Reflexiones sobre la posibilidad de solidaridad y coordinación entre movimientos de liberación, otras fuerzas y grupos progresistas en la región [del Medio Oriente]

Somayeh Kargar, ex prisionera política en Irán | Revolución # 820 | 20 de septiembre de 2023

Nota de la redacción (revcom.us): Reproducimos un discurso pronunciado por Somayeh Kargar a principios de agosto de 2023 en la Academia de Estudios de la Mujer de Afganistán. Somayeh Kargar es una ex prisionera política en Irán. Fue detenida en octubre de 2020 (justo antes del primer aniversario del levantamiento de noviembre de 2019). La acusaron de establecer y dirigir el Colectivo de Mujeres Osyan[1] y de actuar para el Partido Comunista de Irán (marxista leninista maoísta). Entre sus coacusados figuraban Nahid Taghavi, Mehran Raouf y Bahareh Soleimani. Estuvo recluida en régimen de aislamiento en la prisión de Evin durante meses y después la trasladaron a la prisión de Qarchak. La enérgica defensa que hicieron de ella sus abogados, y la evidencia de que no podía soportar físicamente el encarcelamiento debido a una enfermedad aguda, hicieron que la pusiera en libertad y que se archivara su caso. Su discurso fue traducido y revisado para su publicación por voluntarios de revcom.us.

Una realidad importante que nos ha traído hoy aquí —una muestra representativa de mujeres activistas— es la realidad del regreso al poder del Talibán. ¿Cómo afectará esto a la vida de los afganos y, en particular, de las mujeres? Las ramificaciones del regreso del Talibán no se limitan a Afganistán. El fundamentalismo religioso crece y se extiende por todo el mundo. La incorporación de un estado islámico fundamentalista, además de la República Islámica [de Irán], tiene amplias implicaciones para la región y el mundo. La cuestión es cómo entender este problema y cómo afrontarlo.

Somayeh Kargar

Abordaré dos puntos sobre el tema de este panel que representan el enfoque predominante de este problema en el mundo actual: primero, “cuáles son las implicaciones del término “marginado”, y segundo, cuáles son las suposiciones subyacentes de una “alianza”.

1. Implicaciones del término “marginado”

Permítanme empezar diciendo que reemplazar palabras políticas precisas como “oprimidos” por palabras como “marginados” tiene un contenido político específico. El término “marginado” no es simplemente una palabra: implica presuposiciones que descartan los intereses de clase. Es antimarxista, muy parecido al resto de las enrevesadas innovaciones del posmodernismo y el posestructuralismo. Además, es una herramienta importante en manos de los gobiernos y los centros de investigación liberales del sistema capitalista.

Por ejemplo, hablan de la “marginación de la mujer” en lugar de la opresión de la mujer, o de la “marginación del pueblo negro” en lugar de la opresión del pueblo negro. Esta formulación es una consecuencia de la teoría de que “la mayoría está en los márgenes” y una “minoría está en el centro”. Por lo tanto, el problema se define como la relegación de determinados grupos sociales —mujeres, diferentes orientaciones sexuales y de género, minorías nacionales oprimidas— a los márgenes del sistema sociopolítico existente. Por lo tanto, concluye que la solución a este problema es que estos grupos sociales pasen del “margen” al “centro” [dentro del sistema existente]. ¡Este análisis va en contra de la realidad y las soluciones que se derivan de él son reformistas y reaccionarias!

La realidad es que el sistema capitalista, en sus diversas formas, domina en todo el mundo. Produce y reproduce estas opresiones sociales y jerarquías de clase porque son esenciales para [su funcionamiento]. Nunca será posible eliminar estas relaciones sociales opresivas en el marco de este sistema, ¡porque la fuente de la producción y reproducción de estas opresiones es el propio sistema capitalista! Es lo que conecta a los oprimidos —por sexualidad, género, nacionalidad, clases explotadas— entre sí y con la humanidad en su conjunto, e incluso con la devastación [del medio ambiente]. Es el sistema del capitalismo-imperialismo en sus diversas formas —un sistema mundial dominado por países como Estados Unidos, los países europeos, China y Rusia— el que interconecta al mundo entero, incluidos Irán y Afganistán.

