrador, sino la columna vertebral represora del Estado capitalista, encargadas, junto con la policía, de reprimir al pueblo explotado y oprimido para defender a las clases dominantes y su sistema capitalista. Cada vez más gente se está dando cuenta de que el gobierno de la llamada “4T” no es muy distinto en este y otros aspectos a los gobiernos anteriores, pese a su retórica, más migajas de sus programas sociales para tratar de calmar a la gente y la implementación de ciertas políticas diferentes. La verdadera lección no es que AMLO “nos ha traicionado”, sino que el Estado en una sociedad capitalista es siempre y solo puede ser en esencia la dictadura de los capitalistas para mantener y defender su sistema de explotación y opresión, independientemente de quien esté al frente del gobierno. Por eso, y también por la naturaleza del sistema capitalista en su conjunto, ninguna transformación verdaderamente liberadora puede resultar de simplemente tratar de reformar el sistema. Hace falta hacer añicos el actual Estado capitalista represor como paso inicial imprescindible; hace falta la revolución.
El mismo sistema capitalista ha creado tanto la base como la necesidad de otro sistema mucho mejor: el socialismo como transición al comunismo
La revolución liberadora no es simplemente una buena idea ni un sueño guajiro. El mismo sistema capitalista ha creado tanto la base como la necesidad de un sistema mucho mejor, el socialismo como transición al comunismo. Esto lo descubrieron Marx y Engels al aplicar consecuentemente por primera vez el método científico para entender la naturaleza del capitalismo y el desarrollo histórico de la sociedad humana en general.
A través de un proceso de investigación y análisis científico, descubrieron que la contradicción fundamental del capitalismo es la contradicción que existe entre la producción socializada y la apropiación privada o capitalista. ¿Qué quiere decir eso? Por una parte, el capitalismo da lugar a un proceso de producción cada vez más socializada, o sea, un proceso en que las personas trabajan juntas de manera coordinada y organizada para producir las cosas que finalmente se venden en el mercado. Esto contrasta con la producción individual o familiar que predominaba en el feudalismo del pasado; la cual todavía persiste en varias zonas campesinas de México. En nuestros tiempos, esta socialización de la producción ha llegado a un punto en que no solo se trata de una producción socializada a nivel de los cientos o miles de trabajadores trabajando según un plan y proceso común en una fábrica, sino también a todo un proceso de producción coordinado internacionalmente o, como comúnmente se dice ahora, globalizado. Esto lo puedes ver en lo que compras: la etiqueta en tu ropa puede indicar que proviene de Tailandia o China, tu manzana puede venir de Chile, tu teléfono puede indicar que está fabricado en China. En varios casos, las cosas que se producen provienen de un proceso aun más complicado e interrelacionado. Por ejemplo, los coches que se arman en fábricas en México para su venta en Estados Unidos suelen consistir de piezas que se han fabricado en media docena o una docena de países: algunas en México, otras tal vez de Brasil, Francia, Corea, Estados Unidos y otros países.
Sin embargo, aunque la producción se ha vuelto muy socializada, y en varios casos requiere de los esfuerzos comunes de millones de personas alrededor del mundo, la apropiación, o sea, quien se queda con lo que se produce, es privada: quien se queda con el producto producido socialmente es el capitalista. Por ejemplo, el iPhone puede contener cobalto minado incluso por niños sobreexplotados en el Congo, litio de yacimientos en otro país, componentes fabricados en China o Taiwán, pero quien se queda con los ingresos de su venta es la corporación Apple (y otros proveedores a Apple que han intervenido en el proceso se quedan con el ingreso de vender lo que produjeron sus trabajadores para Apple).
Esta contradicción fundamental del capitalismo, entre la producción socializada y la apropiación privada, se expresa en dos formas básicas de movimiento: la contradicción entre la anarquía y la organización, por una parte, y la contradicción entre el proletariado y la burguesía, por otra. Veamos lo que esto significa.
La contradicción entre anarquía y organización se expresa, por una parte, en que la producción y distribución de lo producido es altamente organizada, no solo en las fábricas específicas sino, en nuestros días, a nivel internacional, como ya hemos mencionado. Por ejemplo, empresas como la Volkswagen, Telmex o Microsoft organizan una vasta red de suministros, producción y distribución entre toda una serie de países. Sin embargo, están en competencia con otros capitalistas al vender sus productos o servicios en el mercado donde prevalece la anarquía, ya que no existe ningún plan global para la producción y la distribución en la sociedad. Al contrario, lo que rige es una feroz competencia entre diferentes bloques de capital en un mercado que ninguno controla. La competencia entre los distintos bloques de capital lleva periódicamente a la sobreproducción, en que se produce más de lo que se puede vender en el mercado, ya sea para ciertas mercancías, como el acero y el aluminio en años recientes, ya sea en la economía en su conjunto, como en la Gran Recesión de 2008. En esta feroz competencia, unos ganan y logran vender más de sus productos, y otros no. En el mercado y en la producción en la sociedad en su conjunto, reina la anarquía.
Esta contradicción entre anarquía y organización en el capitalismo tiene varias consecuencias. Por una parte, la competencia obliga a todos los capitalistas, no solo a sacar una ganancia, sino a buscar la máxima ganancia para no quedar atrás en la competencia con otros capitalistas. Buscan la máxima ganancia por medio de explotar más a sus trabajadores, desarrollar nuevas y más eficientes máquinas y procesos, hacer caso omiso de los destrozos en el medio ambiente que su producción ocasiona, despojar a la gente de su tierra y recursos, etc. Si no lo hacen, están en peligro de salir perdiendo en la competencia con otros capitalistas que sí lo hacen. Así resultan absorbidos por otros, como la empresa Aurrerá, fundada por dos capitalistas mexicanos en 1958, que ya fue comprada por Walmart en el año 2000. O bien, de plano van a la bancarrota, como Mexicana de Aviación.
Lo que es importante comprender aquí es que los capitalistas no explotan, despojan y contaminan simplemente porque son avaros o cabrones; el mismo funcionamiento del sistema capitalista los obliga a actuar así so pena de dejar de ser capitalistas al perder en la competencia con otros capitales. Aunque la lucha de la gente y ciertas reformas pueden poner a veces ciertos límites temporales a esto, no es posible cambiarlo de manera fundamental bajo este sistema, porque es parte de la misma naturaleza del sistema. Por eso, para ponerle fin a la explotación y despojo de la gente y la destrucción del medio ambiente, no bastan las reformas, hace falta la revolución.
Otras consecuencias de la contradicción entre anarquía y organización y la competencia entre los capitalistas son las crisis económicas y las guerras reaccionarias. Las crisis económicas vienen dándose desde los comienzos del capitalismo, y siguen dándose, aunque ahora no se dan simplemente a nivel de un país sino muchas veces a nivel internacional, como la Gran Recesión de 2008. Por otra parte, la competencia entre capitalistas y bloques de capital también se expresa como competencia entre países, sobre todo entre países imperialistas por repartirse y dominar el mundo, que ha llevado a dos guerras mundiales y un sinnúmero de guerras reaccionarias de menor envergadura. Como ya comentamos, la actual competencia y contención entre los imperialistas estadounidenses, rusos, chinos y otros ya se ha expresado en guerras reaccionarias de varios tipos y amenaza a la humanidad con la posibilidad de una conflagración mayor entre potencias nucleares. Las crisis económicas y las guerras tampoco pueden abolirse sin acabar con su fuente esencial en el mundo actual: el sistema capitalista-imperialista mundial.
Otra expresión de la contradicción fundamental del capitalismo entre la producción socializada y la apropiación privada es la contradicción que existe entre el proletariado y la burguesía, es decir, entre los trabajadores asalariados y los capitalistas. Los trabajadores son explotados por los capitalistas. ¿De dónde provienen las ganancias de los capitalistas? Algunos capitalistas trabajan, pero sus ganancias no provienen de su trabajo sino de su capital. Esto se ve más claramente en el caso de capitalistas que no trabajan pero igual reciben ganancias de sus acciones, bonos y demás valores financieros. En apariencia es como si su dinero tuviera la propiedad de generar más dinero por sí solo. Pero el dinero en sí son solo billetes, papeles (y, cada vez más, datos electrónicos). Puedes guardar tu dinero bajo tu colchón, pero por mucho que esperes, no va a crecer. El dinero solo genera más valor cuando se convierte en capital, es decir, cuando entra en el proceso de producción y compraventa de mercancías, de productos y servicios. ¿Quiénes producen esos productos y proporcionan esos servicios? Los trabajadores. Aunque utilizan máquinas, locales, medios de transporte y lo demás que son propiedad del capitalista o empresa capitalista que los emplea, esos medios a su vez fueron producidos por otros trabajadores. Las ganancias de los capitalistas son producto de la explotación de los trabajadores. Su control de los medios de producción (máquinas, locales, transporte, etc.) les permite pagar a los trabajadores en salarios una cantidad equivalente a solo una parte del valor que han creado, y quedarse con la otra parte como su ganancia.
El capitalismo, el cual surgió primero principalmente en Europa, se ha expandido hasta constituir el sistema mundial de capitalismo-imperialismo. Eso ocurrió durante las últimas décadas del siglo 19 y comenzó aquí de manera importante durante el Porfiriato, cuando varias empresas extranjeras entraron al país a desarrollar un capitalismo dominado por y subordinado a sus países de origen, como Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Como resultado, hoy en día la mayoría de los países de África, Asia, Latinoamérica y Medio Oriente, aunque sean formalmente independientes, son dominados y oprimidos por los países imperialistas, como Estados Unidos, Rusia, China, varios países de Europa, Japón, Canadá; Australia, etc. Esa dominación y opresión hace posible no solo la explotación sino la sobreexplotación de la mayoría de los trabajadores en los países oprimidos. Se estima, por ejemplo, que una trabajadora o trabajador en México gana algo así como la octava parte o menos de lo que gana su contraparte en Estados Unidos.