Los gobiernos en el poder y el sistema capitalista en general utilizan diversos mecanismos para producir y reproducir estas relaciones sociales opresivas, así como para impedir la rebelión de las masas oprimidas contra su explotación y opresión. La columna vertebral de estos gobiernos son sus fuerzas represivas de seguridad y fuerzas armadas. También necesitan una ideología que racionalice la opresión, para utilizar plenamente estas fuerzas represivas. ¡La eliminación de la palabra “revolución” y su reemplazo por la noción de “justicia transicional” forma parte de ello! La justicia transicional es una técnica imperialista para efectuar el cambio de régimen, sin derrocarlo [al régimen]. Estados Unidos la aplicó en las conversaciones de Doha con el Talibán y ahora la está ensayando con la República Islámica.

Es en este marco en el que [el monárquico pro estadounidense] Reza Pahlaví y parte de la oposición iraní impulsan la justicia transicional y la utilizan para tranquilizar a los imperialistas occidentales y obtener su apoyo. Experimentamos la “justicia transicional” en Irán cuando la República Islámica sustituyó al Sha, y seguimos viviendo con lo que aquello puso en marcha. Insisto en que “cambio de régimen sin derrocamiento” significa que seguirán sirviéndose de las fuerzas reaccionarias existentes. Las conversaciones de Doha con el Talibán fueron una aplicación de esa “solución”. Las reaccionarias ONG [organizaciones no gubernamentales] —súbditas y lacayas del imperialismo—, junto con el Talibán y el régimen de Ashraf Ghani, impulsaban esa “solución”. De hecho, los proyectos de las ONG eran poco más que un auxiliar para la prosecución de la guerra y la ocupación en Afganistán.

Como he dicho, el capitalismo utiliza constantemente mecanismos muy diversos para producir y reproducir la opresión. Esto incluye convertir a algunos de entre los oprimidos en sus sirvientes y lacayos, con el fin de convencer a la gente de que es posible reformar el sistema. Así, este sistema es capaz de reclutar a reformistas sociales y agentes políticos de entre todos los sectores de la sociedad.

Veamos algunos ejemplos. Todos recuerdan las conversaciones de Doha con el Talibán. Todos han oído que uno de los logros más grandes de las Conversaciones de Mesa Redonda con el Talibán fue la participación de algunas de estas mujeres servidoras del sistema en la mesa con el Talibán. Por otro lado, una de las críticas más frecuentes a estas Conversaciones fue que no había suficientes mujeres presentes, que su presencia era simplemente simbólica… ¡como si el contenido pudiera decidirse únicamente en función del género!

Otro ejemplo: durante dos décadas, tras la masacre y la supresión de los revolucionarios en Irán, una serie de hombres y mujeres laicos aliados con el ala reformista del régimen lanzaron la “Campaña del millón de firmas” para aprovechar los llamados “poderes” de las disposiciones de la Constitución de la República Islámica. Pero los mismos laicistas que defendían con entusiasmo este proyecto promovían el pragmatismo reaccionario del “feminismo situacional”, con el fin de ganarse a las jóvenes dispuestas a rebelarse contra la República Islámica y su hiyab obligatorio. “Feminismo situacional” significa simplemente que cuando te violan, si no eres más fuerte que tu violador, deja de resistirte y sométete a la violación. Impidieron que las jóvenes se rebelaran contra el hiyab obligatorio y, en su lugar, predicaron la “organización desde abajo” que animaba a “organizar rituales religiosos con sabor feminista” — reuniones de mujeres en torno a una “comida votiva” [para compartir sus sentimientos].