Existen otras contradicciones de gran importancia en el mundo y en el país como son la opresión de las mujeres y la opresión y racismo hacia los pueblos indígenas y los afro-descendientes. Estas contradicciones surgieron mucho antes del capitalismo. La opresión de las mujeres surgió a la par con las primeras sociedades de clases, de explotadores y explotados hace miles de años. La opresión nacional a los indígenas por ser indígenas tiene sus raíces en la conquista y dominación colonial, aunque existían las clases, la explotación y la opresión en estas tierras antes de que dichas tierras fueran invadidas, sus pobladores originarios conquistados y casi exterminados por los colonialistas españoles. Los negros fueron secuestrados de África y traídos aquí por los colonizadores españoles para trabajar como esclavos. Sin embargo, el sistema capitalista-imperialista en el mundo ha incorporado y mantenido la opresión a las mujeres, los indígenas y otros tipos de opresión, a la vez que viene cambiando algunas de las formas de esta opresión para adecuarse a las necesidades del sistema.
La familia patriarcal, en sus diversas formas, ha sido un fundamento de toda sociedad basada en la explotación, desde la división de las sociedades en clases, y es una institución esencial de la opresión y el control de las mujeres, la reproducción de la fuerza laboral y el consumo atomizado en la sociedad capitalista. En la familia y en general en la sociedad, el patriarcado (la supremacía masculina) es esencial para la estabilidad social y política de este sistema, incluidos los privilegios de los hombres por encima de las mujeres que, por lo general, los hacen partícipes en su opresión o por lo menos beneficiarios de la misma. Y la opresión de las mujeres también sirve para generar grandes ganancias por su sobreexplotación en la fuerza de trabajo en general, así como la lucrativa “industria del sexo”. Por estas y muchas otras razones, la opresión de las mujeres es un pilar fundamental del sistema capitalista y solo podrá superarse por medio de la revolución más radical en la historia humana, la revolución comunista.
Para entrar más a fondo en un entendimiento científico del papel fundamental de la opresión a las mujeres en todas las sociedades de clase, así como el papel central de la lucha contra esa opresión en todo el proceso de transformación del sistema capitalista-imperialista mundial hacia el comunismo mundial, recomendamos la lectura, entre otras obras, de ¡A romper TODAS las cadenas! Bob Avakian sobre la emancipación de la mujer y la revolución comunista; El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, de Federico Engels; así como, de la Organización Comunista Revolucionaria, México (OCR, M), ¡Desencadenar el coraje y lucha de las mujeres contra las causas y los responsables de tanta violencia e injusticia!; y Apoyar y extender la revuelta contra la violencia machista.
El sistema mayormente capitalista en México hoy en día tiene otro pilar fundamental en la opresión de los pueblos indígenas. La estructura sistemática de opresión, racismo y desprecio a lo “prieto” en general está profundamente enraizada en toda la sociedad. La sobreexplotación de la mano de obra indígena y campesina juega un papel esencial en el agro, la construcción y otros sectores, mientras el despojo y robo de tierras y recursos de los pueblos indígenas es un motor importante de la acumulación del capital. No habrá revolución real sin erradicar la opresión de los pueblos indígenas y el racismo, y no habrá liberación verdadera para los indígenas sin la revolución comunista.
Para más análisis de la opresión de los pueblos indígenas y el papel destacado que han de jugar en la revolución liberadora, recomendamos La opresión y la emancipación de los pueblos indígenas, también de la OCR, M. Las publicaciones de la OCR, M están disponibles gratuitamente en forma electrónica en http://aurora-roja.blogspot.com.
Lo que enfatizamos aquí es que la opresión a las mujeres y la opresión a los pueblos indígenas son partes fundamentales e integrales del actual sistema capitalista y que no se van a abolir todas las relaciones capitalistas sin abolir estas formas de opresión, ni se va a poder abolir la opresión a las mujeres y a los pueblos indígenas sin tumbar el capitalismo y erradicar todas las relaciones económicas y sociales características del capitalismo, así como las ideas correspondientes.
Para acabar con el capitalismo y todos los males que conlleva, hace falta superar la contradicción fundamental del capitalismo entre la producción socializada y la apropiación privada. Esta contradicción fundamental se supera y solo puede superarse por medio de socializar la apropiación, para que corresponda con el carácter socializado de la producción. Esto se logra por medio de la revolución comunista y solo por medio de ella. Así es posible comenzar un gran proceso liberador para finalmente llegar a acabar con toda forma de explotación y opresión, así como acabar con la destrucción del medio ambiente. El primer paso esencial, como hemos visto, es tumbar, hacer añicos el Estado capitalista que es lo que sirve para defender y reproducir el sistema capitalista. Con eso, se podrá comenzar a socializar la apropiación, convirtiendo las grandes empresas y medios de producción en propiedad de todo el pueblo. En las condiciones concretas de México, también será necesario hacer el reparto agrario y realizar un proceso de colectivización voluntaria de la muy extendida pequeña producción y comercio en el campo y la ciudad. Para conocer y estudiar más sobre el programa de esta revolución en México, favor de ver La revolución liberadora: orientación estratégica y programa básico de la OCR, M.
Al socializar los principales medios de producción, se hace posible planificar la economía para servir a las necesidades de la gente y la protección y restauración del medio ambiente, en vez de servir a la maximización de las ganancias capitalistas. La experiencia de las primeras sociedades socialistas en el mundo en Rusia de 1917 a 1956 y en China de 1949 a 1976, confirmó en lo fundamental las tesis de Marx, de que esta revolución hace posible comenzar a hacer grandes transformaciones para eliminar la explotación, elevar el bienestar económico, social y cultural de la gente, liberar a las mujeres y los pueblos oprimidos y mucho más.
A través de más de 50 años de trabajo, Bob Avakian ha aprendido de los grandes avances y también ha identificado y criticado científicamente importantes deficiencias y errores secundarios de esas experiencias iniciales. El estudio profundo, y sobre todo la crítica y ruptura que hizo Avakian con ciertos errores metodológicos importantes en la teoría comunista anterior, hizo posible desarrollar una nueva síntesis del comunismo, la cual incluye una nueva visión y entendimiento del socialismo aún más revolucionario, científico, dinámico y liberador. Esta guía para una nueva sociedad socialista está plasmada de manera importante en la Constitución para la nueva república socialista en América del Norte. Si bien es un proyecto de Constitución para lo que es ahora Estados Unidos, plantea muchos principios y políticas para una nueva sociedad socialista liberadora que tienen aplicación universal en el mundo actual.
Bob Avakian, aprendiendo de las grandes contribuciones teóricas de Mao, también ha profundizado más la comprensión de Marx de que el socialismo, aunque significa un gran avance, es y solo puede ser una transición hacia el comunismo mundial. Aun después de la transformación socialista básica, persisten muchas relaciones y desigualdades económicas y sociales heredadas de la vieja sociedad, así como las ideas correspondientes. También persiste el sistema capitalista-imperialista en otras partes del mundo, que no deja de ejercer una presión implacable sobre la nueva sociedad o sociedades socialistas. Se tiene que movilizar a la gente para ir transformando cada vez más todo eso, en países específicos y finalmente en el mundo entero, para finalmente llegar al comunismo, la sociedad sin clases, en todo el mundo. Durante todo este período de la revolución socialista, persisten las clases, la lucha de clases y el peligro de la restauración capitalista. De hecho, sí se restauró el capitalismo en Rusia a partir de 1956, y en China desde 1976. Lo que se ha aprendido de esas experiencias está plasmado en el Nuevo Comunismo, cuya aplicación hará posible avanzar más y mejor en la próxima ola de revoluciones proletarias en el mundo. (Para conocer más sobre la historia del socialismo y la lucha de clases en el socialismo, véase, entre otros títulos No sabes lo que crees que “sabes” sobre… La revolución comunista y el VERDADERO camino a la emancipación: Su historia y nuestro futuro de Raymond Lotta. Esta obra, así como la Constitución ya citada, otras obras de Bob Avakian, reportajes y otros materiales revolucionarios, están disponibles en revcom.us).
Con el inmenso desarrollo de la producción, la tecnología y la ciencia, producto de la producción socializada del capitalismo, no existe una necesidad material de que nadie pase hambre, ni que le falte vivienda ni muchas otras cosas que la operación de este sistema les niega a miles de millones de personas en el mundo, así como al 43.9% de la población mexicana que vive en la pobreza, según las cifras oficiales del gobierno (o el 72%, según otra metodología, véase Boltvinik, LJ 04/02/2022). Si la gente sigue sufriendo innecesariamente, solo se debe a la apropiación capitalista del fruto de la producción socializada, así como el Estado capitalista que la defiende.
Al establecer el socialismo, como proceso de transición al comunismo, por medio de la revolución, no solo se podrá avanzar rápidamente a satisfacer las necesidades materiales de la población, también serán posibles y necesarias otras grandes transformaciones de las que ahora solo cabe soñar. Se promoverá ampliamente en la sociedad la ciencia, la cultura y las artes y se alentará la participación de las masas básicas que quedan por lo general excluidas de estas esferas. A la vez, se dará un gran impulso a las contribuciones de los científicos profesionales, sobre todo frente a la emergencia ambiental, pero también en otros campos. Se abrirán nuevas posibilidades, recursos y libertad a los artistas, escritores y otros profesionales de la cultura para impulsar una nueva cultura vibrante e inspiradora. No solo se permitirá sino que se alentará el disentimiento y el debate en la sociedad, de lo que el partido comunista se esforzará por aprender y promover de forma que contribuya a movilizar y capacitar a cada vez más gente a bregar con los grandes desafíos de la transformación socialista hacia el comunismo. Se movilizará a las masas por millones a bregar y luchar por superar las grandes desigualdades heredadas de la vieja sociedad (así como las ideas correspondientes que buscan justificarlas): las desigualdades entre hombres y mujeres, indígenas y no indígenas, entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, entre la ciudad y el campo, etc.
No solo se acabará con la impunidad de los feminicidas, violadores y acosadores, sino que se desatará la furia de las mujeres como una gran fuerza revolucionaria para transformar la sociedad en general y para luchar por la igualdad y plena participación de las mujeres en toda esfera de la sociedad, criticar y combatir toda manifestación de la ideología machista y patriarcal, transformar la familia y los estereotipos de género, y liberar a la gente LGBT+ de la opresión que sufren bajo el orden actual. Los indígenas habrán jugado un papel decisivo para el triunfo de la revolución y harán inmensas contribuciones a la transformación socialista en general, el rescate y protección del medio ambiente y la eliminación de su propia opresión. Se establecerá la autonomía regional indígena y se impulsarán sus idiomas y el desarrollo de sus culturas en el contexto socialista para crear y enriquecer una cultura verdaderamente multinacional y revolucionaria. Se emprenderá una lucha decidida en toda la sociedad por la plena igualdad y se criticará y se combatirá el racismo contra los indígenas y afromexicanos, así como toda expresión de supremacía blanca o mestiza. Se enarbolará el internacionalismo y la causa de la emancipación de toda la humanidad, apoyando y promoviendo la revolución liberadora en todo el mundo, a la vez que se forja la unidad con toda la gente posible para luchar decididamente por frenar y revertir en lo posible el actual desastre ambiental.
En resumen, el capitalismo, al desarrollar la producción socializada en el mundo, ha creado la base para poder construir una sociedad superior, el socialismo, por medio de una revolución verdadera. Este socialismo creará una nueva sociedad liberadora y mucho mejor en que todos quisiéramos vivir. Será una transición y parte integral de la lucha por el comunismo en todo el mundo, con lo que finalmente se eliminará por completo toda forma de explotación, opresión, guerra y destrucción ambiental.
La base material esencial y firme para la revolución comunista está en las contradicciones del mismo sistema capitalista
El capitalismo no solo ha creado la base y la necesidad de otra sociedad superior, el socialismo como transición al comunismo. También las contradicciones del sistema capitalista son la base material firme para la revolución que hace falta para establecer esa nueva sociedad liberadora. Este hecho contrasta con lo que comúnmente se supone, de que la base para la revolución es lo que esté pensando o haciendo la gente en un momento dado.
Ya hemos hablado de varias de estas contradicciones esenciales del sistema capitalista que son la base material firme para la revolución: la contradicción fundamental del capitalismo entre la producción socializada y la apropiación privada, con la fuerza impulsora de la anarquía y la explotación de los trabajadores por los capitalistas; la dominación de un país oprimido como México por el imperialismo; la opresión patriarcal de las mujeres; la opresión de los pueblos indígenas; la emergencia ambiental; y el peligro de guerras reaccionarias. También está la contradicción entre los campesinos y los terratenientes y caciques; la persistencia de ciertas relaciones semifeudales, sobre todo en el campo, y otras contradicciones.
Como decía Mao (en “Una sola chispa puede incendiar la pradera”), si quieres conocer las perspectivas de la revolución, necesitas analizar si se están intensificando o aminorando las contradicciones principales del actual sistema, que son la base material de la revolución. O como señala Bob Avakian “la base para la revolución estriba en ese carácter contradictorio del sistema que hay que derrocar, el sistema capitalista imperialista —las contradicciones básicas de este sistema…— las contradicciones que este sistema no puede resolver de modo alguno en un sentido fundamental, y por cierto no puede resolverlas de acuerdo con los intereses de las masas populares y en última instancia de toda la humanidad. Esa es la base para la revolución, y no lo que las personas piensen o hagan en algún momento determinado, ni cuántas personas estén a favor o en contra en algún momento dado, ni que las personas aprueben algo o lo rechacen en algún momento determinado — ninguna de esas otras cosas constituye la base para la revolución, [sino que] la base estriba en las citadas contradicciones del sistema mismo” (El enfoque estratégico de la revolución y su relación a las cuestiones básicas de epistemología y método).
Este es el entendimiento científico de la base material para la revolución, que parte de las contradicciones reales del sistema en su desarrollo. Hace falta ciencia, la ciencia del nuevo comunismo, para penetrar debajo de la superficie a fin de entender la necesidad y verdaderas posibilidades de la revolución. Este entendimiento científico contrasta con el enfoque tan común que Bob Avakian (BA) llama “ideología Facebook” o “epistemología populista” (epistemología quiere decir la teoría del conocimiento o cómo se llega a saber si algo es cierto o falso). Si no se aplica la ciencia que fundaron Marx y Engels y que ha venido desarrollándose hasta el nuevo comunismo de BA, “para usar la frase de Lenin, los acontecimientos del día, los virajes de las minucias políticas continuamente zarandean a las personas… ‘Ah, salimos hoy’ —y es como Facebook, las personas tienen la ideología Facebook, me entiendes— ‘y las personas nos dieron su aprobación con el pulgar. ¡Hurra! Tal vez podríamos tener una revolución en algún milenio en un futuro lejano’. O: ‘Salimos hoy y a nadie le gustaba lo que estábamos haciendo… así que supongo que no existen bases para la revolución’. Digo, pues, hablo con cierta exageración, pero no tanta. Esta es una forma exageradamente común de ver las cosas, en lugar de ver el mundo material — ver el mundo material y sus contradicciones concretas”.
Esta epistemología populista o “ideología Facebook” considera que, si no hay un alto nivel de lucha o una gran efervescencia revolucionaria entre la gente en un momento o período dado, la revolución ha de ser una perspectiva bastante lejana o de plano imposible. No es cierto. Las revoluciones son fundamentalmente producto de la intensificación de las contradicciones subyacentes del sistema, que pueden brotar a la superficie incluso repentinamente en períodos de aparente calma. Un ejemplo, entre varios, que ilustra esto es la Revolución de 1910 en México, aunque no fue una revolución socialista. Como señalamos en “La revolución y el trabajo revolucionario” en Aurora Roja No. 15:
La idea de que, por la falta de efervescencia revolucionaria entre las masas en lo inmediato, la revolución o bien no es posible o es muy distante, refleja un entendimiento equivocado de cómo surgen las crisis revolucionarias. Se imagina que las revoluciones son producto de una lenta acumulación de fuerzas, de más y más gente que siente la necesidad de un cambio revolucionario, y de un crecimiento progresivo de las luchas de masas hasta que finalmente se estalla la revolución. Con esta lógica, si son reducidas las fuerzas revolucionarias ahora y limitado el nivel de combatividad de las masas, se concluye que la revolución sería hasta quién sabe cuándo…
Pero en realidad, las revoluciones no suceden así, salvo en la imaginación de alguna gente. Tomemos el ejemplo que más conocemos aquí, la Revolución de 1910. Estalló de repente en medio de la crisis política cuando Madero se postuló para la presidencia, fue encarcelado, no aceptó los resultados oficiales y llamó a levantarse. Aunque hubo antecedentes en las luchas y movimientos anteriores, las más de tres décadas anteriores del Porfiriato fueron un período de relativa estabilidad. Como resume un historiador, con el ascenso de Porfirio Díaz al poder en 1876, el país entró “en un largo período de estabilidad política que se extendió hasta 1910” y el sistema político reinante en ese período fue caracterizado, entre otros aspectos, por “una cultura política de conformismo y apatía, y una oposición incipiente y dispersa. Todo ello se sustentaba en un desarrollo económico relativamente exitoso que beneficiaba fundamentalmente a la oligarquía y el capital extranjero, pero que ofrecía ciertas expectativas de movilidad social a algunos sectores de la población” (Facundo González Bárcenas “Estabilidad política” en Léxico de la política, FLACSO).
Con la teoría de la “lenta acumulación de fuerzas”, en el período anterior al año 1910, se hubiera considerado que las posibilidades de la revolución eran remotas. En los años antes de la revolución, Villa andaba de bandido, la actividad política de Zapata se circunscribía en gran parte a demandas locales, Carranza era gobernador de Coahuila, Madero era hombre de negocios que participaba en los relativamente pequeños y dispersos clubes liberales, donde también se desenvolvían los hermanos Flores Magón con un programa de reformas democráticas. Los brotes de descontento, como las huelgas en Cananea y Río Blanco, así como varias luchas agrarias y rebeliones indígenas, fueron estallidos aleccionadores que sin embargo fueron aplastados despiadadamente.
Es en esa situación de aparente estabilidad relativa del régimen que estalla una revolución en la que llegaron a participar millones. ¿Por qué? Porque debajo de la superficie de aparente estabilidad y fuerza del régimen, se estaban agudizando las contradicciones subyacentes de la sociedad. En el mundo, el capitalismo había llegado a su fase imperialista, con el resultado aquí de un aumento importante en la inversión de capitales de los países imperialistas, principalmente de Estados Unidos y Gran Bretaña, que estimuló cierto crecimiento capitalista e intensificaba la dominación por el capital extranjero, agudizaba las condiciones de explotación de una nueva clase obrera e impulsaba la voracidad de las haciendas que engullían las tierras campesinas. Es la intensificación de estas contradicciones por debajo de la superficie que irrumpen con la crisis política por las riñas entre “los de arriba” en torno a las elecciones presidenciales.