La República Islámica, de arriba a abajo, trabaja para movilizar a la gente en torno al atraso y la superstición. Pero, en determinados momentos, necesita unirse con estos supuestos laicos cuando su ayuda es necesaria para lograr sus objetivos. De hecho, junto con su continuo uso de la represión armada, a veces también necesitan el “guante de terciopelo” y la lengua “blanda” de la pequeña burguesía y de los intelectuales que articulan sus intereses. Algunos hombres y mujeres de ascendencia iraní en las universidades occidentales también enseñan este tipo de pragmatismo reaccionario como ¡“innovación femenina”!

Por supuesto, el potencial explosivo efectivo de las mujeres se puso de manifiesto durante el espectacular levantamiento de Jina, que puso patas arriba muchas de las normas políticas y culturales de Irán. Todos lo sabemos, así que no me extenderé más. Por otra parte, este levantamiento ha estado lleno de ilusiones democrático-burguesas. Probablemente muchos de ustedes vieron los vídeos cortos de Sarina Alizadeh. Sarina fue una de las primeras víctimas del levantamiento de Jina. Fue asesinada por los mercenarios de la República Islámica a la edad de 16 años. En su vídeo hablaba de sus sueños diciendo: “Sé que en el mundo hay una Etiopía y una ciudad de Los Ángeles, y como soy perfeccionista, prefiero a Los Ángeles”.

Se puede hablar y escribir durante horas sobre su breve comentario. Nuestra joven generación sublevada tiene que llegar a comprender que no fueron ni las personas en Etiopía ni las personas en Los Ángeles las que organizaron su estilo de vida. Se trata de este sistema capitalista global el que causa estas terribles divisiones dentro y entre las diferentes sociedades por todo el mundo. En Los Ángeles, una gran parte de la gente lleva una vida parásita, y en Etiopía la mayoría de la gente lleva una vida de miseria, si es que no muere directamente. Siempre las afectan las devastadoras guerras que surgen debido a la competencia entre las potencias mundiales. Nuestras Sarinas necesitan saber que el relativo bienestar de la mayoría de las personas en Los Ángeles es el resultado del trabajo infantil en las minas de cobalto congoleñas y en las fábricas textiles de Bangla Desh, etc.

Estos son hechos de nuestro mundo que no es posible de ignorar así no más. El sueño de muchos jóvenes en Irán, expresado en este levantamiento, es de alcanzar la “democracia y la prosperidad” que existe en los países occidentales. Pero, ¿qué pasa con esos países? La existencia continuada del sistema capitalista requiere imperialismo. Y lo que estos países —Estados Unidos en particular— propagan por el mundo no es la democracia, sino el marco político, económico, social y militar necesario para mantener el sistema capitalista-imperialista. Nunca en la historia ni en ninguna parte del mundo la democracia burguesa ha sido capaz de eliminar jamás la opresión de las mujeres, y otras opresiones sociales. Y hoy asistimos a la intensificación de la opresión de las mujeres en todos los rincones del mundo, inclusive en el corazón de las democracias burguesas. Necesitamos desechar las ilusiones. El mejor escenario posible del capitalismo es la promesa de igualdad formal al lado de la desigualdad económica y social real. Esta es una de las principales características del capitalismo que más pregonan los intelectuales democráticos.

Permítanme darles un tercer ejemplo: El Kurdistán iraquí. En Asia, África, América Latina y el Medio Oriente, las ONG han sido siempre una importante palanca del imperialismo estadounidense para neutralizar el potencial revolucionario de los movimientos de mujeres, estudiantes, trabajadores y nacionalidades oprimidas, etc. Cuando los imperialistas estadounidenses hablan de “sociedad civil”, lo que quieren decir son las fuerzas que se articulan en torno a las ONG. Su objetivo es socavar a los movimientos sociales que no sólo se oponen a los gobiernos en el poder en cada país, sino que también asumen posiciones en contra de las potencias imperialistas. Su otro objetivo es establecer una cabeza de playa social y política [para el imperialismo] en estas sociedades.