Es particularmente importante ahora entender que la base material para la revolución está en las contradicciones del sistema y no en lo que haga o piense la gente en un momento dado. Porque vivimos una situación en que el sistema capitalista-imperialista domina aún más en el mundo que en el pasado, durante los tiempos de las primeras grandes experiencias del socialismo en la Unión Soviética y China. Como señala Bob Avakian (BA), “Aun en ese entonces, el sistema imperialista todavía dominaba en el mundo, pero en este momento lo domina mucho más. Así que se podría decir: ‘Ah, bueno, las cosas sólo se van hacia atrás — están alejándose de la revolución por la que estamos trabajando, hay menos y menos bases para ella’. Bueno, estas son dos afirmaciones diferentes…”
La primera es cierta: “en las últimas décadas las cosas sí se han alejado de la revolución por la que estamos trabajando” por la restauración del capitalismo en China en 1976 y por varios otros acontecimientos que han tenido un impacto principalmente negativo en la situación. Pero sería muy erróneo concluir de eso que hay cada vez menos base para la revolución. Así “verías los fenómenos más superficiales, no insignificantes, pero más superficiales”. A pesar de varios factores desfavorables en la situación mundial actual, las contradicciones básicas del sistema capitalista-imperialista sientan “bases muy reales y muy fuertes para transformar las cosas en concreto en la dirección radical de la revolución comunista”. (Bob Avakian, La base material y el método de hacer la revolución, nuestro énfasis).
En realidad, hay cada vez más base para la revolución ahora, porque las contradicciones básicas del sistema se vienen agudizando cada vez más, incluso hasta el punto de amenazar en varias formas la futura existencia de la raza humana, como venimos señalando desde el principio de este libro.
La derrota de las primeras experiencias del socialismo en Rusia y sobre todo en China, no se debió principalmente a los errores de los comunistas sino al mayor dominio del capitalismo-imperialismo en el mundo. Sí hubo errores, incluso algunos errores muy serios, que se han venido resumiendo y de los que se han aprendido con el Nuevo Comunismo de BA, pero no fueron la causa principal de la restauración capitalista.
Sin embargo, la derrota de las experiencias iniciales del socialismo, entre otros acontecimientos negativos de las últimas décadas, así como toda una feroz ofensiva anticomunista de parte de los defensores del sistema capitalista y la misma dinámica agotadora y deshumanizante de la lucha diaria por sobrevivir bajo el capitalismo, han llevado a una situación en que una parte de la gente piensa que la revolución no es deseable e incluso muchos de los que sí quieren la revolución tienden a pensar que no es posible.
Si uno se basa en la epistemología populista, en lo que piense o haga la gente en tiempos “normales”, fácilmente llega a la conclusión de que la revolución no es posible porque no es en lo que está pensando o lo que está haciendo la mayoría de la gente. Pero esto es completamente falso: así uno, entre otras cosas, sigue a la cola de la propaganda de las clases dominantes que obviamente tienen un interés muy material en convencer a la gente que la revolución que acabaría con su “paraíso” de explotación no es ni deseable ni posible. Esto lleva muy directamente a la capitulación y a hacer las paces con el sistema existente.
Por otra parte, entender la necesidad, las bases y la posibilidad de la revolución comunista requiere ciencia, la ciencia del marxismo, hoy día la ciencia del nuevo comunismo. Es la responsabilidad de las personas que realmente queremos salir de este sistema de horrores adquirir y aplicar ese entendimiento científico. También es nuestra responsabilidadllevarlo a la gente para capacitarla a su vez para entender el mundo como realmente es y organizarse para hacer la revolución que lo transformará, en vez de seguir a la cola de todo tipo de mentiras, engaños e ilusiones falsas que se propagan bajo este sistema opresivo.
Como hemos indicado, independientemente de lo que opine nadie, es un hecho científico, descubierto por Marx y comprobado en lo esencial por toda la experiencia histórica, que el capitalismo ha creado la base, la necesidad y la posibilidad de una sociedad mucho mejor, el socialismo como transición al comunismo. Eso es verdad, y la verdad es poderosa. No convence por sí misma, se tiene que contender con muchas ideas y enfoques equivocados, erróneos y hasta sumamente reaccionarios. Sin embargo, ya que es verdad, corresponde al mundo como realmente es y puede comprobarse con hechos. Con lucha se puede convencer a la gente, sobre todo ahora a la gente que aborrece los horrores de vivir en este sistema y anhela un cambio radical, a organizarse para una revolución real. Sin embargo, esto solo se puede lograr si los comunistas aplican la ciencia y refutan la “ideología Facebook”.
Por otra parte, de la opresión en determinados momentos surge la resistencia y rebelión y la intensificación de las contradicciones del sistema lleva repetidas veces a momentos de mayor crisis y de rebelión de las masas en los cuales la situación puede cambiar muy rápidamente. En muchos casos, casi literalmente de un día al otro, miles e incluso millones de personas, antes aparentemente adormecidas, irrumpen de repente en la vida política radical. Lo hemos visto en los levantamientos recientes en Chile, Colombia y Myanmar, entre otros, así como en el país en Oaxaca en 2006, frente al crimen de Estado contra Ayotzinapa o con la inspiradora rebelión de las mujeres. Solo si los comunistas revolucionarios luchan a fondo para avanzar todo lo posible, incluso en momentos en que no se nota gran efervescencia política entre la gente, será posible desarrollar el entendimiento, las capacidades y las fuerzas revolucionarias necesarias para aprovechar tales momentos más favorables para el mayor avance de la revolución.
La intensificación de estas contradicciones básicas del sistema, en relación dialéctica con el trabajo y la lucha de los comunistas revolucionarios por elevar la conciencia, organización y lucha revolucionaria de las masas, lleva en determinados momentos a puntos críticos, a crisis revolucionarias en las cuales las clases dominantes no pueden seguir gobernando de la misma forma en que antes lo hacían y las masas no pueden seguir viviendo de la misma forma y se abre la posibilidad de derrotar al viejo Estado, tomar el Poder y avanzar al socialismo. Para que esto ocurra, hace falta un núcleo dirigente suficientemente científico, experimentado y capacitado para dirigir, aprender de las masas y desencadenarlas por millones para que la posibilidad de la revolución se vuelva realidad.
La base material para la revolución comunista está en las contradicciones del propio sistema. Las masas hacen la revolución. Sin embargo, si no existe un enfoque científico para la revolución y un grupo de personas que aplique la ciencia del nuevo comunismo para elevar la conciencia de las masas y guiar la complicada lucha para hacer la revolución y establecer el socialismo, o bien se desperdicia la oportunidad, como en los levantamientos en Egipto y muchos otros casos, o la revolución se desvía y no se sale del sistema capitalista, como en Nicaragua, entre otros ejemplos.
“Esperar mejores momentos” para hacer el trabajo revolucionario solo garantiza echar a perder las posibilidades de la victoria de la revolución cuando tales condiciones surjan.
Por eso es tan importante repudiar la epistemología populista o “ideología Facebook”, comprender y profundizar el análisis científico de la situación y luchar con la gente por el entendimiento científico de que las contradicciones básicas del sistema son la base material firme para la revolución, y no lo que piense o haga la gente en un momento dado.
Tal vez tú no ves el potencial revolucionario de las masas, pero las clases dominantes sí lo ven – hace falta una dirección acertada para desatarlo plenamente
Estas contradicciones básicas del sistema capitalista definen su naturaleza como sistema de explotación, opresión, miseria y destrucción del medio ambiente. Y precisamente por esa explotación y opresión, en diversas formas, de millones de personas en el país por un pequeño puñado de grandes capitalistas y terratenientes nacionales y extranjeros, existe latente un gran potencial revolucionario en las masas.
Aunque gran parte de las masas hoy por hoy no se da cuenta de su potencial revolucionario, los representantes más conscientes de las clases dominantes sí lo tienen muy presente y siempre están maniobrando, utilizando tanto la represión como las ilusiones reformistas para suprimir, sofocar y controlar ese potencial revolucionario.
Como dice Lenin, “la burguesía en todos los países establece, inevitablemente, dos sistemas de gobierno, dos métodos de lucha por sus intereses y en defensa de su dominio, métodos que van alternándose o que se entrelazan en distintas combinaciones. Es, en primer término, el método de la violencia, el método que no admite concesión alguna… El segundo método es el del ‘liberalismo’, el de dar pasos en el sentido de las reformas, de las concesiones, etc.” (“Las divergencias en el movimiento obrero europeo”). Señala que este último es, en cierto sentido, la política más “astuta” de la burguesía para embaucar a las masas y que tiende a reforzar el revisionismo (el marxismo falso) y conciliación entre los revolucionarios. Eso lo podemos ver en varios momentos críticos en la historia del país.
Esta historia demuestra el potencial revolucionario de las masas y también muestra que se ha desperdiciado ese potencial repetidas veces por la falta de una acertada dirección científica. Es de notar, en particular, que incluso mucha gente que ha luchado valientemente frente a la represión despiadada del Estado reaccionario, se ha dejado embaucar cuando las clases dominantes recurren al método del “liberalismo”, de reformas. Para desatar plenamente el potencial revolucionario de las masas, hace falta una acertada dirección comunista revolucionaria.
El potencial revolucionario de las masas, la represión y las reformas bajo Calles y Cárdenas, y la capitulación del PCM
La Revolución de 1910 terminó con el triunfo de las fuerzas burguesas de Carranza y Obregón, que asesinaron a Zapata y Villa y ahogaron en sangre a sus ejércitos de campesinos y otros pobres. Se reestableció una dictadura de la gran burguesía y terratenientes, aunque en otra forma.