Tras la caída del régimen de Sadam en Irak, el gobierno estadounidense invitó repetidamente a mujeres iraquíes —kurdas y no kurdas— a ir a Estados Unidos para que pudieran recibir “formación para la democracia”. Una de esas [ONG] fue el “American Enterprise Institute”, una organización extremadamente misógina, derechista y racista que tiene homólogos clónicos en Iraq y en el Kurdistán. Estos proyectos contribuyen a crear un nuevo estrato de intelectuales femeninas que sirvan de base social a los imperialistas estadounidenses. El imperialismo estadounidense tiene un departamento de “democracia, derechos civiles y trabajo” que se sirve de algunas fuerzas extremadamente misóginas y conservadoras en los países bajo la dominación estadounidense. Crean ONG que pueden inducir a la gente a sustituir sus luchas sociales por “grupos de presión” para llevar a “los marginados” al “centro”. 

Se fomentó mucho el papel de las ONG durante los 20 años de dominio imperialista estadounidense sobre Afganistán. Pero no tuvieron prácticamente ningún efecto sobre la comprensión de las mujeres afganas acerca de la emancipación y de forma de lograrla. Por el contrario, lo que hicieron fue rebajar las aspiraciones y limitar a las mujeres a trabajar dentro del marco del sistema. Este tipo de polarización negativa continúa, tal como puede verse en los tipos de lucha que se libran contra el Talibán, y especialmente en la lucha contra la opresión de las mujeres.

Esto adopta dos formas prominentes en la lucha por el derecho de las mujeres a la educación: aspirar a una solución en el marco del sistema existente y suplicar concesiones al Talibán. Luego, cuando las condiciones se desintegran, se adaptan bajando las aspiraciones, un método que nunca puede conducir a la realización de sus reivindicaciones. El segundo enfoque consta en decir que nada puede cambiar sin una revolución, lo que en la práctica se traduce a esperar pasivamente la llegada de ese día de la revolución — el que por cierto nunca llegará si las luchas de hoy no están vinculadas a la causa de la revolución y no se libran sobre la base de la construcción de un movimiento para la revolución.

2. Las suposiciones subyacentes de una alianza

Mi segundo punto se refiere a la “unidad/alianza”. En primer lugar, hay que preguntarse ¿para quién y para qué? Aclarar el objetivo, o “para qué”, es muy importante. Como dije en el ejemplo de la Campaña por un Millón de Firmas, esa alianza nunca tenían que ver con ir contra un régimen que se apoya en el pilar del hiyab obligatorio. Por el contrario, trataban de impedir que las mujeres pusieran en la mira al gobierno de la República Islámica en su lucha por la emancipación de las mujeres. A partir de este y otros ejemplos, podemos ver que también es posible formar alianzas reaccionarias de mujeres.

Por lo tanto, antes de formar cualquier alianza y/o llamar a la unidad, necesitamos determinar su contenido. De lo contrario, el esfuerzo será inútil y vano. No se puede hablar de ninguna alianza sin aclarar su contenido, su marco y su finalidad. Este es el abecé de cualquier paso hacia la unidad.

De hecho, toda la discusión precedente sobre “marginación”, “ONG”, “sociedad civil”, etc., demuestra que el contenido de la alianza es una cuestión muy crucial. Hasta una alianza con un objetivo que no sea una revolución, que se centre meramente en la resistencia contra la opresión, debe permanecer completamente fuera del marco existente del sistema y de su correspondiente forma de pensar. La claridad respecto a este enfoque de la unidad puede hacer que todo lo que hagamos hoy sirva a ayudar a construir un movimiento para la revolución.

Tomemos el ejemplo de la Osyan (Rebelión) [un colectivo de mujeres de Irán y Afganistán]. ¿Cuál es el contenido de nuestra unidad? Nuestra alianza existe para organizar una revuelta contra la opresión patriarcal-supremacista masculina que se centra contra el hiyab obligatorio en Irán. Pero nuestra perspectiva en esta lucha no se basa en la identidad, porque esta opresión está vinculada a otras relaciones sociales opresivas e inclusive a la destrucción del medio ambiente. Todas éstas forman parte del tejido y el funcionamiento del sistema capitalista.