Millones no estaban conformes con el desenlace. Muchos, sobre todo entre los campesinos, conservaban sus armas y recurrían a ellas en varios casos en sus luchas por la tierra. Con la inspiración de la victoriosa revolución socialista de 1917 en Rusia, se formó el Partido Comunista de México (PCM) en 1919, que participó en dos intentos de levantamiento armado en este período. Frente al potencial revolucionario de las masas y la expansión de la influencia del PCM entre ellas, los gobiernos del “Maximato” de Plutarco Elías Calles aplicaron una política de dura represión e ilegalizaron al PCM.
El potencial de un nuevo levantamiento revolucionario de las masas en el país crecía en el contexto de la profunda crisis del sistema capitalista-imperialista mundial con la Gran Depresión de los años 30 del siglo pasado, los avances del socialismo en la Unión Soviética y el crecimiento del movimiento comunista en el mundo. Frente a estos peligros para las clases dominantes en México y su sistema, se dio un giro en la política al mando del Estado burgués poco después de la llegada de Lázaro Cárdenas a la presidencia.
No se oponía al uso de la represión por parte del Estado burgués en sí: el mismo Cárdenas había llegado al rango de general en el combate a los zapatistas y en la guerra de exterminio contra los yaquis. Más bien veía claramente el peligro que el creciente potencial revolucionario de las masas significaba para el sistema. El gobierno transitó del énfasis en el “método de violencia” (para usar el término de Lenin) para defender el dominio de la burguesía bajo el “Maximato” de Calles hacia mayor énfasis en el “método de liberalismo, de las reformas” para defender ese mismo dominio. Frente a la huelga de los petroleros y muchos otros obreros, Cárdenas nacionalizó el petróleo; frente a las encarnadas luchas, incluso con armas, de los campesinos, repartió parte de la tierra, aunque fueron, en gran parte, tierras de menor calidad.
Cárdenas no fue un “héroe del pueblo” como nos enseñan, sino un representante político de la gran burguesía que salvó el sistema de explotación y opresión frente al potencial revolucionario de las masas. Este desenlace no se debió simplemente a estas tácticas del gobierno, sino también a la capitulación del PCM, que llegó a aplicar una política de “unidad a toda costa”, apoyó a este gobierno de las clases dominantes y hasta planteó construir el “frente popular” dentro del partido oficial, el Partido Nacional Revolucionario, el precursor del odiado PRI que conocemos hoy en día. (Los graves errores de la línea del “Frente Unido contra el Fascismo” de la Internacional Comunista también influyeron en este desenlace).
El PCM confió más en la burguesía supuestamente “progresista” que en el potencial revolucionario de las masas y vendió las posibilidades de una revolución liberadora por el plato de lentejas de unas reformas bajo la dominación de los imperialistas, grandes capitalistas y terratenientes.
Otra cosa muy distinta pasó en el mismo período en China, que compartía algunas características con México, aunque también había muchas diferencias. Los dos eran países semicoloniales y semifeudales, dominados por el imperialismo y con grandes poblaciones campesinas explotadas y oprimidas. Los dos habían pasado por revoluciones democrático-burguesas que no lograron una transformación revolucionaria de fondo: México en 1910, y China en 1911. A diferencia del PCM, una vez que la línea de Mao Zedong ganó la dirección del Partido Comunista de China, el partido mantuvo su independencia de la burguesía y luchó por desatar y darle plena expresión al potencial revolucionario de los obreros y campesinos. Los dirigió en una guerra popular que finalmente triunfó en 1949. Su victoria marcó el comienzo de una gran transformación liberadora del país, rompiendo el yugo imperialista, luchando por resolver cabalmente las necesidades de la gente, avanzar en la liberación de las mujeres y de las minorías nacionales anteriormente oprimidas, reducir cada vez más las desigualdades, transformar las relaciones e ideas opresivas heredadas de la vieja sociedad, y mucho más.
El auge revolucionario de los 1960 y 1970: masacres, guerra sucia y reforma electoral; surgimiento y la desorientación del movimiento maoísta
En los años 1960, las luchas y sentimientos revolucionarios crecían de nuevo entre las masas en el país en el contexto del auge mundial de lucha revolucionaria. Hubo varios brotes de lucha guerrillera, algunos con cierta influencia maoísta, como el asalto al cuartel del ejército en Madera, Chihuahua, en 1965, dirigida por Arturo Gámiz, y la lucha guerrillera en la zona chinanteca de Oaxaca encabezada por Florencio “el Güero” Medrano, después de que el ejército federal reprimió, en 1973, a la Colonia Proletaria Rubén Jaramillo, creada a partir de una toma de tierras en Morelos.
La respuesta del Estado burgués frente a esta situación fue despiadada, con la masacre de cientos de estudiantes y otros por parte del Ejército en Tlatelolco en 1968, la masacre de cientos más por los Halcones, un grupo paramilitar al servicio del Estado, en 1971, así como con la guerra sucia en que las fuerzas armadas torturaron, desaparecieron y asesinaron a miles de personas. El Estado burgués combinó esta sangrienta represión con ciertas reformas, notablemente la reforma electoral de 1977, que permitió que participaran en las elecciones el PCM y algunas otras fuerzas de supuesta “izquierda”.
El PCM ya desde antes se había degenerado en un partido completamente oportunista y revisionista (o sea, de ideología burguesa expresada con palabrería “marxista”): apoyó al capitalismo de Estado con letrero “socialista” en la Unión Soviética después de la restauración del capitalismo ahí a mediados de los 1950; expulsó a los simpatizantes con la línea revolucionaria de Mao en 1963; y traicionó al movimiento al llamar al “regreso a clases” después de la masacre de Tlatelolco.
En contraste con el repugnante oportunismo del PCM, surgió un muy amplio movimiento de inspiración maoísta en ese tiempo, en el que miles de jóvenes fueron a los obreros, campesinos y otras masas con la intención de organizar un movimiento revolucionario. Sin embargo, predominaba un desprecio por la importancia de la lucha teórica. No forjaron una línea correcta con respecto a las grandes luchas contra el revisionismo en el movimiento comunista internacional frente a la restauración del capitalismo primero en la Unión Soviética y después en China. Tampoco se desarrolló una línea correcta para la revolución en México. Nunca llegaron a formar el partido comunista revolucionario necesario para iniciar la guerra popular y el movimiento finalmente abandonó su inclinación revolucionaria y degeneró en esfuerzos para organizar un amplio movimiento de masas luchando por reformas. Se perdió otra oportunidad revolucionaria por la falta de un correcto entendimiento guía basado en la ciencia del comunismo y un núcleo capaz de desatar y darle plena expresión al potencial revolucionario de las masas.
El levantamiento indígena de 1994, más masacres, “transición democrática”, y el nacimiento de la OCR, M
El odio popular y descrédito del PRI, que había estado al frente del represor Estado burgués desde su formación en 1929, llevó a una escisión en ese partido burgués en 1987, con la salida de dirigentes como el mismo Andrés Manuel López Obrador, Cuauhtémoc Cárdenas y otros. Pronto se unirían con los restos del putrefacto PCM y otros para formar el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
AMLO, Cárdenas y otros ex dirigentes del PRI presumen ahora de denunciar las masacres y la guerra sucia del gobierno encabezado por su partido. ¿Saldrían del odiado PRI porque apenas en 1987 se dieron cuenta de que su partido había masacrado a cientos de estudiantes en el 68 y el 71, así como muchas personas más en la guerra sucia? Obviamente no. Todo el mundo sabía de la historia de crímenes de lesa humanidad del PRI al servicio del sistema de explotación y opresión. Más bien, salieron “porque se dieron cuenta, como muchos otros en las clases dominantes, que el PRI se estaba hundiendo y que había que crear otra alternativa para confundir al pueblo y salvar al sistema de la lucha revolucionaria de las masas populares” (Aurora Roja No. 6).
El potencial revolucionario de las masas hizo erupción con el levantamiento armado mayormente indígena en Chiapas en 1994. Por todo el país, un sentimiento expresado por muchas masas básicas, estudiantes y otros fue “Si llega hasta aquí, yo le entro”. Con el levantamiento indígena, la oposición y luchas en contra del gobierno tuvieron la iniciativa durante varios años. Se dio un gran impulso a los sentimientos y búsqueda de alternativas revolucionarias en el país, a pesar de que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) paró la lucha armada después de pocos días de iniciada y no contaba ni cuenta con un consecuente programa revolucionario (para un análisis crítico del EZLN, checa Hace falta tumbar el sistema capitalista, no tratar de “democratizarlo”: AMLO, el EZLN y la revolución que se necesita, de la OCR, M).
La Organización Comunista Revolucionaria, México (OCR, M), a pesar de contar con un número muy reducido de militantes en esos momentos, creció rápidamente, atrayendo a gente que buscaba una alternativa más consecuentemente revolucionaria que el EZLN y otras fuerzas. La organización se fundó en 1989, inspirada por los avances en la ciencia del comunismo que venía desarrollando Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, EE. UU., así como por la guerra popular dirigida por el Partido Comunista del Perú y el reagrupamiento de estas y otras fuerzas maoístas en ese tiempo en el Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI). Un año después de la formación de la OCR, M, una fracción economista escindió a la organización, oponiéndose a su línea guía de construir el partido comunista revolucionario para iniciar la guerra popular y abogando, al contrario, por organizar un amplio movimiento pacífico de masas, repitiendo, en esencia, los mismos errores del viejo PCM y de gran parte del movimiento maoísta de los años 60 que abandonaron la lucha por la revolución al centrar la lucha en las “necesidades más sentidas de las masas”. La mayor necesidad de las masas es la revolución para liberarse de este caduco y criminal sistema, no simplemente unas reformas. La lucha por reformas es necesaria pero el comunismo revolucionario “como la parte al todo, subordina la lucha por las reformas a la lucha revolucionaria por la libertad y el socialismo” (Lenin, ¿Qué hacer?). Limitarse a luchas por demandas inmediatas y desistir de preparar el terreno, el pueblo y la vanguardia para hacer la revolución solo lleva a prolongar a este inhumano sistema de explotación y opresión.