Llevamos a cabo esta lucha en el marco de una lucha contra el régimen fascista teocrático de la República Islámica. Alzamos nuestra voz contra todas las formas de injusticia social, las guerras devastadoras y la destrucción del medio ambiente, y nos solidarizamos con todos los oprimidos del mundo. Nuestro método de lucha es de apoyarnos en nosotros mismos, en el pueblo de Irán y en los pueblos del mundo; dado que la humanidad está entrelazada, consideramos a los pueblos de todo el mundo como nuestro propio pueblo.

Lo único que puede surgir del funcionamiento del sistema imperialista mundial son condiciones hostiles y antagónicas a los intereses de la inmensa mayoría de los pueblos del mundo. Hacerse ilusiones sobre la amistad, o confiar en el apoyo, de cualquiera de los gobiernos del mundo capitalista —gobiernos que son ellos mismos culpables de crear esta situación en primer lugar— es dar la espalda a los pueblos del mundo.

En Osyan, nuestra alianza no se basa en la unidad para la revolución. Esto significa que no tenemos una estrategia y una hoja de ruta para la revolución para derrocar a la República Islámica y establecer una República Socialista. Se trata simplemente de una alianza para organizar la resistencia y la lucha contra la República Islámica en torno a la falla sísmica de la opresión de las mujeres según las líneas descritas anteriormente.

Al mismo tiempo, sabemos que las raíces de esta opresión no pueden arrancarse desde dentro de este sistema. El marco que proponemos —a saber, la oposición al imperialismo y al fundamentalismo teocrático— está fuera del marco del sistema. Mi activismo con otras mujeres de Osyan se basa en este marco. Pero para mí, como comunista revolucionaria, esto no es suficiente, porque sé y creo que para erradicar la opresión patriarcal-supremacista masculina y otras relaciones sociales opresivas, hará falta una revolución. La actividad en el marco de Osyan como luchadora por la liberación de la humanidad es insuficiente [aunque] considero que las actividades de Osyan son muy importantes [para contribuir] a la revolución.

No obstante, para hacer la revolución, necesitamos un partido cuyo objetivo sea la revolución, que tenga una estrategia para la revolución y que trabaje por ella de forma planificada y organizada. Y por partido no me refiero simplemente a una organización, sino a la movilización necesaria en torno a su objetivo y su hoja de ruta.

Para resumir: ni tapar sus horrores ni la superación personal puede cambiar esta terrible realidad a la que nos enfrentamos. Este hecho exige una respuesta, y la respuesta no está relacionada con la geografía en la que operemos (dentro o fuera de las fronteras de Irán y Afganistán).

Como fuerzas líderes en la escena, nuestra tarea aquí es tomar una decisión importante: ¿Nos mantendremos dentro del marco del sistema, o, por fin, nos saldremos de él? Decidirnos a salir del sistema es una cristalización de nuestra comprensión de la situación, una comprensión científica. Una comprensión de las raíces del problema y de la situación revolucionaria actual, del hecho de que la revolución es necesaria y posible, que debe llevarse a las masas, a los intelectuales y a la gente de todos los ámbitos de la vida.

Hoy, en medio de las olas tormentosas que han hecho añicos el orden mundial, es un momento poco común que abre la posibilidad para una revolución por la emancipación de la humanidad. Esa es nuestra tarea inmediata, no a largo plazo, porque no tenemos mucho tiempo y debemos avanzar en la organización de un movimiento para la revolución.


[1] Osyan significa Rebelión en persa. Es un grupo de mujeres iraníes y afganas que son la voz de la rebelión femenina para expresar la determinación y servir a la lucha contra la República Islámica de Irán y el Talibán.