La respuesta del Estado burgués al levantamiento indígena y la creciente protesta y rebelión de las masas en el país fue, por una parte, la sangrienta represión. En 1995 la policía del estado de Guerrero masacró a 17 campesinos en Aguas Blancas. En 1997, paramilitares priístas entrenados por el gobierno federal, el ejército y la policía asesinaron a 45 tzotziles mientras rezaban en Acteal, Chiapas. Fue parte del plan contrainsurgente de la Secretaría de Defensa Nacional, revelado por la revista Proceso (No. 1105), de “Organizar secretamente a sectores de la población civil… quienes serán empleados a órdenes de apoyo de nuestras operaciones”, con “el adiestramiento y apoyo de… organizaciones paramilitares, lo cual puede ser el principio fundamental de la movilización para las operaciones militares…”. El actual gobierno sigue echando mano de estas y otras fuerzas paramilitares, ya bien metidas con el crimen organizado, para atacar a bases de apoyo del EZLN y otras comunidades en Chiapas.
La masacre de Acteal, en vez de sofocar la lucha, la atizó más. El artero crimen provocó una ola de condena al gobierno, con 200 mil marchando en la Ciudad de México, entre otras protestas. Siguieron más masacres perpetradas directamente por el ejército, en El Bosque, Chiapas, y El Charco, Guerrero. La ira popular solo creció más. Frente a esta explosiva situación, un sector de las clases dominantes en México, con la participación de representantes del imperialismo estadounidense, idearon la llamada “transición democrática”, abandonando el sistema de fraudes electorales en medida suficiente para dejar que Vicente Fox, del Partido Acción Nacional, ganara la presidencia en 2000.
Esta maniobra desorientó a mucha gente que venía luchando contra el llamado “PRI gobierno”, considerando que el problema fundamental era el PRI, y no todo el sistema opresivo que ese partido y los demás partidos burgueses representan y defienden. Un sector importante de la gente dejó de luchar y varios dirigentes incluso entraron en el nuevo gobierno. Esto se interrelacionó con retrocesos anteriores en la revolución al nivel mundial debido a varios factores. Uno fue la restauración del capitalismo en China, con lo que ya no existían países socialistas en el mundo. Otro fue el derrumbe de la Unión Soviética, que, si bien ya era capitalista e imperialista desde hace tiempo, fue utilizado por la burguesía occidental para proclamar la supuesta muerte del comunismo. También influyó la polarización desfavorable en el mundo entre los imperialistas de Estados Unidos y Europa occidental, por una parte, y varias fuerzas islámicas fundamentalistas por otra. Finalmente, las guerras populares en el Perú (iniciada en 1980) y Nepal (iniciada en 1996), que levantaron las esperanzas de millones por todo el mundo, se vinieron abajo cuando los partidos comunistas que las dirigían se desviaron hacia el oportunismo al enfrentar nuevos problemas difíciles. En este contexto, la lucha por la revolución en México entró en un período de relativo reflujo.
Creciente potencial revolucionario de las masas y los intentos de sofocarlo con la guerra contra el pueblo, Ayotzinapa y otros crímenes de Estado, así como la llamada “4T”: hay que organizarse para la revolución
Pronto quedó evidente que la llamada “transición democrática” y la sustitución del PRI por el PAN en el gobierno federal no representó ningún cambio fundamental en el carácter represor del Estado. Como notamos en aquel tiempo “en cuestiones de reprimir al pueblo, el gobierno federal y el PAN no se quedan atrás, como lo demuestran la sangrienta represión en Cancún orquestada por el Estado Mayor Presidencial en contra de los opositores a la globalización imperialista, las torturas y violaciones de mujeres en Guadalajara en 2004 por órdenes del entonces gobernador y actual Secretario de Gobernación, Francisco Javier Ramírez Acuña, la muerte de los mineros de Pasta de Conchos por la insistencia de la empresa y el consentimiento del gobierno federal en mantener condiciones altamente inseguras en aras de mayor rentabilidad, el asesinato de 2 trabajadores de Sicartsa, los dos asesinatos y las violaciones y ultrajes sexuales a dos docenas de mujeres en Atenco en mayo de 2006, toda la repugnante campaña sucia para imponer a Felipe Calderón como presidente, la intervención directa de Calderón para encubrir la violación de la anciana indígena Ernestina Ascencio Rosario por parte de efectivos del ejército, etc., etc.”
En este contexto, irrumpe la justa rebelión de Oaxaca en 2006: “Frente a un gobernador, Ulises Ruiz Ortiz (URO), que quiso aplastar cualquier oposición a este sistema y a sus propios crímenes y corrupción con una ola de represión y asesinatos, centenares de miles de oaxaqueños tomaron la calle y declararon de manera contundente ‘¡ya basta!’. Esta rebelión popular puso en jaque al gobierno estatal y removió los cimientos del poder de los ricos y poderosos en todo el país. URO, en contubernio apenas disimulado con el gobierno federal, lanzó los ‘convoyes de la muerte’ que intentaron imponer su ‘orden’ sangriento a punta de fusil. Las barricadas que la gente levantó en respuesta de autodefensa crearon una especie de territorio liberado en el centro de la ciudad de Oaxaca, en que las fuerzas del gobierno sólo se atrevían a entrar fuertemente armadas, y en donde brotaban como flores silvestres después de la lluvia las semillas de un nuevo poder popular en ciernes” (Oaxaca. La lucha política independiente del pueblo, heraldo de una nueva revolución).
Hubo docenas de mártires de esa rebelión popular, que finalmente fue aplastada por la intervención de la policía federal. Poco después, el nuevo jefe del Estado burgués, por fraude electoral, Felipe Calderón, anunció la “guerra a la delincuencia organizada”, que en realidad fue y sigue siendo, a pesar de cambios de retórica y táctica, una verdadera guerra de contrainsurgencia preventiva contra el pueblo. Como hemos analizado, esta guerra “no busca acabar con el narcotráfico sino ordenar y controlar el mercado de drogas ilegales y, sobre todo, apuntalar el Estado y su capacidad de proteger el orden social imperante” con “una gran compenetración entre los cárteles y el gobierno en todos los niveles” en que “tanto el gobierno como los cárteles cometen crímenes horribles contra el pueblo” con un enorme saldo de asesinatos, desapariciones y tortura por todo el país. (Para más análisis y documentación, véase “El auge del crimen organizado y la decadencia criminal del Estado mexicano: frutos gemelos de un sistema completamente podrido” en Aurora Roja No. 15)
Seguían masacre tras masacre contra el pueblo: el asesinato de dos alumnos de Ayotzinapa por el gobierno en 2011; la masacre por parte del ejército en Tlatlaya, Estado de México, de 22 civiles que se habían rendido por parte del ejército, con órdenes de “abatir delincuentes en horas de oscuridad”; la masacre de manifestantes en un operativo de policías federales y estatales en Nochixtlán, Oaxaca, en 2016; las masacres por parte del gobierno en Apatzingán y Tanhuato, Michoacán; entre otras.
El crimen de Estado que finalmente provocó una explosión popular de protesta y repudio en todo el país fue el asesinato de seis personas y la desaparición forzada de 43 normalistas de Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014 en un operativo conjunto en que intervinieron el Ejército, las policías federal, estatal y municipal, así como elementos del crimen organizado. Cientos de miles de personas salieron a las calles en poderosa protesta, no solo por todo México, sino también en muchas otras partes del mundo. La valiente lucha por justicia de parte de los normalistas y padres de familia, con el apoyo de muchos más, ha chocado con la insistencia del Estado burgués, primero bajo el criminal Peña Nieto, y ahora bajo AMLO, de no tocar ni con el pétalo de una rosa al evidente coordinador del operativo en la noche del crimen y en su encubrimiento: el Ejército. Lo anterior viene a ilustrar una vez más que un verdadero cambio de fondo solo es posible al derrocar y desmantelar el Estado actual, incluida su columna vertebral, las fuerzas armadas.
Con estos crímenes y la rampante corrupción, no solo cayó por los suelos la popularidad de Peña Nieto—”ya sé que no aplauden”, confesó en una ocasión— sino que más y más gente llegaba a odiar al gobierno y todo lo que representaba. Se llegaba a un punto crítico para la estabilidad del sistema frente a la creciente ira popular.
Es en esta situación que López Obrador advierte a sus contrincantes en las clases dominantes que están jugando con fuego. Frente a una convención bancaria en marzo, previa a las elecciones de 2018, sentenció: “Si se atreven a hacer un fraude electoral, yo me voy también a Palenque y a ver quién va a amarrar al tigre”. “El que suelte el tigre, que lo amarre, ya no voy a estar yo deteniendo a la gente luego de un fraude electoral, así de claro” (Forbes en línea, 09/03/2018). Con esto se atribuye el “mérito” de haber contenido la ira de la gente por los fraudes electorales de 2006 y 2012, señalando a los banqueros su gran servicio y utilidad para mantener la estabilidad del sistema.
En efecto, López Obrador también expresaba que, si sus contrincantes en las clases dominantes no permitían que se canalizara la ira popular hacia su elección, habría un estallido social muy difícil de controlar. Esto fue muy cierto y jugó un papel en su victoria electoral, que despertó entre muchos la esperanza de un verdadero cambio. Fue una salida falsa, otra ilusión falsa para las masas, como hemos señalado a lo largo de varias décadas y como los hechos de su mandato vienen comprobando cada vez más. Ninguna elección, ningún cambio en el personal al frente del actual Estado burgués va a llevar a un cambio real en los intereses del pueblo. “Porque el Estado actual es una estructura al servicio de las relaciones económicas y sociales actuales. Estas relaciones funcionan de acuerdo con una lógica, la lógica de las relaciones capitalistas, y sin destruir este Estado y transformar radicalmente esas relaciones, los que estén en el poder, sean quienes sean, aunque fuera el mismo Carlos Marx el presidente, acabarían inevitablemente sirviendo a la lógica de esas relaciones y este sistema” (La revolución liberadora, Orientación estratégica y programa básico).
Toda la historia que hemos dibujado aquí demuestra que existe un gran potencial revolucionario latente en el pueblo. Aunque mucha gente lo dude, las clases dominantes y sus representantes políticos lo tienen bien presente y siempre están maniobrando, utilizando tanto la represión como las ilusiones reformistas para suprimir, sofocar y controlar ese potencial revolucionario.
Esta breve historia también ilustra el hecho de que se han perdido varias oportunidades revolucionarias por la falta de un correcto entendimiento científico guía y una fuerza dirigente capaz de aplicarlo. Y eso es precisamente lo que hace falta para darle plena expresión al potencial revolucionario de las masas populares.
Comienzan a desvanecerse las falsas esperanzas en la llamada 4T; surgen nuevos brotes de protesta y rebelión
Como analizamos con el comienzo del nuevo gobierno encabezado por AMLO en 2018:
López Obrador, como representante de un sector de los grandes capitalistas que es, busca seguir en esencia el mismo camino de desarrollo capitalista subordinado al imperialismo con algo más de intervención económica del Estado y algunas migajas más para las masas. Como él mismo dice, el “modelo” que busca reestablecer es el “desarrollo estabilizador” (el período de desarrollo económico relativamente rápido subordinado al imperialismo y administrado por el PRI de los años 50 y 60 del siglo pasado, que fue marcado, entre otras cosas, por varias represiones sanguinarias para mantener la “estabilidad” del sistema y de las inversiones del gran capital nacional y extranjero). Este programa de ninguna manera va a resolver los grandes problemas de la opresión de las mujeres y los pueblos indígenas, el calentamiento global y la destrucción del medio ambiente, la dominación imperialista, la desaparición forzada y violencia reaccionaria desenfrenada, la cacería, detención y deportación de los migrantes, la explotación, pobreza y miseria de la mayoría, entre otros. En cambio, el “Programa revolucionario para un país socialista, independiente e internacionalista” esbozado en La revolución liberadora, señala acertadamente la revolución necesaria para emanciparnos de todos estos males…
El gobierno de López Obrador y Morena plantea nuevos retos y oportunidades para los que luchamos por ese liberador futuro comunista para la humanidad. En el corto plazo, principalmente plantea mayores dificultades al despertar más ilusiones entre amplias masas de que puede haber un cambio significativo por medio de reformar el reaccionario sistema actual. No debemos exagerar la situación: no es cierto que “todos están con AMLO y Morena”… Sin embargo, es un problema real que tenemos que enfrentar. Aunque el mismo funcionamiento del sistema va a ir demostrando que cambios profundos verdaderos para la mayoría no son posibles bajo este sistema, en la ausencia de la lucha por la alternativa revolucionaria real, el desenvolvimiento espontáneo de ello va a ser o bien conformarse con pequeños cambios en una situación intolerable o el cinismo y la idea de que “no se puede hacer nada, todos son lo mismo” entre muchos que vayan viendo que AMLO/Morena no son la solución. Por eso es tan importante que promovamos la revolución, el nuevo comunismo y el análisis de lo que representa AMLO… (Empuñar el Nuevo Comunismo para avanzar hacia el partido y la revolución liberadora)
Los sucesos han confirmado que este análisis fue acertado. Efectivamente han planteado dificultades para la revolución las ilusiones falsas entre mucha gente, por no decir la vergonzosa defensa a ultranza de los crímenes del gobierno actual por varias personas que antes jugaban un papel más crítico cuando su partido burgués electoral no estaba en el poder. Por otra parte, el mismo funcionamiento del sistema y los crímenes del gobierno comienzan a despejar las ilusiones falsas entre algunos, y surgen nuevos brotes de protesta y rebelión.
Las revueltas de mujeres están sacudiendo el mundo, entre las que destaca la ola de más radical protesta que irrumpió en México a partir de 2019. La justa rabia de las mujeres ha dado lugar a una insurgencia, impulsada sobre todo por las jóvenes, que ha inspirado a millones y despertado los anhelos de un verdadero cambio. La respuesta del “gobierno del cambio” ha sido represión, “reformas” que no cambian nada esencial y cínicas descalificaciones del movimiento de las mujeres desde la tribuna presidencial, calificando a las mujeres rebeldes de “conservadoras”.
Se despierta cada vez más, sobre todo entre los jóvenes, la conciencia de que el calentamiento global y otra destrucción del medio ambiente constituyen una verdadera emergencia ambiental que ya está extinguiendo muchas especies y amenaza el futuro y hasta la misma existencia de la humanidad. Hay protesta y resistencia en muchas partes de los pueblos indígenas en contra de los megaproyectos de muerte, ecocidio y etnocidio. La respuesta del gobierno y de los grandes capitalistas, en contubernio con el crimen organizado, ha sido el asesinato de activistas y periodistas críticos, la represión de protestas y la misma descalificación como supuestos “conservadores” por parte de AMLO a los ecologistas y los luchadores indígenas y campesinos.
Los normalistas y maestros democráticos siguen siendo un problema para el sistema, por lo que también son atacados desde la presidencia y reprimidos, no solo por los gobiernos del PAN y PRI, sino también por gobiernos morenistas en Chiapas, Michoacán, Puebla, Guerrero y otros estados. Estudiantes y profesores protestan en varios casos ante los intentos del Estado burgués de centralizar y controlar más directamente a las universidades y centros de investigación.
También representan un problema muy serio para el sistema los migrantes mexicanos, centroamericanos, y de muchas otras nacionalidades que rehúsan sucumbir al hambre, la extrema violencia y los estragos del cambio climático provocados por ese mismo sistema. Ante la “contención” y la represión de la Guardia Nacional y sus compinches de la policía y el crimen organizado, resisten valientemente y declaran, con toda razón, que “No somos criminales, somos trabajadores internacionales”.
Las madres y padres de tantas personas desaparecidas luchan valientemente por justicia, a pesar de ataques y descalificaciones de parte de las autoridades en muchos casos, y se ven orillados a buscar ellos mismos a sus seres queridos entre las macabras fosas clandestinas esparcidas por todo el territorio nacional.
Crece el malestar entre el pueblo en todo el país por el manejo criminal de la pandemia, la crisis económica, el desabasto de medicamentos después de tres años de promesas huecas, así como el maligno cáncer del contubernio entre autoridades, empresarios y crimen organizado con su sangriento saldo de asesinatos, tortura y desapariciones.
Al comenzar a despejarse las falsas esperanzas en la llamada “4T” y al surgir nuevos brotes de protesta y rebelión, se van creando mejores condiciones para el avance del movimiento para la revolución. Pero, esas posibilidades de avance solo podrán plasmarse si los comunistas revolucionarios luchamos a fondo con la gente por ver el hecho científicamente comprobado de que la revolución comunista es la única alternativa real a toda esta locura. De lo contrario, como ya señalamos, en la ausencia de la ciencia revolucionaria, la gente llega o bien a conformarse con pequeños cambios en una situación intolerable o al cinismo, desmoralización y la idea de que no se puede hacer nada. Y así el país y el mundo se van a ir en una escalada de desastres y atrocidades mayores.
¿Un futuro terrible o un futuro liberador? Depende de forjar ahora un creciente núcleo organizado y guiado por el Nuevo Comunismo
En el país y en el mundo, enfrentamos la disyuntiva entre dos futuros posibles: un futuro aún más terrible, hasta la posible extinción de la raza humana, o un futuro liberador en una sociedad radicalmente diferente en la que todos quisiéramos vivir.
Tenemos dos opciones: vivir con los crímenes y horrores provocados por este sistema que amenazan hasta la sobrevivencia de la humanidad o hacer la revolución y dar a luz a un sistema radicalmente diferente y mucho mejor.
Como ya hemos señalado, en el mundo y en el país, están intensificándose las principales contradicciones del sistema capitalista-imperialista. La emergencia ambiental provocada por el sistema capitalista-imperialista plantea una creciente amenaza al futuro de la humanidad y de la vida en el planeta y ya aumenta las migraciones desesperadas de millones del sur global. Se intensifica la disputa por el dominio mundial entre las principales potencias imperialistas, aumentando así el peligro de la guerra, incluida la guerra nuclear, la cual representa otra amenaza para la sobrevivencia de la humanidad. Cambios económicos y sociales en el papel de las mujeres socavan las formas tradicionales de su opresión a la vez que se agudizan nuevas formas, todo lo cual lleva o bien hacia una transformación radicalmente reaccionaria reforzando el patriarcado y las formas tradicionales de la opresión de las mujeres o una transformación radicalmente revolucionaria para tumbar el patriarcado y el sistema capitalista que lo mantiene, avanzando hacia la emancipación completa de las mujeres y toda la humanidad. La expansión agresiva del gran capital lleva a la ruina y arrebata territorio y recursos a los campesinos y las comunidades indígenas, a la vez que el enorme crecimiento del capitalismo “ilegal” del crimen organizado coludido con el gobierno y el gran capital en general en todos los niveles transforma en un verdadero infierno grandes partes del país. Las crisis y enormes dificultades del sistema llevan a sectores importantes de las clases dominantes a pugnar por instaurar la forma abierta de la dictadura burguesa, el fascismo, en varias partes del mundo.
Todas estas contradicciones son la base material para la revolución comunista, que es más urgente ahora que nunca, y cuya base material es también más firme que nunca. Son las masas por millones las que harán esa revolución o no habrá ninguna revolución real. Para que su lucha revolucionaria no se desvíe a callejones sin salida y en verdad desemboque en una revolución real, en una sociedad socialista liberadora en transición hacia el comunismo, hace falta ciencia y hace falta un creciente núcleo organizado armado con y guiado por esa ciencia.
Como recalca Bob Avakian, “la cuestión de si va a haber un enfoque científico para la revolución o no, con un grupo de personas, un grupo creciente de personas, organizadas para aplicar esa ciencia con el fin de transformar en realidad el mundo hacia una revolución real — eso, para las masas populares, es lo que hace posible cambiarlo todo” (El nuevo comunismo, p. 8).
En primerísimo lugar, se necesita un método y enfoque científico. O sea, un entendimiento de cómo realmente es el mundo y como realmente puede cambiarse en los intereses de las masas, que se ha desarrollado a partir de analizar las evidencias en la historia y en el mundo, y no a partir de simples deseos o elucubraciones. Hace falta un enfoque científico acertado para guiar la complicada lucha para hacer la revolución y establecer el socialismo. Sin eso, o bien se desperdicia la oportunidad, como en Egipto y muchos otros casos, o la revolución se desvía y no se sale del sistema capitalista, como en Nicaragua, entre otros ejemplos. Sin un método y enfoque científico, no importa cuanta gente tengas, nunca se saldrá de los opresivos límites del sistema capitalista.
El Nuevo Comunismo de Bob Avakian es un desarrollo cualitativo de la ciencia revolucionaria fundada por Marx y Engels, y representa un gran avance para la revolución comunista internacional. Lo ha desarrollado a partir de más de 50 años de trabajo para resumir científicamente los grandes avances, así como los errores, de las primeras experiencias del socialismo del siglo pasado, así como el análisis científico de muchas otras luchas, de los cambios en el mundo contemporáneo y muchas otras fuentes. Así ha forjado una guía para avanzar más y mejor en la próxima ola de revoluciones proletarias en el mundo y crear nuevas sociedades socialistas aun más liberadoras, con un nivel nunca antes visto de disentimiento y efervescencia, así como lineamientos para la lucha por avanzar en abolir toda forma de explotación, opresión y desigualdad social, así como revolucionarizar las ideas correspondientes.
La Organización Comunista Revolucionaria aplica este avance en la ciencia del comunismo a las condiciones concretas de México en el contexto mundial y ha forjado orientaciones estratégicas y un programa básico para la revolución que hace falta, a la vez que hace falta desarrollar y profundizarlo más.
Por otra parte, hace falta forjar un creciente núcleo de personas organizado y guiado por esa ciencia, aplicándola para hacer una revolución real. En nuestras condiciones, eso significa luchar por construir el partido comunista revolucionario guiado por el Nuevo Comunismo, ya que tal partido, indispensable para guiar la lucha de las amplias masas para hacer la revolución, no existe todavía en México.
Para eso, es imprescindible estudiar concienzudamente esta ciencia. O como decía Engels, “el socialismo, desde que se ha hecho ciencia, exige que se le trate como tal, es decir, que se le estudie” (citado por Lenin en ¿Qué hacer?). No importa si en un momento dado entiendes mucho o poco, si el estudio se te facilita o se te dificulta. Lo importante es comprender que la posibilidad de que la gente salga de tanto sufrimiento innecesario en este sistema de horrores depende de ir aprendiendo a dominar y aplicar esta ciencia. “Es también profundamente cierto que quien se dedique a esto, y haga el trabajo, puede adoptar este método y enfoque científico, puede profundizar continuamente su comprensión de esta teoría y su capacidad de aplicarla y popularizarla, aprendiendo y actuando en una relación dialéctica —una relación que se refuerza mutuamente— entre la teoría y la práctica” (El nuevo comunismo, p. 9).
También es menester llevar la revolución y el Nuevo Comunismo a las masas: promover esta teoría revolucionaria, desarrollar denuncias comunistas y movilizar a las masas en lucha combativa contra los crímenes del sistema. Es urgente ganar a cada vez más gente para esta revolución liberadora, sin lo cual se echarían a perder las posibilidades de liberarse de este mundo tenebroso. No es fácil, sobre todo en estos tiempos, ganar a la gente para la revolución y el comunismo. Requiere debatir y luchar con la gente, a veces incluso desarrollar lucha aguda, aunque de buena manera. Este es el caso, por una parte, por los retrocesos en la revolución mundial que hemos analizado. Por otra parte, es porque la propaganda de las clases dominantes y de otras fuerzas, así como las mismas dinámicas de tratar de sobrevivir en este sistema caracterizado por la competencia y lucha de todos contra todos, llevan a que la gente interioriza ideas y valores que no corresponden a la realidad y, de hecho, van en contra de sus intereses más profundos.
Por eso, hay que argumentar y luchar con las masas con la orientación firme de que las masas no solo necesitan, sino que pueden romper con todo esto, e ir reconociendo sus verdaderos intereses y transformándose en el curso de la lucha revolucionaria, siempre y cuando hay quienes luchen con ellas y les lleven un entendimiento científico del problema y la solución. Por eso, tenemos confianza estratégica en el potencial revolucionario de la gente, y le llevamos la verdad científica sobre los horrores de este sistema y sobre la verdadera posibilidad de un mundo mucho mejor.
Hace falta romper uno mismo y ayudar a otros a romper con los valores e ideas que sirven para perpetuar este sistema opresivo
La gente necesita romper con el estrecho individualismo de “preocúpate de ti y de los tuyos y al diablo con los demás”, y atreverse a luchar por un mejor futuro para el pueblo y la emancipación de la humanidad.
En vez de buscar excusas para no luchar, la gente necesita entrar a conocer cómo realmente podemos luchar y ganar.
Las personas necesitan romper con los valores degradantes que inculca este sistema, como el machismo, racismo, homofobia y demás, y encarnar los valores comunistas expresados, entre otras partes, en los Puntos de orientación del Movimiento Revolución.
Necesitan dejar de descalificarse, pelearse y hasta matarse entre sí y unirse contra el verdadero enemigo común, los imperialistas, los grandes capitalistas y los terratenientes.
Necesitan romper con las falsas esperanzas que andan vendiendo AMLO y Morena y emprender la lucha revolucionaria contra el sistema capitalista y todos sus representantes políticos.
Y la gente necesita ir más allá del “anticapitalismo” y decidirse a luchar por la única alternativa liberadora real al capitalismo, la revolución comunista.
Es nuestra responsabilidad, la responsabilidad de los comunistas revolucionarios, compartir con la gente la ciencia del nuevo comunismo y ayudarle, con lucha fraterna en el seno del pueblo, a romper con los valores y mentiras de este sistema, identificar el verdadero problema y la verdadera solución, y desatar así su iniciativa en la lucha por la revolución liberadora y la emancipación de la humanidad.
¡Desechemos las ilusiones falsas, y preparemos la revolución! ¡Atrévete a luchar, atrévete a ganar!
El futuro no está escrito y ese futuro depende, en parte importante, de lo que haga cada persona que haya soñado alguna vez con un mundo mejor. ¿Un futuro terrible o un futuro liberador? El tiempo corre y hay que decidirse. ¿Aceptar pasivamente las atrocidades, injusticias y amenazas existenciales de este sistema? ¿Tratar de reformarlo un poco? ¿O atreverse a luchar con corazón y ciencia por la revolución liberadora?
Los grandes crímenes, crisis y trastornos actuales y por venir encierran grandes peligros para la humanidad. A la vez, abren nuevas posibilidades para hacer la revolución y el comienzo de una nueva y luminosa época para la humanidad y el planeta. Asumamos cada quien la responsabilidad de luchar juntos por conquistar la victoria y abrir esa nueva época de esperanza revolucionaria.
Bibliografía escogida
Publicaciones de la Organización Comunista Revolucionaria, México, disponibles gratuitamente en el sitio de Aurora Roja: aurora-roja.blogspot.com.
▪ Apoyar y extender la revuelta contra la violencia machista
▪ “Combatir la represión, preparar la revolución”, Aurora Roja No. 6
▪ “El auge del crimen organizado y la decadencia criminal del Estado mexicano: frutos gemelos de un sistema completamente podrido” en Aurora Roja No. 1 (no disponible en línea)
▪ Hace falta tumbar el sistema capitalista, no tratar de “democratizarlo”: AMLO, el EZLN y la revolución que se necesita
▪ La opresión y la emancipación de los pueblos indígenas
▪ La revolución liberadora: orientación estratégica y programa básico
▪ “La revolución y el trabajo revolucionario”, Aurora Roja No. 15
▪ Oaxaca. La lucha política independiente del pueblo, heraldo de una nueva revolución
▪ Puntos de orientación del Movimiento Revolución (hoja)
Publicaciones disponibles en el sitio revcom.us:
▪ Avakian, Bob, La base material y el método de hacer la revolución
Otros títulos marxistas
Engels, Federico, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado
▪ Lenin, Vladimir,“Las divergencias en el movimiento obrero europeo”, Obras completas, Tomo 20
▪ Lenin, Vladimir, ¿Qué hacer?
▪ Mao Tsetung, “Una sola chispa puede incendiar la pradera”, Obras escogidas, Tomo I